Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Ya sea implícita o explícitamente, las fronteras siempre han albergado un profundo significado teológico. La frontera es, por un lado, un instrumento para establecer una identidad, al desmarcarse uno mismo de los demás, pero, por otro lado, también puede experimentarse como una posibilidad de intercambio. En nuestra época, observamos un profundo cambio en la experiencia existencial de la frontera. Las razones son muchas: los problemas relacionados con el cambio climático, el acceso a agua y aire limpios, las diferencias de desarrollo y de recursos económicos y financieros, la inestabilidad política y la violencia están empujando a cada vez más personas de todo el mundo a cruzar fronteras. La teología está profundamente involucrada en esta reflexión, pero debe entablar un diálogo con otras disciplinas.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 244
Veröffentlichungsjahr: 2021
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
1. Tema monográfico: IGLESIA Y TEOLOGÍA DE FRONTERA
Gianluca Montaldi, Catherine Cornille y Daniel F. Pilario: Editorial
Una visión global
1.1. Anna Staropoli: El descarte de las periferias del mundo: piedra angular y brecha de infinito
1.2. Sharon A. Bong: Encontrar a los forasteros/extraños en la verja: Hacia una teología feminista-poscolonial de la hospitalidad
1.3. Carlos Mendoza-Álvarez: Cruzando fronteras, creando otros mundos posibles. Por una teología descolonial de la migración
1.4. Giovanni Giorgio: Inforg: ¿Qué frontera hay entre la naturaleza y la técnica?
1.5. Stan Chu Ilo: La teología como cruce de fronteras: Lecciones de un albergue para refugiados
Estudios de caso: Europa y el mar Mediterráneo
1.6. Michelle Becka y Johannes Ulrich: Europa en la frontera. Sobre la ambigüedad y la dinámica de los regímenes fronterizos europeos
1.7. Cettina Militello: El futuro (¿cristiano?) de Europa
1.8. Zoran Grozdanov: Nosotros el pueblo (católico): ¿Está el populismo secuestrando al cristianismo?
1.9. Valerio Corradi: El Mediterráneo como espacio de reconocimiento intercultural
1.10. Giuseppina De Simone: Una teología desde el Mediterráneo
Epílogo
1.11. Crispino Valenziano: El arte, confín más allá de los confines
2. Foro teológico:
2.1. Kristof K. P. Vanhoutte: Escrito por payasos… supervisado por monos. Una crítica al relato de la COVID-19
2.2. Alberto Dal Maso: ¿Qué hemos aprendido en la liturgia al salir de la zona de confort? Nuevos escenarios posibles para los ritos puestos a prueba por el confinamiento
Créditos
Consejo
Suscripción
Contra
Ya sea implícita o explícitamente, las fronteras siempre han albergado un profundo significado teológico. La frontera es, por un lado, un instrumento para establecer una identidad, al desmarcarse uno mismo de los demás, pero, por otro lado, también puede experimentarse como una posibilidad de intercambio. Desde el punto de vista antropológico, es a la vez una limitación y un punto de partida. Debido a esta ambigüedad, se debe prestar especial atención a la fragilidad de quienes viven «en los márgenes» o «en territorios mágicos» (Gloria Andalzúa). Además, en nuestra época, observamos un profundo cambio en la experiencia existencial de la «frontera». Las razones son muchas: los problemas relacionados con el cambio climático, el acceso a agua y aire limpios, las diferencias de desarrollo y de recursos económicos y financieros, la inestabilidad política y la violencia están empujando a cada vez más personas de todo el mundo a cruzar fronteras. Este cruce podría ser la figura de una nueva humanidad y una convivencia nueva, en la que los recursos religiosos y espirituales de cada persona y cada grupo puedan tener su propia función. Por consiguiente, la teología está profundamente involucrada en esta reflexión, pero debe entablar un diálogo con otras disciplinas.
