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Cuando las difíciles y azarosas acciones fueron liberadas por valerosos y las únicas mujeres convertidas en las llamadas Marianas. Burlaron al enemigo e impidieron que penetrara y saliera de aquel peligroso escenario. Prevalecía el coraje y el ejemplo de quienes impulsado por su jefe el Comandante del Ejército Rebelde Delio Gómez Ochoa encendieron la llama de la eterna libertad.
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Seitenzahl: 298
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Cuidado de la edición: Tte. Cor. Ana Dayamín Montero Díaz
Edición: Felipa Suárez Ramos
Diseño de cubierta: Jorge Víctor Izquierdo Alarcón
Diseño de interior y realización: Yudelmys Doce Rodríguez
Corrección: Catalina Díaz Martínez
Fotos: Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado y archivo del autor
Conversión a ebook:Grupo Creativo Ruth Casa Editorial
© Delio Irene Gómez Ochoa, 2020
© Sobre la presente edición:
Casa Editorial Verde Olivo, 2024
Primera edición, República Dominicana, 2015
ISBN 9789592244979
Todos los derechos reservados. Esta publicación
no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,
en ningún soporte sin la autorización por escrito
de la editorial.
Casa Editorial Verde Olivo
Avenida de Independencia y San Pedro
Apartado 6916. CP 10600
Plaza de la Revolución, La Habana
Es posible que alguien se percate de que este texto no contiene documentos dirigidos por mí al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y a otros oficiales bajo mi mando en la etapa insurreccional, así como alguno de aquel relacionado con mi designación como jefe del Cuarto Frente Simón Bolívar. Para esclarecer dudas al respecto, considero indispensable explicar lo siguiente:
Existían suficientes documentos hacia uno u otro mando, los cuales al finalizar la guerra conservaba en mi poder, pero casi de inmediato fui designado por el Comandante en Jefe para organizar las guerrillas dominicanas y nicaragüenses con exiliados de ambos países que se encontraban en Cuba.
En el cumplimiento de esa misión partí hacia República Dominicana en junio de 1959, acompañando al contingente expedicionario que se proponía poner fin a la tiranía trujillista. Por esa razón le encomendé al capitán Otto Munster Oliva, mi ayudante personal en ese entonces, entregar tales documentos a mi jefe inmediato superior, comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, jefe del Ejército, quien los recogió en una pequeña habitación del hotel Lincoln, en La Habana.
Cuando regresé a Cuba después de dos años confinado en una celda solitaria, torturado e incomunicadopor el tirano Rafael Leónidas Trujillo, supe del largo e impreciso tránsito que siguieron los documentosal desaparecer el Señor de la Vanguardia. Junto conellos había una cámara fotográfica y una de pelícu-las, libros y escritos que, al igual que otros papelesde Camilo, quedaron en poder de Olga Llera Fernández,Cuquita, su secretaria personal, valiosa compañera, que los puso en manos del entonces comandante Rogelio Acevedo González, cuando laboró bajo su dirección, y todo pasó al compañero Osmany Cienfuegos Gorriarán. Este me comunicó personalmente que los entregó al entonces presidente del Institutode Historia de Cuba, coronel (r) René González Barrios,quien me explicó que serían sometidos a minuciosa clasificación. Es posible que allí se encuentren todos, o parte de ellos; o que no exista ninguno. Comorecibí, posteriormente, del general Acevedo unas fotosdonde aparecemos juntos algunos compañeros bien conocidos, las cuales formaban parte de tal alijo, mantengo viva la esperanza de que en algún momento este pueda aparecer y formar parte del precioso fondo que ilustra nuestra gloriosa última guerra de liberación.
No obstante, mi nombramiento como jefe del Cuarto Frente está reflejado en una carta del Comandante en Jefe al comandante Eduardo Sardiñas Labrada, Lalo, jefe de la Columna no. 12 Simón Bolívar, fechada el 1.o de noviembre de 1958, lo que de algún modo suple la referida ausencia. Esa misiva, reproducida en parte en el acápite dedicado a la partida de la columna 12 hacia el llano del Cauto, puede consultarse en las páginas 141 hasta la 145 del libro De la Sierra Maestra a Santiago de Cuba. La contraofensiva estratégica, del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien en esa obra (ver página 142), expresó:
[…] he decidido nombrar un jefe superior en todo el territorio donde operan las columnas 12 y 14, es decir: Victoria de las Tunas, Puerto Padre, Gibara, Holguín y parte de Bayamo. La falta de un mando superior en todo el territorio de esos municipios puede ser perjudicial. […] Para dicho cargo he designado a [Delio Gómez] Ochoa que ya salió con una columna.1
1Se respeta la ortografía y redacción de documentos históricos y frases. [N. E.].
