4,99 €
La Odontología Estética ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. La demanda de rehabilitaciones estéticas es cada vez más habitual en la consulta odontológica. Los pacientes que demandan tratamiento ortodóntico, ¿lo hacen para mejorar su maloclusión? ¿O su verdadero interés es tener los dientes derechos y bien alineados?; aquellos que demandan implantes dentales, ¿lo hacen para mejorar la funcionalidad masticatoria y la oclusión? ¿O su interés es reponer las piezas faltantes para mejorar el aspecto estético? A lo largo de la historia, la búsqueda de la belleza ha sido un propósito persistente y un anhelo profundo de la humanidad. Todos nos fijamos en los rostros de los demás, ya que es la parte más visible del cuerpo y una de las mayores señas de identidad. El rostro y sus manifestaciones de identidad siguen siendo formas de expresar el conocimiento de aspectos relevantes de nuestra condición humana, como el deseo de integrarse socialmente o el de parecerse a los cánones de belleza establecidos; en este contexto, la salud bucal y la belleza de la sonrisa ocupan un papel central. La imagen corporal es un componente básico en el desarrollo de la personalidad, y juega un papel importante en la adaptación social. La representación del cuerpo, el rostro y la sonrisa que el sujeto adquiere en su contacto con los otros, construye una parte importante de su identidad. La odontología lentamente se ha transformado en una especialidad médica con alto contenido estético. Los profesionales necesitamos conocer en profundidad el sustrato psico-social de esta demanda para comprender qué subyace realmente en el pensamiento de un paciente que anhela una sonrisa bella.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Seitenzahl: 152
Veröffentlichungsjahr: 2018
PABLO LEWIN
IMPACTO DE LA ESTÉTICA DENTAL EN LA REPRESENTACIÓN SOCIAL DE LA BELLEZA HUMANA
PERSPECTIVA HISTÓRICA Y ACTUALIDAD
Editorial Autores de Argentina
Lewin, Pablo
Impacto de la estética dental en la representación social de la belleza : perspectiva histórica y actualidad / Pablo Lewin. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2018.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-761-583-8
1. Ensayo Sociológico. I. Título.
CDD 301
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: [email protected]
Diseño de portada: Justo Echeverría
Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
“La habilidad para captar y percibir lo bello, se cultiva y se desarrolla, al igual que el conocimiento científico”*
*Alexis Carrel (Sainte-Foy-lés-Lyon, 1873 - París, 1944).
Biólogo, médico, investigador científico y escritor francés.
Nobel de Fisiología y Medicina en 1912.
Pablo Gastón Lewin
Doctor en Odontología - Universidad de Buenos Aires
Docente Autorizado – Universidad de Buenos Aires
Profesor Adjunto Regular - Cátedra de Medicina Interna - Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires
Especialista en Prótesis Dento-Buco-Maxilar - Universidad de Buenos Aires
Magister en Odontología Estética Rehabilitadora - Universidad de Buenos Aires
CAPÍTULO 1 - INTRODUCCIÓN
En las últimas dos décadas se ha observado un marcado incremento en la demanda de tratamientos estéticos dentales. Esta gran demanda estética de los pacientes sumado al avance científico-tecnológico en materiales dentales y tratamientos restauradores produjo un aumento exponencial de procedimientos estéticos en odontología.
Estas condiciones precedentes (alta demanda + avances tecnológicos + aumento de prácticas restauradoras estéticas) fomentaron el nacimiento de una nueva especialidad odontológica: La Odontología Estética o Cosmética que involucra conocimientos integradores de las diferentes ramas de la ciencia odontológica y que tiene como objetivo final el embellecimiento del rostro y la sonrisa.
El incremento exponencial en la demanda estética cambió radicalmente el paradigma clásico de la consulta medico - odontológica.
Figura A. Esquema clásico de la consulta medico - odontológica
Figura B. Cambio de paradigma en la consulta odontológica actual
El modelo clásico de demanda de tratamiento odontológico está fundamentado por la consulta por patología (que además es el modelo clásico de consulta médica en general) esto significa que la consulta es motivada por una enfermedad o dolencia ya instalada: el paciente concurre por dolor, fractura dentaria, inflamación aguda, movilidad dental, prótesis desadaptadas, etc. (Figura A).
En la actualidad se observa una creciente demanda de tratamientos estéticos dentales, es decir, pacientes que no tienen enfermedad buco-dental o dolencias objetivas y que consultan al profesional por tratamientos para mejorar la coloración, forma, tamaño y posición de sus piezas dentales con la finalidad de embellecer su sonrisa. Cabe considerar en este grupo las consultas por Ortodoncia, Prostodoncia, Implantología, Operatoria, Periodoncia y cirugía Ortognatica, que, si bien podrían no relacionarse directamente con el embellecimiento de la sonrisa, esconden en forma directa o indirecta una preocupación por el aspecto estético de su dentadura. (Figura B)
En este sentido, ¿Cuantos pacientes que demandan tratamiento ortodóntico lo hacen para mejorar su maloclusión? ¿O su verdadero interés es tener los dientes derechos y bien alineados?; ¿cuantos pacientes que demandan implantes dentales lo hacen para mejorar la funcionalidad masticatoria y la oclusión? ¿O su interés es reponer las piezas faltantes para mejorar el aspecto estético?; ¿cuantos pacientes que concurren para cambiar restauraciones con amalgama lo hacen porque conocen las bondades de la odontología adhesiva? ¿O su interés real es tener restauraciones de color natural para no poner en evidencia ante terceros que tuvo caries?. Lo mismo podríamos aplicar a las consultas en otras especialidades de la odontología: Periodoncia, Prostodoncia, cirugía Ortognática.
La odontología lentamente se ha transformado en una especialidad médica con alto contenido estético. Es nuestra obligación como profesionales conocer en profundidad el sustrato psico-social de esta demanda para comprender qué subyace realmente en el pensamiento de un paciente que anhela una sonrisa bella.
1.1 La representación social de la salud bucal
Como mencioné anteriormente, en la práctica odontológica, tradicional e históricamente, la asistencia del paciente a la consulta estaba asociada a la patología y el dolor. En la actualidad muchos pacientes acuden para resolver problemas estéticos, y hacer que su dentadura sea más blanca, alineada y simétrica, con el fin de tornarla más atractiva, según los cánones imperantes.
Estos cambios de conducta ante la consulta odontológica obedecen en buena parte a que la sociedad demanda de sus individuos cada vez más una mejor imagen corporal y la boca se ha constituido en una parte muy importante de esa imagen agradable y saludable que las personas desean transmitir.
Para corroborar lo anteriormente señalado, basta con revisar los anuncios de solicitud de personal para el trabajo que circulan en la prensa a diario, que exigen entre el perfil del posible trabajador: juventud, buena presencia, impecable imagen, atractivo, entre otros atributos no académicos.
Los Odontólogos han incorporado los nuevos patrones estéticos imperantes a nivel mundial, como aquellos “funcional y estéticamente aceptables”, lo que ha promovido, al igual que otras especialidades de la medicina como la cirugía plástica, un rechazo a la “imperfección física”, que, en la mayoría de los casos, expresa la genética del individuo.
Las sociedades modernas experimentan una saturación comunicacional. Los individuos están bombardeados constantemente con información proveniente de distintos frentes: internet, televisión, radio, diarios y revistas, libros, cine, publicidad. Las calles están plagadas de avisos, carteles y afiches que promocionan, entre otros, dientes blancos y perfectos; “conseguir una sonrisa bonita y sana” es parte fundamental del atractivo, del éxito personal y hasta profesional. Según Couto (Odontología y Misogenia, 2007), “los medios de comunicación masiva, mediante una efectiva penetración en poblaciones de diverso status socio-económico y por fácil acceso en colectivos de diversas culturas, contribuyen a promover pautas y estereotipos físicos, profesionales o raciales ideales, que en la mayoría de los casos no se corresponden con los rasgos comunes de quien lo observa”.
Partiendo de la reflexión anterior, se podría encontrar la relación entre el término misogenia con la odontología, ya que ésta a través de diferentes modalidades terapéuticas podría resolver los conflictos de las personas que de algún modo tienen rechazo a sus orígenes, sobre todo de tipo biológico, cultural y social.
En este momento del planteo del estudio, resulta importante definir a que llamamos representación social:
Para Beriain (1990), la conceptualización de las representaciones sociales surge con Durkheim, quien las definió como “…estructuras psicosociales intersubjetivas que representan el acervo de conocimiento socialmente disponible y que se despliegan como formaciones discursivas más o menos autonomizadas, en el proceso de autoalteración de significaciones sociales”. Provienen del imaginario colectivo y se constituyen en portadoras de significaciones sociales, de interpretaciones, de formas de ver o percibir el mundo.
La representación social plantea la configuración social de marcos interpretativos y de un mundo simbólico que expresan una construcción social en la historia; es este mundo socialmente compartido que garantizaría la comunicación, la interacción y cohesión social. Se constituyen a su vez como sistemas de códigos, valores, lógicas clasificatorias, principios interpretativos y orientadores de las prácticas, que definen la llamada conciencia colectiva, la cual se rige con fuerza normativa en tanto instituye los límites y las posibilidades del hacer social. La institución del mundo común es necesariamente institución de lo que es y de lo que no es, de lo factible y de lo imposible, así como de lo exterior a la sociedad como de lo interior de ella.
Para Moscovici (1979), la Sociología reconoció el papel de las representaciones sociales en nuestra cultura definiéndolas como estructuras simbólicas encargadas de atribuir sentido a la realidad y definir u orientar los comportamientos. Además, se presentan al sujeto, en la forma de un mundo instituido, ya dado, que de alguna manera ejerce una sobredeterminación social de él. La representación social sería como un modelo interno que tiene por función conceptualizar lo real a partir del conocimiento previo, es por esto que designan una forma específica de conocimiento: “el saber de sentido común”, en el que el contenido significa una forma particular de pensamiento social.
En el ámbito de la salud y la enfermedad, las representaciones sociales se manifiestan en la manera como los individuos explican y afrontan el proceso salud-enfermedad. De tal manera, que lo que abordan los profesionales de la salud en la interacción con el paciente está relacionado directamente con las representaciones sociales.
A modo de ejemplo, abordando nuestra temática, en torno a las representaciones sociales de la salud bucal, expresiones despectivas relacionadas con el mal aliento, y la publicidad de productos para tratar este flagelo, nos muestra una vez más, la gran preocupación que tienen los individuos por la reacción de los otros ante el vínculo inter-personal, reflejando que en ciertos grupos es más importante la sensación de limpieza y aroma agradable (antes que la función o la integridad anatómica) para evitar el rechazo o el comentario descalificador. Estas afirmaciones son causa frecuente de consulta odontológica y de requerimientos del paciente hacia el profesional para que libere al individuo de tan desagradables sentencias.
La condición salud – enfermedad, en su relación con lo estético, remite a lo atractivo a la vista, bello, limpio, armónico y de olor agradable. La imagen de salud se construye a partir de un patrón socio-cultural, que debería cambiar de una época a otra y de un contexto a otro, aunque en la actualidad y gracias a la globalización aparecen los fenómenos de transculturización y aculturación que han dado el golpe definitivo a las culturas autóctonas y sus propios desarrollos.
La cultura ha determinado los valores, normas y patrones de conducta que permiten la identidad de los individuos, y la definición de su papel social. En la salud bucal, se ponen de manifiesto estereotipos frente a la belleza y la boca; los dientes blancos y parejos, de correcta alineación y simetría, son una representación de la salud en términos de estética, reforzada por los medios de comunicación, que muestran modelos que no siempre responden a las características fisiológicas-raciales de un colectivo, pero que modifican los patrones de la belleza y la estética en términos de identidad.
En el ámbito mediático, cita Dellamea (2007), las estrategias que se utilizan en la producción de anuncios publicitarios sobre medicamentos, productos, técnicas y procedimientos odontologicos, especialmente aquellos que se propagan a través de la televisión y revistas, constituyen modalidades peligrosas de divulgar, ya que los actores sociales que recomiendan el consumo de estos productos en los anuncios son los conductores de programas de noticias, magazines de actualidad y programas de la farándula, entre otros. Al ser protagonistas mediáticos de alto reconocimiento, poder de identificación, prestigio y autoridad para ingentes números de miembros de la audiencia, podría estimarse que los efectos de tal recomendación resultan de una fuerza considerable que no siempre es positiva para el receptor.
La publicidad comercial tiene un valor inusitado. Se dirige, cada vez más, a la incitación/inducción del consumo de productos de embellecimiento dental de venta libre (como sustancias blanqueadoras). Despertar interés en el receptor y conminarlo a probar la efectividad de las drogas, su eficacia en el control de los síntomas, innovación y desarrollo atribuidos al producto, haciéndose énfasis en la conveniencia de usarlos. Pero, al mismo tiempo, una escasa/nula presentación de los efectos colaterales, del riesgo que representa la automedicación, la dosificación y la exposición en el tiempo de los tratamientos. Cada vez son más las personas que se sirven de los sistemas de venta por internet, televisión para la adquisición todo tipo de productos.
Para Natera (2003), se vive en una sociedad que es promotora más de misogenia que de genofilia, lo ideal seria que las personas lograran una identidad propia, como parte de ese proceso de evolución y desarrollo del hombre, en la cual encuentre a nivel individual y grupal un sentido a su existencia, teniendo presente el seno cultural en el cual se esta inmerso. La cultura de los medios hace que poco a poco se vaya perdiendo la identidad propia, desarraigándonos de nuestra cultura, surgiendo un nuevo tipo de adaptación. Es menester acotar, que la sociedad, la familia y el individuo están en la búsqueda continúa y constante de una identidad, la relación dialógica entre lo biológico, antropológico, social, cultural, histórico, son imprescindibles redes para crear ese yo ideal.
CAPÍTULO 2 - FUNDAMENTACIÓN
Este libro es el resultado de un trabajo de investigación bibliográfica que tuvo como objetivo investigar las motivaciones subyacentes que entran en juego en la demanda estética del paciente odontológico, partiendo de la hipótesis de que existen aspectos psicológicos, sociales y culturales implícitos que influyen en la decisión de realizar una rehabilitación estética integral, aspectos que van más allá de lograr una sonrisa bella.
Para la argumentación de este trabajo, realicé un planteo de tres incógnitas fundamentales que surgen al analizar este problema:
• ¿La creciente demanda de tratamientos de rehabilitación estética dental es un fenómeno reciente, una moda, o siempre existió pero la ciencia odontológica no tenía recursos terapéuticos para satisfacerla?
• ¿Los pacientes que solicitan tratamientos estéticos, lo hacen con fines puramente cosméticos, de belleza física o esconde otros aspectos psico-sociales no reconocidos?
• ¿Qué lugar ocupa la belleza de la sonrisa o belleza dental en la representación social de la belleza corporal? ¿Tiene un lugar protagónico o juega un papel secundario?
Responder a estos tres interrogantes fue el motivo principal de este trabajo y en el desarrollo del mismo intenté develar estas incógnitas con fundamentación bibliográfica, para que finalmente en las conclusiones el lector pueda hallar respuestas racionales que le permitan arribar a un conocimiento más acabado de este tópico tan importante para quienes estudiamos esta nueva y apasionante disciplina: la Odontología Estética Rehabilitadora.
CAPÍTULO 3 - ASPECTOS PSICO-SOCIALES EN LA DEMANDA DE ESTETICA DENTAL
3.1 Psicología e imagen corporal
Desde la antigüedad se ha considerado que el rostro era la parte del cuerpo en la que se expresaba por excelencia el alma. El rostro es una de las mayores señas de identidad, pues es la parte más visible del cuerpo. Cuando conocemos a alguien, solemos fijarnos en su cara, en su nariz, en sus ojos y su sonrisa, a partir de ese instante le identificaremos siempre. Por ello, es indispensable considerar el estudio del rostro y sus diferentes formas de representación.
Para Simmel (1986), la base en la que se asienta el valor estético del rostro está en estrecha relación con una de las facultades fundamentales del espíritu humano, como es la capacidad de crear unidad en la diversidad. Ante elementos diferentes que se relacionan entre sí de forma diversa, el hombre sabe encontrar su unidad interna. El rostro constituye un ejemplo casi perfecto de esta unidad interna, y la prueba de ello es que cualquier cambio, por pequeño que sea, transforma el rostro en su conjunto. Además, la unidad del rostro, cuyos elementos individuales se pierden hasta constituir un todo, aparece acentuada por el hecho de que la cabeza descansa sobre el cuello.
El rostro es un misterio, lo más próximo de cada uno de nosotros, pero al mismo tiempo la parte del cuerpo más difícil de aprehender, porque para ello se requiere una operación de objetivación y reconocimiento. Durante siglos, esta operación de objetivación fue complicada y efímera, la mayoría de las veces reservada a las clases superiores. Las superficies espejadas en las que el hombre podía ver su rostro eran escasas y rudimentarias: bronce, estaño, plata, oro, acero, y finalmente, el agua. Todas ellas exigían ciertas condiciones: brillo, lustre, pulimento, bruñido, transparencia, quietud. Los pintores, escultores y dibujantes perpetuaban en retratos los rasgos de algunos privilegiados. Sólo éstos contaban con una imagen de su rostro. Para la mayoría de las personas, las características de sus rostros permanecían borrosas.
Habría que esperar hasta mediados del siglo XVI, cuando en los talleres de Murano se inventó la técnica moderna del espejo, para que éste llegara a generalizarse. Las fábricas de espejos empezaron a proliferar por toda Europa y lo que antes era un objeto de uso íntimo, pasó a formar parte del mobiliario de los estratos superiores de la sociedad. En los estratos sociales más bajos, la incorporación del espejo al espacio cotidiano se hizo con un ritmo más lento. Solo a finales del siglo XIX, los espejos pasaron a ser objetos de uso doméstico habitual y generalizado. También fue por aquel entonces cuando la fotografía empezó a popularizarse, democratizando definitivamente la percepción del rostro. El hombre empezó a vivir rodeado de su rostro.
Ahora bien, el hecho de que el rostro se hubiera convertido en algo corriente no era suficiente para despejar las sombras ni las ambigüedades que le rodeaban y que le siguen rodeando. Cómo no lo podemos observar en forma direta, el rostro es siempre Otro. Nuestras fotografías, nuestros retratos, incluso la imagen que de nosotros refleja el espejo no nos presentan a nosotros, sino que nos ofrecen a Otro, un ser ajeno, distinto de como nosotros mismos nos percibimos. Ésta es la paradoja del rostro: su inmediatez y fundamental subjetividad, por una parte, y su inaprehensibilidad y objetividad, por otra. Por un lado, es la parte del cuerpo más conocida, hasta el punto de encarnar nuestra identidad, pero, por otro lado, no deja de mostrarse como extraña. Al reconocernos en las fotos o en el espejo siempre hay un asomo de sorpresa que nos es imposible eliminar. El rostro es siempre ese extraño que se refleja en el espejo cuando nos acercamos a él, que creíamos familiar y conocido, pero que nos sorprende con un nuevo gesto que hasta entonces no habíamos descubierto.
Por otra parte, no hay rostro sin el Otro; entre el espejo y uno mismo aparece la imagen del Otro, y es a través de ese Otro cuando nos distanciamos del yo y entramos en la dimensión simbólica específica del ser humano y de la relación social. El simbolismo del cuerpo y del rostro se constituyen a través de la dimensión social en la que los hombres se encuentran. El rostro del Otro es nuestro espejo sobre el que se va conformando nuestro rostro.
En la actualidad, muchos pacientes acuden a la consulta odontológica motivados por requerimientos estéticos, con el fin de embellecer su sonrisa. Estos cambios de conducta ante la consulta odontológica obedecen a que la sociedad demanda de sus individuos una mejor imagen corporal, donde la boca se ha constituido en una parte muy importante de esa imagen agradable y saludable que se quiere mostrar.