Introducción a la teología del Nuevo Mundo - Oscar Garcia-Johnson - E-Book

Introducción a la teología del Nuevo Mundo E-Book

Oscar García-Johnson

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Beschreibung

Introducción a la Teología del Nuevo mundo de Oscar García Johnson es el primer volumen de siete de la serie Teología del Nuevo Mundo del mismo autor. Este libro es el primer volumen, de una serie de siete volúmenes, que tiene como objetivo introducir la visión general de la teología del Nuevo Mundo y su ubicación social y cognitiva. También, busca proveer el lenguaje y la metodología del quehacer teológico del Nuevo Mundo. Contiene cinco capítulos que podrían considerarse avenidas principales: El primer capítulo, autobiográfico, poético, disruptivo, provocativo y sintético El segundo capítulo, expositivo y analítico que busca documentar la problemática continental desde los fenómenos religiosos y políticos en el Sur Global Americano El capítulo 3 nos lleva a la interrogación decolonial y busca documentar las tendencias que surgen de espacios El capítulo 4 nos lleva a la pregunta ¿por qué no se ha producido una teología sistemática propia del Sur Global Americano? El capítulo 5 se considera como la presentación formal de la teología del Nuevo Mundo.

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INTRODUCCIÓN

A LA

TEOLOGÍA del

NUEVO MUNDO

EL QUEHACER TEOLÓGICO EN EL SIGLO XXI

OSCAR GARCÍA-JOHNSON

Editorial CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS

(Barcelona) ESPAÑA

E-mail: [email protected]

http://www.clie.es

© 2022 por Oscar García-Johnson

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447)».

© 2022 por Editorial CLIE. Todos los derechos reservados.

Introducción a la teología del Nuevo Mundo: el quehacer teológico en el S. XXI

ISBN: 978-84-19055-13-2

eISBN: 978-84-19055-14-9

Teología cristiana

General

OSCAR GARCÍA-JOHNSON, profesor de teología y estudios ‘latinxs’, fue nombrado director general de diversidad, equidad e inclusión en Fuller en 2021. Anteriormente, asumió el liderazgo del Centro Latino de Fuller en octubre de 2015 como decano asociado y en 2020 fue nombrado decano académico del Centro para el Estudio de la Iglesia y la Comunidad Hispana (Centro Latino). Antes de unirse a la facultad de Fuller en 2008, enseñó durante diez años como miembro adjunto de la facultad en Fuller mientras servía como ministro regional con las Iglesias Bautistas Americanas de Los Ángeles durante 11 años y plantando cuatro nuevas iglesias en el sur de California.

Nacido en Honduras, García-Johnson emigró a los Estados Unidos cuando era joven para completar una licenciatura en ingeniería eléctrica. Mientras estaba en la universidad, se comprometió con Jesucristo y experimentó una conversión vocacional hacia los estudios filosóficos y teológicos, lo que le llevó a una vida que ha alternado entre la academia, la iglesia y la ciudad.

García-Johnson enseña en inglés, español y portugués. Su metodología de investigación entrelaza los estudios de/postcoloniales, las teologías clásicas y los estudios latinos/latinoamericanos de Estados Unidos en una hermenéutica crítica que él denomina “transoccidentalidad”. Su próxima serie teológica en español, Teología del Nuevo Mundo, con la Editorial CLIE (Barcelona, España), es una obra innovadora en varios volúmenes que utiliza la decolonialidad, la doctrina cristiana y la teología práctica como discursos configuradores para formar al ciudadano global cristiano del siglo XXI en un mundo pospandémico. Otros de sus escritos son Spirit Outside the Gate: Decolonial Pneumatologies of the American Global South (IVP Academic, 2019), Conversaciones Teológicas del Sur Global Americano(coeditado, Puertas Abiertas/Wipf & Stock, 2016), Theology without Borders: Introducción a las conversaciones globales, en coautoría con William Dyrness (Baker Academic, 2015), ¡Jesús, hazme como tú! 40 Maneras de Imitar a Cristo (Wipf & Stock, 2014), The Mestizo/a Community of the Spirit: A Latino/a Postmodern Ecclesiology (Pickwick, 2009). Ha contribuido a muchos libros y volúmenes, incluyendo Theologies of the Land (Cascades, 2020), T&T Clark Handbook of Pneumatology (T&T Clark, 2020), T&T Clark Companion to Political Theology (T&T Clark, 2019), The Encyclopedia of Christianity in the Global South (Rowman & Littlefield 2019), The Spirit Over the Earth: Pneumatology in the Majority World (Eerdmanns, 2016), The Gospel after Christendom: Nuevas voces, nuevas culturas, nuevas expresiones (Baker Academic, 2012), Vivir y servir en el exilio: Lecturas teológicas de la experiencia latina en los Estados Unidos (Kairos, 2008), y Pasando la Antorcha (Kerigma, 2005).