El autor
Soy de la generación para la que Delio Gómez Ochoa fue una leyenda. En nuestros juegos infantiles a rebeldes y militares con fusiles y ametralladoras de juguetes, éramos Camilo, el Che o Delio… asaltando imaginarios cuarteles, emboscando columnas enemigas construidas en nuestra ingenuidad. Comandante de la Sierra y el llano, de la lucha clandestina, Delio fue, además, el primer internacionalista luego de 1959. Nunca imaginé en mi niñez y juventud, cuando escuchaba hablar de aquel veterano de la guerrilla que un día lo iba a entrevistar en varias ocasiones, y sostendría muchas conversaciones con él; menos aún que me solicitaría escribiera el prólogo de su libroFuego en los llanos de Oriente.
Su nombre se mencionaba con cierto hálito de misterio, de lo inacabado, pues fue hombre de la adversidad. Vio morir a muchos de sus condiscípulos, de sus compañeros de las filas del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. No pocos de los integrantes de su tropa guerrillera en la Sierra y el llano, y luego en la clandestinidad habanera, fueron barridos por la metralla. Un golpe terrible fue el fracaso de la expedición patriótica a República Dominicana. Es hombre de fidelidad antológica a Fidel y a la Revolución, y propietario de una sorprendente modestia.
Al recibir la encomienda de prologar este texto pensé encontrarme con un tradicional testimonio,una suma de recuerdos interesantes por ser personaje de primera línea el que los argumentaba, incluso el titulo lo sugiere. Mi primera sorpresa es que estaba ante un verdadero texto de historia. No podemos olvidar que es esta su segunda obra; la primera,La victoria de los caídos,emotivo libro y, al mismotiempo, de gran sentido académico sobre las expediciones de junio de 1959 a República Dominicana, donde tuvo una participación fundamental.
La esencia del espíritu de este nuevo texto está en una anécdota que siempre me gusta recordar. Entrevistaba un historiador a Delio y a otro comandante rebelde cuando un escopetero de los llanos se incorporó al grupo. Comenzó el recién llegado a narrar sus vivencias de la lucha contra Batista. Estas consistían en vigilar, armado de una escopeta con un par de cartuchos, en un camino del Cauto, la posible llegada de un enemigo que nunca apareció por aquel entorno. Impaciente por apropiarse del testimonio de aquellos dos comandantes de la Sierra, muy diplomáticamente comenzó el historiador a concentrar su atención en ellos y disminuir la participación del escopetero en el diálogo.
“Muy interesante” —dijo Delio— y comenzó a interrogar con mucho respeto al humilde soldado dela hueste llanera como si estuviera ante el jefe de unacolumna o un frente. Ese hecho retrata en buena medida el espíritu del libro que nos acaba de entregar el legendario guerrillero. Se fue tras los senderosdel rebelde anónimo, del campesino que entregaba el plato humilde de arroz con frijoles para saciar el hambre antológica del rebelde. Se acercaba el comandante de muchos combates a aquella campesina que, al paso de una tropa que llegaba de la Sierra a impulsar la guerra en las llanuras, le daba a cada uno un jarro de agua; no poseía otra cosa para brindar que el líquido cristalino de un manantial que parecía nacido de las ansias de justicia traídas por los invasores serranos. Con escritura atractiva desgarró ese mundo del combatiente de los llanos, sin más refugio que un hierbazal para escapar de la puntería del M-1 o la ametralladora del enemigo. En uno de sus epígrafes nos recuerda que todo se inició con unas humildes escopetas en los muros del Moncada.
El lector desprevenido esperará encontrar un testimonio personal, ¡pues tiene tanto que narrar de su persona y sus acciones!, pero se siente trasladado a una monografía detallada con el uso preciso y elegante de los documentos, ese gran amigo y enemigo de este tipo de relato que en ocasiones domina al escritor, quien se deja llevar y reproduce largos fragmentos, cuando no documentos completos, que aburren al público interesado. Delio selecciona la esencia de lo que quiso decir el autor del pliego ajeno; otras veces hace una arriesgada utilización del testimonio oral de un tercero, y lo inserta en su forma de escribir dejando constancia de la autoría del otro.
