La boca no se equivoca - Eider Unamuno - E-Book

La boca no se equivoca E-Book

Eider Unamuno

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Beschreibung

¿SABÍAS QUE EL ESTADO DE TU BOCA ES UN REFLEJO DE LA SALUD DE TU CUERPO? Gracias a los últimos avances de la medicina, hoy en día un buen dentista puede ir mucho más allá de cuidar de tus dientes y encías. Eider Unamuno, la Dentista Inconformista, te explica cómo se pueden detectar en la boca signos de deficiencias nutricionales, y cómo algunas enfermedades sistémicas —las que afectan al cuerpo entero— podrían ponerse de manifiesto debido a lesiones orales. Verás que descuidar la salud oral puede pasarte factura, pues sus bacterias pueden viajar y llegar a infectar otros tejidos. Aprenderás asimismo aspectos fundamentales de la respiración y del funcionamiento en cadena de músculos y fascias que implican la boca y que son esenciales para tu calidad de vida. Porque en el cuerpo humano todo está relacionad. Una visión amplia de la salud bucal y de sus implicaciones en la salud de todo el cuerpo. Un libro lleno de información sorprendente de manos de una dentista que va más allá de su especialidad. Libro de salud riguroso y al mismo tiempo ocurrente y divertido. El primer libro divulgativo sobre este tema.

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Eider Unamuno

Prólogo de la dra. Sari Arponen

LA BOCA NO SE EQUIVOCA

DESCUBRE LA RELACIÓN ENTRE LA SALUD BUCAL Y TU BIENESTAR

© del texto: Eider Unamuno, 2024.

© del prólogo: Sari Arponen, 2024.

Ilustraciones de interior: Alba Medinyà.

Diseño de la cubierta: Rocío Hidalgo.

Imagen de la cubierta: Shutterstock.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S.L.U., 2024.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: febrero de 2024.

ref: obdo298

isbn: 978-84-9118-312-9

aura digit • composición digital

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Todos los derechos reservados.

A mis padres y hermanos, por estar siempre.

A Aitor, por elegir estar siempre.

A mis hijos, por ser mi para siempre.

La ciencia avanza de funeral en funeral.

max planck

CONTENIDO

Prólogo de Sari Arponen

Introducción

CAPÍTULO 1. DIENTES Y MUCHO MÁS

CAPÍTULO 2. MICROBIOTA ORAL Y SISTEMA DIGESTIVO

Las funciones de la microbiota

La importancia del ácido

Enfermedades producidas por bacterias

¿Cómo se organizan las bacterias dentro de la boca?

Un líquido maravilloso: la saliva

¿Qué son las enfermedades periodontales?

Hábitos saludables

Bacterias viajeras

CAPÍTULO 3. SI NO COMES POR LA NARIZ, ¿POR QUÉ RESPIRAS POR LA BOCA?

La respiración: instrucciones y tecnicismos

Las bacterias de la boca y las enfermedades respiratorias

Bocas sanas toda la vida

Respirar por la boca

El desarrollo de la boca del bebé

¿Respirar mal condiciona mi postura?

No es que seas despistado, ¡es que no respiras bien!

CAPÍTULO 4. DOLOR Y MOVIMIENTO

La fascia y las cadenas musculares

CAPÍTULO 5. SISTEMA INMUNE Y ENDOCRINO

Tiroides

Diabetes

Enfermedades autoinmunes

CAPÍTULO 6. CORAZÓN, CORAZÓN

Bacterias en el corazón

De la boca al cerebro

Menopausia

CAPÍTULO 7. SISTEMA NERVIOSO Y DETERIORO COGNITIVO

Un problema común

El deterioro cognitivo

CAPÍTULO 8. PASEMOS A LA ACCIÓN

Embarazo

Lactancia

Primeros dientes y alimentación complementaria

La primera visita al dentista

Crecimiento

Adolescencia

Edad adulta

EPÍLOGO. ¿ES LA EVIDENCIA LA MADRE DE LA CIENCIA?

Estudios amañados

Notas

Bibliografía

Navegación estructural

Cubierta

Portada

Créditos

Dedicatoria

Epígrafe

Índice

Comenzar a leer

Notas

BGibliografía

PRÓLOGO

Soy una mujer con suerte. Y ahora tú también.

Porque es una suerte buenísima conocer a Eider Unamuno y tener ahora su libro en nuestras manos.

