Juan XXIII - José García Álvarez - E-Book

Juan XXIII E-Book

José García Álvarez

0,0
7,49 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

“JUAN XXIII: El Papa Profeta” es un libro excepcional, basado en el que fuera publicado por Pier Carpi, en el año 1.977, con el título de “Las profecías del Papa Juan XXIII”. Este escritor italiano hizo un buen trabajo, interpretando todo lo que pudo de las Actas, que le dio un anciano de barba blanca y que contenían una quinta parte de los eventos proféticos predichos en 1.935 por Ángelo Roncalli, después Pontífice de la Iglesia Católica. A pesar de su buena labor literaria y de su gran esfuerzo, le quedaron muchas predicciones que no supo o no pudo contestar. Tenía la esperanza de que, en el futuro, otro estudioso lo pudiera conseguir. Pues bien, después de muchos meses de intenso y arduo trabajo, esta obra está COMPLETAMENTE TERMINADA. Todo queda claro y cada respuesta ocupa su lugar. Las profecías del Papa de Roma ya tienen todas sus soluciones y nada ha quedado en el tintero, no sólo las referentes a la Iglesia y las relativas al mundo, sino también los 26 nombres enigmáticos, con sus frases proféticas, de personajes de la Tierra, que fueron una de las cosas que Carpi, a pesar de su tesón, no pudo resolver. Desde el inicio de la videncia de Roncalli hasta el año 2.033, en el que fija el final de todo, hay multitud de hechos reveladores de la Historia de esta Humanidad y hasta el momento en el que será renovada. Este ha sido el ímprobo trabajo de José García Álvarez.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2021

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



El Papa Profeta

JUAN XXIII

––––––––

Por

––––––––

José García Álvarez

Editorial Alvi Books, Ltd.

Realización Gráfica:

© José Antonio Alías García

Copyright Registry: 2110319675634

Created in United States of America.

© José García Álvarez, Roquetas de Mar (Almería) España, 2019

ISBN: 9781005728649

Producción:

Natàlia Viñas Ferrándiz

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación

a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier

medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros

métodos, sin el permiso previo y por escrito del Editor. La infracción de los

derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad

intelectual (arts. 270 y siguientes del Código Penal Español).

Editorial Alvi Books agradece cualquier sugerencia por parte de sus lectores

para mejorar sus publicaciones en la dirección editorial@alvibooks.com

Maquetado en Tabarnia, España (CE)

para marcas distribuidoras registradas.

www.alvibooks.com

Also by José García Álvarez

ANIQUILACIÓN 2018-2033

La Otra Morada

¡APOCALIPSIS FINAL!

NOSTRADAMUS: Profeta y contactado

JUAN XXIII: El Papa Profeta

Watch for more at José García Álvarez’s site.

Tabla de Contenido

Título

Derechos de Autor

Also By José García Álvarez

JUAN XXIII: El Papa Profeta

PREFACIO | EL AUTOR

INTRODUCCIÓN

ÁNGELO RONCALLI

LAS PROFECÍAS

PRIMERA PARTE | Profecías relativas a la Iglesia Católica

Profecía 1ª

Profecía 2ª

Profecía 3ª

Profecía 4ª

Profecía 5ª

Profecía 6ª

Profecía 7ª

Profecía 8ª

Profecía 9ª

Profecía 10ª

Profecía 11ª

Profecía 12ª

SEGUNDA PARTE | Profecías sobre la política, la guerra y la paz

Profecía 1ª

Profecía 2ª

Profecía 3ª

Profecía 4ª

Profecía 5ª

Profecía 6ª

Profecía 7ª

Profecía 8ª

Profecía 9ª

Profecía 10ª

Profecía 11ª

Profecía 12ª

Profecía 13ª

Profecía 14ª

Profecía 15ª

Profecía 16ª

Profecía 17ª

Profecía 18ª

Profecía 19ª

Profecía 20ª

Profecía 21ª

TERCERA PARTE | Predicciones especiales sobre personajes famosos de la historia

Personajes

Lista de apariciones marianas.

El Papa Francisco acepta la renuncia

Coronavirus

CUARTA PARTE | Del cielo a la Tierra

1º.- LAS PROFECÍAS DE CRISTO

2º.- ENTREVISTA A UN MAESTRO SIDeral

3º.- ENTREVISTA A José García Álvarez

4º.- CIEN MENSAJES SIDERALES

EPÍLOGO

LOS ELEGIDOS

Para los elegidos

La plegaria, Señor, es sólo tuya

Sign up for José García Álvarez's Mailing List

Further Reading: Aniquilación: 2018-2033

About the Author

About the Publisher

DEDICATORIA

Al gran periodista italiano Pier Carpi, que

falleció en el año 2.000 y dedicó seis de su vida

a la gran tarea de descifrar todas las profecías

de Ángelo Roncalli, más tarde Papa Juan XXIII. 

Y para todos aquellos capaces de comprender.

Sólo los que tengan un alto nivel de conciencia

podrán alcanzar el significado correcto de estas

profecías, ofrecidas en su momento por un gran

iniciado a un eminente escritor.

Que Dios les bendiga, les proteja y les cuide.

PREFACIO

EL AUTOR

Como siempre digo en todas mis obras literarias, soy el espíritu que vive en esta envoltura física a la que vosotros llamáis José. De todos mis años de estancia en esta tierra, más de cuarenta me he oído llamar Maestro por aquellos a los que el Cristo dijo que había que parecerse: los niños. Esa ha sido mi apasionante profesión en esta existencia terrenal.

En ese tiempo de magisterio, mi labor pedagógica me llevó por las cuatro esquinas de España. Y en cada uno de los lugares que fueron testigos de mis pasos, fui sembrando, entre los conocimientos que este mundo considera necesarios, aquello que es indispensable para el Alma. En todas partes dejé un trozo de mí mismo, y mi voz llevó la esencia del Profundo Creador a todos aquellos infantes, muy ansiosos de mi enseñanza, que viendo en mí el mentor amigo y amoroso fueron mis mejores portavoces hasta en sus propios hogares.

Lo que he dicho en todas partes no es mío, no me pertenece: es el patrimonio de todos. A mí me lo dijeron en otro tiempo y lugar, y adquirí el sagrado deber de repetirlo y extenderlo, recordando las antiguas palabras. Cuando la semilla germina en buena tierra, uno sabe que es útil su función y entonces se siente sal y levadura como el Maestro de Maestros quiso. Espero haber sabido hacer todo cuanto El de mí esperaba.

Aunque vivo en esta época, en este mundo, soy muy consciente de no pertenecer a ellos; y, a pesar de que aquellas costumbres propias de este orbe me han adjudicado los padres, hermanos carnales, esposa, hijos y familia, a los que antes yo había elegido estando proyectado lo que soy en una dimensión lejana, yo sé muy bien quién es mi único y verdadero Padre y quiénes mis hermanos. Reniego, pues, de la carne, de la sangre y de todo lo que pretenda sujetarme con los lazos del dominio posesivo. 

Durante mi larga estancia en este mundo que, como digo, no reconozco como mío, a una labor le ha sucedido otra y, a veces, varias, en un esfuerzo paralelo. En la segunda mitad de mi actual vida terrestre, en la que, el magisterio, la literatura, la divulgación del mensaje venido del espacio, se han repartido mi tiempo de trabajo, Nostradamus fue uno de los que se introdujo de inquilino en mis sueños de futuro...

Cuarenta y cinco años han pasado desde el primer impulso que me hizo abrir un libro con cuartetas. Entonces, la mente y el corazón marchaban desbocados, espoleados por una curiosidad bastante desmedida. Hoy, ninguna cosa por venir me inquieta, porque mente y corazón están serenos. Los días y las noches incontables, de esfuerzos sin descanso ni medida, ya no son nada, porque ahora la obra realizada es lo que cuenta, y nadie, salvo yo y Los que todo saben, puede medir exactamente, cuánto fue lo que costó de privación y sacrificio.

