La CIA contra el Che - Adys Cupull - E-Book

La CIA contra el Che E-Book

Adys Cupull

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Beschreibung

Testimonios, documentos, relatos y análisis que revelan la actuación de la CIA en la persecución y asesinato del comandante Ernesto Guevara y sus compañeros de la guerrilla. Se reconstruye el combate en la Quebrada del Yuro, las últimas horas de vida del Che, posibles lugares donde fue sepultado, la repercusión de su muerte, el azaroso camino del Diario hasta llegar a La Habana, la busqueda de sus restos y el regreso definitivo a Cuba.

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Título original: La CIA contra el Che

Edición y corrección:Ana María Caballero Labaut

Diseño de cubierta:Eugenio Sagués Díaz

Realización computarizada:JCV

© Adys Cupull y Froilán González, 2006

© Sobre la presente edición: Editorial Capitán San Luis, 2013

ISBN: 978-959-211-419-7

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

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Dedicatoria

A los comandantes Ernesto Che Guevara, Inti y Coco Peredo y a los bolivianos, peruanos y cubanos de la Guerrilla de Ñacahuasú.

A Tania, Imilla y Maya.

A Jenny Koeller y Elmo Catalán, cuyas vidas fueron tronchadas, como la obra soñada y comenzada.

A Giangiacomo Feltrinelli.

A Benjo Cruz y los guerrilleros de Teoponte.

A los sacerdotes Luis Espinal y Mauricio Lefebre, asesinados por practicar el verdadero cristianismo al servicio de los desposeídos de Bolivia.

A los jóvenes bolivianos masacrados en la calle Harrington No. 10, de la ciudad de La Paz.

A los mineros, campesinos, estudiantes, religiosos, intelectuales y todos los que han ofrendado sus vidas por tratar de lograr la felicidad del batallador, noble y generoso pueblo boliviano.

Activa participación de la CIA y la embajada de los Estados Unidos en Bolivia contra el movimiento guerrillero

Activa participación de la CIA y la embajada de los Estados Unidos en Bolivia contra el movimiento guerrillero

Nace el Ejército de Liberación Nacional de Bolivia

Nace el Ejército de Liberación Nacional de Bolivia

El 3 de noviembre de 1966 el comandante Ernesto Che Guevara de la Serna llegó a la ciudad de La Paz, capital de Bolivia, con un pasaporte expedido en Montevideo a nombre de Adolfo Mena González de nacionalidad uruguaya. Llevaba, además, una credencial con el cuño de la Dirección Nacional de Informaciones de la Presidencia de la República de Bolivia y con la firma del jefe de esta, señor Gonzalo López Muñoz, que lo presentaba como un enviado especial de la Organización de Estados Americanos (OEA), para efectuar un estudio y reunir informaciones sobre las relaciones económicas y sociales que regían en el campo boliviano.

Al día siguiente se entrevistó con Iván, seudónimo de uno de los componentes de la red urbana, cuya verdadera personalidad aún no se ha revelado. El Che le había dado instrucciones de instalarse en Bolivia como un próspero comerciante, con documentos de una persona que aceptó permanecer oculta todo el tiempo que durara la misión. Iván estaba entrenado en chequeo, contrachequeo, métodos de obtención y traslado de información, contrainteligencia, observación visual, medidas de seguridad, comunicaciones radiales, códigos secretos, escritura cifrada e invisible.

En la ciudad de La Paz, Iván comenzó a trabajar de forma clandestina y compartimentada, y el 4 de noviembre de 1966 realizó un contacto secreto con Alberto Fernández Montes de Oca, Pacho, en el restaurante El Prado, ubicado en el paseo del mismo nombre y a media cuadra del céntrico hotel Copacabana. A través de Pacho, el Che lo citó a una casa de seguridad a las ocho de la noche donde le solicitó un informe detallado del trabajo desarrollado y le impartió nuevas instrucciones.

El 5 por la noche el Che salió para Ñacahuasú adonde llegó en horas avanzadas de la noche del día 7, mientras Iván permaneció en La Paz encargado de recibir a los compañeros y trasladarlos hasta las casas de seguridad. A partir de ese momento, otros miembros de la red urbana se encargaban de protegerlos y llevarlos hasta la zona guerrillera. Cada uno viajó por rutas y medios previamente establecidos, con el más absoluto secreto y comparti-mentación.

Los últimos guerrilleros en arribar a la capital boliviana fueron Jesús Suárez Gayol, el Rubio, y Antonio Sánchez Díaz, Marcos, a quienes Iván acompañó hasta Ñacahuasú. En el campamento guerrillero, el Che se entrevistó con este último y le impartió nuevas instrucciones y estuvo de acuerdo con la petición que le formuló de casarse con una boliviana, de quien se había enamorado. Esta joven era hija de un destacado político, diputado nacional e íntimo amigo del presidente René Barrientos Ortuño, con quien compartía algunos negocios y lo visitaba con frecuencia. El padre de esta muchacha deseaba vincular a Iván con el mandatario boliviano para desarrollar un proyecto agrícola en el departamento del Beni, zona importante donde el Che tenía previsto establecer un foco guerrillero posteriormente. Las relaciones de Iván con esta familia le proporcionaba la posibilidad de mantener amistad en círculos militares y visitar algunos cuarteles.

El grupo de cubanos y parte importante de los bolivianos se completó el 31 de diciembre. En ese período el Che recibió a miembros de la red de apoyo urbano, a Rodolfo Saldaña, Loyola Guzmán, Julio Dagnino Pacheco, Sánchez, Iván, Tamara Bunke Bider, Tania; también se entrevistó con el peruano Juan Pablo Chang-Navarro, el Chino; el líder minero Moisés Guevara y el secretario general del Partido Comunista Boliviano (PCB), Mario Monje.

Mientras tanto, los guerrilleros efectuaban recorridos, exploraciones, reconocimiento del terreno; establecían y organizaban los campamentos; construían túneles, cuevas; instalaban la planta de radio; inauguraban un observatorio; cavaban trincheras; ubicaban los comunicadores; estudiaban el quechua y hacían ejercicios de defensa. En estos preparativos estuvieron hasta el 31 de enero de 1967.

El 1ro. de febrero comenzó la exploración hasta los ríos Grande, Masicuri, Rosita y la zona de Tatareada con el propósito de conocer en detalle el terreno, dar un fuerte entrenamiento, examinar las posibilidades de formación de grupos de campesinos y hacer contactos con ellos.

En el tiempo que el Che y el grupo de guerrilleros realizaban el recorrido, el 11 de marzo desertaron Vicente Rocabado Terrazas y Pastor Barrera Quintana, dos de los hombres que llegaron el 14 de febrero. Estos se presentaron en la IV División, con sede en la ciudad de Camiri, y proporcionaron una detallada información que permitió al ejército boliviano y sus servicios de Inteligencia tener los primeros indicios de la presencia del Che en Ñacahuasú junto a guerrilleros bolivianos, cubanos y peruanos. Asimismo de Tania, el francés Regis Debray, el argentino Ciro Roberto Bustos y el peruano Juan Pablo Chang-Navarro. Guiaron al ejército por aire hasta donde estaban instalados los campamentos, y, luego, por tierra. Tiempo después se conoció que Vicente Rocabado trabajó para la policía secreta y los servicios de Inteligencia del ejército.