La reunión anual de Concilium debía celebrarse en 2020 en Palermo, Italia, en colaboración con la Facultad de Teología de Palermo y la SIRT (Società Italiana per la Ricerca Teologica). Pero, como siempre, la realidad supera a las ideas, y en esta ocasión se presentó en forma de una fuerza biológica invisible que trastornó el proyecto. La ubicación de la conferencia en Palermo y Sicilia habría permitido situar estas reflexiones en un contexto histórico, geográfico y cultural preciso, un territorio marginal en sí mismo, formado por el encuentro entre religiones y culturas diferentes. El objetivo era comenzar así un diálogo sobre el significado de vivir «en los márgenes». Esto explica por qué gran parte de las contribuciones de este número proceden de Italia y del sur de Europa, y por qué nos centramos en el Mediterráneo. Estas zonas son doblemente marginales en Europa y el mundo (y sus teologías respectivas). Es como un laboratorio a partir del que reflexionar sobre la función y los desafíos de las fronteras. Los dramáticos sucesos que se producen en las fronteras visibles e invisibles de las fronteras mediterráneas ofrecen así un «locus» importante para reflexionar sobre el significado teológico más amplio del concepto de frontera.
Es evidente que en estas zonas no pueden evitarse las fronteras, y debe encontrarse una manera de vivir dentro de ellas, implementando formas de resiliencia humana. Los textos de la primera parte del número comienzan sugiriendo la posibilidad de formas de coexistencia evangélica en las fronteras de una ciudad como Palermo, que está en el mundo de los suburbios (Anna Staropoli). Pero, al contrario, existe siempre la posibilidad de endurecer las fronteras. De ahí la importancia de «deconstruirlas», tanto si ello implica superar las fronteras entre la naturaleza y la técnica (Giovanni Giorgio) o bien traspasar las fronteras que separan a culturas y pueblos diferentes (Sharon A. Bong, Carlos Mendoza Álvarez). En el artículo de conclusión, Stan Chu Ilo reflexiona sobre cómo la teología debería permitirse ser cuestionada y cambiada por las realidades contemporáneas de la construcción de fronteras y del cruce entre ellas.
Puesto que el proyecto de Europa nació también de un deseo de flexibilizar las fronteras, la segunda parte de este número aborda los desafíos constantes de la integración europea y de su relación con «el extranjero» (Michelle Becka, Johannes Ulrich, Cettina Militello, Zoran Grozdanov), con una mirada especial a la frontera meridional (Valerio Corradi, Giuseppina De Simone). El denso artículo final, en forma de epílogo, sugiere la posibilidad de aplicar también esta reflexión al arte, con un breve comentario teológico sobre los mosaicos de la Capilla Palatina de Palermo, donde Oriente y Occidente se encuentran de una forma casi natural.
El Foro teológico presenta dos reflexiones que tratan críticamente la situación de la pandemia, una desde un punto de vista filosófico (Kristoff Vanhoutte) y otra desde una perspectiva litúrgica (Alberto Dal Maso).
(Traducido del inglés por José Pérez Escobar)
Los vulnerables son el terreno de encuentro entre lo social y lo político, son la piedra de tropiezo: nuestras esperanzas de cambio están unidas a nuestras capacidades de reorientar el imaginario político en el que estamos inmersos para construir vínculos sociales con sentido. Es necesaria una praxis transformadora capaz de ser transgresora, desarmada y vulnerable, que se deje sorprender por lo nuevo que está surgiendo; que acompañe los procesos de crecimiento de las comunidades hacia la autonomía, dejando las armas de los estereotipos, de las ideologías y de los prejuicios; que sepa atravesar las heridas colectivas y transformarlas en oportunidades de crecimiento personal y comunitario. La visión educativa que me parece útil proponer es la de una pedagogía que sueña, antes que social o urbana. La participación comunitaria puede llegar a ser, de hecho, el contexto pedagógico donde reanudar vínculos y madurar intercambios: un terreno fértil del que la democracia puede volver a encontrar sentido para regenerarse.
El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.
Ciudades invisibles, Italo Calvino
Un nuevo humanismo puede nacer a partir de una reflexión sobre la ciudad que elija un enfoque desde abajo y desde dentro de las comunidades ciudadanas, encarnada en las encrucijadas de la historia, en los puntos decisivos que hoy son propiamente los no lugares de la política, los lugares de la marginalidad, la piedra desechada por los constructores que se ha convertido en piedra angular, donde algo inesperado, imprevisto, está naciendo: las periferias existenciales y sociales.
Los vulnerables son el terreno de encuentro entre lo social y lo político, son la piedra de tropiezo: nuestras capacidades de cambio están unidas a nuestras capacidades de reorientar el imaginario político en el que estamos inmersos para construir vínculos sociales dotados de sentido.
La quiebra de la humanidad, fruto del imperialismo económico y de la globalización cultural del neoliberalismo, ha producido los descartes, los desechos físicos y humanos. El destino de los desechos es el vertedero, el basurero humano.
