Keter. El éxtasis de la eternidad - Mario Saban - E-Book

Keter. El éxtasis de la eternidad E-Book

Mario Saban

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Beschreibung

Con un conocimiento impecable de la tradición, años de práctica de la cábala y gran capacidad de comunicación, Mario Javier Saban revela en Keterel entrenamiento que el alma debe realizar para alcanzar sus máximos niveles de consciencia y el éxtasis místico. Sin dogmas religiosos ni estructuras de consuelo infantil, el alma que alcanza la adultez espiritual puede adquirir el nivel de luz que necesita para revelar todo su potencial. Se puede vivir dentro de esta existencia finita espacio-temporal el éxtasis de la «Vida Eterna». Esta es, por tanto, una obra clave para alcanzar lo que para muchos parece inalcanzable: sentir la energía infinita de Dios en nuestro interior.

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Mario Javier Saban

Keter

El éxtasis de la eternidad

El poder de la Emuná desde la cábala

© 2023 Mario Javier Saban

© de la edición en castellano:

2023 Editorial Kairós, S.A.

www.editorialkairos.com

Diseño cubierta: Editorial Kairós y Daniela Berdichevsky

Composición: Pablo Barrio

Primera edición en papel: Octubre 2023

Primera edición en digital: Octubre 2023

ISBN papel: 978-84-1121-175-8

ISBN epub: 978-84-1121-212-0

ISBN kindle: 978-84-1121-213-7

Todos los derechos reservados.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

A mis padres Violeta y David

A mi esposa Marisa

A mis hijos Max David y Lucas Eli

Con amor

Sumario

Prólogo y agradecimientos1. El entrenamiento del alma2. Los niveles de autocontracción (Tzimtzum) y la consciencia (Daat)3. Las confusiones dentro de la fragmentación4. El tiempo5. La Emuná6. La Vida eternaBibliografía

Prólogo y agradecimientos

Esta obra la escribí a comienzos del 2023 luego de reflexionar sobre varios asuntos fundamentales de la cábala hebrea. Este libro es fruto de mis pensamientos sobre la dimensión más elevada del Árbol de la Vida: Keter (la Corona). Sin embargo, lo que realmente se esconde entre los secretos que he revelado en este libro es el poder de la Emuná (confianza) y el entrenamiento que debe realizar el alma para llegar al éxtasis.

Es mi deseo dar las gracias a todos los que me han acompañado hasta llegar a este momento de mi vida.

Tras publicar mi obra Raz. El Mesías (enero de 2023) y aclarar allí que el alma tiene el poder de elevación hacia la matriz divina, he pensado que faltaba un libro que investigara el acceso a los estados más altos del alma.

Quiero dar las gracias en primer lugar a Dios por la energía que me ha entregado para llegar hasta aquí y por la vida que me ha dado, con sus obstáculos y felicidades.

Quiero dar las gracias a mis padres, Violeta Cuño (1943-2008) y David (1943), por la educación que he recibido y por el legado del judaísmo que he heredado.

A mi esposa, Marisa Ventura, que ha dado el paso de su retorno al judaísmo, por el profundo amor que tenemos y que Dios nos otorgue muchos años de vida juntos.

A mis dos hijos, Max David y Lucas Eli, porque siempre los llevo en el corazón. Que crezcan siempre dentro de la luz, que sus caminos sean senderos de elevación y tengan una vida llena de amor y de paz. Que Dios los bendiga y proteja siempre.

A mis hermanas, Roxana Rebeca y Lis Judith, y a mis queridos cuñados, Beto y Pablo, porque siempre me han acompañado en todo momento. Que Dios les otorgue muchas bendiciones, a sus hijos y a sus futuros nietos.

A mis amigos más cercanos, Lina Cami, Leonardo Meczyk, Josep María Ginesta Manzanares, Joan Prat i Caros y Jorge Barros, que nuestra amistad sea indestructible. Gracias por ser incondicionales. Un abrazo a los cinco.

A mis queridos alumnos de todos los países, a todos los directores de los grupos Sod 22 en todo el mundo, y a todos los seres humanos que todos los días trabajan por un mundo mejor.