Entre hombres de acción las fronteras de los errores grandes y pequeños siempre están cercanas. En ocasiones, en los testimonios hay cierta tendencia a resaltar esos deslices o a echar un manto deolvido sobre alguna acción poco edificante que se acometió. Ambos asuntos fusilan la objetividad y reconstruyen ángeles o diablos, personajes demasiado perfectos o inmundos. Propietario deldon del altruismo, Delio agrega a su autoría la frase deMartí: […] ¡Y todo el que sirvió, es sagrado! […] ¡Atodos los valientes, salud, y salud cien veces, aunque se hayan empequeñecido o equivocado! Él señala el error, pero resalta la entrega del que lo cometió a la causa de hacer libre la patria. En su valoración acerca de Eduardo Sardiñas se siente ese andar del hombre honesto al referirse a otro:
Lalo no tenía mucha instrucción, pero era inteligente y sobre todo rápido en sus decisiones y valiente, muy valiente. Poseía el don de mando y sus hombres lo respetaban. En cierto momento de la guerra, nos vimos envueltos en seriasdiscusiones por algunas actitudes que yo considerécontroversiales, por no decir francamente inaceptables, pero los hombres enteros, verdaderos, siempreserán capaces de rectificar sus errores.
Lalo se ganó mi respeto e incluso mi afecto en el transcurso de la guerra, lo que nos permitió trabajar juntos sin que surgiera ni una sola diferencia entre nosotros”.
Delio recurre en ocasiones al testimonio personal, fue demasiado trascendente su participación en aquellos acontecimientos para que nos lo regatee. Hubiéramos querido conocer mucho más de su experiencia, pero tiene cuidado en traspasar la fronterade lo personal y lo colectivo, y aquel Frente constituyó el aporte de muchos. A esa muchedum-bre de rebeldes sin nombres se acerca el comandante devenido escritor. Imposibilitado de recoger tantos nombres y acontecimientos de bravura, se entregaa la generalización objetiva.
El autor es preciso en los detalles, en las descripciones. En ocasiones recurre a su asombrosa memoria, como en el caso de la marcha de la Columna no. 32 hacia el llano, de la cual fue jefe. En otros momentos busca en documentos y testimonios los detalles precisos, como en el combate de Los Güiros o el de La Guanábana.
Pero no se centra en el Cuarto Frente Simón Bolívar como el combatiente lo hace sobre el soldado contrario caído en su emboscada. Este historiador-guerrillero hace análisis sobre la guerra en su conjunto, viendo con objetividad el papel del Frente por él dirigido; valora con sumo cuidado el pensamiento de Fidel y reproduce la carta de este a Juan Almeida dondeesbozaba la estrategia que en losúltimos meses de 1958 llevaría a la victoria de enero; sitúa a sus tropas llaneras en el lugar preciso que tuvieron en tales planes.
El comandante Ochoa no regatea méritos a otros. Por solo citar algunos ejemplos, resalta el papel de la Columna no. 12, bajo el mando de Eduardo Sardiñas Labrada, o el nivel de agresividad y organización de la tropa de Eddy Suñol Ricardo, y no discute ni por un momento el lugarrelevante de Orlando Lara Batista en la lucha guerrillera.Su modestia, en ocasiones, nos hace pensar en un historiador que ve desde muy lejos los combates, y no ante el jefe de uno de los frentes que debía de cumplir una parte muy importante de la estrategia planteada por Fidel. Es preciso recordar que organizó con exquisito pensamiento táctico el ataque a Puerto Padre, pero también fue un tirador más contra la columna asesina de Sosa Blanco. Sin embargo, no sobredimensiona la información y criterios sobre acontecimientos en los cuales tomó parte, mantiene un equilibrio difícil como participante de tal envergadura en los sucesos bélicos.
Estamos ante un frente guerrillero en extremo complejo de historiar, por la dispersión de las fuerzas que lo integraron y el desarrollo alcanzado por cada tropa. En los llanos subsistieron, al mismo tiempo, diferentes destacamentos que actuaron con gran independencia, incluso, pese a que a partir del mes de abril Camilo fue designado jefe de esta área. Antes de la llegada de las columnas rebeldes, los escopeteros mal armados, no pocos prácticamente sin equipos bélicos y peor parqueados, no podían realizar concentraciones importantes ni mantener un territorio liberado como ocurrió en la Sierra Maestra o el Segundo Frente Oriental Frank País.