El presidente boliviano René Barrientos Ortuño, al recibir la información proporcionada por los desertores, solicitó de inmediato ayuda a los Estados Unidos y estableció coordinaciones con los servicios de Inteligencia de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Paraguay.

El 17 de marzo, en momentos que llevaba un mensaje, hicieron prisionero al guerrillero Salustio Choque Choque. Pocos días después, el coronel norteamericano Milton Buls, agregado militar de los Estados Unidos en Bolivia, el jefe de la estación CIA John Tilton, el oficial Edward N. Fogler, y un agente de origen cubano, que se hacía llamar Eduardo González, viajaron a Camiri con el fin de interrogar a los dos desertores y al prisionero.

Con estas informaciones en poder del ejército y la CIA, se produce el primer enfrentamiento militar el 23 de marzo, con resultados catastróficos para el ejército boliviano, al que se le incautaron 3 morteros con 64 proyectiles, 2 bazucas, 16 máuser con 2 000 tiros, 3 usis con 2 cargadores cada una, una 30 con dos cintas, el plan de operaciones y, además, se le ocasionaron 7 muertos y 14 prisioneros. Entre estos últimos, el mayor Hernán Plata Ríos y el capitán Augusto Silva Bogado, que comandaban esas unidades militares.

Alarmado por la victoria guerrillera, el coronel Milton Buls viajó a los Estados Unidos y solicitó ayuda de forma urgente. La respuesta fue inmediata. Enviaron asesores, oficiales de Inteligencia, equipamiento de Rangers-2, municiones y raciones de comida, mientras que el general León Kolle Cueto, jefe del Estado Mayor de la fuerza aérea, visitaba las capitales de Brasil, Argentina y Paraguay para solicitar ayuda a los mandos militares de esos países.

El 25 de marzo de 1967 el Che reunió a su tropa, y se tomó el acuerdo de darle a la guerrilla el nombre de Ejército de Liberación Nacional de Bolivia.

El gobierno inició de inmediato una intensa represión, que incluyó entre los primeros detenidos a Ernesto Guzmán, Moisés Arenas, Lidio Carrillo, Antonio Cejas, Mariano Huerta, Humberto Ramírez y otros ciudadanos que resultan sospechosos.

Inicio de la campaña de desinformación

Inicio de la campaña de desinformación

El ejército boliviano emitió un comunicado el 27 de marzo, en el cual manipuló los hechos ocurridos el día 23. Este dice textualmente:

“En circunstancias en que fracciones de la FF.AA. estudian el replanteo del tramo caminero Vallegrande-Lagunillas en el sector Ñacahuasú-Lagunillas, un grupo de soldados al mando del subteniente de Ejército Rubén Amézaga Faure, que realizaba el trabajo de la senda, fue atacado alevosamente por grupos desconocidos con armas automáticas. Se lamentó la muerte del subteniente Amézaga, de 6 soldados y del guía civil Epifanio Vargas, obrero de YPFB [Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bo- livianos], quienes, luego de caer heridos, fueron cobardemente fusilados.

”Este acto inaudito por su alevosía, cometido cuando componentes de las Fuerzas Armadas realizaban un trabajo para hacer realidad la integración del centro con el sur del país, agrávase más porque ha llevado el dolor y el luto a las familias de los soldados, obreros y campesinos.

”El oportuno aviso de los sobrevivientes permitió una rápida reacción con tropas de la 4ª División del Ejército, apoyadas por aviones de la Fuerza Aérea, que ocasionaron en sus atacantes su desbande, algunas bajas y la captura de prisioneros. En su fuga dejaron valijas conteniendo ropa, enseres diversos, folletos sobre guerrillas y propaganda castro-comunista de procedencia cubana, además una grabadora, una radio portátil de alta frecuencia y un vehículo (jeep).

”Los prisioneros, pobladores de la zona y los soldados sobrevivientes, informaron tratarse de un numeroso grupo de personas de distinta nacionalidad entre los que se hayan cubanos, peruanos, chinos, argentinos, europeos, y también comunistas bolivianos. Determinaron además que están pertrechados de armas automáticas modernas y bazookas, ninguna de ellas de las que se usan en nuestro ejército.

”El Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas de la nación en cumplimiento de la misión que le señala la Constitución política del Estado y en resguardo de la soberanía nacional y la tranqui-lidad del pueblo, ha dispuesto la drástica e inmediata erradicación de este foco de insurgencia tipificado como guerrilla castro-comunista.

”Las Fuerzas Armadas de la Nación al comunicar estos hechos al pueblo boliviano, invocan su patriotismo y alto sentido democrático y cristiano, para que preste su colaboración en la destrucción de estos grupos comunistas internacionales, donde quiera que se presenten, como ya voluntariamente lo están haciendo los pobladores de Monteagudo y Muyupampa.”

Desde ese momento, el gobierno boliviano llevó a cabo una intensa campaña de desinformación, dando a conocer partes oficiales alejados de la realidad. El primer comunicado del ejército tenía varios elementos falsos, entre los cuales se pueden enumerar:

• Los militares no estaban construyendo caminos por la zona donde se produjo el encuentro.

• Los prisioneros recibieron un trato humano y respetuoso.

• Fueron liberados en lugares seguros para que pudieran recogerlos fácilmente.

• Ninguno fue fusilado.

• Los heridos recibieron atención médica.

• Los guerrilleros se mantuvieron en sus posiciones.

• El ejército boliviano no les hizo prisioneros ni bajas.

• No les incautaron objetos ni documentos.

• Los pobladores de Muyupampa y Monteagudo estaban muy distantes del lugar del combate para poder informarle al ejército.

La campaña de prensa contra la guerrilla tenía saturadas a las emisoras radiales. Para dar a conocer la verdad, el Che confeccionó el Comunicado No. 1.

“Al pueblo boliviano: frente a la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria.

”Comunicado No. 1.

”El grupo de gorilas usurpadores, tras asesinar obreros y preparar el terreno para la entrega total de nuestras riquezas al imperialismo norteamericano, se burló del pueblo en una farsa comicial. Cuando llega la hora de la verdad y el pueblo se alza en armas, respondiendo a la usurpación armada con la lucha armada, pretende seguir su torneo de mentiras.

”En la madrugada del 23/3, fuerzas de la IV División, con acantonamiento en Camiri, en número aproximado de 35 hombres al mando del mayor Hernán Plata Ríos se internaron en territorio guerrillero por el cauce del río Ñacahuasú. El grupo íntegro cayó en una emboscada tendida por nuestras fuerzas. Como resulta- do de la acción, quedaron en nuestro poder 25 armas de todo tipo, incluyendo 3 morteros de 60 mm con su dotación de obuses, abundante parque y equipo. Las bajas enemigas fueron: 7 muertos, entre ellos un teniente, y 14 prisioneros, 5 de los cuales resultaron heridos en el choque, siendo atendidos por nuestro servicio sanitario con la mayor eficiencia que permiten nuestros medios.