¡Qué duda cabe de que Michel de Nostradame gozó, con su “inspiración divina”, de la misma tutela y apoyo que a mí me han acompañado durante tantos años!: La de Aquellos que Son y hacen vibrar con su esencia de Amor todas las galaxias. Con ese Amor anduve por tierras catalanas, a mediados de los 70, siendo receptor de la llamada que escucharon muchos y reconocieron pocos. También con Él regresé a mi tierra natal, la bella Cantoria de raíces musulmanas en tierras de Almería la costera, donde, como Él en Galilea, tampoco fui profeta, sino mofado y calumniado.

Fueron días difíciles. A veces, el dolor interior puede llegar a ser insoportable, sin que nadie de este mundo lo perciba; pero, lo que uno es, ese que soy, saca la fuerza suficiente y sigue adelante en el empeño. Y recuerda lo que está escrito: “Todos los hombres son tus hermanos, y has de amar, comprender y perdonar, siendo siempre un espejo reflectante de la Verdad Divina”. Diez años después, las cosas habían cambiado mucho y mi labor había sido apreciada, por lo que la tarea a realizar allí estaba terminada. Era el tiempo de partir de nuevo.

Mi ardor interno me empujaba fuerte a la nueva etapa contemplada en mi programa, y como antaño hiciera un noble y entrañable personaje, fui  hacia el Norte, hacia la lluvia, la niebla y el frío, residentes habituales en una alta zona de la verde comarca pasiega de Cantabria. La pequeña, esparcida e inhóspita Calseca, a tres kilómetros de San Roque de Riomiera: dos años de trabajo y aislamiento en un lugar muy difícil, para mí y mi numerosa familia.  

Seguía escribiendo el libro “Nostradamus Despierta”. Después, transcurrido el tiempo cántabro, de nuevo viajero con mi obra bajo el brazo. Esta vez, Extremadura. Dos años en uno de sus pueblos, La Garrovilla, próximo a la Mérida romana y bastante cercano a Montijo. Intenso trabajo docente y literario entre alumnos singulares y seres extremadamente amistosos. La pésima situación de nuestra residencia y las temperaturas extremas propiciaron otro traslado, siempre precedido de un transporte cargado de enseres.

El regreso a las tierras almerienses de Pulpí, donde terminé mi primer libro sobre el vidente galo, y ahora la estancia en Roquetas de Mar, una bella ciudad también de Almería. En ella, he actualizado dicha obra, cuya titulación es ahora “NOSTRADAMUS: Profeta y Contactado”. En esta última localidad he publicado el nuevo libro renovado, en Amazon y en la Editorial Alvi Books, con estos tres: “¡APOCALIPSIS FINAL!”, “LA OTRA MORADA” y “ANIQUILACIÓN 2018-2033”.

En estos días de septiembre del año 2.020, he iniciado la escritura de “JUAN XXIII El Papa Profeta”, un navío que espero llevar a buen puerto, con trabajo, esfuerzo, intuición y paciencia. Sé que contaré de nuevo con la inestimable ayuda e inspiración de mis HERMANOS DEL ESPACIO y, una vez más, la obra comenzada por el entrañable escritor italiano Pier Carpi, dejará de esconder su misterio, y el secreto quedará desvelado, como en su momento lo fueran las Centurias de Nostradamus y el Apocalipsis de Juan.

Investigar y descubrir: aventura inigualable. Conociendo los entresijos proféticos de la Historia, desvelando sus secretos, convirtiéndome en expectante observador de unos interesantes hechos repetitivos en los que el hombre ha demostrado siempre ser un ciego impenitente, incapaz de aprender en sus errores. 

En Roquetas de Mar, el 29 de septiembre del 2.020

JOSÉ GARCÍA ÁLVAREZ

––––––––

.....oooooOooooo.....

INTRODUCCIÓN

En el mosaico del Cosmos hay seres de todas

las evoluciones, pero sólo en la Tierra existen

personas que no quieren evolucionar. Se han

estancado y están cómodas así. Y no quieren

que nadie les moleste. Por esa razón, tendrán

un gran escarmiento, que les hará reanimarse

de todo el largo tiempo que llevan dormidos.

MELTOX

En mi labor literaria hay una parte fundamental dedicada a completar las obras de otros autores, no terminadas definitivamente debido a diversas circunstancias. El primero con el que comencé fue Nostradamus, cuyas Centurias desordenó forzado por ciertas razones de índole inquisitorial y otras de procedencia social, que no sólo en su tiempo, sino también en el largo futuro que pronosticaba, presumía iban a producirse, por la intervención de gente malvada y de ignorantes sin cabeza, inconscientes nada dispuestos a respetar un trabajo que era de origen divino. Él dejó escritos los datos que usó y que conducían a descubrir la Clave utilizada para el desorden de cuartetas proféticas que, luego, podrían volver a ser ordenadas.

A lo largo de los siglos, muchos supuestos escritores se han afanado en dar con dicha Clave y han improvisado sobre el sabio de Salón multitud de teorías descabelladas, publicando millares de libros con ideas estrambóticas que nadan tenían que ver con lo expuesto por el vidente francés. Éste se vio ayudado por Mentores de otros mundos, cosa que nunca ha sido citada por los “plumillas” de todos los tiempos, ni siquiera en el presente, cuando está de moda el tema extraterrestre. He escrito dos libros singulares y que ya son definitivos, pues expresan la auténtica Clave que Michel utilizó y la forma en que mezcló sus augurios. En el primero, fueron necesarios 25 años de trabajo duro y sin pausa. Lo titulé “Nostradamus Despierta” y fue publicado por Muñoz Moya, Editor. Bilingüe y excepcional, con una técnica depurada. Eso fue en el año 1.999. Dos años más tarde, en el 2.001, fue presentado al público por Ediciones Mestas, que le cambió la portada y el título, que ahora es “Las Profecías de Nostradamus”. Todavía lo veo expuesto en algunas librerías, con buenas opiniones de los lectores. Eso me satisface grandemente. 

Con el paso de los años decidí hacer un nuevo volumen con renovación y extensión de las cuartetas y sólo en castellano para que fuera más asequible a los lectores hispanoparlantes. Así nació el nuevo “NOSTRADAMUS: Profeta y Contactado”, publicado por Amazon en el 2.017 y hace unos meses, ya en el 2.020, por la gran Editorial Alvi Books, que le ha puesto una portada impresionante. 

Ahora, ya puede decirse que es un ejemplar incomparable. La Clave verdadera, todas las cuartetas ordenadas cronológicamente desde el siglo XVI hasta el Final de los Tiempos, resuelto el misterio de las Sextillas y una peculiar Entrevista a Nostradamus. Tarea ya del todo terminada.

El número dos, el siguiente texto a rectificar, fue el espléndido Apocalipsis de Juan, escrito en la isla de Patmos con destino a las 7 Iglesias. Lo leí repetidas veces y en todas las ocasiones choqué con un simbolismo indescifrable, cosa que les ocurriría a muchos lectores a través de los tiempos. Así que decidí interpretar de forma correcta todos los símbolos y hacer un texto asequible a la lectura de mucha gente sencilla. Con la constante inspiración de mis Hermanos venidos de las estrellas convertí la obra del profeta en un libro excepcional, que también fue publicado en Amazon y en el año 2.020 en Editorial Alvi Books. Listo para ser leído, con el título de “¡APOCALIPSIS FINAL!” y una portada en la que se ve al profeta escribiendo, mientras mira a una nave suspendida en el cielo.