Que todas las almas seamos merecedoras de la Corona (Keter)

En Barcelona, Sefarad, año 5783

MEIR BEN DAVID SABAN

1.El entrenamiento del alma

«No es ni con el ejército ni con la fuerza, sino con mi Espíritu,

ha dicho el Dios de los ejércitos».

ZACARÍAS 4.6

Si todos los fragmentos finitos nos conducen al infinito, entonces podríamos comenzar a estudiar desde cualquier espacio del universo y desde cualquier nivel. Y cualquier tema nos conducirá inexorablemente al Infinito divino. Y viceversa, desde el Infinito podríamos ir bajando hacia nuestra realidad fragmentada espacio-temporal y lograr percibir la luz divina en cada fragmento aparentemente independiente.1

Si cada fragmento finito espacio-temporal tiene en su interior la fractalidad de las diez dimensiones del Árbol de la Vida,2 entonces podemos decir que todo nos conduce al Infinito.3 Por lo tanto, la búsqueda de todo ente finito es lograr avanzar por cualquier camino posible hacia la potencia infinita de la matriz. El éxtasis se encuentra en la búsqueda misma.

Es más, podríamos decir que la información infinita se encuentra dentro de cada fragmento finito. En cierto modo, la información de todo el infinito se puede encontrar en cualquier sitio y en cualquier objeto dentro de esta realidad. Todos los fragmentos finitos espacio-temporales son contracciones del mismo Ein Sof. Las diferencias, pues, se encuentran en cada etapa de la contracción del Ein Sof. Por ese motivo podemos decir que en la sustancia somos todos parte de la información de la matriz, y que las diferencias operan en las diferencias espacio-temporales del universo. El universo finito sitúa nuestras fragmentaciones de acuerdo a sus necesidades estructurales. El deseo fundamental del universo es revelar la consciencia del Ein Sof en el campo de la finitud. Cada uno de nosotros está revelando continuamente con su sola existencia una luz del Ein Sof en esta realidad espacio-temporal. Sin embargo, si no comprendemos qué tipo de luz debe revelar cada alma, entonces no conocemos el sentido por el cual nuestras almas están encarnadas en este plano. Cada alma vino a revelar un tipo de luz de acuerdo a su propia naturaleza.

Todos los «Nombres de Dios» conceptualizan las diferentes autocontracciones del Ein Sof y explican con qué tipo de energía estamos operando en cada nivel.

Cada nivel es un nivel diferente de acuerdo a las diferencias entre las autocontracciones del Ein Sof. Por lo tanto, cada autocontracción del Ein Sof es la que crea el nivel de operatividad de las energías. Es decir, la naturaleza de las energías en cada nivel está condicionada por el nivel de autocontracción que se ha operado.

El nombre de Dios de cuatro letras (Iod-Hei-Vav-Hei)4 demuestra el sistema de autocontracción del Ein Sof, y todo este sistema de autocontracciones opera en toda la realidad espacio-temporal de nuestro universo. Por ese motivo podemos decir que el Nombre de Dios es la explicación total del sistema de las autocontracciones divinas.

En la cábala, no solamente comprendemos en forma intelectual (Biná), sino que logramos integrar en nuestra alma lo comprendido (Jojmá). La integración completa la realizamos cuando oscilamos entre la Biná y la Jojmá creando la energía del Daat (Conocimiento/Consciencia).

Cuando ingresan energías desde el Ein Sof, entran por la dimensión de Keter5 a nuestra alma. Recibimos oleadas de luz si estamos preparados para saber recibirlas.6 La existencia física es un entrenamiento constante dentro de la luz.

El camino del judaísmo espiritual (cábala) desea otorgar luz en todo momento. Pero este deseo de otorgar luz solo puede ser compensado si sabemos en primer lugar recibir la luz divina. Y para poder recibir la luz divina debemos entrenar la vasija que debe recibir esta luz y debemos comprender el vacío máximo por donde se desplazan estas luces: la dimensión de Keter.7

El antijudaísmo, como todo lo «anti», lo que rechaza son las diferencias. La unidad de Dios se revela en la multiplicidad de las formas fragmentarias en el mundo de la fragmentación.