”Todos los prisioneros fueron puestos en libertad previa explicación de los ideales de nuestro movimiento.

”La lista de bajas enemigas, es la siguiente: Muertos: Pedro Romero, Rubén Amézaga, Juan Alvarado, Cecilio Márquez, Amador Almazán, Santiago Gallardo y el delator y guía del Ejército apellidado Vargas.

”Prisioneros: Mayor Hernán Plata Ríos, cap. Augusto Silva, soldados Edgar Torrico Panoso, Lido Machicado Toledo, Gabriel Durán Escobar, Armando Martínez, Eduardo Ribera y Guido Terceros. Los cinco últimos nombrados resultaron heridos.

”Al hacer pública la primera acción de guerra establecemos lo que será norma de nuestro Ejército: La verdad revolucionaria. Nuestros hechos demostraron la justeza de nuestras palabras. Lamentamos la sangre inocente derramada por los soldados caídos, pero con morteros y ametralladoras no se hacen pacíficos viaductos, como afirman los fantoches de uniformes galonados, pretendiendo crearnos la leyenda de vulgares asesinos. Tampoco hubo ni habrá un solo campesino que pueda quejarse de nuestro trato y de la forma de obtener abastecimiento salvo los que, traicionando a su clase, se presten a servir de guías o delatores.

”Están abiertas las hostilidades. En comunicados futuros fijaremos nítidamente nuestra posición revolucionaria, hoy hacemos un llamado a obreros, campesinos, intelectuales; a todos los que sientan que ha llegado la hora de responder a la violencia con la violencia y de rescatar un país vendido en tajadas a los monopolios yanquis y elevar el nivel de vida de nuestro pueblo, cada día más hambreado.

”Ejército de Liberación Nacional de Bolivia”.

El 1ro. de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, y en momentos en que la ciudad de Cochabamba se preparaba el tradicional desfile, se dio a conocer el Comunicado No. 1 del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia, a través del periódico Prensa Libre.

Las agencias internacionales de noticias se hicieron eco rápidamente y las emisoras de radio mineras de todo el país lo retrasmitieron en cadena. Barrientos, encolerizado, ordenó al prefecto de Cochabamba, Eduardo Soriano Badani, que apresara al director del periódico, Carlos Beccar, a quien incomunicaron, interrogaron, juzgaron y condenaron a cinco años de prisión. El gobierno se vio obligado a ponerlo en libertad por la solidaridad de un grupo de periodistas e intelectuales bolivianos, a los cuales se unieron otros sectores del país; también presionaron las manifestaciones de la Federación Universitaria de Cochabamba, encabezadas por su secretario ejecutivo Alfonso Ferrufino, hijo del fiscal de esa ciudad, doctor Filiberto Ferrufino, quien, a pedido de su hijo presentó recurso de hábeas corpus y alegó que la ley garantiza y protege el secreto profesional.

En respuesta, Barrientos promulgó la Ley de Seguridad del Estado, en virtud de la cual sometía a todo el territorio nacional a una situación de excepción, que legalmente les permitía a las fuerzas represivas actuar libremente invocando tal ley.

Los norteamericanos envían armas, vituallas, asesores y agentes de la CIA

Los norteamericanos envían armas, vituallas, asesores y agentes de la CIA

El teniente coronel Redmond E. Weber, oficial que comandaba el VIII grupo de las fuerzas especiales de los Estados Unidos, llegó a la ciudad de Santa Cruz el 27 de marzo de 1967, acompañado del mayor Ralph W. Shelton. Un día después un avión norteamericano aterrizó en esa ciudad con 15 instructores expertos en la lucha antiguerrillera en Vietnam. El 28 de marzo de 1967 el Che escribió en su Diario que “Las radios siguen saturadas de noticias sobre las guerrillas. Estamos rodeados por 2 000 hombres en un radio de 120 kilómetros, y se estrecha el cerco, complementado por bombardeos con napalm [...]”. Esta noticia fue desmentida por los norteamericanos a través del Departamento de Estado, el cual señaló que tal aseveración era completamente infundada; sin embargo, poco después el comandante de la Fuerza Aérea de Bolivia, Jorge Belmonte Ardiles, declaró que “aviones AT-6 de la fuerza aérea habían comenzado a usar NAPALM”, con el fin de obtener los mismos excelentes resultados que la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en Vietnam.

El 30 de marzo varios aviones mustang intensificaron el bombardeo que, desde el día 24, venían llevando a cabo por toda la zona donde operaba la guerrilla. Las declaraciones de Barrientos y la solicitud de ayuda a los países vecinos provocaron una diversidad de comentarios.

El matutino chilenoEl Mercurio, del 2 de abril, transcribió en detalles las declaraciones del doctor Víctor Paz Estenssoro, ex presidente boliviano que se encontraba exiliado en Lima: “[...] no se justifica la alharaca internacional que se está haciendo ni menos el vergonzoso pedido de ayuda militar. Lo que en realidad ocurre es que, en mi país, existe un estado de creciente descontento. [...] La incapacidad del régimen para solucionar los más apremiantes problemas, la persecución constante a los partidos de oposición, el sistema de trabajo forzado, las periódicas masacres, la entrega de las riquezas nacionales y el sostenido encarecimiento del costo de vida, han creado un estado de latente insurrección”.

El día 4 ya se encontraban en Bolivia las misiones militares que, con carácter de “Observadores”, enviaron los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay. Ese día el periodista argentino Héctor Ricardo García, corresponsal del semanario de su país, Crónica, reportó que el sábado 1ro. de abril un gigantesco avión carguero de los Estados Unidos —un C-130—, procedente de Panamá, aterrizó en el aeropuerto militar de Santa Cruz, con pertrechos militares y comestibles, destinados a los efectivos que participaban en las acciones antiguerrilleras. El material quedó en depósito hasta el día siguiente en que se inició su traslado hacia Camiri, a través de un puente aéreo formado por aviones DC-3. Horas después arribó un DC-6 de la Fuerza Aérea Argentina, transportando armas y otros pertrechos. Este vuelo iniciaba un puente aéreo que se estableció entre el aeropuerto El Palomar, en Buenos Aires, y Santa Cruz, en Bolivia. En él viajaron los mayores De Lió y Lauría, y desde La Paz lo hicieron los agregados militares y de aeronáutica argentinos en Bolivia, coronel Saúl García Truñón y el comodoro Raúl Lartigue, con el fin de coordinar la ayuda. Mientras, los servicios secretos norteamericanos enviaron a varios de sus agentes a Bolivia.

