Historia de un viaje de seis semanas - Mary Shelly - E-Book

Historia de un viaje de seis semanas E-Book

Mary Shelly

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Beschreibung

Mary Shelley, junto a su esposo Percy y su hermanastra Claire, realizó en 1814 y 1816 sendos viajes por el corazón de una Europa estremecida por el impacto de las guerras napoleónicas. Gran parte del segundo de ellos transcurrió en compañía de Lord Byron en las proximidades de Ginebra, y de él surgió Frankenstein, el relato que convertiría a Mary en un referente literario mundial. A su regreso a Inglaterra, Mary recopiló en un libro sus diarios y cartas sobre ambos viajes. Transcurridos ya casi dos siglos desde su publicación, el libro se nos presenta como un ejemplo arquetípico de la visión del mundo que desplegó el Romanticismo inglés, y de cómo esta visión sirvió para interpretar el cataclismo, calamitoso y liberador al mismo tiem�po, que la Europa continental vivió entre la Revolución Francesa y la definitiva derrota del Imperio napoleónico.

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HISTORIA

DE

UN VIAJE DE SEIS SEMANAS

A TRAVÉS DE

UNA PARTE DE FRANCIA, SUIZA, ALEMANIA Y HOLANDA

CON CARTAS DESCRIBIENDO

UN VIAJE A VELA ALREDEDOR DEL LAGO DE GINEBRA

Y LOS GLACIARES DE CHAMOUNI

por

MARY SHELLEY

Y

PERCY BYSSHE SHELLEY

Prólogo

Arturo Gonzalo Aizpiri

Mary Wollstonecraft Godwin, conocida como Mary Shelley, nació en Londres el 30 de agosto de 1797, en el seno de una familia de notable relevancia política e intelectual. Su padre, William Godwin, fue un influyente filósofo político, y su madre, Mary Wollstonecraft, que murió al darla a luz, tuvo notoriedad como viajera y filósofa feminista. Mary recibió de su padre una sólida educación liberal, y en 1814 inició una relación clandestina con uno de los discípulos de aquel, Percy Bysshe Shelley, quien estaba ya casado. Al tener conocimiento de esta relación, William Godwin se opuso firmemente, y ambos amantes, acompañados por Claire Clairmont, hermanastra de Mary, partieron en secreto hacia Francia el 28 de julio de 1814.

El trío viajó durante seis semanas, hasta el 13 de septiembre, a través de Francia, Suiza, Alemania y Holanda, debiendo regresar a Inglaterra al agotarse sus recursos financieros. Mary había vuelto del viaje embarazada, y dio a luz a un hijo que poco después murió.

En mayo de 1816, Mary, Percy y Claire, junto al segundo hijo de la pareja, regresaron al Continente para pasar los meses estivales con el poeta romántico Lord Byron en las cercanías de Ginebra. Su tiempo allí transcurrió entre excursiones por los alrededores, frecuentemente en bote, y largas veladas conversando y compartiendo lecturas, singularmenteJulia o la nueva Eloísa, de Rousseau, que tiene como escenario aquellos parajes, y cuentos alemanes de fantasmas. Estos últimos dieron pie a Byron a sugerir que cada uno de los miembros del grupo escribiera algún relato sobrenatural. Mary comenzó lo que, con el apoyo y la contribución de Percy, terminaría por convertirse en su obra más conocida:Frankenstein o el moderno Prometeo.

El trío regreso a Inglaterra en septiembre y poco después, tras la muerte de la primera mujer de Percy, este y Mary contrajeron matrimonio. Mary publicóHistoria de un viaje de seis semanasen noviembre de 1817 y, anónimamente,Frankensteinen enero de 1818.

El momento histórico

Los viajes de los Shelley al Continente tienen lugar en un momento trascendental. Tras retirarse de Rusia y Alemania, Napoleón debió hacer frente, a finales de 1813, a un ejército de casi un millón de hombres reunido por una coalición de potencias europeas formada por Prusia, Rusia, Austria, Suecia e Inglaterra. Napoleón fue derrotado y París cayó en manos de la coalición en marzo de 1814, pocos meses antes de la llegada de nuestros viajeros. Durante su recorrido por Francia estos encuentran por todas partes evidencias de la devastación producida por la guerra, en especial por los cosacos rusos, quienes exhibieron una extraordinaria barbarie y crueldad que Mary relató con especial espanto, manifestando un fuerte sentimiento antibelicista.

Tras el final del primer viaje y el regreso de los Shelley a Inglaterra se produce el retorno de Napoleón al poder, el llamado periodo de los Cien Días, y la derrota francesa en Waterloo en 1815 a manos de Wellington y von Blücher, que da lugar a la restauración monárquica en Francia y al establecimiento de una suerte de protectorado británico. La hostilidad que esto produce entre los franceses es rápidamente percibida por los viajeros cuando regresan al país en 1816.