Algo sabemos: sabemos que no podremos alcanzar a conocer la infinitud del pensamiento de Dios.8 Esta es una gran alegría para nosotros, una «buena nueva», porque nos encontramos ante un crecimiento espiritual infinito.9

Todos los fragmentos finitos somos potencialmente infinitos, en cambio, el Ein Sof es potencialmente finito, por lo que el destino de todo el Ein Sof es siempre autocontraerse hacia los entes finitos y seguir fragmentándose ad infinitum.

La autoimposición de límites del Ein Sof a sí mismo es también infinita. Existen infinitos finitos, por lo que el Ein Sof puede producir infinitas limitaciones. Así que la limitación marca la finitud, pero no limita el potencial infinito de producir limitaciones.

Siempre se pueden crear nuevas limitaciones para crear nuevos tipos de fragmentaciones, y así hasta el infinito. Así que, incluso en lo oculto de la producción de los límites, no existen los límites sino una producción infinita de limitaciones.

Por lo tanto, podemos decir que la capacidad infinita del Ein Sof en la revelación de fragmentos finitos hace que no podamos hablar realmente de finitud, porque todas las finitudes son transitorias en el interior del Ein Sof. Todas las finitudes fragmentarias pueden retornar a la matriz única del Ein Sof.

El Ein Sof sale de su infinitud oculta y se revela a través de la fragmentación infinita de formas finitas. El fragmento finito sale de su finitud oculta y se revela elevándose hacia el Infinito. El alma, como posee la fractalidad de las dimensiones, opera en el infinito del sistema de fragmentación, pero también puede comprender los caminos de fractalidad de todo el universo. Es decir, que como cada dimensión de las diez tiene en su interior las diez subdimensiones, estas últimas reflejan todo el sistema. Teniendo cada alma todo el sistema cosmogónico en su interior, posee posibilidades infinitas de bajar y subir a través de la fractalidad del Árbol de la Vida.

El camino del Ein Sof es el de bajar a la fragmentación espacio-temporal y revelar así la posibilidad infinita de fragmentarse y autocontraerse.10 Ser conscientes de este proceso continuo hace que el fragmento ingrese en un estado de éxtasis porque todo fragmento consciente sabe que no existe como tal en su estado de limitación. El deseo potencial provoca en el alma un éxtasis, porque siente que es finito e infinito al mismo tiempo. Tiene la potencialidad infinita y al mismo tiempo es finito en los niveles inferiores de la realidad. Es por ese motivo por el que los cabalistas describen cinco niveles del alma para que podamos comprender que, de los niveles más densos de la finitud, el alma puede elevarse al Ein Sof por su propia estructura interna. Dentro de nuestra alma tenemos el camino de la fractalidad hacia el Ein Sof, y también conocemos los niveles del alma que se corresponden con los universos.

El camino de nuestras almas finitas es alcanzar los niveles infinitos ocultos detrás de todos los velos. Y esto es lo que otorga el sentido más profundo a nuestras vidas. Seguiremos destruyendo velos porque vamos comprendiendo mejor las leyes que operan dentro del universo; por eso el aumento del nivel de comprensión nos llevará inexorablemente a comprender que se multiplicará nuestra energía por la mejor distribución. Las modificaciones materiales se acelerarán dentro del campo más denso porque los niveles de abstracción alcanzados desearán bajar al campo material. Conoceremos misterios que no creíamos que existían. Todas las ciencias siguen avanzando en la constante revelación de la Tora infinita. Convertir la Torá en infinita y no atada al texto literal le ha otorgado al judaísmo la fuerza de comprender el deseo infinito del alma. Por lo tanto, el judaísmo puede enseñarle al resto de la humanidad este esquema espiritual para la liberación de todas las almas.

