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En esta obra original por las ideas que pone en juego, José Luis Lens tiene por destinatarios a los ciudadanos y ciudadanas que conforman el amplio campo popular, No importa su filiación partidaria, ni a quién votaron, ni a quién piensan votar, porque su finalidad es ayudarlos a tomar conciencia de que, en tanto parte del pueblo, tienen el mismo enemigo que el de su adversario partidario. Si uno es peronista es absurdo que sienta como enemigo a un antiperonista, y si votó al Frente de todos, su enemigo no puede ser quien votó a Juntos por el cambio, porque todos tienen el mismo antagónico, la oligarquía. Es fundamental tomar conciencia de que la verdadera contradicción es política y no partidaria. El principal objetivo del autor es promover, desde un enfoque político-pedagógico, la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular. Para ello, elabora un marco teórico ("Teoría de la contradicción principal como fundamento de la lucha política"), que se sostiene en dos tesis fundamentales: 1) La relevancia de la contradicción oligarquía-pueblo, ya que sin suponerla es imposible entender el fenómeno político y 2) La construcción de poder popular, como una acción política fundamental de la ciudadanía en la lucha por revertir el mandato de la oligarquía sobre la democracia liberal. Lo que más nos debe preocupar en la Argentina, sostiene Lens, no es tanto la perversión, falta de escrúpulos, de dignidad y ausencia total de ética de la oligarquía y sus sicarios mediáticos, sino la pasividad y silencio de una parte importante de la ciudadanía. Sería ingenuo pretender que la oligarquía cambie su conducta, pero no lo es en absoluto luchar para que la ciudadanía cambie la suya. "La avanzada brutal, compacta como las legiones romanas, de la derecha en el mundo y su correlato argentino, tienen en zozobra cada vestigio de esperanza que pensadores como José Luis Lens nos instalan. La dramática deconstrucción de ese proceso, ahora sin mascaras, sin los conos terroristas del Ku klux Klan, señala un poder al que sólo podemos enfrentar con lucidez, información y persistencia. La élite ha puesto en sincronía cada estamento de sus dominios y se apodera de la democracia representativa para que sólo responda a sus intereses. El material de este libro, es formidable para tener a mano por quienes estamos comunicando en la misma línea de pensamiento, es imprescindible para el trabajo de ciudadano que el pueblo debe hacer, si no quiere que arrasen todos sus derechos y sueños." Víctor Hugo Morales
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Seitenzahl: 799
Veröffentlichungsjahr: 2022
Lens, José Luis La alfabetización política del soberano : el costo de no hacernos cargo de la política es ser gobernados por la oligarquía / José Luis Lens. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-2322-8
1. Ensayo Político. I. Título. CDD 320.01
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
José Luis Lens
Agradecimientos
Prefacio (aclaraciones previas)
Introducción
Soberanía popular y alfabetización política
Si el pueblo es el soberano, debe hacer valer su soberanía
Opinión pública enajenada y soberanía popular real
La otra educación
¿Por qué nos debe interesar la alfabetización política de la ciudadanía?
La catástrofe de la ignorancia política
Teoría de la contradicción principal como fundamento de la lucha política
Fundamentos de la teoría
De la contradicción principal se deduce todo
El ADN y las acciones para la dominación de la oligarquía
La opción ético-política del soberano
Nadie es apolítico
Las dos dimensiones de la política
Cómo tomar decisiones políticas estratégicas
Glosario de las categorías de análisis de la teoría
La praxis del ciudadano politizado
La teoría debe crearse para ser aplicada
Memoria en acción, ¡es el poder real!
Priorizar la lucha política por sobre la disputa partidaria
Cómo participar de forma estratégica en la disputa partidaria
Yo no me rindo
De la conducta política de cada uno depende el destino de todos
Apéndice:La batalla contra la manipulación comunicacional de la oligarquía
Bibliografía
A Paulo Freire, ¡¡un gran inspirador en la lucha por otro mundo posible!!
A los periodistas valientes y dignos que todavía quedan en la Argentina, esas islas de verdad en un océano de mentiras.
A Víctor Hugo Morales, un faro en la batalla cultural contra el monopolio mediático que socava sin pausa los intereses de la nación y el pueblo.
A todos los que en el mundo luchan para que las democracias dejen de estar bajo el mandato de las oligarquías.
A Cristina, mi esposa, de quien admiro su intuición política.
A mi hijo Antonio y a Mirna, su compañera de vida.
Es hora de iniciar un debate ausente e imprescindible, que nunca nació porque fue abortado por la cultura dominante: la “catástrofe de la ignorancia política”. Esta ignorancia es el resultado del bloqueo del pensamiento crítico y la conciencia política de la ciudadanía, es la madre de todas las ignorancias, el caldo de cultivo de la manipulación de los medios de comunicación concentrados y las redes sociales, el combustible de la dominación de las oligarquías y de sus éxitos hasta el día de hoy.
Este debate que proponemos es un primer paso para tomar conciencia de que la ignorancia política es una verdadera catástrofe para los pueblos y el mundo y de que los ciudadanos y ciudadanas que conformamos el amplio campo popular somos los primeros responsables en la lucha por superarla.
Los destinatarios de este trabajo son los ciudadanos y ciudadanas que conforman el amplio campo popular1, no importa su filiación partidaria, tampoco su militancia política, ni a quién votaron, ni a quién piensan votar, lo que interesa es su pertenencia al amplio campo popular, eso es lo que realmente importa.
La finalidad de este trabajo es ayudarlos a tomar conciencia de que, en tanto parte del pueblo, tienen el mismo enemigo que el de su adversario partidario. Siendo todos sujetos del amplio campo popular, si uno es peronista es absurdo que tenga como enemigo a un antiperonista, y si es macrista, su enemigo no puede ser un kirchnerista, porque todos los que conformamos el amplio campo popular tenemos el mismo enemigo, la oligarquía. Es que la verdadera contradicción es política y no partidaria. Eso es lo relevante y lo que vamos a mostrar aquí. También vamos a mostrar que ese enemigo nos obliga, en el marco de dicha contradicción, a optar por el pueblo, lo que implica participar en forma responsable y comprometida en la construcción de poder popular. Esto requiere de cada ciudadano y ciudadana comenzar con la tarea de elevar el nivel de su alfabetización política. Para ser coherentes con lo señalado, dicha tarea, como veremos, tiene que definirse en el contexto de la contradicción principal oligarquía-pueblo y no en el de la disputa partidaria por el poder de administrar el Estado.
Conclusión. No nos encasillen en ninguna teoría, dogma, doctrina política, partido, alianza o frente. El pensamiento y las propuestas presentadas en este trabajo no provienen ni se sustentan en algún posicionamiento partidario, menos aun doctrinario, sino que son el resultado de nuestra opción por el pueblo en el marco de la contradicción principal. Además, aunque a algunos, en la era de la posverdad, les parezca anticuado y obsoleto, trabajamos desde una perspectiva de investigación y análisis regida por criterios filosóficos-científicos basados en la valoración de la verdad y la contrastación con la experiencia, todo sostenido en argumentaciones que valoran y se sostienen en sólidos fundamentos. Esto no descarta los errores, no somos dueños de la verdad, aunque para nosotros ella sea una referencia insoslayable.
Si criticamos a determinadas figuras y políticos y adherimos y ponderamos a otros, lo hacemos desde el criterio de que unos representan los intereses y valores de la oligarquía, mientras que otros, nunca de forma perfecta, por supuesto, representan los valores e intereses del pueblo. Ese es nuestro criterio para criticar y denostar a unos y ponderar y adherir a otros.
