Joy: elígete - Sophie Cliffe - E-Book

Joy: elígete E-Book

Sophie Cliffe

0,0
9,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

OLVÍDATE DEL AGOBIO, EL ESTRÉS, LA PRESIÓN Y LAS EXIGENCIAS DE ESTE MUNDO CAÓTICO. ENCUENTRA EL EQUILIBRIO QUE BUSCAS. En este manual, la psicóloga y coach Sophie Cliff te ofrece ideas prácticas que te ayudarán a: - Reducir el estrés y cambiar tu forma de reaccionar ante él (porque las agendas ocupadas nunca desaparecerán). - Marcar tus objetivos y dar un enfoque nuevo para conseguir tus metas. - Aumentar la confianza y sentir que mereces la alegría que deseas. - Identificar lo que verdaderamente tiene valor para ti, en lugar de dejarte influir por lo que la sociedad considera valioso. - Descubrir qué te hace feliz y tenerlo más presente en tu día a día.>p>SI QUIERES CONECTAR CON LA ALEGRÍA DE LAS PEQUEÑAS COSAS, ESTE ES TU LIBRO.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 207

Veröffentlichungsjahr: 2025

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Índice

Introducción

Primera parte: Empieza por el principio

¿Por qué me siento así?

El desgaste aumenta

Empieza por el principio

Tropiezo con el primer obstáculo

Dónde fallamos cuando intentamos cambiar

Lo que realmente importa

Identifica tus valores esenciales

Segunda parte: Encuentra tu propósito y alegría

Los principios de la alegría:

A ciencia del bienestar, al descubierto

Sigue las pistas:

Busca lo que te haga sentir bien

El poder del propósito

Descubre tu chispa

Encuentra tu propósito y alegría

Tercera parte: Pon alegría en tu vida diaria

Márcate tus objetivos de alegría

Un nuevo enfoque para fijarte unas metas

Domina tu forma de pensar

Escribe nuevas historias para ti

Mantén el rumbo

Conserva la alegría a pesar de los baches

Cuarta parte: Cien días de hábitos alegres

Cien días de hábitos alegre

Conclusión

Notas

Agradecimientos

Recursos para la alegría

Título original inglés: Choose Joy. Todos los derechos reservados.

La edición española se ha publicado gracias a un acuerdo con Blue Star Press Books.

© del texto: Sophie Cliff, 2022. © de la traducción: Lluïsa Moreno Llort, 2025.

© diseño de interior: Megan Kesting. Adaptación de la maqueta: Carolina Borràs.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S. L. U., 2025.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

www.rbalibros.com

Primera edición: marzo de 2025.

REF.: OBDO457

ISBN: 978-84-1098-182-9

Composición digital: www.acatia.es

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Todos los derechos reservados.

INTRODUCCIÓN

Dicen que, a veces, nuestro cuerpo percibe cosas antes de que lo haga nuestra mente.

Un día de diciembre de 2015, estaba sentada en la consulta de un médico, sollozando de frustración. Era mi tercera visita en los tres meses que llevábamos tratando de averiguar el origen de varios síntomas dolorosos que habían deteriorado mi calidad de vida desde hacía casi un año. Mi médico me había hecho todas las pruebas habituales y algunas complementarias para ser lo más riguroso posible; sin embargo, no había encontrado una causa evidente a los fuertes dolores de estómago, la irritación cutánea y los dolores de cabeza con niebla mental que padecía.

Me alegraba, por supuesto, de que no tuviera una enfermedad grave de la que preocuparme, pero al mismo tiempo estaba completamente exasperada. Sin un diagnóstico concreto, no podíamos más que intentar aliviar los síntomas, lo que habíamos logrado con distintos grados de éxito en los meses anteriores.

«Te volveré a pedir pruebas dentro de un par de meses», me comentó el médico. «Mientras tanto, intenta reducir los niveles de estrés. Quizá podrías practicar alguna técnica de mindfulness».

Me quedé perpleja. Estaba centrada en la salud física, no en la mental. Aparte de estas dolencias tan desconcertantes, ¿por qué motivo iba a estar estresada? Todo iba según lo previsto: mi pareja y yo nos habíamos prometido hacía poco y estábamos a punto de comprarnos nuestra primera vivienda. Teníamos una vida social muy activa y estábamos a punto de disfrutar de un fin de semana largo en Oslo, Noruega, una de las muchas escapadas a una ciudad europea que habíamos podido organizar ese año. Por si fuera poco, mi carrera profesional —que era el aspecto de mi vida al que siempre había prestado más interés y atención— era brillante. Trabajaba en Walt Disney Company, una empresa conocida por hacer feliz a la gente. Mi trabajo me proporcionaba unas ventajas increíbles, me permitía acudir a estrenos de películas y, lo más importante, me daba respeto y credibilidad cuando me hacían la manida pregunta: «¿A qué te dedicas?».

Aparentemente, todo era perfecto, y me había esforzado mucho para llegar hasta aquí. Había alcanzado todos esos logros en el ámbito social a los que nos enseñan que debemos aspirar, y tenía la certeza de que la «felicidad eterna» estaba esperándome a la vuelta de la esquina. No obstante, las palabras del médico no dejaban de repetirse en mi mente. ¿Era posible que mis síntomas físicos se debieran a algo psíquico? ¿Podía ser que las decisiones que tomaba estuvieran haciendo mella en mi salud?

Empecé a identificar algunos patrones. Los dolores de estómago siempre empeoraban los domingos por la tarde, cuando pensaba en que a la mañana siguiente debía regresar al despacho. Los ataques de pánico que había sufrido desde la adolescencia eran más frecuentes después de caer en una espiral de comparaciones, tras haberme pasado horas comparando mi vida con la de mis amistades o de la gente a la que seguía en las redes sociales. Mi cabeza estaba a punto de estallar siempre que comprobaba lo llena que tenía la agenda. Sabía que la mente y el cuerpo estaban conectados, pero aun así lo negaba.

En vez de interpretar estos síntomas como una señal de que debía cambiar algo, los vi como una oportunidad para castigarme. Hice caso omiso de los signos de alerta que me mandaba el cuerpo y los cubrí bajo un manto de culpa. Me dije a mí misma que el problema radicaba en mí: tenía una vida fantástica, o sea que ¿por qué simplemente no podía estar agradecida y disfrutar de ella?

En ese momento, en el fondo sabía que en mi vida faltaba algo, pero estaba demasiado asustada e insegura como para averiguar lo que podía ser. Ahora, después de años de búsqueda espiritual e investigación, lo veo muy claro: lo que faltaba en mi vida era alegría. Estaba tan ocupada corriendo de un compromiso a otro, o haciendo a toda prisa las tareas que tenía pendientes, que no me quedaba tiempo para disfrutar del día a día. E incluso en las épocas en que debería haber sido más fácil elegir la alegría —es decir, durante unas vacaciones en un lugar precioso o cuando estaba en compañía de seres queridos—, estaba tan inquieta, tan pendiente de las comparaciones y tan centrada en el futuro que me costaba conectar con el momento presente lo suficiente como para experimentarlo al máximo. No podía estar presente de verdad porque tenía un concepto equivocado de la felicidad y la alegría.

Creía que, para ser feliz, para estar satisfecha con mi vida, debía tomar siempre decisiones «acertadas» y cumplir las expectativas que la sociedad había depositado en mí. Pensaba que si, básicamente, tenía un buen trabajo, viajaba a los lugares apropiados y simulaba que mi vida era perfecta, algo encajaría en su sitio y mis sentimientos se aposentarían. Creía que la felicidad existía en una versión futura de mi vida y que bastaba con alcanzar los objetivos adecuados para alcanzarla. Pero con cada ascenso o hito que conseguía, no me sentía más feliz; de hecho, tenía la impresión de que me alejaba cada vez más de la satisfacción y me surgían más dudas sobre si llegaría a lograrla.

Mi experiencia no es única. Tal vez ahora mismo estés leyendo esto y te sientas del mismo modo. Tal vez tú también tengas la sensación de estar desconectado. Quizá también te sientas desanimado y exhausto. Quizá también tengas la impresión de que tu vida carece de alegría. Y es que muchos de nosotros caemos en la trampa de creer que la felicidad nos espera al otro lado de un nuevo trabajo, de una pareja perfecta o de unas anheladas vacaciones. Y no resulta extraño: todos hemos crecido viendo los mismos cuentos de hadas; los que yo solía vender para ganarme la vida, esos que nos decían que la felicidad era «para siempre» y que debíamos esforzarnos para conseguirla. La mayoría de nosotros no nos hemos criado en sociedades que nos hayan enseñado la importancia de vivir una vida feliz, y pocos hemos tenido modelos que nos hayan mostrado cómo sería. Así que es fácil ignorar las voces que dicen en nuestra mente: «Se supone que la vida tiene que ser mejor que esto». Es fácil tolerar esto. Es fácil seguir sacrificando la realización y satisfacción personales en aras del ajetreo, el complacer a la gente y la competencia.

Muchos de nosotros seguimos con esta tendencia durante décadas, o incluso durante toda la vida, sin efectuar ningún cambio. Yo habría seguido este camino también si mi mundo no hubiera sufrido un fuerte revés en verano de 2016. Había invertido tanto tiempo, energía y esfuerzos en construir esta vida que parecía perfecta por fuera que me resistía a que todo se viniera abajo, aunque, en mis momentos más lúcidos y honestos, supiera que no me hacía feliz. De hecho, probablemente me quedo corta diciendo que me resistía; estaba tan empecinada en evitar el cambio que a duras penas era capaz de reconocerme a mí misma que me sentía insatisfecha, y mucho menos aún reunir el valor para expresar esta opinión a alguien.

Sin embargo, en verano de 2016, una tragedia golpeó mi vida y me dejó totalmente indefensa. A raíz de un trágico accidente, mi preciosa prima Blossom murió con tan solo cuatro años. En un segundo, mi vida y la vida de mis seres queridos cambiaron de forma irrevocable. Y también lo hizo, por tanto, mi visión de casi todo.

Desde su muerte, he leído mucho acerca de cómo el dolor y un trauma pueden catalizar el cambio, y este sin duda fue mi caso. Casi al momento me di cuenta de que esas frases estereotipadas que a menudo pasamos de largo en Instagram o Pinterest, del tipo «La vida es corta» o «Solo se vive una vez», adquirían un nuevo sentido. Quedé despojada de la ingenuidad que acompaña la juventud, de la inocencia que nos da permiso para demorar las decisiones o elegir el camino equivocado. Ya no podía seguir pensando que todo se arreglaría más adelante, porque había aprendido de la forma más brutal que ninguno de nosotros sabe qué significa «más adelante» para él. La experiencia me enseñó que la vida es finita, y que cada segundo perdido es un segundo que ya no podemos recuperar. Fui consciente, quizá por primera vez en mi vida, de lo viva que estaba y que no podía ir como una sonámbula o arrastrándome miserablemente un día tras otro.

Esa época fue la más difícil de mi vida, pero paradójicamente también fue cuando empecé a obsesionarme con la alegría. Incluso mientras luchaba por superar un trastorno por estrés postraumático (TEPT) y una pena muy profunda, me asaltaron unas ganas repentinas de tomar las riendas de mi vida. Sumida en una pérdida que no parecía tener ningún sentido, hacer que mi vida fuera más alegre no se presentaba como una opción, sino más bien como una obligación. No aprovechar cada día, no aspirar a aquello que me daría alegría, no sacar el máximo partido de la vida que se me había regalado, cuando mucha otra gente no tiene esta oportunidad, era realmente irreverente. De pronto, esa métrica arbitraria que tanto me había obsesionado —dinero, estatus, cargos— se me antojó insignificante. En lugar de eso, ansiaba un sentido, un propósito y una profunda sensación de vínculo. Vivir semejante pérdida me hizo darme cuenta de que no bastaba con quedarme sentada y esperar a una fecha futura incierta, o concentrar toda mi alegría y felicidad en un par de semanas de vacaciones al año. Quería apostar por la alegría, experimentarla cada día, y estaba decidida a que esto se hiciera realidad.

Si has elegido este libro, lo más probable es que tú también estés preparado para empezar a apostar por la alegría. Tal vez estás harto de arrastrarte por la vida. Tal vez te has cansado de intentar fingir que todo es perfecto, cuando en realidad te sientes mal y abatido. Sin embargo, el simple hecho de pensar en cambiar algo, aunque sean cambios que te produzcan alegría, puede saturarte. Tal vez el dolor y malestar colectivos de los últimos años indican que te has alejado de lo que la alegría supone para ti. Tal vez no sabes por dónde comenzar. No estás solo.

Por supuesto, mientras escribo sobre mi propio viaje hacia la alegría, es fácil que parezca que todo fue un camino de rosas. Resulta tentador reescribir esta historia como si, de pronto, un día al despertar, todo mi dolor hubiera quedado atrás y mi vida hubiera cambiado, así de simple. A decir verdad, fue un proceso lento, confuso y engañoso. Un proceso que implicó terapia y asesoramiento personalizado, así como tiempo para involucrarme en las vivencias de otras personas. Un proceso que me exigió empezar muy poco a poco, centrarme en minúsculas pizcas de alegría para ir abriéndome paso a cambios más notables. Un proceso lleno de falta de confianza en mí misma, del síndrome de la impostora y de infinitas lágrimas. Un proceso que, a menudo, supuso dar un paso adelante y diez pasos atrás.

Con el tiempo, sin embargo, esa pequeña semilla, que eligió la alegría de alguna manera todos los días, consiguió cambiar mi vida. Empecé con pequeñas cosas; cosas que no creía que tuvieran una gran influencia en mi vida cotidiana: escribía listas de gratitud, encontraba diez minutos al día para leer un libro o salir a dar un paseo. Sin embargo, a medida que avanzaba en mi proyecto, me sentía cada vez más segura de mí misma, y mis experimentos dirigidos a la alegría eran cada vez más atrevidos. Encontré nuevas aficiones. Empecé a cuidar más de mi salud. Estudié para obtener un título de coaching y emprendí mi propio negocio. Dejé mi trabajo. Empecé a colaborar como voluntaria. Rediseñé mis días de tal forma que la alegría fuera siempre la estrella polar. Me entusiasmaba tanto todo lo que estuviera relacionado con la alegría y el positivismo que cursé un máster en Psicología Positiva Aplicada y Psicología de Coaching y me convertí en «The Joyful Coach» (la coach alegre). Actualmente, me dedico a ayudar a la gente a ser más alegre en su vida, ya sea mediante un asesoramiento personalizado, ofreciendo programas de grupo y talleres orientados a que la gente se reconecte con sus propósitos y deseos, o bien ayudando a las empresas a recuperar la alegría en el lugar de trabajo.

Cada nueva decisión, cada nueva elección para priorizar la alegría me producía miedo e incomodidad, pero no podía detenerme porque cada vez era más feliz. Me estaba volviendo más amable y compasiva, tanto conmigo como con los demás. Me desgastaba menos. Dejé de temer los lunes por la mañana. Me resultaba más fácil ver todo lo positivo que había en mi vida, en lugar de recrearme en lo que deseaba cambiar. Al final del día, me sentía satisfecha y alegre en lugar de frustrada y agotada. Pero lo mejor de todo es que hallé una sensación de paz, esa clase de sensación que solo puedes experimentar cuando sabes que estás aprovechando al máximo este precioso tiempo que se te ha concedido en la Tierra.

He aprendido tanto por el camino que tengo muchas ganas de compartirlo contigo. Todos merecemos una vida que nos haga estar alegres de verdad, y me apasiona poder ayudar a la gente a lograr una vida alegre sin tener un trauma o una pérdida como catalizador, como fue mi caso. Si te sientes como yo en mi versión anterior —perdida, insatisfecha, cansada y llena de culpa—, estás en el lugar adecuado. En las páginas de este libro, te ayudaré a iniciar tu propio viaje hacia la alegría, desde entender cómo sería para ti una vida alegre hasta aplicar cambios que te empoderarán para elegirla cada día. Examinaremos qué es lo que te puede haber retenido hasta ahora, cómo usar las herramientas para conocerte mejor y cómo empezar a vivir de una forma más divertida y acertada. Guiados por las últimas investigaciones en psicología positiva y cambio conductual, adoptaremos las medidas necesarias para que pases del desánimo al ánimo. Pero primero, analicemos dos cuestiones importantes...

¿Qué es exactamente la alegría?

Como profesional cualificada e investigadora en Psicología Positiva, suelo empezar cualquier proyecto con la definición de los términos y conceptos clave. En este sentido, el pequeño inconveniente que existe es que los investigadores y psicólogos aún no han dado con una definición consensuada de alegría. Algunos la describen como un estado de ánimo, mientras que para otros se trata de una actitud, un cambio de perspectiva o un rasgo, y no existe una descripción establecida de lo que es estar alegre. En lo que sí coinciden los investigadores, sin embargo, es que, en contra de la creencia popular, la alegría y la felicidad no son lo mismo. De hecho, es evidente que son dos conceptos independientes.

Así pues, ¿cuáles son las diferencias? Empecemos con la felicidad. La mayoría de los expertos están de acuerdo en que es una emoción agradable y deseable, pero que suele ser pasajera o efímera. Como afirmó un monje budista con hermosas palabras, la felicidad puede equipararse a la sensación de una mariposa que se nos posa, pero que al momento vuela fuera de nuestro alcance. Tanto si experimentamos la felicidad como si no, suele ser algo circunstancial: somos felices cuando estamos de vacaciones o celebramos algo, o cuando estamos en compañía de nuestros seres queridos, por ejemplo. En resumen, la felicidad tiende a depender de factores externos; es un estado emocional que va y viene según las circunstancias de la vida. La felicidad nos ocurre.

La alegría, en cambio, es una opción. Es algo que siempre podemos cultivar, con independencia de las circunstancias. Podemos concebir la alegría más como una práctica o una actitud que como una emoción, y por esta razón puede ser más profunda que la felicidad. Se puede manifestar como una sensación de complacencia o satisfacción, una experiencia de placer extremo o de profunda paz. La alegría también puede coexistir con otras emociones. Sentirse triste, apenado o inquieto no es un impedimento para estar alegre.

Puede que ya hayas experimentado esto; yo sí, sin lugar a dudas. Puede que hayas pasado por una experiencia dura, y a pesar de eso, sientas pura alegría cuando tu hijo pequeño dice algo gracioso. O tal vez te hayas enfrentado a un asunto peliagudo y, aun así, te produzca satisfacción el canto de unos pájaros o las flores tan coloridas de tu jardín. Esta es una de las razones por las que me entusiasma tanto mi trabajo: no tenemos que esperar a que la vida cambie o mejore para sentirnos más alegres. Podemos empezar a cultivar este sentimiento ahora mismo. Podemos empezar a percibir y elegir la alegría hoy, independientemente de cómo sea nuestra vida.

¿Por qué la alegría es tan importante?

Ahora que ya hemos descrito la alegría, vamos a profundizar en otra cuestión: ¿por qué la alegría es tan importante?

Me hacen esta pregunta con frecuencia, y entiendo por qué. En un mundo repleto de desigualdades, traumas y ciclos de noticias negativas, puede resultar autocomplaciente concentrarse en cuánta alegría sentimos. Existen injusticias terribles que reclaman nuestra atención, hay problemas que deben resolverse, existen techos de cristal que deben romperse. Podemos caer en la trampa de sentirnos indefensos y desesperados, de pensar que no queda un atisbo de alegría por sentir, o de que podemos dejar aparcada la alegría hasta que hayamos solucionado todo lo demás.

Sin embargo, incluso entre tanto dolor e ingratitud, la alegría sigue estando a nuestro alcance, y la investigación nos revela que la alegría y el positivismo son elementos cruciales para gozar de una vida satisfactoria y saludable. Tras décadas de estudio en el campo de la psicología positiva, se ha demostrado que priorizar el positivismo no nos desvía de los objetivos que tenemos como individuos y como sociedad, sino que nos ayuda a alcanzarlos con más rapidez y eficacia. ¿Aún no te he convencido del todo? Deja que te cuente más...

Empecemos con la salud, un tema que suscita mucha atención en nuestra sociedad, y con razón. La mayoría de nosotros somos conscientes de que la alegría influye de forma positiva en nuestra salud mental, ¿pero sabías que también puede transformar nuestra salud física?

Los estudios han demostrado que la gente alegre tiene menos probabilidades de resfriarse y de sufrir un infarto. La investigación sugiere que la alegría fortalece nuestro sistema inmunitario y puede ayudar a combatir el estrés y el dolor (Nansook et al., 2016, pp. 200-206). Comprobé que eso era cierto con mi propia experiencia, ya que cuando la alegría empezó a llenar mi vida, el estrés desapareció y los síntomas físicos con los que había estado lidiando fueron más llevaderos, e incluso dejé de experimentar algunos por completo. Tal vez lo más revelador es la investigación que demuestra que la alegría puede aumentar nuestras probabilidades de tener una vida larga. Lo repito: estar alegre aumenta las probabilidades de vivir más años. La alegría te puede alargar realmente la vida. Es increíble, ¿verdad?

Además de beneficiar la salud, también se ha demostrado que la alegría beneficia nuestras relaciones. La alegría puede ayudarnos a sentirnos más conectados socialmente porque potencia nuestra capacidad de empatizar y sentir compasión. Además, los estudios demuestran que la alegría es contagiosa; en efecto, compartir nuestra alegría con los demás también puede ayudarlos a vivirla.

Asimismo, la alegría incrementa nuestras posibilidades de éxito. Puede que creamos que lograr todos nuestros objetivos profesionales hará que estemos más alegres, o que dispondremos de más tiempo para priorizar la alegría en cuanto hayamos amasado grandes cantidades de dinero, pero la investigación demuestra justo lo contrario: poner en práctica la alegría mejora nuestro funcionamiento cognitivo, lo que aumenta nuestras probabilidades de triunfar profesionalmente (Lyubomirsky, Sonja y King, 2005, pp. 803855). Experimentar emociones positivas nos puede hacer más inteligentes y resilientes, y también más resolutivos ante un problema. Suena bien, ¿verdad?

En la actualidad, algo a lo que se la da una especial importancia es al vínculo entre la alegría y la resiliencia. Se cree que adoptar una mentalidad más alegre y positiva favorece la capacidad de adaptación y de recuperación, lo que puede ayudar a reponerte de los contratiempos y cambios inesperados. También se ha demostrado que la alegría protege contra el desgaste. Cuanto más priorices la alegría, menos probable es que sufras agotamiento, despersonalización y apatía.

Por tanto, al dar prioridad a la alegría, al dejar que forme más parte de nuestra vida, podemos gozar de mejor salud y de unas relaciones más alegres, podemos tener más éxito y desarrollar la resiliencia. La alegría empieza a parecer algo muy importante, ¿verdad? No obstante, para mí, la razón de más peso para dar prioridad a la alegría es esta: solo tenemos una vida, que es corta y preciosa, aquí en la Tierra. Nadie tiene garantizado más de lo que dispone aquí y ahora. No tenemos garantizados ni un mejor trabajo ni una mejor casa. Tampoco una salud perfecta. Si no podemos controlar todas estas circunstancias externas, si no podemos predecir el futuro, ¿no sería mejor que nos concentráramos en encontrar la alegría ahora mismo?

Me entusiasma la idea de poder ayudarte a conseguirlo.

Sobre este libro

Muchos libros te brindarán una fórmula para tener una vida más feliz. Te facilitarán listas de tareas, rutinas que seguir por las mañanas y cambios que hacer. Te darán un plan muy detallado y te dirán que, para que tu vida sea más alegre, lo único que debes hacer es seguirlo. Este no es uno de esos libros.

Creo que cada uno ve la alegría de una forma distinta. Como ocurre con el éxito, no hay una definición correcta de alegría, sino que cada uno posee la suya propia. Este libro te ayudará a mirar en tu interior para descubrir cuál es tu definición de alegría, en lugar de ayudarte a comprender los cambios que debes aplicar para elegir más alegría cada día.

Este libro se divide en tres partes, y a lo largo de ellas te guiaré a través del esquema probado que utilizo con mis clientes. En la primera, «Empieza por el principio», analizaremos en qué punto te encuentras ahora mismo. Hablaremos de algunos de los errores más comunes que cometemos cuando tratamos de hacer cambios positivos, evaluaremos qué es lo que te aporta alegría y lo que no, e identificaremos tus valores, lo que nos servirá de hoja de ruta personal mientras avanzamos por el resto del libro. Asimismo, exploraremos algunos de los síntomas clave del desgaste y la saturación para entender que atraer más alegría a tu vida puede mitigar estos estados. Esta primera parte trata de profundizar en tus conocimientos sobre quién eres y en qué punto te encuentras ahora mismo de tu viaje personal hacia la alegría. No podemos hacer un cambio duradero e impactante sin este conocimiento.

He aquí la pregunta que más me formulan como «The Joyful Coach»: ¿cómo descubro lo que me aporta alegría? En la segunda parte del libro, «Encuentra tu propósito y alegría», aclararemos tu definición de alegría, exploraremos cómo puedes mantenerte conectado a ella en un mundo ajetreado y ruidoso, y comprenderemos la función del propósito a la hora de tener una vida más alegre. En esta parte, te propondré unos sugerentes ejercicios para determinar qué es lo que aportaría más alegría a tu vida, y de qué forma puedes empezar a efectuar cambios que atraerán más alegría.

Finalmente, en la tercera parte, «Pon alegría en tu vida diaria», pondremos en práctica todo lo que hemos aprendido. Fijaremos unos objetivos que sean válidos para ti, abordaremos algunos de los bloqueos mentales que nos impiden avanzar y nos aseguraremos de que tienes todo lo que precisas para no abandonar. Examinaremos la importancia de experimentar, de aprender a encontrar la alegría durante períodos difíciles y de romper las creencias limitantes que se interponen en tu camino.