El trabajo ya no es lo que fue - Alain Supiot - E-Book

El trabajo ya no es lo que fue E-Book

Alain Supiot

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Beschreibung

Si es evidente que El trabajo ya no es lo que fue, ¿cómo lo pensamos en pleno siglo XXI? ¿Podemos hacerlo sin caer en los lugares comunes de la tecnociencia, el teletrabajo o la inteligencia artificial? Este breve y poderoso libro demuestra que, para quebrar esas lógicas mercantilistas, es fundamental encarar una discusión política y filosófica alrededor de una pregunta inquietante: ¿cómo y por qué trabajar hoy? Alain Supiot hace en estas páginas un llamado a dejar de pensar el trabajo como una actividad por la que se recibe un salario para poner en el centro de la cuestión a las personas y asegurarles una protección que no solo prevea la situación de desempleo, sino la formación permanente, las tareas de cuidado y el trabajo comunitario. Y lo hace sin postular el retorno a un mundo de pleno empleo que, a esta altura, se ha vuelto una utopía, sino en diálogo con el trabajo precarizado e informal que hoy nos es tan familiar. Especialista en derecho del trabajo, reconocido académico, Supiot construye una argumentación persuasiva: el principio de igual dignidad de los seres humanos no puede reducirse a lo que tienen o a lo que son, sino que debe abrirse a lo que hacen. Con todas sus contradicciones, el siglo XXI ofrece la oportunidad de que se vuelva a demostrar un hecho histórico: la exigencia de justicia en el trabajo ha sido siempre un motor del cambio social.

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Índice

Cubierta

Índice

Portada

Copyright

Presentación (Adrián Goldin)

Agradecimientos

El trabajo no es una mercancía. Contenido y sentido del trabajo en el siglo XXI. Lección de clausura de la cátedra Estado Social y Mundialización: Análisis Jurídico de las Solidaridades (2012-2019) del Collège de France, pronunciada el 22 de mayo de 2019

El espejismo del orden espontáneo del mercado

La ficción del trabajo-mercancía

El trabajador, manos a la obra

Un caso de estudio: el trabajo universitario

La justicia en el trabajo. Conferencia de apertura del Rendez-Vous de l’Histoire organizado por la alcaldía de Blois, en su edición acerca del trabajo, pronunciada el 8 de octubre de 2021

El trabajo de la justicia en la historia

El espejismo de una justicia espontánea

Las vías hacia una justa división del trabajo en el siglo XXI

Alain Supiot

EL TRABAJO YA NO ES LO QUE FUE

Cómo pensarlo de nuevo en un mundo que cambió (y que nos tiene desconcertados)

Traducción de Gonzalo Sozzo

Supiot, Alain

El trabajo ya no es lo que fue / Alain Supiot.- 1ª ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2022.

Libro digital, EPUB.- (Singular, serie Collège de France)

Archivo Digital: descarga y online

Traducción de Gonzalo Sozzo // ISBN 978-987-801-198-1

1. Sociología del Trabajo. 2. Organización del Trabajo. 3. Justicia. I. Sozzo, Gonzalo, trad. II. Título.

CDD 306.36

Esta publicación cuenta con el apoyo del Institut Français d’Argentine y del Collège de France.Cet ouvrage a bénéficié du soutien de l’Institut français d’Argentine et du Collège de France.

© 2022, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

<www.sigloxxieditores.com.ar>

La lección de clausura fue publicada como libro: Le travail n’est pas une marchandise, París, Collège de France, 2019, disponible online en <books.openedition.org/cdf/7029>; la UNL realizó una primera ed. castellana en 2020. La conferencia de apertura de los Rendez-Vous de l’Histoire 2021 se editó como La justice au travail bajo el sello de Seuil en 2022.

Diseño de portada: Ignacio Marmarides y Mr.

Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina

Primera edición en formato digital: octubre de 2022

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

ISBN edición digital (ePub): 978-987-801-198-1

Presentación

Adrián Goldin[1]

Alain Supiot nació en Nantes el 5 de junio de 1949. Tras obtener en 1979 su doctorado en Derecho en la Universidad de Burdeos, fue sucesivamente profesor en las universidades de Poitiers y Nantes. En esta última fundó, en 1993, la Casa Ange Guépin de las Ciencias del Hombre, y en 2008, el Instituto de Estudios Avanzados de Nantes; sin dudas, su hijo institucional predilecto, acerca del que agregaré algunas palabras sobre el final de estas líneas. Fue también miembro senior del Instituto Universitario de Francia a partir de 2001.

