En todo cuerpo hay vacío - Alejandro von Düben - E-Book

En todo cuerpo hay vacío E-Book

Alejandro von Düben

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Beschreibung

En todo cuerpo hay vacío está conformado por cuatro cuentos, cada uno, de cierta manera, protagonizado por algún elemento de la naturaleza —tierra, aire, agua y fuego—, tanto de manera expresa como simbólica: es decir, lo que son y lo que significan en el entorno, al mismo tiempo que configuran la identidad de los personajes. El entramado de los relatos ahonda en las complejas relaciones que hay entre la ciudad y la naturaleza, pero también al interior de los integrantes de la familia, así como entre el cuerpo y el mundo, evidenciando diferentes problemáticas en los planos emocional, ambiental y social. Los detonantes de estos cuentos son un temblor, la contaminación, el agua y sus consecuencias fatales y un incendio. A partir de estos eventos se construyen las historias, en las cuales toman relevancia las palabras de Lucrecio: "Mas como En todo cuerpo hay vacío, / pueden hacerse blandos como el agua, / el aire, la tierra y el fuego".

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Índice

Presentación

Todo lo que era firme

Los confines del aire

Agua que vuelve al agua

En el lugar del fuego

Esperé a que ocurriera algo extraordinario,

a que la naturaleza respondiera a la tragedia.

Agota Kristof

Mas como en todo cuerpo hay vacío,

pueden hacerse blandos como el agua,

el aire, la tierra y el fuego.

Lucrecio

Presentación

Cada año nos genera alegría y expectativa el proceso de selección de la ganadora o el ganador del Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco que otorga el Museo de Ciencias Ambientales en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). ¿De qué país vendrá? ¿Será hombre o mujer? ¿Qué sorpresas nos brindarán sus palabras sobre la ciudad y la naturaleza? En fin, este premio nos genera toda una amalgama de sentimientos, a veces de estrés administrativo, pero principalmente de satisfacción por el nacimiento de una nueva obra literaria.

Este año, la alegría del Premio viene acompañada de tristeza. Dos integrantes del consejo de honor constituido para diseñar el Premio fallecieron: el arquitecto Fernando González Gortázar, hacia finales del año pasado, y en este año, el dramaturgo Ignacio Solares. También falleció hace unos meses Raúl Padilla López, fundador de la FIL, del Museo y de nuestro Premio. En reconocimiento a su gran legado en múltiples disciplinas y ámbitos sociales, la FIL 2023 y su premio literario sobre la ciudad y la naturaleza se presentan como homenaje a esta persona excepcional, que aportó a la transformación de Jalisco, México y el mundo, en lugares donde las letras, las palabras y los libros se conciben como indispensables para la construcción de un mejor futuro.

Podría parecer extraño que un museo de historia natural haya creado un premio de literatura con el nombre de José Emilio Pacheco. Pero la duda se desvanece al conocer que diseñamos nuestro Museo en armonía con las ideas de Jorge Wagensberg acerca de que los humanos generamos tres tipos de conocimiento: el científico, el artístico y el revelado o espiritual. Por lo cual, para la comprensión de nuestra realidad, tan importante es la matemática y la química como la poesía y la música, y también las cosmovisiones de diversas culturas. En este contexto, tomamos uno de los poemas más memorables de Pacheco, “Alta traición”, como ejemplo de una ética que relaciona la naturaleza con la ciudad y las personas. Sus versos evocan el espíritu de nuestro espacio museístico en construcción, cuya misión es “comprender la ciudad e inspirar la conservación de la naturaleza que la sustenta”. El Museo de Ciencias Ambientales aspira a innovar en la creación de un porvenir que permita albergar lo vivo, para que los humanos no nos excluyamos del futuro que estamos construyendo.

A pesar de su relativa juventud, podemos decir que el Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco se ha consolidado en el mundo hispanoparlante. Es así que, en lo que va de su existencia, se han acumulado 1 061 obras de todos los estados de México y de 29 países de América, Asia, Europa, Medio Oriente y Oceanía. En esta convocatoria 2023, dedicada al cuento, se recibieron 138 trabajos provenientes de 20 países. Por primera vez concursaron obras de Bélgica, Bolivia, Canadá, Rumanía y Suecia. También nos llegaron de Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Países Bajos, Panamá, Perú, Uruguay, Venezuela y México (de 25 estados de la república). De los concursantes, 50 fueron mujeres y 88 hombres.