Como no hay dos sin tres, ahora le ha tocado el turno a un tercer libro profético titulado “Las profecías del Papa Juan XXIII” que, en 1.977, fue publicado en España por Ediciones Martínez Roca. Según reza en su primera tapa, las increíbles revelaciones de su autor, el periodista italiano Pier Carpi, descubrieron a toda la Humanidad la existencia de unas profecías pertenecientes a Ángelo Roncalli, que tomó el nombre de Juan XXIII al ser elegido el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Estas predicciones habían sido depositadas en el seno de una Sociedad Iniciática, que luego puso parte de ellas en manos del escritor por medio de un enigmático anciano de barba blanca.

Esas profecías fueron transcritas en 1.935 durante la estancia de Ángelo Roncalli en Turquía, después de una importante serie de experiencias paranormales, sobrenaturales, que le permitieron el ingreso en dicha Sociedad Iniciática.

Carpi, que según afirma en su obra fue el primero en no creer en la autenticidad de tales profecías, sin embargo se sintió atraído por la interpretación esotérica del texto. Y luego de seis años de un ininterrumpido estudio, por fin se decidió a publicar las más evidentes, ya que debido a la complejidad de algunas y a la gran personalidad a la que estaban ligadas, se imponía un examen riguroso y una lógica reserva en cuanto a las interpretaciones. Una extensa lista de premoniciones que abarca desde 1.935 hasta 2.033 constituye la parte más apasionante de esta obra traducida a casi todos los idiomas y que levantó fuertes polémicas en todos los países, ya sea por la personalidad del Papa, ya sea por los acontecimientos que, según las profecías, nos depara el futuro.

Según el periodista italiano, he aquí algunas de las premoniciones que ya se cumplieron:

La Segunda Guerra Mundial

El suicidio de Hitler

(Aquí se equivoca Carpi: fue asesinato)

La muerte del Papa durante el Concilio

Y otras que pueden llegar a cumplirse:

Una mujer será presidente de los Estados Unidos

El continente africano en manos de un dictador

Un Papa futuro será un peregrino sin riquezas

2.033 será el año del Juicio Final

Después de todo lo dicho tengo que afirmar que he leído el libro de Pier Carpi repetidas veces, y no voy a hacer comentario alguno, en principio, de su Prefacio y otros lugares, de demasiado contenido esotérico para mi gusto, aunque es evidente que él tenía elevados conocimientos sobre ese asunto. Hizo sin duda un buen trabajo, pero lamentablemente en su tiempo no disponía de los medios informativos de los que yo dispongo hoy. Tengo que citar que Google me ha servido de mucha ayuda para encontrar la mayoría de las interpretaciones que el escritor italiano no pudo hallar. Mas, si él hablaba de Maestros iniciáticos, yo lo hago de los Mentores Siderales, con una sabiduría y elevación muy superiores a los otros, y de los que yo he recibido permanente inspiración, para intentar completar esta obra literaria de por sí bastante incompleta, donde abundan los acontecimientos que el autor no alcanza a colegir. “Alguien estará, quizás, en situación de hacerlo”, afirma en la página 71 de su libro. En la interpretación de algunas profecías comete errores y al final de la obra, en la página 198, hay una Lista de 26 nombres, con su frase correspondiente, ante la cual Pier Carpi se siente impotente y no es capaz de poner nada. De ella dice lo siguiente: “A lo largo de bastantes páginas, el profeta se limita a citar nombres y añadir unas frases a cada uno de ellos. He estudiado detenidamente la Lista, examinándola a la luz de todos los criterios imaginables, sin el menor resultado práctico. Una cosa es cierta: los nombres designan a personajes decisivos, cuyo secreto será desvelado algún día. No me resta sino reproducir íntegramente el texto, con nombres y frases, en la esperanza de que algún estudioso alcance, a la vista de este método profético, unas conclusiones a las que yo no he sabido llegar”.

En su Conclusión, página 201, dice lo siguiente: “Las profecías del Papa Juan”, que ahora he resuelto presentar al público, es por consiguiente una obra incompleta.

Bueno, visto lo visto, es muy evidente la necesidad de mi intervención, que quiera el Padre Celestial y Sus Enviados sea útil y fructífera. Si Carpi necesitó 6 años para escribir su excelente obra, yo no sé el tiempo que necesitaré, aunque he de decir, al transcribir estas líneas, que voy bastante adelantado, pues ya he descifrado las dos terceras partes de los 26 nombres citados, sé bien quiénes son. En cuanto al resto de las predicciones, de Iglesia y mundo, conozco ya el significado de bastantes. Por supuesto, me apoyaré con toda la confianza en las profecías analizadas correctamente por el escritor de Italia, copiando sus explicaciones, como si éste fuera un trabajo al alimón, yo en la Tierra y él, en la otra dimensión, donde ya sabrá, sin duda, toda la verdad. Que en Paz descanse y que Dios le bendiga, le proteja y le cuide.

Antes de poner fin al comentario de este proyecto, que abarcará muchos meses venideros con la esperanza de alcanzar el logro propuesto, hacer otro libro completo y ya definitivo dentro del terreno profético, quiero resaltar unas hermosas frases que refleja el autor Carpi en la página 204 de su texto escrito:

“Lo que de verdad importa es lo que este libro diga a las gentes sencillas, a todos los hombres, cualesquiera sean sus ideas y sus pasiones. Porque éstas son palabras de paz, bondad y fraternidad. Éste es un libro que, por emplear una de las más bellas expresiones de Juan XXIII, debería derribar las barreras que separan a los hombres y dar fuerza a aquello que les une. No es otra mi ilusión”.

Antes de terminar esta Introducción quiero añadir unas palabras relativas al año 2.033 que el Papa profeta reseña en una de sus profecías como correspondiente al día del Juicio Final de esta Humanidad. Es una fecha muy interesante que yo hago figurar en uno de mis libros “ANIQUILACIÓN 2018-2033”, una obra muy inquietante y espectacular también publicada en Amazon y en la Editorial Alvi Books.

Muchas y contradictorias son las filosofías sobre el tema, pero, éste ya no es tiempo para filosofías, sino para realidades. Ahora, al final de este período terreno, la realidad es desolación, y sobre todo la agonía de la Tierra. A causa de los advenimientos progresivos y crecientes del Mal sobre el plano político, militar, religioso, demográfico y ecológico, ya es imposible evitar la catástrofe que se cierne sobre toda la especie humana.

Algunos se preguntan, todavía hoy, si el Apocalipsis está en acto. Los signos, evidentes, más bien dicen que está finalizando, y en breve espacio de tiempo el planeta va a mutar. Los terrestres no podrán decir que no han sido avisados. Entre otros muchos sones de trompeta, los que fueron Ángeles de ayer, y Extraterrestres hoy, ya advirtieron: “Si la ciencia no termina con sus explosiones nucleares, el eje magnético de la Tierra entrará en una fase hipercaótica. Se desviará, la corteza terrestre se comprimirá y los mares se saldrán de su lecho, inundando amplias zonas del planeta. Los volcanes entrarán en erupción y el vapor de agua producido podría oscurecer el Sol por muchos años.”

Bien, ¿ha terminado la ciencia terrestre con sus experimentos nucleares? No. ¿Se ha dejado realmente de agredir continuamente el equilibrio magneto-esférico de esta célula del Cosmos? No. ¿Ha cesado el ser humano de quebrantar todos los sistemas armónicos de la Madre Naturaleza? No. Pues, entonces, ¿qué quieren los hombres de esta generación? El proceso que pudieron detener, ya es irreversible a muy corto plazo: el eje se desviará dentro de poco tiempo, la corteza terrestre se comprimirá y los mares saltarán como titanes llevando el espanto y la muerte a vastas regiones de la zona litoral. Y ¡cómo no! El cinturón volcánico llenará de inmensos braseros grandes superficies, entre el estremecimiento pavoroso de grandes sacudidas sísmicas, que avisarán a los hombres inicuos y despavoridos, que el sufrimiento de la célula cósmica, madre de todos, va a convertirse en su propio dolor.

Como consecuencia de la fuga del eje terrestre, mientras unas naciones se hundirán, otras se elevarán. Las aguas del mar invadirán los continentes y la imagen del mundo cambiará: los mares estarán donde hoy están las tierras y al revés. El planeta contraerá su masa sólida actual y el nivel de las aguas subirá de forma titánica, en alturas superiores a los 1.000 metros. Una vez  más, los polos se desviarán: el polo Norte, 45 grados hacia el Este y el polo Sur, 45 grados hacia el Oeste. Será un terrible cataclismo.

Las numerosas y grandes señales que deberían anunciar a toda la Humanidad de este planeta el regreso del Hijo del Hombre, en su gran mayoría ya se han manifestado. Las pocas que restan podrían verse ya, mañana. La Justicia Divina cada vez está más cerca, y el final de este mundo se aproxima. La creencia general es, que este final significará el fin físico de la Tierra. Pero, no es así y el pontífice Juan XXIII lo sabía. Lo cierto es, que hay ciclos de vida que rigen los planetas, y a éste le ha llegado el término de uno de ellos. Podía haber sido una terminación positiva, si las obras de esta generación hubieran sido buenas. Pero, desgraciadamente, sus formas de operar han sido diabólicas, y así, han conformado un epílogo muy negativo, donde, los desequilibrios producidos, hacen preciso que se lleve a cabo un reajuste. Sin duda, es necesario renovar, juzgar y purificar. El proceso, hoy por hoy, está muy próximo a terminarse y la sentencia a cumplirse. La advertencia escrita está y seguirá sonando en los años venideros: El que tenga ojos para ver, que vea, y el que tenga oídos para oír, que oiga.

––––––––

.....oooooOooooo.....

ÁNGELO RONCALLI

Una sensación embarga a los espíritus

cuando el amor se ausenta: se nota sórdido

el espacio vacío. Así será la Tierra cuando

la semilla de la nueva vida desaparezca

temporalmente de la faz de este planeta.

la gente notará en falta algo, y se dará

cuenta tarde.

ANAX

––––––––

ESTA BIOGRAFÍA DE JUAN XXIII, transcrita en la Introducción del libro de Pier Carpi, es la mejor y más completa que he encontrado. Así que la copio literalmente, con el permiso implícito de su autor, allá donde esté:

ÁNGELO RONCALLI nació el 25 de noviembre de 1.881 en Sotto il Monte, cerca de Brusicco, en la provincia de Bérgamo. Sus padres, que tenían otros muchos hijos, eran aparceros del conde Morlani y se llamaban Marianna Mazzola y Giambattista Roncalli. En 1.892, Ángelo ingresó en el Seminario Menor de Bérgamo, pasando después al Seminario Mayor, en el que permaneció hasta 1.900, completando el segundo año de teología. En 1.895, el joven Ángelo empieza a confiar sus anhelos y esperanzas a las páginas de un diario que después se llamará Diario del Alma y del que no se separará sino con la muerte. En el mismo año 1.895 toma los hábitos.

En 1.900 peregrina a Roma en ocasión del Año Santo y el 4 de enero del año siguiente logra entrar, merced a una beca, en el seminario romano del Apollinare. Se distingue en él por su capacidad y amor al estudio y consigue el título de bachiller en teología y un premio en lengua hebrea. Es reclutado el 30 de noviembre de 1.901 y presta servicio en el Regimiento de Infantería número 73 de Bérgamo, en el cuartel de Humberto I, el nombre del rey asesinado un año antes por el anarquista Bresci. En noviembre de 1.902, Ángelo Roncalli es licenciado.

El 10 de agosto de 1.904 es ordenado sacerdote en la iglesia de Santa María del Sacro Monte; al día siguiente es recibido en audiencia por el Sumo Pontífice. De regreso en Bérgamo, le elige como secretario monseñor Giacomo María Radini Tedeschi. El obispo de Bérgamo le demostró siempre gran predilección y afecto. Por su parte, la personalidad del joven sacerdote fue literalmente plasmada a semejanza de la del monseñor bergamasco, en el contacto diario con aquel hombre fuerte, muy decidido, muy rico de fe. Ángelo Roncalli siguió siempre su ejemplo, e incluso en los difíciles años del pontificado se refiere a menudo, en las anotaciones de su Diario del Alma, a los diálogos mantenidos con sus colaboradores, al modo de su obispo, con el cual ni siquiera la muerte había interrumpido el diálogo.

Ya en Bérgamo, descubrió sus ansias viajeras. Deseaba conocer a las gentes, sus costumbres, su realidad. Nunca dejó de viajar, pese a las muchas solicitaciones que le llegaban de sus superiores, ni en sus etapas de nuncio apostólico en diversas sedes, que abandonaba durante largos períodos para adentrarse en el corazón de las diócesis, exponiéndose incluso a serios peligros. Deshizo con ello la idea de que un nuncio no debe moverse de la capital y debe limitarse a urdir tramas diplomáticas. Iba en busca de los misioneros, de las pequeñas comunidades, en jeep, a pie en ocasiones, y celebraba personalmente los ritos en los ambientes menos acogedores. A menudo se veía obligado a dormir en un automóvil, un pajar, una pocilga, o al raso; pero, aquella vida le gustaba.

Antes de la muerte de monseñor Radini, que sintió bastante profundamente, hizo una peregrinación a Tierra Santa y viajó por Suiza, Alemania, Austria, Hungría y Polonia. En 1.915 fue llamado a filas con el grado de sargento de Sanidad y destinado como capellán del hospital de Bérgamo. En 1.916 da a la imprenta su homenaje a la figura de su obispo tan amado, el volumen A la memoria de Mons. G. M. Radini Tedeschi. Terminada la guerra, se le ordena ocuparse de los jóvenes, de los estudiantes, cuyos problemas siente de un modo especial. En 1.918 funda la Casa del Estudiante, en Bérgamo, y al año siguiente es nombrado director espiritual del seminario de su ciudad.

Cuando ya cree que en su futuro sólo hay lugar para los jóvenes, los estudiantes y sus vocaciones, le llega de Roma la llamada del Papa. Es una de las muchas cosas imprevistas destinadas a transformar la vida de Ángelo Roncalli, que con todo aceptará siempre con humildad e incluso con entusiasmo cada una de las modificaciones de su programa espiritual, desbaratado más de una vez de forma precipitada. El papa Benedicto XV le introduce en la Sacra Congregación para la Propagación de la Fe y el hombre de Bérgamo logra, no sin dificultades, introducirse pacientemente en el mundo de la Curia romana, un ambiente que le resulta tan diferente. Se le designa presidente del Consejo Central para Italia de las Obras Misioneras Pontificias y en noviembre de 1.924 es nombrado profesor de patrística del ateneo lateranense. Al año siguiente es consagrado como obispo de la iglesia de San Carlo al Corso, de Roma. Una nueva alteración en su vida: la Curia le necesita en otro lugar. Es enviado a Bulgaria, como visitador apostólico, con el título de arzobispo de Aerópolis. Viaja muchísimo y se agota en el establecimiento de contactos con las comunidades cristianas; en 1.927, al cabo de un cuidadoso trabajo diplomático, logra entrevistarse con Stepanosse Hovegnimian, metropolitano de los armenios. Es su primer paso en el camino del ecumenismo que ya no abandonará, haciéndose gran hermano de sus hermanos, superando seculares obstáculos de convencionalismos, vetos, anatemas, excomuniones y hostilidades de todo género.

En el año 1.931 es nombrado primer delegado apostólico en Bulgaria. Pero, se le prepara de nuevo un cambio radical: en Turquía y Grecia se dan situaciones muy difíciles y delicadas. La Iglesia se encuentra allí en extremas dificultades y necesita la presencia de una persona dinámica, pero prudente, hábil en el arte de la diplomacia y dispuesta a aceptar humillaciones, sacrificios e incluso persecuciones. El elegido es Ángelo Roncalli, que recibe el cargo de delegado apostólico en Grecia y Turquía como arzobispo de Mesembria. En el mismo año fallece su padre. En sus nuevas sedes, Ángelo viaja infatigablemente, venciendo las dificultades que le oponen los gobiernos locales y las derivadas de las múltiples llamadas al Vaticano. En el espacio de cuatro años visita las comunidades más alejadas, celebra reuniones secretas y teje una red de amistades y simpatías que abrirán a la Iglesia Católica un mundo que parecía perdido. En 1.939 publica al fin un ensayo en el que llevaba invertidos varios años, y cuyo manuscrito llevaba consigo de una a otra sede. Se trata de San Carlos Borromeo y los inicios del Seminario de Bérgamo. Notas históricas.

En 1.941, otro nuevo paso en la senda del ecumenismo. En Sofía, donde estaba de visita, abrazó al metropolitano ortodoxo Stefan, eligiendo para ello un escenario neutral: un ascensor, y fingiendo hallarse allí por casualidad. Deseaba aquel encuentro, pero no ignoraba a qué peligros se exponía enfrentándose con él a las fuerzas más conservadoras de la Iglesia. Entre tanto, arreciaba la furia de la segunda guerra mundial y el futuro Papa recorría las ruinas de una Grecia devastada.

En 1.944 surge un grave problema entre la Francia liberada y la Santa Sede. El general De Gaulle, ferviente católico, hace saber al Papa que no está dispuesto a reconocer a los obispos y prelados comprometidos con el régimen colaboracionista de Pétain. La situación es desesperada: Pío XII, tras una larga reflexión, examina la composición de su cuerpo diplomático y recuerda al callado, simpático y prudente Ángelo Roncalli, que había acreditado una gran capacidad en su gestión en Turquía. Sin demora, le llega el nombramiento de Nuncio Apostólico en Francia y una de las más arduas misiones.

El propio Papa desea entrevistarse con el prelado en una audiencia privada, antes de que éste se desplace a su nueva sede. Ya en Francia, el primer encuentro con De Gaulle y sus colaboradores resulta de una gran dureza. El general le presenta una lista de obispos y prelados a depurar y una de prelados distinguidos en su apoyo a la resistencia, que hay que promover. Roncalli borra a estos últimos de la lista de posibles nombramientos por el Vaticano y dedica un tiempo, después de la presentación de cartas credenciales, a tejer su trama diplomática. Por medio de contactos, audiencias, reuniones imprevisibles que alternan con visitas inesperadas a las más apartadas diócesis, logra no satisfacer los deseos del gobierno sin por otra parte irritarlo demasiado. Establece lazos de amistad con ministros laicos, masones, anticlericales y abre su casa a toda clase de encuentros, en los que se reúnen personas que son enemigas en el terreno político, pero comparten la mesa al lado de Roncalli.

De Gaulle le demuestra la máxima admiración. Al celebrarse el cónclave subsiguiente al fallecimiento de Pío XII, el general, que habrá vuelto al poder en el intervalo, llamará al embajador de Francia ante la Santa Sede para ordenarle mediar en favor de Roncalli. Esto es algo que el futuro Juan XXIII ignoraba, aunque no le habría dado la menor importancia, confiándose por completo, como siempre, a la Divina Providencia y a los designios del Espíritu Santo.

Las provincias francesas y Bélgica contemplan en estos años sus continuos desplazamientos, su presencia en las diócesis olvidadas y en las parroquias más humildes. Y cuando comienza a creer que su misión va a encontrar una recompensa, proyectando ya retirarse y vivir en su tierra natal en compañía de sus hermanas, le llega el anuncio de su elevación a la púrpura. Roncalli es cardenal de la Iglesia de Roma.

Es el 15 de enero de 1.953: de acuerdo con el protocolo, recibe el birrete cardenalicio en el Elíseo, de manos del entonces presidente de la República francesa, su amigo Vincent Auriol. Al mismo tiempo, en Roma, Pío XII anuncia oficialmente el nombramiento del cardenal Roncalli como patriarca de Venecia. Su vida sufre una nueva alteración, pero halla serenidad y entusiasmo con la entrada oficial en su nueva diócesis, acogida por millares de fieles. Piensa que ésta va a ser su última etapa y así lo hace constar en el Diario del Alma, pero seis años más tarde fallece Pío XII. En compañía del leal monseñor Loris Capovilla, Ángelo Roncalli parte hacia Roma para tomar parte en el cónclave. La situación es tensa: el hecho de que Pío XII haya negado siempre, con obstinación, el nombramiento de Giovanni Battista Montini como cardenal, por razones que siguen todavía sin conocerse del todo, divide a la asamblea. Pero las pugnas externas no afectan al cónclave, en el que la disputa, centrada en el terreno estricto de la fe, versa sobre el mejor modo de guiar la barca de san Pedro. Cuando los sectores progresista y conservador empiezan a comprender las escasas posibilidades de éxito de sus respectivos cardenales, alguien comienza a susurrar el nombre de Ángelo Roncalli. Él es el primero en sentirse sorprendido, estupefacto, y en temblar ante la gravedad del compromiso a que puede verse enfrentado. Su candidatura cobra fuerza y es elegido.

Elige el nombre de Juan XXIII, actuando con ello de forma ya revolucionaria, él, al que se juzgaba como un Papa de transición que no introduciría cambio alguno en la Iglesia. El nombre de Juan, para remitirse al Bautista y al Evangelista; XXIII, para cancelar un viejo equívoco histórico acerca de un pontífice que llevaba aquel nombre y que después se convirtió en antipapa. Al presentarse a la ingente multitud en la Plaza de San Pedro suscitó de inmediato el entusiasmo, a pesar de que su nombre no era demasiado conocido. Lo que les gustó fue su apariencia, su semblante, sus maneras abiertas, de campesino – aunque hábilmente mezcladas de diplomacia y prudencia, dotes que acrisoló a lo largo de decenios en nunciaturas y delegaciones -, familiares. El 4 de noviembre de 1.958 fue solemnemente coronado en San Pedro, en presencia de un enorme gentío. Veinte días más tarde nombra veintitrés cardenales, entre los cuales está Montini, y da comienzo a su pontificado diferente, visitando a los presos de la cárcel de Regina Coeli y a los pobres de los hospitales de Roma.

Se ha iniciado un pontificado febril, que sacude hasta los cimientos la lentitud burocrática de la Curia. La acción supera a los formalismos. Mientras redacta una de sus primeras encíclicas, el cardenal secretario de Estado, que está leyendo algunos folios manuscritos del Papa, le hace notar con el mayor de los respetos que algunas de las palabras del texto son inventadas y no pertenecen a la lengua italiana. “Ni siquiera aparecen en el Diccionario Palazzi”, comenta. Y el Papa Juan, con una sonrisa, responde: “Pues bien, tendremos que reformar muchas cosas, incluido el Palazzi”.

El 25 de enero de 1.959, en San Pablo Extramuros, el nuevo Papa, en su condición también de obispo de Roma, anuncia la inminente celebración de un Sínodo de la diócesis de la urbe y de un Concilio de la Iglesia Católica. Es el famoso Concilio Vaticano II. La noticia estalla como una bomba. Juan XXIII ha leído acerca de la idea de un Concilio en las notas dejadas por su predecesor, que había juzgado prematura la iniciativa y subrayado los riesgos que comportaría para la Iglesia. El Papa Juan se atrevió: quiso que todos hablaran, que los hombres de la Iglesia se confrontaran en el plano de las experiencias y de las ideas, y sobre todo en el plano de la comunión fraterna y eclesial. El riesgo quedaba aceptado, porque la Iglesia necesitaba de la palabra y del testimonio de sus hijos y los fieles esperaban claridad de sus pastores.