El 10 de abril ocurrieron dos nuevos combates. El primero se produjo a las diez y veinte de la mañana, con resultados negativos para el ejército: 3 muertos, 1 herido, 7 soldados prisioneros y la ocupación de 6 fusiles garand, 1 carabina M-1 y 4 fusiles máuser. El segundo ocurrió a las 17:00 horas, ocupándole 1 browing, 1 mortero, 15 granadas, 4 M-3, 2 M-1, 5 fusiles máuser y muchas armas. El ejército tuvo 7 muertos, 6 heridos y 13 prisioneros, entre ellos, el jefe de la columna, mayor Rubén Sánchez Valdivia. El gobierno boliviano prohibió la circulación de todos los periódicos de izquierda y censuró a las emisoras radiales.

La prensa informó el 12 de abril el arribo de 5 expertos militares del comando norteamericano de la zona del Canal de Panamá, para establecer una escuela de entrenamiento en guerra selvática y actividades antiguerrilleras. Al día siguiente, procedente del Canal de Panamá, aterrizaron 2 aviones con abastecimiento y armas. En uno de ellos regresó Milton Buls para organizar una oficina de coordinación y asesoramiento. Un despacho de prensa daba como alrededor de 100 los militares norteamericanos que estaban en Santa Cruz y en las zonas de operaciones.

Ese mismo día, en las primeras horas de la tarde, los guerrilleros salieron hacia el camino Camiri-Sucre, con el propósito de sacar a Debray y a Bustos.

Por otra parte, los Estados Unidos continuaban su inmediata ayuda: un avión Hércules C-130 de las fuerzas armadas estadounidenses, atiborrado de armamentos, equipos, víveres y toda clase de implementos militares, aterrizó en Santa Cruz, el 14 de abril, en vuelo directo desde Panamá.

Dos días después, el enviado especial del periódico La Razón, de Buenos Aires, notificó que tuvo oportunidad de observar, tanto en Santa Cruz como en Camiri y Lagunillas, la presencia de expertos norteamericanos fogueados en las acciones de Vietnam que formaban un grupo especialmente seleccionado de consejeros militares, con la misión de asesorar a los jefes locales de las fuerzas armadas bolivianas.

El embajador norteamericano en Bolivia informa a Washington

El embajador norteamericano en Bolivia informa a Washington

Los combates del 23 de marzo y el 10 de abril ocasionaron al ejército 18 muertos, 9 heridos, 40 prisioneros y abundantes pérdidas en municiones, alimentos y armas.

Los informes de los servicios de Inteligencia bolivianos reconocieron las debilidades de su ejército, tanto en el terreno de operaciones como en la dirección de estas. Señalaron que la moral de las tropas estaba por el suelo y los comentarios de los oficiales, clases y soldados, ex prisioneros de los guerrilleros, trasmitieron el desánimo, la sensación de derrota e impotencia, lo que creó un estado de psicosis generalizada de temor. Añadieron que aniquilar a los guerrilleros no resultaría fácil, porque era una organización con disciplina y experiencias en el combate, que podían recibir apoyo interno de los intelectuales, los llamados movimientistas —miembros del Partido del Movimiento Nacionalista Revolucionario que se encontraban en la oposición—, los maestros, los campesinos, los estudiantes y los mineros, sectores donde la efervescencia revolucionaria era evidente. En los informes se desconfiaba de los militares con ética profesional que cuestionaron la activa participación de los norteamericanos, por considerarla un descrédito que afectaba la dignidad de la institución militar.

La confusión y el temor embargaban a Barrientos y a sus adeptos más cercanos. Douglas Henderson, embajador de los Estados Unidos en La Paz, confirmó, personalmente, al presidente Lyndon B. Johnson, que se habían establecido “guerrilleros comunistas en las selvas bolivianas”. Sus preocupaciones fueron atendidas seriamente.

Henderson nació en Massachussets el 15 de octubre de 1914. Graduado de bachiller en ciencias en la Universidad de Boston en 1940. Dos años después comenzó su carrera diplomática como vicecónsul en la ciudad de Nogales, México, y más tarde en Arica, Chile, y en Cochabamba, Bolivia, cargo que ocupó desde 1943 hasta 1947, cuando regresó a su país para desempeñar otras responsabilidades. Fue asistente del jefe económico de la División de Defensa en el Departamento de Estado y consejero económico en Lima, y en 1963 embajador en Bolivia.

Desde el inicio tuvo dificultades con Barrientos al oponerse a los preparativos del golpe de Estado que este preparó contra el presidente, doctor Víctor Paz Estenssoro. Henderson respondía a la política del Departamento de Estado, pero en la embajada de los Estados Unidos en La Paz, existían otros poderes: el agregado de la fuerza aérea Edward Fox y la estación CIA, y estos últimos se impusieron.

Primeras acciones de la CIA contra la guerrilla de Ñacahuasú

Primeras acciones de la CIA contra la guerrilla de Ñacahuasú

La presencia del Che en Bolivia obligó a la CIA a cesar la campaña iniciada contra los principales dirigentes de la Revolución Cubana respecto a la desaparición física del Che.

En su propaganda calumniosa, la CIA utilizó a sus agentes y colaboradores; compró a periodistas, chantajeó a otros, y se aprovechó del monopolio de los medios de difusión para sus fines: periódicos, revistas, noticieros televisivos y las emisoras de radio contrarrevolucionarias ubicadas en Miami, trasmitieron múltiples entrevistas a personas que por diversos motivos abandonaron el país, algunas pagadas y otras inducidas por ellos, pero todas confirmaban que el Che había sido asesinado en Cuba.

La profusión de las calumniosas informaciones sobre el tema logró incorporar a incautos, a elementos poco profesionales e, incluso, a personas de buena voluntad, confundidas. Mientras esta campaña se desarrollaba, el monopolio de la información silenciaba las noticias procedentes de Cuba.

La CIA ocultó la presencia del Che en Ñacahuasú, hasta crear las condiciones para enfrentar el revés que significó para su aparato de espionaje, el viaje y la entrada al país sin que lo hubieran detectado, a pesar de los inmensos recursos que emplearon para ubicarlo. La guerrilla se estableció en sus propias narices. Una nueva campaña de desinformación debía reemplazar a la anterior.

En el mes de abril de 1967, los servicios secretos norteameri-canos enviaron a La Paz y las zonas guerrilleras, a importantes grupos de oficiales y agentes, entre ellos, a especialistas en desin-formación y guerra psicológica, a la vez que empezaron un trabajo encaminado a aislar al movimiento guerrillero de las ciudades; para ello, realizaron detenciones masivas, controles migratorios, redadas de extranjeros; elaboraron un plan para descabezar el apoyo urbano y establecieron campos de prisioneros.

El control de los servicios secretos norteamericanos aumentó. Por un lado, prepararon aceleradamente a los oficiales bolivianos y, por el otro, dirigieron directamente las operaciones especiales. Enviaron nuevos agentes a Bolivia, algunos de origen cubano con nombres falsos, que introdujeron como auditores y financieros en instituciones y empresas norteamericanas. En el servicio de Inteligencia militar y en el Ministerio del Interior de Bolivia, ubicaron a muchos de ellos: José Hinojosa, Eduardo González, Miguel Nápoles Infante, Félix Ramos Medina, Julio Gabriel García, Aurelio Hernández, Luis Suárez y Mario González.

