Hablemos de sexualidad. Inquietudes más frecuentes sobre la sexualidad, el amor y la pareja - Beatriz Torres Rodríguez - E-Book

Hablemos de sexualidad. Inquietudes más frecuentes sobre la sexualidad, el amor y la pareja E-Book

Beatriz Torres Rodríguez

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Beschreibung

Obra que se desarrolla a través de una exposición conceptual de las relaciones que se establecen entre las parejas independientemente de su sexo. Los sentimientos que pueden primar y los por qué de muchas manifestaciones sexuales en las personas. La autora desarrolla el contenido de la obra respondiendo a preguntas que le hacen los interesados en el tema que a la vez son personas con padecimientos, dudas, miedos y otras manifestaciones.

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Seitenzahl: 382

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Revisión técnica para e-book: Miriam Raya Hernández

Edición: Lic. Mercedes Caparrós Chávez

Diseño interior y cubierta: Lic. Carmen Padilla González

Ilustración de cubierta: Servando Cabrera Moreno, Homenaje a la soledad (detalle), óleo/tela, 210 x 165 cm

Corrección: Pilar Trujillo Curbelo

Composición computarizada: Adrián Álvarez Penichet

© Beatriz Torrez Rodríguez, 2006

© Sobre la presente edición:

Editorial Científico-Técnica, 2021

ISBN 9789590512506

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO

EDITORIAL CIENTÍFICO-TÉCNICA

Calle 14, no. 4104 entre 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba

[email protected]

www.nuevomilenio.cult.cu

Índice de contenido
Agradecimientos
Introducción
CAPÍTULO 1. La pareja actual. Realidades y desafíos
Selección de pareja. Para los gustos están hechos los colores
Elección de una nueva pareja. Temor al cambio
Los muros se levantan. Incomprensiones y conflictos con la pareja
Desconfianza. La peor enemiga de la relación
Amores ocultos. Entre la pasión y la aventura
¿Cómo mantener una sexualidad activa a pesar de la edad?
El hijo de nuestra pareja. ¿Necesariamente un conflicto?
CAPÍTULO 2. Alternativas en la sexualidad. Entre la fantasía y la realidad
Las fantasías como un lenguaje del deseo
Autoerotismo. Una alternativa más en la búsqueda del placer
Cuando se rompe el límite de dos
CAPÍTULO 3. Sexualidad femenina. Del estigma a la realidad
Esa soñada primera vez
El placer de fantasear el amor
El deseo se enciende. ¿Existe una única vía?
Placer. Responsabilidad de dos
Todo lo que necesitamos saber acerca del orgasmo
¿Fuego uterino o ninfomanía? Esclavas del deseo sexual
Autoestima e imagen. ¡Este cuerpo mío!
CAPÍTULO 4. Mujeres atrapadas entre el placer y el displacer
Anorgasmia. Cuando el clímax se convierte en algo inalcanzable
Disminución de los deseos. ¿Trastorno o desamor?
Vaginismo. Cierre al contacto
Disritmia. ¿Sintonizamos igual?
Dispareunia. Entre el dolor y el placer
CAPÍTULO 5. Sexualidad masculina. Desentrañando dudas
¿Potencia masculina versus edad?
Mitos e interrogantes alrededor de la erección y la eyaculación
Pene pequeño o grande. ¿Motivo de preocupación?
Manifestaciones “raras” durante el acto sexual
CAPÍTULO 6. Disfunciones sexuales masculinas. Cuando el sexo se convierte en un problema
Disfunción sexual eréctil. ¿Centrados en el rendimiento?
Trastornos eyaculatorios. ¿Muy rápidos o muy lentos?
La Peyronie. ¿Problemas de estética o problema en sí?
Deseos sexuales en peligro de extinción
CAPÍTULO 7. Orientación sexual. ¿Qué somos? ¿Hacia dónde vamos?
Homosexualidad. Cuando la brújula nos orienta hacia el mismo lugar
Bisexualidad. Dos caminos. Dos elecciones
CAPÍTULO 8. La sexualidad viaja a través del tiempo
La infancia. Curiosidad desde la ingenuidad
La adolescencia. El despertar del erotismo
La juventud. Sexualidad en ascenso
La mediana edad. Pasaje a la plenitud
La tercera edad. La sexualidad en el otoño de la vida
CAPÍTULO 9. Óvulos y espermatozoides. Entre la unión y la desunión
Fecundación. ¿Cómo se produce el encuentro?
Planificación familiar. Buscando momentos
más oportunos
La semilla que germina dentro de nosotras.Entre inquietudes y estigmas
Cuando el sueño de concebir se convierte en una utopía
Métodos anticonceptivos. ¿Cuál es la forma más adecuada? ¿Cuáles son sus consecuencias?
CAPÍTULO 10. Somos diferentes. ¿Sexualidad disminuida?
Déficit intelectual. ¿Incapacidad para vivir el amor y la vida en pareja?
Ceguera. ¿Sin vías para vivenciar el amor y el placer?
Incapacidad motora. ¿Encerrados en sí mismos?
CAPÍTULO 11. La sexualidad vista desde el prisma de los problemas de salud
Trastornos urológicos. Más que temerles, un motivo para conocer
Trastornos ginecológicos. Conocer es el primer paso para resolver
Desajustes emocionales. ¿Barreras para el placer?
Hipertensión. ¿Mucha presión para el amor?
Cáncer. ¿Centrados en la preocupación por la posible muerte, se olvida la necesidad del placer?
CAPÍTULO 12. Cuerpos violentados. Almas quebrantadas
Las huellas del abuso
CAPÍTULO 13. Infecciones de transmisión sexual (ITS) y VIH/SIDA. El rostro enfermo del sexo
VIH/SIDA. ¿Sancionar el placer?
ITS. Irresponsabilidad. Tabúes. Salud en riesgo
CAPÍTULO 14. Parafilias. El lado tenebroso del sexo
Masturbación. De lo normal a lo patológico
Exhibicionismo. Mostrando nuestra intimidad
Zoofilia. Entre el ser humano y el animal. ¿Cuál prefiero?
Sadomasoquismo. Premio o castigo. ¿Cuál es el límite?
CAPÍTULO 15. Temores, fobias y falsas creencias. Un enigma que se debe enfrentar
Miedo al cambio y a las nuevas relaciones
Temor a la penetración
Consideraciones
Bibliografía
Datos de la autora

Agradecimientos

A:

• Todas las personas que durante 21 años me han aportado sus vivencias, preocupaciones y malestares en el área de la sexualidad como pacientes, amigos y conocidos.