«Esmaltamos los despojos de la forma más radical y eficaz: los hacemos invisibles no mirándolos, e impensables no pensando en ellos»1. La frontera es la diferencia entre lo admitido y lo rechazado, entre lo incluido y lo excluido.
El Mediterráneo, el nuevo lago de Tiberíades2,devolviéndonos trozos de patera que se han convertido en «sagrados», nos recordará siempre que, junto a los muchos cuerpos sin vida en sus profundidades, existe también el sueño de una Europa acogedora y solidaria sacrificada en el altar de los intereses económicos y políticos.
También en nuestras ciudades existen los «no lugares» de la humanidad, las tierras de nadie.
El antropólogo Ferdinando Fava los define como «lugares off limitis», representados y mantenidos como tales llevando los signos del estigma en los cuerpos y en lo concreto, un estigma que se imprime como estigmas en sus vidas y en sus hogares. «Han sido implantados en los confines del mundo urbano y por eso son también éschata (una categoría neotestamentaria que contiene una dimensión espacial y temporal): no son últimos puestos, sino también “puestos últimos”, “términos extremos”»3.
Son lugares apocalípticos, lugares de discernimiento, que, levantando el velo de las apariencias, nos desvelan el orden político-económico que gobierna toda la ciudad, pero también lo nuevo que está emergiendo.
El contexto territorial no es solo un fondo pasivo, no es un escenario neutro, sino que llega a ser actor central de la ciudad y nos «pone a prueba», en cuanto lugar donde se generan relatos de vida.
Se realiza así un doble movimiento transformador: por un lado, la posibilidad de atravesar los contextos, de trazar sus fronteras, de sentir sus olores y perfumes, de conocer los substratos ocultos, de escuchar las voces de quien vive en ellos, de reconocer las miradas abriéndose a la diversidad, y, por otro lado, un movimiento interior, el dejarse atravesar por los contextos, que transforman nuestras categorías interpretativas, nuestro modo de estar en el mundo.
A menudo, quien permanece mudo lo hace porque el mundo en torno a él no lo cuestiona nunca y no le da ocasión para expresar el pensamiento y la palabra.
En el trabajo social es necesario activar los procesos transformadores para hacer hablar a los mudos, para reconocer la ciudadanía a quien vive en los márgenes.
La formación política no puede entenderse ya como la formación de un liderazgo «elitista», de una élite restringida, que decida en representación y en nombre de los demás, sino que debe convertirse en la formación en un liderazgo «generalizado» en el territorio, es decir, en formar líderes capaces de generar otros líderes.
El líder es ante todo auctor, es decir, el que «promueve», el que toma una iniciativa, que es el primero en producir una actividad que lleva inevitablemente la impronta de la singularidad que la ha originado: «el líder es aquel que, reconociéndose autor, permite a otros llegar a serlo»4.
Para reconocer la subjetividad a las personas y las comunidades es necesario romper el círculo vicioso de la marginalidad que se autorreproduce, reconociéndoles la posibilidad de transformar los propios conflictos de las historias de tragedia, sometimiento y heridas en historias de dignidad, coraje y felicidad pública.
La democracia no es solo un sistema de reglas. Es el depósito en la memoria colectiva de las prácticas de gestión no violenta de los conflictos. Debe cultivarse y ser cuidada para que pueda regenerarse.
Abrir el tabernáculo sagrado de nuestra humanidad significa poderse reconocer en las fragilidades, en lo mejor y en lo peor de cada uno de nosotros, dar un nombre a las emociones, a las heridas que arden sangrando en la carne viva y desean ser atravesadas y transformadas para darse paz y dar paz.
El encuentro de historias y culturas diversas pueden representarse mediante dos símbolos: la puerta y la plaza.
La puerta es un símbolo que ayuda a desarrollar muchísimas reflexiones. Es tiempo de dar pasos. Son los tiempos nuevos que exigen un cambio cultural.
De los subterráneos de la historia llegan preguntas ardientes, los subterráneos de la historia son los pobres, aquellos que no tienen poder, que no cuentan nada. Aquellos que muchas veces sirven para confirmar nuestro aparato ideológico o para acreditarnos en nuestra bondad. Pero estas situaciones deberían desarmar cualquier acreditación y llenarnos de un montón de dudas, preguntas e inquietudes5.
