Gálatas - Dr. Paul G. Caram - E-Book

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Dr. Paul G. Caram

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Beschreibung

En este comentario acerca de los Gálatas, el Dr. Caram muestra como las obras del hombre son ineficaces para agradar el corazón de Dios, pero más aún, que es solamente por la fe que es posible agradarle a Él.  Los Gálatas habían vuelto a confiar en las tradiciones de los hombres, pero el apóstol Pablo les alienta a buscar ser perfeccionados por medio de desarrollar el amor por la verdad y ser guiados por el Espíritu Santo.

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Los ritos o la relación

Un Estudio de la Epístola de Pablo a

—  Los Gálatas  —

 

Paul G. Caram  Ph.D.

Título original: “Ritual or Relationship”

Copyright © 2003 Dr. Paul G. Caram

Todos los derechos reservados

Título en español:

“Los ritos o la relación”

 © 2009 Dr. Paul G. Caram

Traducción y edición: equipo de traducción de IBJ, Carla Borges, 2009.

Versión 1.1. revisada por Luisa Baldwin, 2021.

(equivale a la versión 1.1 en inglés)

A menos que se indique lo contrario, todas las citas son tomadas de:

La Santa Biblia, versión Reina-Valera © 1960, propiedad de Sociedades Bíblicas Unidas.

Publicado en formato e-book en abril 2021

En los Estados Unidos de América.

ISBN versión electrónica (E-book) 1-59665-477-5

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publications

Box 256 

Ulysses, PA. 16948 USA

www.zionchristianbooks.com

[email protected]

(814) 848-9775

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Llamada sin costo: 1-877-768-7466

Fax: (607) 565-3329

www.zcpublishers.com

www.zionfellowship.org

 

 

 

 

“Porque en Cristo Jesús

ni la circuncisión vale nada,

ni la incircuncisión,

sino una nueva creación”

Gálatas 6:15

¡Lo único que Dios busca

es un nuevo corazón, una vida cambiada!

Los ritos o la relación

Introducción

Desde el principio del tiempo, el hombre ha rogado el favor de Dios. Sin embargo, el esfuerzo del hombre por procurar el favor de Dios a menudo ha sido en sus propios términos, usando sus propios recursos. Adán intentó cubrir su pecado y la vergüenza de su desnudez con hojas de higo, pero Dios solamente aceptaría lo que Él había provisto como cubierta:  las pieles de animales. Por supuesto, las pieles de animales implican que se requería el derramamiento de sangre inocente. Asimismo, Dios no pudo aceptar a Caín ni a su ofrenda debido a la mala condición de su corazón. Romanos 10:2-3 describe el esfuerzo del hombre para venir a Dios a su propia manera. 

La fe es la base de toda bendición

¿Qué quiere Dios realmente del hombre? ¿Cómo podemos agradarlo y abrir Su corazón hacia nosotros?  El primer paso es la fe porque “sin fe es imposible agradar a Dios” (He.11:6). Cuando se le preguntó a Jesús: “¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” Su sencilla respuesta fue: “Que creais en el que Dios ha enviado” (Jn. 6:28-29). ¡La fe es unarelación!  Es una condición del corazón. Pablo nos enseñó que la “fe obra por el amor” (Gá. 5:6). La Fe, por consiguiente, sólo puede operar en un corazón sensible. “Obra” a través del amor. 

El perdón está basado en la fe en Aquel que pagó nuestra deuda en la cruz.  Por esto, la salvación se recibe por fe. El don del Espíritu Santo se recibe por fe. La sanidad para nuestros cuerpos se recibe por fe, y la provisión para nuestras necesidades es por la fe.  De hecho, todo lo que nosotros recibimos de Dios es por gracia por medio de fe. Incluso alcanzar la perfección cristiana es por medio de una caminata de fe a través de nuestra unión y comunión con Jesucristo. “Nosotros estamos completos en Él” como Pablo nos dice en Colosenses 2:10.  ¿La perfección cristiana viene por rituales (algo que hacemos por nuestras obras) o viene de una relación de fe?  De esto trata la Epístola de Pablo a los Gálatas. Hay sólo una cosa que Dios quiere y ésa es “una nueva criatura”, un corazón cambiado (Gá. 6:15). Las tradiciones y las reglas innecesarias que nos dicen qué hacer y qué no hacer no tienen poder para cambiar nuestro corazón. De hecho, estas cosas  fortalecen la naturaleza caída.  