• Mi esposo Carlos Gutiérrez, por acompañarme y estimularme en la terminación de este libro.

• Mis hermanos Rafael y David, sobrinas y cuñada Mercedes, por ser una familia.

• Keytel García, por su afecto y apoyo en todos los momentos de este libro.

• Magalita, Greta, Emilia, Yalilis y Marilin, las “muchachitas” del departamento de Psicología del CIMEQ.

• Carmen Alfonso, periodista de la página de salud del periódico Trabajadores, que siempre me apoyó en esta idea.

• Roxana, por su colaboración en la impresión.

Introducción

Estimados lectores:

Las respuestas a las inquietudes y preguntas acerca de la sexualidad, la vida en pareja y el amor, forman parte desde hace años de mi trabajo profesional, además de que en cualquier medio donde me reúno aparecen estos temas. ¿Es que a través de todos los tiempos habrá algún aspecto que haya despertado el interés de tantas personas como la sexualidad? En específico, en nuestro país, es un tópico casi permanente, tanto en conversaciones serias, como en bromas, ya que provoca diversas reacciones y, al tratar sobre él, es muy difícil que se haga en primera persona, por todos los tabúes que se reúnen a su alrededor.

Desde el 2004 comencé una colaboración en el periódico Trabajadores en una consulta digital sobre sexualidad en la página de salud, la cual se nombraba “Hablemos de sexualidad”. Este espacio se convirtió para mí, como profesional y como ser humano, en una experiencia interesante y útil, al recibir diversas preguntas de personas de diferentes edades, estado civil, escolaridad e incluso de otros países, lo que me permitió una retroalimentación de los temas que con más frecuencia preocupaban a la población y que muchos no se atrevían a plantear ni a sus propias parejas ni en el espacio de una consulta.

Los visitantes de esta sección preguntaban acerca de diversos temas sobre la vida en pareja, el amor y la sexualidad, incluso me permitió un intercambio directo con la población al identificarme como la especialista que llevaba esta sección. Un lector me interceptó en la calle y me preguntó: ¿A usted, que se dedica a la sexualidad desde el punto de vista científico, no le resulta aburrida en su vida personal? Esto demuestra cómo nos cuestionamos constantemente nuestra sexualidad y la de los otros, incluyendo la de los especialistas que hablan sobre ello, acerca de qué es normal, qué es mejor, qué se debe hacer, etcétera.

Así, pienso que esas inquietudes que aparecen en el presente libro, exactamente las enviadas por los lectores y respetando su anonimato, son las mismas que durante más de 30 años como orientadora y terapeuta sexual se me han presentado en el espacio de la consulta y en el trabajo que he realizado en los medios de difusión masiva, por lo que los comentarios a estas pudieran servirle de utilidad a un gran grupo de personas. A la luz de esta nueva edición del libro, se han actualizado datos estadísticos y concepciones acerca de investigaciones sobre la salud sexual y reproductiva, y los derechos de las personas a vivir una sexualidad placentera, sana, libre y responsable.

El proyecto de este trabajo se desarrolló con los siguientes objetivos:

•Promover información y orientación acerca de la vida en pareja y de la sexualidad en sentido general.

• Reflexionar acerca de ideas y creencias erróneas, para permitir el desarrollo de una sexualidad rica y placentera, además de responsable.

Pero antes de adentrarnos en cada uno de los capítulos que conforman este libro, sería útil hacer unas reflexiones sobre lo que entendemos por sexualidad y algunos de sus conceptos básicos.

La sexualidad es parte esencial de la vida de cada hombre y mujer; una realidad compleja en la que se interrelacionan tres dimensiones: la biológica, la psicológica y la social, que incluyen desde la reproducción y el acto de brindar placer erótico y espiritual, hasta el contexto social en el que se desarrollan el individuo y la pareja.

Cuando se dice que la sexualidad se integra al yo individual, se alude al hecho de que cada hombre y mujer es un ser biológicamente sexuado, con su identidad de género, y se proyecta así con su masculinidad o feminidad; esto es lo que constituye su carácter personalizado como propiedad esencial de la sexualidad, cuyo desarrollo y expresión se relacionan con el resto de las dimensiones existenciales: individuo, pareja, familia y sociedad, a través del proceso de socialización.

Ahora bien, el lugar de crecimiento y expresión plena de la sexualidad es la pareja; ella representa el sitio de encuentro de un sujeto con el otro en el campo de las relaciones afectivas, eróticas, de comunicación física y espiritual. Es un sistema dialéctico, donde cada miembro conserva su identidad, sin renunciar a sí mismo por ese vínculo de pareja. Pero en el contexto de las relaciones interpersonales, la familia es la que constituye el primer espacio donde se construye la sexualidad, el filtro que mediatiza todas las influencias que ejerce la cultura sobre el ser humano desde que nace y a lo largo de toda su vida. Es el marco donde se potencian la comunicación humana y los lazos emocionales, y se reproduce la vida a través de la descendencia.

Por el contrario, la sociedad es el más amplio contexto en el que el ser sexuado interactúa y se comunica, según su identidad de género a lo largo de toda su vida; es la dimensión donde la persona adquiere normas, valores y patrones culturales predominantes, a partir de los cuales la familia y todos los agentes de socialización conforman, educan y evalúan la sexualidad de cada persona.

