Historia y mitología de las 88 constelaciones - Eladio L. Miranda Batlle - E-Book

Historia y mitología de las 88 constelaciones E-Book

Eladio L. Miranda Batlle

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Beschreibung

Exhaustivo estudio de las constelaciones que actualmente conforman nuestro cielo y las diversas interpretaciones de su formación, dotado del rigor científico necesario, sobre la base de las observaciones realizadas a lo largo de la historia y los mitos asociados con algunas de ellas. Pormenoriza el análisis de las constelaciones de hoy, lo cual facilita su estudio por especialistas de la materia, teniendo en cuenta la mitología asociada con cada procedencia; las estrellas principales que la forman, la historia de sus nombres y las características físicas de estas. La obra está profusamente ilustrada con la imagen de cada constelación, representando el nombre de las constelaciones más recientes; así como un mapa celeste con la distribución de las estrellas asociadas con cada una. Texto de consulta para los versados en Astronomía, aficionados al tema y lector en general.

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Seitenzahl: 444

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Edición: Lic. María Luisa Acosta Hernández

Diseño de cubiertaeinterior: Seidel González Vázquez (6del)

Corrección: Lic. Carlos A. Andino Rodríguez

Composición: Irina Borrero KindelánConversión a e-book: Amarelis González La O

© Eladio L. Miranda Batlle, 2019 © Sobre la presente edición, Editorial Científico-Técnica, 2022

ISBN 9789590512629

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO

Editorial Científico-Técnica

Calle 14 no. 4104, e/ 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba

[email protected]

www.nuevomilenio.cult.cu

Índice de contenido
Historia y Mitología de las 88 constelaciones
Página Legal
Índice
Agradecimientos
Prólogo
Abreviaturas
Introducción
Movimiento aparente de los objetos celestes
Historiade las primeras constelaciones
Constelaciones en el Paleolítico y el Neolítico
Constelaciones y sumerios
Constelaciones en Mesopotamia
Tablas Mul-Apin
Constelaciones y egipcios
Constelaciones en el período Helénico
Constelaciones en la Edad Moderna
Constelaciones en Mesoamérica
Incas
Aztecas
Mayas
Constelaciones en la Edad Contemporánea
Zodiaco
Zodiaco árabe
Zodiaco chino
Zodiaco hindú (nakshatras)
Astrología
Constelaciones actuales
Andromeda
Estrellas principales
Antlia
Estrellas principales
Apus
Estrellas principales
Aquarius
Estrellas principales
Aquila
Estrellas principales
Ara
Estrellas principales
Aries
Estrellas principales
Auriga
Estrellas principales
Boötes
Fenómenos
Estrellas principales
Caelum
Estrellas principales
Camelopardalis
Estrellas principales
Cancer
Estrellas principales
Canes Venatici
Estrellas principales
Canis Major
Estrellas principales
Canis Minor
Estrellas principales
Capricornus
Estrellas principales
Carina
Estrellas principales
Cassiopeia
Estrellas principales
Centaurus
Estrellas principales
Cepheus
Estrellas Principales
Cetus
Estrellas principales
Chamaeleon
Estrellas principales
Circinus
Estrellas principales
Columba
Estrellas principales
Coma Berenices
Estrellas principales
Corona Australis
Estrellas principales
Corona Borealis
Estrellas principales
Corvus
Estrellas principales
Crater
Estrellas principales
Crux
Estrellas Principales
Cygnus
Estrellas principales
Delphinus
Estrellas principales
Dorado
Estrellas principales
Draco
Estrellas principales
Equuleus
Estrellas principales
Eridanus
Estrellas principales
Fornax
Estrellas principales
Gemini
Estrellas principales
Grus
Estrellas principales
Hercules
Horologium
Estrellas principales
Hydra
Estrellas principales
Hydrus
Estrellas principales
Indus
Estrellas principales
Lacerta
Estrellas principales
Leo
Estrellas principales
Leo Minor
Estrellas principales
Lepus
Estrellas principales
Libra
Estrellas principales
Lupus
Estrellas principales
Lynx
Estrellas principales
Lyra
Estrellas principales
Mensa
Estrellas principales
Microscopium
Estrellas principales
Monoceros
Estrellas principales
Musca
Estrellas principales
Norma
Estrellas principales
Octans
Estrellas principales
Ophiuchus
Estrellas principales
Orion
Estrellas principales:
Pavo
Estrellas principales
Pegasus
Estrellas principales
Perseus
Estrellas principales
Phoenix
Estrellas principales
Pictor
Estrellas principales
Pisces
Estrellas principales
Piscis Austrinus
Estrellas principales
Puppis
Estrellas principales
Pyxis
Estrellas principales
Reticulum
Estrellas principales
Sagitta
Estrellas principales
Sagittarius
Estrellas principales
Scorpius
Estrellas principales
Sculptor
Estrellas principales
Scutum
Estrellas principales
Serpens
Estrellas principales
Sextans
Estrellas principales
Taurus
Mitología de las Pléyades
Mitología de las Híades
Estrellas principales
Telescopium
Estrellas principales
Triangulum
Estrellas principales
Triangulum Australe
Tucana
Estrellas principales
Ursa Major
Estrellas principales
Ursa Minor
Estrellas principales
Vela
Estrellas principales
Virgo
Estrellas principales
Volans
Estrellas principales
Vulpecula
Estrellas principales
Catálogo Messier
Glosario de nombres mitológicos, dioses y reyes de la antigüedad
A
B
C
D
E
F
G
H
I
J
K
L
M
N
O
P
Q
R
S
T
V
Y
Z
Bibliografía
Sitios en Internet
Otros sitios consultados
Ilustraciones
Datos de autor

Agradecimientos

Agradezco a muchas personas que han contribuido para la realización de este libro:

A mi madre que me inculcó con su ejemplo, desde pequeño, el hábito de la lectura. A todos los amigos aficionados a la Astronomía, de los cuales tomé su pasión desinteresada por el estudio de esta rama de la ciencia.

Al geofísico, investigador, escritor y amigo Bruno Henríquez Pérez, quien un buen día me dijo: atrévete a escribir un libro.

A mi esposa y mi hijo, que tienen la insospechada capacidad de oír mis historias sobre el cosmos, día tras día, sin asomo de tedio.

Y en la Editorial Científico-Técnica, a la especialista principal, Miriam Raya, por acoger este texto, y la paciente editora, María Luisa Acosta Hernández, por soplar velas, no precisamente las de la nave Argos que salió en busca del vellocino de oro, pero sí las que hicieron posible que este libro esté hoy en tus manos.

PRÓLOGO

Donde yo encuentro poesía mayor es en los libros de ciencia.

José Martí

El cielo estrellado ha sido, es y será fuente de inspiración para poetas y científicos. Conocer sobre su significado, su historia y cómo lo representa la mente humana es a la vez una necesidad, un misterio y un placer.

Al leer este libro dedicado a la historia y la mitología de las 88 constelaciones en que se ha decidido agrupar las estrellas visibles del firmamento, he sentido la satisfacción de quien descubre cosas nuevas, y encuentra algunas ya conocidas presentadas desde otro ángulo atractivo y esclarecedor.

Agradezco a su autor, Eladio L. Miranda Batlle, amigo y colega en el mundo de la divulgación de la ciencia, que me haya confiado la presentación de esta obra, la cual recomiendo como una lectura amena, rigurosa y necesaria para el conocimiento del firmamento y el universo.