Es miembro correspondiente de la Academia Británica y doctor honoris causa de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), de la Universidad Aristóteles de Tesalónica (Grecia) y de la Universidad de Buenos Aires. De 1998 a 2000 fue presidente del Consejo Nacional de Desarrollo de las Ciencias Humanas y Sociales de Francia, y desde 2014 integra el Consejo Estratégico de la Investigación de ese país. Años antes, y a partir de 1981, había transitado estancias de investigación en el Instituto de Relaciones Industriales de Berkeley, en el Instituto Universitario Europeo de Florencia y en el Instituto de Estudios Avanzados de Berlín.

Más recientemente, fue designado miembro de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), creada en 2017. Presidida por el primer ministro de Suecia y el presidente de la República de Sudáfrica, esta comisión produjo un influyente informe que llevó por título Trabajar para un futuro más prometedor. Supiot fue el único profesor de Derecho del Trabajo que la integró.

Alain Supiot es autor de once libros, además de publicar otros en coautoría, todos ellos traducidos a numerosas lenguas; dirigió o participó en gran cantidad de obras colectivas, escribió cerca de setenta y cinco artículos en francés, así como otros en diversas lenguas, a lo que se suman reseñas, entrevistas y prólogos. De sus artículos y contribuciones a obras colectivas, más de cien fueron también traducidos a varios idiomas. Esta amplia difusión lingüística contribuyó a producir un significativo impacto de sus ideas en el pensamiento contemporáneo del derecho social, sobre todo, de su comprometida aproximación al entorno económico, social e ideológico en el que ese ordenamiento se despliega.

Se incorporó al Collège de France en 2012 como profesor titular de la cátedra Estado Social y Mundialización: Análisis Jurídico de las Solidaridades, donde se desempeñó hasta 2019, cuando, en calidad de profesor emérito, concluyó ese tramo de su actividad académica. Según expresó en su lección de clausura del 22 de mayo de 2019, que forma parte de este volumen, se había propuesto examinar allí el Estado social desde la perspectiva “del mundo tal como es y tal como querríamos que fuera” con eje “en el estatuto que se atribuya al trabajo”.

Precisamente en ese ámbito, una de sus preocupaciones conceptuales ha sido asignarle al trabajo del hombre el más amplio sentido: “más allá del empleo” –en francés, au-delà de l’emploi–, expresión que asumió una extendida proyección al ser el título de la obra publicada por Flammarion,[2] que incluye un informe –conocido como “Informe Supiot”– sobre las transformaciones del trabajo y del derecho del trabajo en Europa, elaborado por un grupo de expertos del más alto nivel, y del cual nuestro autor ofició como director y relator general. Una invocación tan amplia habría de abarcar múltiples formas de trabajo no remuneradas, que se manifiestan tanto en la vida familiar como en la asociativa y que tienden a ser ignoradas o resultar invisibles, pero tienen la mayor significación para la sociedad. Supiot extiende también su preocupación a la incidencia del trabajo humano en su entorno ecológico, que constituye una de las causas más relevantes del desajuste y alteración climáticos o de la pérdida de la biodiversidad. Todo lo cual exterioriza su ideal, llanamente expresado –una y otra vez– como el de la concepción de “un trabajo realmente humano”.

Entre muchas otras cuestiones consideradas en ese informe, cabe destacar la relativa a la necesidad de garantizar la continuidad del sistema de protección aún más allá de la estabilidad de los empleos, en un contexto de discontinuidad creciente de las trayectorias laborales. En efecto, cada trabajador o trabajadora atraviesa múltiples transiciones en su vida laboral: del empleo a la desocupación, de la condición de asalariado formal a la informalidad, a la desocupación o al desempeño independiente, a las instancias formativas, al cumplimiento de obligaciones familiares, cívicas o políticas, entre tantas otras. Desde esa perspectiva, el Informe Supiot planteó la necesidad de oponer a la discontinuidad de las carreras el aseguramiento de la continuidad del “estado profesional de las personas” –tal su más comprensiva designación– y, por consiguiente, de la atención de las necesidades de tutela del trabajador más allá de la diversidad de situaciones que debe vivenciar. Para decirlo de una manera muy elemental, al interrogante que la época ya formulaba sobre cómo protegemos a todos los que necesitan protección en un contexto en el que se hace cada vez más difícil reconocer el estado de la dependencia laboral, se agrega hoy de modo también urgente una segunda pregunta: cómo protegemos a cada uno de ellos todo el tiempo, cómo amparamos sus transiciones en el tiempo largo de su vida más que en el tiempo corto de los intercambios.Perspectiva esta que, precisamente por su impulso intelectual, comenzó a cobrar forma concreta en la Francia natal del autor, plasmándose en la llamada “cuenta personal de actividad” introducida por la ley del 17 de agosto de 2015, que asigna derechos de crédito que acompañan la trayectoria personal y cubre aspectos formativos y de prevención de riesgos a la vez que reconoce actividades benéficas, voluntarias o de asistencia a las que el individuo puede dedicarse pese a tratarse de tareas no valorizadas como prestaciones salariales según la lógica de los mercados.