La estación CIA en La Paz fue reforzada, en ella trabajaron Charles Langalis, Robert Stenvens, William Culleghan, Hugo Murray, William Walter, John Mills, Burdell Merrel, John H. Corr, Stanley Shepard y otros, como jefe de la estación, John Tilton. En el consulado de los Estados Unidos en la ciudad de Cochabamba, se encontraban Thomas Dickson, Thimothy Towell y John Maisto.

Los agentes de la CIA Félix Ramos Medina y Eduardo González fueron enviados a las zonas de operaciones militares. A Aurelio Hernández lo designaron responsable de los interrogatorios y los archivos; a Julio Gabriel García, jefe del departamento técnico, el que se estableció en una casa particular, propiedad de la señora Albertina del Castillo, ubicada en la calle Gregorio Reynolds No. 2904, en la ciudad de La Paz, y alquilada por el ingeniero metalúrgico Dimitri Metaxas Gales y su esposa, la señora Aghati Soulioti, con carta de extranjería expedida en Esparta, Grecia, con el número -20385. Esta casa era pagada mensualmente por el agente de la CIA de origen boliviano Max Jaldin. Por su parte, el agente de la CIA Miguel Nápoles Infante trabajó en el procesamiento de la prensa y tareas de contrainteligencia.

La CIA estableció un estricto control en las listas de pasajeros de las diferentes compañías aéreas, y de todos los extranjeros que se hospedaban en los hoteles, tanto de lujo como populares, en los alojamientos, casa de huéspedes y las posadas conocidas como tambos, utilizadas, generalmente, por personas de muy bajos recursos económicos. Los sospechosos eran detenidos e interrogados. En el aeropuerto internacional de La Paz y en los puntos fronterizos terrestres, todos los viajeros eran controlados por agentes de la CIA.

Después de los acontecimientos guerrilleros, Miguel Nápoles Infante permaneció en Bolivia al servicio de la CIA, adquirió una óptica en la calle Potosí No. 1156, teléfono 342855, y contrajo matrimonio con una boliviana oriunda del Beni, nombrada Leonor Elena Calle, viuda de Torres, con quien se fue a vivir a la calle Bueno No. 329, teléfono 366198. En 1988 se trasladó a los Estados Unidos y vive en la avenida Carolina No. 2655, apartamento 1005, Miami Beach, Florida. Es conocido como El Manco, porque perdió un brazo en un accidente de tránsito en Cuba.

Viajan oficiales y agentes de la CIA a Camiri

Viajan oficiales y agentes de la CIA a Camiri

En la ciudad de Camiri, oficiales de la CIA interrogaron a los mayores Hernán Plata Ríos y Rubén Sánchez Valdivia, al capitán Augusto Silva Bogado y demás ex prisioneros; les mostraron un voluminoso álbum fotográfico de las personas que, según la CIA, podían estar en las guerrillas. En estos interrogatorios participó el asesor de Barrientos, Klaus Barbie, nazi-fascista y ex jefe de la Gestapo en Lyon, Francia, culpable de múltiples crímenes y asesinatos cuando la ocupación alemana, quien torturó brutalmente a detenidos de la resistencia antifascista y envió a miles de franceses y judíos a los campos de exterminio masivo. Personalmente torturó y asesinó a Jean Moulin, delegado de Charles de Gaulle en la Francia ocupada por los alemanes. Barbie es internacionalmente conocido como “el carnicero de Lyon”. Entre sus crímenes más repudiados está la muerte en la cámara de gas de 44 niños judíos de cuatro a dieciséis años de edad.

El periodista boliviano Gustavo Sánchez Salazar y la checoslovaco-chilena Elizabeth Reimann, en el libro Criminal hasta el final. Klaus Barbie en Bolivia, escribieron:

“Al finalizar la guerra, a los servicios de Inteligencia de los Estados Unidos les preocupaba el espacio político que ocupaba la URSS. Sin el menor escrúpulo, los norteamericanos comenzaron a utilizar los servicios de oficiales de la Gestapo alemana; había que luchar contra un enemigo nuevo, el ‘comunismo’.

”También fue reclutado el criminal alemán, ex capitán de las SS, Klaus Barbie. El asesino de Lyon no fue castigado por sus crímenes de guerra; por el contrario, los vencedores lo premiaron. En la primavera de 1948 —después de una orgía de asesinatos de miles de personas— y por gentileza del Cuerpo de Contrainteligen-cia (CIC) del ejército de los Estados Unidos, Barbie recibía una casa en la ciudad bávara de Augsburg, además de alimentos, cigarrillos y un presupuesto para gastos. Su tarea: organizar redes de espionaje para los americanos.

”En 1950 se hizo evidente que Francia buscaba a Barbie para juzgarlo por crímenes contra la humanidad. El CIC decidió dar al criminal nazi una nueva identidad y enviarlo, junto a su familia, a un país lejano donde pudiera iniciar una vida nueva. Klaus Altmann Hansen, mecánico nacido en Kronstadt —una ciudad que no existe—, salió de Europa por la llamada ‘Ruta de las ratas’, organizada por un sacerdote católico croata.

”Junto a su esposa y sus dos hijos, ‘Altmann’ llegó a La Paz, Bolivia, el 23 de abril de 1951 [...].

”En 1964 tomó el poder el general René Barrientos, hombre de la CIA. Nombró a Barbie asesor del Ejército en la especialidad de contrainsurgencia. Al alemán se le asignaron oficinas en el servicio de Inteligencia civil y en el aeropuerto de La Paz [...].”

En 1983, el gobierno del doctor Hernán Siles Zuazo lo deportó a Francia para que lo juzgaran por sus crímenes.

Otro de los agentes que la CIA envió a Camiri fue uno que respondía al nombre de George Andrew Roth, quien viajó a Bolivia desde Santiago de Chile, donde estaba temporalmente. El 30 de marzo de 1967 se encontraba en Buenos Aires y allí contactó con el señor Moisés García, corresponsal del Time Life para toda el área de Suramérica, y se reunieron con dos funcionarios de la embajada de los Estados Unidos en Argentina; luego, Roth se entrevistó con el agregado de prensa de la embajada de Londres en ese país.

El 5 de abril Roth llegó a Santa Cruz de la Sierra, se entrevistó con un miembro de los cuerpos de paz norteamericanos; al día siguiente se trasladó a Camiri y se hospedó en el hotel Londres de esa ciudad. Obtuvo un salvoconducto y autorización especial del jefe de los servicios de Inteligencia bolivianos para visitar el campamento de los guerrilleros y acompañó al ejército por varias localidades de la periferia guerrillera.

Viajó a La Paz el 10 de abril. Sostuvo varias reuniones con oficiales de la CIA. Las fotos tomadas por Roth fueron publicadas en el periódico El Diario de esa ciudad y seis días después regresó a Camiri para cumplir nuevas misiones.

Se dirigió a Lagunillas en compañía de dos camarógrafos argentinos: Hugo López y Hermes Muñoz, de la CBS de Nueva York. Al día siguiente se trasladó a la zona guerrillera con un guía proporcionado por los militares. El 19 de abril llegó adonde se encontraban los guerrilleros. Su inesperada presencia provocó fundadas sospechas, porque en su pasaporte estaba tachada la profesión de estudiante y cambiada por la de periodista; declaró que era fotógrafo profesional que trabajaba como free lance para algunas publicaciones extranjeras. Portaba documentos como instructor de los cuerpos de paz y visa de Puerto Rico. En su libreta de notas le encontraron un cuestionario que tenía por objeto confirmar si el Che estaba allí con el nombre de Ramón, igualmente la presencia de Tania y Regis Debray. Otra de las misiones de Roth era esparcir una sustancia química en las pertenencias de los guerrilleros, que permitiera la utilización de unos perros pastores alemanes, adiestrados y llevados secretamente a Camiri. La aplicación de estos productos químicos era una innovación en la lucha contra los revolucionarios en nuestro continente y su uso, desconocido.

La presencia de estos animales fue reportada por algunos periodistas. El mexicano Luis Suárez escribió en la revistaSiempre, no. 750, de 8 de noviembre de 1967: “El descubrimiento de esa reserva canina por los periodistas causó el gran disgusto del servicio de Inteligencia militar, porque suponía la revelación de un secreto [...].”

Los guerrilleros permitieron que Roth abandonara la zona el 20 de abril. Regis Debray y Ciro Roberto Bustos decidieron salir con él. Los tres llegaron a la población de Muyupampa donde fueron detenidos y trasladados hasta la ciudad de Camiri.

Los servicios de Inteligencia bolivianos, asesorados por la CIA, difundieron un parte militar anunciando la muerte en combate de 7 guerrilleros, incluidos Debray, Bustos y Roth.

El plan consistió en dar a Debray y Bustos por muertos, torturarlos, hasta hacerlos hablar, asesinarlos y desaparecerlos. Estos propósitos fueron revelados por el agente de la CIA Eduardo González a colaboradores militares bolivianos, pero fracasó porque Hugo Delgadillo, corresponsal del periódico Presencia, que se encontraba en Muyupampa, publicó varias fotografías de los detenidos.

En los primeros interrogatorios, participaron los coroneles Eladio Sánchez Suárez y Alberto Libera Cortez. El 24 se incorporaron dos expertos norteamericanos, Theodoro Kirsch y Joseph Keller, acompañados del agente de la CIA Eduardo González, quien, junto al coronel Federico Arana Cerrudo, jefe de los servicios de Inteligencia del ejército, y del teniente coronel Roberto Toto Quintanilla, jefe de Inteligencia del Ministerio del Interior, continuaron los interrogatorios.

En el mes de mayo, volvió el norteamericano Kirsch, pero esta vez acompañado del teniente coronel Joseph Price y de James Evett.

El periodista norteamericano Lee Hall afirmó que la madre de Regis Debray le dijo que “a menos de 48 horas después del arresto de su hijo, el presidente Barrientos tenía en su escritorio un dossier provisto por la CIA”.

Roth quedó detenido junto a Debray y Bustos, siguiendo orientaciones de la CIA. Cada día un enfermero lo iba a ver, pretextando inyectarlo contra una enfermedad venérea que había contraído en un burdel de Santiago de Chile, lo que sirvió como justificación para recoger las informaciones que obtenía de los detenidos. También lo visitaron Federico Arana, quien le entregó alimentos y dinero; el sacerdote de la embajada americana Andrew Kennedy, el cual se desempeñaba como capellán del ejército boliviano y señalado como agente de la CIA.

El 25 de abril, es decir, seis días después de la visita de Rotha los guerrilleros, se produjo un nuevo encuentro; esta vez utilizaron los perros pastores alemanes.

El Che escribió: “Al poco rato apareció la vanguardia que para nuestra sorpresa estaba integrada por 3 pastores alemanes con su guía. Los animales estaban inquietos pero no me pareció que nos hubieran delatado; sin embargo, siguieron avanzando y tiré sobre el primer perro [...].”

Roth permaneció en prisión desde el 20 de abril hasta el 8 de julio cuando fue liberado, según manifestó el agente de la CIA Eduardo González, por las gestiones que a solicitud de la embajada de los Estados Unidos, realizó Ronald Bailey, embajador inglés en La Paz.

Fuentes de Inteligencia bolivianas señalaron que sospechaban que George Andrew Roth era un nombre falso, porque les llamó la atención que sus familiares no salieron a la luz pública como los de Regis Debray y Ciro Roberto Bustos.

Los Estados Unidos envían a los expertos de la guerra contra Vietnam para adiestrar a los soldados boliviano

Los Estados Unidos envían a los expertos de la guerra contra Vietnam para adiestrar a los soldados bolivianos

El mayor Raplh W. Shelton, conocido como Pappy Shelton, regresó a Bolivia el 23 de abril de 1967, designado para dirigir la escuela de Boinas Verdes, ubicada en el central azucarero La Esperanza, en las cercanías de Santa Cruz. Llegó para adiestrar a los soldados con las mismas técnicas utilizadas por los norteamericanos en Vietnam. Shelton dirigió escuelas de este tipo en la República Dominicana y Lao. Lo acompañó su ayudante, el capitán Michel Leroy, quien acababa de regresar de Saigón.

También arribaron a Bolivia los capitanes Edmond Fricke, William Trimble, Margarito Cruz y otros asesores en diferentes especialidades, agrupados en: armamentos, comunicaciones, medicina, explosivos, Inteligencia y doctrina política. Esta escuela adiestró a 650 efectivos en la lucha de asalto antiguerrillero.

Mientras los combates se sucedían, en la ciudad de Santa Cruz se artillaban varios helicópteros norteamericanos de cuatro y doce plazas, para incorporarlos de inmediato a la contienda bélica.

Se produjo un nuevo combate el 8 de mayo, donde se le capturó al ejército 7 carabinas M-1 y 4 fusiles máuser, 10 prisioneros con dos heridos, y muerto el teniente Henry Laredo, a quien le incautaron un diario de campaña donde trataba a los trabajadores bolivianos como holgazanes y otros adjetivos despectivos. Sobre la tropa manifestaba la falta de moral combativa y relataba cómo los soldados lloraban cuando conocían de la presencia de los guerrilleros. También le encontraron una carta de la esposa, que le pedía una cabellera de guerrillero para adornar el living de su casa.

Al día siguiente, los guerrilleros dejaron en libertad a los soldados después de curar a los heridos, y continuaron la marcha, mientras la aviación bombardeaba toda la zona.

Esta nueva derrota del ejército y su incapacidad manifiesta disgustaron a los asesores norteamericanos, quienes plantearon la necesidad de sustituir al coronel Humberto Rocha Urquieta como jefe de la IV División en Camiri.

Represión contra dirigentes mineros, sindicales y políticos

Represión contra dirigentes mineros, sindicales y políticos

Mientras en la zona guerrillera el ejército sufría una derrota tras otra, en la ciudad de La Paz, Barrientos decretó la detención inmediata de los principales dirigentes de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia: Víctor López, Simón Reyes, Arturo Crespo, Alberto Jara, y a los líderes de los partidos políticos: Mario Monje, Jorge Kolle Cueto, Guillermo Lora, Oscar Zamora Medinacellis, Carlos Serrate Reich, David Añez y Walter Vázquez Michel. También a Juan Lechín Oquendo, secretario general de la poderosa Central Obrera Boliviana (COB) y máximo dirigente del Partido Revolucionario de Izquierda Nacional (PRIN). Lechín, que se encontraba en Chile, impartió instrucciones a los miembros de su partido para que se integraran y apoyaran a las guerrillas. El 1ro. de mayo de 1967 envió un mensaje a los trabajadores bolivianos:

“Nos encontramos nuevamente firmes, en el puesto de batalla por la clase obrera y la liberación nacional del yugo imperialista.

”La única alternativa es defender la democracia con el fusil al hombro de los trabajadores y desocupados. Los guerrilleros luchan por la liberación de la patria del funesto yugo extranjero que se halla en el Palacio de Gobierno y el Gran Cuartel de Miraflores.”

Después de ese mensaje se dirigió a Arica para atravesar la frontera boliviana y entrar clandestinamente en su país. Viajó acompañado de los chilenos Luis Valente Rossi, diputado del Partido Comunista, y del comerciante Luis Hederman. Cuando llegó al punto de control chileno fue detenido e interrogado, a pesar de que portaba un pasaporte en perfecto orden, a nombre de Eduardo Manosera, con el No. 255717, extendido en Buenos Aires en 1962 y renovado el 31 de octubre de 1966. La policía informó que Lechín estaba transformado físicamente y con los documentos en regla, pero que no pudo ocultar sus enormes dientes y sus ojos bicolores, razón por la cual lo descubrieron. Sin embargo, el periódico La Defensa, de Arica, reveló que la policía lo estaba esperando, porque recibió una llamada acerca de que Lechín se dirigía a esa ciudad con dos acompañantes.

Fue llevado para Santiago de Chile, donde el senador Salvador Allende intervino para otorgarle asilo político, lo que provocó una airada protesta de Barrientos, y vulgares declaraciones contra Lechín y los dirigentes chilenos. Allende no respondió oficialmente a los insultos; pero, según fuentes periodísticas, alguien quiso burlarse del mandatario boliviano y le envió una jaula con cinco loros, que al llegar a la frontera fueron decomisados por carecer de certificados de sanidad. Tres de esas aves estaban entrenadas, porque repetían sin cesar: “¡Somos Guerrilleros! ¡Viva Lechín! ¡Viva Fidel! ¡Abajo Barrientos!”

Desde la capital chilena, Lechín, refiriéndose nuevamente a las guerrillas, declaró que era el único camino para que el trabajador conquistara su libertad.

El PRIN, con las firmas de los dirigentes Lidia Gueiler Tejada y Carlos Daza, dio a la publicidad un documento con el fin de que se formara un frente de apoyo a la guerrilla como única salida para Bolivia.

Barrientos respondió con más violencia y represión; ordenó que se agotaran todos los medios para apresar a Lechín Oquendo, Lidia Gueiler Tejada, Carlos Daza, Simón Reyes, René Chacón, Cirilo Valle y Rosendo García Maisman. Este último fue herido de bala durante la masacre de la Noche de San Juan el 24 de junio de 1967 y murió desangrado, porque las autoridades no permitieron que le dieran asistencia médica.

Los presos en los campos de concentración ubicados en las selvas del oriente boliviano —conocidos como los de Pekín, Alto Madidi, Ixiamas y Puerto Rico— protagonizaron una fuerte protesta, denunciaron las torturas y los malos tratos que recibían. La respuesta fue mayor crueldad y represión, especialmente contra Alberto Jara, Reinaldo Veizaga, José Ordóñez, Luis Ninavia, Filemón Escóbar, Oscar Salas, Jorge Echazú, Sinforoso Cabrera, Nelson Capelino, Casiano Amurrio Rocha, Modesto Reinaga, Rudy Cuéllar, Mario Ortuño, Aníbal Vargas, Víctor Reinaga, René Olivares, Oscar Sanjinés, Walter Vázquez Michel y Luis Zaral. Barrientos estaba decidido a destruir la oposición a cualquier precio.

Ante la intensa represión y el envío masivo de dirigentes sindicales y políticos a los campos de concentración, los estudiantes universitarios mostraron de inmediato su solidaridad combativa y, como gesto de público respaldo, acordaron que Ramiro Barre-nechea, vicepresidente de la Confederación Universitaria de Bolivia, en compañía de Raúl Ibarguen y Osvaldo Trigo, de la Federación Universitaria de La Paz, se trasladaran hasta los campos de confinamiento para llevarles cartas, noticias y variados encargos. Cuando los jóvenes llegaron a Riberalta, última población obligada antes de esos apartados lugares, los servicios de Inteligencia del ejército los interrogaron.

El único medio de transporte en la selva amazónica boliviana es el aéreo o fluvial, porque no existen caminos. Los campos de concentración eran cárceles naturales. Nadie podía salir. La selva lo impedía. Por eso, los servicios de Inteligencia sólo tenían que controlar los aeropuertos o pistas de aterrizajes. Los dirigentes estudiantiles conocieron que, además de Ixiamas, Alto Madidi, Puerto Rico y Pekín, existían otros centros de confinamiento en la selva que llevaban nombres de ciudades o países: Viena, Londres, Argentina, Moscú y París, una curiosa paradoja en esos oscuros, deshabitados y apartados lugares. Los horrores de los campos de concentración son descritos en varias crónicas por periodistas de la época, y muchos de ellos recogidos en el libro titulado Alto Madidi.

También los jóvenes universitarios supieron de la existencia, en esas selvas, de una base secreta norteamericana, con pistas de aterrizaje, y de 18 a 20 casas confortables, con aire acondicionado e intercomunicadores. Estaba prohibido el acceso de bolivianos a la base. Según los pobladores de Riberalta, las autoridades explicaron que se trataba de un Instituto Lingüístico de Verano, pero les llamaba la atención que en las noches escuchaban vuelos de aviones y que hasta el pan venían a buscarlo en sus avionetas. Algunas fuentes señalaron que se trataba de una base de comunicaciones radioelectrónica para espiar a los guerrilleros; otros indicaron que obedecía a fines de exploración geológica, que tenía el propósito de descubrir piedras preciosas que llevaban secretamente para los Estados Unidos. El periodista Andrew Saint George —confirmado agente de la CIA— reveló que los norteamericanos seguían el curso de los guerrilleros con equipos e instrumentales sofisticados que medían el calor humano y el humo de las cocinas guerrilleras. Tiempo más tarde se conoció que este método lo utilizaron en Vietnam.