Aunque existen innumerables textos que hablan sobre las constelaciones, con este trabajo Eladio pretende recopilar en un solo volumen, de manera concisa y clara, las 88 constelaciones actuales que configuran nuestro cielo y los comentarios de su formación mediante las observaciones a lo largo de la historia y los mitos.

Está escrito de m anera sencilla y amena, para que sea de fácil comprensión por el público en general, aunque no sean precisamente especialistas en astronomía. A la vez tiene todo el rigor científico necesario para satisfacer a los especialistas, por lo que también puede ser un texto de consulta para todos los interesados.

En los primeros capítulos se hace un viaje a través del tiempo, para conocer cómo nombraban las antiguas civilizaciones a las constelaciones y cómo reflejaban en ellas sus vivencias, creencias y conocimientos; además, se muestran las historias que les fueron asociadas.

En los capítulos posteriores se detalla cada una de las 88 constelaciones aceptadas por la Unión Astronómica Internacional, mostrando las principales estrellas que la componen. Del mismo modo nombran los objetos principales de cielo profundo, ya sean nebulosas, galaxias, planetas extrasolares u objetos Messier que hallan en su zona.

En el cielo, en las constelaciones y los nombres de las estrellas están las palabras de lenguas modernas y antiguas, los pensamientos de diferentes épocas se proyectaron en las formas que se veían entre las estrellas.

Desde seres mitológicos y personajes históricos hasta instrumentos de navegación e industriales, por eso en el cielo se pueden observar los más variados objetos como en un bazar. Aquí se trata de las figuras que se forman en nuestra mente y reflejamos en el firmamento, cuando observamos las estrellas fijas, en la noche, para poder localizarlas, conocerlas, así como proyectar en ellas nuestra curiosidad, nuestros anhelos y temores. Los dibujos de las constelaciones y las propias estrellas desaparecen con el día cuando la estrella más cercana, el Sol, esparce su luz en la atmósfera.

Eladio ha preparado una obra que nos permite conocer el cielo visible, los patrones de las estrellas que no cambian mientras se deslizan en el cielo nocturno durante del año.

Es una lectura necesaria para todos, tanto para los que ven en el cielo la manifestación de la materia o una obra divina, como para quienes lo ven con los ojos de la ciencia o de alguna creencia religiosa, mágica o mística. Es la descripción de lo que perciben nuestros ojos y de los nombres que se le han puesto a lo largo de la historia. Es una recopilación detallada de aspectos que enriquecen nuestra cultura.

Nos cuenta en el libro la historia de esos nombres y las interpretaciones que le dieron los antiguos. También lo que la ciencia ha descubierto al escrutar el firmamento con las más variadas tecnologías, esas que han permitido conocer las distancias hasta las estrellas (diferente a aquella suposición de las esferas concéntricas donde se sostenían las estrellas); su edad, cómo se formaron y cuál será su futuro; de qué están hechas y cuáles son los secretos que guardaban esas constelaciones en objetos y fenómenos, cuya luz no es visible para el ojo desnudo.

Presenta la historia de las constelaciones desde el mundo antiguo hasta la Lista Oficial de la Unión Astronómica Internacional, elaborada entre los años 1928 y 1930, cuando se estableció por consenso que fueran solo 88 las constelaciones “oficiales”.

Hoy los astrónomos profesionales usan como referencia las coordenadas celestes de los cuerpos en estudio, más que su ubicación en las constelaciones, pero entre los astrónomos aficionados, los medios de comunicación y la cultura en general, la referencia a las constelaciones es más popular y aceptada.

Las constelaciones son un producto de la imaginación humana, al asociar las estrellas en grupos que se ven en el firmamento, las cuales aparecen como inmóviles por las grandes distancias que las separan de nosotros y que forman dibujos caprichosos que recuerdan objetos familiares o personajes de la vida, o las leyendas.

En cualquier dirección que se mire, en el firmamento hay estrellas, aparentemente fijas (formando patrones fijos), pero que rotan alrededor de un eje celeste que apunta al norte. Esta rotación de las estrellas en el cielo obedece primero a la rotación de la Tierra y su cambio a lo largo del año al desplazamiento de la Tierra en su órbita. A partir de este fenómeno, la imaginación humana ha hecho el resto, desde las antiguas leyendas y creencias astrológicas hasta las teorías científicas de todos los tiempos. Pero nos recuerda que todos los cambios y las formas no están allá a lo lejos, sino en nuestra cabeza, en nuestra cultura.

Este libro nos trae una mirada al cielo desde el punto de vista de la ciencia, algo tan necesario y escaso en las ofertas de los libros que llenan los estantes de nuestras librerías.

Eladio, quien lleva muchos años estudiando y divulgando la ciencia, en especial los temas relacionados con la Astronomía y la Astronáutica, expone en esta obra una presentación detallada de las características de las constelaciones que se pueden observar en el cielo, detalles de su historia por diferentes civilizaciones, ilustraciones clásicas realizadas por artistas, mapas celestes de su ubicación con las característica de las estrellas y nebulosas más notables en cada caso, así como fotografías de los objetos pertenecientes al espacio profundo de gran interés y que no pueden ser apreciados a simple vista, pero que están ahí en las áreas de las constelaciones en cuestión. También nos comenta acerca de aquellos planetas extrasolares descubiertos alrededor de diferentes estrellas y en qué parte del cielo se encuentran.

Es un libro de ciencia que se agradece y es necesario en nuestra cultura, es a la vez un texto para leer con detenimiento, un manual de referencia, un aclarador de dudas y una fuente de temas que no por antiguos dejan de ser novedosos y nos sirven para disfrutar, tanto en la soledad y la observación del firmamento como para compartir con otras personas.

Bruno Henríquez

La Habana, 2018

ABREvIaTURAS

a. C.: Antes de Cristo.

a. l.: Años luz.

a. n. e.: Antes de nuestra era (acrónimo de a. C.).

A. R.: Ascensión Recta.

Dec.: Declinación.

d. n. e.: De nuestra era.

h m s: Hora, minuto, segundo.

K: Kelvin.

Mag.: Magnitud.

Mag. abs.: Magnitud absoluta.

NGC: New General Catalogue.

IC: Index Catalogue.

UA: Unidad Astronómica.

UGC: Uppsala General Catalogue.

Introducción

Mirar al cielo en una noche estrellada fuera de la ciudad, puede convertirse en una experiencia sobreacogedora para todos, seamos o no aficionados a la Astronomía. Cualquiera de nosotros podría formar diferentes figuras geométricas con las estrellas que observamos; sin duda, esa misma experiencia la desarrollaron nuestros antepasados, cuya visión del cielo debió ser mucho más espectacular que la que hoy podemos observar en nuestros cielos contaminados, debido a la luz de las ciudades y el smog que genera nuestra civilización. Estas agrupaciones que podríamos formar en el cielo se llaman constelaciones, las cuales toman su nombre de figuras mitológicas, religiosas, animales, objetos, etcétera.

Casi todas las constelaciones llevan asociada una leyenda correspondiente a diferentes mitologías, llenas de fábulas y de historias. Otras, nombradas recientemente, toman su nombre de objetos más contemporáneos y están exentas de historias o leyendas grecolatinas. Basta con mirar unos cuantos libros de Astronomía relacionados con el tema, para comprobar la cantidad de mitos asociados con cada constelación, muchos de ellos incongruentes unos con otros. Eso da como resultado que muchos autores se copien entre ellos sin verificar de dónde salieron las leyendas o mitos, de los cuales muchos fueron trasmitidos de forma oral con las consecuentes divergencias.

