Figuras del destino - Victoria Cirlot - E-Book

Figuras del destino E-Book

Victoria Cirlot

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Beschreibung

Publicado originalmente en 2005 con el subtítulo Mitos y símbolos de la Europa medieval, Figuras del destino permite el encuentro del lector con aquellas historias que adquirieron forma escrita en la Edad Media europea, antiguos mitos surgidos de un fondo pagano, céltico y germánico, que grandes escritores de los siglos XII y XIII, franceses y alemanes, consideraron dignos objetos de escritura y reflexión. Y así la historia narrada en esos mitos adquirió, en la cultura cortés y caballeresca, un estilo propio dentro del nuevo género de la época: el ciclo artúrico, lugar de confluencia de celtismo y cristianismo, paganismo y humanismo. Este ensayo propone una nueva lectura de la novela artúrica en la que las voces y acciones de sus personajes han sido restauradas para un oído y una visión actuales: Lancelot ante la carreta, Tristán ante la copa que contiene el filtro del amor y Perceval ante la súbita aparición del Castillo del Grial son las tres figuras analizadas, y abren tres posibles vías definidas como sacrificio, amor y búsqueda.

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Índice

Cubierta

Portadilla

Prólogo

Figuras del destino. Mitos y símbolos en la novela artúrica medieval

I. Figuras del destino

II. La aventura como forma de vida

III. La coronación de Erec

IV. El sacrificio: Lancelot

V. El amor: Tristán

VI. La queste: Perceval

VII. Semblanzas del mundo

VIII. Negaciones

IX. El juego de la muerte

Epílogo

Bibliografia

Notas

Créditos

Prólogo

Un intenso placer embarga al lector de las viejas historias en las que resuena un murmullo familiar, un ritmo que desemboca en un desenlace ya conocido, una estructura en la que, con más o menos variantes, se insertan unos sucesos que forman parte de nuestra propia vida, leída justamente a través de ellos. Es el placer del reconocimiento, porque si es grande el que se experimenta con la novedad, un sabor muy particular posee el que acompaña la recepción de lo antiguo. En él se afianza la sensación de verdad y, sobre todo, la felicidad que acompaña siempre la recuperación de lo perdido o de lo olvidado.

Este libro tiene la intención de permitir el encuentro del lector con aquellas historias que adquirieron forma escrita en la Europa medieval, viejos mitos surgidos de un fondo pagano, céltico y germánico, que grandes escritores de los siglos XII y XIII, franceses y alemanes, consideraron dignos objetos de escritura y reflexión. La fugacidad de los relatos orales transmitidos por bardos y juglares fue sustituida por la fijeza del manuscrito, según una idea de la literatura eminentemente simbólica y, por tanto, icónica y visual. La visibilidad literaria se combinó con la plástica: las miniaturas proporcionaron en ocasiones una magnífica síntesis de los acontecimientos narrados intensificándose así el valor emblemático del relato. Esta nueva forma de los antiguos mitos alcanzada en el manuscrito implicó también una nueva articulación y sintaxis simbólica, una nueva coherencia –conjointure, diría Chrétien de Troyes–, de la que brotaron nuevos significados, aquellos que la cultura humanista y cristiana del siglo XII quiso extraer y desplegar en la reelaboración de las historias.

Una materia que habría de adquirir un gran prestigio, ofreció el marco, y en torno a la figura del mítico rey Arturo se tejieron los relatos en los que se dibujaron con nitidez los perfiles de los individuos, cuyas miradas se dirigían tanto hacia un espacio recién abierto, el espacio de la interioridad, como al exterior mundano. Y así, el misterio de la vida y de la muerte hacia el que tiende todo movimiento psíquico, la vieja historia narrada en los antiguos mitos, adquirió en la cultura cortés y caballeresca de la Europa medieval un estilo propio dentro del nuevo género de la época, la novela artúrica, lugar de confluencia de celtismo y cristianismo, paganismo y humanismo. El mito del amor de Tristán e Iseo, el de Lancelot y la reina, o el de la búsqueda del Grial fueron narrados una y otra vez, como si cada nueva versión pudiera llegar más hondo en la profundidad de su significado.