Otro de los ejes centrales del pensamiento científico de Supiot es el relativo al Estado social, calificación que lo presupone íntimamente vinculado con la protección de la persona y del trabajo humano. Tal como sucedió en la Argentina –entre tantos otros países de América Latina–, en Europa ese derrotero tutelar tuvo su instancia inaugural en el tratamiento normativo de los accidentes de trabajo. Con su habitual elocuencia crítica, Supiot evoca la indemnización de esos accidentes –aquella de los primerísimos tiempos– como “el precio que hubo de pagarse por el tratamiento de los desechos humanos de la actividad industrial”. Bien vale tan ácida perspectiva. Las masacres de la primera mitad del siglo XX pusieron en evidencia lo que sucede cuando se imputa a chivos emisarios por la pauperización generalizada, nutriendo de ese modo el odio nacional o “racial”, el odio de clase, el odio religioso. No por casualidad –recuerda Supiot–, las expresiones más elocuentes de los proyectos de regeneración social nacen a partir de las dos grandes guerras del siglo pasado: tras la Primera, en el propio Tratado de Versalles se constituye la OIT; sobre los finales de la Segunda, la Declaración de Filadelfia de 1944 supo dejar en claro que no es posible sostener una paz durable sin justicia social.

Precisamente por ello, Supiot asume la responsabilidad de renovar y profundizar las reflexiones contemporáneas sobre esa dimensión axiológica –la justicia social– a partir de aquel hito luminoso que es, precisamente, la Declaración de Filadelfia, brevísimo pero grandioso monumento del espíritu humano. Y la justicia social es la idea a la que dedica su obra El espíritu de Filadelfia[3]que, según sostiene, sigue reinando para todos aquellos que no han renunciado a un mundo ideal en el que todos los seres humanos, independientemente de su raza, sus convicciones o su sexo, tengan el derecho de perseguir su progreso material, así como su desarrollo intelectual en libertad, dignidad, seguridad económica e igualdad de oportunidades. De ese modo, revitaliza magistralmente aquella idea de la justicia social, pieza conceptual fundamental para hacer frente a la del mercado total, hoy en día preeminente en el pensamiento comparado. Y devela de qué modo el imaginario cibernético que preside esta última concepción orienta las acciones de los gobiernos hacia la “gobernanza por los números” y no ya mediante las leyes que, según su lúcida reflexión, son expresión de “lo incalculable” contenido en ellas mismas y en sus fundamentos dogmáticos. Aquel atajo –el de la “gobernanza por los números”– convierte al derecho en instrumento al servicio del cálculo y la programación, lo que compromete a la sociedad entera en la realización de objetivos cifrados definidos desde el nivel central, y ya no a los valores exentos de todo cálculo incluidos en la ley y sus fundamentos dogmáticos, que históricamente ha tocado al derecho plantear.

Evocando a Bruno Trentin, Supiot echa luz sobre el modo en que se verifica el acuerdo implícito del capitalismo y del comunismo, que coincidentemente sitúan al trabajo bajo la égida de la tecnociencia y al margen de la discusión política y la fundamentación dogmática de aquellos valores. Fundamentación que Supiot había exaltado antes en su obra Homo juridicus,[4] en la que develó la función antropológica del derecho en las sociedades secularizadas: la de proponer un cierto sentido de la vida, una vez que se hubiera admitido que no hay sentido alguno que pueda ser revelado por la ciencia (fueron las experiencias totalitarias del siglo XX las que buscaron en las ciencias las “verdaderas leyes” que debían regir la humanidad), ni tampoco por una instancia sobrehumana o religiosa. Siguiendo en ese derrotero a Pierre Legendre –historiador del derecho y psicoanalista–, Supiot expresa su convicción de que la razón humana tiene fundamentos dogmáticos no pasibles de demostración, que no son la expresión de una verdad revelada por Dios ni descubierta por la ciencia, y permite fundar sobre la diversidad de las civilizaciones un orden de valores y representaciones comunes. Y que no es, en efecto, en la ciencia donde el hombre ha reconocido esas ideas fundamentales; no es en la biología, que dio pretendido fundamento a legislaciones eugenistas o “raciales”; tampoco es en la ciencia económica que desde algunas perspectivas, como la del Law and Economics (el análisis económico de la ley, tan asociado a la escuela económica de Chicago), asume una dimensión totalizadora pretendiendo sustituir los fundamentos dogmáticos del derecho por la maximización de la utilidad económica como su razón última. Allí donde el liberalismo ponía al cálculo económico bajo la égida de las leyes –agrega Supiot–, el ultraliberalismo, en cambio, sitúa a las leyes bajo la égida del cálculo económico. Y, como conclusión, sostiene que en el derecho se inscriben nuestras creencias fundadoras: creencia en la dignidad del ser humano, en el imperio de las leyes, en la fuerza de la palabra dada.