Las constelaciones son agrupaciones estelares relacionadas entre sí de modo arbitrario. Puesto que en el cielo lo único que vemos es una proyección de todos los astros, las estrellas que se encuentran próximas en la bóveda del cielo formando una constelación, en realidad están separadas entre sí a distancias que pueden ser enormes. Algunas estrellas de una constelación pueden estar relativamente próximas a la Tierra, mientras que otras pueden estar alejadas cientos de millones de kilómetros.

Es difícil, para cualquier persona, delimitar correctamente las constelaciones sin emplear los mapas celestes que aparecen en los libros y revistas.

Si tenemos la paciencia de observar las estrellas varias noches seguidas, veremos que las estrellas no se mueven unas con respecto a las otras; en cambio como grupo, recorren la bóveda celeste de este a oeste; así es frecuente oír que Orión es una “constelación de invierno para el hemisferio norte y de verano para el hemisferio sur”, mientras que el Cisne es una “constelaciones de verano para el hemisferio norte y de invierno para el hemisferio sur”. El resultado de todo esto es que durante un año completo, mientras la Tierra va girando alrededor del Sol, unas constelaciones se van haciendo visibles de manera progresiva, mientras que otras se van acercando al Sol y, por tanto, haciéndose invisibles. Este ciclo se repite de manera exacta cada año. Excepto las constelaciones circumpolares que son visibles todo el tiempo, el resto de las constelaciones solo se ven en determinadas épocas del año.

La Vía Láctea es la galaxia en la que se encuentra nuestro Sol, la estrella más cercana a nuestro planeta Tierra. Hay un mito griego que cuenta, que el dios mensajero Hermes puso a mamar del pecho de Hera a un niño hambriento hijo de Zeus con una mujer mortal, que no era otro que el famoso Hércules. Hera enojada aparto con violencia al niño y un chorro de leche se desparramó por el cielo, motivo por el cual surgió entonces la Vía Láctea.

Los nombres de las estrellas que componen las diferentes constelaciones tienen orígenes diversos, algunos nombres les fueron otorgados por los griegos, otros por los romanos, pero la mayor parte de los nombres se los pusieron los árabes. En el siglo xvii, los astrónomos utilizaron el alfabeto griego para designar las estrellas. Las estrellas más luminosas de cada una de las constelaciones se denominaban por la letra alfa, la primera del alfabeto griego, y así sucesivamente: beta, gamma, etc. Pero como se supone que las posibilidades de las 24 letras griegas no alcanzaron por mucho tiempo para denominar a todas las estrellas, los astrónomos recurrieron a los números ordinarios para indicar estrellas de menor luminosidad. Se confeccionaron, entonces, catálogos que agrupaban a decenas de miles de estrellas, que aunque no tenían nombres propios, si tenían una numeración específica que hacía posible su clasificación e identificación en el cielo.

Movimiento aparente de los objetos celestes

Cuando miramos al cielo, por lo noche, vemos la Luna y las estrellas moverse en el cielo de este a oeste, dando la impresión de que la bóveda celeste es la que se mueve. En realidad, como todos sabemos, es la Tierra con su movimiento de rotación la que da esa sensación.

Si contemplamos las estrellas durante horas, veremos que todas se mueven al unísono sin cambiar la configuración de las constelaciones. Solo la estrella Polar es la que aparentemente no gira, pero en realidad sí efectúa un giro completo, solo que es tan pequeño que a ojo desnudo parece que está quieta.

Si tomamos como punto fijo de orientación la estrella Polar, veremos que todo el movimiento común de las estrellas se realiza en sentido contrario al de las agujas del reloj (sentido directo).

Si nos fijamos en el lugar que ocupa una constelación en el cielo a una hora determinada, por ejemplo, la Osa Mayor a las diez de la noche en la estación invernal, al día siguiente a la misma hora, la veremos un poco más hacia arriba. Cada quince días adelanta 1 h, que equivale a un arco de 15 º, entonces el aspecto del cielo ya no es el mismo, y a los seis meses, encontraremos la Osa Mayor en la posición opuesta, llegando al mismo punto de origen otros seis meses después. Por supuesto, sucede lo mismo con las demás constelaciones. Esto demuestra que la Tierra se desplaza alrededor del Sol y en el transcurso de un año vemos diferentes constelaciones.

El hecho de que veamos distintas constelaciones en cada una de las estaciones del año, es consecuencia del circuito del Sol a través de la esfera celeste. Solo podemos ver estrellas en aquella parte del cielo que está lejos del Sol, es decir, en la parte de la Tierra que es de noche y como que el Sol se mueve a través del cielo en dirección Este, va cubriendo progresivamente unas constelaciones y va dejando ver otras.

Por ejemplo, en junio, el Sol está en aquella parte de la eclíptica1 que atraviesa Tauro y en diciembre, cuando el Sol se ha desplazado a la parte opuesta del cielo, Tauro luce brillantemente a medianoche en el sur del cielo.

Aunque se ha pretendido agrupar las constelaciones de diferentes maneras, los astrónomos modernos emplean 88 constelaciones para cubrir la totalidad de la bóveda celeste. Podemos imaginar que las constelaciones son una especie de continentes astrales que ayudan a encontrar algunos de los objetos más brillantes con relativa facilidad.

Algunas constelaciones conforman el famoso Zodiaco, que no son más que las constelaciones que se ubican en el camino del Sol, la Luna y los planetas en la Eclíptica. Por lo que no es de extrañar que desde la Antigüedad se diera prioridad al estudio de estas constelaciones.

El número de doce constelaciones zodiacales se debe a los doce meses lunares que hay aproximadamente en un año solar.

Los nombres de las constelaciones surgieron de fuentes muy diversas; mitos sobre dioses, leyendas sobre héroes legendarios y sucesos relacionados con estos, animales, instrumentos utilizados por diversos pueblos, etcétera.

Muchos nombres de estrellas se les atribuyeron a los árabes, pero muchas ya eran conocidas por los griegos. Los árabes lo que hicieron fue traducir algunos de estos nombres griegos al idioma árabe. Hoy decimos Osa Mayor, que es un nombre español o latino y no fuimos precisamente nosotros los que la descubrimos. Estrellas como Algol tienen nombre árabe en la misma medida que la Osa Mayor tiene nombre español.

El estudio de las estrellas y las constelaciones motivaron el surgimiento de la astronomía en la Antigüedad. “Astronomía” proviene de la palabra griega astrom, que significa “estrella” y de la palabra nomos, que significa “ley”. El origen de las constelaciones es uno de los temas que más se discute, cuando se aborda la historia de la Astronomía occidental; es probable que muchas preguntas permanezcan sin contestar. El establecimiento de asterismos o la práctica de agrupar estrellas, quizás fue el preludio más temprano del origen de la Astronomía. En una misma latitud, diferentes pueblos veían las mismas estrellas, pero las agrupaban de manera diferente. En el Egipto antiguo se creía que los cielos estaban poblados por dioses que tomaban la forma de grandes agrupaciones de estrellas, sin embargo, en la antigua Grecia no se compartía esta creencia, en latitudes ecuatoriales, los Incas, y en latitudes del sur, los aborígenes australianos agrupaban las estrellas de manera diferente, llegaron a nombrar varias zonas oscuras o carentes de estrellas del cielo nocturno como constelaciones.

