GuíaBurros: Liderazgo y gestión de equipos imperfectos - Zacarías Romero - E-Book

GuíaBurros: Liderazgo y gestión de equipos imperfectos E-Book

Zacarías Romero

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Beschreibung

Uno de los indicadores negativos más importantes que tienen las empresas es la falta de liderazgo en sus cuadros de mando: confunden a "gestores de Excel" con "gestores de personas". Esto ha dado lugar a un cambio brutal de paradigma entre los empleados; antes el 80 % era capaz de cambiar de empresa por dinero, y ahora el 80 % cambiaría por un nuevo jefe. Hoy se puede afirmar que la pandemia real de las empresas de este siglo es la falta de liderazgo. Pero ¿qué es un líder?, ¿qué condiciones ha de reunir?, ¿cuáles son sus funciones? Este libro tiene respuestas a través de la experiencia y de la observación de la realidad cotidiana en los grupos de trabajo y son explicadas con sencillez, de modo directo, sin teorías fantásticas, con conocimiento acumulado y mucho sentido común.

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LIDERAZGO Y GESTIÓN DE EQUIPOS IMPERFECTOS

Las claves del “liderazgo envolvente”

Zacarías Romero

www.liderazgo-gestion-equipos-imperfectos.guiaburros.es

Sobre el autor

Zacarías Romero es diplomado técnico en Empresas y Actividades Turísticas por la Universidad de Salamanca, Máster en Asesoría Técnico Comercial (Gestión de Empresas) y con Curso Superior de Marketing, impartidos por ESIC en la Cámara de Comercio de Salamanca. Especialista Universitario en Coaching Profesional, impartido en la Universidad Europea Miguel de Cervantes, Valladolid. Practitioner PNL (Programación Neurolingüística) y con formación y diversos cursos en el ámbito del análisis transaccional yneuromarketing. Experto en negociación avanzada por The Gap Partnership.Coach Profesional Certificado por AECOP (CP y ha ejercido como presidente de AECOP Castilla y León durante un año.

Tiene treinta años de experiencia laboral en la dirección y gestión de equipos, veinte de ellos como director comercial en empresas multinacionales: HMC, Home English, Grupo CEAC, Carglass, Vitaldent, Sanitas. Ha dirigido equipos de más de 100 personas y coordinado empresas a nivel territorial y nacional.

Fundador de la consultoría de formación comercial y coaching FormAcción Coaching. Ha impartido clases de ventas y coaching en la Cámara de Comercio de Salamanca. Formador en técnicas de venta y coaching durante varios años en CONFAES (Confederación de Empresarios de Salamanca). Docente a nivel nacional en diferentes academias, colegios profesionales, consultoras, institutos de formación profesional, etc. También ha realizado procesos de coaching personal, ejecutivo y de sucesión, con particulares y empresas.

Es autor del libro El método NOE. Neuroventa orientada a la emoción.

Agradecimientos

A mi madre Mª del Carmen Pérez Martín,que me mostró el “Liderazgo del ama de casa”.

A mis hijos Cándido y Zacarías con los que aprendo cada día.

Introducción

“Estamos obligados a hacer lo que somos capaces de hacer. El ser humano está hecho para dar lo mejor; si no lo damos todo, no estamos dando nada”.

“No te conviertas en algo menor de lo que puedes ser”.

Nelson Mandela

Llevo más de veinticinco años dirigiendo equipos y, como mando intermedio que soy, también siendo dirigido por toda clase de jefes. Supongo que esto me da un bagaje que quiero compartir desde la humildad y la experiencia, alejándome de teorías bonitas y apostando por el liderazgo de la calle, verdadero, cercano y real, que es el que he desarrollado en mi vida laboral.

Hay tres pilares esenciales que destacaría desde el primer momento: tenemos que discernir entre la relación y la tarea, utilizar con equilibrio la caricia y el palo, y separar lo personal de lo profesional. En la empresa, todo se mezcla como un totum revolutum, y esto es lo que nos lleva al caos más absoluto y a la pérdida de control.

La inmensa mayoría de las personas no es feliz en su trabajo, acuden a sus puestos a disgusto y, además, no recomendaría su propia empresa a ningún amigo; pero esto no es lo peor, ya que el trabajo es trabajo. Lo peor es la mala valoración y la poca confianza que tienen en sus jefes y en su liderazgo, lo que hace que muchas personas dejen la compañía o estén buscando un nuevo empleo; y, sobre todo, que intenten despedir a sus jefes despidiéndose ellos mismos.

Le dedicamos más tiempo diariamente a nuestra actividad laboral y a nuestros compañeros que a nuestras propias familias. Por ello, esperamos poder realizarnos, que nos traten con respeto y que nos valoren, pero en lugar de esto nos encontramos con verdaderos patanes al mando que intentan pisotearnos para hacerse más grandes y ocultar su incompetencia.

Nos enfrentamos a un escenario desolador en cuanto a la motivación en el trabajo, sobre todo por el poco nivel y capacidad de nuestros jefes, porque ellos son, en gran medida, responsables de nuestra visión de la empresa y de nuestro día a día. Tenemos que empezar a dar importancia, a dirigir personas y a liderar, a ser conscientes de que siempre podemos mejorar, aunque sea un 0,01 % cada día. No trabajamos con cosas, sino con personas.