Como anticipé, Supiot es un constructor no solo en el campo de las ideas y el pensamiento, sino también en el terreno institucional. En 2001, el Consejo Nacional por el Desarrollo de las Ciencias Humanas y Sociales de Francia recomendó la creación de un Instituto de Estudios Avanzados en Nantes. Supiot, haciendo gala del carácter sustantivo de sus convicciones, propuso como política institucional un nuevo estilo de relaciones entre los intelectuales y estudiosos de los países del “Norte” y del “Sur” que convivan allí, de modo que el pensamiento de los intelectuales del Norte no pudiera ya pretender la condición de universalidad e intemporalidad excluyente de sus categorías. El Instituto propuso –y lleva a la práctica– una vinculación horizontal entre los intelectuales de ambas procedencias en esa tarea: la de privilegiar las indagaciones sobre la armazón dogmática de las diversas sociedades y sus creencias fundadoras, no como expresiones localistas de irracionalidad, sino como sus indispensables fundamentos. Ese Instituto ha alcanzado los más altos niveles de rigor y calidad. Por ello, en el mayor reconocimiento internacional al que un organismo de su tipo puede aspirar, fue invitado a integrarse en el SIAS –sigla inglesa de Algunos Institutos de Estudios Avanzados–, consorcio integrado por solo nueve institutos, entre los cuales están Princeton, Berlín, Stanford, Ámsterdam y Jerusalén.

En este pequeño pero muy enriquecido volumen se incluyen dos de las más fértiles lecciones de Alain Supiot en torno al trabajo humano: “El trabajo no es una mercancía. Contenido y sentido del trabajo en el siglo XXI” (lección de clausura en el Collège de France dictada el 22 de mayo de 2019) y “La justicia en el trabajo”, versión ampliada de la conferencia inaugural de la 24ª edición (sobre el tema del trabajo) de los Rendez-Vous de l’Histoire creados por la alcaldía de Blois, que pronunció el 8 de octubre de 2021.

[1] Adrián Goldin es profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de San Andrés. Expresidente (2012-2015) y actual presidente honorario de la Sociedad Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.

[2]Au-delà de l’emploi. Transformations du travail et devenir du droit du travail en Europe, París, Flammarion, 1999 [ed. cast.: Trabajo y empleo. Transformaciones del trabajo y futuro del Derecho del Trabajo en Europa, Valencia, Tirant lo Blanch, 1999].

[3] Alain Supiot, El espíritu de Filadelfia. La justicia social frente al mercado total, Barcelona, Península, 2011.

[4] Alain Supiot, Homo juridicus. Ensayo sobre la función antropológica del derecho, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012 [1ª ed.: 2005].

Agradecimientos

En el prólogo a Borges oral (libro que reúne cinco clases dictadas en la Universidad de Belgrano), el propio Borges señala: “Como la lectura, la clase es una obra en colaboración y quienes escuchan no son menos importantes que el que habla”. Esta profunda observación, muy oportuna para darnos una señal de alerta contra el solipsismo que acecha a cada autor o a cada orador, también es aplicable a la edición de las conferencias, e incluso en mayor medida cuando se editan en otro idioma que aquel en el que fueron pronunciadas.

Y ese es el caso de este libro, que actualmente se publica en el país y en el idioma de Borges gracias a la iniciativa de Christophe Giudicelli, director del Centro Franco-Argentino de Altos Estudios en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y a la cálida hospitalidad de Siglo XXI Editores. Agradezco de corazón que las dos casas hayan propiciado reunir en un volumen, cuyo título fue elegido por el editor, estas dos conferencias referidas a las metamorfosis del trabajo en el siglo XXI. Pronuncié la primera como cierre de mis años de docencia en el Collège de France y la segunda para inaugurar en Blois los Rendez-Vous de l’Histoire de 2021. Debemos su traducción a mi colega y amigo, el profesor Gonzalo Sozzo, eminente jurista e infatigable transmisor de ideas entre la Argentina y Francia, a quien ya debía la publicación –en las Ediciones de la Universidad del Litoral– de una primera versión de mi lección de clausura. Por añadidura, Gonzalo tuvo a bien traducir la conferencia sobre la justicia del trabajo, que constituye la consecuencia lógica de la primera. Deseo expresarle mi profunda gratitud por su notable trabajo y su generosidad.