Durante siglos, las limitaciones materiales fueron las que nos dominaron. Con el avance tecnológico hemos logrado «ahorrar» mucho más tiempo para el alma. Esta es la primera generación que se encuentra ante el desafío de mucho tiempo disponible para su crecimiento.11

Las generaciones anteriores se «consolaron» en el Dios infantil porque las condiciones materiales de limitación eran severas (muertes infantiles, enfermedades incurables, poco tiempo de vida, insalubridad, etc.). El avance material de los últimos dos siglos nos sitúa en un punto de inflexión con relación al alma.

Tenemos una gran capacidad material, pero nos encontramos buscando la conexión con el Ein Sof sin el deseo ya de consolarnos. El consuelo12 terminó encerrado en la religión y los poderes religiosos operaron con el miedo de las personas. Las almas liberadas de tantas restricciones de la materia ya no buscan consuelo a sus preocupaciones y limitaciones porque el avance material las ha liberado de allí, ahora las almas realmente buscan la luz divina. En el nivel de la dimensión material (Maljut), el avance económico y tecnológico nos ayudó a tener más tiempo disponible; y en el nivel social y con relación a nuestra sexualidad (Yesod), la psicología y el avance de la mujer operaron liberándonos de las restricciones de estas dos dimensiones.

Ahora nos encontramos con nuestro Yo interior (Tiferet) y con la corrección de la oscilación interna entre lo femenino (Biná) y lo masculino (Jojmá). Somos la primera generación que tenemos el privilegio de ocuparnos del alma sin las restricciones materiales que hemos tenido durante la historia. De aquí en adelante aparece una gran responsabilidad porque tenemos demasiadas energías que pueden entrar en desequilibrio. Cuanto mejor estamos en el campo material, más energías acumulamos que quieren ser reveladas y, si no organizamos estas energías, entraremos en más guerras y conflictos. La única forma que tenemos las almas de adecuar nuestras energías es con nuestro trabajo interior. Si nos sobran energías y no tenemos un mapa del alma, entonces vamos a desperdiciar las energías en conflictos y guerras inútiles. Estamos asistiendo a una gran pérdida de tiempo y energías en cuestiones inútiles que no ayudan a la construcción de la humanidad.

La prueba de esto es que los recursos económicos de los países siguen dirigiéndose a tener cada vez más armamento que al final se tendrá que utilizar contra nosotros mismos. Es decir, la desviación de los recursos al campo militar es el suicidio de la humanidad. Todos los ejércitos del mundo deben unirse para crear una fuerza unificada preparada para defender la Tierra de la existencia posible de civilizaciones que no necesariamente tendrán una consciencia elevada. ¿Y si todas nuestras guerras no son más que un juego suicida para nuestra desaparición? La rectificación del universo (Tikun Olam) es la energía que poseemos para la reprogramación de toda nuestra naturaleza. Es elevar la materia a su esencia energética.

No podemos caer en la ingenuidad de creer que todas las civilizaciones extraterrestres serán bondadosas.13 Pueden ser tecnológicamente avanzadas pero no éticamente adelantadas. Nosotros mismos somos la prueba de esto: estamos avanzando tecnológicamente, pero seguimos organizando guerras como en la prehistoria.

Debemos revelar la consciencia de nuestra alma, debemos revelar la consciencia de la humanidad, pero al final el universo está llamado a ser «colonizado» por las fuerzas de la consciencia. Si existen cáscaras de oscuridad (Kelipot) cosmogónicas es que pueden existir civilizaciones klipóticas.

Por otra parte, la cantidad de recursos económicos que los países siguen desviando para el armamento hacen que la población mundial continúe sufriendo una carencia material innecesaria. La pobreza material es un problema espiritual como consecuencia del desvío de las energías de la luz hacia campos oscuros. Todos los problemas materiales son en realidad problemas espirituales.

Por este motivo, nuestro objetivo será el de superar14 todas las limitaciones y condicionamientos que nos impiden el acceso a la matriz o, por lo menos, la máxima cercanía a su esencia (Atzmut).15

Así pues, el desarrollo de nuestra Biná (Entendimiento) al servicio del alma en general debe ser la estrategia de organizar el tiempo, el espacio y todos los recursos de la luz al servicio del aumento de la consciencia universal. Estamos desviando una gran cantidad de energías hacia bucles sin salida. Estamos perdiendo tiempo, espacio y energías en los celos, las envidias, la competencia, y todo esto termina en la agresión y en el conflicto.

Las almas organizadas en su interioridad deben marcar la dirección adecuada para todas las energías. Debemos todas las almas en conjunto elevarnos y modificar la actual estructura política en aras del Reino de Dios.

Nada ni nadie puede impedirnos este crecimiento hacia la luz. Siendo luz nosotros, estamos destinados a dirigimos hacia la matriz de toda la realidad.16 El camino hacia la luz infinita de todas las almas es un camino que no se puede detener. Aunque los gobiernos crean que pueden detener estos procesos espirituales interiores, no lo lograrán porque la luz de cada alma es libre en su interior y porque las almas no quieren sufrir. ¿Por qué motivos no se acelera este proceso espiritual? Porque se ha probado que gran parte de los lideres espirituales siguen teniendo egos descontrolados; el verdadero trabajo lo debe realizar cada una de nuestras almas y organizar adecuadamente las energías interiores para revelar lo mejor de nosotros mismos.

Aquellos que nos hacen sufrir es porque se encuentran desconectados del Dios-Infinito. Quien hace sufrir a otros está provocando que sufra todo el sistema en su conjunto. Si las almas evolucionaran, entonces podrían controlar la locura de los gobiernos actuales y su sistema de control del viejo paradigma.

Las almas conectadas con la matriz de Dios un día revelaran la luz. El poder político se desintegrará cuando la luz de Dios nos ilumine a todos. Ni la religión infantil ya nos otorga consuelo, pero tampoco las ideologías que han desconectado la materia de la realidad espiritual. Cada alma sabe la luz interior que tiene, y este poder interior no puede ser anulado ni con la muerte ni con la cárcel ni con la destrucción, porque el destino de la luz es ser revelada a pesar de todos los intentos de desviación17 de las energías.

Si aparecen «obstáculos», debemos saber que estos están diseñados para ser superados. Es posible que no puedan ser superados en el tiempo presente, pero debemos construir estrategias de superación constante. Un ejemplo de esto es el aislamiento que tenemos de nuestro «Yo» para alcanzar a captar la luz dentro de la soledad del «Yo». Lamentablemente existe una relación negativa con la soledad del Yo, porque el Yo «solo» a veces se confunde con el sentirse «abandonado». Ningún «Yo» está abandonado, a pesar de que todo «Yo» en cuanto «Yo» siempre estará solo.

El «Yo» está definido por las limitaciones de la identidad subjetiva, y en ese sentido todo Yo se debe sentir solo porque es el precio que paga cada fragmento al sentir la independencia. La independencia de cada fragmento es una ilusión que nos otorga el Ein Sof para que podamos sentir su mismo sentir. El Ein Sof es quien siente realmente el estado de independencia total, porque lo único independiente es el Ein Sof. Todos los fragmentos somos dependientes de la matriz infinita y de todos los condicionamientos espacio-temporales de los demás fragmentos.

Por lo tanto, la sensación de soledad del Yo debe sentirse como la oportunidad de imitar la soledad feliz18 del Ein Sof. La sensación de «abandono» es cuando sentimos la independencia como desconexión.19 La independencia en un nivel se refleja como dependencia total en los niveles superiores. Existimos como independientes, pero somos reflejos directos de la luz infinita y eterna.

Por esta razón, el primer trabajo de todo fragmento consciente de su independencia es percibirla como una oportunidad única de sentir la felicidad de «ser algo»20 a pesar de que en los niveles superiores sabemos que somos «nada».21

Ahora bien, debemos oscilar entre el «algo existente»22 y la «nada dentro de la totalidad». Esta oscilación se produce entre los niveles más bajos de la autocontracción y la matriz divina del Ein Sof.

Cuando nació nuestro universo se produjeron varias situaciones simultáneas, una de ellas fue la creación de un círculo y una línea.23 El círculo fue el punto de concentración de la energía antes del Tzimtzum Alef. Luego del punto, ingresó el Kav en forma de línea, pero no de una línea recta, sino de varias líneas convergentes hacia el punto. La forma real fue la de un remolino extendido hacia el Ein Sof y concentrado sobre un punto de penetración hacia abajo. La realidad nació de una explosión que produjo un cono espiralado que perforó el Ein Sof.

Nosotros, como fragmentos finitos espacio-temporales y fractales de todo el sistema, también tenemos en nuestro interior estas dos percepciones: la percepción circular24 y la lineal.25 Estas dos percepciones deben «oscilar» entre sí. Es por esa razón por la que la oscilación constante entre ellas nos permite comprender la realidad en la que existimos. Así como la letra negra de este texto está oscilando con el fondo blanco para que el lector pueda leer lo que está leyendo.26

Ambas son necesarias para operar dentro del misterioso universo en el que existimos. Porque en cada nivel de la autocontracción general sabemos que necesitamos otros instrumentos de medición para medir lo que estamos experimentando.27

Cada autocontracción ha creado un nivel con sus propias leyes, y estas leyes cambian de acuerdo al nivel en donde nos encontremos.28 Así pues, debemos estudiar profundamente los niveles29 donde operan nuestras energías para que realmente podamos operar en forma adecuada, de lo contrario, si confundimos los niveles de autocontracción, entonces no podremos operar como se debe en cada nivel. Hay que conocer todos los condicionamientos de cada nivel para saber cómo se debe operar allí.

Por esta razón, si analizamos el sistema Bet30 de fragmentación sin conexión con el Ein Sof y el nacimiento del universo, se vuelve imposible un análisis correcto.

Todo fragmento finito debe reconocer la potencialidad de su deseo infinito;31 si no existe tal reconocimiento,32 entonces el fragmento por sí solo puede paralizar el avance hacia su destino divino.

Es decir, si un fragmento finito quiere buscar en su propia finitud su función, no la podrá encontrar porque la función de todo fragmento finito es autotrascendente, es salir de sí mismo hacia el universo, es retornar las energías subjetivas33 hacia la matriz.

Lo finito y lo infinito son dos aspectos del mismo Dios, simplemente que nosotros operando desde lo finito tenemos que desarrollar nuestra luz interior para elevarnos. En realidad, lo que llamamos elevación puede ser conceptualizado como unificación de la misma luz.34

La luz divina del alma con la luz divina del universo y la luz divina del universo con la luz divina del Ein Sof. En realidad, es la misma luz en diferentes posiciones.

Debemos analizar la realidad desde abajo hacia arriba y desde arriba hacia abajo, desde el lateral derecho al lateral izquierdo, y viceversa,35 desde la nada y desde la existencia de algo, es decir, debemos considerar que todas las aparentes polaridades contradictorias están oscilando en todo momento en forma permanente.

Quizás el gran trabajo de la cábala no fue el de elevarse hacia la unidad infinita del Ein Sof, sino que fue el de descender hacia la máxima fragmentación tratando de revelar la unidad esencial dentro de cada fragmento. Subir y conectarse con el Ein Sof se puede lograr, pero acceder a la luz interior dentro de cada fragmento en el campo de la máxima densidad de la materia es una de las labores más difíciles que tenemos.36

Aunque nosotros creemos que la luz oculta se oculta en el interior del Ein Sof,37 la luz se revela con mayor fuerza a medida que vamos ascendiendo, y a medida que vamos descendiendo la misma luz se reviste de muchas capas de densidad.

La luz se oculta más dentro de la materia que en el Infinito. Las Kelipot son las cáscaras que ocultan la luz dentro de esta realidad material. En realidad, en los extremos nos encontramos con luz oculta en el interior de las Kelipot y luz oculta dentro del Infinito por inalcanzable. Son dos tipos de ocultamiento diferentes.

La luz de las Kelipot se revela si hacemos un esfuerzo por comprender los niveles inferiores de la realidad de nuestro universo espacio-temporal. En cambio, la luz del Ein Sof no se nos revela tan fácilmente porque nuestras limitaciones frenan la expansión de nuestra vasija. Y debemos respetar esas limitaciones cuando sentimos que el alma más allá no puede soportar tanta luz. Pero cuando el alma ya entrenó en ese nivel de luz, entonces estamos preparados para «traspasar» el límite. Aceptamos los límites transitoriamente para prepararnos mejor a fin de cruzarlos. En el fondo, nunca aceptamos los límites de modo definitivo, pero sí los aceptamos de modo transitorio para que la estructura de nuestra vasija pueda soportar la luz en el nivel en el que se encuentra. Oscilamos entonces entre aceptación y no-aceptación. Aceptamos los límites del lado izquierdo del Árbol de la Vida para no aceptarlos del lado derecho y volver a cruzarlos. El deseo del alma siempre es cruzar los límites, pero como estamos encarnados debemos respetar el nivel de entrenamiento de la vasija.

Las limitaciones son flexibles,38 porque son estructurales, pero al mismo tiempo son transitorias. Lo flexible provoca que todo límite sea transitorio, pero esos límites son estructurales pero no fijos. Es decir, la estructura de la realidad del universo es flexible y siempre está en constante movimiento porque siguen ingresando las luces provenientes del Ein Sof.39

La luz del interior de las Kelipot solo se revela con un gran esfuerzo por nuestra parte; esa luz no se revela por ampliación del Kli (recipiente o vasija), sino que se revela cuando comprendemos el funcionamiento del mal.40

Cuando no comprendemos el funcionamiento del mal, entonces aparecen las cáscaras que nos impiden percibir sus luces interiores. Por lo que podemos decir que, cuando a través del Daat comprendemos el funcionamiento del mal, liberamos las luces interiores de las Kelipot. En cambio, cuando la vasija se amplía, entonces subimos y captamos las luces ocultas en el interior del Ein Sof. En el proceso de elevación por la expansión de la vasija, la primera luz que encontramos es la de nuestra Neshamá. Esta luz nos permite conocer el sentido por el cual el alma encarnó en esta realidad material. Cuando logramos integrar esta luz,41 entonces podemos subir al nivel de la Jaiá, donde encontramos el potencial de la luz de la Neshamá, es decir, la luz del nivel de la Jaiá nos permite acelerar el proceso de crecimiento hacia el Ein Sof.

En ese nivel debemos reforzar los sistemas de organización del pensamiento (Biná),42 porque si queremos ascender a los niveles superiores del alma, debemos estar preparados para realizar los procesos de integración más eficientes. Si no logramos entrenar la Biná en la organización conceptual de los contenidos a los que accedemos, entonces la luz del nivel de la Jaiá nos puede enceguecer. Es decir, la única forma de revelación de la luz de los niveles superiores es fortalecer la Biná.43 Tiene que existir una equivalencia entre el desarrollo de la Biná y el nivel de luz al que estamos accediendo: a medida que subimos y captamos mayor luz, mayor tiene que ser la organización de las limitaciones conceptuales. Cuanta más luz recibo, más debo entrenarme en organizar mejor la luz que voy a revelar a través del sistema de distribución de las siete dimensiones inferiores.44

La organización de las siete dimensiones inferiores45 depende de la Biná, y el nivel de luz que podemos captar cuando ascendemos a los niveles superiores también depende de la Biná. Por lo tanto, la Biná actúa como una interfaz entre la luz que recibimos del Ein Sof y nuestra capacidad de distribución de estas energías.

Podemos caer en el problema de creer que la única forma de acceder a la luz de los niveles superiores es liberándonos de la capacidad conceptual (racional) de la Biná, y justamente estamos explicando que la única posibilidad que existe de elevarse hacia los niveles superiores en forma correcta está fundamentada en la capacidad de distribución y organización de estas energías hacia abajo. Y esta organización y distribución la realiza la dimensión de la Biná.

Sin embargo, existe en los ambientes espirituales cierto tipo de antiintelectualismo que insiste en que la experiencia sensible lo es todo. Esto es una gran equivocación porque, para integrar la experiencia, debe existir una modificación de la percepción y esa modificación se realiza a través de la Biná. No existe una integración adecuada de la luz si antes no hacemos el trabajo de cambio de percepción de la Biná, que es la dimensión que tiene la función de integrar adecuadamente la luz.