El Premio ha tenido ocho ganadores en sus siete ediciones anteriores (el primer año el jurado seleccionó dos ganadores ex aequo): en 2016, Jorge Gutiérrez Reyna (El otro nombre de los árboles) y León Plascencia Ñol (Paisajes sin habitaciones blancas), ambos mexicanos; en 2017, Brenda Becette (La parte profunda), argentina; en 2018, Santiago Acosta (El próximo desierto), venezolano; en 2019, Claudia Cabrera Espinoza (Posibilidad de los mundos), mexicana; en 2020, Marco Antonio Murillo (Tal vez el crecimiento de un jardín sea la única forma en que los muertos pueden hablarnos), mexicano; 2021, Oswaldo Hernández Trujillo (Una ciudad para el fin del mundo), mexicano, y en 2022, Jorge Galán (Equinoccio), salvadoreño.

Pero no se debe medir el valor de un premio por el número de obras que recibe. La restringida temática del galardón (no se aceptan obras que no traten el tema de ciudad y naturaleza) ya de por sí reduce el número de obras sometidas. El indicador correcto debe ser la calidad de las obras premiadas, y esta calidad es fruto del trabajo del jurado. Hemos sido afortunados de contar, durante las pasadas siete ediciones, con jurados compuestos por escritores prestigiados como Coral Bracho, Silvia Eugenia Castillero, Hernán Bravo Varela, Tedi López Mills, José María Espinaza, Elisa Díaz Castelo, Pura López Colomé, Myriam Moscona y Karen Villeda en el género de poesía, y Ana García Bergua, Mónica Lavín, Eduardo Antonio Parra, Beatriz Espejo, Vicente Quirarte, Alberto Chimal, Bernardo Esquinca, Cecilia Eudave y Antonio Ortuño en el género de cuento.

En esta búsqueda de autores que nos ayuden a comprender, desde la poesía y la prosa, nuestra realidad socioecológica, ha sido para mí una gran alegría que el ganador de la convocatoria 2023 haya sido el escritor jalisciense Alejandro von Düben por su obra En todo cuerpo hay vacío. El jurado, integrado por Socorro Venegas (México), Liliana Blum (México) y Octavio Escobar (Colombia), le concedió de manera unánime el Premio por “su sentido de la tensión narrativa, su excelente manejo de la prosa y la capacidad para vincular naturaleza y ciudad sin obviedades y sin perjudicar la estructura de los cuentos, profundizando en la psicología de los personajes y en los conflictos de un mundo amenazante”. La calidad de la decisión del jurado se evidenció al descubrir que Alejandro es un joven y ya consumado escritor, ha ganado anteriormente premios como el Nacional de Poesía Francisco González León, el Internacional de Poesía Infantil FOEM, el Nacional de Novela Juvenil “Universo de Letras” y, hace unas pocas semanas, la prestigiosa distinción alemana White Raven de la Biblioteca Internacional de la Juventud. Disfruten de esta gran lectura que nos regala la pluma de Alejandro von Düben.

Eduardo Santana Castellón

Director del Museo de Ciencias Ambientales

de la Universidad de Guadalajara

Todo lo que era firme

Se vendrá abajo. Casandra lo presiente. Escucha cómo crujen las paredes de la casa, el techo retumba y los cristales de las ventanas traquetean con mayor insistencia, mientras Héctor —encima de ella— resopla igual que un animal enfermo.

Hace ya siete días que Casandra no reconoce el silencio. Aquella noche, en cuanto despertaron por las sacudidas y oyeron el bullicio de los vecinos, salieron de casa a toda prisa, sin mirar hacia atrás. No se pusieron los zapatos. Tampoco tomaron la billetera o las llaves o los celulares. Ni siquiera fueron hacia la cuna para recoger al bebé. No pensaron en nada más que en ponerse a salvo bajo el cielo estrellado. Fue de magnitud ocho punto dos. En la calle encontraron una multitud de gente en pijama o en ropa interior, cada uno con la misma cara de espanto. Miraban hacia todas partes, temerosos ante la danza pendular de las construcciones. Las luces del alumbrado público parpadeaban como sirenas. No había lugar a dónde hacerse: la tierra se movía bajo los pies con una violencia inusitada, como si quisiera quitarse la ciudad de encima. Después se quedaron a oscuras. Creció el ruido de un sinfín de formas agitándose, quebrándose.

El bebé.

Héctor fue quien se acordó. Sin decir una palabra corrió hacia el interior de la casa dando zancadas extrañas, de una manera un tanto ridícula debido a las pantuflas. En cambio, Casandra aún tardó algunos segundos en comprender la situación, en reconocer lo que hacía falta.