Además de impartir cursos en Fuller, García-Johnson participa en la justicia holística basada en la fe con Matthew 25 del Sur de California, LA RED y CCDA. Ofrece conferencias sobre el desarrollo del liderazgo y la teología y el ministerio decolonial en todo el continente americano (incluidos los Estados Unidos), Asia y África. Cofundador del proyecto Omega Geñeration, se ha comprometido a facilitar entornos ministeriales prósperos para los millennials latinos y las mujeres latinas.

Es miembro de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, la Academia Americana de Religión y la Asociación para la Educación Teológica Hispana.

CONTENIDO

Introducción

1.Soy americano/a/x

—Ejercicios de reflexión creativa

2.Existo donde creo: Una doctrina de la vida americana desde el Sur Global

—Criaturas de Dios y del imperio

—De la corona europea a la colonia americana

—De la colonia cristiana al estado independiente

—Dos visiones continentales y una visión otra

—Cómo nace, crece y se reproduce el panamericanismo

—¿Un protestantismo latinoamericano por medio de un panamericanismo estadounidense?

—Evangelicalismo y democracia en América Latina

—Conclusiones

—Preguntas de reflexión crítica

3.Cuatro ataduras coloniales del cristianismo americano

—Cuatro escenarios de la iglesia

—La pregunta del éxito evangélico y su misión

—Los paradigmas anti-transformadores del cristianismo americano

Atadura doctrinal: colonialidad del creer y saber

Atadura caudillista: colonialidad del poder y del servir

Atadura segregacionista: colonialidad del convivir eclesial

Atadura evangelística: colonialidad del soñar escatológico

—Conclusiones

—Preguntas de autoreflexión

4.Por qué la teología sistemática del norte no funciona en el sur

—Teología sistemática y formación teológica en América Latina

—Formación teológica y generación milenial

—¿Por qué no se producen textos de teología sistemática desde el Sur Global Americano?

—Una variante evangélica crítica con producción creciente

—Agenda para re-teologizar Nuestras Américas

—Más allá de las trampas occidentalistas y anti-occidentalistas

—Preguntas para el diálogo en grupos pequeños

5.Cómo hacer teología del Nuevo Mundo

—Ubicación social y cognitiva de la teología del Nuevo Mundo

—Crisis teológica occidental

—Agenda del quehacer teológico mundial desde el Sur Global Americano

—Presuposiciones y metas de desaprendizaje y reaprendizaje para un Nuevo Mundo

—Cómo elaborar una teología del Nuevo Mundo

—Tres tesis transoccidentales

—Matriz teológica transoccidental

—Preguntas sobre la práctica ministerial

Epílogo: Acerca de la “nueva doctrina” de la teología del Nuevo Mundo

Glosario: Conceptos claves

Bibliografía

INTRODUCCIÓN

Nunca olvidaré una ilustración que mi pastor nos contó en una de sus lindas predicaciones dominicales. Me marcó entonces y me sigue instruyendo hoy, tres décadas más tarde. Se las relato a continuación.

Había un joven recién convertido al Evangelio que llegó a una iglesia muy reconocida y antigua. El santuario era espacioso e imponente. Los varones diáconos y ujieres y las damas recepcionistas vestían impecablemente. La adoración era majestuosa y avivada. Los sermones elevaban a la audiencia hasta el trono de la gracia de Dios, sujetándolos con el cordón de tres dobleces de la verdad bíblica.

El joven recién convertido sentía que cada vez que pisaba el templo y participaba de las actividades de la iglesia, entraba en un nuevo mundo, ajeno a lo que él había experimentado hasta aquel momento de su vida. El ambiente se sentía con muchas posibilidades para su crecimiento espiritual. Estaba sediento de Dios, hambriento de la Palabra, dispuesto a lo que sea para darse sin reserva a un Jesús que había conquistado su corazón con su amor y sus promesas de vida abundante. Buscaba toda oportunidad para estar en el templo y participar de las actividades de la Iglesia. Las hermanas y hermanos lo veían y susurraban: ¡Ah, está en su primer amor, ojalá así permaneciera siempre!

Pasaron las semanas y los meses, y el joven seguía cada vez más comprometido y entusiasta, buscando no perderse ninguna oportunidad de aprender y servir en lo que le dieran chance. Asistía los miércoles al estudio bíblico, los viernes al grupo de jóvenes, los sábados a la oración matutina y luego a las actividades de evangelismo. En los domingos nunca se perdía los dos cultos programados. Cuando había que trabajar en la remodelación de alguna área de la propiedad, él era uno de los primeros. Y cuando uno de los pastores necesitaba ayuda para mudarse de casa o cualquier otra ayuda, él se disponía rápidamente con el fin de estar cerca de ellos y aprender cómo ser un cristiano triunfante.