Estos sucesos tienen lugar mientras las llamas de la Revolución Francesa y de la Ilustración siguen prendidas en muchos rincones y pueblos de Europa, singularmente, para lo que ahora nos ocupa, en Suiza, donde la figura de Rousseau goza de un hondo aprecio. Mary se hace reiteradamente eco de tales ideales, mostrando una adhesión tan rotunda como lírica y romántica hacia la causa de la libertad. Con frecuencia contrapone las virtudes republicanas al autoritarismo monárquico, y no deja de lamentar el apoyo de Inglaterra a lo que ella considera una restauración de la tiranía en Francia.

Los viajeros románticos

Los trayectos seguidos por los viajeros (ver mapa) les permiten, tras el Los trayectos seguidos por los viajeros (ver mapa) les permiten, tras el cierre del acceso al continente que la época napoleónica había supuesto para los británicos, obtener una impresión de primera mano de la situación de Europa tras uno de los periodos más turbulentos de su historia. Y esto lo hacen a través de la lente de los valores y prejuicios de su tiempo, su nacionalidad y su condición. Mary, Percy y Claire son británicos, liberales y románticos, y ven e interpretan lo que encuentran a su paso a través de un prisma con tales aristas.

Lo anterior tiene su primera expresión en la rápida consolidación de tópicos (por no decir prejuicios) nacionales. Los franceses son vivaces y atractivos, pero sucios, poco confiables y arrogantes. Los suizos son limpios y puntuales, pero cortos de entendederas, algo mansos y dados al puritanismo. Los alemanes son toscos y bárbaros, fuman demasiado y son descorteses con los viajeros. Los holandeses son limpios pero timoratos. Hay entre todos ellos una profunda línea divisoria por motivos de religión. Los católicos se dejan gobernar autoritariamente y son sucios, descuidados y corruptos. Los protestantes favorecen instituciones republicanas, son aseados y cumplidores de las normas. Los británicos quedan, desde luego, por encima de todos ellos, aunque su excesiva rigidez social es algo que, por contraste, queda en evidencia, en particular en la forma de comportarse de las clases populares.

El interés de los Shelley por las gentes y la historia de los territorios que atraviesan se dirige también a las cuestiones políticas y literarias del momento y, de forma cada vez más acentuada a medida que avanza la obra, a la descripción del paisaje que van conociendo, hasta llegar a una suerte de comunión mística con los Alpes y su coloso principal, el Mont Blanc, que sirve de objeto al poema que cierra el libro. El latido romántico domina aquí por entero el relato: la naturaleza adquiere una dimensión casi divina, que empequeñece a los seres humanos hasta ofrecerles solo dos vías de redención: la lucha por la libertad y la búsqueda de la belleza a través de la poesía y el amor. La obra alcanza en estos fragmentos, indiscutiblemente, su cima literaria.

La obra

Historia de un viaje de seis semanasconsta de un diario de viaje, cuatro cartas y el ya citado poemaMont Blanc, escrito por Percy Shelley. Con excepción de este y las dos últimas cartas, el texto fue escrito y revisado principalmente por Mary, aunque inicialmente se publicó atribuyendo la autoría a Percy en 1817. No fue un éxito de ventas, pero obtuvo críticas favorables, que Mary hizo notar a su editor cuando en 1840 le propuso la publicación de una nueva obra de viajes que nunca llegó a ver la luz.

Percy Shelley murió ahogado en 1822 y, sorprendentemente, el padre de este prohibió a Mary escribir una biografía del poeta. Ella dedicó entonces sus esfuerzos a la edición de las obras completas de Percy, incluyendo una reedición de laHistoria de un viaje de seis semanas, en 1840, que Mary consideraba una «parte de la vida» de su difunto marido, aunque no fuera su autor principal. Posteriormente, en 1845, Mary publicó una nueva edición de laHistoriaen un único volumen, basado en la de 1840.

Transcurridos ya casi dos siglos desde su publicación, el libro se nos presenta como un ejemplo arquetípico de la visión del mundo que desplegó el Romanticismo inglés, y de cómo esta visión sirvió para interpretar el cataclismo, calamitoso y liberador al mismo tiempo, que la Europa continental vivió entre la Revolución Francesa y la definitiva derrota del Imperio napoleónico. Mary y Percy Shelley nos proporcionan, tal y como señala el título y el propósito de esta colección, un periscopio para ubicarnos de pronto en el corazón del escenario de aquellos acontecimientos, y lo hace con una altura literaria y una riqueza intelectual extraordinarias.Historia de un viaje de seis semanasno solo nos proporciona un documento histórico incomparable, sino también una lectura deliciosa y una mirada íntima, como a través del ojo de una cerradura, a la vida de algunas de las figuras más significadas del movimiento romántico.

Criterios de traducción y edición

Esta edición, la primera en español, está basada en la original de 1817. Se ha conservado el prefacio original escrito por Percy Shelley, y los criterios de identificación de personajes y encabezamiento de capítulos. Se han incluido notas al pie solo en aquellos casos en que resultaba necesario para interpretar la referencia a sucesos o personajes que en aquel tiempo eran de común conocimiento, pero que hoy resultan poco explícitos. Tanto para dichas notas como para esta introducción, Wikipedia ha servido de valiosa ayuda.