Con esta obra se agrupan los nombres de las 88 constelaciones, su historia, su ubicación en la bóveda celeste y su mitología, para que todo el que mire al cielo en una noche despejada pueda, al menos, identificar la constelación que más le interese o le simpatice.

1 La eclíptica es el camino aparente sobre la esfera celeste por donde transita el Sol alrededor de la Tierra. Es la línea recorrida por el Sol a lo largo de un año con respecto al “fondo inmóvil” de las estrellas.

Historia de las primeras constelaciones

Constelaciones en el Paleolítico y el Neolítico

La palabra constelación viene de constellatio, que significa “grupo de estrellas”, ya que las constelaciones son grupos de estrellas relacionadas visualmente entre sí. Tal vez pensemos que las constelaciones son herencia de la cultura grecorromana, pero en realidad son mucho más antiguas.

Nuestros ancestros del Paleolítico necesitaban conocer el orden de las estaciones y los fenómenos que sucedían en cada una de ellas: la lluvia, el calor, el viento, etc. Este conocimiento era importante para saber si el alimento sería abundante o no; dependía de las condiciones climáticas, que hubiera más o menos vegetación para ser recolectada o predecir las migraciones de grupos de animales que le servirían de alimento. En el Neolítico, estas observaciones eran llevadas a cabo por personas que se dedicaban a la agricultura o por sacerdotes que dirigían los rituales a la diosa madre; entonces era necesario conocer el momento exacto para sembrar y recoger el fruto, posiblemente fijaban su atención en el objeto más luminoso que observaban, el Sol, luego la Luna, y después estrellas y planetas.

Parece que esa actividad solo la realizaban mujeres, que a su vez la efectuaban de forma secreta. Algunos autores proponen que los primeros seres humanos que llegaron a América, coincidiendo con el culto paleolítico al oso de las cavernas, pudieron asociar la figura de este animal con esa agrupación de estrellas que hoy se conoce como la Osa Mayor, estoy hablando de fechas cercanas a los 16 000 años a. C. Estudios realizados han demostrado que numerosos pueblos del hemisferio norte coinciden en ver un oso en la constelación de la Osa Mayor, los cuales se remontan hasta unos 15 000 años a. C. Tribus nativas de América del Norte identificaron el asterismo de las siete estrellas principales de la Osa Mayor, este legado es recogido por un grupo de indios parlantes en Algonkin (Nueva Inglaterra).

A su vez existe un paralelismo con agrupaciones de estrellas identificadas por nativos de localidades al norte de Siberia y Asia. Por lo que se cree que este conocimiento astronómico pudo llegar al norte de América mediante las migraciones ocurridas en la Edad del Hielo, cerca de 14 000 años atrás, a través del estrecho de Bering. William Ganong, tradujo unos textos del padre Cherstien Le Clerq en 1910, escritos en 1691, donde decía que “los indios vivían en una total ignorancia, no sabían leer ni escribir, no obstante a la Osa Mayor y a la Osa Menor las llamaban Mouhinne y Mouhinchiche que querían decir lo mismo en nuestro idioma, el oso grande y el oso pequeño”.

Otra constelación que podría tener un origen prehistórico es Tauro, que puede estar relacionada con las pinturas encontradas en las cuevas de Altamira, las cuales podrían tener alguna relación con mapas celestes. En la cueva de Lascaux (Francia) existen cerca de 600 pinturas pertenecientes al período Paleolítico, que representan caballos, toros, ciervos, etcétera, decoran murales en las paredes de la cueva.

Diferentes investigadores han ofrecido una interpretación astronómica en un dibujo conocido como el Gran Toro No. 8; hay dos juegos de puntos asociados con el toro, un juego sobre sus hombros y el otro grupo en forma de V en la cara del toro. Estos grupos se han asociado con las Híades y las Pléyades. Existe una gran analogía entre la constelación Tauro y estos dibujos. Esto sugiere que podríamos estar en presencia de una Astronomía paleolítica.

Autores como Luz Antequera Congregado han encontrado similitud entre puntos que se encuentran a la izquierda del toro con el cinturón de Orión, en esa constelación. Otras cuevas al sur de Francia y norte de España presentan dibujos con una clara alusión a las estrellas. El historiador francés Morcel Baudovin demostró que las constelaciones ya estaban representadas en el arte prehistórico.

El hombre prehistórico escogió sus cuevas según la orientación del Sol, labrando calendarios lunares, mapas del cielo y estrellas en las paredes de estas. Según Baudovin (1916) se han encontrado evidencias arqueológicas que demuestran que la distribución de las estrellas principales de la Osa Mayor coincide con la distribución de cuentas en amuletos de eras prehistóricas encontrados en el norte de Europa.

Para cualquier observador de entonces pudo ser obvio que las estrellas eran puntos brillantes que se encontraban entre sí a la misma distancia, es decir, tenían un esquema fijo cada noche. Autores como Gurshtein (1976), sugieren un origen prehistórico (16 000 a. C.), no solo de unas cuantas constelaciones, sino de un gran número de estas; se basa en la aparente distribución de las constelaciones en la bóveda celeste, representando animales aéreos, terrestres o acuáticos; los primeros están alrededor del polo celeste (Cisne, Águila…), y los últimos (Piscis, Acuario…) cerca del ecuador (Fig. 1); para explicar este hecho propone una distribución, según tres estratos (aire, tierra y agua) que dividirían la esfera celeste. Hace 16 000 años, debido a la precesión de los equinoccios, los signos del zodiaco encajarían perfectamente en esta división. Asimismo, se hace eco de la división parecida del cielo en Mesopotamia (de donde proceden las constelaciones zodiacales), donde la región alrededor del polo estaba dedicada a Enlil2 (Dios de la atmósfera, entre otras cosas), la región ecuatorial a Anu, y la sureña a Enki o Ea para los babilonios (Dios de las aguas y de la justicia). Aunque la zona asignada a Anu no concuerda con la hipótesis de Gurshtein, lo cierto es que ambas divisiones son bastante parecidas.

Fig. 1. Pintura rupestre representatando un toro. Cueva de Altamira. Museo Arqueológico Nacional de España.

En la cultura del Cro-Magnon del oeste Europeo se pueden encontrar las primeras evidencias de un conocimiento astronómico. Esta cultura de cazadores y recolectores es conocida por sus métodos de fabricación de utensilios de trabajo, instrumentos musicales y una notación simbólica; de esta época existe un grabado que ha sido interpretado como un calendario lunar.

En el Paleolítico superior fueron establecidas las primeras constelaciones. En el período Magdaleniense,3 como ya vimos, los grupos estelares se desarrollaron en tres estratos simbólicos de los mundos, bajo, medio y superior; criaturas del agua, la tierra y los cielos se convirtieron en la base de las representaciones celestes.

Por el año 10 000 a. C. la Edad del Hielo terminó. Los observadores se dieron cuenta que había cuatro lugares sobre la trayectoria solar que se diferenciaban, la máxima y mínima altura que alcanzaba el Sol sobre el cielo, y la equilibrada duración del día y la noche. Eran los puntos de los solsticios y los equinoccios de esa época.

“Según múltiples evidencias, serían mujeres desde el Paleolítico, primero como recolectoras y después en el Neolítico como agricultoras y sacerdotisas, las más arcaicas personas que encontraron y asociaron las constelaciones en determinadas posiciones con fenómenos”.4 Estos conocimientos en manos femeninas fueron mantenidos de forma secreta por mucho tiempo, el castigo por difundir la doctrina secreta era el descuartizamiento.