Mi formación universitaria y mi experiencia como profesor durante tantos años me permitieron darme cuenta de que las universidades y el mundo académico, por su naturaleza, tienden a replegarse en un círculo cerrado. Enseñamos, investigamos, escribimos, hacemos conferencias y jornadas, pero siempre para nuestro mundo, siempre retroalimentándonos de una manera endógena, lo que deja afuera a los que no comparten dicho mundo. Además, la academia nos impone formas de comunicación rígida y demasiado estructurada como para atraer la atención del público ajeno a esa realidad. Siempre fui crítico respecto de este problema, que nos aleja de lo popular. De esta forma nuestras investigaciones y escritos, si bien tienen un valor en el círculo académico, influyen muy poco en la sociedad. Desarrollamos interpretaciones, teorizaciones y escritos, la gran mayoría de las veces de sesgo diletante, que apuntan más a una confrontación de egos que a un verdadero aporte para entender la realidad en la que vivimos, que nos reclama con urgencia su comprensión.
Mientras las usinas intelectuales (think tanks) de la derecha neoliberal alimentan los relatos de los medios concentrados de comunicación, en el mundo de las universidades y la academia nos alimentamos a nosotros mismos con nuestros papers, tesis, ponencias y publicaciones. De esta forma nunca llegamos ni llegaremos a las capas de la población a la que sí llega la oligarquía. ¿Y cómo lo consigue la oligarquía? A través de la manipulación mediática, con falsas noticias (fake news), operaciones mediático-judiciales (lawfare) y relatos engañosos que apuntan más a lo emocional que a lo racional. Y llegan, y convencen, y generan consenso y voto en el marco de la democracia liberal. Mientras nosotros seguimos haciendo congresos y jornadas, retroalimentándonos entre nosotros mismos, en una especie de incesto intelectual. Pero el mundo que nos toca vivir no da para eso.
Por otro lado, vemos cómo el periodismo mercenario de los medios de comunicación concentrados ha logrado llegar con sus relatos manipuladores al tercio2 blando de la población, creando un consenso que legitima los valores e intereses de la oligarquía. Tenemos que disputarle este público a la oligarquía. Debemos llegar a él para ayudarlo a tomar conciencia de dónde está, de qué es lo que lo perjudica y de qué es lo que lo beneficia, ayudarlo a que se dé cuenta de que está siendo manipulado y de que con una información y formación diferentes de la que tiene puede evitarlo.
Este trabajo tiene como objetivo central ayudar a que los ciudadanos, sobre todo los que conforman el tercio blando, mejoren sus conocimientos y competencias para leer en forma crítica el fenómeno político. Por lo tanto, no tiene como destinatarios principales a los teóricos, filósofos, politólogos y a todas aquellas personas que poseen una formación crítica. No obstante, éstas podrían aprovecharlo incorporando su teoría y categorías de análisis y sirviéndose de su carácter pedagógico para la comunicación y enseñanza de cómo leer en forma crítica el fenómeno político.
Si el proyecto estratégico es construir poder popular a partir de la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, es necesario llegarle a la población con un lenguaje entendible y clarificador. Por supuesto que sin adoctrinar ni manipular, porque sería contradictorio con nuestros objetivos, ya que la finalidad de nuestra propuesta es formar ciudadanía realmente crítica y con conciencia política.
Esto es para la oposición brutal, absurda, grotesca y antipatriótica del bloque de poder de la oligarquía, que se llena la boca de democracia republicana y no menciona una sola palabra del lawfare de la Mesas Judiciales de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal; es más, defiende y encubre a los fiscales y jueces que la posibilitaron y siguen manteniendo sus efectos en la actualidad.
Las críticas a la democracia liberal que hacemos en nuestra propuesta no significan, en absoluto, que queramos tirarla por la borda, por el contrario, el marco formal de la democracia liberal es bueno y rescatable. Ahora bien, lo que ocurre es que sin la educación de la ciudadanía, que debemos entender como pensamiento crítico y formación política, ese marco formal no puede concretarse en una democracia real. Es sencillo de entender: si la democracia es el poder del pueblo, un pueblo manipulado carece de poder. Entonces, para hablar de verdadera democracia, la alfabetización política de la ciudadanía es una condición indispensable. Vale repetirlo, educación política es: pensamiento crítico y alfabetización política. Y vamos a mostrar cómo el sistema educativo, que nació en manos de los sectores dominantes y sigue en su poder, por supuesto, no formó ni forma ciudadanía políticamente educada. Por su parte, los medios de comunicación concentrados por la oligarquía, sería ilógico que lo hicieran, porque, por el contrario, su objetivo es manipular a la ciudadanía.
Como vemos, estamos en una situación compleja para nuestros países y sus pueblos. Por eso, criticamos a la democracia liberal, que así como está es más funcional a los intereses de la oligarquía que a los del pueblo. De la misma forma criticamos al sistema educativo, a la escuela, pero en forma constructiva, para mejorarlo. Criticamos a la educación del sistema para que realmente cumpla las funciones que tiene que cumplir, en cuanto dispositivo de un Estado que es del pueblo, que es formar a la ciudadanía, y hacerlo en los aspectos esenciales. Y hay un aspecto fundamental que, lógicamente en manos de los sectores dominantes, el sistema educativo nunca tomó en cuenta, que es la formación crítica y política de la ciudadanía, sin la cual no es posible una verdadera democracia. Nuestras críticas son constructivas, porque queremos un mejor sistema educativo y una mejor democracia. Por eso planteamos la transición de la democracia formal a la democracia real.
La democracia es el poder del pueblo, por eso la criticamos, pero no para cambiar de sistema, sino porque necesitamos más democracia. Los pueblos son quienes sustancian la democracia, pero cuando una parte significativa del amplio campo popular adolece de un débil pensamiento crítico y un bajo nivel de alfabetización política es muy difícil hablar de democracia. Y las cosas empeoran cuando advertimos que el sistema educativo no formó ni forma ciudadanía crítica y los medios de comunicación están concentrados en manos de la oligarquía con la finalidad de manipularla. Por eso, necesitamos dejar bien claro aquí que todas las críticas a la democracia liberal que realizamos en esta propuesta tienen como único y excluyente objetivo luchar por “más democracia”.
Valoramos y apoyamos la valiente y liberadora lucha encarada por los distintos colectivos de mujeres contra la histórica y arraigada cultura del paternalismo, por lo que entendemos y respetamos las valederas razones que fundamentan el uso del lenguaje inclusivo. No obstante, debemos dejar claro que nosotros, por cuestiones exclusivamente de estilo, no lo usaremos.
1 Por amplio campo popular entendemos el conjunto de personas, grupos, movimientos y organizaciones sociales, partidos políticos del espacio progresista, sindicatos y gremios, pequeñas y medianas empresas y comercios, así como trabajadores formales e informales, profesionales, docentes, artistas, intelectuales, esto es, toda una heterogénea gama de personas, movimientos e instituciones en diferentes situaciones socioculturales, que por su extracción social comparten el destino de los sectores subalternos, justamente porque no están enroladas en los sectores dominantes, ni colaboran o se subordinan a ellos, esto es, no pertenecen ni son funcionales a la oligarquía. De una forma simplificada, aunque bastante certera, el campo popular se compone de todos aquellos que no vivimos de rentas, ni de la especulación financiera, ni somos dueños ni directivos de grandes empresas. En una palabra, que vivimos exclusivamente de nuestro trabajo. Siguiendo la división que establece Paulo Freire, entre “antagónicos” y “diferentes”, el campo popular, para nosotros, son los “diferentes”, mientras que la oligarquía expresa a los antagónicos, los que “prohíben ser” a la mayoría. Los diferentes somos, entonces, todo ese conjunto heterogéneo de personas, movimientos sociales, organizaciones e instituciones que no pertenecemos ni somos funcionales a los sectores dominantes en las sociedades y, por lo tanto, no le prohibimos ser a nadie. A esto nos referimos con “amplio campo popular”.