Uno de los indicadores negativos más importantes que tienen las empresas en sus cuadros de mando es la falta de liderazgo, pues confunden a los “gestores de Excel” con “gestores de personas”, lo que ha dado lugar a un cambio brutal de paradigma en los empleados: antes el 80 % era capaz de cambiar de empresa por dinero, y ahora el 80 % cambiaría por un nuevo jefe.

Por todo esto, puedo apuntalar que la pandemia real de las empresas de este siglo es la falta de liderazgo: si no puedes liderar tu vida, tus miedos, tus sueños y objetivos, ¿cómo pretendes liderar los de otros? Si esto es así, es mejor que te apartes y le dejes el sitio a los demás, porque o lideras o te lideran. No hay puntos medios: si no tomas decisiones, otros las tomarán por ti.

Desde pequeños, se nos ha educado en el egoísmo, la individualidad y la lucha por nuestros intereses. Esto cercena nuestra habilidad para dirigir a otros, ya que liderar es pensar primero en el equipo. Sin embargo, no todo está dicho.

Empecemos:

“Liderar es hacerse cargo de las personas y de las situaciones alumbrando el camino”.

Tengo el profundo convencimiento de que todos llevamos un líder dentro, más grande o más pequeño, de masas o de su comunidad de vecinos, un líder que mueve montañas o que guía a su familia, pero al fin y al cabo todas las personas tenemos una luz y podemos alumbrar a los demás; y de que, cuando enciendes una luz para otra persona, también la enciendes para tu propio camino. La cuestión es: ¿Qué es lo que yo quiero? ¿Guiar o que me guíen? ¿Mandar o que me manden? ¿Alumbrar o que me alumbren? Porque liderar no es ni más ni menos que “hacerse cargo”, dos palabras tan sencillas…, pero que esconden detrás una gran simbología. Hay que ser muy valiente para hacerse cargo de los problemas, de las situaciones, de las empresas y sus resultados, pero sobre todo de los equipos, con lo que todo esto conlleva.

Comencé mi vida laboral como vendedor a la par que terminaba mis estudios, para ganar un dinerillo y costearme mis gastos, pero enseguida y antes de darme cuenta, el destino me colocó dirigiendo personas, conduciendo equipos de venta. Si me paro a analizar los motivos años después y desde otra perspectiva, la que me da la experiencia, detecto varios aspectos importantes. El primero, por lo que decían, es que yo era un buen vendedor, vendía mucho y conseguía buenos resultados. El segundo es que era un optimista empedernido, una persona muy positiva, y siempre creía que podía. El tercero era mi constancia y determinación. El cuarto consistía en que tocaba la emoción de las personas. Y el quinto, en que era capaz de comunicar y transmitir lo que hacía y cómo lo hacía a los vendedores. Juntando todos estos puntos, me di cuenta de que dirigir equipos y liderar podía tener que ver con:

Predicar con el ejemplo.

No se puede pretender enseñar algo a alguien que uno mismo no haya hecho nunca o que no sepa hacer. Para transmitir algo, tienes que haberlo hecho tú antes (y muy bien), tienes que haberlo vivido; si no, huele a prestado. Las empresas están plagadas de supuestos CEO y líderes que no han estado nunca en el campo de batalla. Así es muy difícil saber lo que siente y necesita la tropa, tu ejército, tu equipo.

Ser optimista y positivo.

Atraes lo que eres, lo que piensas, es la “Ley de la Atracción”. Nadie puede hacer nada que crea que no va a conseguir. Saquemos

El Quijote

que llevamos dentro, ¿por qué no luchar contra los molinos de viento? Todos tenemos nuestros propios molinos. Todavía me sorprendo cada día con esta pregunta: ¿pueden existir líderes negativos y pesimistas? Y la respuesta es que sí. Desgraciadamente, conozco a muchos. Son una especie única con resultados mediocres, generalmente nacidos del enchufismo o puestos de confianza, pero ahí están.

Constancia.

El éxito llega con un 10 % de talento y un 90 % de esfuerzo. No pares hasta que consigas lo que quieres. Si no es por arriba, por abajo; si no es por la derecha, pues por la izquierda. Siempre hay un camino, siempre hay esperanza, nunca te des por vencido, lucha por lo que quieres. La vida me ha enseñado que es muy difícil no conseguir algo cuando lo das todo.

Emocionar.

“La emoción lleva a la acción”. Mueve la emoción de las personas y moverás el mundo. Si solo hablas, no se acordarán de ti. Si les impactas, nunca te olvidarán. Si los emocionas, serán capaces de hacer cualquier cosa por ti.

Transmitir.

Consiste en comunicar bien y, para ello, hay que hablarle al consciente de las personas, pero comunicar al inconsciente. Cada individuo es un mundo. Si quieres conquistarlas, conoce el mundo de las personas que lideras y háblales en su mundo, no en el tuyo. De nada te sirve saber mucho sobre algo si no eres capaz de transmitirlo. El éxito o fracaso de la comunicación depende de los efectos que consigues con la misma.

