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Comedias de capa y espada como Guárdate del agua mansa son la rama del teatro de Pedro Calderón de la Barca que más se asemeja al de Lope de Vega. Calderón simplificó las tramas de sus comedias y les dio mayor vigor narrativo suprimiendo las escenas públicas que tanto gustaban a Lope y a su generación. En ellas el eje de la acción suele ser el amor, los celos y el honor. Los personajes se mueven de acuerdo con el decoro de su nivel social y la acción se funda en el equívoco. Es el caso de La dama duende; El astrólogo fingido; Casa con dos puertas, mala es de guardar; Hombre pobre, todo es trazas; El alcaide de sí mismo; Guárdate del agua mansa o No hay burlas con el amor.
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Seitenzahl: 108
Veröffentlichungsjahr: 2012
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Pedro Calderón de la Barca
Guárdate del agua mansa
Barcelona 2022
linkgua-digital.com
Título original: Guárdate del agua mansa.
© 2022, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard
ISBN rústica: 978-84-9816-419-0.
ISBN ebook: 978-84-9953-723-8.
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Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Capa y espada 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 53
Jornada tercera 109
Libros a la carta 161
Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-Madrid, 1681). España.
Su padre era noble y escribano en el consejo de hacienda del rey. Se educó en el colegio imperial de los jesuitas y más tarde entró en las universidades de Alcalá y Salamanca, aunque no se sabe si llegó a graduarse.
Tuvo una juventud turbulenta. Incluso se le acusa de la muerte de algunos de sus enemigos. En 1621 se negó a ser sacerdote, y poco después, en 1623, empezó a escribir y estrenar obras de teatro.
Lope de Vega elogió sus obras, pero en 1629 dejaron de ser amigos tras un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope.
Entre 1635 y 1637, Calderón de la Barca fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. Por entonces publicó veinticuatro comedias en dos volúmenes y La vida es sueño (1636). En la década siguiente vivió en Cataluña y, entre 1640 y 1642, combatió con las tropas castellanas. Sin embargo, su salud se quebrantó y abandonó la vida militar. Entre 1647 y 1649 la muerte de la reina y después la del príncipe heredero provocaron el cierre de los teatros, por lo que Calderón tuvo que limitarse a escribir autos sacramentales.
Calderón murió mientras trabajaba en una comedia dedicada a la reina María Luisa.
Las comedias de capa y espada son la rama del teatro de Calderón más cercana al de Lope. Calderón simplificó las tramas y les dio mayor vigor narrativo suprimiendo las escenas públicas que tanto gustaban a Lope y a su generación. El eje de la acción suele ser el amor, los celos y el honor. Los personajes se mueven de acuerdo con el decoro de su estatus social y la acción se funda en el equívoco. Es el caso de La dama duente; El astrólogo fingido; Casa con dos puertas, mala es de guardar; Hombre pobre, todo es trazas; El alcaide de sí mismo; Guárdate del agua mansa o No hay burlas con el amor.
Clara, dama
Eugenia, dama
Brígida, criada
Mari-Nuño, dueña
Hernando, criado
Otánez, escudero, vejete
Don Félix, galán
Don Juan de Mendoza, galán
Don Pedro, galán
Don Toribio Cuadradillos
Don Alonso, viejo
La acción pasa en Madrid.
(Sala en casa de don Alonso, junto a los pozos de la nieve.)
(Don Alonso, Otánez.)
Otánez Una y mil, veces, señor,
vuelvo a besarte la mano.
Don Alonso Y yo una y mil veces vuelvo
a pagarte con los brazos.
Otánez ¿Posible es que llegó el día 5
para mí tan deseado,
como verte en esta corte?
Don Alonso No lo deseabas tú tanto
como yo; pero ¿qué mucho,
si en dos hijas dos pedazos 10
del alma me estaban siempre
con mudas voces llamando?
Otánez Aun en viéndolas, señor,
mejor lo dirán tus labios.
¡Oh sil mi señora viera 15
este día!
Don Alonso No mi llanto
ocasiones con memorias
que siempre presentes traigo.
Téngala Dios en el cielo;
que a fe que he sentido harto 20
su muerte; que desde el día,
que su Majestad, premiando
mis servicios, en el reino
de México me dio el cargo
de que vengo, a no más ver 25
me despedí de sus brazos.
No quiso pasar conmigo
a Nueva España, no tanto
por los temores, del mar,
como porque en tiernos años 30
dos hijas eran estorbo
para camino tan largo.
Criándolas quedó en casa:
fue Dios servido que al cabo
de tantos años faltó. 35
A cuya causa, abreviando
yo con mi oficio, dispuse
volver para ser reparo
de su pérdida; que no
estaban bien sin amparo 40
de padre y madre.
