Flexibilidad. organiza tu trabajo para una vida más inteligente y feliz - Annie Auerbach - E-Book

Flexibilidad. organiza tu trabajo para una vida más inteligente y feliz E-Book

Annie Auerbach

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Beschreibung

FLEXIBILIDAD es un manifiesto para mujeres rebeldes. Este libro desafía el statu quo para ayudarte a vivir y a trabajar según tus condiciones. ¿Cómo es tu día de trabajo ideal? ¿Cómo puedes compartir la carga emocional en el hogar? ¿Qué aspecto tiene la vida que quieres llevar y cómo puedes lograrlo? Annie Auerbach, experimentada analista de tendencias y consultora, analiza la vida profesional de las mujeres en la actualidad, reconsiderando el modelo laboral con esta guía práctica para pensar y comportarse de manera más flexible y lograr así una vida más feliz y menos frenética. Podemos ser eficientes y productivas cuando nos dan libertad para flexibilizar: para cumplir los plazos trabajando cuándo y dónde elijamos. Después de la pandemia el mundo está cambiando para las mujeres trabajadoras, pero, hasta entonces, las empresas miraban para otro lado. Ahora ha llegado el momento de convertir este cambio en una rutina. Annie Auerbach reitera la importancia de dejar atrás el cubículo de la oficina y explora las realidades que muchas mujeres experimentan trabajando desde casa y los cambios en su vida diaria, incluyendo los efectos secundarios, desde la carga emocional hasta compaginar el trabajo con la crianza y educación de los hijos, e incluso desatender los ritmos únicos del cuerpo femenino. ¿Qué sucede cuando las mujeres adoptamos el concepto de la flexibilidad? Nos volvemos más creativas, más estratégicas con nuestro tiempo y nuestra energía, nos comprometemos más con nuestra vida personal. Como aclara Auerbach, rechazamos «la cultura tóxica del presentismo, la presión por el tiempo y el agotamiento emocional. Nos ayuda a escapar del ejército de mujeres pulpo, obsesionadas con el cansancio que supone "tenerlo todo". Nos permite vivir una vida más larga de manera más sostenible. Nos ofrece autoestima».

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Seitenzahl: 179

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por HarperCollins Ibérica, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

Flexibilidad. Organiza tu trabajo para una vida más inteligente y feliz

Título original: Flex. The Modern Woman’s Handbook

© Annie Auerbach 2019

El autor reconoce sus derechos morales sobre la obra.

© 2021, para esta edición HarperCollins Ibérica, S.A.

Publicado originalmente por HarperCollins Publishers Limited, UK

© De la traducción del inglés, Carlos Ramos Malavé

 

Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.

Esta edición ha sido publicada con autorización de HarperCollins Publishers Limited, UK.

 

Diseño de maqueta: Louise Evans

Diseño de cubierta: © HarperCollins

 

I.S.B.N.: 978-84-9139-599-7

 

Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

 

 

 

 

Créditos

Dedicatoria

Esto es flexibilidad

Flexibiliza tu mente

Flexibiliza tu trabajo

Flexibiliza tu hogar

La flexibilidad y el cuerpo

Flexibiliza tu futuro

Flexibilidad en el cambio

Epílogo

Referencias

Agradecimientos

 

 

 

 

 

 

«Soy una mujer fenomenalmente. Mujer fenomenal, esa soy yo».

MAYA ANGELOU

 

 

 

 

 

 

PARA MIS QUERIDOS CLEMMY, BIBI Y BEN

 

 

 

 

 

 

La flexibilidad es un manifiesto para vivir y trabajar según tus condiciones. Significa observar la manera establecida y rígida de hacer las cosas y preguntarse: «¿De verdad esto me va bien?». Si la respuesta a esa pregunta es «No», entonces sigue leyendo, porque este libro es para ti.

 

Cuando aprendemos a flexibilizar, adquirimos un superpoder que nos permite desafiar lo que nos está reteniendo y reinventar las normas para llevar una vida más inteligente y feliz. Porque las cosas están cambiando para las mujeres en todo el mundo. Nos casamos y tenemos hijos más tarde, si acaso llegamos a tenerlos. Las familias con dos sueldos han sustituido al modelo tradicional del hombre como aquel que pone el pan sobre la mesa y la mujer como ama de casa. La tecnología nos permite trabajar de un modo diferente y entendernos mejor a nosotras mismas.