2 La experiencia partidista de la Argentina refuerza la teoría de los tres tercios. El consenso y el voto de la ciudadanía estaría dividido entre tres tercios: 1) un tercio duro de derecha, compuesto por quienes conforman los grupos que constituyen la oligarquía y de quienes apoyan sus intereses y valores; 2) un tercio progresista, con un gran componente del peronismo histórico, que siempre les da consenso y vota a quienes sienten que van a representar los valores e intereses populares; 3) un tercio blando, por lo tanto, de consenso y voto volátil. Justamente, este último conjunto ciudadano que pertenece al amplio campo popular y adolece de un bajo nivel de alfabetización política y que, por lo tanto, resulta manipulable, es el objetivo apetecido por el bloque de poder de la oligarquía. Este tercio es el que viene decidiendo quiénes administran el Estado en el país.
Lo que más nos debe preocupar en la Argentina no es tanto la perversión, falta de escrúpulos, de dignidad y ausencia total de ética de la oligarquía y sus sicarios mediáticos, sino la pasividad y silencio de una parte importante de la ciudadanía. Sería ingenuo pretender que la oligarquía cambie su conducta, pero no lo es en absoluto luchar para que la ciudadanía cambie la suya.
La razón de ser de este trabajo es abordar un tema desaparecido del imaginario colectivo, del sistema educativo y, más aún, de los medios de comunicación que, salvo las excepciones que conocemos, lejos de informar y formar a la ciudadanía, la desinforman y manipulan. El tema es la alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular. El sistema educativo nació y fue históricamente formateado por la oligarquía, y sigue permaneciendo en su matriz, blindado frente a las transformaciones sustanciales que pudieran venir, y nunca llegan, de los gobiernos de sesgo nacional y popular. La escuela que es pública, carácter que promovemos y defendemos con el mayor compromiso, sin embargo, no es popular, y debería serlo. Es por eso por lo que no forma verdadera ciudadanía, un enorme y preocupante déficit de nuestra sociedad.
Ayudar a que la ciudadanía que conforma el amplio campo popular eleve su nivel de alfabetización política es la principal finalidad de este trabajo. Nuestro mayor deseo al realizarlo es ayudar a que dicha ciudadanía logre tomar conciencia de la importancia, para la transformación de la nación y de la vida del pueblo, así como de la integración soberana de los países de nuestra región, de estas tres realidades:
1) Que la principal responsable del estancamiento de la Argentina, con todos sus flagelos como el aumento de la pobreza, del hambre, de la desocupación, del trabajo informal, de la inseguridad, de la caída de los salarios, de la postración económica, etc., es la oligarquía.
2) Que el bajo nivel de alfabetización política de una parte importante de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular es su mejor aliado.
3) Que el empoderamiento popular, que comienza cuando cada ciudadano y ciudadana asumimos la responsabilidad de convertirnos en sujetos políticos, es la principal esperanza para derrotar el perverso dominio de una oligarquía que ha impedido y sigue impidiendo nuestra soberanía política, autodeterminación económica y calidad de vida del pueblo.
A través de la experiencia de muchos años de frustraciones es posible comprobar que los grandes problemas de nuestro país, lamentablemente ya crónicos, la pobreza estructural y en aumento, el estancamiento económico, industrial y productivo, la pérdida de la soberanía alimentaria por la acción de los agronegocios de las multinacionales, la inflación endémica, el endeudamiento externo fraudulento, la especulación financiera, la fuga de capitales, la caída del empleo formal y el crecimiento del informal, con todos los males para el país y el pueblo que acarrean, se deben al accionar estratégico de la oligarquía3. No somos expertos en cada uno de estos temas, pero sí tenemos capacidad para analizarlos desde una perspectiva holística e integradora.
Las estrategias de la oligarquía para lograr imponer su dominio, sin duda, están integradas4. Veamos. Podemos decir, en general que estas estrategias, contrarias al espíritu de la democracia, se basan en acciones monopólicas, presiones, extorsiones y la manipulación de la ciudadanía. Tenemos un buen ejemplo de estas estrategias en el gobierno de Cambiemos5, a partir de las siguientes acciones que están vinculadas a los intereses de la geopolítica de Washington en la región:
• La cooptación de una parte importante del poder judicial, mediante las inocultables Mesas judiciales. Por un lado, de una manera cínica e hipócrita, Cambiemos se embanderó, y lo sigue haciendo ahora en la oposición como Juntos por el Cambio, en la defensa a ultranza del “republicanismo” y, por el otro, se sirvió, y se sigue sirviendo, de la independencia de los poderes para usar, violándola, a una parte del sistema judicial (fiscales y jueces adictos), que abarca, incluso, a la Corte Suprema de Justicia, para boicotear e impedir gobernar al Frente de Todos. Lo terrible de todo esto es que utilizan esta independencia a favor de sus intereses, montándose en el sistema judicial, generando una serie de jueces y fiscales subordinados, muy difíciles de remover por las características vitalicias del sistema y que, a pesar de haber cesado el gobierno de Cambiemos, siguen actuando a favor de los intereses de la oligarquía. La Mesa judicial del macrismo es lawfare (guerra judicial)6 en su más pura expresión. Está compuesta de fiscales y jueces subordinados al bloque de poder de la oligarquía, habiendo realizado una verdadera cacería de políticos y funcionarios del gobierno de Cristina Fernández, quien fue, y lo sigue siendo, el principal objetivo para atacar, mediante causas inventadas, acusaciones, enjuiciamientos y encarcelamientos, con testigos falsos y un uso espurio de la ley del arrepentido que, poco a poco, se fueron y van cayendo7. El gobierno actual es de sesgo nacional y popular, no obstante, esta malversación del sistema judicial sigue viva aún.
• Los medios de comunicación concentrados son el otro poder fáctico importantísimo en las estrategias de dominación del bloque de poder de la oligarquía. Las investigaciones actuales descubrieron, y lo siguen haciendo, contactos entre los jueces y fiscales de la Mesa judicial del macrismo y los medios de comunicación concentrados, con la troika Clarín, La Nación e Infobae a la cabeza y toda su repetidora sincronizada de sicarios mediáticos. Estos poderosos medios que monopolizan la información tienen la capacidad de crear una opinión pública manipulada, legitimadora de los valores e intereses de la oligarquía. Cualquier acción o decisión del gobierno nacional y popular que vulnere los intereses del bloque de poder obtiene ipso facto una poderosa respuesta mediática desestabilizadora.
• Otra acción estratégica de la oligarquía es el formateo del Estado mediante eliminación, creación y cambio de normas, regulaciones, DNU, leyes y organismos, a partir del criterio de beneficiar los intereses privados de empresas y corporaciones. Por ejemplo, eliminación o bloqueo de leyes y regulaciones de los monopolios y carteles de empresas y corporaciones que fijan los precios de los alimentos, problema que hoy tiene una enorme influencia en la inflación. Se trata de la defensa de los intereses del sector privado, que van generando las condiciones para la monopolización y cartelización de las empresas y corporaciones multinacionales, dando lugar, por ejemplo, hoy, a un manejo de los precios de los alimentos que genera la peor de las inflaciones, porque perjudica a los sectores más vulnerables en el marco de una pandemia que ha hecho y está haciendo estragos8. Esta estrategia de fijación de precios respecto de la que el gobierno dispone de escasas herramientas para combatirla tiene un doble objetivo: 1) permite que las empresas y corporaciones multinacionales generen enormes ganancias, que se van del país, a costa del sufrimiento del pueblo; 2) promueven la erosión del gobierno nacional y popular, uno de los objetivos más preciados por el bloque de poder de la oligarquía, ya que la inflación es un factor de gran poder desestabilizador. Un político sabio solía decir que mientras los salarios suben por la escalera, los precios lo hacen por el ascensor. Y esta realidad, sin duda, genera ingobernabilidad.