Aconteció que uno de los diáconos más antiguos e influyentes de la iglesia le comenzó a poner atención a aquel joven. Se le fue acercando, poco a poco, hasta ganar su confianza. Comenzó a discipularlo, uno a uno. Un día, el diácono le invitó a su casa para cenar y hablar de su futuro en la iglesia.

El joven aceptó sin reparo. No pudo dormir la noche anterior. Oraba, sin cesar, pidiéndole a Dios que le guiara por medio de aquel líder tan respetado y maduro. Llegó el día de la cena y el joven estaba 15 minutos antes de la hora esperando para tocar la puerta. Los minutos le parecían años y los segundos, horas. Al fin, llegó hasta la puerta y tocó con mucho tacto. Pero nadie contestó al principio. Insistió hasta que la puerta se abrió. La esposa del diácono le invitó a pasar y tuvieron una velada maravillosa. Luego, el diácono le invitó a pasar a la sala para platicar.

El corazón del joven parecía explotar. El diácono tomó la taza de café y en silencio lo miró por varios segundos. El joven no sabía qué hacer ni qué decir. Se preguntaba, ¿cuáles son los modales que uno debe tener en la casa de un líder así? Pues, estaba en la casa de uno de los lideres más importantes de su iglesia, de su nuevo mundo, de su familia eterna. Tenía temor de echar a perder aquel momento tan especial. Sus aspiraciones de ser útil en la iglesia, de servir de alguna manera relevante, pendían quizás de aquella conversación y traicionaban sus nervios. Deseaba saber, ¿qué era lo que el varón de Dios le iba a proponer? ¿Qué había visto en él que fuera digno y útil para ofrecerlo a los demás como un acto de adoración a Dios y servicio al pueblo de Dios?

Mientras decenas de pensamientos y sentimientos tropezaban en busca de sentido espiritual, el diácono fue bajando la mirada. Al instante se escucha la taza que choca con el plato y rompe el agudo silencio que arropaba aquel instante.

—Mira, hijo —irrumpe el diácono—, te he estado observando por varios meses y, bueno, me alegra mucho verte muy entregado en las cosas de Dios. ¿Sabes cómo se llama eso?

El joven le responde:

—No, señor.

—Se llama el primer amor —contesta el diácono.

El diácono vuelve a tomar la taza con sus dedos en forma de tenazas. Sube lentamente la taza y un ruido audible de pequeñas cascadas de agua emerge de repente, exorcizando el silencio en el cuarto que conspiraba con su inquisidor. Después de tomar el sorbo de café, clavó su mirada invencible nuevamente sobre el rostro del discípulo. Le preguntó:

—¿Sabes por qué se le llama el primer amor?

La pregunta tomó al joven por sorpresa. Pensó por un momento que aquello podría ser una prueba de su capacidad y conocimiento bíblico y por lo tanto no debía fallar en aquello tan básico si tenía aspiraciones de liderazgo. Su ritmo cardíaco comenzó a subir hasta producir gotas sudorosas que suplicaban misericordia. Palideció por un instante. Era su Getsemaní.

El diácono nunca bajó su mirada estoica. Sus expresivos ojos oscuros y misteriosos, con bolsas que se deformaban por la fuerza de la gravedad y las muchas memorias convocadas por una larga vida de servicio ministerial, daban la impresión de un juez que sabía todas las respuestas que su acusado podía ofrecer en su defensa y que nada podría impresionarle. Pero había que responder. El joven buscó desesperadamente en sus millones de neuronas y recorrió todos los archivos engañosos de su mente hasta encontrar algo útil. Vino a la memoria un pasaje fugazmente leído en sus primeros meses de convertido. Procedía del enigmático libro de Apocalipsis de San Juan y registraba la extraña combinación de una frase romántica dicha en un escenario de juicio escatológico: “primer amor”. Le responde entonces el joven:

––¿Por el Apocalipsis?

El diácono hizo un gesto ambiguo, mientras desposeía la taza de café de sus últimos depósitos de aguas negras.

—De ahí viene —contestó el diácono—, pero a lo que me refiero es algo más bien práctico. Tiene que ver con la manera de conducirse dentro de la iglesia. Mira, hijo, yo llevo muchos años sirviendo a Dios. ¿Tienes alguna idea cuántos?

––No tengo idea, señor, pero me imagino que muchos y todos en la iglesia lo respetamos.

—Tengo treinta años de servir al Señor en esta iglesia. Llegué apenas cuando los pastores tenían siete personas. Era una misión. Y como tú ahora lo haces, yo también me di enteramente a esta obra. Hoy puedo decirte que he aprendido algunas cosas de la vida cristiana y el liderazgo. Y deseo darte un par de consejos. Si está bien contigo.

De inmediato el joven cambió su semblante. Movió la cabeza ligeramente asentando un sí. Sonrió y abrió su corazón como las flores más joviales abren sus pétalos para dejarse poseer por los primeros rayos del alba. Pensó, «Al fin viene aquello por lo que Dios me trajo hasta acá. La lección de una nueva vida por un sabio diácono al cual mucha gente admira».