 

Pero los viejos sistemas aún persisten. Nos topamos continuamente con estructuras inflexibles que fueron construidas por y para hombres. Estamos intentando hacerlo todo, pero siguiendo unas normas que nosotras no escribimos.

 

Las caricaturas de mujeres trabajadoras nos describen como personas estresadas capaces de hacer muchas cosas a la vez, con ocho brazos como los pulpos, haciendo equilibrios con la comida, el pintalabios, el ordenador portátil y el vino. En realidad, ¿quién quiere vivir su vida de esa forma? ¿Quién quiere ser una mujer pulpo estresada, siempre apurada de tiempo y al borde del colapso nervioso? Yo no.

Llevo mucho tiempo pensando en la flexibilidad. He trabajado de manera flexible durante 20 años de diferentes formas: a media jornada, desde casa, con varios proyectos a la vez y como autónoma. Ahora tengo 40 años, dirijo mi propio negocio y tengo dos hijas de menos de 10 años, un marido y un perrito inquieto; así que estoy en el ojo del huracán.

 

En 2016, fundé una agencia de entendimiento cultural llamada Starling con mi socio empresarial, Adam. En Starling, ayudamos a las marcas a entender cómo está cambiando la sociedad, para que puedan ser más relevantes. Hablamos con los académicos más listos y con los pensadores más radicales. Les preguntamos «¿por qué?»; prestamos atención a aquello que está siendo ignorado; ayudamos a nuestros clientes a construir un futuro mejor. Así que decidí utilizar ese enfoque para estudiar las viejas estructuras que nos limitan y hallar nuevas y mejores soluciones. Documentarme sobre cómo trabajan y viven las mujeres hoy en día me abrió los ojos.

 

Me he encontrado con un inmenso número de personas que han hallado maneras diferentes de flexibilizar. Esas pioneras del trabajo flexible tal vez se vieron motivadas en un inicio por la necesidad de compaginar el cuidado infantil y las responsabilidades en el hogar además de progresar en sus carreras, pero también son revolucionarias no reconocidas que han estado socavando los sistemas que la sociedad ya ha dejado atrás. Se niegan a aceptar el statu quo, desafían la sabiduría heredada y cambian el panorama para el resto de nosotras. Simplemente son fenomenales y debemos aprender de ellas. En cada capítulo, he contado la historia de una de esas pioneras de la flexibilidad.

 

Escribí este libro porque me siento inspirada por ellas y creo que la imagen de la mujer estresada haciendo malabares para conciliar ya está más que caduca. No quiero sumarme a las filas de las mujeres pulpo agotadas que emplean hashtags como #horadelvino y caminan bajo el estandarte de «tenerlo todo». No quiero que me digan que tengo que ser buena en todo, a todas horas. Como amiga, como líder, como madre, en pilates, en el maquillaje, hablando en público, haciendo tartas, jugando al tenis. Es agotador, no mola nada y ya lo he superado.

 

Las empresas en diferentes sectores van reconociendo cada vez más la importancia fundamental de la creatividad en sus empleados, sea cual sea su papel, y aun así parece que nos empeñamos en adoptar rutinas y patrones de pensamiento cada vez más restrictivos. Cuando priorizamos las cosas equivocadas —como las largas jornadas laborales por encima de la amistad; los exámenes por encima de la agilidad mental; ascender peldaños profesionales preestablecidos en vez de diseñar nuestros propios caminos—, nos subestimamos e inhibimos a nosotras mismas, y a nuestras posibilidades.

 

De un modo similar, cuando ignoramos los estados de ánimo y los ciclos de nuestro cuerpo, yendo en contra de lo que sentimos o de lo que en realidad deseamos, entonces lo único que sentiremos es que estamos fracasando, viviendo la vida a medias.