Veamos un ejemplo de cómo trabajan las estrategias de dominación, con sus factores de poder articulados, lo que se convierte en un gran desafío para el sector político progresista. El caso Vicentín es un buen ejemplo. Se trata de una empresa agrícola y de producción de alimentos que estafó al Estado y a sus accionistas a través de créditos fraudulentos. El gobierno del Frente de Todos intentó estatizarlo e inmediatamente estallaron los medios con sus relatos manipuladores de que era un avance sobre la propiedad privada. Los medios de comunicación concentrados agitaron a su opinión pública manipulada y salieron a las calles movilizaciones con banderas argentinas defiendo la Constitución y la propiedad privada. Consecuencias. El gobierno dio marcha atrás. Fijémonos qué bueno hubiera sido que esta importante empresa agrícola y productora de alimentos se estatizara, porque podría servir como testigo para fijar los precios de los alimentos. Los medios de comunicación concentrados lo impidieron. Qué lamentable es ver a sujetos del amplio campo popular, con la consigna “Todos somos Vicentín”, defendiendo a sus verdugos, a los que estafaron a un Estado que es suyo, del pueblo.
Esto nos señala que las estrategias políticas de los gobiernos nacionales y populares para luchar contra el poder real también deben ser integrales, esto es, responder a un análisis holístico del problema. A las estrategias de dominio integradas del bloque de poder oligárquico, los gobiernos nacionales y populares, apoyados por el pueblo, les deben oponer estrategias políticas también integradas, es decir que asuman la necesidad de vincular las distintas problemáticas en juego en una unidad de concepción político-estratégica.
Todas estas estrategias del bloque de poder oligárquico, que eluden la democracia con todo tipo de argucias, tienen una explicación, la oligarquía está movida por su ADN dominador constituido por sus ansias ilimitadas de poder, por lo tanto, no esperemos de ella acciones solidarias o con espíritu comunitario, porque no están en su naturaleza. Por eso, la oligarquía, el bloque de poder oligárquico como nos gusta definirla a nosotros, no tolera a aquellos gobiernos que representan los intereses y valores populares. De ahí que esté abocado todo el tiempo a conquistar el poder de administrar el Estado y, cuando lo pierde, a boicotear a los gobiernos de sesgo nacional y popular y que, por lo tanto, con sus más y sus menos, representan los intereses y valores del pueblo. Esto es lo que ocurrió en nuestra historia política y lo que está ocurriendo hoy, aunque esta vez con una desfachatez, perversión y virulencia pocas veces vistas.
Hacen y harían cualquier cosa, las más deleznables que podamos imaginar, para conquistar el poder perdido y para seguir saqueando y formateando el Estado a la medida de su ambición e intereses. Y créannos que no exageramos en nada cuando decimos esto. Boicotear las vacunas y el plan de vacunación diciendo que son veneno, sabotear las medidas restrictivas para luchar contra el avance de la pandemia haciéndole creer a la ciudadanía que les interesa la educación cuando se sabe, y quienes no lo saben, lo pueden averiguar consultando los datos objetivos respecto de la baja sistemática del presupuesto educativo de la ciudad de Buenos Aires, que lo que les importa es seguir las encuestas para tomar decisiones de política basura9, mientras aumentan los infectados, faltan las camas de terapia intensiva y aumenta el número de muertos. Esto es lo que ha hecho y promueve el bloque de poder oligárquico. En los medios de comunicación concentrados, uno de los principales arietes de poder de dicho bloque, sobran los ejemplos para fundamentar estos objetivos. Ahí lo tenemos al mercenario Alfredo Leuco gritando que ya tenemos al primer exiliado de la democracia, refiriéndose al fugado y principal operador de la Mesa judicial de Mauricio Macri, Pepín Rodríguez Simón, con la que se persiguió, enjuició y encarceló a empresarios y políticos que le molestaban al entonces presidente, en su afán mafioso y saqueador de apoderarse de todo.
Cuando nos enteramos por ejemplo, de cómo la oligarquía fue formateando el sistema de producción de alimentos, cómo fueron avanzando los latifundios, cómo avanzó la sojización de la agricultura, cómo se fueron imponiendo los agroquímicos, cómo fue avanzando el monopolio agroexportador en detrimento de los pequeños y medianos agricultores y la mesa de los argentinos, es imposible no tomar conciencia de la responsabilidad de la oligarquía en el estancamiento y quiebra del desarrollo del país y el bienestar de su población.
Queda claro que transformar ese sistema productivo, que le llevó décadas a la oligarquía para adecuarlo a sus intereses, también su transformación les debería llevar décadas a los gobiernos de sesgo nacional y popular. Reflexionar sobre este punto nos produce escalofríos, ya que para que eso suceda deberíamos lograr la continuidad de los gobiernos de sesgo nacional y popular, quebrando los ciclos nefastos de gobiernos nacionales y populares y representativos de la oligarquía, para lo cual es imprescindible contar con un pueblo empoderado. Ahora bien, esto hoy no está asegurado, porque el poder del gobierno está recortado por el de la oligarquía y el pueblo, como vamos a mostrar, está lejos de su empoderamiento. Es incierta la posibilidad de que la oligarquía no vuelva a lograr la administración del Estado. Sabemos muy bien, la historia lo confirma, que, cuando acceden al manejo y control del Estado los gobiernos que representan los valores e intereses de la oligarquía, dejan tierra arrasada a su paso. Por eso, es urgente la tarea de comenzar a generar las condiciones para cortar los ciclos de alternancia perversa de los gobiernos10. El otro día escuchamos una editorial del periodista progresista Roberto Navarro (El Destapeweb), quien consideraba como algo natural que la derecha volviera en algún momento al poder de gobierno. Escucharlo nos dio pánico, porque ese no debería ser un supuesto del progresismo. Deberíamos partir de un supuesto muy distinto, como: “derecha y neoliberalismo nunca más”. Si seguimos en los ciclos de gobiernos populares y oligárquicos, no tenemos futuro.
A partir de lo desarrollado es posible extraer las siguientes conclusiones:
• Los gobiernos nacionales y populares sufren, por parte del bloque de poder oligárquico, un importante recorte de su poder, lo que pone en escena la necesidad de encarar decididamente la lucha por el poder real, en la cual el pueblo tiene un papel esencial.
• Si la oligarquía instala y mantiene su dominación mediante una estrategia integrada, también aparece como necesario que desde el campo del progresismo, comenzando por la lucha para el empoderamiento del pueblo en apoyo de los gobiernos de sesgo nacional y popular, encaremos desde una unidad de concepción estratégica la lucha por el abordaje de los principales problemas del país: la superación de los índices escandalosos de pobreza, la soberanía alimentaria, que requiere desmontar el sistema productivo de alimentos monopólico, la regulación de la acción de los agroexportadores y la sojización de la agricultura, controlar el desmadre de la inflación y la especulación económico-financiera, revisar la deuda externa inducida, promover la transformación del sistema educativo y la desconcentración de los medios de comunicación, etc.