Eider se autodenomina como «la dentista inconformista». Doy fe de que lo es. Porque va mucho más allá de los dientes y de la boca de sus pacientes. No se conforma con lo establecido y lo estándar. Además, no solo no deja de estudiar, sino que forma a otros profesionales en todo lo que ella sabe. Gracias a que es una inconformista inquieta y curiosa empedernida, ahora escribe este libro para contarte cómo lo que sucede en tu boca y a su alrededor tiene una importancia clave para la salud de todo tu cuerpo (además de para la propia boca, claro).

Habrás oído aquello de que «todas las enfermedades empiezan en el intestino». Muchísima gente se preocupa por cuidar lo que come, toman probióticos, se fijan en sus deposiciones… ¡Esto es maravilloso! Y lo será mucho más si empezamos ese cuidado en la boca, que es donde empieza el intestino. ¿Un SIBO que no se soluciona? Tal vez sea por los bichitos de tu boca. ¿Problemas de estómago o con las digestiones? Tendrás que observarte «lo de abajo» (las cacas), pero no olvides «lo de arriba del to’» (la boca).

Los problemas de salud oral muchas veces no dan la cara hasta que es demasiado tarde. La caries, la gingivitis y la periodontitis son enfermedades que afectan a millones de personas. De una manera silenciosa y, a largo plazo, asesina.

En una encuesta reciente, se comprobó que la mitad de la población adulta europea (y española, por lo tanto) ni siquiera sabe lo que es la periodontitis. ¡Es un escándalo!, porque sus implicaciones para la salud poblacional e individual son nefastas. La enfermedad periodontal se relaciona con los mencionados problemas digestivos, pero también con enfermedades cardiovasculares (primera causa de muerte), enfermedades autoinmunes, problemas respiratorios, trastornos a nivel cerebral… y paro para no agobiar a nadie.

Todo esto te lo cuenta Eider, no para asustarte, sino para darte una información valiosa que debería saber todo el mundo. Porque ¿a quién le miran la boca o le preguntan por su estado de salud oral cuando tiene alguna enfermedad en el resto del cuerpo? Este libro debe existir para aumentar la concienciación sobre este tema tan crucial.

Por deformación profesional, te he comentado primero lo que más me fascina, la microbiota, pero hay otros temas fundamentales que encontrarás en estas páginas.

Eider te va a contar por qué es importantísimo para tu salud respirar bien. ¿Te estoy diciendo que no sabes respirar? Quizá tú lo hagas bien, pero por desgracia hay muchas personas que no lo hacen. Ojalá todos supiéramos llevar a cabo nuestras funciones fisiológicas más básicas. Descubre qué tal respiras y, si ves que puedes mejorar, hazlo. El mejor día para aprender a respirar era ayer (o, mejor aún, cuando eras un bebé, teta mediante). El segundo mejor día es hoy. Te va la salud en ello. No lo dejes pasar.

Otra cuestión apasionante que vas a descubrir son las relaciones entre la masticación, la boca, la articulación temporomandibular... y partes de tu cuerpo tan lejanas de la boca como los pies o las rodillas. Parece una locura, pero lo entenderás cuando Eider te lo explique. Si te duele la rodilla, ¿puede ser que necesites ir al dentista?

Me hubiera gustado llevar a Eider conmigo a un evento donde estuve hace algunos meses. Me presentaron a un colega, un médico del deporte muy importante, según me dijeron. Como hacía poco que yo había estado charlando con Eider, acabé por preguntarle quién se encargaba de la salud oral de los deportistas a su cargo. Me dijo que «eso no tiene ninguna evidencia» con una palmadita en el hombro, y se marchó. «Que tú sepas», pensé y le sonreí, entre la indulgencia y la incomodidad.

Te dediques o no al deporte a nivel profesional, seguro que quieres cumplir años manteniéndote joven y estar en forma y tener una buena masa muscular y cuidar de tu sistema inmune y de tu salud mental y... (completa la lista con los infinitos beneficios de la actividad física, del ejercicio y del deporte: el movimiento, en suma). Quizá no estés entrenando para ganar una medalla olímpica, pero tu día a día es una yincana. Te interesa hacer de tu vida el mejor deporte. Y para eso, necesitas una boca sana, respirar bien y cuidarte de manera global. Necesitas leer este libro y conocer a Eider.