Constelaciones y sumerios

“Los sumerios,5 junto con los antiguos egipcios, fueron los fundadores de las primeras civilizaciones. Determinar sus conocimientos astronómicos se hace muy complicado debido a la escasez de las fuentes que han sobrevivido”,6 pero es casi seguro su conocimiento astral sobre Venus. El mito sumerio sobre Ihanna centrado en la ciudad de Uruk es interpretado como la periódica desaparición del planeta Venus por el cielo del oeste y su posterior aparición por el este en fechas tan tempranas como el tercer milenio antes de Cristo, aunque la mejor evidencia de constelaciones y nombres de estrellas en sumerio datan del 1800 a. C. Le dieron nombre a la constelación Acuario, en honor al dios de los cielos remotos Anu, que derrama el agua de la inmortalidad sobre la Tierra. Hicieron grabados y dibujos en conchas y vasijas, con motivos de constelaciones. Existen imágenes astronómicas en estructuras monumentales y arte decorativo en la zona del Levante pertenecientes al período Calcolítico o Edad del Cobre. Los pueblos que vivían en la zona del Levante (regiones al este del Mediterráneo entre Egipto y Turquía), eran conscientes del movimiento del Sol, fenómenos astronómicos y símbolos y uso de imágenes para representar constelaciones como el león.

Es curioso que civilizaciones separadas por grandes distancias le dieran el mismo nombre a algunas constelaciones. Textos cuneiformes y artefactos procedentes de la civilización del valle del Éufrates sugieren que el león, el toro y el escorpión estaban ya asociados con constelaciones en el año 3000 a. n. e. Estos animales eran símbolo de poder, por eso los representaban en el cielo, decorándolos con estrellas. Por esa fecha, las constelaciones Leo, Tauro, Escorpión y Acuario marcaban los puntos cardinales en la eclíptica, por lo que se supone que representaran estos animales en estos puntos del cielo que a su vez les asociaron poderes míticos. El dios Ea se mostraba con dos riachuelos corriendo por sus manos, simbología muy fácil de asociar con la actual constelación de Acuario. Estas constelaciones se mantuvieron invariables en todas las listas mesopotámicas; aunque no conocían el significado de equinoccios o solsticios, las asociaban con zonas del cielo que podían utilizar para ubicarse en su vida cotidiana.

En cilindros de piedra, se mostraban símbolos Sol-Luna-Venus, luchas entre leones y toros, dioses con cabeza de león y figuras con serpientes; estas escenas muestran los inicios iconográficos del futuro zodiaco. Los astrónomos sumerios llevaban registros de los eventos celestes en tablas llamadas “Enuma Anu Enlil”, donde anotaban datos relacionados con cometas, eclipses y los planetas conocidos. Después de la conquista de Mesopotamia por Sargón se establecieron numerosos y terribles imperios, pero la religión, el arte y la astronomía continuaron.

Las civilizaciones sumerias fueron asimiladas por pueblos semitas que vivían en la zona (acadios, amorritas, cananeos, arameos, etc.). En su estudio sobre la Historia de las Constelaciones Daniel M. Arcones comenta:

Como resultado de este hecho casi todas las fuentes sobre los conocimientos astronómicos mesopotámicos son semitas, por lo que se hace complicado saber qué datos son estrictamente sumerios y cuáles añadidos por otros pueblos posteriores. El sumerio se siguió usando como lengua sagrada, siglos después de haber desaparecido como lengua hablada.

A los sumerios debemos agradecerles que hayan dividido la esfera celesta en 360 grados y ordenaran las estrellas en torno a algunas constelaciones. En las ruinas de ciudades sumerias excavadas a principio del siglo xx, fueron encontradas varias centenas de inscripciones y textos de este pueblo, sobre sus observaciones celestes. Entre estas inscripciones existen listas específicas de constelaciones y posicionamiento de planetas en el espacio. El dios de la Luna, Sin, era el señor del tiempo y de los meses, ya que sobre la base de los ciclos de la Luna dividieron el año en 12 meses, y estos en semanas de siete días.

El número doce se transformó en la base de su sistema numérico —hoy denominado sexagesimal—. De este modo, dividieron el día en 24 h, la hora en 60 min (cinco veces 12) y los minutos en 60 s. Estos sistemas horario y matemático, que son los mismos que usamos hoy, fueron creados hace más de 5000 años.

“Se han encontrado diversas tablillas de barro cocido en las que fueron trazados tres círculos concéntricos, divididos en 12 partes por igual número de rayos. En cada una de las 36 secciones así obtenidas se encuentra el nombre de un agrupamiento particular de estrellas o constelación, acompañado por una serie de números simples cuyo significado aún no ha sido descifrado”7 (Fig. 2). Pero existen pruebas que corroboran que algunas sacerdotisas aún practicaban la observación de las estrellas en el año 2100 a. C. en el Templo Dilmun (considerado el edificio más antiguo del mundo) de la Gran Diosa Madre Ninchursag de la ciudad Sumeria de Ur, hoy Tell Muqqayyar, situado encima de la última torre del zigurat de ocho torres. Lugar junto al llamado “Palacio de la Sacerdotisa”, centro de la vida económica y religiosa de entonces.

Fig. 2. Cilindro-sello sumerio. Museo del Louvre: Departamento de antigüedades orientales.

Los sumerios quizás crearon otras constelaciones recogidas en Babilonia, pero que no sobrevivieron más allá de 1100 a. C. Sumeria fue a Babilonia como Grecia a Roma, con respecto a la civilización que fue absorbida por un imperio. Por lo que muchas de estas constelaciones mantuvieron sus nombres sumerios.

Constelaciones en Mesopotamia

Parece que cerca del año 5600 a. C., en la antigua Babilonia, fueron creadas cuatro constelaciones para marcar los puntos estelares en que se encontraban los equinoccios y los solsticios. Fueron las modernas Tauro, Leo, Escorpio y Aquario. Después de miles de años, por el movimiento de precesión del eje de rotación de la Tierra, estos puntos quedaron fuera de estas constelaciones y nacieron más tarde por esa misma razón Aries, Cáncer, Libra y Capricornio.

“La observación de las estrellas y su agrupación en constelaciones ya era conocida en Elba [actual Siria]. La salida de la constelación de las Pléyades coincidía en esta fecha con el equinoccio de primavera. Y hacia el 2000 a. C., en Mari, la salida de la estrella Arturo marcaba el inicio de la cosecha”.8 Esto da idea de que en esa época ya existía una Astronomía sabia. Curiosamente, desde tiempos muy remotos hasta las épocas más recientes, los planetas son considerados como los principales dioses y dejaron a las constelaciones el papel de dioses secundarios (o como asociación alternativa de los principales) o los protagonistas de importantes mitos.