Verdaderas democracias excluyentes con desigualdades persistentes son un campo de minas en el que la guerra de todos contra todos puede estallar en cualquier momento.
Necesitamos una política de frontera que sepa estar en la puerta, que sepa entender los signos de los tiempos mediante una mirada y un discernimiento comunitario: ¿qué ponen de manifiesto los últimos puestos de las ciudades y las periferias del mundo?
La plaza, el ágora, es un lugar de intercambio y de conexiones creativas para partes de las ciudades que difícilmente se encuentran, invitándolas a salir de los propios mundos autorreferenciales, hacia ciudades cosmopolitas: ofrecer una «plaza», un lugar de verdad y libertad, donde reconocerse como personas y como comunidades, devolviendo subjetividad, deseos y originalidad.
Necesitamos generar una cultura de comunidad, un acercamiento masivo a los hogares para tranquilizar y explorar, entender los problemas e inventos que solo el monótono pisoteo de la vida cotidiana puede revelarnos.
«Es como si se tuviera que dar un escenario a la esperanza, a la capacidad de pensar el futuro»6.
Por lo tanto, es profético poder apostar por lo que pocos han tenido el valor de invertir en estas décadas: la inteligencia colectiva de la gente común, la inteligencia de la vida cotidiana en el trabajo, la sabiduría de la experiencia de los mundos de la vida: es necesario reconocerla, valorarla, conectarla.
La mediación comunitaria en conflictos tiene la ventaja de la cercanía, del respeto y del reconocimiento de todos los sujetos implicados, para que puedan ejercer una autoconciliación responsable, cooperadora y solidaria de sus conflictos.
Se trata de crear microcomunidades empáticas como ámbitos de vida ética y de construcción de sentido, un movimiento de participación que promueva la conciencia de ser un recurso como comunidad, generando relacionalidad, autorreflexividad y coautoría: nadie es tan pobre que no pueda dar algo y tan rico que no pueda recibirlo.
En la Albergheria, un barrio del centro histórico de Palermo, ha nacido un mercado de segunda mano que permite a todos no olvidar y no dejar en el olvido muchas vidas marginales como desafío social y comunicación amplificada de un malestar que no se da por vencido y que quiere transformarse en bienestar o, mejor dicho, en un bien para ser, para existir.
He vuelto al barrio después de varios años y me siento en casa; aquí crecí y afronté el sistema de ciudadanía y sus mecanismos de exclusión abriéndome a reflexiones sociológicas y a instancias de justicia social: he aprendido en la Albergheria a ser ciudadana de Palermo y a amarla.
Con el grupo de mediación comunitaria en conflictos, auspiciado por el Departamento de Mediación y Justicia Reparadora del Ayuntamiento de Palermo8, decidimos llevar a cabo una primera actividad de sensibilización y de escucha de los deseos y experiencias del mercado por parte de las personas que lo habitan y que trabajan en él, de escuchar las muchas verdades y razones vinculadas a ese barrio por parte de quien vive en él diariamente sintiéndolo como espacio público de compartición y de conflicto, de encuentro y enfrentamiento, pero a menudo también como proyección del propio espacio privado.
Todos los estereotipos y prejuicios escuchados sobre el mercado de segunda mano se derrumbaron al escuchar las emociones, las experiencias de vida y las historias de las muchas personas que conocimos. La señora sentada delante de las casas sociales que ríe y se divierte, que habla con la seguridad de quien siente tener en su mano historia del barrio; el nieto que tiene una pequeña tienda de comestibles y que es punto de referencia para los viandantes; las familias con niños que duermen en la calle o en el coche para asegurarse un buen puesto en el mercado. Junto a una solidaridad concreta hecha de gestos sencillos y auténticos aflora también el conflicto interior de algunos residentes que se asoman al balcón para contar emociones contrapuestas: por un lado, sienten el peso, la rabia, la animosidad y la fatiga de las noches y amaneceres perturbados por los ruidos y las voces gritonas de los «mercaderes» que se pelean por un lugar, las mercancías en el suelo abarrotando las aceras y la calle bloqueando las puertas y salidas de los edificios y escuelas, el desperdicio de ropa y zapatos no vendidos y objetos voluminosos, redes, piezas de electrodomésticos; por otra parte, sienten emoción y respeto por aquellos padres de familia que se ganan la vida expresando consternación, sentido de injusticia y solidaridad por una pobreza que debe contentarse con el despilfarro de los demás.