Es de destacar que estamos ante una obra muysui generis: por un lado, es un testimonio de aquellos acontecimientos, pues el autor fue el jefe delreferido Frente, pero al mismo tiempo constituye un análisis de carácter histórico sobre las guerras en los llanos orientales. Va siguiendo la idea que tenía Fidel en julio de 1953 acerca de aquel frente, refiriéndose al criterio de dividir la provincia de Oriente, o por lo menos dificultar el avance del ejército desde La Habana, situando una avanzada sobre el río Cauto con la toma de Bayamo. Incluso Ochoa analiza la carta de Fidel a Orlando Lara en enero de 1958, asignándole el mando sobre determinada región en los llanos y ascendiéndole a teniente, como un lejano antecedente de la idea de crear un frente.
Predomina la objetividad y la modestia por encima de su destacado papel en la lucha, como este análisis sobre la posibilidad de que Camilo hubiera recibido igual misión:
A veces me he preguntado si cuando Fidel envió a Camilo a los llanos del Cauto, en el mes de abril de 1958, antes de la Ofensiva de Verano,no tendría ya en mente la apertura de un CuartoFrente bajo su mando, con los mismos objetivos del que se fundó a finales del propio año, pues en su nombramiento aparecen detalladas las grandes responsabilidades militares, organizativas y de orden social que debería asumir en esa zona.
Quisiéramos concluir el breve texto que confeccionado a manera de prólogo, con un criterio: es imposible escribir la lucha de los cubanos contra el tirano Fulgencio Batista sin referirnos al Cuarto Frente Simón Bolívar, a los cientos de hombres y mujeres que combatieron en él, muchos de los cuales murieron en aquella desigual lucha. A ellos está dedicado este libro. Tampoco sería posible ni serio estudiar aquellos años de fuego sin referirnos al comandante Ochoa, como le decían sus compañeros al guerrillero, al combatiente clandestino, al internacionalista y al que ha emprendido eldifícil, y en ocasiones espinoso sendero, de salvar la memoria de los rebeldes del llano.
José Abreu Cardet
Holguín, marzo 2017
Quien se sacrifica por la libertad de otros pueblos, alcanza la gloria de los inmortales.
Presentar esta obra de un hombre de la estatura de Delio Gómez Ochoa es tarea difícil, aun para los que han conocido la entrega de este ser humano a la defensa de los valores más altos de la humanidad, libertad, soberanía, solidaridad, valentía, honestidad y sacrificio; valores a los que consagró su vida, tanto para su tierra natal, Cuba, como para su segunda patria, República Dominicana.
Este legendario comandante fue miembro del Movimiento 26 de Julio. Desde la clandestinidad aportó su talento y valor personal a la ascendente efervescencia revolucionaria sin escatimar sacrificios, y se incorporó al Ejército Rebelde, como parte del cual participó en importantes acciones contra la dictadura batistiana imperante en Cuba.
El 16 de abril de 1958 fue ascendido a comandante y Fidel le encomendó dirigir provisionalmente las operaciones de la Columna no. 1 José Martí en el territorio aledaño a la Sierra Maestra. En mayo fue designado Delegado Nacional de Acción del Estado Mayor General del Ejército Rebelde —cuyabase de operaciones sería La Habana, capital de la República de Cuba— responsabilidad que desempeñó hasta el mes de septiembre y que llegó a cubrir todas las provincias occidentales del país. A finales de septiembre regresa a la Sierra Maestra junto a Fidel Castro, quien lo puso al frente de varios pelotones y lo envió hacia la zona del aeropuerto rebelde de Cieneguilla.
El comandante Gómez Ochoa fue llamado nuevamente por Fidel a la Comandancia General de La Plata para encomendarle una nueva tarea, jefe de la Columna no. 32 José Antonio Echeverría, así como dirigir un Cuarto Frente, que Fidel denominó Simón Bolívar, en el cual concluyó la guerra con el sitio y toma del séptimo distrito militar enclavado en la ciudad de Holguín, situada en la media retaguardia de las columnas de los Primer, Segundo y Tercer frentes, que ya avanzaban sobre Santiago de Cuba, operación dirigida por Fidel.
Cinco meses después del triunfo de la Revolución Cubana, el comandante Ochoa asumía la gloriosa misión de apoyar la lucha del pueblo dominicano, decidido a sacudirse de encima la funesta tiranía trujillista que lo oprimía.