• No podemos dilatar más la lucha decidida, desde el gobierno progresista, que debe contar con el apoyo decisivo de la ciudadanía, por la democratización de los medios de comunicación concentrados en manos de la oligarquía. Es imposible no ver que la concentración de los medios de comunicación tiene la capacidad de construir, y de hecho comprobamos que lo está haciendo, una opinión pública legitimadora de los valores e intereses de la oligarquía que, por supuesto, van en detrimento de los intereses y valores de la nación y el pueblo.
El empoderamiento del pueblo es una condición necesaria para enfrentar con posibilidades de éxito el dominio de la oligarquía, que tiene en la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, un primer paso ineludible. Veremos que dicho campo está dividido en tres tercios11. Un tercio duro de apoyo a las fuerzas de la oligarquía, otro tercio, también duro, pero de sesgo progresista y un tercio de opinión volátil, con un déficit claro de alfabetización política. Precisamente, este último es el objetivo de esta propuesta. La conquista de ese tercio es lo que le posibilita a las fuerzas conservadoras anti nacionales y anti populares conseguir la administración del Estado, estableciendo, así, los ciclos de alternancia perversa de los gobiernos que tienen postrada a la Argentina, porque impiden el desarrollo y la continuidad de las políticas de Estado, que se requieren para superar sus grandes problema estructurales. Sabemos, además, que esta tarea no va a ser nunca iniciada por los partidos políticos y los gobiernos, por más nacionales y populares que fueren, ya que el corsé de la democracia liberal no se lo permitiría. Por lo tanto, deberá iniciarse en el pueblo mismo. Es una tarea que late en el seno mismo de la sociedad civil y existe un papel decisivo, a nivel de las decisiones individuales, para cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que conformamos el amplio campo popular. Recordemos siempre que si todos somos cero, la suma de ceros siempre dará cero. También, debemos saber que si bien la batalla es cultural, no la ganaremos sólo peleando en ese plano, sino que la lucha también debemos librarla en el plano material, ya que el dominio cultural y de las ideas es el resultado del dominio material de la economía y la producción. No obstante, como no existen los comienzos absolutos, nuestra propuesta comienza en el campo socio-cultural, promoviendo el proceso de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el tercer tercio señalado.
Son varios los abordajes para comenzar a transformar la realidad que nos agobia, pero, aun con un espíritu holístico e integrador, debemos comenzar por alguno, el que proponemos nosotros en este trabajo es el camino de la elevación del nivel de alfabetización política (pensamiento crítico y conciencia política) de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular. Estimamos que no hay posibilidad de construir poder popular sin el compromiso político responsable de cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que conformamos el pueblo. Y este compromiso requiere asumir la tarea de elevar nuestro nivel de alfabetización política. Precisamente, promover la toma de conciencia y los conocimientos y competencias de la ciudadanía para lograrlo, es el principal objetivo de este trabajo.
Les vamos a mostrar ahora cómo hemos estructurado esta obra, que está pensada para promover y entregar herramientas a los ciudadanos y ciudadanas con el objetivo de mejorar sus conocimientos y competencias para leer en forma crítica el fenómeno político. Pero no nos quedamos en la lectura crítica del fenómeno político, sino que la finalidad ulterior y más relevante es que dicha comprensión motive y permita que la ciudadanía se comprometa políticamente en la lucha por el poder real.
La hemos dividido en tres grandes partes, teniendo todas como intención inicial generar pensamiento crítico y conciencia política en la ciudadanía que conforma el amplio campo popular:
I. Soberanía popular y alfabetización política.
II. Teoría de la contradicción principal como fundamento de la lucha política.
III. La praxis del ciudadano politizado.
En la primera parte abordamos tres cuestiones que consideramos necesarias para introducirnos en la problemática de la importancia crucial de la alfabetización política de la ciudadanía, un tema que, lamentablemente, no es hoy una demanda de la sociedad, pero que debería serlo.
En la primera afirmamos que, si el pueblo es el soberano, debe hacer valer su soberanía. Y la primera acción soberana de los ciudadanos y ciudadanas que conformamos el amplio campo popular es la asunción responsable y comprometida de elevar nuestro nivel de alfabetización política. Ahí comienza nuestra soberanía, porque de esa acción nace nuestro poder, el del pueblo y el del gobierno.
La segunda cuestión es la de la “otra educación”, que se sostiene y desarrolla desde un supuesto que consideramos clave:
“Si pretendemos otra sociedad, debemos luchar por otra educación”.
La educación del sistema no respondió ni responde a los valores e intereses del pueblo, sino a los de la oligarquía, por eso no formó ni forma ciudadanía verdaderamente crítica y con conciencia política. Pero es impensable una educación sustantivamente democrática en una sociedad donde el pueblo no tiene el poder, donde la democracia liberal está bajo el mandato de la oligarquía. Esto último nos habilita a pensar que si queremos otra educación deberemos luchar por otra sociedad.
Luego formulamos y respondemos a esta pregunta: ¿por qué nos debe interesar la alfabetización política de la ciudadanía? Una parte de la respuesta que brindamos es la siguiente:
“Algo debe andar mal para que los pueblos elijan a sus verdugos. No tenemos dudas de que uno de los factores que explican este problema es el bajo nivel de alfabetización política de una parte importante de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular”.
Seguimos con otra cuestión que no es menos importante, la naturalización de la ignorancia política, que para nosotros es una catástrofe. Si en el campo popular no hubiera sectores que padecen de ignorancia política, el bloque de poder oligárquico tendría enormes problemas para manipular, como lo hace, a la población. Sin el consenso y el voto de una parte importante de la población, la oligarquía, en el modelo de la democracia liberal, no podría acceder a la administración del Estado. Si lo logra es porque tiene herramientas y recursos para conseguir que una parte importante de la ciudadanía legitime sus valores e intereses. Los medios de comunicación concentrados en sus manos cumplen aquí un papel de primer orden.
Pasamos a la segunda parte: “La teoría de la contradicción principal como fundamento de la lucha política”.
Aquí comienza, para nosotros, lo esencial de nuestro aporte a la promoción de la alfabetización política de la ciudadanía.
A partir de la hipótesis de que la contradicción principal dominadores-dominados es la esencia de la dinámica política, lo que es posible comprobar en la historia y en el presente, elaboramos nuestra teoría de la contradicción principal como fundamento de la lucha política. Las teorías tienen su razón de ser en la necesidad de explicar las problemáticas que nos interpelan. Son muchas las preguntas con que nos desafía la realidad en la que vivimos y nos ayudaron a elaborar esta teoría como una forma de respuesta. Veamos una que consideramos relevante.
¿Por qué son tantas las personas que desprecian la política, que detestan a los políticos, que se golpean el pecho diciendo que son apolíticas, que si te invitan a un cumpleaños o a un asado te advierten que no hables de política porque se arruina todo?
En nuestra investigación comprobamos que la construcción del proyecto de sociedad y mundo de la oligarquía, que incluye un largo proceso de colonización biológico-subjetiva12 de la ciudadanía, ésta logró crear un sentido común ya naturalizado en la población, que posicionó a esta última, en forma excluyente, en el contexto de la disputa partidaria. La oligarquía logró que la ciudadanía se posicione en dicho contexto, creyendo, erróneamente, que la política se resuelve exclusivamente allí. Es obvio que esto estuvo y está facilitado, como vamos a ver, por las características de la democracia liberal y, por supuesto, por el poder de manipulación de los medios de comunicación concentrados. Vamos a mostrar con ejemplos y argumentaciones basadas en las experiencias de los fenómenos políticos que este posicionamiento ciudadano, buscado y promovido intencionalmente por la oligarquía, es uno de los obstáculos más importantes para lograr la elevación de su nivel de alfabetización política y, además, un factor de despolitización.