Este libro propone una lectura de la novela artúrica en la que las voces y acciones de sus personajes sean restauradas para el oído y la visibilidad actuales. Esta propuesta descansa en la certeza de que la novela artúrica contiene, por un lado, los restos de la sabiduría de los mitos europeos más antiguos y, por otro, la moderna reflexión de los escritores de los siglos XII y XIII que supieron conservarlos y transmitirlos a las generaciones venideras. Estos relatos escritos para un público laico, exponen una idea de la vida en la que, tal y como sostuviera Heinrich Zimmer, acontece el combate entre el alma espiritual y la vida misma. La victoria del alma depende de la adecuada elección del individuo ante su destino. Se pensaron diversas posibilidades. Al menos son tres las figuras diseñadas en los textos. Los tres primeros capítulos del libro plantean que la novela artúrica contiene y desarrolla una idea de la vida. Dentro de esa idea de la vida se han destacado dos aspectos fundamentales: la vida como destino (capítulo I) y la vida como aventura (capítulo II). Que la novela artúrica tiene como tema a la vida misma y que ésta es abordada de un modo simbólico, se trata en el capítulo III. Los tres capítulos centrales se ocupan de las tres figuras del destino que he podido vislumbrar en el corpus de textos artúricos: Lancelot (capítulo IV), Tristán (capítulo V) y Perceval (capítulo VI). Tres posibles vías encarnadas en las vidas de estos personajes y que pueden definirse como sacrificio, amor y búsqueda. Los tres últimos capítulos se sumergen en el lenguaje de la negatividad. Las novelas artúricas integraron un incipiente nihilismo, asumieron la posibilidad de que la vida careciera de sentido, y así he deseado recogerlo en los capítulos VII y VIII. El último capítulo, el núcleo originario de este libro, está reservado a la idea de la muerte y a la enseñanza acerca de cómo afrontarla.

Las citas de fragmentos de novelas artúricas, en lengua original y en su traducción, constituyen los momentos álgidos del libro, que no trata de ser más que una preparación para la plena comprensión de ciertas escenas sublimes, auténticas maestras de la vida.

Barcelona 23 de abril de 2004

Figuras del destino.

Mitos y símbolos en la novela artúrica medieval

«Como una figura bordada con sedas abigarradas, construía el hombre antiguo los contenidos particulares de su vida, sus acciones y obras, dentro de la estructura de la totalidad de una vida flotante siempre ante sus ojos. Vivía en vista de la muerte. La muerte era un poder rector y conformador de su vida; algo que confería a éste articulación y estructura.»

Max Scheler, Muerte y supervivencia

«Ha desaparecido la idea de una vida simbólica, semejante a un tapiz tejido por fuerzas invisibles, en la cual uno se mueve olfateando significados en las coincidencias, percibiendo premoniciones y enseñanzas en los acontecimientos cotidianos. Sin embargo, de cuando en cuando, la gran poesía atiza de nuevo la llama, redescubre el pathos de una vida inspirada, de ensueño.»

Elémire Zolla, Verdades secretas expuestas a la evidencia

«Cuando el dibujo de mi vida esté completo, ¿veré yo, verá la gente, la cigüeña?»

Isak Dinesen, Lejos de África

II. La aventura como forma de vida

«Por más que la aventura parezca reposar en una diferencia con respecto a la vida, la vida se puede sentir en su totalidad como una aventura.»

Georg Simmel, La aventura

Erec, sobre la figura de leopardo dibujada en la alfombra, revistiendo su cuerpo de armas, mudo, y obligando al silencio a todos cuantos le rodean, en el espacio cóncavo y resonante de su interioridad oye la voz que le impulsa a la acción, que le dicta el único acto posible dentro de la forma de vida que la imaginación novelesca está justo comenzando a concebir para la caballería. Es un acto vacío de contenido, que sólo queda determinado por el gesto, por la disposición, por el ánimo. Se trata simplemente de ponerse en movimiento, de abandonar la cámara matrimonial, la casa del padre, la corte. Introducir un cambio, un brusco giro, dejar a un lado la pereza, la comodidad. Confrontarse con el mundo, ofrecerse para que el mundo hable. El gesto de Erec resulta incomprendido por su entorno: por la propia Enide, que no sabe qué está ocurriendo, por qué se arma Erec, ni por qué le ordena que vaya a vestirse; por el escudero que le arma, que no sabe para qué le arma; por los caballeros, o por su propio padre, que le insta a que sean acompañados por un séquito en lugar de partir en solitario. Lo único que está claro es que Erec y Enide parten. Tres versos expresan con exactitud la nueva situación; según Reto R. Bezzola los más bellos que jamás escribiera Chrétien de Troyes1. Con ellos termina la crisis de Erec (segunda parte) para iniciar la tercera parte del roman:

Departi sont a mout grant poinne. Se marchan con gran pena. Erec s’en va; sa fame an moinne, Erec se va, se lleva a su mujer, Ne set ou, mes an avanture no sabe adónde, sino a la aventura (vv. 2777-2779). (pág. 51).

Avanture: el término concluye la frase que ha roto el octosílabo pareado, según la técnica característica de Chrétien2. Finaliza asimismo la escena de la separación y la siguiente palabra con la que rima (aleüre