—Te puede parecer extraño lo que te diré —continuó el diácono—, pero deseo verte crecer y no caer. No corras, no te apures, no te emociones mucho y no quieras hacerlo todo para todos, bájale las revoluciones de tu motor para que dure mucho tiempo. ¡Se te va a acabar la energía de la fe, muchacho, en la primera subida de la cuesta!

El joven escuchó aquellas palabras de su nuevo mentor, pero no logró hacer sentido de ellas. Aquellas palabras contradecían todo lo que él era en ese momento de su vida y desmentían la imagen de un sabio cuya tarea debía ser solo incrementar las revoluciones de su motor, no disminuirlas, ayudarlo a subir la cuesta más rápidamente y llegar hasta la cima como vencedor en tiempo récord. Mientras trataba de entender cuál sería el significado de aquel mensaje, entró en un lapso de silencio íntimo que se perdía en la oscuridad de una desilusión. Allí, en la casa donde debía encontrar su luz. El chico tomó el vaso de agua que permanecía hasta entonces intacto y se lo bebió de una, para pasar el trago amargo.

El diácono notó un cambio en el rostro del joven. Y continuó su discurso.

—He visto a muchos como tú venir a los caminos del Señor, hijo, y a muchos y muchas quemarse en el camino sin haber realizado sus sueños. O bien, con el tiempo, se vuelven cínicos y viven de una manera mediocre en ambos mundos: adentro de la comunidad de fe y afuera. No logran ser exitosos en ningún lugar. Porque comienzan efervescentes como la espuma de una Coca Cola agitada por manos juguetonas, para terminar como un agua azucarada sin gusto a la Coca Cola tradicional. Así, terminan vacíos, fríos y apagados en la fe. Mi consejo es que te tomes las cosas en serio, pero con calma. Claro que hay que vivir el primer amor y esto, en un comienzo, se hace por medio de las emociones y el entusiasmo, pero luego hay que moverse a otra etapa y mantener el primer amor silenciosamente con la razón y la disciplina que trae constancia, sabiendo que las tradiciones y costumbres de nuestra iglesia tienen mucho tiempo y para mantenerlas vigentes y vivas también toma mucho tiempo. Yo no digo que ha sido fácil para mí, pero como dice 1 de Samuel 7:12: ¡Eben-ezer, hasta aquí nos ayudó el Señor! Así que escúchame, hijo, no corras porque te vas a caer y no quemes el motor de tu fe, porque te vas a quedar a medio camino y, Dios no lo quiera, o te apartas de los caminos del Señor o te vuelvas un cínico más añadido a la lista de los miles que dicen ser gente comprometida, pero viven su fe a medias.

El joven, estremecido por la inesperada lección de vida cristiana, inclinó su rostro y no pudo contener las dos lágrimas que le brotaron, una por cada mejilla. Eran los primeros desbordes violentos de agua que abrían los surcos de un alma ingenua que se creía estar en un Edén, pero se encontraba fuera de él. Cuando le volvió la voz le contestó.

––Hermano, perdóneme, es que me tomó por sorpresa su plática. Deseaba mucho escucharle y compartir con usted esta noche. Gracias por la cena y sus consejos. Para mí todo esto de la fe es nuevo, maravillosos y emocionante. Es un nuevo vivir. Es un nuevo mundo. De donde yo vengo, tenemos que darlo todo mientras tengamos vida, sino si se para el motor y se acaba el ánimo. No hay puntos medios, solo subidas y bajadas. Pero voy a considerar sus consejos, hermano. Y ruego a Dios que me dé fuerzas para aprender a levantarme, cuando caiga. Y cuando se funda el motor de mi fe, ruego a Dios que me dé valentía para volver a convertirme a los caminos de Jesús.

¿Por qué una teología del Nuevo Mundo?

Ahora yo, con las tres décadas de experiencia del diácono de la historia, pienso en retrospectiva y me pregunto si la razón por la cual esta ilustración me impactó tanto era porque me identificaba con aquel joven ingenuo y entusiasta que aspiraba a vivir una fe renovadora siempre renovándose en medio de un espacio eclesial tradicionalista siempre retornando a su época de oro. Esto también alude a un choque generacional, una generación cuya teología y pastoral se envejece sin atención al nuevo tradicionar y otra generación cuya teología y pastoral renace constantemente sin atención a las tradiciones del pasado. Vivir en medio de esta tensión sin tornarse un cínico es poco menos que un milagro. Pero renovar la fe y la teología parece ser parte de mi ADN. Es congruente con mi vida pastoral y, quizás, hasta un destino en ambos sentidos de la palabra en castellano (propósito de vida y punto de llegada). La primera iglesia donde asistí se llamaba Nuevo Vivir. Luego Plantamos tres iglesias con mi esposa que tenían en sus nombres “Renacer”. Y por último plantamos una cuarta iglesia cuyo nombre incluía “Renovación”.

Ahora que pienso en retrospectiva, se me ha hecho difícil seguir el consejo de aquel diácono sabio de nuestra ilustración: calmarme en medio de un mundo convulsionado por el pecado original y originador (capítulo 5), disminuir la revoluciones del motor de la fe en un mundo colonizado y dominado por una maquinaria occidental de armas ideológicas de destrucción masiva.1 ¿Cómo vivir calmado e indiferente a la violencia sistémica de un continente-mundo donde los sistemas dominantes que autorizan y rigen la vida diaria de los pueblos opera a través de una maquinaria que ha caricaturizado a Dios? Entre otras surgen caricaturas de Dios que contradicen la experiencia de vida de su pueblo: un Dios calmado ante un mundo sufriente, un Dios lujoso ante un mundo empobrecido, un Dios estoico ante un mundo sentimental, un Dios envejecido ante un mundo que irrumpe con nuevas generaciones, un Dios indiferente a los problemas sociales, raciales, ecológicos y de abuso de género ante un mundo cuyas gentes mueren antes de su tiempo.

En fin, un Dios del Templo acomodado a la vida litúrgica y cultual de un santuario, coliseo o catedral mientras su creación y mundo convulsiona a razón de genocidios, injusticias económicas y raciales, pandemias mundiales me parece un dios ajeno al Dios de la Biblia. Lo veo más bien como una caricatura de Dios usada por iglesias, denominaciones, tradiciones, diversas confesiones fe, ideologías fundamentalistas y redes de iglesias que, a través de las edades, han buscado la manera de presentar un dios elitista a su tiempo y su audiencia minoritaria. Pero estas caricaturas de Dios no representan las experiencias más maduras ni los rostros más completos del Dios creador de los cielos, la tierra y sus habitantes. No podemos, ni debemos, seguir adelante con la fe y con la iglesia si nuestro Dios no tiene el tamaño, el compromiso, el amor, la justicia, el poder y las credenciales del Dios encarnado en la persona de Jesús de Nazaret y sus comunidades mesiánicas. O es el Dios creador y sustentador de todo el mundo, no solo del Occidente o del Oriente y sus élites privilegiadas, o ese dios es otro, un dios anti-vida y antibíblico y enemigo de todos/as nosotras/os.

Doy gracias a Dios por todas mis herencias y formaciones teológicas y eclesiales. Doy gracias a Dios por mi formación católico-romana, la cual en mi infancia me ayudó a crecer. Junto con Anselmo, Agustín de Hipona y el monje agustiniano y reformador Martín Lutero, aprecio una fe siempre en busca de entendimiento, la cual me trajo al amor de Dios. Doy gracias a Dios por mi formación reformada, la cual me ayudó a crecer a través de mis años de secundaria (y prepa). En ella aprendí el valor de una fe reformada siempre reformando y el compromiso del estudio de la Palabra de Dios. Doy gracias a Dios por mi formación pentecostal, la cual me ha sostenido espiritualmente a través de los desafiantes estudios filosóficos, teológicos y culturales en mis años de estudio académico estadounidense. En ella aprendí una fe renovada siempre renovando y el compromiso del servicio en la iglesia y la fiesta del Espíritu en el culto y la cultura. Y doy gracias a Dios por mi formación bautista americana, la cual me ha dado el espacio ministerial para pastorear, teologizar y hacer misión por medio de una fe ecuménica siempre dialogando. En ella aprendí a liderar sin dominar y misionar sin colonizar.

Todas estas tradiciones habitan en mi aún y, por gracia y obra del Espíritu, siguen forjando en mí “la fe no fingida” (2 Timoteo 1:5) de las herencias occidentales, pero todas ellas están sujetas y sometidas dentro de mí, por gracia y obra del Espíritu Santo, “al fuego avivador del don de Dios” (2 Timoteo 1:6) a razón del cual soy llamado, sin yo merecerlo o aun comprenderlo, a enseñar también a otros y otras (2 Timoteo 2:2) esta teología del Nuevo Mundo.

Hay tres razones principales por las que esta serie se titula Teología del Nuevo Mundo.

Primera razón: “nuevo mundo” fue el nombre categórico que se le dio a Abya Yala cuando la empresa colonizadora ejecuta su función colonial. Fue un invento colonial de una Europa que descubre la ruta al Atlántico y llega a una tierra y gentes que no se encontraban en sus mapas ni imaginaciones filosóficas y teológicas. No sabiendo qué hacer con este nuevo conocimiento, porque solo existían tres continentes en los conocimientos europeos del medievo (Europa, África y Asia) ahora se inventan una nueva categoría cartográfica y teológica “nuevo mundo” para indicar varias cosas: (1) un mundo que no tiene historia (ni pasado ni lenguaje ni conocimiento), (2) un mundo vacío, desocupado y libre para ser ocupado y poseído, (3) un mundo que no tiene religión y por ende sus habitantes no tienen alma/espíritu y no son del todo humanos sino salvajes, seres bestiales y monstruos. Pero luego, gracias a los esfuerzos de misioneros defensores de los derechos indígenas (Montesinos y Las Casas), llegan a ser vistos como “bárbaros” que deben ser civilizados y cristianizados.

Segunda razón: A partir de la conquista y al orden colonial en el “nuevo mundo” de Europa, de hecho, sí surge otro nuevo mundo. Las naciones indias luego transformadas en ciudades, metrópolis y naciones estado hasta llegar a ser las repúblicas americanas mestizas gobernadas por las castas criollas hasta el día de hoy. Nuestros mestizajes y creaciones propias surgieron en medio de la dominación de Occidente y hemos vivido occidentalmente en un mundo nuestro que antecede (pre-moderno) a la colonia y modernización y a la vez incluye al Occidente moderno (así nos vemos), pero a la vez los resiste a ambos. Como dice Octavio Paz “el mexicano no quiere ser ni indio ni europeo... se vuelve así un hijo de la nada, un ser abstracto...”. Esta es la crisis de identidad en la que nos hemos formado. Hijos, no tanto de la nada (aquí yo critico a Octavio Paz), sino hijos de nuestras propias descreaciones, o sea, nuestras propias creaciones que aún no tienen nombre sino que viven como aspiraciones, utopías y quijotismos.

Tercera razón: Pero hay un tercer “nuevo mundo” (un mundo mundializado no solo occidentalizado) que irrumpe en el siglo XXI, durante la pandemia mundial COVID-19 en el 2020. Este nuevo mundo pos-COVID-19 evidencia la transformación de varios espacios locales y globales de vida pública por medio de una crisis de salud ingobernable, una serie de protestas y revoluciones mundiales en contra del racismo, sexismo, colonialismo detonado por los abusos sistémicos del aparato policial y jurídico de los Estados Unidos en contra de la comunidad afro-americana y negra. El nuevo mundo pos-COVID-19 obliga al estado, al sector privado y al sector religioso a ubicarse de lleno en la plataforma virtual y se solidifica de una vez por todas la sociedad informática y el capitalismo informático (info-capitalismo). Los tecnócratas de Silicon Valley (California) llegan a mostrar su gran poder mundial, aun sobre el estado de derecho, cuando en enero del 2021 compañías de la estura de Apple, Google y Twitter prohíben el uso de sus plataformas nada menos que al presidente en turno de los Estados Unidos de América, Donald Trump, acusado de sedición y de agitar las masas violentas para allanar el Capitolio de Washington, D.C. el 6 de enero del 2021. La academia, la iglesia y el espacio público perfeccionan sus operaciones en las plataformas virtuales y redes sociales para hacer negocios, ministerio, vida y revolución de maneras novedosas. La teología y el ministerio, hasta ahora arraigada en un Occidente ilustrado y fosilizado en libros de textos, salones de clases, sermones e himnos templo-centrados, se ven forzados a responder transformando sus formas litúrgicas y cultuales además de sus operaciones e infraestructuras a medios mucho más fluidos, polivalentes, domésticos, populares y proféticos. Hemos ahora aterrizado al mundo de las generaciones mileniales y Zetas. Ellas dominan estos espacios digitales y tienen imaginarios sociales diferentes, menos fieles al pasado y más des/poscoloniales. Ante un mundo nuevo y cambiante en sus formas y estructuras más fundamentales, una minoría de actores en el campo de la política, economía, cultura, educación, religión y ministerio se aferran a una ideología nativista y de restauración occidental que conjuga ideologías de raza, nacionalismos económicos y fundamentalismos cristianos fascistas a fin de mantener el viejo mundo vivo en el nuevo mundo pos-COVID-19.

Nuestra colección Teología del Nuevo Mundo, busca andar por los conductos traficados de este nuevo mundo pos-COVID-19 que colapsa con el viejo mundo occidentalizante. Teología del Nuevo Mundo es un sistema rizomático (no una sistemática) que busca trazar los mapas de la fe del pueblo que sigue a Dios y del Dios que camina con los pueblos de este Nuevo Mundo. Teología del Nuevo Mundo, como lo veremos en el último capítulo de esta introducción, busca reconstruir un lenguaje autóctono y un marco teológico artesanal que, desde adentro, afuera y transfronterizamente acompañe y evoque las experiencias, tradiciones, visiones y anhelos de las gentes y pueblos del Sur Global Americano que por cinco siglos han vivido cautivos entre dos mundos, pero que hoy encuentra un tercer mundo que abre sus horizontes en una nueva época y desde un nuevo lugar.

Un mapa de lectura para el camino

Este libro es el primer volumen, de la colección Teología del Nuevo Mundo, que tiene como objetivo introducir la visión general del quehacer teológico del Nuevo Mundo y su ubicación social y cognitiva. También, busca proveer el lenguaje integrador y una metodología para dicho quehacer. La colección contiene cinco volúmenes con enfoque doctrinal y dos manuales que buscan desarrollar competencias teológicas y ministeriales. En su conjunto esta colección puede considerarse un juego de herramientas que desarrollan las capacidades cognitivas y prácticas para una pastoral en nuestro siglo XXI. El lector podrá experimentar este primer volumen como parte de una jornada nueva y a la vez con escenarios familiares. Dicha jornada tiene muchas calles pequeñas, algunas muy angostas y en las que nos debemos conducir despacio y otras muy amplias que nos tentarán a correr.

El primer capítulo es autobiográfico, poético, disruptivo, resurgente y sintético. A la vez que hablo de mí mismo, también hablo de muchas otras personas que viven en mundos similares. Para entenderlo sería bueno primero saborearlo, esto es, leerlo con el corazón dejándose llevar por las metáforas, retóricas y visiones paradójicas. Luego habría que pensarlo, o sea, leerlo con la razón siguiendo con cuidado las argumentaciones disimuladas en las construcciones poéticas y teológicas. Sería muy útil para el/la lectora preguntarse, ¿cómo escribiría yo misma una pieza biográfica y poética acerca de mi identidad teológica y cultural? Este ejercicio nos obliga a ubicarlo todo, repensarlo todo y darle sentido a los sinsentidos, tendencias y hábitos que tenemos todos y muchos ni nos damos cuenta.

El segundo capítulo, es más expositivo y analítico y busca documentar la problemática continental desde los fenómenos religiosos y políticos entrelazados en ese espacio plural y maravilloso que yo llamo el Sur Global Americano. El/la lectora podría beneficiarse de esta sección leyéndola con preguntas tales como, ¿cuál es la relación de la fe con los tejidos culturales y políticos? ¿Cómo estos están entretejidos y qué nos ha dejado ese tapiz y hacia dónde nos está guiando? ¿Cómo mis tradiciones doctrinales y prácticas religiosas son o no parte de un patrón de conducta nacional, regional, transnacional, iberoamericana o panamericana? Un ejercicio muy apropiado sería preguntase y escribir un ensayo sobre, ¿cuál es mi doctrina cultural y política de latinoamericana y cómo lo escribo como un creyente? ¿Cuáles son mis fuentes, influencias, tradiciones, visiones y ambiciones? ¿Cuán latinoamericano/latino(a)unidense es mi protestantismo o catolicismo o pentecostalismo? Y, ¿cuán protestante o católico o pentecostal es mi latinoamericanidad/latinidad?

El capítulo tres nos lleva a la interrogación descolonial, al meollo del asunto, y busca documentar las tendencias que surgen de espacios colonizados/modernizados/occidentalizados. No se ofrece un culpable y una víctima, todos/as hemos participado del patrón colonial del poder. Sino fuera así no existiría todavía después de 500 años. A la vez, hay concentraciones de poder, con distribuciones injustas de recursos humanos y fuentes de vida ecológica, en manos de sectores específicos de la sociedad que controlan la vida, la tierra y las personas desde espacios de privilegio e influencia material y simbólica. Esto incide en la forma de ser patria, cultura, institución, familia, iglesia, empresa privada o servicio público. Se mostrará que todas estas expresiones del ser y vivir colectivo están codificadas colonialmente, por ende, si no se descodifican, seguirán el rumbo prescrito por el sistema-mundo de la modernidad colonial. La propuesta es de una fe crítica que debe asumirse y guiarnos a rastrear el problema hasta encontrar su raíz, lo que implica muchas veces un viaje riesgoso por la profunda cueva del conejo (going down the rabbit hole). Las cuatro ataduras coloniales se ofrecen de forma paradigmática para darle nombre, textura y rostro a las maneras coloniales en que hemos construido nuestra identidad cristiana, iglesia, ministerio y mundo. Aquí sería beneficioso para el/la lectora auto-evaluarse en base a las cuatro ataduras coloniales. Si fuéramos a evaluarnos, ¿qué elementos de cada atadura han sido parte de nuestra experiencia cristiana? ¿Qué porcentaje de colonialidad tendríamos en cada elemento que hemos identificado? ¿De qué forma podríamos imaginarnos descolonizados, desprendiendo las cuatro ataduras? Si fuéramos a trabajar con un grupo selecto de líderes de nuestras iglesias u organizaciones cristianas, ¿cómo presentaríamos un taller de descolonización de la mente y del ministerio de forma que no espante a nuestra audiencia antes de ofrecerles un cambio substancial? ¿Por dónde comenzaríamos y qué ejercicios crearíamos para desaprender y reaprender?

El capítulo cuatro nos lleva a la pregunta, ¿por qué no se ha producido una teología sistemática propia del Sur Global Americano? Provee resultados de estudios etnográficos y análisis temáticos con audiencias académicas y líderes mileniales de ambos espacios continentales, América Latina y Estados Unidos. Este capítulo desea llevar al lector al compromiso epistémico, al desafío de decirle sí a Dios y a su pueblo en cuanto a alistarse a la producción propia de la teología nuestramericana del Nuevo Mundo. Se golpea el pudor cultural de las Américas, no con el azote colonialista, sino al contrario con el golpe en el hombro del despertar descolonial para interrogar los siglos de aparente infertilidad teológica y geopolítica. Hay una serie de preguntas, dentro del capítulo, que pueden beneficiar al lector/a para asumir su protagonismo en la gran nube de testigos del teologizar latinoamericano/latino(a)unidense.

El capítulo cinco puede considerarse como la presentación formal de la teología del Nuevo Mundo. Incluye la argumentación del proyecto teológico, su agenda, una terminología básica y luego un esbozo del método teológico transoccidental. Se propone una modalidad rizomática nuestramericana que busca superar las deficiencias cognitivas y éticas, teóricas y prácticas, de la sistemática noroccidental. La rizomática nuestramericana busca rastrear el itinerario propio de la fe, en lugar de imponer otro régimen epistémico de sistemática noroccidental. Se explica cómo y por qué el posicionamiento transoccidental nos sirve para re-teologizar las Américas por medio de cuatro re-formas continentales: cultural, educativa, religiosa-geopolítica y pública. La matriz transoccidental, desde la fe crítica, busca superar el Patrón Colonial del Poder, traspasando las fronteras canónicas del Occidente y redescubriendo las tradiciones propias. El/la lector/a se podría beneficiar de este capítulo haciendo un ejercicio auto-evaluativo. O sea, auto-posicionándose de tal forma que pudiera preguntarse lo siguiente a la luz de la propuesta teológica transoccidental y en calidad de líder cristiano o docente: ¿cómo re-escribiría mi visión, función, misión y agenda pastoral? ¿Qué fuentes teológicas y doctrinales serían las más y menos influyentes para hacer mis sermones o talleres o presentaciones de ahora en adelante? ¿Qué aspectos de la función y estructura ministerial trataría de reformar o descontinuar y por qué? ¿Cómo involucraría a los/as miembros o compañeros/as de la comunidad (iglesia) y aun a los/as críticos y detractores de mi ministerio en este proceso de reconstrucción ministerial y misional? Finalmente, ¿cuál sería mi visión de transformación social, cultural, citadina y aun mundial de manera que no repitiera acríticamente los programas ideológicos destructivos de la derecha (conservadurista) o izquierda (progresista)? Así se culmina este primer volumen y nos preparamos para la temática a desarrollarse en los próximos volúmenes de la colección Teología del Nuevo Mundo.

Para finalizar esta introducción, es menester que yo anticipe al/la lector/a que se encontrará con un nuevo mundo no solo de ideas teológicas, pero también de creaciones del lenguaje. Por ello, he considerado necesario un glosario con conceptos claves (después del epílogo) que busca ayudar al/la lector/a a navegar por los conceptos desconocidos, difíciles y vitales para el entendimiento del material.

A pesar de todo mi esfuerzo por presentar un material relevante, autóctono y legible sabemos que la abundancia, casi obsesiva, de neologismos y transgresiones lingüísticas, al igual que disciplinarias, muy fácilmente pueden distraer o bien enfadar a quienes se ajustan rígidamente al régimen de las reglas gramaticales, ortográficas y sintácticas de la Real Academia Española. Pido disculpas a todos y todas. ¡Perdón! Les confieso que bregar con las limitantes de los lenguajes coloniales, forjados con una epistemología, historia, filosofía y semántica moderna, patriarcal y heleno-céntrica es una batalla colosal. Más nos lanzamos por fe, así como le tocó al apóstol Pablo y a María de Nazaret, también nos toca a nosotras. Pues ellos tuvieron que hacer vida transgrediendo los lenguajes de los imperios en turno para servir a sus comunidades y comunicar las Buenas Nuevas. Su vida en la colonia judía, del primer siglo, tenía que bregar con cuatro lenguajes como mínimo: hebreo, arameo, griego koiné y latín imperial. Sus testimonios nos recuerdan que los idiomas son un regalo del Espíritu de Dios (Génesis 11 y Hechos 2) y existen para nuestro beneficio y no nosotros para el beneficio de ellos.

1. Aquí estoy aludiendo al concepto político-filosófico del sociólogo alemán-latinoamericano Franz J. Hinkelammert como lo desarrolla en su escrito Las Armas Ideológicas De La Muerte, (Ediciones Sígueme, 1978).