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En este volumen de la serie «La Sabiduría del Yoga», Ramiro Calle nos guía por dos técnicas fundamentales que conducen a una comprensión profunda y el dominio de la mente: la introspección (pratyahara) y la concentración focalizada (dharana). Estas prácticas –frecuentemente olvidadas por los manuales de yoga– son pasos esenciales para quien desea ir más allá de lo superficial y sumergirse en los niveles más profundos de la experiencia yóguica. La introspección y focalización permiten al practicante controlar los sentidos y enfocar la mente en un único objetivo, silenciando las distracciones del mundo exterior. A través de estas enseñanzas, Ramiro Calle ofrece herramientas valiosas para enfrentar la vida cotidiana con mayor calma y claridad, invitándonos a descubrir un estado de paz y conexión con nuestro ser interior. Con su estilo claro y didáctico, Calle muestra que la introspección y la concentración son habilidades que todos podemos desarrollar, y que forman parte de un camino hacia la liberación interior y el autoconocimiento.
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Seitenzahl: 83
Veröffentlichungsjahr: 2025
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La sabiduría del yoga
Ramiro Calle
Introspección y focalización
Dharana y Pratyahara
© 2024 Ramiro Calle
© de la edición en castellano:
© 2025 Editorial Kairós, S. A.
www.editorialkairos.com
Composición: Pablo Barrio
Diseño cubierta: Katrien van Steen
Foto del autor: José Ignacio Vidal
Primera edición en papel: Enero 2025
Primera edición en digital: Enero 2025
ISBN papel: 978-84-1121-338-7
ISBN epub: 978-84-1121-362-2
ISBN kindle: 978-84-1121-363-9
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.
Cuando el pensamiento cesa, se revela la luz del Ser.
Nota del editor
Agradecimientos
Introducción
1. La escalada espiritual
Esfuerzo y práctica
Los peldaños
2. Los impedimentos
La ignorancia básica
El egocentrismo
El apego
La aversión
El miedo a la muerte
La identificación del testigo con lo atestiguado
Las impregnaciones del subconsciente
La dispersión mental
La enfermedad y la debilidad física
La indolencia
La duda escéptica
El desasosiego
3. Los aliados
Los grados de Patañjali
La meditación
La sabia discriminación
El desapego
El contento
La concentración
El autocontrol yóguico
La purificación del inconsciente
La energía y la confianza
El autoconocimiento y el examen de uno mismo
La atención a la respiración
La entrega al divino
La renuncia
La aplicación al ser
4. Entender y dominar la mente
Anthakarana
Establecerse en el testigo
Consciencia y supraconsciencia
5.
Pratyahara
6. Desencadenar el
pratyahara
Del
pranayama
al
pratyahara
Respiración alternada seguida de introspección profunda
Respiración con
kumbhaka
interior y exterior
Respiración con
kumbhaka
exterior
Kapalabhati
y
savasana
profundo
Del
savasana
al
pratyahara
La recitación del mantra
Om
7.
Dharana
8. Técnicas del
dharana
Fijación de la mirada en un punto
Concentración en una figura geométrica
Concentración en un color
Concentración en un fondo negro
Trataka
La mirada en el infinito
Concentración en la llama de una vela
Concentración en un disco luminoso
Concentración en un sonido
Concentración en el silencio
Concentración en el sonido y en el silencio
Concentración en la postura corporal
Concentración en la boca del estómago
Concentración en el entrecejo
Concentración en la cima de la cabeza
Concentración sobre los elementos
Yoni mudra
Conclusiones
Cubierta
Portada
Créditos
Epígrafe
Sumario
Comenzar a leer
Agradecimientos
Algún tiempo de los primeros siglos de la era común, vivió el sabio indio Patañjali. A él debemos la recopilación en poco menos de doscientos aforismos de una serie de enseñanzas y prácticas diversas y dispersas que compartían la etiqueta «yoga»; una sabiduría espiritual que se había ido gestando a lo largo de mil años.
Las Upanishads ya hablaban del yoga como «control de los sentidos», el budismo y el jainismo desarrollaron sus yogas, en el sentido de conjunto de prácticas espirituales (marga), como el famoso Noble Óctuple Sendero budista. La Bhagavadgita ahondaba en este significado amplio de yoga como «camino espiritual», proponiendo tres vías de progresión (conocimiento, acción y devoción).
Patañjali reunió en sus famosos Yoga Sutras gran parte de ese bagaje espiritual y filosófico. Lo denominó Kriya-Yoga (yoga de la acción) o Ashtanga-Yoga (yoga en ocho miembros). De esta forma, sistematizó una larga tradición espiritual, transmitida entre círculos de yoguis, ascetas y sabios, y le dio consistencia filosófica. Lo transformó en «punto de vista» (darshana), en clara sintonía con otra antigua escuela filosófica denominada Samkhya.
Sus Yoga Sutras fueron profusamente comentados. Las corrientes yóguicas posteriores tendieron a legitimarse y anclarse en los ocho miembros de Patañjali, incluso cuando la práctica yóguica se vio insuflada –primero– por las tradiciones tántricas, –luego– por la filosofía vedanta, y –a partir del siglo xx– por la eclosión de los nuevos yogas corporales. En todos los casos, el yoga en ocho miembros del legendario maestro ha quedado como referente ineludible de los yogas modernos.
Quién mejor que Ramiro Calle, pionero en la introducción y divulgación del yoga en lengua española, con una larguísima experiencia en interpretar, desgranar y facilitarnos lo más elevado de la cultura yóguica, para sumergirnos en la sabiduría de Patañjali. La serie que presentamos consta de cuatro libros concisos y esclarecedores que reúnen –en pares– los famosos ocho miembros que articulan la síntesis clásica del yoga.
El Yama y el Niyama versan sobre las predisposiciones éticas y de conducta del practicante; Asana y Pranayama, sobre las posturas y prácticas de respiración; Dharana y Pratyahara, abordan las técnicas de concentración y focalización, y Dhyana y Samadhi, finalmente, tienen que ver con la meditación yóguica y su culminación.
El conjunto representa una síntesis impagable acerca de la sabiduría yóguica; una milenaria tradición de acción espiritual que desborda con creces las prácticas posturales, pues las incluye en un programa liberador muy amplio, siempre abierto a múltiples interpretaciones y tradiciones.
Agustín Pániker
Siempre agradecido a Agustín Pániker,
por su amistad y confianza,
así como a su amable, paciente
y eficiente equipo editorial.
El yoga es como un inmenso río espiritual en el que han ido desembocando innumerables afluentes cargados de conocimiento. Aunque este es un símil muy exacto, también lo es compararlo con un colosal árbol con numerosas ramas y frutos. Las ramas son las distintas modalidades yóguicas y los frutos serían el gran número de técnicas y métodos de que se dispone para rescatar a la mente de tendencias nocivas y para procurarle lucidez transformativa y liberadora. Desde tiempos muy remotos, el yoga se ha ido enriqueciendo con un gran número de enseñanzas, doctrinas, sistemas soteriológicos y corrientes espirituales muy diversas, pese a que algunas pueden estar en contradicción en apariencia. Sin embargo, el yoga siempre se ha presentado como una técnica de autorrealización, en la que predomina la experiencia y no la creencia, la práctica y no la teoría, aunque sea muy sugerente.
La filosofía, la metafísica, la medicina natural, la psicología y la ciencia psicosomática, así como muy diversos puntos de vista místicos, se integran en el yoga, que es básicamente sadhana, un término que puede traducirse como disciplina espiritual, trabajo interior, adiestramiento o práctica para aproximarse a la consciencia realmente despierta y a la liberación (moksha, mukti). Aunque la práctica proporciona bienestar, calma mental y paz interior, equilibrio psicosomático y armonía, discernimiento claro y lucidez, contención interior y ecuanimidad, el objetivo último del yoga es disipar la ignorancia básica de la mente (que causa tanto sufrimiento inútil) y acercarse a la auténtica y propia naturaleza, hasta poder establecerse en ella con carácter definitivo. En general, no es lo que busca la persona que hoy se acerca al yoga, pese a que esa es su auténtica meta, aunque incluso no pueda llegar a ella, pero sí debe tenerla presente como una fuente de motivación y orientación.
No hay ningún aspecto del ser humano que el yoga no trate de abordar y mejorar, ya que somos una entidad biopsico-social a la que nos ofrece métodos fiables y largamente experimentados para equilibrar los distintos elementos que nos configuran, con la certeza de que, cuanto mejor nos encontremos psicofísicamente, más energías tendremos para avanzar en la senda que se dirige hacia la liberación y la sabiduría. También, hacia la verdadera compasión, para alcanzar lo que me gusta resumir como «una mente clara y un corazón tierno». Un gran beneficio, no solo para uno mismo, sino también para todas las criaturas vivientes o al menos para aquellas con quienes nos relacionamos al conseguirlo.
En esta tetralogía sobre los grados del yoga (Yoganga) de la que me estoy ocupando, recojo básicamente enseñanzas de Patañjali, además de incluir otras afines, que me sirven para amplificar y enriquecer las que ofrece el sabio al respecto, que a veces son muy escuetas, aunque sean valiosísimos «botones de muestra», para profundizar. No quiero limitarme a referir sucintamente lo que Patañjali nos apunta sobre estos ocho peldaños, que son los escalones que hay que pisar para lograr movilizarse hacia la cumbre, sin tenerla solo como una imagen o una ensoñación, sino como una realidad alcanzable, en la que uno pone todo su empeño, si su búsqueda se torna ardiente y no meliflua o puro flirteo pseudoespiritual.
Para alguien, como es mi caso, que lleva más de sesenta años en la difusión del genuino yoga, no deja de ser doloroso, por mucha ecuanimidad que uno tenga, comprobar hasta qué grado se ha falseado la enseñanza yóguica y cómo surgen muchas otras torpes o malintencionadas que quieren convencer al ignorante afirmando que el yoga clásico o genuino no es el oportuno para los occidentales. Sostienen que hay que darles un falso yoga desdibujado, que se ocupa solo de combatir el estrés, el insomnio, la ansiedad, la escoliosis y otros trastornos modernos (tan antiguos como la humanidad), sin procurarles verdaderos conocimientos y métodos de mayor alcance y significación, como el de lograr recuperar la mente y no sufrir y hacer sufrir a las otras criaturas por su galopante neurosis y sus tendencias perjudiciales. Por fortuna, en Occidente está surgiendo un movimiento serio y comprometido con el verdadero yoga, que incluso podrá restituirlo a la India, donde ha sido más adulterado, mercantilizado y corrompido, hasta tal punto que en la propia patria del yoga se hace diferencia entre el auténtico, denominado Yug, y el pseudoyoga, denominado «yogá».
Como decíamos, aunque de una forma sucinta, Patañjali nos ofrece claves con las que seguir profundizando y obteniendo valiosísimos conocimientos y experiencias yóguicos de una manera saludablemente adogmática, sugiriendo más que imponiendo, brindándonos brújulas para el ascenso a la cima de la consciencia y más allá de la consciencia ordinaria. Un buen número de textos (tales como Bhagavad Gita, las Upanishads yóguicas, los puranas, shastras y tantras