El comandante Delio Gómez Ochoa, héroe de los pueblos dominicano y cubano, relata en este libro los hechos trascendentales que articuló la resistencia armada del pueblo cubano, bajo la dirección preclara del comandante Fidel Castro Ruz, en contra de la dictadura de Fulgencio Batista, régimen de oprobio y terror.
La obra aborda de forma objetiva y sin omisión de detalles el desarrollo de los hechos que hoy son historia, por simples que puedan parecer. Raúl Castro Ruz llegó a plantearle años atrás al comandante Ochoa, en el Museo de la Revolución, en La Habana, que habría que escribir sobre muchos sucesos que no se conocen, algunos muy modestos pero que constituyen acontecimientos históricos que se deben resaltar con la brillantez con que en su momento ocurrieron. Esta publicación cumple con ese supremo objetivo, al reconocer las acciones de cientos de combatientes que dieron sus vidas por la liberación de la patria, incluidos aquellosque por la propia dinámica de la historia habían quedado en el anonimato.
El esfuerzo y la meticulosidad del autor en la descripción de este proceso, tan rico en acciones heroicas, han salvado un gran trecho en el tribunal de la justicia histórica, al develar el papel de gran parte de los combatientes que integraron el Cuarto Frente Simón Bolívar.
El glorioso Cuarto Frente abarcó los municipios de Gibara, Holguín, Puerto Padre y Las Tunas, la zona norte de Bayamo y Jiguaní hasta San Germán, Manzanillo y el límite con Camagüey. Fidel Castro trazó para este nuevo frente la estructura militar de operaciones, dentro de un espacio geográfico de importancia estratégica para las acciones revolucionarias.
Por su condición de figura de primera magnitud en los hechos que se desarrollaron en esa etapa de la Revolución Cubana, Ochoa ostenta la acreditación más alta en la reconstrucción de los mismos. La utilización de un conjunto de documentos que avalan las argumentaciones, descripciones y afirmaciones a lo largo de la obra, el testimonio del valor de los combatientes y de sus jefes, confirman el rigor de la reconstrucción histórica emprendida por el autor.
La comunicación permanente del alto mando de la revolución con el Cuarto Frente, y la designación de hombres de la estatura de Camilo Cienfuegos Gorriarán para la supervisión de la táctica y de las operaciones de esa fuerza guerrillera, más la creación del pelotón femenino Las Marianas —fundado y nombrado por Fidel Castro en homenaje a Mariana Grajales, madre de los Maceo— así como la presencia de otras mujeres que lucharon junto al Comandante en Jefe en la Sierra Maestra y loacompañaronde combate en combate y de batalla en batalla, hasta el sitio de Santiago de Cuba y la rendición incondicional de la más grande unidad del enemigo en aquella provincia, son aportes de esta obra al conocimiento de la gesta protagonizada por el Cuarto Frente Simón Bolívar, relatados, además, en el tono de un testimonio vívido que transporta al lector al escenario de los acontecimientos.
El comandante Gómez Ochoa demuestra en esta obra que no es necesario apagar la vela del “otro” para que la nuestra brille.
El Archivo General de la Nación se honra con la inclusión de esta obra en su catálogo de publicaciones, la cual no solo es una contribución al conocimiento de la heroica campaña combativa del Cuarto Frente Simón Bolívar, sino también el testimonio verídico de un hombre que se consagró al logro de la libertad para Cuba y República Dominicana.
¡Gloria para los hombres del Cuarto Frente, y para los que luchan por la redención de la humanidad!
Álvaro A. Caamaño Santana
República Dominicana. Año 2015
Cuando reflexionamos acerca de la idea estratégica del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en relación con la creación de un cuarto frente guerrillero en los llanos orientales, debemos tener en cuenta, entre otras cuestiones, que desde que concibió y realizó el ataque al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, en 1953, estuvo muy firme en su mente la idea de dividir la Isla en dos. Es decir, separar la entonces llamada provincia de Oriente del resto del país; idea con basamento en los acontecimientos históricos de las guerras independentistas de 1868 y 1895, pues resulta innegable que ese territorio jugó un papel significativo en el desarrollo de aquellas contiendas bélicas.
En los primeros meses de la lucha guerrillera contra el régimen de Fulgencio Batista Zaldívar—quien ganó el poder mediante el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952—, las operaciones combativas iniciadas a partir de diciembre de 1956, fecha del desembarco de los expedicionarios del yateGranma, se circunscribieron a la Sierra Maestra, fundamentalmente a la zona situada al oeste de Santiago de Cuba. A medida que este primer núcleo se fortaleció en hombres y armas, la lucha se expandió por otras zonas montañosas de la provincia oriental con la creación del Tercer Frente Mario Muñoz, el 6 de marzo de 1958, y del Segundo Frente Frank País, cinco días después.
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en las cumbres de la Sierra Maestra.
Con el propio desarrollo de la lucha revolucionaria, la planicie oriental fue conquistando poco a poco un plano de mayor importancia. La mayoríade los historiadores está de acuerdo en establecer dosperíodospara comprender mejor la génesis del movimientoguerrillero en esta región y su posterior avance: el primero, desde agosto de 1957 —fechadel surgimiento del primer núcleo de “alzados”— hastaoctubre de 1958 —cuando llegan las primeras columnas procedentes de la Sierra Maestra—; y el segundo, desde ese mes hasta el 1.º de enero de 1959, díadel triunfo de la Revolución.
Del accionar de estos hombres, imbuidos del alto ideal de liberar a la patria oprimida por un régimen tiránico, sanguinario y corrupto, trata esta historia. Ellos también contribuyeron con su sangre y sacrificio a construir lo que tenemos hoy; mirémoslos con respeto y entendamos sus enseñanzas: para defender a Cuba con los mejores argumentos, todos los escenarios son buenos y todas las armas, válidas. Recordemos al pensador José de la Luz y Caballero, quien, con su característica sabiduría, sentenciara: “Sólo la verdad nos pondrá la toga viril”.
Quiero, con este recuento, rendir merecido tributoa los hombres que, contra todos los pronósticos, lucharon en el llano oriental: a los jefes inteligentes, audaces, creativos, y a aquellos que los siguieron, rompiendo el mito sobre la imposibilidad de llevar la guerra a un escenario considerado hasta entonces poco propicio; a los llamados “escopeteros”, porque tuvieron que desenvolverse en una geografía inadecuada, donde no existían ya los grandes bosques que antaño fueron valiosos aliados de nuestros mambises, y porque se vieron obligados a luchar con armas la mayor parte de las veces rudimentarias. Y por último, a quienes llegaron más tarde, organizados en columnas bien estructuradas y con mejores armas para combatir, como resultado de su experiencia en numerosos combates.
Muchos de esos hombres se entregaron también a las luchas de liberación de otros pueblos, como es el caso de la hermana República Dominicana. En ese sentido, es importante señalar que entre las primeras expediciones patrióticas salidas de Cuba durante los meses iniciales de 1959, después del triunfo de la Revolución Cubana, se cuentan:
— Expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, del 14 al 20 de junio, con veinte integrantes cubanos, de los cuales diez pertenecieron al Cuarto Frente Simón Bolívar.
— Expedición del 10 de agosto de 1959, no autorizada por el Gobierno cubano, que equivocadamente desembarcó en Cabo Haitiano cuando su verdadero destino era República Dominicana. Contó con veintisiete expedicionarios. Excepto dos de los tres extranjeros que la integraban, los restantes habían sido combatientes del Cuarto Frente Simón Bolívar. Su salida se efectuó desde la zona de Puerto Padre, en el norte de la antigua provincia oriental.
A todos esos hombres del Cuarto Frente que se consagraron a la liberación de su patria y de otros pueblos, los conocí bien de cerca porque los acompañé en sus luchas. Ellos también hicieron historia y por eso los respeto y admiro.
Habían transcurrido casi sesenta años del nacimiento de la república y la planicie oriental presentaba condiciones de desarrollo bien distintas a las encontradas por los hombres que guerrearon en ese escenario en 1868 y 1895 e, incluso, no padecían el terrible atraso y la explotación desmedida que vimos los guerrilleros en las zonas montañosas. Existían numerosas vías de comunicación, así como muchos núcleos poblacionales por lo que, sus habitantes contaban con mayores posibilidades de encontrar algún tipo de trabajo, sobre todo en las actividades ligadas a la producción azucarera, la cría de ganado vacuno, y el cultivo del arroz, granos y hortalizas. Por lo tanto, la población llanera se involucró con cierto retraso en las actividades revolucionarias.