Si las energías no se revelan en los niveles inferiores, las energías superiores que captemos al no pasar por la Biná46 pueden estancarse en las dimensiones superiores del Árbol de la Vida, y esto causaría una inflación de la Jojmá o de la Tiferet porque estarían compensando la ineficacia de la Biná. Por eso, el desarrollo intelectual de la Biná es clave para la elevación del nivel de consciencia. Dentro de la tradición de la cábala, la intelectualidad es un factor fundamental para el desarrollo espiritual, porque la vivencia como experiencia no puede operar sola, ya que podría quedarse en una experiencia de tipo animal sin la organización conceptual.

Aquellos que proclaman que la experiencia lo es todo en contra de lo intelectual quieren renunciar a la Biná, y, como sabemos, quien renuncia a una dimensión lo que está provocando en forma directa es un desequilibrio general en el alma, ya que todas las demás dimensiones terminan auxiliando a las otras por la falta de desarrollo de una dimensión.

Por otra parte, abandonar la Biná implica que se carece del sentido de la integración de las ideas; por la sola experiencia se puede alcanzar la luz, pero no hacerla descender hacia los niveles inferiores. Por eso existen grandes meditadores que se conectan con las luces superiores, pero que luego, en la práctica de la vida cotidiana, no tienen la organización mental suficiente para llevar la luz al campo de la materia. Esto puede provocar una gran frustración en el alma; por esta falta de desarrollo de la Biná, se puede pensar que aún falta más luz que provoque una expansión mayor de la Jojmá, lo que ocasiona a su vez un mayor desequilibrio.

Aumenta la conexión con la luz, pero aumenta al mismo tiempo la frustración del alma al no poder bajar esta misma luz a la realidad material.

Por lo tanto, en un momento el trabajo del alma no tiene que ser el aumento de la luz por el aumento en sí, de lo contrario, toda esa luz nos terminaría encegueciendo, que es lo que les sucede a muchos iniciados en el mundo espiritual.

El filosofo judío de origen lituano Emmanuel Levinas47 decía que el estudio de la Torá más que un acceso a luz divina es una protección de la potencia de tanta luz. Y uno de los objetivos de la cábala es acceder a los niveles superiores de la luz con prudencia y responsabilidad para no desorganizar los contenidos mentales y así operar correctamente en el mundo inferior.

Algunas almas, con tanta cantidad de luz, no perciben resultados materiales porque utilizaron la espiritualidad como fuga de la realidad cotidiana, cuando en realidad la cábala propone que cuanta más luz tengamos más deberemos revelar en el campo material, y para ello la Biná, como dimensión conceptual y como responsable de la distribución de las energías, tiene que funcionar muy bien. Si no existe un fuerte contenido intelectual, es difícil lograr elevarse hacia los universos superiores porque las almas pueden desorganizarse por la cantidad de luz que pueden recibir. No hay que recibir mal, hay que recibir adecuadamente.

Esto nos lleva a la conclusión de que lo que se denomina «cábala teórica» de «teórica» no tiene nada, ya que los conceptos teóricos deben servir para el fortalecimiento de la Biná con el fin de integrar la luz superior y distribuirla en los niveles inferiores. Por tanto, toda la cábala supuestamente teórica es cábala práctica.48

Cuando funciona correctamente la dimensión de la Biná tiene como objetivo la práctica de Maljut. Ahora bien, si la Biná no desciende hacia la organización de las siete dimensiones inferiores y se queda estancada en un «bucle mental», es porque funciona mal y debemos corregirla, no porque no tiene ninguna función. Este es el error habitual del antiintelectualismo de ciertos grupos autodenominados como «espirituales», porque atacan la teoría de la Biná cuando lo que se debe corregir es el funcionamiento de la Biná y no la función de la Biná en sí misma.49 Ninguna dimensión del Árbol de la Vida debe ser anulada porque, por la naturaleza del alma, esta dimensión «anulada» o «artificialmente compensada» reclamará su sitio en el funcionamiento general. Todo intento de anulación de una dimensión provoca un desequilibrio en el sistema interior del alma.