Los arqueoastrónomos, que son los que estudian las actividades astronómicas de los pueblos antiguos, han encontrado tablillas del año 2500 a. C., donde ya se nombra a las Pléyades como “Mul-Mul”, en sumerio “las estrellas”. En la actualidad, se reconocen a los sumerios como los primeros en representar las constelaciones en tablas. En este período aparecieron las primeras representaciones clásicas de constelaciones, especialmente en los kudurrus,9 que significa “límite, frontera”. En ellos estaban representados dioses sumerios Anu, Enlil, Ea, Sin, etc.; además podemos ver algunas de las representaciones más antiguas confirmadas de las constelaciones zodiacales clásicas: Tauro, Leo y Escorpio; también a esa época corresponden las primeras representaciones pictóricas de constelaciones, así como los calendarios lunisolares encontrados, aunque algunos expertos dedicados a la interpretación de estas estelas de piedra grabada sostienen que la iconografía de los Kudurrus no tenían un significado astral de manera exacta.

En ese período, el zodiaco como tal no era conocido y estas supuestas constelaciones aún no formaban parte de mapas del cielo, no existen pruebas reales de que estos iconos fueran asociados con constelaciones en el sentido semántico de como se conocen en la actualidad. Quizás se podrían asociar con los futuros símbolos zodiacales. Existe un texto mesopotámico que daba nombres con el estilo y la traducción a futuras constelaciones, que fueron usadas más tarde en las tablas MUL-APIN, como Dumuzi (Aries), Ningizzida (Hydra), mul Mul (Pléyades), Sipa-zi-an-na (Orión) y otras más.

El registro más antiguo de sistemas de estrellas que se conoce fue Three stars each o 36 stars (kakkabu 3ta.am). Fue escrito en tablas circulares o calendarios solares llamados “astrolabes”. Las más antiguas que sobreviven son del año 1100 a. C. Esta lista incluye los más tempranos registros de constelaciones relacionadas con calendarios de cosechas; estaban compuestos por tres bandas concéntricas divididas por 12 líneas que marcaban los 12 meses del año; las estrellas de Ea comprendían la banda exterior, las estrellas de Anu la banda del medio y las estrellas de Enlil la banda más interior. Daban datos de tres estrellas para cada mes lunar en las tres partes en que dividían el cielo. Estas estrellas serían identificadas en constelaciones que se describirían más tarde. Estos registros tenían muchos errores y la información que brindaban no era la correcta, no obstante, el conocimiento de ellos tiene gran importancia (Fig. 3).

Fig. 3. Sacerdotes astrónomos. Museo del Louvre: Departamento de antigüedades orientales.

En la ciudad de Gezer, en el antiguo Israel, se encontró un altar de incienso con un motivo de estrella en su fondo, incluyendo la iconografía de un león (quizás un Leo zodiacal) y un hombre matándolo, el león muestra un ornamento en su hombro que se ha interpretado como la estrella Regulus o quizás el Sol, que en el solsticio de verano se encuentra sobre la constelación del León. Este altar se ha fechado entre los años 1600 a. C. y 1400 a. C.

Tablas Mul-Apin

Durante el período asirio 883 a. C.-612 a. C. (Estudios recientes del astrónomo Brad Schaefer confirman que pudieron confeccionarse mucho antes, en el año 1370 a. C.), se redactan las tablillas Mul-Apin (estrella-arado). Eran una compilación del conocimiento astronómico anterior al año 700 a. C. Se llamaban así por comenzar con el nombre de la constelación Arado, equivalente a la actual constelación del Triángulo. Estas tablas fueron el segundo compendio astronómico mesopotámico que conocemos.

“Sin duda, en la lista se incluyen datos astronómicos aún más antiguos, pero es difícil determinar cuáles se remontan a la época sumeria y cuáles son del primer milenio antes de Cristo” (Historia de las Constelaciones, de Daniel M. Arcones, 2005). Todas las constelaciones llevan delante la palabra mul, en sumerio “estrella”, para identificarlas como tales, aunque la lista también incluye planetas.

Todas las estrellas están dedicadas a un Dios. Esta relación no se remonta en muchos casos más atrás del período neoasirio. Los dioses aparecen con una pequeña “d” delante, debido a que en caracteres cuneiformes, los nombres de dioses y héroes divinizados llevaban este símbolo determinativo para destacar su naturaleza.

Las Tablas Mul-Apin (Fig. 4) eran el libro de texto de astronomía de Babilonia y una compilación de catálogos anteriores, pero más precisos y basados en una mayor cantidad de observaciones. Tenían una mayor cantidad de constelaciones circumpolares que no eran usadas en los calendarios agrícolas y otras que fueron incluidas en las futuras figuras zodiacales. Representaban objetos mundanos y animales atados a nombres divinos. El polo celeste se señalaba cerca de la constelación del Dragón y era nombrado como Anu, el rey del cielo. Por supuesto, no tenían conocimiento aún del fenómeno de la precesión.

Fig. 4. Tablas Mul–Apin. Museo del Louvre: Departamento de antigüedades orientales.

De esta etapa, pocas constelaciones mesopotámicas sobrevivieron, solo las constelaciones que formaban parte del zodiaco llegaron hasta nuestros días. Las relaciones entre las estrellas que se representan en las tablas Mul-Apin y las constelaciones actuales aún son objeto de debate. En el período Seleucida10 posterior a la caída de Asiria, las constelaciones zodiacales pasaron a 12, que son las actuales. Se cree que el primer horóscopo data de esa época. De ahí pasó a Grecia, donde se inventó el actual Sistema de signo y a Roma.

Uno de los textos más famosos que se pueden remontar a esta época son los conocidos como Enuma Anu Enlil (“En los días de Anu y Enlil”), cuando Anu o An, Enlil y Ea eran los tres dioses sumerios más importantes. Fueron encontrados en setenta tablillas de la biblioteca de Nínive, del rey asirio Asurbanipal. En estos textos hay miles de observaciones de fenómenos celestes, como salidas de estrellas, conjunciones planetarias, etc. En este período nacieron las primeras representaciones de las constelaciones, las distintas estrellas asociadas con cada mes, divisiones en la bóveda celeste, etc.; estas constelaciones provenían a su vez de las representaciones de estrellas en los calendarios circulares o astrolabes descritos.

En estas tablillas están catalogadas 33 estrellas de Enlil, 23 de An y 15 de Ea, asterismos, constelaciones y planetas; pares de constelaciones (mientras una sale, otra se pone), pares de constelaciones que se hallan al mismo tiempo en el cenit y en el horizonte; el camino de la Luna, es decir, el zodiaco; el uso del nomon para dar la hora; el calendario solar; los planetas y sus ciclos.

Todo el conocimiento astronómico que se puede encontrar en las Tablas Mul-Apin no fue igualado hasta la época de Ptolomeo, por lo que es muy seguro que tuvo que influir mucho en el origen de las constelaciones de Arato. El zodiaco que aparece en las Tablas Mul-Apin contiene 18 constelaciones con nombres sumerio.

La tabla 1 presenta las 18 constelaciones zodiacales babilónicas de la época, que aparecen en las Tablas Mul-Apin.

Los astrónomos percibieron que el Sol realiza un recorrido anual por la esfera celeste. Entonces asociaron las fechas con las constelaciones en este estrecho cinturón (conocido como zodiaco) y asignaron a cada constelación la fecha en la que el Sol pasaba por ellas. El astrónomo del siglo ii Ptolomeo dio nombre a los 12 signos del zodiaco: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. En la actualidad, el Sol pasa por las constelaciones zodiacales en fechas diferentes a las marcadas tradicionalmente.