Sentimos todo el peso de esta responsabilidad y de estas expectativas. Se hace fuerte en nosotros el deseo de entrar de puntillas no prometiendo lo que no podemos dar, y de construir juntos, poco a poco, una posibilidad de transformación de los conflictos en una oportunidad de encuentro y escucha recíproca.
El mercado es lo imposible hecho posible, una torre de Babel, tantas lenguas y tantas diversidades que se mezclan y que encuentran un equilibrio precario para sentirse comunidad, un desafío común a la pobreza y a la fragilidad de sus vidas: los que se han encontrado allí después de una separación matrimonial, los que han pasado la vida de trabajo en trabajo, los que han perdido sus trabajos y se han encontrado en situaciones económicas difíciles y sin hogar, los que vienen de otros países y comunidades romaníes y encuentran en la informalidad del mercado una oportunidad de supervivencia.
El mercado ha dado dignidad a muchas personas y ha llenado sus días de significado, devolviendo un ritmo a la vida cotidiana.
Entre los comerciantes históricos, entre las primeras personas que conocimos se encuentran Giovanni, el alcalde, como se llama a sí mismo, que también es poeta, y Grazia, que es la persona sabia de la comunidad que sabe escuchar y tejer lazos entre los comerciantes.
Han madurado un sentido de identidad y de pertenencia al mercado que les ha dado la posibilidad de ser vistos y reconocidos, derrotando a la soledad y tejiendo nuevas amistades.
No hay un solo mercado, sino muchos mercados en la Albergheria, que es un microcosmos complejo en el que participan familias enteras que han apostado incluso con varias generaciones y que comparten el negocio como una especie de pequeña empresa para la supervivencia de la familia. Hay un mercado entre semana y otro de los fines de semana, realizado por comerciantes de otros barrios y municipios vecinos, donde el tipo de mercancía es más voluminoso y es el que a menudo entra en conflicto con el mercado estable y los residentes. El mercado de la ilegalidad también se cruza creando problemas serios que pesan sobre la gente que vive y trabaja en el vecindario. La necesidad de un intercambio y un círculo virtuoso entre el mercado histórico de Ballarò y el mercado de segunda mano de Albergheria está surgiendo a través de la activación de un proceso de regulación.
La colaboración con el Departamento de Mediación y Justicia Reparadora del Ayuntamiento de Palermo me ha permitido participar en otras experiencias de mediación comunitaria: un proceso de formación como mediadoras de comunidad de algunas mujeres del barrio Danisinni de Palermo.
Se trata de un barrio rural con un huerto y una granja social, muy cerca del centro de la ciudad, de los edificios del poder, de la sede del Parlamento de la Región de Sicilia y del Palacio del Ayuntamiento de Palermo, y, al mismo tiempo, tan lejano y marginal con respecto a la distribución de los recursos socioeconómicos, políticos y culturales.
Es un pequeño pueblo de campo con una plaza poblada de niños, niños corriendo, persiguiéndose unos a otros, niños adultos sosteniendo a otros niños en sus brazos.
Las voces de las madres se oyen en las ventanas que descansan en el balcón con el peso de la vida sobre ellas.
Voces de hombres dese las tabernas, buscadores incansables del oro de un trabajo deseado, perdido o nunca encontrado.
Mechones de ropa de color de todos los tamaños y en el centro de la imponente plaza que casi ocupa toda ella, una antigua guardería, un edificio abandonado marcado por el tiempo.
Tantas ciudades invisibles que a veces se mezclan y se fusionan y a veces viven independientemente cada una con una vida propia.
Entre muchos, la ciudad verde del huerto, llena de berenjenas y tomates frescos, que huele a lavanda y azahar, anunciando la primavera de la vida. Tiene un jardinero con una hermosa historia a sus espaldas que ha revivido las plantas, sembrado la esperanza, en una tierra seca, y así su vida ha vuelto a florecer, libre del pasado de la prisión, una vida plena, atravesada por el dolor y la alegría de la cosecha.
La ciudad de la oración y de las fiestas religiosas de la parroquia de Santa Inés, guardiana de la historia y de las tradiciones, que ha socorrido el hambre y la sed de la comunidad en tiempos difíciles. Encendió una luz para toda la ciudad en el belén viviente que aquel barrio representa. Aquí llegan los Reyes Magos con dones, sabiduría y belleza, pero también algunos, como el rey Herodes, dispuestos a instrumentalizar la pobreza ajena.