Otra característica de la región en esa época era la proliferación de elementos politiqueros que compraban las cédulas electorales a los más necesitados, así como de individuos sin escrúpulos que actuaban como confidentes denunciando toda actividad de oposición a la tiranía batistiana. Los más connotados fueron los llamados Tigres de Masferrer, grupo paramilitar de asesinos despiadados, comandadospor el espurio senador Rolando Masferrer Rojas, cuyo cuartel general se encontraba enla ciudad de Holguín, enclavada justo en el llano oriental.
En Holguín precisamente se encontraba el 7mo.Distrito Militar, un extenso territorio nororiental y central que incluía las áreas bajo la responsabilidad de los escuadrones de la Guardia Rural (GR) 71 (Holguín), 72 (Victoria de las Tunas), 73 (Puerto Padre) y 74 (Mayarí). Es decir, en la zona de operaciones del Cuarto Frente pululaban guarniciones importantes y otros cuarteles menos significativos, y una multitud de objetivos económicos protegidos por el ejército, que sumaba miles de efectivos si contamos, además, las fuerzas militares en operaciones.
Cualquier manifestación de repudio al régimen de facto era respondida de inmediato con saña cruel y asesina; tales fueron los casos, por ejemplo, de la expedición del Corynthia —que llegó por el norte oriental—, o de las llamadas Pascuas Sangrientas, en las cuales varios miembros del movimiento clandestino de la región fueron asesinados a finales de 1956.
A nadie debe extrañar que, como consecuencia de las medidas de represión en vigor, la población se mostrara precavida y el gran sueño de los opositores a la tiranía fuera ganar los picachos de las sierras, donde crecía la leyenda guerrillera, para desde allí librar una lucha en la que veían mayores posibilidades de triunfo, o que al menos les diera la opción de morir peleando y no sometidos a torturas o confinados en el oscuro y poco seguro rincón de un calabozo.
A pesar de la feroz represión imperante, o tal vez debido a ella, algunas mujeres y hombres decididos se lanzaron a lo que muchos consideraron una aventura poco ortodoxa: adaptarse a las innumerables dificultades y escasas ventajas que les depararía su lucha. Gracias a los riesgos corridos, la decisión, disciplina, inteligencia y valentía con que actuaron, más tarde, cuando vencida la gran Ofensiva de Verano contra el Primer Frente, en la Sierra Maestra, las columnas guerrilleras bajaron al llano, encontraron no solo el apoyo de los grupos ya existentes, sino también la ayuda sin restricciones de la población de las zonas llaneras. El odio a la tiranía, el liderazgo indiscutible de Fidel y también las estrechas relaciones establecidas con los “barbudos” del llano, habían conquistado por completo su confianza.
En estos “llaneros casi solitarios”, armados sobre todo de la concebida escopeta, hay que buscar el origen del Cuarto Frente. El Comandante en Jefe comprendió bien temprano que en ellos había, además de mucha audacia, una fuente de experiencia que, bien aprovechada, podía servir a la nueva estrategia que ya tenía en mente, en beneficio de la causa por la que todos nos desvelábamos: la Revolución.
Orlando Lara Batista: una leyenda llanera
El hostigamiento a los luchadores clandestinos impulsó a algunos a asentarse en los llanos del río Cauto, persuadidos de que se podía luchar en ese escenario como lo habían hecho nuestros antepasados en el siglo XIX. El ejemplo más conocido, por haber alcanzado gran notoriedad, fue el de Orlando Lara Batista. Según él mismo relató, en agosto de 1957 “se fueron para el monte”, como se decía en el argot guerrillero.
El grupo estaba compuesto, además, por Roberto Reyes Reyes, conocido como el Baracoense; JesúsMartínez, Pochocho; Esteban Aliaga, Paíto; René Cardona Almaguer, Brazo Gordo, y Elvira Paneque. En ese momento contaban solo con un revólver cali-bre 38, dos pistolas de igual calibre y una de 32. Es este el antecedente más lejano encontrado de lo que posteriormente fue el Cuarto Frente Simón Bolívar.
Lara se alzó en la zona de Jabaco, cerca de Bayamo, aunque continuó actuando en ambos escenarios: el llano y la ciudad. En esta última incursionaba con cierta regularidad con el objetivo de realizar accionesque le permitieran obtener armas. La audacia y la temeridad de este grupo rebelde le ganaron gran popularidad entre la población de la zona, aunque también fueron objeto de fuertes cuestionamientos por parte de la Dirección Nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), radicada en Santiago de Cuba, y de loscompañeros de Bayamo, donde Lara desarrollaba mayormente sus actividades.
A nadie debe asombrar que en diciembre de 1957Fidel lo mandara a buscar, acompañado por su grupo, para darle instrucciones precisas y mejorarle el armamento. Según contó este peculiar guerrillero, Fidel le dio tres fusiles y ciento treinta pesos, le fijó una mensualidad de dos mil pesos para cubrir las necesidades de su gente, yle designó jefe de la zona comprendida al oeste dela diagonal Bayamo-Tunas, como puede apreciarse en el documento siguiente:
Sierra Maestra, enero 16. 58
Por este medio se hace constar que ha sido designado jefe de la Zona Oeste de Operaciones de la diagonal que va de Bayamo a Tunas, con el grado de primer teniente al compañero Orlando Lara. Dicha zona militar es independiente de las organizaciones locales del Movimiento y funcionará conforme a instrucciones del Mando Rebelde o instrucciones de la Dirección Nacional que se hagan a través de este Mando.
Las organizaciones locales deben cooperar con el mencionado Frente en la medida de sus posibilidades ya que su consolidación significa un paso de avance de la mayor importancia estratégica.
Fidel Castro Ruz
Comandante en Jefe1
1Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
Como puede observarse, en ese entonces Fidel dejó constancia escrita por primera vez de su intención de crear un frente guerrillero en aquella zona y consideraba su consolidación “un paso de avance de la mayor importancia estratégica”.
Según Efigenio Ameijeiras, cuando el 1.o de marzo de 1958 despidió en Pata de la Mesa a los integrantes de las columnas 3 y 6 que partían a crear el Segundo Frente Frank País y el Tercer Frente Mario Muñoz, Fidel les aseguró que los días de la tiranía estaban contados, y que el enemigo iba a ser vencido en la Sierra y en el llano.
En ese mes Lara recibió de un grupo de alzados en la zona de Santa Lucía, en la provincia de Camagüey, la solicitud de ponerse bajo su mando, pues carecían de todo tipo de orientaciones. En un yipi, vestido de civil, Lara cruzó por territorio tunero y llegó hasta San Miguel, en la citada provincia, donde contactó con Lorenzo Torres, jefe de ese grupo, y decidió dejarlo con cinco hombres para que siguiera organizando la guerrilla en esa zona. Al resto de los combatientes los llevó consigo para Cauto el Paso.
Fidel tenía para Lara otras misiones. En una interesante carta fechada el 17 de abril de 1958, le expresó:
[…] Tengo no sólo el propósito de que hagas una incursión sobre Camagüey, sino que pienso en ti para que con un grupo pequeño, pero bien armado con equipos automáticos seas el primero en llegar a la provincia de La Habana que tiene por la zona de Jaruco terrenos magníficos para cuando la guerra se extienda hasta allá, yo sé que esto a ti no te puede parecer difícil […]2
2Carta del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al teniente Orlando Lara Batista. En Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
Llama la atención lo señalado por Fidel a Lara en fecha tan temprana, pues representa el primer ensayo del Ejército Rebelde de avanzar fuera de la provincia de Oriente, así como la formulación de un proyecto futuro más abarcador: el avance hacia occidente cuando las condiciones objetivas y subjetivas lo permitieran.
Es también su reconocimiento a la lucha desplegada por Lara y sus hombres, quienes llegaron a dominar una amplia zona que se extendía hasta Jobabo e incluía otros lugares intermedios. Desde esos puntos el destacamento tenía la posibilidad de operar sobre los dos ramales del ferrocarril que unen a Martí conSantiago de Cuba, e incursionar en el tramo de laCarretera Central comprendido desde Las Tunas hasta Holguín. Por esa época los “escopeteros” concentraron su actividad sobre las líneas del ferrocarril.
En los primeros días de abril de ese año, el capitán Camilo Cienfuegos Gorriarán arribó al campamento de Orlando Lara en Cauto el Paso. Llegaba de la Sierra Maestra con instrucciones del máximo jefe rebelde de organizar los grupos de escopeteros existentes en los llanos orientales, y reactivar el movimiento clandestino en las ciudades localizadas en esa planicie. Un importante objetivo de su desplazamiento era el apoyo armado que debería brindar el Ejército Rebelde a la huelga general que se preparaba.
Días más tarde, en carta a Fidel, Camilo le expresó: