José Ingenieros
Hacia una Moral sin Dogmas
Lecciones sobre Emerson y el Eticismo
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tabla de contenidos
ADVERTENCIA
EMERSON Y SARMIENTO
1.—Un Moralista
2.—El Ambiente Puritano
3.—Channing y Emerson
4.—Decepción de la Moda Filosófica
5.—El Trascendentalismo
6.—Geografía Moral de los Estados Unidos
7.—Sarmiento y Horacio Mann
8.—La Vida en Concord
9.—Emerson y Sarmiento
ORIENTACIONES MORALES
1.—Una Ética sin Metafísica
2.—La Crítica de las Costumbres
3.—Necesidad de Caracteres Firmes
4.—No Conformismo y Obediencia
5.—Panteísmo
6.—Ética Naturalista
7.—El Optimismo y la Perfectibilidad
8.—La Confianza en Sí Mismo
9.—La Bella Necesidad
10.—Función Social Del no-Conformismo
LA ÉTICA SOCIAL
1.—Integración del Pensamiento Emersoniano
2.—La Autonomía de la Experiencia Moral
3.—Idealismo y Perfectibilidad
4.—El Dogmatismo Teológico Excluye la Perfectibilidad
5.—Valor Social de la Herejía
6.—Las Morales Independientes
7.—Insuficiencia de los Dogmas Racionales
8.—La Ética Social de las Iglesias Norteamericanas
9.—Su Influencia Sobre las Iglesias Inmigradas
10.—Ciencias Morales Sin Dogmatismo
11.—El Solidarismo
HACIA UNA MORAL SIN DOGMAS
1.—Independencia de la Moralidad
2.—Una Asociación Religiosa Libre
3.—Sociedades de Cultura Moral en Estados Unidos
4.—Algunos Antecedentes del Eticismo Inglés
5.—Las Iglesias Éticas
6.—El Culto Religioso de la Moralidad
7.—Espontaneidad y Evolución de la Moralidad
8.—Síntesis del Pensamiento Eticista
9.—El Porvenir del Eticismo
ADVERTENCIA
Estas
lecciones sobre
Emerson y el eticismo
fueron pronunciadas en junio de 1917 en la cátedra de Ética, del
profesor Rodolfo Rivarola.El
"Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras", ha tenido
la gentileza de presentarme una versión taquigráfica, exponiéndome
el deseo de editarlas; tan feliz circunstancia me permite salvar
esta
partícula de ese trabajo invisible en que todos los profesores
consumimos nuestra actividad. Para corresponder mejor al buen
deseo,
que también lo es mío, pues nunca he hablado a mis alumnos sobre
asuntos que no me interesan, he revisado el texto, reescribiéndolo
en parte,
festinantis calami,
e intercalando en él ciertos fragmentos a que sólo pude aludir por
la medida del tiempo.Algún
lector advertirá frecuentes paréntesis sobre temas incidentales;
todos los que hablamos sin poseer esa feliz memoria que constituye
el
secreto de los buenos improvisadores, estamos condenados a esos
imprevistos esparcimientos. Y al ver escrito lo que hablamos, nos
sorprende nuestra incapacidad de hablar como escribimos.Si
el lector es amigo, su simpatía dispensará esos tropiezos durante
la lectura y pasará por alto alguna imperfección del estilo, que
solamente es claro.Buenos
Aires, julio de 1917.
EMERSON Y SARMIENTO
1.
Un moralista.—2. El ambiente puritano.—3. Channing y Emerson.—4.
Decepción de la moda filosófica.—5. El trascendentalismo.—6.
Geografía moral de los Estados Unidos.—7. Sarmiento y Horacio
Mann.—8. La vida en Concord.—9. Emerson y Sarmiento.
1.—Un Moralista
Pueden
los hombres vivir en
tensión hacia una
moralidad cada vez menos imperfecta sin más brújula que los ideales
naturalmente derivados de la experiencia social? La humanidad
podrá
renovar indefinidamente sus aspiraciones éticas con independencia
de
todo imperativo dogmático? La extinción progresiva del temor a
las sanciones sobrenaturales eximirá a los hombres del cumplimiento
severo de sus deberes sociales?Someto
estas preguntas a la consideración de todos los jóvenes que me
escuchan. En los más, no lo ignoro, crece de día en día la
desconfianza frente a los dogmatismos tradicionales que el mundo
feudal legó a las sociedades modernas; y quiero, por eso mismo,
dilucidar esas preguntas con detenimiento, a fin de justificar esta
sentencia de Emerson que considero independiente de toda teoría o
sistema filosófico:
la soberanía de la moralidad
es un axioma de la vida social.Sois
antidogmáticos y os apruebo; he compartido siempre, como todo
hombre
que estudia incesantemente, vuestra actitud antidogmática. Todo lo
que sabemos, todo lo que anhelamos, puede ser superado por hombres
que estudien más y que sientan mejor. Adherir a un dogma, como
acostumbran los ignorantes y los holgazanes, implica negar la
posibilidad de perfeccionamientos infinitos.La
vida, las doctrinas y la acción social de Emerson, nos permitirán
comprender que la moralidad humana puede vivir sin la tutela de
dogma
alguno; más, aún, la subordinación de la moralidad a los dogmas
que suelen complicarla es un obstáculo constante al libre
desenvolvimiento de nuestra experiencia moral. El camino del error
no
es el que mejor conduce a la virtud.Con
las palabras finales de su expresivo ensayo sobre
La soberanía de la moralidad—palabras
vagas, es cierto, como suyas—Ralph Waldo Emerson sugiere, en pocas
líneas, el múltiple sentido místico y optimista, social y humano,
natural y panteísta, que en sus rebeldías de estudioso, en su
acción de reformador y en sus lirismos de poeta, nos permite
reconocer uno de los moralistas más intensos del siglo XIX.