La traducción se ha ajustado también, en la medida de lo posible, a los criterios originales de los autores. Se ha conservado generalmente la puntuación anglosajona, y los criterios, no siempre coherentes a lo largo de la obra, de uso de entrecomillados y cursivas. Las palabras sueltas y frases completas en francés se han reproducido literalmente, tal y como aparecen en el original. Sólo en los casos más conocidos (Ginebra, Lausana, Maguncia, Rin, Ródano) se han reflejado en español los topónimos franceses y alemanes.

En las cartas, hemos elegido el tuteo cuando los autores se dirigen a los destinatarios, por el alto grado de intimidad que parece existir entre ellos.

Mi agradecimiento a Jaime Alejandre por su valiosa colaboración en la revisión de la edición y por la traducción de los fragmentos en francés.

Arturo Gonzalo Aizpiri

Madrid, agosto de 2013

PREFACIO

Nada puede ser menos pretencioso que este pequeño volumen. Contiene el relato de algunas visitas circunstanciales por parte de un grupo de jóvenes a parajes que ahora resultan tan familiares a nuestros compatriotas, que pocos hechos relativos a ellos puede esperarse que les hayan pasado por alto a los mucho más experimentados y precisos observadores que han dado sus diarios a la prensa. De hecho, los autores han hecho poco más que poner en orden el escaso material que un imperfecto diario, junto a dos o tres cartas a sus amigos de Inglaterra, permitían. Lamentan, puesto que su pequeña historia va a ser puesta en manos del público, que tales materiales no fueran más copiosos y completos. Se trata de un justo motivo de censura para aquellos menos inclinados al deleite que a la condena. Aquellos cuya juventud se ha pasado (no importa con cuánto éxito) persiguiendo, como la golondrina, el verano inconstante de gozo y belleza que sirve de atavío a este mundo visible, acaso encuentren algún entretenimiento en seguir a la autora, junto a su marido y hermana, a pie, a través de parte de Francia y Suiza, y en navegar con ella corriente abajo por el Rin flanqueado de castillos, a través de parajes hermosos por sí mismos, pero que, desde que ella los visitara, un gran Poeta ha vestido con la lozanía de una naturaleza divina. Estarán interesados en recibir noticia de alguien que ha visitado Mellerie[1], y Clarens, y Chillon, y Vevai[2] lugares clásicos, habitados con la tierna y gloriosa imaginación del presente y el pasado.

Acaso nunca hayan hablado ellos con alguien que ha contemplado en el entusiasmo de la juventud los glaciares, y los lagos, y los bosques, y los manantiales de los poderosos Alpes. Y tal vez disculpen las imperfecciones de la narración por la simpatía que puedan suscitar las aventuras y los sentimientos de que da cuenta, y una cierta curiosidad ante paisajes ya reconocidos como interesantes e ilustres.

El Poema, tituladoMont Blanc, fue escrito por el autor de las dos cartas escritas desde Chamouni[3] y Vevai. Fue compuesto bajo la inmediata impresión de los hondos y poderosos sentimientos suscitados por los objetos que intenta describir; y en tanto que indisciplinado desbordamiento del alma, hace descansar su pretensión de aprobación en el intento de imitar la indomable fiereza e inaccesible solemnidad de la que brotaron tales sentimientos.

_______________________________

Hace ahora casi tres años desde que este Viaje tuvo lugar, y el diario que llevé entonces no resultó muy copioso; pero con tanta frecuencia he hablado sobre los incidentes que nos acontecieron, e intentado describir el paisaje a través del cual pasamos, que creo que serán omitidos pocos sucesos de interés.

Partimos de Londres el 28 de julio de 1814, en el día más caluroso que se haya conocido en muchos años por estos pagos. No soy una buena viajera, y calor tal me produjo un serio malestar, hasta que, al llegar a Dover, me refresqué con un baño de mar. Como teníamos un gran anhelo por cruzar el canal con la mayor rapidez posible, no pudimos esperar al paquebote del día siguiente (siendo entonces en torno a las cuatro de la tarde) y alquilamos un pequeño bote, resueltos a realizar la travesía esa misma tarde, ante la promesa del patrón de llevarla a efecto en dos horas.

El atardecer fue de una extraordinaria belleza; soplaba un viento muy ligero, y las velas se ondulaban bajo la desmayada brisa: se alzó la luna y llegó la noche, y con ella un oleaje lento y pesado, y una brisa fresca, que pronto produjeron una mar tan violenta como para agitar el bote con furia. Sufrí un mareo espantoso, y como suele ocurrirme en tal circunstancia, dormí durante gran parte de la noche, tan sólo despertando de tanto en cuanto para preguntar dónde nos encontrábamos, y recibir la misma descorazonada respuesta cada vez: “A algo menos de mitad de camino”.

El viento era contrario y violento; en caso de no poder alcanzar Calais, los marineros proponían dirigirnos a Boulogne. Nos aseguraron que sólo nos separaban de la costa dos horas de navegación, pero transcurrió hora tras hora, y seguíamos a gran distancia, hasta que la luna se hundió en el horizonte, rojo y tormentoso, y el relámpago repentino palideció ante el nuevo día.