Además de tener en cuenta las dimensiones en que se expresa la sexualidad, es necesario hacer referencia a algunos procesos que la componen:

• Sexo: es el conjunto de atributos anatomofisiológicos de carácter sexual, pre y postnatales (cromosómicos, genitales, gonadales, hormonales, cerebrales) que lo convierten en un ser biológicamente sexuado desde el instante mismo de su creación.

• Identidad de género: es la conciencia y aceptación de ser hombre-mujer, masculino-femenino o ambivalente, proceso que comienza desde la niñez bajo la acción educativa de la familia, la escuela y la sociedad toda, en el transcurso del desarrollo ontogenético de la personalidad.

• Rol de género: forma particular de cada individuo de interpretar, expresar y asumir los diversos papeles masculinos y femeninos que establecen los modelos sociales de cada cultura.

• Orientación sexual: dirección que adquiere el deseo o impulso sexual hacia el otro sexo, el propio o ambos, de una manera explícita o no.

Así, la sexualidad es la unión sistémica de componentes psi-cológicos (identidad de género y orientación sexual), que tienen como núcleo integrador la identidad de género como tal, puesto que en la base de este importante proceso se encuentra un conjunto de conceptos, motivaciones, valores, sentimientos, actitudes y capacidades que matizan toda la vida personal y social del ser humano.

De todo lo anterior se deriva el hecho de que, si es necesario un sentido integrador del concepto de sexualidad, también es imprescindible poseer una noción clara de lo que entendemos por sus trastornos.

En relación con la sexualidad existen tres grandes campos de estudio:

• Todo el campo de la sexualidad sana o normal que es lo menos estudiado.

• Las disfunciones sexuales.

• Las parafilias.

En cuanto al término disfunción (compuesto por dis, que significa oposición, contrariedad o separación, y por función, que se entiende por ejercicio de un órgano vivo, máquina o instrumento), expresa que algo no funciona o funciona mal. Desde esta definición ya se observa una concepción organicista, basada en aspectos biológicos solamente.

Por tanto, hablar en sexualidad de disfunción nos lleva a pensar en un mal funcionamiento o en un funcionamiento inadecuado de la sexualidad de una persona.

Yo defino las disfunciones sexuales como “síndromes recurrentes en la vida sexual de un individuo que producen molestias tanto a él como a su pareja y que se manifiestan no solo en los aspectos fisio-lógicos de la respuesta sexual, sino en toda la personalidad del sujeto y su esfera de relaciones”.

A su vez, las parafilias, aunque en orden de aparición menos frecuentes y más difíciles, hacen que las personas que las padecen asistan poco a consulta (la mayoría de las veces solicitan atención por presión familiar o cuando se ven expuestos a un proceso judicial), son un terreno importante para la investigación y el tratamiento, ya que empobrecen y limitan la sexualidad del sujeto y, en ocasiones, hasta ponen en peligro la vida y el placer del otro miembro de la pareja o la comunidad. Las parafilias se definen como “todo estado en el que la excitación sexual y la gratificación del individuo están supeditadas por entero a la fantasía recurrente de una experiencia sexual insólita que se convierte en el foco principal de la conducta sexual”. Estas pueden girar en torno a un objeto sexual (niños, animales, ropas u otros objetos) concreto o un acto sexual determinado (infligir dolor o recibirlo, realizar llamadas telefónicas obscenas, etc.).

La elaboración del edificio teórico que define lo que es la sexua-lidad y sus trastornos debe tener en cuenta, tanto los aspectos biológicos que en ellos se intercalan, como su base psicosocial, es decir, la personalidad del sujeto, para después desarrollar estrategias terapéuticas consecuentes con esas posiciones. Y es que el estudio de la sexualidad ha presentado hasta ahora dos problemas fundamentales: en primer lugar está el hecho de que el concepto sexualidad es una abstracción, lo que posibilita múltiples formas de ser conceptualizada; en segundo lugar, la atomización del cono-cimiento que de ella se posee, de ahí la necesidad de una formulación integral y sistemática.

Por último, en este libro aparecen inquietudes en estos tres grandes campos de trabajo de la sexualidad, transitando desde la normalidad, vista como una supuesta salud, hasta la enfermedad, polos no siempre tan claros de ver en la práctica clínica como en su disquisición teórica.

CAPÍTULO 1. La pareja actual. Realidades y desafíos

Para que la unión se mantenga más viva, es preciso luchar, eludir peligros, temblar un poco; las manos se estrechan más firmemente cuando están al borde del abismo.

Rene Kraus

Una de las inquietudes y problemáticas que más se presentan en la actualidad en cuanto a la sexualidad y las relaciones amorosas, son las referidas a la vida en pareja, sus conflictos y las preocupaciones que más inciden, lo que provoca, muchas veces, insatisfacción y displacer.

Antes de adentrarnos en un breve análisis de estos aspectos habría que preguntarse:

• ¿Podemos prescindir de vivir con pareja?

• ¿Cómo podemos enfrentar los cambios actuales y el reto de compartir nuestra vida con otro?

• ¿Vivir en pareja implica la pérdida de nuestro espacio como persona?

Muchos teóricos plantean que la pareja contemporánea está en crisis y que va a desaparecer. Para sustentar esto citan las altas tasas de divorcio, una menor frecuencia de lazos matrimoniales, la existencia de familias multiparentales que imponen nuevos códigos y sistema de relaciones, donde ya no son mamá y papá solamente, sino padrastro, madrastra, hijos e hijas de estos, quienes matizan las nuevas relaciones de la familia en general, unido todo a los clásicos conflictos de la pareja como los celos y la infidelidad, y nuevas situaciones como el temor a la intimidad emocional. Esto es real, pero no se puede a su vez negar que la mayoría de las personas continuamos viviendo con intensidad la necesidad del otro, de vivir en pareja, por lo cual es un proyecto que, según mi opinión y la de un grupo de especialistas, está cambiando, que impone nuevos códigos, valores, pero que no va a desaparecer, sino que se encuentra sujeto a modificaciones.

El ideal de los tiempos modernos en la constitución de una pareja “hasta que la muerte nos separe” y el mito de la “media naranja” han cambiado, dando lugar a una visión más realista del futuro del vínculo, y se ha convertido en un vínculo consensuado por un tiempo indeterminado entre dos personas que buscan relaciones sexuales en un marco afectivo de intimidad y compañerismo. Pero la objetividad no debe matar las ilusiones, no limitar nuestros proyectos como pareja, a un “tiempo”, pues esto puede ser un peligro que marca la relación.

Otro factor que se debe tener en cuenta es que las personas quieren “ser felices” aquí y ahora, y no se espera, lo cual provoca muchas veces que las parejas se separen, sin que siempre sea el momento adecuado de la ruptura, sino que todavía podrían resolverse conflictos y aspectos disarmónicos. Sin embargo, la tendencia a resolver la situación lo más rápido posible hace que no se marque un compás de espera ni se desarrollen estrategias para mejorar la relación.

Además, hasta hace muy poco el propósito de una pareja era unirse por amor con el fin de procrear y educar a los hijos; ahora, el intercambio afectivo y la satisfacción sexual constituyen el objetivo de la pareja contemporánea. La felicidad se busca en la pareja y está centrada en la vida de esta.

Muchas personas toleran la pérdida de la pasión y encuentran en la ternura y en la compañía suficiente justificación para continuar juntos. Para otras, cuando termina la pasión, termina la pareja. La valoración que tiene nuestro momento histórico de la sexualidad hace que el deseo erótico, el componente pasional, como signos de la felicidad y el disfrute en el vínculo de la pareja, tengan una importancia desconocida en otras épocas.

Anteriormente, el sujeto sacrificaba su felicidad por la conti-nuidad de la relación, mientras que cualquier pareja actual tiene la convicción de que los vínculos son disolubles. Si pensamos en el divorcio como enemigo de la pareja, solo vemos un lado de la situación, pues muchas veces es una institución que termina estimulando nuevas uniones. Si bien la sociedad actual apoya la estabilidad, también estimula el cambio de pareja cuando la actual es fuente de displacer, de infelicidad. Se privilegia la felicidad individual a la permanencia del vínculo.

Ahora, esta es la realidad, pero hay que tener en cuenta que todavía siguen influyendo los valores y juicios de lo que se esperaba fuera una buena pareja, por lo que en muchos casos hay contra-dicciones y un enfrentamiento de nuevos juicios morales y valores con los ya existentes.

Así, siguen influyendo fenómenos como los celos, que matizan de forma tan negativa la relación marcando inseguridad, desconfianza y minando, por lo general, la base del vínculo. Otro aspecto que cobra importancia en la actualidad es el tema de la infidelidad, tan antiguo como el propio desarrollo de la civilización y que ha sido objeto de diversas interpretaciones según la época, cultura o sociedad. Sin embargo, socialmente ha perdurado de manera general una mayor aceptación y tolerancia de la infidelidad masculina, percibiéndola como “algo normal” y como espacio de reafirmación de la masculinidad. Por su parte, las mujeres no han sido tan favorecidas y son valoradas con discriminación con respecto a lo realizado por los hombres. Lo que es evidente es que provoca en las parejas huellas y daños en los cuales deben trabajar muy unidos para solucionarlos.

La revolución sexual de los años sesenta posibilitó libertad para hablar de la sexualidad, para que se desarrollara a partir de ese momento una amplia y variada proliferación de estos temas, y se convirtiera en algo que ya nos resulta bastante cotidiano, ver a especialistas comentar en los medios de difusión masiva sobre diferentes aspectos de la sexualidad y la vida en pareja, así como una divulgación de literatura diversa sobre el tema, pero esto no ha resuelto la situación, a pesar de que se han conquistado espacios para reivindicar la posibilidad de abordar estas cuestiones.

Todo ello ha influido en el desarrollo de una mayor flexibilidad en las normas relacionadas con la vida en pareja, asociado a las relaciones prematrimoniales, el intercambio de parejas, el rescate del derecho al placer sexual de la mujer, rompiendo, además, valores antes institucionalizados como la virginidad, lo cual promueve que se siga poniendo en entredicho la necesidad de continuar la existencia de la pareja.

Otro elemento de crucial importancia es que cada día van desapareciendo más los límites rígidos entre los roles de género, por lo que ya se han ido flexibilizando los conceptos de lo que es privativo del espacio masculino o lo que es del femenino, al lograr la mujer ser cada vez más independiente desde el punto de vista económico y social, y liderar también en el espacio externo, además del clásico y privativo del hogar. Debido a ello, las parejas actuales rompen los cánones convencionales y muchas féminas se convierten en el soporte económico fundamental de las familias y, a veces, hasta el único, ocupando posiciones de liderazgo en el espacio profesional y social, rompiendo con lo esperado tradicionalmente, con aquello de que “una mujer busca pareja y matrimonio para lograr estabilidad y seguridad”.

También encontramos aspectos que, lejos de favorecer vínculos afectivos estables, inciden de manera negativa como es la sobrevaloración, para la selección de las parejas, de atributos físicos y económicos, por encima de los espirituales, que no se corresponden con lo que aspiramos sea la pareja de hoy. En investigaciones realizadas se ha encontrado que en nuestro país, un grupo importante de jóvenes y adolescentes dicen afrontar en su vida amorosa un debilitamiento de ciertos valores con respecto a esta, lo cual se evidencia —según ellos— en la proliferación de la promiscuidad, el cambio frecuente de pareja y la intensificación de la infidelidad. Otro de los problemas que de modo general señalan es la vivencia de insatisfacción con las relaciones amorosas, como una “crisis” afectiva ante la insuficiencia de amor, estabilidad y felicidad en el seno de la pareja y la tendencia a relaciones sexuales superficiales desprovistas de afecto. Los sujetos asocian estos aspectos a la inmadurez para afrontar la relación, producto de una educación insuficiente para la vida en pareja.

Responsables de muchas de estas dificultades somos nosotros los adultos, que desde el marco del hogar tenemos el deber de enseñar formas sanas y placenteras de la vida en pareja, y no dejar solo a las instituciones educativas y de salud esta tarea.

Otro aspecto que ha tenido un impacto importantísimo en la vida en pareja es la aparición de la pandemia del SIDA, que ha hecho que muchos hombres y mujeres revaloricen la importancia de una relación duradera, estable y segura, no solo en el círculo de los heterosexuales, sino también en los homosexuales.

El miedo a la intimidad emocional, al compromiso, lucha contra la necesidad de seguridad y afectividad que no se ha dejado de desear en su mayoría. Y es que en la actualidad existe una tendencia a sentir temor a mostrarnos tal como somos ante nuestra pareja y desarrollar la necesidad de construirnos una coraza de afectos en la relación, que logre defender nuestra individualidad. Esto se manifiesta en el miedo a sentirnos vulnerables ante el amor, a ser felices, a entregarnos por temor a la frustración; se ama con reservas, por pedazos.

A partir de todos estos factores que vienen desde lo interno y externo en el mundo de la pareja, hay un grupo de investigadores que plantean que está regresando una etapa en la cual se está volviendo a valorizar la pareja y una nueva monogamia, como una forma de enfrentar las profundas contradicciones y los peligros de una relación sin un vínculo afectivo y sexual estable y seguro. Entre ellos se encuentran autores como Lourdes Fernández que defienden la hipótesis de que “debilitados los resortes externos del vínculo amoroso (presiones económicas, sociales, jurídicas, religiosas, la censura férrea del divorcio, de la concepción y la sexualidad prematrimonial, entre otros), unido al cambio de valores con respecto al matrimonio, la vida en pareja y la familia, emerge el amor y la intimidad psicológica, como única condición para la durabilidad auténtica de la pareja, que hoy solo puede decidirse desde su interior”.

En mi criterio, tendrá que aparecer una pareja más flexible, que comparta espacios comunes en lo privado sin tantos esquematismos en los roles y que se luche por lograr una intimidad que favorezca el desarrollo de los dos miembros de la pareja, sin detrimento de la individualidad, donde los valores de amor, afecto y placer prevalezcan al compromiso, donde la sinceridad sea un arma crucial en esta cruzada.

Tenemos que trabajar como especialistas para ayudar a enseñar a vivir en pareja, en busca de una mejor comunicación, de disfrute no solo en el campo de lo erótico sexual (por supuesto, muy importante), sino, además, en el ámbito de lo afectivo, de rescatar el valor de lo íntimo, de fortalecer la pareja en su propia consistencia interna.

Todo eso hace que los estudiosos de estos temas coloquen la mirada con mayor detenimiento en el proceso intersubjetivo que discurre a lo interno de la pareja, en la participación de las subjetividades individuales en su configuración, así como en las particularidades subjetivas que subyacen en el comportamiento amoroso.

La importancia de la educación para la vida en pareja resulta evidente no solo por su repercusión individual, familiar y social, sino también por la exigencia que en lo psicológico presenta el vínculo en nuestros días si queremos que sobreviva en su sentido enriquecedor y de real autenticidad.

Por todo lo anterior, creo que en estos momentos la pareja sufre cambios drásticos y que una de nuestras misiones es ayudar a entender las transformaciones y transiciones.

Hay que valorar la importancia de la pareja como una institución a escala social y económica, unido a la significación que tiene para el individuo como parte de su crecimiento personal y social, y que contribuye a su vivencia de realización y satisfacción individual.

Selección de pareja. Para los gustos están hechos los colores

Tengo 30 años de edad y hace cuatro meses comencé una relación con un muchacho de 31, pero en realidad creo que lo hice porque estaba muy afectada por una relación que acababa de terminar. Realmente, este muchacho no me gusta, ni su físico ni su cuerpo, pero me trata con tanta dulzura que eso me hizo llegar hasta a acostarme con él. Cuando esto sucedió me di cuenta de que es la persona con la que mejor me he sentido sexualmente. Creo que lo quiero, pero no me enamoro de él, y salgo con él por pena porque no me gusta. Sé que actúo mal, pero él solo me gusta en el sexo y por lo bien que me trata, no quiero hacerle mal. No sé qué hacer porque él está muy enamorado de mí.

Estimada lectora:

Quisiera antes de analizar los conflictos que me planteas, hacer énfasis en tus propias observaciones: “comencé una relación con un muchacho de 31, pero en realidad creo que lo hice porque estaba muy afectada por una relación que acababa de terminar”.

Este punto que acabas de plantear es crucial, pues cuando uno termina una relación de la cual se siente dañada, lastimada, es muy difícil comenzar una nueva, además de que se produce un efecto peculiar que son valoraciones casi siempre como las siguientes: “no me voy a volver a enamorar”, “como ese hombre en mi vida no habrá otro”, etc., y es que hay un proceso de duelo, de restablecer la pérdida que se ha tenido y esto requiere un espacio de tiempo que no siempre es el mismo en todas las personas. En tu caso no te diste el tiempo necesario para hacer las valoraciones correctas y los juicios adecuados acerca de la nueva pareja.

Además, cuando se sufren pérdidas, desengaños, el sentimiento hacia una persona que te trate con dulzura, afecto, se puede confundir con la atracción o el enamoramiento: “Realmente este muchacho no me gusta ni su físico ni su cuerpo, pero me trata con tanta dulzura que eso me hizo llegar hasta a acostarme con él. Cuando esto sucedió me di cuenta de que es la persona con la que mejor me he sentido sexualmente”.

También, es necesario que te percates de la situación real en que te encuentras, pues si te sientes bien sexualmente con él, además de la ternura que te pueda aportar, algo de su físico te debe atraer, claro que esto no es lo mismo que enamorarse.

En el caso del ser humano, las relaciones entre el afecto y la sexualidad están muy ligadas. En algunos casos, la atracción y el interés sexual por otra persona acaba generando sentimientos afectivos positivos de ternura o enamoramiento, en otros, el interés sexual emerge de forma simultánea o posterior a afectos como el enamoramiento, la amistad, etc.: “Creo que lo quiero, pero no me enamoro de él, y salgo con él por pena porque no me gusta. Sé que actúo mal, pero él solo me gusta en el sexo y por lo bien que me trata, no quiero hacerle mal. No sé qué hacer porque él está muy enamorado de mí”.

Otro elemento importante que debes tener en cuenta, es no sentir culpa, pues él seguro conoce que acabas de terminar una relación y así todo asumió comenzar en ese momento, por lo que pueden hablar de lo que está ocurriendo, de que el amor se construye o que puede no ocurrir. Por supuesto, no son infrecuentes las relaciones sexuales sin afectos, incluso bastantes personas las consideran adecuadas si son bien aceptadas por quienes las practican, pero cultural y personalmente son casi siempre interpretadas como una situación de deficiencia.

De forma que si bien podemos decir que en la actualidad la asociación actividad sexual-matrimonio no es aceptada por amplias capas de la población, la asociación afecto-sexualidad es establecida de una u otra forma por la mayoría de las personas. Esta es especialmente fuerte en la mayor parte de las mujeres, mientras numerosos hombres, a pesar de reconocer como más ricas las relaciones acompañadas de afecto, valoran como positivas las relaciones sexuales aunque no vayan acompañadas de este. Un grupo minoritario de mujeres se involucran también en actividades sexuales no asociadas con afectos.

No es infrecuente tampoco que un miembro de la pareja acceda a las relaciones sexuales por motivos eróticos-afectivos (a veces incluso únicamente por afecto hacia quien le demanda la relación), mientras el otro lo hace solo por satisfacer necesidades sexuales más o menos disfrazadas, dando lugar muchas veces a conflictos entre las parejas, por lo que es necesario tener una comunicación adecuada.

Por todo lo anterior es imprescindible que se comuniquen entre ustedes en relación con las motivaciones de ambos acerca de la relación, sin culpas ni reproches.

Pero lo que es indudable es que la actividad sexual dentro del contexto de relaciones afectivas, especialmente si se trata de formas de enamoramiento fuertes, tiende a ser mucho más rica y placentera. La comunicación, la ternura, las caricias corporales no centradas únicamente en la genitalidad y la propia genitalidad, se hacen más frecuentes e intensas y adquieren un sentido nuevo en una relación donde prime el afecto.

Elección de una nueva pareja. Temor al cambio

Tengo 52 años y tuve una relación que duró alrededor de veinte años. Luego de terminar he tenido relaciones esporádicas y por corto tiempo. Ahora ha aparecido alguien en mi vida y, al parecer, estoy enamorado; pero tengo un temor horrible a tener otra relación y que no resulte duradera o que no logre mis aspiraciones como persona. Le he dado mucha vuelta al asunto y aunque parece que la otra persona se encuentra muy interesada en mantener esa relación, yo titubeo. No es que me encuentre inseguro en lo que al amor se refiere, pues no se me quita ni un momento del pensamiento, aun cuando estoy luchando por borrar la idea de amar.

Quisiera amar, mas interiormente me resisto a pensar que pueda aparecer alguien que me ame en estos momentos y le estoy creando a la otra persona problemas con mi inseguridad. ¿Es esto normal o simplemente es que estoy enfermo y debo consultar a un especialista?

Estimado lector:

En esta época denominada de la postmodernidad, una de las expresiones de conflicto en la formación de las parejas es, por un lado, el temor al compromiso, a convivir con otra persona, a establecer una intimidad emocional, y, por el otro, el temor a que no se cumplan nuestras expectativas de durabilidad y seguridad al iniciar una nueva relación.

En su caso, por lo que nos comenta, tuvo una relación estable durante casi veinte años, por lo que es normal que tener una nueva relación le inquiete, pensar si le ocurrirá lo mismo o si esta persona podrá acompañarlo para el resto de su vida.

Estos temores, denominados por algunos especialistas como temores o ideas irracionales, son bastante frecuentes en casos como el suyo y debe reflexionar sobre la importancia de esta nueva persona en su vida, si le gusta, si ve en ella aspectos en común con sus intereses y, si es así, debe decidirse, ya que si no prueba a comenzar la relación, no sabrá nunca si le irá bien o no.

La capacidad de amar no es específica de una etapa de la vida del individuo, por lo que siempre que haya vida, nos podemos volver a enamorar y este es uno de los sentimientos mejores del ser humano, por lo que decídase a disfrutarlo, con sus riesgos como todo en la vida, pero como dice mi colega, VALE LA PENA.

Tengo 15 años de casada y mi hijo tiene esa edad. Hace cuatro años mi esposo se dedicó a trabajar duro, por lo que se descuidó de mí, aunque yo siempre mantuve la comunicación con él. Le dije que nos estábamos distanciando mucho, él me dijo que tuviera paciencia que ya todo volvería a la normalidad, pero yo me di cuenta de que nunca me satisfizo sexualmente, yo no sabía lo que era llegar al orgasmo, y bueno yo me mantuve tranquila hasta que apareció un chico que se interesó mucho en mí. No sé cómo pasó, pero pasó, y ahora sé qué es llegar al orgasmo porque me hizo sentir lo que yo nunca había sentido. Mi esposo tiene eyaculación precoz y nunca quiso hacerse ver aunque yo se lo sugerí. Bueno, solo sé que me siento mal por todo y porque él es mucho menor que yo. Se que sufriré porque no tiene trabajo, solo estudia, y mi esposo sí tiene un negocio constituido, no me falta nada. Me siento desesperada, no sé a quién quiero.

Estimada lectora:

Como en otras preguntas que me han hecho, en su caso las problemáticas por las que me consulta no solo son sexuales, ya que se evidencia, por sus propias afirmaciones, que desde hace mucho tiempo sus relaciones de pareja no transitan por un período de armonía. Puede haber muchas causas para que una relación estable, sea un matrimonio legal o no, presente una crisis, entre las que se destacan un estrés mantenido por tensión laboral, en la búsqueda de recursos (como en el caso de su esposo), relaciones rutinarias, problemas económicos, nuevas relaciones amorosas, etc., y que además repercuten en cada relación de una forma muy particular.

En su caso no creo que la crisis que enfrenta con su pareja y la toma de decisiones, si mantener esta relación o comenzar una nueva, se deban solo a estas causas, sino que, como usted expresa, nunca se sintió sexualmente bien con su esposo, lo que, por supuesto, unido al distanciamiento emocional, crea un abismo en las relaciones muy difícil en ocasiones de salvar.

La elección relacionada con la pareja que va a seleccionar es muy personal y, como en todo cambio, implica ganar en algunos aspectos y perder en otros. No estoy completamente de acuerdo con su expresión: “me siento desesperada, no sé a quién quiero”, pues creo que usted sabe quién le gusta, de quién está enamorada, lo que, como es lógico, hay otros factores que se relacionan tales como la estabilidad de la pareja, el tiempo de permanencia juntos, la seguridad económica, etcétera.

Sé que la decisión que tiene que tomar es compleja, pero le repito, muy personal. Debe hacer una balanza entre lo más importante para usted, entre lo que más necesita, ya que son 15 años de su relación matrimonial, y concretar si se puede resolver o no, para tomar la decisión de permanecer o no con su esposo.

Tengo 22 años y, la verdad, en estos momentos de mi vida me cuestiono demasiado, ya que no sé qué hacer. Rápidamente redactaré mi problema. La verdad es que tengo un noviazgo hace siete años en el que nunca ha habido relaciones sexuales y en todo ese tiempo me di cuenta de que él me traicionaba, pero yo siempre le pasé esas faltas. Por otro lado, hace cinco años conocí a un chico que es lo mejor que me ha pasado en la vida, eso creo. Él tiene 22 años y nacimos el mismo día, algo muy raro, pero eso no es todo, nos enamoramos y no sé en qué momento pasó. La verdad es que le fui infiel a mi novio, porque este muchacho era atento, super especial, tierno. En todo ese tiempo les mentía a los dos y les decía lo mismo, pero la verdad, sentía una atracción tal por el segundo que hacíamos el amor por teléfono, además, era alguien que me respetaba demasiado, pero llegó un momento en el que el edificio no lo podía sostener más y tuve que dejar a este muchacho. Ahora él está super resentido porque yo no luché por el supuesto amor que existía entre los dos y ya no quiere nada conmigo. Continúo con mi novio, pero la verdad, no siento felicidad en mi vida porque a pesar de que él me respeta no siento el mismo entendimiento que sentía con aquel muchacho. Con mi novio he tenido algunos acercamientos, pero nunca llegamos a nada porque primero me da miedo y, segundo, porque no trata de emocionarme lo suficiente y es un poco tosco, en cambio, con aquel muchacho, las pocas caricias que nos dimos me hacían llegar al cielo, en todo nos entendíamos. Ya no sé qué hacer, en qué embrollo me metí. ¿Qué podría aconsejarme? ¿A quién amaré de verdad? ¿Me debo dar un tiempo? ¿A quién debo tener a mi lado? No sé qué hacer para organizar mi vida. Gracias, espero una pronta respuesta.

Estimada lectora:

Trataré de hacer contigo un grupo de reflexiones que lejos de darte soluciones te inviten a pensar realmente qué está ocurriendo.

En primer lugar, me llama la atención que a pesar de que llevas siete años de relaciones amorosas con tu novio, todavía sientes temor a continuar hacia una fase más íntima desde el punto de vista sexual y emocional. Esto es un elemento que tienes que considerar, pues, por lo que comentas, él no te prepara de la manera adecuada, ni es lo suficientemente afectivo, de aquí que el preámbulo amoroso y la dinámica de la relación se conviertan en disarmónicos y esto en el caso de las mujeres tiene una gran repercusión.

Además, entre ustedes no existe una relación de confianza y entrega, pues estás segura de que te es infiel, y en una pareja donde prime la desconfianza no puede generarse una verdadera entrega.

Creo que debes valorar por qué has podido mantener una relación paralela tanto tiempo, si con tu novio formal no te sientes bien, de aquí que debas pensar qué te limita a no tomar una decisión, pues estás convencida de tus sentimientos, vivencias y experiencias positivas con la otra relación. Es importante que te analices a ti misma y a lo que realmente temes, en qué te sientes presionada a mantener la relación con tu novio, a pesar de las dificultades que presentan.

Sería recomendable que además de analizar las características de tus dos parejas, te centres en ti misma y en las razones reales por las que evades tomar decisiones relacionadas con lo que más deseas y necesitas.

Los muros se levantan. Incomprensiones y conflictos con la pareja

Necesito un consejo de alguien que como usted conozca sobre temas de sexualidad. A modo de ilustración le diré que tuve una relación muy estresante que duró 14 años y al fin logré separarme del padre de mis hijos, el cual tiene, entre otras tantas cosas, el ser único hijo, mimado por los demás y con una vida doble, por así decirlo.

Pasado un tiempo me reencontré con mi primer novio con el cual sostuve relaciones en la juventud en dos ocasiones, y por tercera ocasión decidimos comenzarla, pero ya como pareja. Los primeros meses todo funcionaba muy bien, pero comenzó muy sutilmente a “sacar las uñas”, empezó a beber desenfrenadamente y, por consiguiente, cuando existía algo que no le gustaba las malas formas eran terribles. Así fue pasando el tiempo y cuando estábamos próximos a cumplir los seis años de relación un buen día recogí las cosas y me fui. Durante este tiempo no dejo de reconocer que a pesar de todo él seguía en mi mente, pero lo más difícil es que él no me dejó de buscar ni un solo instante, alegando que me quería. Hace ya tres meses reanudamos nuestra relación y muchas cosas han cambiado a partir de conversaciones y propuestas de cambio que nos hemos hecho, entre las que figuraba la bebida y sobre la cual no ha habido más problemas.

En nuestras relaciones íntimas no hemos tenido esos grandes problemas, pues a pesar de todo nos gustamos, independientemente de que para lograr una relación satisfactoria deba haber armonía, cosa que en nuestro caso no siempre existió, pero ahora yo estoy confrontando un serio problema. El tiempo que nos mantenemos en la casa juntos nos lo pasamos dándonos besos, nos acariciamos al pasar uno junto al otro y en juegos constantes, al acostarnos es cuando empieza el problema, pues en vez de desear hacer el amor tengo sueño o me siento cansada, él continúa gustándome como siempre, pero se ha dado cuenta de que algo me pasa, pues me disculpa y dice que él me entiende. Nunca me había sucedido esto, ya que él me gusta mucho y jamás he buscado razones para no tener relaciones. No sé si tenga que ver en esto la edad, pues tengo 43 años y he querido en cierto modo achacárselo a síntomas de la menopausia. Necesito su ayuda, no quisiera perder esta relación, aunque sé que el sexo no determina, sí influye, y esto quizás lo aburra, pues él es muy activo sexualmente y cuando al fin llegamos a tener sexo no tengo suficiente lubricación, cosa esta que le hace perder un poco de excitación.

Espero su respuesta lo antes posible por esta misma vía y le estaré por siempre muy agradecida, ya que he visto todos los programas de Pasaje a lo Desconocido en los cuales usted y la otra doctora (no recuerdo su nombre) han participado expresando sus opiniones y han sido maravillosos.

Estimada lectora:

El problema que usted presenta en sus relaciones sexuales se centra en dos aspectos: disminución de los deseos sexuales y de la lubricación.En su caso, teniendo en cuenta lo que nos comenta, me impresiona que esto pudiera deberse a dos causas fundamentales.

En primer lugar, sus experiencias amorosas, o sea, sus relaciones de pareja, no han sido armónicas, ya que, tanto en su primera relación, como en la actual, ha sufrido de violencia psicológica, decepciones, malestares y falta de comunicación, que son factores que matizan las vivencias de placer y afecto. Está comprobado que el estar sometido a relaciones de pareja estresantes durante un tiempo prolongado puede entorpecer el ambiente proclive a las relaciones sexuales y, por ende, disminuir los deseos, lo que a su vez provoca que la lubricación no sea la adecuada.

En segundo lugar, es común encontrar en mujeres que inician el proceso del climaterio, una disminución de la lubricación, lo que generalmente es interpretado por las féminas como que la sexualidad está llegando a su fin, y la mujer se centra en observar cómo es su respuesta sexual. Tal nivel de autoobservación acaba con la satisfacción y la persona llega incluso a evitar las relaciones sexuales. O sea, lo que comienza con una discreta disminución en la producción de estrógenos, se convierte en un conflicto de graves repercusiones personales, que afecta la autoestima y trasciende a las relaciones de pareja y sexuales.

Además, hay que tener en cuenta que en una relación de varios años puede ocurrir que se comiencen las relaciones sexuales sin tener deseo y solo se activa este después de un proceso de intimidad, donde el varón estimula a la pareja, y el procesamiento de los estímulos eróticos provocará excitación e inmediatamente aparecerá el deseo, conduciendo a una respuesta sexual satisfactoria.

En sentido general, creo que usted ha estado sometida a muchas situaciones de estrés producto de relaciones amorosas disfuncionales, lo que, unido a un posible inicio del climaterio, le está provocando síntomas de cansancio y disminución de los deseos, que pueden agudizarse si está sometida a otras situaciones de tensión (laboral, muchas tareas en el hogar, etc.) que producen un cuadro de agotamiento denominado astenia, aunque la pareja siga constituyendo un estimulo sexual efectivo. Además, el elemento de autoobservación que le referimos con anterioridad, el cual provoca que esté centrada en los resultados de su respuesta sexual y no en disfrutar la relación.

Es aconsejable en su caso que asista con su esposo a una consulta especializada de sexología para diagnosticar, con certeza, cuáles son las causas concretas de sus malestares y buscar vías para su solución.

Soy un joven de 28 años de edad, llevo nueve años con mi pareja, de ellos cuatro casado. Últimamente hemos venido presentando algunos problemas, como falta de entendimiento, lo que ha provocado que nos separemos. En realidad, ambos nos queremos, aunque ella me manifiesta que no de la misma forma que al principio, que yo he provocado esa pérdida, que no me comunico mucho con ella, que la celo demasiado, que no confió en ella. Últimamente estábamos que ella dormía para un lado y yo para el otro, llevábamos como seis meses sin hacer el amor. Quisiera mantener comunicación con usted para recibir consejos.

Estimado lector:

Uno de los problemas que provocan con más frecuencia el distanciamiento de las parejas y, a veces, hasta la separación, son los malos hábitos en la comunicación. Entender y aprender cómo comunicarnos de manera efectiva es esencial en el desarrollo de relaciones interpersonales y sexuales satisfactorias, pero cómo lo aprendemos es una de las problemáticas que debemos enfrentar. Frecuentemente somos capaces de identificar que tenemos dificultades para comunicarnos, pero cómo solucionarlas a veces depende de una ayuda especializada.