Yo mando muchísimas lecturas a mis pacientes, amigos y conocidos, y también las recomiendo allá donde vaya y hable. Podría decirse que leer para ganar salud es una verdadera biblioterapia. Echaba mucho en falta un libro que recomendar sobre salud oral. Y ahora, por fin, aquí está, gracias a Eider, con todo lo que te he comentado y mucho más.

Además de descubrirte lo importantísimo que es cuidar de tu boca (en términos muy amplios), Eider ha conseguido escribir un libro entretenido y fácil de comprender: no se trata de que todos nos saquemos un máster en salud oral. Por eso, este libro es práctico y aplicable: sabrás qué hacer gracias a los consejos de Eider. Así que… pasa a revolucionar tu salud cuidándote la boca. Está en tus manos.

dra. sari arponen

INTRODUCCIÓN

El cuerpo es uno y cada una de sus partes afecta al resto. Esta es probablemente la idea que más ha influido en mi trayectoria tanto profesional como vital. Soy dentista y me he pasado la mitad de mi carrera observando los dientes de los pacientes. Llegaban a la consulta, los saludaba con mi mejor sonrisa y, después de las frases de cortesía de rigor, les pedía que se sentaran en el sillón dental, los reclinaba y les pedía que abrieran la boca. Buscaba entonces posibles caries y signos de alguna enfermedad de las encías, sacaba un par de radiografías para asegurarme de que no hubiera caries que no se viesen a simple vista, comprobaba que la dentadura encajara al cerrar y los despedía hasta la próxima revisión. Y así hasta que cambié mi manera de entender la profesión.

Los dentistas sabemos que gran parte de la población odia y teme a partes iguales nuestro trabajo. No pasa un día sin que alguien nos diga: «¡Qué miedo me dais! Odio ir al dentista». Sin embargo, las condiciones de las consultas odontológicas han mejorado mucho en los últimos años. Hoy en día disponemos de espacios cuidadosamente diseñados para crear una sensación de calma y bienestar en el paciente, y en los que se tienen en cuenta todas las percepciones sensoriales: no huele a clínica; las paredes se protegen para que no se oiga el torno desde la sala de espera y se juega con la luz para crear un ambiente cálido, muy diferente del antiguo quirófano con luz blanca. Parece un spa más que una consulta. Incluso el diseño de los uniformes de trabajo nos da un aspecto moderno y desenfadado. Yo utilizo unos pantalones y una casaca molones, con los que puedo salir perfectamente a la calle sin llamar la atención.

Sin embargo, lo que los dentistas practicamos dentro del gabinete no ha cambiado tanto. Sigue habiendo muchos dentistas que se sienten incómodos ante la cuestión de cómo puede influir en la salud oral el tipo de parto con el que nacieron, si usan plantillas en los zapatos o si sufren de malas digestiones. Y, como especialistas en la salud bucal, es importante saber si el tránsito intestinal del paciente es regular y cómo son sus deposiciones. También es relevante la postura en que duermen, si descansan bien, si tienen problemas en la espalda, los ojos o los pies.

Cuando ofrezco formación a colegas de profesión, suelen sorprenderse ante estas cuestiones y exponen un sinfín de miedos a salirse de lo de siempre. «Me sentiría muy ridícula preguntando algo así», «los pacientes van a pensar que soy un bicho raro», «si mi jefa me escucha haciendo este tipo de preguntas, me pondrá de patitas en la calle…». La odontología en general aún es muy temerosa de ampliar su mirada más allá de lo que es estrictamente nuestra área de trabajo: la boca. También entran en nuestro campo de acción profesional la mandíbula, el maxilar superior y la articulación temporomandibular, la que tenemos delante de los oídos. Incluso nos atrevemos a manipular los músculos masticatorios de la cabeza y del cuello si hace falta. Pero de ahí para abajo, na de na, nothing, rien de rien. El dentista tradicional nunca va más allá. Es como si el cuerpo fuera una entidad ajena a nuestra práctica, como si al paciente lo hubieran traído con la cabeza en una estaca al más puro estilo transilvano.

Una vez, un traumatólogo al que admiro mucho, el doctor Abellán, me habló del síndrome de Sleepy Hollow. Seguramente recordarás la película con este mismo título protagonizada por Johnny Depp, en la que aparecen unos jinetes sin cabeza. Pues, en la práctica de la medicina, este síndrome es muy habitual: conocer en profundidad lo que le ocurre al cuerpo del cuello para abajo. A menos que estén especializados en campos como la Otorrinolaringología o la Neurología, la mayoría de los médicos saben muy poco sobre la boca, de la que apenas se habla durante la carrera de Medicina.