En el mismo año publica la primera carta encíclica, Ad Petri Cathedram. Antes de fin de año son nombrados otros cuatro cardenales, y cuatro más apenas iniciado el siguiente. Aumenta el número de purpurados y en el corazón de la Iglesia penetran nueva sangre y nuevas experiencias. En 1.960, después de elevar al cardenalato a un africano, un japonés y un filipino, ejecuta otro gesto juzgado como revolucionario al recibir, con el talante ecuménico que muestra día tras día, al primado de la Iglesia anglicana. Por aquellas fechas celebraba encuentros con otros hermanos separados y accedía a que se iniciara la elaboración de estudios sobre las sociedades esotéricas e iniciáticas y sus relaciones con la Iglesia. Entonces inició prácticamente el proceso que habría conducido a la superación de la excomunión de la Masonería. En 1.961, después de nombrar a otros cuatro cardenales, recibe a los reyes de Inglaterra, Isabel II y Felipe de Edimburgo, y luego a los de Bélgica, Balduino y Fabiola. En el mismo año aparece una de sus encíclicas más extraordinarias, muy fundamental en el pensamiento moderno de la Iglesia: la Mater Magistra, en la cual un espíritu juvenil se abre en un abrazo de entusiasmo por el mundo y las gentes: Cristo es de todos, incluso de quienes le rechazan, y de todos es el Evangelio. El mundo respondió a aquel abrazo con un calor insólito en ocasiones similares. La Mater Magistra dio aliento a las voces que se preparaban para el anunciado Concilio, dio ánimo y fuerza a la Iglesia, hizo redescubrir con amor las cosas antiguas, las integradas en la auténtica tradición de la que el Papa Juan no se apartó nunca, pese a que ciertas campañas de prensa intentaran deslizar la especie contraria.

Aquel mismo año se retira el secretario de Estado, Domenico Tardini, y Juan XXIII nombra al cardenal Amleto Cicognani para sustituirle. En noviembre da publicidad a la encíclica Aeterna Dei y por Navidad a la carta apostólica que anuncia para 1.962 el Concilio Vaticano II.

En 1.962, preparando con gozo el gran acontecimiento, el Papa designa a diecinueve cardenales, recibe a Jefes de Estado y peregrina a Loreto y Asís. Es, después de siglos, el primer pontífice que sale del Vaticano. Las multitudes se apiñan a su alrededor y le manifiestan un entusiasmo que crece sin cesar. El 11 de octubre, ante los ojos del mundo entero, inaugura oficialmente la primera sesión del Concilio. La Iglesia se encuentra a sí misma en sus hombres, dialoga, se examina, se abre. El 25 de noviembre, fecha de su octogésimo primer aniversario, el Papa sufre el primer ataque grave de su dolencia. Y el 8 de diciembre clausura la primera sesión del Concilio, anunciando una nueva convocatoria para septiembre del año siguiente.

En marzo de 1.963, con gran escándalo del mundo occidental y de los conservadores en general, recibe a Rada Kruschev, hija del premier soviético, y a su marido, el periodista Alexei Adjubei. El Jueves Santo aparece la encíclica Pacem in Terris, cuyo contenido abarca a la Humanidad entera, comprometida en el mensaje de redención que brota del cristianismo y que habla de amor, paz y tolerancia. Caen nuevas barreras y la Iglesia muestra su nuevo rostro. Así es calificado, aunque en realidad se revela como inmutable en cuanto se examina su historia y sus acciones, su coherencia y su voluntad, en un análisis crítico histórico y social de los diversos tiempos que la Iglesia ha vivido y superado en nombre del hombre y de su auténtico progreso. En la Pacem in Terris, la Ciudad de Dios se convierte en la Ciudad del Hombre, ambas se hacen equivalentes, en el proceso ecuménico impulsado ya con fuerza por el Concilio, en el que la voz del Papa ha sonado firme y suave a la vez, en la auténtica clave de interpretación del cristianismo por el Vicario de quien fundó su Iglesia.

Descubrir a Cristo como Dios, en el misterio de la Trinidad, en la Palabra y en la Revelación, en el Sacrificio y en la Salvación, no basta si no se descubre también a Cristo como hombre. A Cristo en el hermano, en los amigos y en los enemigos. Cristo está en cada hombre. Descubrirle en cada individuo, con el máximo acto de valor del cristianismo, es la verdadera enseñanza de Juan XXIII y de la Iglesia (que no es del todo nueva, como se dice equivocadamente, sino reconfirmada en sus valores inmortales).

Sólo así se explica el hecho de la gran simpatía humana, profunda, de todos, incluso de los no creyentes, hacia la figura de un pontífice que supo renovar la realidad humana de Cristo en sí mismo, haciéndose testimonio de una realidad inmutable en la tradición, pero enemiga del conservadurismo y de los privilegios, que trae a Cristo Dios y Cristo Hombre a todos los hombres.

Es un misterio de fe que hunde sus raíces en la realidad de cada uno de nosotros. Es algo que nos pertenece y que el Papa Juan sólo nos ha recordado, dándonos fuerza para renovar el misterio en nosotros.

Juan XXIII aparece en público por última vez, en la ventana de su estudio, en la fiesta de la Ascensión de 1.963. Sus palabras son sencillas, dulces, humanas. Después, la muerte abre un vacío imposible de llenar, el 3 de junio del mismo año. El mundo es consciente de haber perdido una parte de sí.

.....oooooOooooo.....

No quiero dar por terminada esta biografía, sin antes incluir en ella lo que tuvo lugar después de la ceremonia de iniciación, tras ocupar el ya llamado JUAN el puesto que le correspondía entre sus hermanos, quedar a la espera y escuchar las palabras que alguien le dirigió. En torno a él estrecharon el círculo, se concentraron y le transmitieron su fuerza. Y JUAN habló. Habló con una voz que no era la suya. Habló hasta la terminación de los trabajos, durante los tres días que ocupó su realización en el templo, ante él. Todo cuanto dijo fue registrado en las actas del gran canciller, y parte de ellas, no todas, fueron entregadas a Pier Carpi por el anciano de barba blanca, discreto y enigmático, que le visitó, para que las copiara, como así hizo, y luego las diera a conocer, porque según dijo: “Ya es hora de que se sepan estas cosas”.

.....oooooOooooo.....

LAS PROFECÍAS

Las profecías del Papa Juan XXIII son sorprendentes: en una de ellas indica la fecha del Fin del Mundo.

Un Pontífice de la Iglesia Católica, muy popular durante el siglo XX, fue el italiano Juan XXIII, soberano del Vaticano entre 1.958 y 1.963, autor de famosas encíclicas como “Madre y Maestra”, en 1.961, y “Paz en la Tierra”, en 1.963. Esta última fue escrita en plena “guerra fría”, luego de la llamada “crisis de los misiles”, y ambas se convirtieron en documentos fundamentales que entroncaron a la Institución Eclesiástica en el mundo actual.

Conocido por los fieles como “El Papa Bueno”, Juan XXIII fue también muy célebre por su gran sentido del humor. Después de haber sido nombrado Papa, tenía que salir al balcón para bendecir por primera vez a la multitud agolpada en la Plaza de San Pedro, con una sotana blanca preparada para la ocasión. Pero, ninguna de las tres tallas que le habían preparado le quedaba bien, pues hasta la más ancha le quedó estrecha. Mientras le hacían un arreglo de emergencia soltándole las costuras a toda prisa, el flamante Papa comentó: “Todos me han elegido Papa, menos el sastre”. Días más tarde, ordenó elevar el sueldo a los funcionarios del Vaticano. Éstos le preguntaron por el motivo de su medida y él, refiriéndose a su abultada masa corporal, comentó: “Es lógico que ahora cobréis más al pesar yo el doble que Pío XII, mi predecesor”.