Escuchadlas: "El hombre que se ha acostumbrado a mirar la
extrema variabilidad de su condición, a manejar con las propias
manos sus bienes, sus relaciones y sus opiniones, a remontarse
hasta
el principio de todas las cosas en busca de la Ley Moral, ese
hombre
ha eludido las asechanzas del escepticismo; cuanto hay de más
conmovedor y sublime en nuestras relaciones, en nuestra felicidad y
en nuestras desdichas, tiende realmente a elevamos hasta esa vida
excelsa, y, si es posible llamarla así, sobrehumana".Moralista
intenso, dijimos, aunque no creador: Emerson pertenece a la familia
de los hombres representativos, en el sentido más riguroso del
concepto; no es posible estimarlo sin conocer el medio sociológico
y
moral en que se desenvolvió. La simpatía que inspira no es
provocada solamente por sus escritos, sino por la acción de su vida
entera, actuante como una levadura de renovación moral en el
ambiente anglo-americano, a punto de persistir hasta hoy en la
orientación ética de su raza, perfeccionándose insesantemente,
algunas direcciones básicas por él impresas o representadas.Emerson,
más apóstol que doctrinario, no ha escrito página alguna que por
su rigor razonante nos evoque las luminosidades, a veces frías, de
un Spinoza o de un Kant; pero tal como fué, imaginativo y nebuloso,
supo condensar en sus palabras ese calor de metal candente que, en
todo tiempo, ha polarizado el misticismo de la especie humana,
concretando en innumerables afirmaciones positivas la secular
experiencia religiosa de la humanidad. Fué moralista porque intentó
salvar la moral del naufragio de los dogmas que la complicaban; fué
moralista porque infundió a toda una época la idea-fuerza del deber
humano, cuando vió apagarse la creencia supersticiosa del deber
sobrenatural; fué moralista—sobre todo—porque vivió en armonía
con los principios que tuvo por mejores. Sabéis que es la mayor de
las inmoralidades predicar a otros las virtudes que no se
practican,
según el risueño consejo de los teólogos: "haz lo que digo,
no lo que hago".Por
eso no está en la historia de las religiones el puesto de Emerson,
sino en la historia de la ética. Porque la característica
fundamental de su pensamiento, no obstante expresarlo en forma de
calurosos sermones, fué, precisamente, independizar la conciencia
moral de la humanidad de todo dogmatismo teológico, demostrando que
la moralidad, como fenómeno autónomo, es un resultado espontáneo
de la naturaleza y de la vida en sociedad. Sometida, como toda otra
experiencia, a un proceso de evolución incesante, la moral no puede
fijarse en las fórmulas muertas de ningún catecismo dogmático, ni
en los esquemas secos de ningún sistema apriorístico; se va
haciendo, deviene en la naturaleza misma, inevitablemente, y es el
estudio de la experiencia moral pasada lo que nos permite
comprender
la presente, como en ésta podemos entrever la del porvenir. Esa
doble condición de espontaneidad y de perfectibilidad, ajena a toda
fuerza extrínseca o sobrenatural, ilimitable por ningún precepto,
pone la moralidad en la cumbre de lo humano, la identifica con la
divinidad misma y permite mirar todo perfeccionamiento ético del
hombre como un paso hacia lo Divino, cuyas fuentes y suya esencia
ve
Emerson en el universo infinito: la Naturaleza.Por
estas palabras, en que he procurado dar una primera y aproximativa
impresión del pensamiento emersoniano,—que luego analizaremos y
miraremos fructificar,—fácil es advertir que su anhelo de
emancipar la ética del dogma le condujo a concebir una verdadera
religión natural de la moralidad, acentuadamente mística,
profundamente panteísta, fervorosa por acrecentar la bondad y la
dicha en el individuo y en la sociedad: concebidos, el uno y la
otra,
como instrumentos y fines, a la vez, de toda vida intensa y
ascendente.
2.—El Ambiente Puritano
El
emersonismo, sin conocer el ambiente moral en que floreció, es
difícil de comprender; no nos proponemos, en efecto, llegar a un
juicio literario sobre los escritos de un poeta, a un juicio lógico
sobre las doctrinas de un teorizador, ni siquiera a un juicio
filosófico sobre la magnitud de un esquema metafísico. Esos
aspectos varios de la crítica, unas veces más literarios y otras
más eruditos, no bastan, en mi sentir, para comprender el
significado de una nueva orientación de sentimientos sociales, que,
en el caso particular, me parece lo más fundamental del
emersonismo.
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