En el caso de los dentistas, ocurre exactamente lo contrario. Nuestro conocimiento se especializa en lo que hay del cuello para arriba, hasta la nariz, en realidad. ¿Quién se encarga entonces de unir lo que pasa arriba con lo que pasa abajo? ¿Quién se ocupa de buscar explicación a efectos que se ven del cuello para abajo, pero que provienen de cosas que suceden del cuello para arriba? ¿O al revés?

Te pongo un ejemplo. Imagina un edificio de apartamentos. En el sexto A, cuando abren el grifo del fregadero, sale menos agua de lo normal. En realidad, el descenso de presión no es muy perceptible; de momento, nadie se ha dado cuenta. El vecino que vive en el quinto A tiene humedades en el techo de su cocina y, en alguna ocasión, incluso se le ha llegado a inundar la casa. Es lógico pensar, como seguro que tú has hecho, que el problema del quinto A procede del apartamento del sexto A. Ningún fontanero dudaría en ir a tocar el timbre del piso de arriba para pedir que le permitieran comprobar la instalación. Y, si hubiera que romper el suelo o la pared del piso de arriba, se haría, aunque fuera fastidioso para los vecinos porque los ocupantes del quinto A no pueden solucionar el problema desde su propia casa. Pasar la fregona, instalar materiales aislantes en el techo o pintar con pintura antihumedad serían soluciones temporales que no solucionarían el problema. Es más, este podría agravarse. La humedad volverá a aparecer y la gotera también. ¿Por qué? Porque no se ha buscado el origen del problema y, por tanto, no se ha resuelto. Y el del sexto A, aunque no se dé cuenta, está pagando de más en su factura del agua. Se le están escapando parte de sus recursos sin saberlo.

Cosas que nos parecen obvias cuando hablamos de hacer una reparación en casa no lo son tanto cuando nos ocurren en el cuerpo. En ocasiones, un problema del sistema digestivo o del corazón puede tener un origen invisible en la boca, aunque no tengamos ningún síntoma de enfermedad dental. Si el problema de origen no se soluciona, las consecuencias pueden ser muy negativas a corto o medio plazo. Y una solución superficial, que simplemente alivie los síntomas, será como un parche que tarde o temprano demostrará haber sido inútil. Y todo esto con la complejidad añadida de que el cuerpo puede generar compensaciones en el camino.

Este libro pretende ser una guía para que cuides tu salud desde tu boca. Te explicaré las curiosas relaciones que existen entre diferentes partes del cuerpo, y te daré trucos y consejos para mejorar tu bienestar. También te recomendaré postres anticaries (aunque soy vasca, me encanta comer, pero no sé cocinar. Llevo muchos años veraneando cerca de los Arguiñano y rezo por que algo se me pegue). El objetivo es que consigas una hermosa y sana sonrisa que te permita disfrutar de la comida, que no evites acercarte a alguien por temor al mal aliento y que envejezcas con dignidad (y con tus propios dientes). Por último, pero no menos importante, este libro te servirá para ahorrar unas perrillas y algún que otro disgusto cuando vayas a tu revisión anual en el dentista.

No voy a hablar mucho sobre dientes; a menudo, ni siquiera recordarás que soy dentista. Eso acaso te sorprenderá, pero soy consciente de que ya es bastante desagradable ir al dentista una vez al año como para dedicar tu tiempo libre a leer sobre dientes. Sin embargo, tu salud depende también del estado de tu boca. Problemas intestinales, permeabilidad intestinal, sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, mayor riesgo de alzhéimer, embotamiento mental, dolores de cabeza o, incluso, esguinces o contracturas musculares pueden tener relación con el estado de tu salud bucal. Y la solución nunca está en protocolos del estilo «siempre que pase A, hay que hacer B». La salud es mucho más que causa y efecto, aunque así nos lo hayan enseñado. Ya sabemos, por ejemplo, que el propio organismo (virus, bacterias, etc.) puede producir bronquiolitis a un niño y a otro, un poco de moqueo o, incluso, nada. Ante el mismo fármaco, algunos responderán mejor que otros. Todo esto ocurre porque hay muchísimos factores que condicionan la respuesta del cuerpo, la capacidad del sistema inmunitario para hacer frente al patógeno y reparar los daños causados. Pero, además, hay muchos factores que condicionan nuestro sistema inmune: lo que comemos, lo estresados que vayamos por la vida, la calidad de nuestro descanso, el ejercicio físico, etc.