No es por sacrificios y rituales, sino un corazón obediente, que escuche

“Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien, Oíd mi voz” (Jer. 7:22-23; 11:7). Dios instituyó todos los sacrificios de animales en el monte Sinaí, pocos meses después de que Israel hizo su éxodo de Egipto (Ex.19:1-6). Estas ofrendas eran simplemente figuras del sacrificio que Cristo haría en la cruz muchos siglos después. Cuando Dios sacó a Israel de Egipto dejó muy claro que Su corazón no se preocupaba por las ofrendas y sacrificios de animales. Él estaba interesado en otro tipo de sacrificio: el sacrificio de obediencia (ref. Ex.19:5). Él quería a un pueblo que escuchara en sus corazones y luego obedeciera por una relación de amor. Éste es el verdadero sacrificio, y éste es el camino que lleva a un creyente hacia la perfección. 

El rey David claramente reconoció esta verdad, porque declaró: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; Has abierto mis oídos” (Sal. 40:6-7). David entendió el corazón de Dios. Él comprendió que Dios no se complacía en el ritual de sacrificios animales, sino en los hombres con oídos abiertos y corazones que respondan. Dios desea una relación de obediencia, fe y amor, no ritos sin vida.  

Ésta era la lección que Pablo estaba intentando imprimir en las iglesias incautas de Galacia, que en pocos meses se habían “apartado de la gracia”. Los gálatas estaban escuchando de todo corazón a los legalistas que se habían infiltrado en sus congregaciones y los habían persuadido a regresar a todos los rituales y costumbres del Antiguo Testamento, un régimen que Pedro acertadamente describe como “un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar” (Hch. 15:10). Habiendo empezado a caminar en el Espíritu, ellos estaban ahora tratando de ser hechos perfectos por la carne (Gá. 3:3). Ellos se habían apartado del Evangelio de la fe (que produce los hermosos frutos del Espíritu) hacia un sistema de obras.  

Mala doctrina: un espíritu malo

Pablo exclamó: “¿quién os fascinó (o puso un hechizo sobre vosotros)N.T. para no obedecer a la verdad?” (Gá. 3:1). Tan persuasivos eran los judaizantes de Jerusalén, que pudieron volver los corazones de los gálatas en contra de su padre espiritual y llevarlos bajo el hechizo y el engaño de otro espíritu.  ¡Tal es el poder y el veneno de una doctrina falsa!  La doctrina falsa es más que un concepto malo; está energizada por un espíritu malo. ¿Qué produjo esta nueva doctrina de los judaizantes?  Ciertamente no era el fruto del Espíritu, sino contienda y orgullo y el devorarse el uno al otro. No pasó mucho tiempo hasta que el amor de Dios y la alegría del Señor y el mover del Espíritu habían disminuido en sus servicios y en sus vidas personales. Ellos habían reemplazado la vida y el caminar en el Espíritu por un sistema de obligaciones y prohibiciones. Habían recibido otro evangelio, otro Jesús, otro espíritu (2 Co.11:4). 

Pablo continuó su protesta usando varios argumentos. Abraham, el padre de la nación judía, fue  justificado por fe, no por obras. Él fue justificado por la fe antes de ser circuncidado, y él fue justificado por la fe mucho antes de que la Ley de Moisés fuese dada. Incluso durante el periodo de la Ley, el profeta Habacuc enfatizó la relación, diciendo: “El justo por su fe vivirá”.