Otro detalle conocido de la vida de este Papa singular, tiene que ver con su don para la profecía. En el año 1.935, mientras se celebraba un ritual iniciático en el templo italiano de la Rosacruz, el joven sacerdote Ángelo Roncalli habló con una voz diferente a la suya, y el Canciller de la Orden, impresionado, transcribió todo lo que decía el que más tarde accedería al trono pontificio con el nombre de Juan XXIII. En 1.976, todas aquellas palabras que escuchó fueron publicadas en un libro titulado “Le profezie di Papa Giovanni”, editado por Edizione Mediterranee, en Roma. 

El periodista Pier Carpi, que publicaría en 1.977 su famoso libro “Las profecías del Papa Juan XXIII”, confesaría que el material del libro le fue cedido por un anciano de barba blanca que le pidió permanecer en el anonimato. De una manera increíble, muchas de las premoniciones formuladas en 1.935 se fueron cumpliendo con el correr de los años, como la Segunda Guerra Mundial, la muerte de Adolf Hitler, el lanzamiento de la bomba atómica, el fin del imperio británico, la expansión del comunismo, el asesinato de los Kennedy, la elección papal de los Juan Pablo, I y II, y el derribo del Muro de Berlín, entre otros vaticinios. Otras profecías, como la fecha en que se producirá el fin de esta Humanidad, están por cumplirse.

Algunas de las predicciones del “Papa Bueno”:

-El fin de la Sociedad de las Naciones, el surgimiento de Hitler:

Se anuncia el final de la Sociedad de Naciones – organismo internacional creado por las potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial - , la invasión de la Alemania Nazi y el final de Adolf Hitler, que tras sobrevivir en tres atentado en su contra, fue asesinado en el cuarto por quien menos se esperaba, mientras su búnker estaba rodeado por las tropas aliadas.

-Los Juicios de Núremberg:

Una de las más diáfanas, pues alude de una forma directa a la ciudad alemana donde se celebraron los primeros juicios de la Historia por crímenes de guerra, entre el 20 de noviembre de 1.945 y el 1 de octubre de 1.946, que determinaron las responsabilidades de varios jerarcas nazis en los crímenes y abusos contra la Humanidad en nombre del Tercer Reich, entre 1.939 y 1.945, incluyendo el Holocausto Judío.

-Stalin y los nazis:

Supuestamente referida esta profecía a Joseph Stalin y el pacto de no agresión de la Unión Soviética con los nazis, firmado antes que los alemanes comenzaran la invasión del territorio ruso en junio de 1.941, en el marco de la “Operación Barbarroja”.

-El lanzamiento de la bomba atómica en 1.945:

El Papa Profeta en esta profecía habla de la misteriosa y terrible arma que estallará en Oriente, produciendo miles de muertes, una gran destrucción y enfermedades incurables. Anuncia también que, cuando ya se conozca el secreto del átomo, esa temible energía se aplicará en la paz y el nombre de Albert Einstein quedará en el recuerdo de la Historia.

-La caída del Imperio Británico:

Juan XXIII alude en otra de sus predicciones el final del Imperio Británico, la máxima expresión del colonialismo europeo iniciado en el siglo XVI y que, antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, era aún el mayor gigante del mapa político mundial.

-El asesinato de Gandhi:

El Papa vidente se refiere en esta profecía a Mahatma Gandhi, el dirigente más destacado del movimiento de independencia indio contra el Imperio Británico, para lo que recurrió a la desobediencia civil no violenta y que murió asesinado el 30 de enero de 1.948.

-El asesinato de John F. Kennedy y su hermano Robert:

Esta profecía alude a los asesinatos de los hermanos Kennedy. El de John,  Presidente de Estados Unidos, el 22 de noviembre de 1.963, y el senador Robert, muerto de un disparo el 5 de junio de 1.968, en Los Ángeles, durante las celebraciones de su exitosa campaña en las primarias de California en su intento de conseguir la nominación demócrata para la presidencia. 

-La elección del Papa Juan Pablo II:

Es un vaticinio en el que se habla de un hecho no menos importante en la historia del Vaticano, ya que por primera vez, desde 1.523, se nombra a un Papa no italiano, Karol Wojtyla. El futuro Juan Pablo II encontrará en los escritos de Juan XXIII las orientaciones previas de su pontificado, ya que un sector de la iglesia le será hostil. Más tarde, el procedente de la niebla de Polonia, vestido de blanco por la Plaza de San Pedro, será herido gravemente por un terrorista turco el 13 de mayo de 1.981.

-La caída del Muro de Berlín:

En este pronóstico el Papa Juan alude a un gran muro que divide a la ciudad de Berlín, elevado por los soviéticos tras el final de la Segunda Guerra Mundial, y que será derribado. También se refiere al papel prominente de Alemania en Europa, que sucederá a Francia en la hegemonía del continente.

-Profecías de Juan XXIII que aún no se han cumplido:

Varias de las predicciones formuladas por el Papa profeta en 1.935 todavía no se han hecho realidad. Es el caso del misterioso vaticinio que afirma la presencia presidencial de una mujer en el salón oval de la Casa Blanca, es decir, será la primera dama presidente de los Estados Unidos de América.

Otra profecía anuncia que el mundo entero se insubordinará contra el juego de los poderosos, la secreta hermandad de los grandes que tramaba la esclavización de los pueblos. Los pocos jefes de gobierno honrados se unirán y los culpables serán derrocados.

Sin embargo, el presagio más aterrador formulado por el Pontífice italiano Ángelo Roncalli tiene que ver con la fecha en que terminará el temido Apocalipsis o fin de los tiempos. Según el “Papa Bueno”, esta fecha corresponde a “Veinte siglos más la edad del Salvador”, es decir, al año 2.033.

.....oooooOooooo.....

PRIMERA PARTE

Profecías relativas

a la Iglesia Católica

Profecía 1ª

“Vacilante tras el Santo que va ya camino de los elevados altares, el Padre de la Madre extiende el brazo y se abrirá al mundo.

La Madre será grande para él; cuando sea pequeña, saldrá del pantano aceptando una corta cadena. Tendrá flores ante su cruz y una sombra roja en la espalda encorvada.

Sus hijos llorarán, pero a la derecha tendrá dos manos. Firmes y ricas en valentía en el decir, el ordenar y el obedecer. Santa será su mano derecha; le dará ánimo para condenar los clavos que avanzan para pisotear los lirios.

Pero la cadena será mayor y mayor la lucha, aunque sólo por un lado.

Los hijos del Padre y la Madre estarán protegidos pero sufrirán. Y de noche encenderán luces en el recinto de la plaza. Llegan los caballos de barro.

Se detienen ante las fuentes.”

Por quedarle más cerca del comienzo de su videncia, Ángelo Roncalli se refiere a Achille Damiano Ambrogio Ratti, nacido en Desio el 31 de mayo de 1.857 y que sería el Papa 259º de la Iglesia Católica y primer soberano de la Ciudad del Vaticano entre 1.922 y 1.939, con el nombre de Pío XI, abarcando su pontificado casi todo el período de entreguerras.

El 6 de febrero de 1.922, en el cónclave que siguió a la muerte de Benedicto XV, resultó elegido Papa. Hombre de estudio, de una cultura excepcional, y además estaba muy bragado en los asuntos de la Curia romana, pero su experiencia pastoral y cardenalicia se limitaba a unos pocos meses, por lo que comenzó, como dice el vidente, con un paso vacilante tras el Santo que iba ya camino de los altares, Pío X. Así que, tres días después de su elección, el Padre de la Madre, es decir el Papa de la Iglesia, un poco nervioso extenderá su brazo saludando a la multitud y se abrirá al mundo. La ceremonia tuvo lugar en la explanada de la Basílica de San Pedro y desde la autoproclamación de la “cautividad” de la Iglesia por el beato Pío IX en 1.870, ésta era la primera coronación pública de un papa. Sus predecesores lo habían sido en ceremonias restringidas, en San Pedro o en la Capilla Sixtina.

Así, pues, al principio la Iglesia será grande para él; pero, pronto le quedará pequeña y saldrá del atolladero con una extensa actividad, por la que habría de merecer tener flores ante su cruz papal con diversos títulos: “el papa de las encíclicas”, por haber escrito una treintena de éstas, “el papa de los concordatos”, al buscar mejorar las condiciones de la Iglesia en diversos países mediante la firma de 23 convenios; “el papa de la Acción Católica”, pues uno de sus principales objetivos durante su pontificado fue organizar a los laicos a través de dicha Acción, con el fin de cristianizar todos los sectores de la sociedad; “el papa de las misiones”, por su impulso a la actividad misionera; y “el papa de las canonizaciones”, por haber elevado a los altares a 33 santos y dado cauce a 500 beatificaciones (este autor recomienda ver Wikipedia para más información sobre este último aspecto).

La llamada “cuestión romana” era un tema pendiente desde la ocupación de los Estados Pontificios por el Reino de Italia en 1.870. Los Pactos de Letrán firmados en febrero de 1.929 por el secretario de estado de la Santa Sede, en representación de Pío XI, y por el primer ministro de Italia Benito Mussolini, crearon el Estado de la Ciudad del Vaticano, reconociendo su soberanía e independencia. Al Duce le interesaba, porque la reacción católica ante el fascismo había sido bastante fría. A la Iglesia Católica se le reconoció una serie de prebendas, que le colocaban, con un Estado reducido a una mínima expresión territorial, dentro del concierto de las naciones del mundo.

Pío XI tendrá, como dice Juan XXIII, “una sombra roja en la espalda encorvada”, cuando bendijo los cañones italianos que partieron para la guerra contra Abisinia, lo cual produjo un gran escándalo entre muchos sectores católicos del mundo occidental. Sus seguidores se lamentarán por la felicitación papal al Mariscal Rodolfo Graziani, que por sus matanzas contra la población civil llegó a ser conocido como “el Carnicero de Etiopía”. El apoyo del papado a la guerra de Abisinia supuso un duro golpe a su credibilidad como estado neutral, echando por tierra algunos de los beneficios obtenidos en el Concordato.

Los católicos sufrirán por las graves dificultades de la Iglesia en México, que Pío XI reveló al mundo civilizado con su novena encíclica, en la que se alude a las llamadas “guerras cristeras”. Con “sus hijos llorarán, pero a la derecha tendrá dos manos” hay una posible alusión a esto y a contiendas anteriores a la segunda conflagración mundial, que costará abundante sangre y muchas lágrimas. Con “la santa mano derecha” parece referirse a Pío XII, que resaltó las valientes condenas del nazismo y los clavos de sus botas militares, en las encíclicas de Pío XI.

Pero la condena será mayor y mayor la lucha, aunque sólo por un lado, por el acuerdo o concordato celebrado con la Alemania nazi el 20 de julio de 1.933 que, entre otras cosas, supuso la desarticulación de la intervención en política de los católicos, con lo que los nazis quedaron sin oposición legal alguna en su país.

A pesar de su intransigente anticomunismo, que compartía con quien era uno de sus colaboradores más cercanos – Eugenio Pacelli, el futuro Pío XII – hacia el final de su pontificado, en marzo de 1.937, Pío XI publicó la encíclica “Con ardiente preocupación” sobre la situación de la Iglesia católica en el Reich Alemán, en la que no deja dudas de su reprobación al régimen nazi.

Durante su pontificado, la Iglesia católica se fortaleció como institución y comenzó a ser un referente importante a nivel mundial, no solamente en los aspectos religiosos, sino también políticos. No obstante, su percepción futura de sus seguidores y de la Iglesia, vista en las profecías de uno de sus canonizados, San Juan Bosco, le dará idea de que estarán protegidos, pero sufrirán, y de noche encenderán las luces en el recinto de la plaza de San Pedro hasta después de los días lejanos de la invasión rusa y la venida de los caballos de los cosacos con los cascos embarrados, que vendrán a abrevar en las fuentes de Roma.

Pío XI murió el 10 de febrero de 1.939, cuando apenas faltaban unos meses para que estallase la Segunda Guerra Mundial. Está sepultado en las Grutas Vaticanas.

Escribió 31 encíclicas, que reflejaban las crisis a las que debió enfrentarse durante su pontificado y que Juan XXIII supo ver.

.....oooooOooooo.....

Profecía 2ª

“Entre las nubes más tristes se alzará la paloma elegida, el duodécimo pío de perfil metálico. Única paz en la guerra, única plegaria entre los aullidos de los lobos.

Siete veces se reunirá con el visitante y antes de morir verá su rostro. Y siete veces llevará su corona de rosas.

También los pobres serán Cristo en la sangre y los estigmas sangrarán de dolor: sangre para la sangre. La Madre recogerá los rebaños y no sabrá defender los otros, encerrados en los apriscos y devorados por los lobos de la cruz usurpada.

Hay que desafiar y combatir constantemente a quien hace uso de la cruz y no es hijo de la Madre y el Padre.

Hay que combatir y esperar, porque el usurpador se crucificará solo en la falsa cruz. Sólo entonces habrá paz.

A la Madre le costará mantenerse con vida, pero vencerá las tentaciones y el orgullo de la victoria terrenal. Luchará contra el Padre, que, hermano entre sus hermanos, verá enrojecerse su túnica blanca.

La Virgen María se aparecerá con humildad a los humildes y no la creerán. Entonces habrá tumbas en lugar de templos.

Luz del Neva, de Oriente, pero la luz es siempre de Occidente. La estatua, a medias.”

En esta videncia se refiere a Pío XII, nacido en Roma con el nombre de Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli, que fue elegido papa número 260, cabeza visible de la Iglesia Católica, y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 2 de marzo de 1.939 hasta su muerte en 1.958. Antes de su elección al papado, el hombre de rostro lleno de firmeza, con la traza enérgica del metal, se desenvolvió en varios cargos importantes, desde donde pudo alcanzar la conclusión de varios concordatos con estados europeos y americanos. Por otra parte, Pacelli tuvo un influjo decisivo en la redacción de una carta encíclica de Pío XI, en 1.937, que significó una advertencia severa al régimen del Tercer Reich.

Su gestión como nuncio en Alemania y como cabeza de la Iglesia Católica durante la Segunda Guerra Mundial sigue siendo motivo de análisis y controversia por aquellos que no han sabido verlo como una blanca paloma elegida en un tiempo convulso, principalmente en lo que respecta a la intensidad de su reacción frente a los crímenes del régimen nazi en Europa contra judíos y comunistas. La verdad es que será elegido en un momento terrible, de ahí la alusión del vidente a “las nubes más tristes” y dará muestra de la única paz en la guerra, de la única plegaria entre los aullidos de los lobos hitlerianos, los nazis, y los fascistas de Benito Mussolini.

Pío XII fue un papa sin experiencia pastoral directa, ni en parroquias ni en diócesis, puesto que toda su carrera se había desarrollado en la administración vaticana. Fue, en cambio, un perfecto conocedor de la curia romana, en la que se movió prácticamente toda su vida. ​Antes de su coronación y como medida preventiva, redactó ante notario una carta de renuncia en el caso de que fuera hecho prisionero por los nazis



Tausende von E-Books und Hörbücher

Ihre Zahl wächst ständig und Sie haben eine Fixpreisgarantie.