La flexibilidad es una manera creativa, rebelde y fantástica de vivir, porque supone analizar rutinas como las jornadas laborales de nueve a cinco y normas sociales como que las mujeres han de llevar la carga emocional en el hogar, y modificarlas y remodelarlas. Cuando flexibilizas, inventas tu propia plantilla, según tus propias ambiciones y las necesidades de tu familia, con frecuencia sin precedente y empezando realmente desde cero.

 

Así que para flexibilizar debemos ser valientes. Debemos mirar en nuestro interior y preguntarnos: «¿Cómo puedo sacar el máximo provecho a mis habilidades en el trabajo y al mismo tiempo ser la madre, o la pareja, o la amiga que deseo ser en casa?». Y, una vez que hemos averiguado lo que significa flexibilizar para nosotras como individuos, debemos encontrar la seguridad en nosotras mismas para salir ahí fuera y pedirlo. Incluso aunque eso suponga ir en contra de nuestra actual rutina de reuniones sin sentido, presentismo laboral, las restricciones de las jornadas de nueve a cinco y hasta las expectativas de la sociedad hacia nosotras como mujeres. Y quiero mostrarte cómo. Los seis capítulos de este libro plantean qué aspecto tiene el concepto de flexibilidad en diferentes ámbitos: en el trabajo, sí, pero también en nuestra mente, nuestro hogar, nuestro cuerpo, nuestro futuro y, por último, en los cambios producidos por la COVID-19.

 

Sabemos que el mundo está cambiando deprisa. La rigidez en un mundo de cambio significa que algo se va a romper, y ese algo podrías ser tú. Y piénsalo: muchos de los trabajos para los que nos prepararon en la escuela no existirán dentro de una década. Cuanto más robótico sea nuestro comportamiento más vulnerables seremos frente a los robots que ocuparán nuestro lugar. De modo que la flexibilidad tiene que ser, para todas nosotras, un movimiento basado en la creatividad, la valentía, la anticonvención y la innovación.

 

Cuando aprendemos a flexibilizar, reinventamos las reglas para un nuevo futuro, y es un futuro en el que todas podemos prosperar.

 

 

 

 

 

 

«Piensa hacia la izquierda y piensa hacia la derecha, piensa hacia abajo y piensa hacia arriba. Oh, la de cosas que puedes pensar si tan solo lo intentas».

DOCTOR SEUSS

 

 

 

 

 

 

Mi trabajo habitual consiste en desarrollar ideas frescas y novedosas para las marcas. Me encantan las ideas. Me encanta cuando percibo una por primera vez, esa sensación de que tengo algo entre manos. La búsqueda de más pruebas y ese periodo inevitable de duda en el que acabas «perdida en el bosque». Y la alegría que supone plasmarla sobre el papel. Me encanta todo el proceso.

 

La flexibilidad se basa en inventar nuevas respuestas a viejos problemas y tirar de los hilos de la sabiduría heredada para ver qué sale de ahí. Significa tener un umbral bajo de aburrimiento para la «misma historia de siempre». Nos obliga a desafiar el statu quo y a hacer preguntas difíciles, como, por ejemplo: ¿es esta la manera en que deberíamos estar viviendo y trabajando? ¿Las normas que todas aceptamos como válidas nos hacen felices? Esto es lo contrario al dogma y a la rigidez. Es una especie de yoga cognitivo; un ejercicio para la mente que expande nuestros horizontes y desafía nuestros sesgos. Requiere valentía, saltos de fe y empatía. Y, por desgracia, no resulta fácil…

 

HABILIDAD DEL FUTURO

El Foro Económico Mundial predice que la creatividad es una de las tres principales habilidades que los trabajadores necesitarán en el futuro. Las otras dos son la resolución de problemas complejos y el pensamiento crítico. Cuanto más flexibilicemos nuestros músculos de la creatividad, según dicen, mejor pondremos a prueba nuestras habilidades de cara al futuro.

 

Algunos días, en el trabajo, mi socio Adam y yo somos unos ninjas creativos. Otros días, hablamos de lo que vimos la noche anterior en la tele y de lo que vamos a comer. La creatividad no se consigue sin esfuerzo, no hay ninguna aplicación para ello, pero es vital si queremos encontrar maneras nuevas y emocionantes de cambiar las cosas que nos limitan. En este capítulo, profundizaré en los ingredientes fundamentales para nuestra creatividad, para que podamos desbloquearnos a nosotras mismas. Analizaré cómo nuestro entorno ha conspirado contra nosotras para volvernos inflexibles y demostraré que podemos desarrollar las condiciones idóneas para que la creatividad prospere.