La Ley es buena, pero sólo revela nuestro problema

La ley fue dada para definir el pecado.  “Por la ley es que conocemos el pecado”. La Ley era una “maldición” en el sentido que sólo podía mostrar al hombre lo equivocado que estaba, pero no le ofrecía el poder para cambiar su problema. Un letrero de “No Fumar” es bueno, pero sólo agrava el deseo por la nicotina en un fumador. No le da poder para detener su hábito. Por esta razón Pablo dice “la maldición de la ley”.  La Ley es buena, pero no dio poder al hombre para guardarla. Sin embargo, el Nuevo Pacto de la fe sí  proporciona ese poder para cambiar.

“(Pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios” (He. 7:19). La Ley era buena, pero la Ley por sí sola era incapaz de perfeccionar a los hombres. La llegada de “una mejor esperanza” se refiere al Nuevo Pacto que nos capacita para acercarnos a Dios, para entrar en Su presencia y ser transformados.

Éste es el pacto de fe y relación, el pacto que nos bautiza en el Espíritu Santo, que abre el velo y nos llama a entrar en un compañerismo íntimo con Dios. Hoy, tenemos un acceso a Dios que no era posible en el tiempo de la Ley.  Cuando Pablo dijo que él estaba “muerto a la ley” en Gálatas  2:19, él quiso decir que se había apartado de la Ley como un medio de salvación.  Él nunca podría mirar de nuevo a los rituales del Antiguo Testamento como una base para la aceptación, como lo había hecho en el pasado.  

La Ley apuntó al redentor prometido quien abriría la herencia

La Ley miraba hacia el futuro, a un Redentor prometido. Este Redentor pagaría la deuda del hombre, le daría el poder sobre el pecado y le abriría una rica herencia eterna. Por consiguiente, el pueblo bajo la Ley era heredero de algo mejor que estaba por venir. Pablo comparó la Ley del Antiguo Pacto a un ayo (institutriz) que enseñó a un niño que era el heredero de una rica propiedad. Mientras el niño/heredero es menor, su rango no es mayor al de un siervo. Él está bajo tutores y correctores hasta alcanzar la edad de madurez, entonces recibe la herencia. Cuando Cristo vino con el Nuevo Pacto de fe, el joven heredero alcanzó la edad madura (habiendo aprendido bien sus lecciones) y recibió la herencia. Él ya no está más en la escuela primaria, bajo la ley con todos los tutores y aquellos que lo disciplinan, sino que ahora él se ha graduado. Por consiguiente, Pablo pregunta a los Gálatas: “más ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?  Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años” (Gá. 4:9-10). 

Una comparación del Antiguo y Nuevo Pacto

El apóstol Pablo usa entonces una alegoría para comparar el Antiguo y Nuevo Pacto. Él usa a dos mujeres y los hijos que ellas dieron a luz. Abraham tenía dos esposas, Agar y Sara. Agar representa el Antiguo Pacto. Ella era una esclava y su hijo nació de esclavitud. Sara, una mujer libre, representa el Nuevo Pacto. Su hijo nació de libertad.   

Ismael nació de la carne. Esto significa que su nacimiento era algo diseñado por el hombre y algo que el hombre podía producir (Gn. 16:1-4). Él representa las obras de la Ley. Pero Isaac nació del Espíritu. Su nacimiento requirió un milagro, porque Sara había pasado ya la edad para poder concebir. Isaac nació como resultado de una promesa, y requirió un milagro de gracia y fe. Ismael nació como resultado de la impaciencia y el pensamiento natural de hombre. Ismael era algo que el hombre podía producir, pero Isaac era algo que sólo Dios podía producir. Y aquí está contenida la diferencia crítica entre el Antiguo y el Nuevo Pacto. Uno está basado en las obras (lo que el hombre puede hacer) mientras el otro está basado en la promesa que se hereda por la fe. Pablo dijo a los gálatas: “Ustedes nacieron de Sara, no de Agar”.  ¿Por qué retroceden a esa línea espiritual inferior? 