Tabla 1. Zodiaco que aparece en las Tablas Mul-Apin. Lista VI. Tablilla I, columna IV. Líneas 31-39. La Lista Mul-Apin

Nombre sumerio

Traducción (dios asociado)

Constelación actual

Mul. Mul

Las estrellas (Enlil)

Pléyades

Gud. an. na

El Toro Celeste (Adad/Ishkur)

Tauro

Sipa.zi.an.na

El Verdadero Pastor Celeste (Papsukkal)

Orión

Shu.gi

El Antepasado (Enmesharra)

Sur de Perseo

Gam/Zubi

El Bastón (Gamlum)

Parte de Auriga

Mash.tab.ba.gal.gal

Los Grandes Gemelos

(Lugalgirra y Meslamtea

Géminis

Al.lul

El Cangrejo (Anu/An)

Cáncer

Ur.Gu.la

El Gran León (Latarak)

Leo

Ab.sin

El Surco de siembra (Shala)

Virgo

Zib.ba.an.na

Las Balanzas (Shamash/Utu)

Libra

Gir.tab

El Escorpión/Ishhara

Escorpio

Pa.bil.sag

El Flechador / Pabilsag

Sagitario

Suhur.mash

La Cabra-Pez (Ea/Enki)

Capricornio

Zibabati.mesh/

Kun.mesh

Las colas

Piscis

Gu.la

El grande (Ea/Enki)

Acuario

Sin.mah

La Golondrina

Algunas estrellas de Pegasus,

Equuleus y oeste de Piscis

A.nu.ti.tum

La Dama del Cielo/Anunitu

Parte de Piscis, parte de Andrómeda

Lu.hun.ga

El Jornalero o Aparcero

(Dumuzi)

Parte de Aries

Desde la caída de Asiria hasta el dominio del Imperio seleucida, las constelaciones que conformaban el “camino de la Luna” pasaron de 18 a 15 y, finalmente, a las 12 actuales. El objetivo era igualarlas al número de meses (por supuesto, relacionado con la lunación). Este cambio en el número de constelaciones fue registrado en una de las tablas Mul-Apin, aunque debemos decir que la Eclíptica no era identificada como tal en esa época. Esto sucedió cuando gobernaba el famoso Nabucodonosor II de Babilonia (reinó entre 605 a. C. y 562 a. C.). En este prezodiaco están los 12 signos-constelaciones del futuro zodiaco (Tab. 2). Se realizaban crónicas de eventos históricos y astronómicos más precisos, incluyendo posiciones de los planetas en grados, minutos y segundos de arco relacionados con los 12 signos del zodiaco. Las imágenes y los nombres babilonios de las constelaciones zodiacales serían retomadas más tarde por los astrónomos griegos.

Con este nuevo zodiaco aparecerá también la astrología y los horóscopos basados en las constelaciones babilónicas.

A modo de resumen, según lo visto hasta ahora, se pueden definir dos grupos de constelaciones. En primer lugar, un grupo procedente de Mesopotamia, situado alrededor de la eclíptica, fue creado en la época de los sumerios o antes y listados en “Three Star Each”, en el siglo xii a. C.; esta lista todavía aparece en la serie Enuma Anu Enlil en el segundo milenio antes de Cristo Un segundo compendio de constelaciones de este primer grupo, apareció cerca del año 1100 a. C. en las tablas Mul-Apin. El otro grupo estaba formado por las constelaciones clásicas, las cuales se conocen por Arato, las que se supone fueron creadas por civilizaciones, como la minoica, la asiria o quizás la de los fenicios, las que podrían abarcar un período comprendido entre los años 3000 a. C. hasta 2000 a. C.

Tabla 2. Zodiaco Babilónico de 12 constelaciones

Mes

Traducción

Constelación actual

Nisannu

El Aparcero (Luhunga)

Aries

Ajaru

(Gudanna)

Tauro y Pléyades

Simanu

Pastor Celeste y los Gemelos

Orión y Géminis

Du´uzu

El Cangrejo( Allul)

Cáncer

Abu

El León (Urgula)

Leo

Ululu

La Espiga (Absin)

Virgo

Tashritu

La Balanza (Zibanitum)

Libra

Arashamna

El Escorpión (Girtab)

Escorpio

Kislimu

(Pabilsag)

Sagitario

Tabetu

La Cabra-Pez (Suhurmash)

Capricornio

Shabatu

El Grande (Ea)

Acuario

Addaru

El campo (Iku) Las colas el pez

Parte de Pisces

Investigaciones actuales relacionan a los minoicos con otros pueblos preindoeuropeos, como los etruscos, iberos y vascos, que serían los restos de un sustrato de pueblos relacionados lingüísticamente, que habitaron por todo el Mediterráneo antes del segundo milenio antes de Cristo, por lo que quizás estaríamos ante la cultura creadora de una parte de las constelaciones. De todas formas, según los historiadores, no se puede considerar esta teoría como concluyente, quizás el origen de las constelaciones pueda remontarse más atrás en el tiempo que, sin duda, por la falta de documentos sería imposible determinar la fecha exacta de las creación de estas.

Constelaciones y egipcios

Nuestro conocimiento actual más antiguo sobre la astronomía egipcia proviene de las inscripciones y representaciones encontradas en tumbas del Imperio antiguo y el medio. La principal razón por la que los egipcios estudiaban el cielo era para establecer un calendario civil. El más temprano registro de un calendario egipcio fue encontrado en la tumba de Senenmut 1480 a. C.-1458 a. C. Las constelaciones egipcias no se corresponden con las mesopotámicas, se basaban en sus dioses, sus mitologías y sus animales; cubrían todo el cielo visible desde latitudes egipcias. La constelación egipcia más antigua que se conoce se llamaba “Meskhetyro” (la pierna del toro), este nombre fue encontrado en excavaciones realizadas en Asyot y está datada entre los años 2145 a. C. y 2025 a. C. Áreas localizadas en zonas circumpolares fueron asociadas con cocodrilos e hipopótamos. Alguna de estas áreas se asociaban con estrellas individuales (Sirio, por ejemplo, era Isis).

La manera cómo las constelaciones eran construidas variaba con la época: Osiris fue Orión, el Cinturón de Orión fue otra constelación, también variaba con la época la divinidad atribuida a cada constelación, el mismo Orión fue tanto Osiris como Horus, su hijo. Esto sugiere que las constelaciones en el antiguo Egipto no tenían el marcado carácter figurativo que en Mesopotamia.

Los egipcios siempre son recordados como grandes constructores de pirámides, templos y estatuas. Realmente eran más propensos hacia lo práctico, sin embargo, sus observaciones astronómicas eran de gran importancia, ya que su vida dependía en gran medida de los ciclos de inundación del río Nilo, por lo que era necesario poseer un calendario para planificar la agricultura en función de esas inundaciones.

De acuerdo con los más antiguos mitos egipcios, la Vía Láctea fue hecha por Isis, quien la construyó regando una gran cantidad de trigo en el firmamento. Después fue considerada como el Nilo Celeste, el río sagrado que cruzaba el país de los muertos. No en vano, gracias a estas antiguas observaciones, los egipcios desarrollaron un calendario solar que, con varias modificaciones, seguimos usando en la actualidad; esto condujo también a que fueran los inventores del día de 24 h. El año egipcio tenía 12 meses de 30 días más 5 días llamados “epagómenos”, no utilizaban el año bisiesto; a este intervalo de tiempo se le llamaba “período Sotiaco”, por la estrella Sothis, nuestro Sirio. En la mitología egipcia, las estrellas eran consideradas como dioses (Fig. 5), en cambio, los planetas se ubicaban en una categoría inferior, estaríamos hablando de fechas tan tempranas como el año 3200 a. C.