 

Hoy en día, ya seas camarera en una cafetería o CEO, todo el mundo ansía ser creativo. El New Yorker lo denomina «sed de creatividad» y dice lo siguiente: Pocas cualidades son tan demandadas, pocas habilidades son tan envidiadas. Todo el mundo desea ser más creativo. ¿Cómo si no, pensamos, podemos llegar a realizarnos como persona?[1]

 

Parte de esto se debe a que tenemos más tiempo para invertir en ser creativas. Como ya observó Walter Pitkin en 1932, gracias a los descubrimientos médicos y a los aparatos que nos ahorran tiempo como las lavadoras, «hombres y mujeres por igual dejan a un lado la antigua tarea de ganarse la vida para afrontar la extraña y nueva tarea de vivir». Y vivir en la actualidad es un esfuerzo creativo. Las redes sociales han convertido en un fetiche las vidas visualmente bonitas. Aunque estemos preparándoles a nuestros hijos la comida para el colegio, tiene que ser algo inventivo, estiloso, «Instagrameable».

 

Instagram está lleno de citas creativas de gente inteligente. «La creatividad no es un talento. Es una manera de funcionar». «¡La creatividad es la inteligencia divirtiéndose!». «Puedes imitar un resultado. Pero no la creatividad». Todo eso suena bonito, inspirador. Ya te imaginas los gestos de aprobación.

 

Pero ¿qué significa realmente el pensamiento creativo?

 

 

 

LA EVOLUCIÓN Y LOS CHISTES DE PADRE: ¿QUÉ ES LA CREATIVIDAD?

 

 

Quiero empezar analizando un caso clásico de creatividad, un salto en el pensamiento que cambió para siempre la historia de la humanidad: la Teoría de la Evolución. Lo fascinante sobre esta idea es que se les ocurrió a dos personas diferentes, a Charles Darwin y a Alfred Russel Wallace, por separado. Que dos pensadores distintos lleguen a la misma conclusión en el mismo momento es una auténtica rareza.

 

¿Y qué hicieron para llegar a esa gran idea? En un ensayo publicado en 1959, el escritor estadounidense de ciencia ficción Isaac Asimov estudió lo que tenían en común sus respectivos procesos creativos para tratar de hallar la clave de la creatividad.[2]

 

En primer lugar, viajaron. En el año 1831, Darwin se embarcó en una vuelta al mundo durante cinco años a bordo del buque de su majestad Beagle. Wallace fue a la cuenca del Amazonas y del río Negro en 1848 y, luego, en 1854, al archipiélago malayo.

 

En segundo lugar, ambos observaron especies desconocidas de plantas y de animales y vieron cómo variaban de un lugar a otro. Darwin fue a las islas Galápago para estudiar a los pinzones, las tortugas y los ruiseñores. Durante sus viajes por lo que hoy en día se conoce como Indonesia, Wallace recolectó más de 100000 especímenes de insectos, pájaros y animales, que después donó a museos británicos.

 

En tercer lugar, ambos leyeron Ensayo sobre el principio de la población, de Thomas Malthus, que predecía que la población humana crecería más rápido que su capacidad para alimentarse. Aquello logró resolver el enigma para ambos. Al leer esas ideas de la sobrepoblación en los seres humanos, a ambos se les encendió la bombilla de la evolución por selección natural. Así es como Wallace y Darwin dieron su salto creativo: conectando dos conceptos que en apariencia no estaban conectados.

 

La conexión cruzada podría ser la clave para la creatividad. La definición que hace el Oxford English Dictionary de la creatividad dice así: «el uso de la imaginación o de ideas originales para crear algo», pero eso parece bastante impreciso. ¿Existe realmente la originalidad pura, una idea que jamás se le haya ocurrido a nadie?

