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"Has nacido para brillar" es una guía inspiradora que invita a los lectores a descubrir su propósito y a vivir con intención. A través de reflexiones sobre las diferentes etapas de la vida, Ezequiel Leandro Bertiche nos recuerda la importancia de conectar con nuestra luz interior y de compartirla con el mundo. Con un enfoque en la fe y la resiliencia, este libro es un llamado a vivir de manera consciente y plena, enfrentando los desafíos con una perspectiva positiva y transformadora.
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Seitenzahl: 62
Veröffentlichungsjahr: 2024
EZEQUIEL LEANDRO BERTICHE
Bertiche, Ezequiel Leandro Has nacido para brillar / Ezequiel Leandro Bertiche. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5461-1
1. Autoayuda. I. Título. CDD 158.1
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Introducción
El Nacimiento
La Niñez
La Adolescencia
La Juventud
La Adultez
La Vejez
La Vida
El Final De La Vida
FINAL
Biografía del autor
En memoria de mi madre Nancy Elba Herrera,
que estará siempre en mi corazón,
gracias por lo que dejaste en vida.
A menudo transitamos por la vida sin realmente saber quiénes somos, qué queremos o qué debemos hacer. Esperamos que alguien o algo nos indiquen el camino a seguir. Esta incertidumbre nos lleva a actuar sin pensar, sin vivir plenamente o disfrutar de lo que el destino nos ofrece. En nuestra rutina diaria, nos olvidamos de detenernos y reflexionar sobre nuestro propósito y nuestras verdaderas aspiraciones.
La vida pasa sin que lo notemos y al final, solo nos quedan los recuerdos de los momentos que hemos vivido. Cada instante perdido es una oportunidad que no se repetirá. Recuerdo una frase que alguien me dijo una vez: “vive cada momento con vibración de eternidad”. Esta simple, pero profunda verdad encierra el secreto de una vida plena. La vida es como un reloj que, mientras tenga energía, sigue su curso sin esperar a nadie, sin importar nuestras obligaciones, compromisos o situaciones. El tiempo avanza implacablemente, y nosotros debemos aprender a movernos con él.
Por eso, es crucial dar un paso a la vez y comprender el porqué y el para qué de cada uno de nuestros actos. Cada paso que damos debe tener un propósito claro y un significado profundo. No se trata solo de avanzar, sino de hacerlo con conciencia y dirección. Vivir con intención nos permite apreciar los pequeños momentos, encontrar alegría en las cosas simples y construir una vida que refleje nuestros valores y deseos más profundos.
A medida que avanzamos, es esencial también aprender a adaptarnos y ser flexibles. La vida nos presenta desafíos y cambios inesperados, y nuestra capacidad para ajustarnos a estas circunstancias define en gran medida nuestra felicidad y éxito. En lugar de ver estos desafíos como obstáculos, debemos verlos como oportunidades para crecer y aprender.
Vivir una vida plena significa también conectar con los demás. Nuestras relaciones y la forma en que interactuamos con el mundo enriquecen nuestra experiencia y nos proporcionan apoyo y alegría. Al compartir nuestras vidas con otros, encontramos un sentido de comunidad y pertenencia que nos fortalece y nos inspira.
En resumen, la vida es un viaje que debe ser vivido con plena conciencia y propósito. Cada momento es valioso, y cada paso que damos es una oportunidad para crecer y mejorar. Vivamos, pues, con intención, apreciando cada instante y buscando siempre ser la mejor versión de nosotros mismos.
Pero volvamos a lo que decía al principio: ¿para qué estamos en este mundo? ¿Lo sabes? ¿Cuál es tu propósito en esta vida? ¿Qué misión tienes? Son preguntas profundas que muchos evitan, llevando una existencia errante, sin una dirección clara en este mundo en el que están presentes de manera existencial, pero no vivencial.
Es fundamental comprender el propósito de nuestra existencia. Tal vez nuestra misión sea ayudar a otros que también se sienten perdidos a encontrar su camino. La vida a menudo se nos presenta como un desafío constante, llena de incertidumbre, ruidos y oscuridad. Enfrentamos muchas preguntas, dudas, miedos e inseguridades que pueden hacernos sentir solos y abatidos. Este estado de ánimo puede llevarnos a una existencia sombría, donde nos sentimos desanimados y a punto de rendirnos, como si la oscuridad estuviera ganando terreno y amenazara con arrebatarnos el sentido de nuestra existencia, nuestros deseos de vivir y las posibilidades de renacer.