Fig. 5. Diosa Nut, a modo de bóveda celeste, cubre con su cuerpo al dios Geb (la Tierra). GebNutShu MAN: Wikimedia Commons.

El año egipcio se inició con el orto helíaco11 de Sirio (Sepedeth), es la primera visión que se tiene en el año de la estrella al amanecer, que por coincidencia se ajustaba con el comienzo de la crecida del río Nilo. El calendario tenía tres estaciones: Inundación o “Ak hed”, invierno o “Peret”, salida de las tierras del agua y, por último, verano o “Shemu” falta de agua.

Las fuentes de posible identificación de constelaciones creadas por los egipcios se pueden encontrar en sarcófagos y textos encontrados en tumbas. En los relojes estelares que dividían la bóveda celeste en 36 divisiones o decanos incluían las estrellas que salían al ponerse el Sol por espacio de 10 días. Este sistema ya era usado en el año 2000 a. C., en la III Dinastía. En el texto The Book of Nut puede identificarse un nuevo sistema decanal derivado del antiguo Egipto. Durante el primer milenio antes de cristo, el cielo egipcio ya estaba dividido en 25 constelaciones, donde se incluían animales, como el león, el toro, y diosas como SerKet (representada con un escorpión sobre su cabeza) y Anu (Dios del cielo). Por lo que se podría afirmar que no poseían un marcado carácter figurativo como el que tenían en Mesopotamia.

Después de la muerte de Alejandro Magno, uno de sus generales, Ptolomeo, tomó la administración de Egipto. Durante ese período, las ideas griegas tuvieron gran influencia en la astrología y la mitología de los egipcios.

En el techo del templo de Hathor dedicado a la diosa Isis, en Dendera, fue encontrada una imagen llamada “Zodiaco de Dendera”, donde se representaban 12 figuras del zodiaco, estrellas y constelaciones. Las figuras internas representan las constelaciones egipcias y las figuras externas las constelaciones griegas del zodiaco, mezcladas con imágenes de planetas. Actualmente, este pedazo de techo del templo se encuentra en el Museo del Louvre, en París, donde fue transportado desde Egipto en 1821 (Fig. 6). Los techos astronómicos en templos y tumbas proporcionaron un resumen esquemático del conocimiento astronómico de los egipcios.

La tabla 3 muestra una lista preliminar de las constelaciones egipcias, que aparecen en textos antiguos.

Tabla 3. Algunas constelaciones egipcias

Nombre egipcio

Dios asociado

Asterismo/estrella actual

Sepdet

Isis

Sirio

Sah

Osiris

Cinturón de Orión

Mesejtyu

Carro (Osa Mayor)

Los Miles, Miriada

Pléyades

Sar

¿Aldebarán e Híades?

Isis Dyamut (el Hipopótamo)

¿Draco, Bootes?

Hay que citar la importancia que otorgaban los egipcios a las estrellas circumpolares en general, pues en los Textos de las Pirámides se refiere el deseo de los faraones de que su alma (aj) se transforme en una estrella “imperecedera”. Tanta era la importancia dada a estas estrellas, que cada vez existen más evidencias de que las pirámides fueron construidas usando el tránsito simultáneo de dos estrellas circumpolares para alinearlas con el norte, posiblemente Kochab y Mizar.

Fig. 6. Techo de la tumba de Senmut. Senmut’s tomb, ancient gypt:Wikimedia Commons.

Constelaciones en el período Helénico

Una vez finalizadas las grandes migraciones hacia el Egeo, los griegos desarrollaron una orgullosa conciencia racial. Se llamaban a sí mismos “helenos”, nombre derivado, según Homero, de una pequeña tribu del sur de Tesalia. El término “griegos”, empleado por posteriores pueblos extranjeros provenía nominalmente de Grecia, nombre en latín de una pequeña tribu helénica del Epiro, con la que los romanos tuvieron contacto.

La mitología griega tiene su base en las obras de Homero y Hesíodo. Homero en sus famosas obras La Ilíada y La Odisea hace referencia a constelaciones, como las Pléyades, las Híades, Orión y la Osa que también llamaban el Carro, también a estrellas como las actuales Sirio y Arturo. Según Homero, los pueblos utilizaban las estrellas para orientarse en el Mediterráneo.

Estas constelaciones fueron tomadas por los griegos cerca del año 500 a. C. Provenían de las constelaciones asociadas con animales, que fueron desarrolladas con anterioridad en Mesopotamia, en tradiciones y rituales religiosos. En cambio, las relacionadas con calendarios agrícolas no fueron tomadas. El origen de otras constelaciones griegas no es muy conocido, quizás fueron creaciones suyas. Por su parte Hesíodo, que se dio a conocer por sus obras Teogonía y Trabajos y Días, describe en esta última, determinados astros y su relación con la agricultura.

Los griegos llamaban a las constelaciones, “katasterismoi”, del griego καταστερισμοί κατά (encima, abajo) + ἀστήρ (estrella, astro), cuyo significado es “colocado entre las estrellas”. De estas agrupaciones de estrellas, 12 aparecían junto con el Sol cuando amanecia y eran conocidas como “zodiakos o zodiakos kyrklos”. Las constelaciones en general estaban asociadas con mitos griegos relacionados con dioses favoritos o malditos, héroes o bestias que recibieron un lugar en el cielo en conmemoración a hechos relevantes, en los que participaron. La fuente principal de los mitos griegos asociados con estrellas fueron los trabajos, hoy perdidos, de Hesiodo y Ferécides de Siros, y posteriormente, de los trabajos de Aratus e Higino (Hyginus).

Las constelaciones clásicas aparecen por primera vez en la obra Fenómenos12 (Phaenomena) en el año 275 a. C. de Arato de Solos, quien nació alrededor del año 310 a. C., y fue un conocedor de la obra de Hesíodo y Homero. Este fue el libro científico más popular de la época y aun en tiempos medievales, listaba 45 constelaciones incluidas 20 zodiacales. Ediciones posteriores le agregaron mitologías más extensas e ilustraciones de otros autores a las constelaciones descritas por él. En esta obra describe las constelaciones, fenómenos meteorológicos y las divisiones de la esfera celeste.

Algunos piensan que Arato se basó en obras anteriores similares, principalmente una de Eudoxo llamada Espejo, aunque lamentablemente esta obra no ha llegado hasta nosotros. Eudoxo da la más temprana descripción de las constelaciones durante su visita a Egipto, donde construyó el primer globo celeste del que se tenga conocimiento; en él se mostraban las constelaciones con sus coordenadas ecuatoriales y eclípticas. Además, se considera el primero que establece un sistema que explica los movimientos del Sol y los planetas, intentando dar cuenta de sus irregularidades.

Arato, en su trabajo Phaenomena, describe por primera vez los límites de las constelaciones conocidas, sus mitos, y la salida y puesta de algunas estrellas de estas constelaciones. Fue astrónomo y matemático, se le atribuye el descubrimiento que supone que el año solar tiene 6 h más de los 365 días. Por lo que se prefiere reconocer a Arato y no a Eudoxo, como el primero en describir las constelaciones en el año 270 a. C. Arato menciona 44 constelaciones incluyendo las zodiacales. Él trató de ensamblar el clásico mapa del cielo, tomando información de diferentes fuentes anteriores, aunque muchas de las leyendas fueron aplicadas a las constelaciones mucho más tarde.