 

 

 

 

Como ha observado el psicólogo Steven Pinker, así es como funcionan los chistes. En su libro The Act of Creation, Arthur Koestler dice que nos reímos cuando una idea, o un marco de referencia, se sienta junto a una segunda idea que en un inicio parece no tener sentido en el contexto de la primera. He aquí un chiste. Lady Astor supuestamente le dijo a Winston Churchill: «Si fuera usted mi marido, le pondría veneno en el té». A lo que él respondió: «Si fuera usted mi esposa, me lo bebería».

 

¿Por qué es divertido? Bueno, es evidente que nadie quiere ser asesinado. Pero, cuando contemplamos el suicidio como una agradable manera de escapar de la pobre lady Astor, resulta divertido.

 

Este acto de juntar dos marcos inesperados, donde el segundo resulta sorprendente y hace que reconsideres el primero, se llama paraprosdokiano (que en griego significa «contrario a la expectativa»). Los paraprosdokianos son lo que el resto de nosotros podríamos llamar «chistes de padres». Como ese de Stephen Colbert: «Si estoy interpretando correctamente este gráfico… me quedaría muy sorprendido». O la frase de Groucho Marx: «He pasado una velada maravillosa, aunque no ha sido esta».

 

The Act of Creation de Koestler va más allá de la comedia y se fija en el arte y en la ciencia. La creatividad en esas disciplinas, según él, también se basa en explorar la relación entre dos ideas en apariencia no relacionadas. A esto lo llama «bisociación». Para él, la creatividad es la bisociación de dos marcos de referencia independientes, pero incompatibles. En resumen, un chiste de padre.

 

 

 

ES MÁS DIFÍCIL QUE NUNCA SER CREATIVO EN LA ACTUALIDAD

 

 

Pero no es tan sencillo. Hoy en día la bisociación se nos da bastante mal. Puede que la creatividad esté mucho más valorada ahora en la agenda cultural, y puede que sea una habilidad esencial para el futuro, pero la verdad es que en la actualidad es más difícil ser creativo.

 

¿A qué se debe eso? Hoy en día no tenemos el ancho de banda para ser creativos. Nuestra tecnología nos abruma y nos distrae. A lo largo de 24 horas las personas somos bombardeadas con el equivalente a 34 gigabytes de información: esa cantidad sobrecargaría un ordenador portátil en cuestión de una semana.[3] No podemos absorber tranquilamente toda esa información y metabolizarla en un precioso pensamiento creativo.

 

La sobrecarga digital nos obliga a actuar como Dug, el perro parlante en la película de Pixar Up. De vez en cuando se interrumpe a mitad de frase, con las orejas de punta y el hocico tembloroso y grita: «¡ARDILLA!». Dug somos todos nosotros, salvo que nuestras ardillas son tormentas de tuits, avisos de carritos de la compra online abandonados a medio llenar, el tirón de la correa cuando nos etiquetan en una foto.

 

Así que estamos demasiado distraídos para ser creativos. Pero, incluso si logramos concentrarnos, nuestra propia creatividad —nuestra habilidad para bisociar— está amenazada por los algoritmos. Cuando Amazon nos anima a comprar un libro similar a aquel sobre el que acabamos de hacer clic, cuando Netflix nos sugiere otra película «con una fuerte protagonista femenina», cuando las ideas preestablecidas de las redes sociales solo nos ofrecen noticias que nos resultan apetitosas, nos están encasillando. Nos están obligando a recorrer un camino estrecho. En vez de ser las personas ingeniosas e interesantes que creemos ser, nos estamos convirtiendo en profecías autocumplidas, viviendo una monocultura insulsa. Todo eso hace que nos miremos constantemente el ombligo y sigamos pensando como siempre hemos pensado. Estamos atrapados en el centrifugado monótono de nuestra propia existencia, que es un lugar muy poco creativo en el que estar.

 

EL ESTADO DE PERMA-DISTRACCIÓN

Gloria Mark estudia la distracción digital en la Universidad de California. Ha descubierto que hacen falta unos 23 minutos para regresar a la tarea original después de una interrupción. Así que ese minuto rápido que pasamos en Twitter o en Facebook no son solo 60 segundos. Son 24 minutos tirados por la borda.[4]

 

«Todo el mundo cree que tiene razón en todo y a todas horas», me dijo el estratega de innovación Faris Yakob. «No vemos con claridad el punto de vista de los demás. Damos por hecho que son idiotas y racistas. Ha llegado a un punto en el que emocionalmente no entiendo una postura que difiera de la mía. Suele gustarme leer libros sobre historia y política, pero me obligo a leer más ficción. Leer ficción te ayuda a desarrollar la empatía y a entender mejor de dónde viene la gente con la que estás en desacuerdo».

 

También nos enojamos ante cualquier opinión que difiera de la nuestra. Ian Martin, guionista de la comedia política The Thick of It, dijo que Twitter era un «agujero para cagarse en todo». En mitad de este campo de batalla polarizado, resulta más difícil que nunca encontrar puntos en común, flexibilizar nuestras posturas y avanzar. Sin respeto por las perspectivas del otro o sin empatía hacia sus experiencias, no podemos establecer contactos, bisociar y hacer progresar nuestro pensamiento. Recordemos que la definición del diccionario nos dice que la creatividad es: «el uso de la imaginación o de ideas originales para crear algo». Vaya. Los zombis culturales no pueden ser creativos, ¿verdad? Los troles que se dedican a dar gritos no abrirán su imaginación, ¿verdad? ¿Cómo podemos escapar de nuestro «agujero para cagarse en todo» y encontrar el combustible para la empatía y la creatividad?

 

ESTEREOTIPAR + CREATIVIDAD

Las pruebas sugieren que la falta de empatía hacia los demás es, de hecho, un obstáculo para la creatividad. Un estudio de 2012 realizado por la Universidad de Tel Aviv descubrió que las personas que «creen que los grupos raciales poseen una esencia subyacente fijada» no tuvieron tan buenos resultados en los test de creatividad como aquellos que consideraban que las categorías raciales eran «arbitrarias y maleables». Así que aquellos que encasillan a los grupos raciales «suelen tener una estrechez de miras que… obstruye la creatividad», escribió el autor del estudio.[5]

 

 

 

CONSEGUIR LA FORMA DE T

 

 

Las industrias creativas siempre andan buscando lo que denominan personas «en forma de T». El trazo vertical de la T —la I— es la experiencia profunda en una materia específica. El trazo horizontal de la T representa un rango más amplio de experiencia entre materias, lo cual abarca la capacidad de mirar por encima de los parapetos, de colaborar y de encontrar vínculos entre diferentes disciplinas. En esencia, el trazo horizontal de la T es la clave de la bisociación de Koestler. De modo que ese ser humano mágico con forma de T combina la habilidad vertical del rigor con la habilidad horizontal de la empatía.

 

Pero en la actualidad es muy difícil tener forma de T. Alimentan la parte vertical, lo que significa que los algoritmos que nos ofrecen cada vez más y más cosas de lo que ya sabemos potencian nuestra forma de I. Pero lo horizontal —la empatía— requiere de nuestra atención activa. La polinización cruzada requiere que modifiquemos nuestras ideas preconcebidas, que ensanchemos nuestros horizontes y abramos nuestra mente y nuestro corazón a experiencias nuevas.

 

Viajar es una manera de hacer eso. Recordemos que tanto Darwin como Wallace eran grandes exploradores. Faris Yakob y su esposa Rosie son nómadas creativos que viajan por el mundo trabajando para su asesoría Genius Steals. Viajar es muy importante para ellos. Faris me dijo: «La aclimatación te ciega. Te apaga el cerebro». Rosie dice que viajar vuelve a encenderlo. «Ir a lugares nuevos genera cierta incomodidad», explica. «Significa que tienes que fijarte en las cosas y ser curiosa. Cuanto más viajas y más extrañas son las situaciones en las que te encuentras, más probable es que expandas tu área superficial y que sucedan cosas fortuitas».

 

No basta con irse de vacaciones. Dos semanas en una tumbona bajo el sol de Mallorca no acabarán con la sequía creativa. Hay que hacer eso de lo que hablaba Rosie: «Fíjate en las cosas, muestra curiosidad, habla con la gente, encuentra maneras distintas de hacer las cosas».