Para poner a la luz este error inducido por la oligarquía, partimos de la evidencia de la contradicción principal, dominadores-dominados, que es histórica y se va concretando de diferentes maneras a lo largo de la historia de Occidente. Amos-esclavos en la Antigüedad, señores-siervos en el feudalismo, propietarios-proletarios en el advenimiento del sistema de producción capitalista y hoy oligarquía-pueblo e imperialismo-patria. Distintos momentos y formas de concretarse la contradicción principal.
Ahora bien, la contradicción principal nos brinda una extraordinaria oportunidad para ayudar a que la ciudadanía supere la confusión que le genera la oligarquía al ocultarle el contexto de su dominación. Nos abre la posibilidad de plantear dos dimensiones de la política, las que denominamos, “trascendente o de la politización” e “inmanente o de la partidización”, que dan lugar a dos significados diferentes del concepto de política, el social y el partidario.
Los gobiernos progresistas en el marco de la disputa partidaria no son factores determinantes del cambio y la transformación de la realidad social, política y económica del país, sino intervinientes, importantes, pero intervinientes. ¿Por qué no son determinantes? Sencillamente, porque su poder es menor que el de la oligarquía. Y para transformar el país y la situación del pueblo, como vamos a ver, se necesita poder13. Lo determinante para lograr dicha transformación es el poder real, que se dirime en la correlación de fuerzas entre la oligarquía y el pueblo, entendiendo por “pueblo” a las fuerzas progresistas de la ciudadanía, que están conformadas por el amplio campo popular y los gobiernos de sesgo nacional y popular. Esa correlación de fuerzas hoy es asimétrica a favor de la oligarquía.
El poder real es el factor determinante. Y debemos entender dicho poder en el marco de la correlación de fuerzas entre la oligarquía y el pueblo. Una correlación de fuerzas que, hoy por hoy, favorece a la oligarquía y, por lo tanto, debe ser contrabalanceada por el poder popular. Recién cuando podamos modificar la asimetría en la correlación de fuerzas entre la oligarquía y el pueblo, podremos comenzar a hablar de verdaderas transformaciones del país y la situación del pueblo.
Justamente estas situaciones y contextos que estamos desarrollando son los que nos llevaron a plantear las dos dimensiones de la política. La dimensión trascendente o de la politización y la inmanente o de la partidización. De esta manera, estableciendo estas dos categorías, nosotros podemos ayudar al “ciudadano común”14 a entender el fenómeno político de una forma crítica.
Podremos, en el plano de la formación política, mostrarle a la ciudadanía los problemas que acarrea posicionarse en el contexto de la disputa partidaria, esto es, en la dimensión inmanente de la partidización, como lugar excluyente para el ejercicio de la política. Ayudarla, además, a desnaturalizar la idea de que sólo en el juego de la democracia liberal está la posibilidad de cambiar la realidad del país, la suya propia y la de la comunidad en la que vive.
El ciudadano común es prisionero de la democracia liberal a tal nivel que no puede concebir, para sí y sus conciudadanos, otro papel político que no sea el de dar consenso en las encuestas, elegir candidatos y votar cada dos años. Ahí comienza y termina su responsabilidad política. Cree con la fuerza de un dogma que los partidos y alianzas políticas pueden cambiar la realidad del país y su realidad, y aunque el poder de la oligarquía está presente cada minuto de su vida en todo lo que le ocurre, no lo ve y no se da cuenta de su carácter determinante. De cómo lo condiciona, de cómo determina al gobierno, de cómo también él es responsable de la situación del país y del pueblo. En su ingenuidad vive ilusionándose y desilusionándose con los partidos y alianzas políticas, maldiciendo a los políticos y la política, hundiéndose cada vez más en la apatía e ignorando que su despolitización es el gran negocio de la oligarquía. Al aceptar el rol que le adjudica la democracia liberal se autoexcluye de participar de forma comprometida en la verdadera lucha por la transformación de la realidad, que se da en el marco de la correlación de fuerzas entre la oligarquía y el pueblo. Es aquí cuando las dos dimensiones de la política lo pueden ayudar a entender cuál es el camino.
Las dos dimensiones nos van a permitir darnos cuenta de que existen dos significados diferentes del concepto de política, el partidario y el social, que no se distinguen, porque la ciudadanía ha naturalizado en forma exclusiva el significado partidario del concepto de política, y ha olvidado o no tiene en su registro el significado social. Justamente, el significado social es el que cobra sentido en la dimensión trascendente, que se define en el contexto de la contradicción principal oligarquía-pueblo.
¿Cuál es nuestra tarea, entonces? Esclarecer el abordaje crítico del fenómeno político por parte de la ciudadanía. El objetivo es que pueda abordar su formación crítica y política, de una manera clara y pedagógica, que es lo que nosotros intentamos realizar en este trabajo.
La dimensión trascendente es la dimensión de la politización, donde se da la lucha política por el poder real, que la oligarquía debe ocultarle a la ciudadanía con mucho esmero porque es la que desnuda su verdadera naturaleza, su eminente carácter dominador. La oligarquía no puede permitir que la ciudadanía perciba esa contradicción, porque la delataría como antidemocrática y autoritaria. Por eso, para lograr legitimarse frente a la ciudadanía debe aparecer como una opción democrática, lo que la democracia liberal le permite, disfrazándose de partido o alianza política. Porque el PRO, la Coalición Cívica y el radicalismo agorilado, como lo denomina el periodista Gustavo Sylvestre, el radicalismo de ultraderecha, no son partidos políticos, sino la oligarquía camuflada como partidos. Este disfraz le permite a la oligarquía lograr varios objetivos:
• Camuflarse como democrática, cuando es antidemocrática y autoritaria por naturaleza.
• Generar falsas opciones en el campo popular, falsas dicotomías, falsas antinomias que dividen a la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, porque la única antinomia verdadera es la de oligarquía-pueblo. Las dicotomías peronismo-antiperonismo, peronismo-radicalismo, socialismo-peronismo, kirchnerismo-macrismo, son falsas contradicciones y un absurdo en el campo popular, porque el pueblo tiene un único enemigo, que es la oligarquía. Es un verdadero despropósito que dos sujetos del campo popular, uno peronista y otro antiperonista, no acuerden y se peleen visceralmente cuando ambos tienen el mismo enemigo. Esto es lo que la oligarquía necesita, fragmentar y dividir.
• Despolitizar a la ciudadanía, que sólo conoce un significado del concepto de política, el partidario. ¿Cómo y por qué se despolitiza? El ciudadano, que cree que la solución de los problemas del país y los suyos pasan por la actuación de los partidos políticos y los gobiernos, se ilusiona y se crea falsas expectativas y, cuando llega el fracaso, sobreviene la frustración y su rechazo y odio a lo que él cree que es la política. Aquí nace su apatía, su falsa apoliticidad y descompromiso. Es así como queda abierto el camino para que la oligarquía siga manteniendo y ejerciendo su dominación.
Nos generamos falsas expectativas cuando pensamos que la solución, y esto se puede comprobar, está en manos de los partidos y de las alianzas políticas. Y esto no es así, Porque el poder de los partidos y los gobiernos es reducido, el verdadero poder lo tiene el bloque oligárquico, que no es sólo local, sino que está asociado y determinado por la geopolítica dominante, que en nuestra región es la de Washington.
El ciudadano común no percibe que quien tiene el poder es el bloque oligárquico y, por eso, cae en la trampa del partidismo que le tiende la oligarquía. Entiende la política sólo y exclusivamente desde su significado partidista, ignorando su significado social. Entonces, rechaza la política y a los políticos, los odia, los desprecia, abomina a la política porque la entiende sólo como una lucha de partidos políticos y políticos y, lo que es peor, no participa ni se compromete. Lo único que hace es criticar y maldecir a los políticos, a la política y a los gobiernos, dar consenso a un partido o alianza e ir a votar. Cumple con la proscripción liberal de no deliberar ni gobernar, sino delegar su poder soberano. Ignora que sin luchar con el poder real, que es lo que mostramos en la dimensión trascendente, no es posible cambiar el designio de las sociedades y de los países. Cuando creemos que la solución está en los partidos políticos, se generan falsas expectativas, falsas ilusiones, y luego tremendos desencantos. ¿A quién se le va a atribuir la responsabilidad de los fracasos? Por supuesto, a los partidos políticos, a los políticos y a los gobiernos. ¿Y qué es lo que va a ocurrir con una ciudadanía que sólo conoce un significado del concepto de política, el partidario, y desconoce el significado social, que encuentra su sentido en la dimensión trascendente de la política, esto es, en la lucha por el poder real? Se va a despolitizar, va a aborrecer la política, va a confundir todo y va a decir cosas como éstas, que oímos todos los días: “no hablemos de política que es para pelearnos”, “todos son iguales”, “la política es una basura, todos quieren el queso”, “te invito a mi cumpleaños, pero por favor no hables de política”, “los políticos son todos unos ladrones”, etc.
Claro, nos peleamos porque reconocemos un solo significado, el partidario, pero si nos posicionamos y paramos en la dimensión trascendente, no nos vamos a pelear, porque vamos a tomar conciencia de que tenemos el mismo enemigo. De que nos han engañado, de que nos han fragmentado, de que nos han dividido y de que la unidad del campo popular es clave para derrotar a la oligarquía.
Después de fundamentar la importancia de la teoría, señalamos que de la contradicción principal se deduce todo, ¿qué se deduce?
- Lo primero, que la contradicción es una evidencia irrefutable, no es una interpretación entre otras, sino un hecho objetivo y, por lo tanto, innegable.
- Que la contradicción oligarquía-pueblo nos exige una opción, que es ético-política.
- Que a partir de dicha opción se define nuestra identidad ideológica, nos politizamos y comprendemos que es imposible ser apolíticos, aunque lo declaremos golpeándonos el pecho.
- Que la oligarquía no puede declarar su opción porque la delataría y, por lo tanto, debe ocultarle la contradicción principal a la ciudadanía.
- Que de la contradicción principal se deducen dos dimensiones de la política, la que denominamos trascendente o de la politización y la que denominamos inmanente o de la partidización.
- Que la dimensión de la politización es el contexto de la lucha por el poder real, justamente el que la oligarquía le debe ocultar a la ciudadanía.
- Que la dimensión de la partidización es la que le sirve a la oligarquía, porque en ella se camufla como partido político y se disfraza de democrática, cuando sabemos que es antidemocrática y autoritaria desde su ADN.
- Que en la dimensión de la politización encuentra sentido y se funda la partidización.
- Que en la dimensión de la politización se define el significado social del concepto de política.
- Que en la dimensión de la partidización se define el significado partidario del concepto de política.
- Que para que las decisiones políticas de los ciudadanos y ciudadanas sean realmente estratégicas deben basarse en una ética de la responsabilidad.
- Que la oligarquía posee un ADN dominador, constituido de ansias ilimitadas de poder, que la llevan a ejercer diferentes tipos de dominación sobre los pueblos.
En la reflexión sobre estas categorías de análisis, continuada y contrastada con la realidad y la experiencia, se irá forjando nuestra alfabetización política.
Finalizamos el despliegue de la teoría con un glosario de sus categorías de análisis, necesarias para encarar la lectura crítica del fenómeno político.
En la tercera parte, que hemos denominado “La praxis del ciudadano politizado”, nos posicionamos en el paso de la teoría a la práctica, porque la teoría debe crearse para ser aplicada, y así la pensamos y elaboramos aquí, para ser puesta en juego en las dos dimensiones de la política, la trascendente y la inmanente.
En primer lugar vemos el papel de la ciudadanía en la lucha política por el poder real, ya que la política se dirime, esencialmente, en dicho escenario y no en la disputa partidaria. El lema aquí, que es el título del capítulo, es: “Priorizar la lucha política por sobre la disputa partidaria”.
Si bien la política no se juega en la disputa partidaria por el poder de administrar el Estado, como vimos, sino en la lucha por el poder real, en el marco de la democracia liberal, a los ciudadanos y ciudadanas nos enseñaron que nuestro rol como tales se reduce a dar consenso, elegir y votar a un partido o alianza política. Y la oligarquía lo hizo de tal forma, con todo su poder cultural de imponerlo, que lo terminamos “naturalizando”. Esta fue una de sus acciones culturales para la dominación más exitosa. Tal es así que la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas creen, con toda naturalidad, que la política cobra significado en la disputa de los partidos y alianzas políticas por llegar al gobierno formal de la sociedad. De ahí que sólo registren un significado del concepto de política, el partidario y no tengan la menor idea de que existe otro significado, el significado social15 del concepto de política que, por supuesto, fue y sigue siendo ocultado por los sectores dominantes. Ignorar la existencia del significado social del concepto de política es, sin duda, el resultado de una manipulación subjetiva que induce a gran cantidad de ciudadanos y ciudadanas del amplio campo popular a una innumerable cantidad de errores que obstaculizan su alfabetización política. Uno de ellos, muy extendido y dañino, es el de creer que pueden ser apolíticos. Como veremos, aunque lo declare golpeándose el pecho, nadie es apolítico. La declaración de apoliticidad de tantas personas es la mejor prueba del accionar manipulador de la oligarquía que genera la “despolitización” de la ciudadanía.
En el contexto del poder real, como veremos, la contradicción dominadores-dominados se concretiza en dos contradicciones principales: 1) imperialismo-patria; 2) oligarquía-pueblo que, obviamente, están vinculadas por la subordinación de las oligarquías locales de los países de la región a la geopolítica de Washington.
Respecto de la lucha política ciudadana en el marco de la contradicción imperialismo-patria, estamos acostumbrados, y los medios hegemónicos promueven en nosotros ese hábito, a analizar la política sólo a nivel nacional. El factor geopolítico no aparece, y si lo hace, es de forma muy lateral y sin otorgársele la relevancia que realmente tiene. Sin embargo, el factor geopolítico es extraordinariamente importante. Recordemos que la Argentina y la región de América Latina están en la órbita de la geopolítica norteamericana. Nadie puede desconocer la historia siniestra de injerencias e intervenciones de los Estados Unidos en América Latina y el Caribe, sólo basta ir a Google y poner: “Intervenciones de los Estados Unidos en América Latina y el Caribe”. Allí les aparecerá una interminable lista compuesta de invasiones, golpes de Estado, desestabilizaciones e injerencias de todo tipo en los países de la región.
No debemos olvidar, en nuestros análisis y decisiones políticas como ciudadanos y ciudadanas, que entre los poderes fácticos que conforman el bloque de poder oligárquico está la embajada de los Estados Unidos en nuestro país.