La cruz es una ofensa, no hay gloria para mí

La cruz es una “ofensa” para un legalista. Es ofensivo porque priva a una persona de la gloria.  La  cruz quita toda jactancia. Un legalista alardea de lo que puede hacer, lo que puede ganar y lo que puede  lograr en su propia fuerza y pericia: el ayuno, las actividades religiosas, las obras, las tradiciones, los rituales, la observancia de los días santos, el vestido, las comidas, la disociación, y mucho más.

• Gloriarse en la carne: es alardear de lo que yo puedo hacer. 

• Tener confianza en la carne: es confiar en lo que yo puedo hacer. 

• Hacer un espectáculo en la carne: es desplegar y desfilar lo que yo puedo hacer.  

¿Cuál es el fruto del legalismo?  El legalismo produce orgullo y crítica, porque el legalista mira hacia abajo a los que no han trabajado tan duro como él. Un legalista, tratando de ser el mayor guardián de la Ley, se convierte en el mayor violador de la Ley porque él es incapaz de guardar el mandamiento más importante de todos: la ley de amor. Toda la Ley se resume en una declaración: “amar a tu prójimo como a ti mismo”. El amor es el cumplimiento de la Ley como está escrito en Romanos 13:8-10 y Gálatas 5:14. 

El creyente que hereda las promesas de Dios lo hace por medio de caminar en fe. No puede gloriarse en sí mismo, sólo puede gloriarse en la cruz: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gá. 6:14). Esta persona da toda la gloria a Dios por la obra espiritual de la circuncisión que Dios ha realizado en su corazón.  Por el contrario, el legalista odia la vida de fe. Él quiere algo que pueda ver,  pueda sentir y pueda hacer.  Quiere algo tangible en que gloriarse, algo que él pueda demandar haber hecho, algo que ha trabajado y ha ganado. ¡Los judíos hicieron esto! Ellos se especializaron en la circuncisión física (Gá. 6:12-13). Pero mientras se enfocaban en lo externo, no entendieron las implicaciones espirituales de la circuncisión, que involucraban una obra de redención en el corazón que se lograba por la Espada de Dios (Ro. 2:28-29). Ellos rindieron culto al símbolo pero ignoraron el significado del símbolo. En contraste, Pablo dio énfasis a la obra interior inadvertida que Dios hace en el corazón (Gá. 6:15). 

La libertad cristiana nunca es una licencia para ser libertino

Mientras estamos en el tema de la libertad cristiana, me gustaría agregar este pensamiento  esencial. La teología en las epístolas de Pablo a veces es mal entendida y se usa como una licencia para pecar. Cuando Pablo dijo que él estaba “muerto a la ley” y que “nosotros no estamos bajo la ley” o “libres de la ley”, él no nos está enseñando a ser libertinos. Él simplemente está diciendo que no podemos confiar en el Antiguo Testamento como un medio de salvación o perfección, y que las ceremonias del Antiguo Testamento son anticuadas. Por el contrario, su teología nos exhorta a tener la Ley cumplida en nosotros en espíritu (Ro. 8:4; 13:8-10). Él recuerda a los gálatas que cada hombre “cosechará lo que siembra”.  Después de enumerar las diecisiete obras de la carne en Gálatas 5:19-21, él advierte que “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Ésta es otra manera de decir: “Ustedes no cometerán adulterio, fornicación, asesinato, embriaguez, brujería” y así sucesivamente. Pablo nunca sugiere que somos libres de la ley moral de Dios para vivir como nos plazca. Vivir como nos plazca no es libertad, sino esclavitud hasta la muerte. 

El fruto del Espíritu, no hay otra ley más alta,  ésta es la perfección

Caminar en fe, el compañerismo con Dios, la obediencia, el vivir en el Espíritu y caminar en el Espíritu nos llevarán al desarrollo de todos los frutos del Espíritu. Todos estos frutos revelan la naturaleza de Dios, y cuando estos están floreciendo en nuestra vida seremos muy parecidos a Cristo:  “... Contra tales cosas no hay ley”.  No hay ninguna otra ley superior a ésta.  Con todas estas cosas en mente, veamos juntos, por medio de la gracia de Dios, esta maravillosa Epístola de Pablo a los Gálatas. 