Como podemos ver, aquí tenemos cinco cualidades que podrían ser las de un líder o un gestor de equipos. Todas están más relacionadas con la actitud que con la aptitud, y se pueden trabajar.

Estas eran mis armas de liderazgo, aunque como decía Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”, y cualquier líder podría decir: “Estas son mis estrategias, pero si no te gustan, tengo otras”.

En la actualidad, el liderazgo y la gestión de equipos se han convertido en una maraña de teorías y estudios de muchos años realizados por universidades prestigiosas, eruditos, magnates que han triunfado en los negocios y escritores afamados de best sellers americanos. Todo esto ha dado lugar a que las personas que quieran saber algo más de gestionar equipos tengan que hacer un máster para conseguirlo, por lo que tiran la toalla antes de empezar.

Seamos realistas: no disponemos de 5 horas al día para estudiar cómo ser un buen líder, no todo el mundo tiene el dinero o las ganas para cursar un máster de Liderazgo. Y no están en lo cierto algunas tendencias sobre el tema que afirman que “ser líder es como ser músico o matemático, hacen falta muchos años de preparación”, porque si así fuera, se extinguirían como los dinosaurios.

Cualquier profesional puede ser mejor líder e incorporar hábitos que nos transformen y transformen a nuestros equipos. Liderar es gestionar los comportamientos humanos y entenderlos, saber tratar contigo mismo y con las personas de tu equipo en la dirección correcta y, para eso, tenemos que volver al origen y a la esencia de las relaciones humanas. Tenemos y debemos hacer más sencillo todo esto, hay que democratizar el liderazgo y basarlo en el sentido común. Todos podemos ser líderes, grandes o pequeños, del equipo de fútbol de tu barrio o de una gran empresa; la cuestión principal es si realmente quieres dirigir o simplemente prefieres que eso lo hagan otras personas y decides no complicarte la vida y delegar esa responsabilidad en otros. En determinadas ocasiones, solo te hará falta un empujón:

“Mucha gente ha llegado más lejos de lo que pensaba que podía llegar porque alguien más pensó que podía hacerlo”.

Zig Ziglar

Lo que es evidente es que no hay nada peor que ser líder por obligación, por casualidad o por descarte (ya que no había otro disponible…). Esto es lo que más daño puede hacer al propio líder obligado, a sus equipos y a las empresas, porque están abocadas al más absoluto caos; es como si un conductor de autobuses, un policía, o yo mismo, operara a un paciente de corazón a vida o muerte: los resultados serían predecibles…

Para ser honesto, llevo muchos años gestionando equipos, y liderar no es una bicoca, sino más bien un embolado, ya que no es nada fácil. A mí me gusta, y a lo mejor no sé hacer otra cosa. Si lo miramos desde otra perspectiva, es mejor mandar a que te manden, pero siempre he pensado que ser jefe (o mando intermedio, que al final es lo que somos todas las personas que gestionamos un equipo, dado que tenemos personas por arriba y por abajo) es como ser un equilibrista.

El equilibrista

Me imagino al líder como un equilibrista en un alambre que une dos edificios a 200 m del suelo y sin red debajo, tan solo con una pértiga para mantener el equilibrio. Nuestra misión es salir desde el inicio, que sería el comienzo del año, el ejercicio u objetivo anual; y la meta, llegar al otro extremo, que se correspondería con el final del año o del ejercicio. Si llegas, habrás conseguido el objetivo anual que te han marcado; y si te caes, seguramente te matas.

Empezamos a andar por el alambre con una pértiga, y en un extremo de esta está nuestro equipo, nuestros subordinados, y en el otro extremo encontramos a nuestros jefes jerárquicos, la empresa y sus intereses; ya empezamos a tambalearnos, pues unos hacen fuerza para un lado y los otros para el contrario, por lo que nos empieza a costar mantener el equilibrio. Por otra parte, está el alambre sobre el que caminamos, que es el mercado, y su estabilidad depende de los precios, la competencia, las leyes, la macro y microeconomía, pero al fin y al cabo no para de moverse, el aire lo balancea sin parar. Nos encontramos en medio de todo, teniendo que mantener el equilibrio. La pértiga se tambalea hacia todos los lados; el alambre, más aún. El viento no cesa, cada vez vemos más lejos la meta y, para más inri, la mayoría de los inconvenientes no dependen de nosotros y, ¿cómo no?, empieza a llover. Solo tenemos dos opciones: mediar con todo y llegar a la meta sea como sea, o caernos y matarnos… Despido fulminante.

“Solo hay dos tipos de líderes: el que acaban de echar y el que está a punto de que lo echen”, porque ser líder es vivir en la cuerda floja.

En multitud de ocasiones, ejercemos el papel del “líder contra todos”, lo que nos llevará a recibir por doquier y a tener que aguantar el tipo como podamos. Es en estas situaciones donde demostramos realmente de qué madera estamos hechos, porque para ser líder, hay que pagar un peaje que requiere equilibrio y serenidad ante la adversidad. Sin embargo, no todo vale, y siempre está en nuestra mano lo que cogemos o rechazamos de los demás.