En el capítulo de la lucha política ciudadana en el marco de la contradicción oligarquía-pueblo desarrollamos los principales conocimientos, saberes y competencias que deberíamos poseer los ciudadanos y ciudadanas que conformamos el amplio campo popular, para asumir, en forma responsable, nuestro compromiso en la lucha política por el poder real. En principio, porque la dimensión de la partidización es el espacio manipulado por los medios concentrados de la oligarquía. En dicha dimensión las contradicciones, que son partidarias, fomentan la fragmentación del campo popular y allí la oligarquía se camufla como partido o alianza política disfrazándose de democrática. Por eso, el contexto adecuado para la alfabetización de la ciudadanía es la dimensión trascendente de la politización, Tenemos claro que su principal aprendizaje se da en dicha dimensión y no en la dimensión inmanente, aunque para desempeñarse en este último campo deba poner en juego todos sus conocimientos y saberes.
No obstante, la dimensión inmanente de la política es insoslayable para los ciudadanos y ciudadanas, por lo que es indispensable abordarla, lo que desarrollamos en el capítulo: “Cómo participar de forma estratégica en la disputa partidaria”.
El ciudadano que conforma el amplio campo popular, con la conciencia, conocimientos, competencias y saberes adquiridos en el contexto de la lucha política por el poder real, está en condiciones de lograr, en el contexto de la disputa partidaria por la administración del Estado, un buen desempeño en línea con el objetivo de promover la unidad y organización del campo popular en su lucha contra la oligarquía. Tendrá recursos para:
• No caer en la trampa de las falsas grietas partidarias, porque sabrá que el verdadero enemigo, la oligarquía, es común a todos los que conformamos el amplio campo popular y que la única y verdadera brecha existente es la de oligarquía-pueblo.
• Diferenciar a los partidos y alianzas del establishment, que representan los valores e intereses de la oligarquía, de los que representan los valores e intereses del pueblo.
• No caer en las redes de los relatos manipuladores de los medios de comunicación concentrados y las falsas noticias (fake news) de las redes sociales digitales corporativas.
• Fortalecer con su consenso y voto la unidad y organización del campo popular.
Si tomamos nuestras decisiones partidarias en lo que hace a la elección, adhesión o militancia en partidos y alianzas políticas teniendo siempre como fundamento nuestra politización en el marco de la dimensión trascendente, esto es, en el contexto de la contradicción principal oligarquía-pueblo, entonces, reafirmaremos nuestra militancia política por sobre la partidaria16, con lo cual estaremos en línea con la construcción de poder popular, que es fundamental en la lucha contra la oligarquía.
Finalizamos la propuesta con un apéndice: “La batalla contra la manipulación comunicacional de la oligarquía”. La batalla contra la dominación biológico-subjetiva17 de la oligarquía es aquí un tema fundamental, precisamente porque a dicha dominación la hace posible el bajo nivel de pensamiento crítico y conciencia política de una parte importante de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular.
La opinión pública dominante, creada por la oligarquía a través de su control de los medios de comunicación, las grandes plataformas digitales (Google, Microsoft, Amazon, Apple, Facebook) y las redes sociales, es un arma letal contra los anhelos y expectativas de transformación social de los pueblos. Esta opinión pública, que es construida por los medios monopólicos a través de la acción de todo un conjunto de operadores comunicacionales, que por supuesto no son periodistas pero ofician de tales al servicio de los intereses de los sectores dominantes, es una seria amenaza para las aspiraciones a una verdadera democracia.
Como ciudadanos politizados nos produce una enorme indignación y rabia vivir en una sociedad cuyo espacio mediático, casi en su totalidad, que es fundamental para que la ciudadanía esté bien informada y pueda empoderarse, es asaltado diariamente por toda una caterva de manipuladores profesionales, desinformando, mintiendo, difamando, operando contra el gobierno popular y sus figuras. Y nos decimos todo el tiempo: “es necesario hacer algo, es imperioso que pueblo y gobierno tomen cartas en este asunto”. La manipulación y envenenamiento sistemático y continuo de la población tiene graves consecuencias. Y una de ellas, muy temible, es que la derecha saqueadora y anti patria vuelva a conseguir el poder de administrar el Estado18.
Recordemos que el problema de fondo no es la dominación perversa de la oligarquía, cuya conducta no podemos cambiar, sino el silencio y pasividad del pueblo, que sí podemos cambiar.
Esta situación nos alerta sobre la importancia de dirigir nuestra mirada a la problemática de la necesidad de la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, el principal objetivo de este trabajo.
En lo que sigue tomaremos conciencia de que nuestra soberanía como ciudadanos y ciudadanas comienza con nuestro compromiso político.
3 Ver: “Ciclos de alternancia perversa de los gobiernos”
4 Ver: “Bloque de poder oligárquico”
5 El gobierno de Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio, representó y representa los valores e intereses de la oligarquía, porque es promovido, sostenido e impulsado por ella. En realidad, la alianza Juntos por el Cambio es la oligarquía camuflada de democrática en el marco de la democracia liberal que lo facilita.
6 Ver: “Guerra judicial (lawfare)”
7 Sucedió y sucede lo mismo con Lula en el Brasil, Evo en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Las oligarquías no soportan a los líderes nacionales y populares.
8 El poder de la oligarquía local asociada a la geopolítica de las multinacionales impulsada por Washington es enorme. Por ejemplo, la producción de alimentos en la Argentina fue orientada por dicho poder hacia la maximización del agronegocio. Son sus características: la concentración de la tierra, el desmonte, el monocultivo, las semillas transgénicas y la utilización masiva de agrotóxicos. Las consecuencias negativas de este modelo para el desarrollo del país y el bienestar del pueblo son incalculables, ya que tienen un impacto directo en el costo de los alimentos, su calidad, así como en la salud de la población y en el medioambiente. En un país que puede producir alimentos para cuatrocientos millones de personas, carecemos de soberanía para su producción y distribución. Por su parte, los monopolios, oligopolios y carteles de las multinacionales de alimentos son un factor inmanejable en el incremento de la inflación que, como sabemos, castiga a los sectores más vulnerables de la sociedad y es un fuerte factor de desestabilización política.
9 Ver: “Política basura”
10 Ver: “Ciclos de alternancia perversa de los gobiernos”
11 Ver: “Teoría de los tres tercios”
12 Ver: “Colonización biológico-subjetiva”
13 Escuchamos todo el tiempo, de funcionarios y políticos, interesantes y valiosas propuestas, pero sólo basadas en un desiderátum transformador, esto es, sin un “proyecto de poder” que permita hacer viable su concreción. Recordemos que la política se rige por una lógica de la posibilidad, y si la correlación de fuerzas entre las oligarquías y los gobiernos y pueblos es asimétrica a favor de la primera, los buenos deseos no alcanzarán, no serán más que una promesa vacía. Ver: “Proyecto de poder”
14 “Ciudadano común no es en absoluto un término peyorativo, sino que enuncia a los ciudadanos y ciudadanas que no tienen cargos políticos, no son funcionarios, ni participan en algún tipo de gestión partidaria, institucional o sindical. Los ciudadanos comunes pueden ser académicos, filósofos, intelectuales, escritores, empleados de comercio, abogados, docentes, electricistas, almaceneros, obreros de fábrica, porteros de edificios, etc. Por eso, no importa su nivel de instrucción oficial, porque respecto del juego de la política, todos somos ciudadanos comunes. En este sentido, puede tener más inteligencia política un obrero textil que un doctor en Filosofía. Ver: “Inteligencia política”
15 Ver: “Significados social y partidario del concepto de política”
16 Ver: “Militancia política y militancia partidaria”
17 Ver: “Colonización biológico-subjetiva”
18 Ver: “Ciclos de alternancia perversa de los gobiernos”