Un mismo virus nos enfermará más o menos dependiendo de lo fuertes o débiles que estén nuestras defensas. Yo te hablaré de la relación de las bacterias de la boca con las enfermedades del resto del cuerpo, de qué ocurre en otras partes del cuerpo cuando cambiamos nuestra manera de morder al colocarnos aparatos de ortodoncia, y de cómo fortalecer las defensas para que todo lo podamos sobrellevar mejor. ¿Te apetece?

Este libro no es una novela que comenzarás y acabarás del tirón, a menos que lleves años yendo al fisioterapeuta por dolor lumbar y quieras saber si el culpable es el mayordomo o los alineadores que te pusiste para verte mejor los dientes. No estoy diciendo que los alineadores sean malos, ni mucho menos. En mi consulta, también se colocan. Sin embargo, como ya he dicho, un mismo virus puede producir o no síntomas en el cuerpo de diferentes personas. Un cambio en la manera de morder provoca inevitablemente cambios en las cadenas musculares, algo de lo que hablaremos en profundidad más adelante. Las consecuencias dependerán, en parte, de la capacidad de tu cuerpo de acomodarse o ajustarse a esa nueva situación. Ni siquiera los deportistas profesionales, que están más en forma que nadie, están exentos de compensar mal estos cambios. Trabajo con muchos deportistas y te asombraría ver el número de dolencias y lesiones a distancia (no en la boca) que un tratamiento dental puede provocar en su cuerpo. Más adelante hablaremos con mayor detalle de este tema.

Es posible que encuentres información que te resulte muy interesante y ansíes conocer hasta el último detalle, y que, en cambio, otros temas te resulten aburridos. No me lo voy a tomar como algo personal, es lo más normal del mundo. Siéntete libre de saltarte el orden de los capítulos y de jugar a Elige tu propia aventura, aunque mi consejo es que lo leas en el orden del índice, para que tenga mayor coherencia.

CAPÍTULO 1DIENTES Y MUCHO MÁS

Llevo tantos años en el lado «inconformista» de la salud que a veces me extraño cuando algún colega de profesión me pregunta: «Eider, ¿cómo es posible que una caries esté relacionada con las lesiones deportivas?», o que un paciente me diga: «Todavía no me creo que mi dolor de espalda se haya ido desde que trataste mi boca». Pero no está tan lejos el momento de mi vida en el que yo misma tenía una visión muy reduccionista de la salud y de la enfermedad. Antes pensaba que lo que ocurre en la boca, se queda en la boca, como en Las Vegas. Y es que así se enseña la salud hoy en día: a trozos. En Odontología (que es la única carrera que he hecho y, por lo tanto, la única de la que puedo hablar con conocimiento de causa), existe una asignatura cuatrimestral de Fisiología Humana, otra cuatrimestral de Nutrición Humana, Bioquímica, Biología… Todas ellas en primer curso, cuando los alumnos todavía están muy perdidos. El resto de la formación, de cinco años, está dedicada a la Patología (la enfermedad). No está del todo mal: es muy importante que sepamos diagnosticar la enfermedad a tiempo y cómo tratarla. Sin embargo, yo creo firmemente en que lo normal es estar sano. Si la medicina actual se enfocase más en cómo mantenernos sanos (respiración, nutrición, descanso, ejercicio, higiene), habría muchas menos enfermedades y también habríamos desarrollado un sensor mucho más fino para identificar las señales de que estamos perdiendo la salud. Sería como si pudiéramos avanzarnos a la enfermedad, al darnos cuenta de que ha aparecido un desequilibrio en el funcionamiento óptimo de nuestro cuerpo y que, si las cosas siguen así, no tendremos suficientes recursos para hacer frente a microorganismos capaces de enfermarnos, o que los mecanismos de autorreparación se pueden estropear y dar lugar a un mal funcionamiento de nuestros órganos. Aunque este principio no es válido para todas las enfermedades, sí que nos ayudaría a hacer diagnósticos precoces en muchos casos.

Recuerdo una llamada de teléfono que atendí allá por 2002 en mi primer puesto de trabajo como dentista: