Género y psicología: intervención en la comunidad - Paula Alejandra Yépez Tito - E-Book

Género y psicología: intervención en la comunidad E-Book

Paula Alejandra Yépez Tito

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Beschreibung

"El análisis de la psicología comunitaria parte de fundamentos críticos de la investigación acción-participativa como modelo de intervención que conjuga a la teoría con la práctica para la transformación social. De esta manera, docentes y estudiantes de la Universidad de Las Américas desarrollan el proyecto de vinculación: «Roles de género en el entorno familiar de la comuna El Topo», con el objetivo de promover la equidad no solo como ideología, sino también como una forma de vida. Por ello, el grupo de intervención y los miembros de esta comunidad sostienen una relación horizontal, a través de la metodología de intervención, que les permite generar cuestionamientos personales, lo cual, en conjunto, promueve el diálogo, la reflexión y la crítica frente a las problemáticas identificadas durante el periodo de estudio y mediación (2014-2106). Así, el trabajo comunitario, expuesto en la presente obra, pone en evidencia la conjunción entre la teoría, la práctica y las vivencias de estudiantes, participantes y miembros de la comunidad, quienes participan y aprenden a partir de las actividades y talleres con el fin de cambiar su realidad"

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Género y psicología: intervención en la comunidad

© Paula Yépez, Tarquino Yacelga, Eduardo Granja, Camila Velasteguí, Diego Chávez, Lourdes Yépez

© Universidad de Las Américas

Escuela de Psicología

Campus Granados,

Avenida de Los Granados y Colimes

www.udla.com

Quito, Ecuador

Primera edición: abril, 2018

CUIDADO DE LA EDICIÓN

Coordinación Editorial UDLA

CORRECCIÓN DE ESTILO

Adriana Salgado

DISEÑO DE PORTADA

David Sánchez

DIAGRAMACIÓN

Fausto Machado Ayala

EDITORIAL

UDLA ediciones

IMPRESIÓN

V y M Gráficas

Jorge Juan N32-36

y Mariana de Jesús

ISBN: 9789942779045

Gracias por respetar las leyes del copyright al no reproducir, escanear ni distribuir ninguna parte de esta obra, sin la debida autorización. Al hacerlo está respetando a los autores y permitiendo que la UDLA continúe con la difusión del conocimiento.

Reservados todos los derechos. El contenido de este libro se encuentra protegido por la ley.

Previa a su publicación, esta obra fue evaluada bajo la modalidad de revisión por pares anónimos.

Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions

Dedicatorias

Deseo dedicar este libro a todas las personas que estuvieron tras mi trabajo, impulsándome cada día para poder llevarlo a cabo y dar lo mejor de mí, a quienes me sostuvieron en momentos de decepción y preocupación y con quienes comparto mis alegrías, este libro está dedicado a mis padres, mis hermanas y a mi pareja. Gracias por ser esa fortaleza.

Paula Yépez

Este trabajo está dedicado a mis seres queridos, quienes me han dado un lugar en su vida y me han permitido ir construyendo mi lugar en el mundo, gracias por ese bello y complejo universo al que me han permitido acceder y que construye y alimenta lo que hago cada día.

Eduardo Granja

La cristalización del esfuerzo esbozado en este texto la dedico a mi Madre, hermanos y sobrinas; infatigables acompañantes en mi camino, y que han tolerado mi doble vínculo de presencia-ausencia. A Fer, Francis y a mi hijo, que en la distancia fueron fuentes de sentimientos y motivación.

Tarquino Yacelga

En la era del Tawantinsuyu, la participación femenina en el poder político se dio a través de una esfera de poder paralelo y bilateral, manejada por las mujeres de las panakas incaicas. […] las mujeres gobernaban una esfera de ritualidad paralela, nocturna, acuática y lunar, desde la cual velaban por todo el ciclo del cosmos invocando la abundancia de las cosechas y la reproducción de la vida. Estas dimensiones del equilibrio entre los géneros, han sido radicalmente modificadas por el estado colonial-patriarcal impuesto por los conquistadores.

(Rivera, S., 2008)

Agradecimiento

Este trabajo ha sido posible gracias al grupo de estudiantes voluntarios que trabajaron arduamente en el proyecto, que permitieron que los cuestionamientos atravesaran su cuerpo y dieran nuevas lecturas a su existencia. Agradecemos a la Universidad de Las Américas por permitirnos desarrollar este proyecto y ahora ponerlo en evidencia en este texto y a los y las docentes que han formado parte del mismo, por su compromiso y entrega coherente entre lo que se dice y lo que se hace.

Prólogo

Todo prólogo es un zaguán, un lugar de tránsito entre lo público y lo privado, un espacio y un tiempo para pasar de lo común a lo propio. Constituye para mí un honor y también un reto ocupar este espacio liminal y fronterizo en una obra importante que refleja la coherencia del buen hacer de este grupo de psicólogas y psicólogos con enfoque comunitario y de género. Esta situación coyuntural del zaguán, me permite articular la lectura del texto que tienen en sus manos o pantallas, con la pertinencia de su aparición en el contexto del trabajo comunitario en Ecuador y América Latina, pero también con la necesidad de una herramienta didáctica que ayude al profesorado universitario a formar en una psicología centrada en las comunidades y en quienes requieren del buen hacer de los y las profesionales.

Este libro habla de lo común, de ahí derivan los vocablos comunidad y comunicación, lo común es lo propio de lo humano, esta especie única que se caracteriza por lo mismo que los archipiélagos: estamos separados por aquello que nos une. En efecto, no existen las razas, ese concepto que debería estar desterrado por poco científico y por dañino, no existe una especie que no sea la humana. Pero, ¿qué nos hace humanos? ¿Cómo sabemos que estamos ante un grupo humano? Y más aún, ¿cómo trabajamos con ese grupo? Este reto profesional requiere del conocimiento práctico de haber pasado días enteros conviviendo con unos seres «otros» con los que debemos llevar dos riendas para que la tarea no se nos desboque. Por un lado, habremos de familiarizarnos con lo que nos es extraño; por otro, tenemos también que extrañarnos de lo que nos es familiar, porque al fin, todos los grupos humanos van a llevar a cabo las mismas actividades, pero cada uno las va a entender de un modo distinto. ¿Cómo podemos transmitir la importancia de este proceso simultáneo y contingente a unos estudiantes que, en demasiadas ocasiones, viven alejados de la realidad social que les rodea en burbujas tecnológicas y de confort? Pues haciendo proyectos de trabajo comunitario –no habría mejor receta si se tratara de un curso de gastronomía– pero además la vinculación comunitaria es obligatoria por ley en Ecuador, aunque no siempre se cumpla (LOES, 2010 revisada en 2016).

La psicología comunitaria es esa parte de la disciplina que se acerca tanto a la antropología que me hizo ser como soy. Cuando explico el proceso de construcción de la identidad, suelo decir que los seres humanos tenemos una parte del ser que somos centrado en la personalidad, ese ámbito que estudia la psicología, pero también una parte de nosotros se construye en la realidad de la interacción con los diferentes grupos humanos con los que tenemos afinidad en función de cualquiera de nuestras variables sociológicas. Esa segunda esfera de la construcción de la identidad es la que suele estudiar la sociología, pero está perfectamente imbricada y sin posibilidad de separación con el último de los círculos concéntricos centrados en la cultura y, por tanto, cometido de la antropología. Pues bien, la división entre estas disciplinas de las ciencias sociales es muy difusa, tanto que quienes nos hemos formado de un modo poco ortodoxo en alguna de ellas, no somos capaces de distinguir a veces teorías, enfoques o incluso herramientas metodológicas, ni falta que nos hace. Pues bien, así ocurre con la psicología comunitaria, lejos de tener una mirada individualista se acerca a la visión antropológica de la cultura puesto que los procesos culturales son los que dan sentido al comportamiento individual. El mejor ejemplo que se me ocurre es el de Durkheim, un autor convencido y militante del funcionalismo, que cuando decidió estudiar el suicidio como fenómeno social (1897) se dio cuenta de que era necesaria una articulación con lo cultural incluso en el caso de una decisión tan personal e intransferible. Un suicidio no tiene alteridad porque cambia de nombre y se llama homicidio, pero puede ser colectivo sin dejar de ser suicidio.

Como se puede comprender tras la lectura de este texto, la minga y la fiesta constituyen dos buenos contextos, seguramente los mejores, para comprender la vida en común: así, la minga es una fiesta y la fiesta es una minga en sí misma. Solo se pueden comprender desde la participación porque son la esencia de lo comunitario, no podemos ser totalmente observadores en una fiesta ni en una minga (Juncker, 1960), el que no participa paga multa o es penalizado porque son rituales culturales para la cohesión social. Cuando nacemos nos integran en la vida de la comunidad buscando parecidos físicos, otorgándonos unos apellidos, un origen en común, rubricando que ese recién nacido es «uno de los nuestros». Esa idea de familia como jergón de abrigo constituye un universal cultural en sí mismo, todas las culturas tienen en la familia la célula de su estructura social aunque cada una la entienda de un modo distinto. Como bien estudió Murdock en la década de los 50 del pasado siglo cuando analizó, con un grupo de estudiantes de antropología, un total de 553 culturas y en todas ellas se repetían una serie de rasgos en común. Todos estos grupos étnicos tenían en la familia su núcleo, sin embargo, el vínculo madre-hija o hijo era el único universal en todas ellas. Human relations area files, HRAF, sigue constituyendo el mejor manual para diseñar un trabajo comunitario porque allí están todos los conceptos a tener en cuenta, solo los aspectos más recientes desde la aparición de Internet tendrían que ser actualizados.

Esta manera de entender la psicología comunitaria, caso de que hubiera alguna psicología que no fuera comunitaria (que lo dudo), plantea la urgencia de repensar el diván como instrumento para la necesidad social de la escucha. El paciente que llega a una consulta con un problema psicológico que resolver trae consigo una valija con todas las sociopatías y los conflictos sociales que como grupos humanos no hemos sabido gestionar. Algunos seres especialmente sensibles desarrollan trastornos o enfermedades mentales derivadas de la escasa o nula atención que recibimos en salud mental comunitaria. Una persona que acude a un psicólogo busca ayuda para resolver problemas no solo propios también comunes, el o la profesional trata de acompañar el proceso de aprender a que esas dificultades compartidas no dañen en exceso a un nivel individual, pero sería imposible resolver todo cuanto llega en la maleta de lo compartido. De todos modos, las personas que reconocen que tienen un problema psicológico están mejor que quienes ni siquiera se han dado cuenta de que lo tienen.

Como decía el maestro Pichón-Rivière, la realidad de los pacientes con esquizofrenia habla de los problemas que tenemos como sociedad, seguramente por eso no queremos verlos y los encerramos en lugares de donde no sabemos bien si nos da más miedo que salgan o que tengamos que entrar. La locura es el estigma de la otredad y en el trabajo de psicología comunitaria, del que este libro es un magnífico ejemplo, la locura se disipa porque es compartida. Si el ritual lo permite, o incluso lo exige, nos hacemos los locos y rompemos con lo establecido, como en algunas fiestas de carnaval. La fiesta y la minga nos hacen más iguales y menos distintos, menos otros, menos locos. Habría que preguntarse si el diván está siendo mal sustituido por otros escenarios en sociedades alfabetizadas digitalmente, o si sigue siendo necesario para el abordaje individual de los problemas sociales. Los confesionarios de antaño, los púlpitos, las homilías constituían foros para compartir pero también adoctrinar en una manera de entender la vida siempre dirigida por otros, figuras referenciales a las que les estaba permitida una falta de ética por el mero hecho de detentar el poder.

El papel terapéutico de una minga, como el de la fiesta cuando permite el disfrute y la liberación, radica en el hecho de apelarnos a ser uno entre pares y esa complicidad nos hace humanos. Recuerdo a Juan Luis Arsuaga, el paleoantropólogo de Atapuerca, que explica en sus conferencias eso tan hermoso de que cuando los primeros homínidos se hicieron bípedos, empezaron a atisbar la línea del horizonte y en ella buscaron un lugar mejor para vivir, pero no solos, como mandan los cánones del capitalismo vergonzante que nos domina, sino en comunidad. Nos humanizó, según este erudito de la evolución, pensar en el bien común.

Ahora, parece que, en lo simbólico, volvemos a la posición cuadrúpeda en la que solo alcanzamos a ver cuánto tenemos enfrente, literal: delante de nuestros dos dedos de frente. Vienen a la memoria de inmediato, las apachitas de los Andes, esos mojones rituales donde los caminantes piden deseos y ofrecen prebendas en justa reciprocidad andina. Toda apachita tiene una base amplia dedicada a las peticiones para la comunidad, la parte central, algo más estrecha, está consagrada a la familia y solo la cúspide diminuta se refiere a lo que necesito a nivel individual. Resulta obvio que si las necesidades de mi comunidad están resueltas, las mías y las de mi familia serán muy pocas. Y así es como logramos vivir más y mejor, tenemos evidencia científica desde la salutogénesis de Antonovsky (1987) hasta la resiliencia adaptativa de Lugo-Morin (2015): los seres humanos sobrevivimos a la adversidad gracias al grupo al que pertenecemos. No es posible un Robinson Crusoe sin Viernes, no resulta creíble una vida humana, psicológicamente estable, que no contemple la interdependencia de los otros. Seligman (2011) nos enseñó la importancia de lograr la auténtica felicidad, que no es más que el sentido de coherencia de vivir como uno siente y piensa, ayudando a los demás. No hay nada que reporte más beneficio que sentirnos útiles, incluso en términos económicos, sabemos por el decrecimiento y la economía circular que la desigualdad no beneficia a nadie, es pan para hoy y hambre para mañana.

Como dice Katrine Marçal en ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? (2016): para que el ilustre economista pudiera pensar en cuáles son los procesos económicos que nos llevan a tener la comida en la mesa cada día, según su teoría centrados en el interés individual que garantiza el funcionamiento de lo global, tuvo que tener cerca a su madre que le preparaba la cena todas las noches por amor y sin remuneración. Adam Smith entendió el mundo sin un enfoque de género y sin la visión comunitarista, perspectivas imprescindibles para entender la vida real porque el individualismo del mercado de concurrencia perfecta parece muy perfecto, pero no existe.

Lean este libro, aplíquenlo a su vida, porque este mundo en que vivimos se desvanecerá «como lágrimas en la lluvia» si no aprendemos, de nuevo, a conjugar la primera persona del plural. Gracias a los autores, ellos y ellas, por recordárnoslo, enseñarlo en la universidad y ponerlo en práctica para el bien común.

Ana Martínez Pérez

Quito, julio de 2017

Contenido

Introducción

Capítulo primero

Intervención comunitaria

Qué es una comunidad

Construcción social de la identidad: una visión comunitaria

Comunidad El Topo

Intervención comunitaria y trabajo en la academia

Investigación acción-participativa

Pedagogías decoloniales

Estrategias de intervención comunitaria

Marco lógico

Fortalecimiento comunitario

Evaluación y sostenimiento de la intervención

Trabajo comunitario

Actividades de introducción a la comunidad: estudio de la minga y la fiesta

Diagnóstico comunitario: estrategias utilizadas

Estrategias cualitativas y cuantitativas en campo

Trabajo en el ámbito universitario

Capítulo segundo

Una mirada al enfoque de género e interseccionalidad

Psicología del género

La significación de género que va marcando diferencias

Equidad de género y su representación en la comunidad

Enfoque de género aplicado al trabajo comunitario

La transversalización del enfoque de género en los procesos de formación educativa

Políticas públicas como marco de transición, hacia la visibilización del género

Sensibilización en enfoque de género con perspectiva interseccional: Talleres de sensibilización

Desarrollo y ejecución de los talleres

Aproximaciones conceptuales a la interseccionalidad

La interseccionalidad como una herramienta integral para leer complejidades

Una mirada constructivista y sistémica al enfoque de género desde la interseccionalidad

Capítulo tercero

La identidad y la identidad de género

Ser «un sí mismo»: el particular espacio de lo intransferible

Diferencias e individualidad, el límite entre adentro y afuera

El mundo interno en respuesta al externo: una aproximación a las emociones

El conocimiento como simbolización y significación de la experiencia

La identidad o identificación como proceso narrativo y autogenerativo

El género como un lugar en el mundo

El yo y el otro, la existencia como proceso social mediado por el lenguaje

La sensibilización, una puerta al cambio

Encuentros, lenguaje, experiencia y cambio

Autocaracterizaciones: cómo evidenciar el cambio en la narrativa identitaria

Capítulo cuarto

Enfoque de género en la comunidad: apuntes para la práctica

Glosario

Trayectorias profesionales

Referencias

Notas al pie

Lista de tablas

Tabla 1.Estrategias y actividades estratégicas fortalecedoras de la comunidad

Tabla 2.Políticas públicas con enfoque de género

Tabla 3.La herramienta de la autocaracterización

Lista de gráficos

Gráfico 1.Invisibilización o construcción negativa del otro

Gráfico 2.Componentes discriminativos: racismo y género

Gráfico 3.Componentes discriminativos: homofobia, clasismo, xenofobia, heterosexismo

Gráfico 4.Paradigma del reconocimiento

Gráfico 5.Niveles de análisis de la conformación de la identidad

Gráfico 6.Enfoque de personalidad y estructura social

Introducción

Partiendo de la investigación acción-participativa propuesta por Fals Borda y la educación popular de Paulo Freire, consideramos que la intervención comunitaria compromete la participación de interventores y actores comunitarios dentro de la comunidad. Es así como surge el proyecto de vinculación con la colectividad denominado «Roles de género en el entorno familiar de la Comuna El Topo», el cual ha sido parte de una experiencia de estudiantes y docentes de la Escuela de Psicología de la Universidad de Las Américas desde el año 2014 al 2016.

Los proyectos de vinculación con la colectividad surgen como políticas educativas desde la Ley de Educación Superior implantada en el año 2000, la cual enfatiza: «la búsqueda de la verdad, el desarrollo de las culturas universal y ancestral ecuatoriana, de la ciencia y la tecnología; mediante la docencia, la investigación y la vinculación con la colectividad» (Ley Orgánica de Educación Superior-Registro Oficial- 077, 2000, p. 1). Lo que se busca a través de los proyectos generados dentro de los espacios académicos es que tanto docentes como estudiantes cuestionen el aprendizaje teórico mediante el vínculo con la práctica.

La visión que hemos mantenido en el proyecto y que se describe en este libro ha sido el permitir acercamientos comunitarios desde una perspectiva horizontal, procurando no intervenir desde lugares de poder que limitan las relaciones entre los sujetos e intentar ser parte de cada proceso comunitario, vivirlo y experimentarlo de manera particular y comunitaria.

En este libro recogemos el bagaje teórico en el que hemos basado esta intervención y evidenciamos la conjunción de la teoría con la práctica, en cada capítulo. De esta forma, desarrollamos tres enfoques teóricos: el primero parte de la psicología comunitaria latinoamericana, el segundo se fundamenta en el enfoque de género e interseccionalidad y el último, en la teoría sistémica.

El análisis de la psicología comunitaria parte de fundamentos críticos de la investigación acción-participativa como modelo de intervención que conjuga a la teoría con la práctica, y reconoce a los interventores y a los miembros de la comunidad como sujetos dentro de la intervención y no como objetos de estudio; por otro lado, la educación popular con pedagogías participativas que permitieron generar cuestionamientos personales en los estudiantes y docentes que realizaron la intervención y en los miembros de la comunidad, consiguiendo así reflexión crítica frente a las problemáticas planteadas y pedagogías decoloniales como la pedagogía feminista la cual cuestiona los lugares coloniales por excelencia: género, clase social y raza, la misma que ha podido aportar en el desarrollo de varias actividades del proyecto intentando dejar de lado los modelos históricos de exclusión.

En el capítulo dos, elaboramos una compilación teórica de los temas base que fueron ejes transversales en el proyecto, y son el enfoque de género y la interseccionalidad; mismos que trabajamos desde distintas acepciones y miradas de autores en su definición para, a través de su deconstrucción y análisis, comprender cuál ha sido la repercusión o significado de estos conceptos en la vida de las personas y en el ejercicio de su rol en diferentes ámbitos. Además, para ejemplificar lo descrito en la teoría, transcribimos las citas del proyecto de campo en relación a los talleres de sensibilización con los estudiantes, y su posterior réplica en la comunidad.

Este quehacer teórico gira en torno a entender, cómo las personas han significado su experiencia de ser hombre o mujer, y de qué manera esto influyó en la construcción social del rol de género (masculino y femenino); incluso, a partir de patrones culturales ancestrales que han ido marcado la diferenciación de los sexos en las comunidades, no solo por los rasgos biológicos, sino principalmente por determinantes sociales implícitos en el lenguaje, actitudes y comportamientos de aprendizaje observacional-automático.

Con este movimiento teórico-dialógico trasladado a la práctica en los talleres; el mensaje que intentamos trasmitir, es la promoción de la equidad, no solo como un discurso, sino como una actitud y comportamiento constante que va más allá del trato igualitario, y que debería ser un ejercicio práctico en la cotidianidad.

Por otro lado está la interseccionalidad, observada desde una mirada sistémica como un proceso que facilita leer las complejidades de los sistemas, para comprender cómo el cruce de diferentes formas de discriminación en un mismo punto, generan consecuencias o secuelas que desestabilizan a quien en ese punto se encuentra; entonces, al hacerlo visible como una dinámica multicausal, se puede trabajar en la prevención, buscando un cambio y resignificación en los sujetos, de tal forma que se fomenten tratos igualitarios o equitativos, encaminados a erradicar los estereotipos y actitudes o comportamientos discriminatorios.

En el capítulo tres exponemos algunas reflexiones respecto de la conformación de la identidad de género, que fueron surgiendo a lo largo del proyecto. Producto de múltiples discusiones resultantes del encuentro entre profesores, estudiantes y miembros de la comunidad. Estas ideas se tradujeron en algunas de las herramientas que decidimos emplear para promover la sensibilización de género y para recoger la experiencia de los participantes, y analizar los cambios que el proyecto pudo suscitar.

Finalmente, desde una perspectiva sistémica, analizamos la identidad de género como una construcción individual dentro de un espacio social que establece, en cierta medida, las condiciones iniciales dentro de las cuales las personas modelan su identidad, a través de múltiples interacciones que le permiten a cada persona establecer las identificaciones que va emplear, para ir tejiendo un relato autobiográfico que orienta sus procesos de construcción de sí mismo y del mundo que le rodea. Se hace énfasis en la reflexión respecto de cómo las categorías de género y sexo, precedentes a cada persona pueden emplearse para prescribir conductas que fuerzan su validación en las interacciones humanas, conformando así, desde lo social, una prescripción cultural de los roles que se invisibiliza al atribuir su causalidad a lo biológico.

Para el proyecto de vinculación con la sociedad: «Roles de género en el entorno familiar de la Comuna El Topo», conformamos un equipo integrado por profesores y estudiantes, quienes descubrieron la riqueza que surge de la conformación de un espacio de trabajo y reflexión, donde la particularidad de cada persona se reconoce como el lugar imprescindible desde el cual se promueve un encuentro legítimo entre seres humanos.

El presente texto pretende ser consecuente con las posiciones expuestas, por lo tanto, planteamos el documento desde la propia voz de los procesos reflexivos de cada uno de los autores que exponemos, tomando las particularidades de cada uno como un aporte fundamental en la realización del proyecto y de este libro.

Capítulo primero

Intervención comunitaria

Paula A. Yépez T.

Camila Velasteguí

La acción o la actitud del intelectual que, al tomar conciencia de su pertenencia a la sociedad y al mundo de su tiempo, renuncia a una posición de simple espectador y coloca su pensamiento o su arte al servicio de una causa. Esta causa es, por definición, la transformación significativa del pueblo que permita sortear la crisis decisivamente, creando una sociedad superior a la existente.

(Fals Borda, 1970)

La intervención psicosocial se ha caracterizado por un enfoque ecológico que adopta varios niveles de intervención y que atiende varios problemas sociales. La intervención social viene a cuestionar a profesionales de la psicología en el ejercicio de su práctica frente a problemáticas como políticas económicas, desempleo, urbanización, movilización de recursos comunitarios, entre otras (Maya-Jariego, 2011).

Actualmente es importante, además de avanzar con procesos de prevención y promoción desde un enfoque comunitario, intervenir desde procesos de implementación y fortalecimiento comunitario en temas de diversidad (étnica y género) y movilización comunitaria (Maya-Jariego, 2011).

Una de las estrategias metodológicas para la investigación social, es la investigación-acción (IAP). Como señala Sandín (2003, p. 161), citado en Hernández, Fernández y Baptistal (2010, p. 509), el objetivo de la investigación-acción es «propiciar el cambio social, transformar la realidad y que las personas tomen conciencia de su papel en ese proceso de transformación». La misma autora describe a la investigación-acción como una metodología que se genera desde problemas del entorno, que es transformadora de realidades y que implica la participación de los integranes durante todo el proceso de intervención. Para generar IAP