Sin embargo, reconocer y enfrentar estos sentimientos es el primer paso para superarlos. La oscuridad y la confusión no son permanentes; son momentos transitorios que todos enfrentamos en algún punto de nuestras vidas. Encontrar nuestro propósito nos da la fuerza para sobrellevar estos momentos difíciles. Nos brinda la claridad y el impulso necesarios para resurgir, para encontrar nuevamente la alegría y la felicidad que todos buscamos.
Es crucial recordar que no estamos solos en esta lucha. Al conectarnos con los demás, compartiendo nuestras experiencias y apoyándonos mutuamente, podemos encontrar luz en los momentos más oscuros. A través de la empatía y la solidaridad, descubrimos que nuestras batallas no son únicas y que juntos, podamos encontrar sentido y propósito en nuestras vidas.
Preguntarse sobre el propósito de nuestra existencia no solo nos ayuda a encontrar nuestro camino, sino que también nos permite ser una luz para quienes están a nuestro alrededor. Aceptar y superar los desafíos de la vida nos da la oportunidad de crecer, de ser resilientes y de transformar nuestras vidas y las de los demás en una búsqueda constante de sentido, alegría y realización.
Lo importante es descubrir una luz que dé sentido a lo que somos, que proporcione respuestas a lo que debemos hacer. Esa luz nos allana el camino, nos permite ver claramente a dónde debemos ir y a quiénes debemos acompañar y guiar.
La vida me ha enseñado que somos como estrellas, reflejamos luz del sol. Ese sol que nos da tanto calor, tanta vida y tanta claridad, nos permite ver lo que somos y hacia dónde debemos caminar. Sin él, realmente no seríamos nada; de hecho, sin él no existiríamos. Ese sol simboliza a Dios, creador y padre. Debemos abrazar con rayos de amor y reflejar esa luz en otros, ayudándoles a ver con claridad su destino y misión. Todos nacemos para brillar. Desde nuestro nacimiento, cuando nuestras madres escuchan “has dado a luz”, se nos asigna una misión importante, aunque tal vez aún no lo sepamos, pero siempre somos luz.
No olvides que eres una ESTRELLA destinada a reflejar luz, la luz de la vida. Debes dejarte llenar por el calor y el amor de Dios y, de esa manera, transmitir esa luz a los demás. De ti depende cuán brillante será tu estrella. Imagina el cielo nocturno, lleno de estrellas, algunas más grandes y brillantes que otras. Depende de ti decidir qué tipo de estrella serás. Recuerda siempre que TÚ HAS NACIDO PARA BRILLAR.
Entender esta verdad nos impulsa a vivir con propósito y pasión. Al reconocer nuestra propia luz y su fuente, encontramos la fuerza para superar los desafíos y las incertidumbres de la vida. Esta luz interior nos guía en nuestros momentos más oscuros y nos ayuda a iluminar el camino de otros que también buscan su propósito.
Cada día nos brinda la oportunidad de reflejar más luz, de ser una fuente de inspiración y apoyo para quienes nos rodean. Al hacerlo, no solo iluminamos nuestras propias vidas, sino que también contribuimos a crear un mundo más brillante y esperanzador. Nuestra luz tiene el poder de transformar, de curar y de guiar. Al abrazar nuestra verdadera esencia como seres de luz, cumplimos con el propósito divino para el cual fuimos creados.
Recuerda, no importa cuán oscura pueda parecer la noche, siempre hay estrellas brillando en el firmamento, y tú eres una de ellas. Brilla con todo tu ser, comparte tu luz y ayuda a otros a descubrir su propio resplandor. Porque al final, todos hemos nacido para brillar y hacer del mundo un lugar más luminoso y lleno de amor.
Ustedes son la luz del mundo,
no la escondan y déjenla brillar
De modo que todos puedan verla…
Que el bien que ustedes hagan
Alumbre de tal manera, que
Los hombres reconozcan a Dios.
Mateo 5:16