«Abre camino a los pobres sin abrírtelo tú», decía Don Milani.
La ciudad de la plaza, la ciudad de los hombres y la ciudad de las mujeres, el vino para olvidar y el olor de las cocinas para sentirse vivos.
Ritos de tantas ciudades donde el blanco y el negro se mezclan con los colores del arcoíris, tantos matices como lo son las vidas que habitan la plaza, colores fuertes inventados por la dureza de la existencia.
Cortometrajes y fragmentos de verdad, que deben ser unidos, donde la sonrisa sale junto a una lágrima.
Historias de mujeres que por amor a los hijos están dispuestas a desafiar al mundo, solas contra los juicios que pesan sobre ellas, pero fuertes por amor al niño, que es hijo y padre, esperanza y dolor.
La ciudad de los niños, niños bulliciosos que llenan las calles, pinceladas veloces de un cuadro impresionista, niños siempre en movimiento como la vida.
Los pequeños viajeros sin una ruta, arrastrados por la corriente más fuerte, guardan sus sueños en el pecho.
La mediación comunitaria de conflictos y la formación de algunas mujeres del barrio como mediadoras por igual, antenas territoriales que tienen la oportunidad de sacar los conflictos, la humanidad herida, ha creado un auténtico lugar de encuentro sin juicio para dar nacimiento a nuevas palabras, a una nueva narrativa colectiva: palabras que generan otras palabras en el juego de la vida.
La pedagogía que sueña recupera la dimensión del deseo, lo reinterpreta y lo hace proyecto compartido.
Me ha resultado útil servirme, como instrumento de relectura del territorio y de discernimiento comunitario, del paradigma pedagógico ignaciano —contexto, experiencia, reflexión-acción y evaluación—, aplicándolo a las realidades sociales de las diversas experiencias observadas para orientarse hacia elecciones políticas capaces de ser «contemplativas en la acción».
Partir del contexto es reconocer la diversidad y la unicidad de la experiencia social, que nunca es igual y se construye a partir de las personas concretas implicadas y de sus contextos vitales y sociales.
El espacio urbano «nos convoca» y «nos pone a prueba» en las encrucijadas de las historias, en los no lugares de la política: migrantes, periferias sociales y existenciales, jóvenes.
La experiencia, la narración de la experiencia, el encuentro, permiten superar las precomprensiones dictadas por los roles, los estereotipos, e ir más allá de las estigmatizaciones.
¿Cómo convertir al destinatario, objeto de la acción, también en sujeto de la acción, coautor y protagonista?
La sorpresa de algunas experiencias o de algunos encuentros territoriales nos desconciertan y nos abren a lo imprevisto, poniéndonos en crisis y poniendo en movimiento algo nuevo en nosotros.
La reflexión puede ser estimulada por una actitud constante de investigación en quien participa, y, como investigadores,interesarse en lo que no se ve, en lo que aún no existe, para descubrir las novedades. La reflexión se lleva a cabo mediante una actitud constante de relectura y acompañamiento de las experiencias.
¿Qué nuevos desarrollos de reflexión han surgido mediante las experiencias? ¿Qué fases de desarrollo? ¿Qué obstáculos? ¿Qué pasos se han dado?
Los procesos sociales y las redes auténticas deben ser acompañados para que lo nuevo que nace, las acciones, las prácticas sociales no mueran. Por lo tanto, elegimos estar dentro de los procesos y dentro de los territorios mediante un enfoque «desde dentro y desde abajo» y no «desde fuera y desde arriba».
La evaluación de una acción generativa nos permite volver siempre al sentido profundo de lo que la originó.
Es una reflexión inquieta que, desde el punto de vista de la circularidad, ha optado por considerar la ciudad como una comunidad educativa en su conjunto, implicando como microcomunidades empáticas a los diferentes barrios de la periferia y del centro histórico y a los actores que viven y habitan en ellos.
La visión educativa que me parece útil proponer es la de una «pedagogía que sueña», antes que social o urbana9. La participación comunitaria puede convertirse, de hecho, en el escenario pedagógico donde aprender relaciones, reanudar vínculos y madurar comparticiones, donde poder experimentar sentido de pertenencia contra el exasperado individualismo: un terreno fértil del que la democracia puede encontrar sentido para regenerarse.