Otánez Es muy justo,
señor, en ti ese cuidado;
pero si alguno pudiera
no tenerle, eras tú. Es llano,
porque el día que faltó 45
mi señora, ambas se entraron
seglares en un convento,
sin más familia ni gasto
que a Mari-Nuño y a mí,
donde en Alcalá han estado 50
con sus tías hasta hoy,
que obedientes al mandato
tuyo, vuelven a la corte.
Y habiéndolas yo dejado
ya en el camino, no pude 55
sufrir del coche el espacio;
y así, por verte, señor,
me adelanté.
Don Alonso Unos despachos
que para su Majestad
traje, demás del cuidado 60
de tener puesta la casa,
tiempo ni lugar me han dado
de ir yo por ellas; demás
que el camino es tan cosario,
que perdona la fineza, 65
pues es venir de otro barrio.
¿Cómo vienen?
Voces dentro Para, para.
Otánez Ya parece que han llegado:
ellas lo dirán mejor.
Don Alonso A recibirlas salgamos. 70
Otánez Excusado será, pues
están ya dentro del cuarto.
(Clara, Eugenia y Mari-Nuño, de camino. Don Alonso, Otánez.)
Clara Padre y señor, ya que el cielo,
enternecido a mi llanto,
me ha concedido piadoso 75
la dicha de haber llegado
adonde, puesta a tus pies,
merezca besar tu mano,
cuanto desde hoy viva, vivo
de más; pues no me ha dejado 80
ya que pedirle, si no es
solo el eterno descanso.
Eugenia Yo, padre y señor, aunque
logre en estas plantas cuanto
me prometió mi deseo... 85
más que pedir me ha quedado
al cielo, y es que tal dicha
dure en tu edad siglos largos;
porque esto del morir, no
lo tengo por agasajo. 90
Don Alonso No en vano, mitades bellas
del alma y vida, no en vano
al corazón puso en medio
del pecho el cielo, mostrando
que con dos afectos puede 95
comunicarse en dos brazos.
Alzad del suelo: llegad
al pecho, que enamorado
vuelva a engendraros de nuevo.
Clara Hoy puedo decir que nazco, 100
pues hoy nuevo ser recibo.
Eugenia Dices bien, que tal abrazo
infunde segunda vida.
Don Alonso Entrad, no quedéis al paso:
tomaréis la posesión 105
desta casa en que os aguardo,
para que seáis dueño della,
hasta que piadoso el hado
traiga a quien merezca serlo
de dos tan bellos milagros; 110
si bien en mí, esposo, padre
y galán tendréis, en tanto
que os vea como deseo.
(Llamando.) ¡Brígida!
(Brígida. Dichos.)
Brígida Señor.
Don Alonso Su cuarto
enseña a tus amas.
Brígida Todo 115
limpio está y aderezado;
pero ¿qué mucho es, si tales
dueños espera, el estarlo
como un cielo, con dos soles?
Clara ¡Feliz yo que a ver alcanzo 120
este día, aunque a pensión
de haber, Eugenia, dejado
las paredes del convento!
Eugenia ¡Feliz yo, pues he llegado
a ver calles de Madrid, 125
sin rejas, redes, ni claustros!
(Vanse Clara, Eugenia, Brígida y Otánez.)
(Don Alonso. Mari-Nuño.)
Mari-Nuño Ya, señor, que el alborozo
de dos hijas ha dejado
algún lugar para mí,
merezca también tu mano. 130
Don Alonso Y no con menor razón
que ellas, el alma y los brazos,
pues por vuestra buena ley,
en lugar de madre os hallo.
Y ya que ausentes las dos, 135
solos, Mari-Nuño, estamos,
decidme sus condiciones;
que como las dos quedaron
niñas, mal puedo hacer juicio
que no sea temerario, 140
para que prudente y cuerdo
pueda, como maestro sabio,
gobernar inclinaciones
que pone el cielo a mi cargo.
Mari-Nuño Con decir, señor, que son 145
hijas tuyas, digo cuanto
puedo decir; mas porque
no presumas que te hablo
solo al gusto, aunque de entrambas
la virtud y ejemplo es raro, 150
de lo general verás
que a lo particular paso.
Doña Clara, mi señora,
mayor en cordura y años,
es la misma paz del mundo: 155
no se ha visto igual agrado
hasta hoy en mujer. Pues ¿qué
su modestia y su recato?
Apenas cuatro palabras
habla al día: no se ha hallado 160
que haya dicho con enojo
a criada ni a criado
en su vida una razón:
es, en fin, ángel humano,
que a vivir solo con ella, 165
pudiera uno ser esclavo.
Doña Eugenia, mi señora,
aunque en virtud ha igualado
sus buenas partes, en todo
lo demás es al contrario. 170
Su condición es terrible:
no se vio igual desagrado
en mujer: dará, señor,
una pesadumbre a un santo.
Es muy soberbia y altiva, 175
tiene a los libros humanos
inclinación, hace versos;
y si la verdad te hablo,
de recibir un soneto
y dar otro, no hace caso. 180
Pero no por eso...
Don Alonso Basta,
que en eso habéis dicho harto.
Yo os lo estimo, como es justo,
que, prevenido del daño,
sepa adónde he de poner 185
desde hoy desvelo y cuidado.
Y así, aunque en edad menor,
sea primera en estado;
que el marido y la familia
son los médicos más sabios 190
para curar lozanías,
flores de los verdes años.
Desde el día que llegué,
a la montaña he enviado
por un sobrino, que hijo 195
es de mi mayor hermano;
y en él quiero de mis padres
y abuelos el mayorazgo
aumentar: pobre es; yo rico,
y es bien que el caudal fundamos 200
de la sangre y de la hacienda,
porque conservemos ambos
el solar de Cuadradillos
con más lustre. Así, en llegando,
será Eugenia esposa suya: 205
veamos si el nuevo cuidado
enmienda las bizarrías
de los verdores lozanos.
(Otánez, Don Alonso, Mari-Nuño.)
Otánez Un hombre espera allí fuera.
Don Alonso ¿Quién es? —Que ese breve espacio 210
tardaré, a las dos decid—.
¿Versos? ¡Gentil cañamazo!
¿No fuera mucho mejor
un remiendo y un hilado?
(Vase.)
Otánez ¿Qué le has dueñado a señor, 215
que es lo mismo que chismeado,
que ya va tan desabrido?
Mari-Nuño ¿Ahora sabes, mentecato,
que apostatara una dueña,
si supiera callar algo? 220
(Vanse.)
(Sala en casa de Don Félix.)
(Don Félix, vistiéndose; Hernando.)
Hernando ¡Bravas damas han venido,
señor, a la vecindad!
Don Félix El agasajo, en verdad,
perdonara por el ruido,
pues dormir no me han dejado. 225
Hernando La una es dada.
Don Félix ¿Qué importó,
si a la una duermo yo,
que haya dado o no haya dado?
Mas ¿qué género de gente
es?
Hernando De lo muy soberano: 230
las hijas de aqueste indiano,
que compró el jardín de enfrente,
que dicen, señor, que lleno
de riquezas para ellas,
a solamente ponellas 235
viene en estado.
Don Félix Eso es bueno.
¿Son hermosas?
Hernando Yo las vi
al apearse, y a fe
que por tales las juzgué.
Don Félix ¿Hermosas y ricas?
Hernando Sí. 240
Don Félix Buenas dos alhajas son:
dirémoslas al momento
todo nuestro pensamiento,
por gozar de la ocasión,
con estar cerca de casa; 245
que estoy cansado de andar
lo que hay desde aquí al lugar.
Hernando Un vejete cuanto pasa
me dijo: y al padre igualo
al hombre de más valor, 250
pues dice que por su honor
matara al Sofí.
Don Félix Eso es malo;
que aunque yo no soy Sofí,
en extremo me pesara
que para que él me matara, 255
por él me tuviera aquí.
Y de las hijas ¿qué dijo?
Que escudero que empezó
a hablar, nada reservó.
Hernando Diversas cosas colijo 260
de ambas que apruebo y condeno,
porque hay del pan y del palo.
Una es callada.
Don Félix Eso es malo.
Hernando Otra es risueña.
Don Félix Eso es bueno.
Para la alegre, por Dios, 265
habrá sonetazo bello;
y para la triste aquello
de «ojos, decídselo vos».
Hernando Alegre o triste, me holgara
de verte, señor, un día, 270
con una galantería,
que decirla te costara
desvelo.
Don Félix ¿A mí? Harto fuera
que alabarse, vive el cielo,
de que me costó un desvelo 275
ninguna mujer pudiera.
Eso no, pues sabe Dios
que si las hiciere ya
algún terrero, será
por estar cerca y ser dos. 280
Aunque a cualquiera me inclina
ya fuerza más poderosa.
Hernando Será ser rica y hermosa.
Don Félix No es sino el estar vecina,
que es mayor perfección, pues 285
nada la iguala.
(Llaman.) Mas di,
¿llaman a la puerta?
Hernando Sí.
Don Félix Ve y mira, Hernando, quién es.
(Don Juan, en traje de camino. Don Félix, Hernando.)
Don Juan Yo soy, don Félix; que estando
la puerta abierta, no fuera 290
bien, que más me detuviera.
Don Félix Mal llamar ha sido, cuando
sabéis que puertas y brazos
están siempre para vos
de una suerte.
Don Juan Guárdeos Dios, 295
que ya sé que destos lazos
el estrecho nudo fuerte
que en nuestras almas está,
sin romperle, no podrá
desatárnosle la muerte. 300
Don Félix Seáis bien venido; que aunque
en la jornada de Hungría,
que veníades sabía,
no tan presto os esperé.
Don Juan Fuerza adelantarme ha sido 305
para un negocio, en razón,
don Félix, de mi perdón.
Don Félix ¿Habéisle ya conseguido?
Don Juan Sí, y habiendo perdonado
la parte, gozar quisiera 310