Antecedentes

Pablo fue el padre fundador de las iglesias de Galacia. Él había traído el fuego del avivamiento allí, por lo menos en dos ocasiones, y posiblemente una tercera vez.  En Hechos 16:6, él vino a “la región de Galacia”.  Esto fue en su segundo viaje misionero, en el 51 d.C. En su tercer viaje misionero, en el 54 d.C., fue “recorriendo por orden la región de Galacia...  confirmando a todos los discípulos” (Hch. 18:23).

Si la epístola de Pablo tenía como propósito incluir a los habitantes de Galacia del sur así como los del norte, (Antioquia de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe que se creía estaban en el sur de Galacia), entonces Pablo fue por primera vez a Galacia en su primer viaje misionero (48-49 d.C.). A quién quiera que se le escribió esta epístola, sea a Galacia del norte o del sur, o a ambos, el mensaje es ciertamente de interés vital a toda persona en todo lugar y en cualquier momento de la historia. 

La última vez que Pablo había estado en contacto con las iglesias de Galacia, ya sea durante su última visita a Galacia en el 54 d.C., o por correspondencia, ellos “corrían bien” (Gá. 5:7). Pero ahora, en diciembre del 57 d.C., alguien los había estorbado: “¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?”.

A la llegada de Pablo a Corinto en su tercera visita, le llegaron noticias desde Éfeso diciendo que sus iglesias en Galacia habían sido infiltradas por maestros falsos (los judaizantes) quienes los persuadieron a volver a los rituales, ceremonias, Sabat (días de reposo), y la circuncisión judía como un medio de salvación y perfección. Esta preocupante información recibida por Pablo acerca de un  cambio súbito y drástico en la actitud hacia él y a su Evangelio que estaba ocurriendo en las iglesias de Galacia, hizo que escribiera esta epístola. Con un profundo sentido de urgencia, Pablo se apresuró a frenar este mal antes de que se volviese irreparable.  

Los judaizantes habían destruido la misma esencia del cristianismo, y la habían reducido de una vida interior y espiritual a un sistema ceremonial externo. Para el efecto, ellos enseñaban que ese Cristo no era plenamente todo-suficiente para la salvación de una persona.  Pablo procuró salvar a sus convertidos de esta mezcla fatal de ley ceremonial con gracia. El contenido de Gálatas hace evidente el propósito de Pablo de escribirles. El apóstol responde de una vez por todas la pregunta concerniente al fundamento mismo del cristianismo. ¿Es Cristo suficiente para la salvación y perfección, o deben agregarse suplementos a Su obra de expiación? 

Una defensa de la libertad cristiana es el tema claro de Gálatas, una libertad que sólo se hace  posible por una relación de fe, cuyo fin son las buenas obras. Ninguna otra epístola escrita por Pablo es marcada por una mayor unidad de propósito. 

Por consiguiente, en diciembre del 57 d.C. mientras moraba en Corinto, Pablo escribió su epístola a los gálatas.  En marzo del 58, algunos meses más tarde, también les escribió a los romanos. Estas dos epístolas tienen una gran similitud, lo que sería natural entre dos epístolas escritas casi al mismo tiempo. Los mismos razonamientos estaban ocupando su mente, así que empleó las mismas frases e ilustraciones. Es bueno estudiar Romanos y Gálatas, una al lado de la otra.

Compare:  

• Romanos 8:15 con Gálatas 4:6.    

• Romanos 7:14-25 con Gálatas 5:17.   

• Romanos 1:17 con Gálatas 3:11. 

• Romanos 4 con Gálatas 3. 

• Romanos 13:8-10 con Gálatas 5:13-14. 

Gálatas puede perfilarse en tres divisiones simples:

BOSQUEJO GENERAL