En la encíclica Fratelli Tutti (del 3 de octubre de 2020), al igual que había hecho en el documento «Querida Amazonía», el papa Francisco utiliza la pedagogía del sueño como posibilidad para hacer renacer una aspiración mundial a la fraternidad universal y a la amistad social:
Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos10.
(Traducido del inglés por José Pérez Escobar)
* ANNA STAROPOLI es socióloga en el Instituto de Formación Política «Pedro Arrupe» de Palermo, con experiencia de investigación y acción sobre marginación, ciudadanía activa y políticas sociales. Es tutora pedagógica en los itinerarios de investigación «Idea-Acción» del Instituto Arrupe y en el curso académico del Instituto de Ciencias Religiosas de la Facultad de Teología de Sicilia. Colabora con la Unidad Organizativa de Mediaciones y Justicia Reparadora del Ayuntamiento de Palermo, el Instituto Don Calabria, el Instituto Valdense y la Asociación Spondè para la actividad de Mediación de Conflictos Comunitarios. Participa en la coordinación del Foro Nacional de Ética Civil. Es la persona de contacto regional para Sicilia del JSN (Jesuit Social Network) para acciones contra la pobreza. Es vicedirectora de la Oficina de Pastoral Social y Trabajo de la diócesis de Palermo.
Dirección: Via Paolo Amato, n. 15 – 90138 Palermo (Italia). Correo electrónico: [email protected].
1 Zygmunt Bauman, Vite di scarto (Bari: Editori La Terza, 2019), 35 (trad. esp.: Vidas desperdiciadas [Buenos Aires: Paidós, 2005]).
2 Hoy podría recordarse el sueño de Giorgio La Pira «de convertir el Mediterráneo en el nuevo lago de Tiberíades [...], un potencial símbolo de paz para todos los continentes mediante el redescubrimiento del recurso de fe del único Dios que une a la familia de Abrahán (judíos, cristianos y musulmanes)», Andrea Nastasii, «Mediterraneo: Ipotesi di futuri scenari», en Spes contra Spem: Atti del IV Convegno nazionale Giorgio La Pira, Palermo 13-14 de octubre de 2017 (Florencia: Edizioni Polistampa, 2018), 150.
3 Ferdinando Fava, «In ascolto degli ‘ultimi posti’ della città», Aggiornamenti Sociali 67 (2016) 51-61, p. 58.
4 Ferdinando Fava, «Formare alla leadership – L’accesso all’originalità personale», en Aggiornamenti Sociali 12 (Milán: Fondazione Culturale San Fedele, 2003), 175-800, p. 800.
5 Roberto Camarlinghi, Francesco d’Angella y Franco Floris, «Per una costituente del lavoro sociale ed educativo: Ritornare nei territori», Animazione Sociale 338 (2015) 1-13, p. 12, en http://www.animazionesociale.it/wp-content/uploads/2015/12/Per-una-costituente.pdf.
6 Gino Mazzoli, «Spunti per dare un setting alla speranza: Le competenze per il lavoro socio-politico», en Costruire partecipazione nel tempo della vulnerabilità, ed. por Gino Mazzoli, Animazione Sociale, Supplemento 259 (2012) 39-47, p. 40.
7 El estudio de casos, las historias de vida y los testimonios han sido reelaborados por mí dentro de la tesis (en vía de defensa) sobre la «Mediación comunitaria en conflictos» para el curso de formación de mediadores sociales y penales, agentes de la justicia reparadora, promovido por la Associazione Spondè, y recogidos mediante la escucha directa y la experimentación de campo, en colaboración con las actividades patrocinadas por la U. O. de Mediaciones y Justicia Reparadora del Ayuntamiento de Palermo.
8 Las intervenciones de mediación comunitaria en los conflictos en el mercado de la Albergheria de Palermo y en el barrio Danisinni han sido realizadas por la U. O. «Mediazioni e giustizia riparativa» del Ayuntamiento de Palermo con la participación de algunas entidades del sector social privado: Centro diaconale «La Noce» – Istituto Valdese, l’Istituto Don Calabria, l’Associaizone Spondè e l’Istituto di Formazione Politica «Pedro Arrupe» – Centro Studi Sociali.
9 Ezio Del Gottardo, Comunità educante, apprendimento esperienziale, comunità competente (Nápoles: Giapeto Editore, 2016), 100.
10 Papa Francisco, «Fratelli Tutti: Sobre la fraternidad y la amistad social», 8, en http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html.