Otras fuentes estiman que la CIA obtuvo la información de que las guerrillas pensaban operar en la zona del departamento del Beni y comenzaron a tomar medidas. Se temía que grupos de indígenas se rebelaran, porque ya se notaban síntomas en ese sentido. En la población de Ascensión de Guarayos, el dirigente de esa comunidad, Salvador Iraipí, con sus hombres, atacó las oficinas de la Dirección de Investigación Criminal (DIC) y de la policía.

Con posterioridad a los acontecimientos guerrilleros, se afirmó que la base secreta o Instituto Lingüístico de Verano estaba ubicado a orillas del lago Tumichucua, que en lengua moxeña quiere decir bello lago.

El movimiento estudiantil y universitario, las organizaciones obreras, campesinas, intelectuales y juntas vecinales criticaban constantemente la presencia norteamericana en ese lugar y acusaban públicamente a la CIA de utilizar esa institución para estudiar las etnias nativas, sus costumbres, lenguas, y tradiciones. Pero lo que provocó mayor indignación fue cuando se conoció que, en las comunidades indígenas, los norteamericanos estaban esterilizando a las mujeres en edad de procrear. El hecho tuvo tal repercusión que hasta atacaron y secuestraron a varios norteamericanos. El cineasta boliviano Jorge Sanjinés recogió estos acontecimientos en la película Llawar Mallcu, que en lengua quechua quiere decir sangre de cóndor.

Ante el escándalo y la presión popular, en 1982, las instalaciones del Instituto Lingüístico de Verano se transfirieron al Ministerio de Educación y Cultura. De inmediato, el jefe de esa cartera, doctor Alfonso Camacho Peña, legalizó todas las propiedades a favor de dicho ministerio y estableció la Escuela Normal para Maestros Rurales.

Las funciones de la base secreta de los Estados Unidos que operó mientras existieron las guerrillas en las selvas bolivianas­, hasta nuestros días han permanecido en el misterio.

Barrientos ordena destruir la revista Crítica

Barrientos ordena destruir la revista Crítica

La revista Crítica, dirigida por el periodista boliviano Juan José Capriles, en un reportaje denunció varios crímenes cometidos por las autoridades y el envío de personas a los campos de concentración. Posteriormente publicó que el Che Guevara se encontraba en Bolivia.

Estas informaciones irritaron a Barrientos, quien manifestó a los periodistas que esa revista era un libelo infamatorio, un pasquín sensacionalista e indecente, y su director un mentiroso, carente de moral y ética profesional que, para venderla, utilizó una falsa información al levantar un cadáver de su tumba, porque “el Che Guevara estaba muerto desde hacía mucho tiempo”.

A partir de ese momento, Juan José Capriles fue objeto de burlas y mofas de sus enemigos. El local de la revista fue allanado en reiteradas ocasiones, además, recibió varias amenazas de muerte y destruidas sus propiedades.

Tiempo después, al saber Capriles que el paraguayo doctor Francisco Silva se encontraba detenido, acusado de transportar armas y formar guerrillas en su país, consideró que podía estar vinculado al Che y decidió entrevistarlo. Para lo cual gestionó, con el coronel Fernando Pastrana, gobernador de la cárcel de la ciudad de La Paz, una visita a dicho penal. En compañía del fotógrafo Antonio Equino, la recorrió toda, y observó las condiciones infrahumanas en que vivían los presos bolivianos. Logró penetrar en la sección oculta, conocida como Guanay, donde casi no entra el sol y la humedad es muy grande, y, por lo general, los presos, si no mueren, salen con pulmonía o tuberculosis. Con la misma intención visitó otras cárceles del país hasta que, finalmente, encontró al doctor Silva en una prisión de la ciudad de Santa Cruz, pero no le aportó los datos que buscaba. Al conocer sobre los combates guerrilleros en Ñacahuasú, se dirigió a Camiri con el propósito de reportar lo que estaba sucediendo.

En su reportaje Capriles describió las condiciones espantosas en que vivían los soldados bolivianos, con los pies llagados, cubiertos con trapos, sin alimentos ni recursos médicos. También refirió que los dos oficiales muertos en el combate del 10 de abril —los tenientes Luis Saavedra Arambel y Jorge Ayala Chávez—, los habían trasladado como castigo a la zona de combate, porque eran oficiales jóvenes que criticaban el clima represivo que se vivía dentro del ejército. En su reportaje aseguró que el Che se encontraba en las guerrillas y publicó un himno dedicado al Guerrillero Heroico.

Barrientos, nuevamente molesto, ordenó que lo detuvieran y que la edición de la revista fuera confiscada. Hecho prisionero, Capriles fue conducido a la ciudad de Santa Cruz, donde lo interrogaron. Luego, lo presentaron frente a Barrientos, quien le dijo: “Esta vez has dicho la verdad que ojalá fuera mentira, pero te va a costar más cara que las mentiras que has dicho.”

Lo enviaron detenido para La Paz, acusado de vincularse con el Che y de enlace guerrillero. El agente de la CIA Julio Gabriel García lo interrogó y la revista Crítica fue desmantelada y todas las propiedades robadas. Capriles tenía dos hijas en La Paz, de cinco y siete años de edad, que quedaron solas y sin recursos, hasta que por diversas gestiones y reclamos las enviaron a Brasil, donde se encontraba su esposa.

El nominativo de “guerrillero” se aplicó a todos los que se encontraban en la oposición; por ejemplo, si se quería arruinar o destruir a un comerciante o pequeño industrial que competía con otro, lo denunciaban como colaborador de la guerrilla y la represión caía sobre él, sin investigar ni aclarar la denuncia. Cuando algún alto funcionario, político, militar o policía se interesaba por la esposa o novia de alguien, lo acusaban de guerrillero y lo aterrorizaban, al extremo que lo obligaban a salir de la ciudad; si era influyente lo presionaban hasta que tomaba un avión rumbo al exilio. Las casas allanadas generalmente eran saqueadas, y todas las pertenencias y objetos de valor, robados.

Ordenaron aplicarle a Capriles la ley de fuga, la cual no se ejecutó porque el militar que debió cumplirla lo conocía de un anterior exilio que ambos compartieron y lo ayudó a escapar. De esa forma pudo solicitar asilo político en la embajada de Uruguay en La Paz.

Los guerrilleros llegan a Caraguatarenda

Los guerrilleros llegan a Caraguatarenda

Los guerrilleros tomaron el caserío de Caraguatarenda el 28 de mayo de 1967. Este hecho tuvo gran importancia política y militar por su ubicación geográfica, ya que se encuentra situado en el camino que comunica las ciudades de Camiri y Santa Cruz. Poco después, llegaron 2 camiones y 2 jeeps con pasajeros y trabajadores petroleros, quienes se encargaron de difundir la acción. El 30 de mayo hubo un nuevo combate, murieron 2 soldados y varios resultaron heridos. El corresponsal de guerra José Luis Alcázar señaló que fueron en vano los esfuerzos y las órdenes de sus jefes para detenerlos, huían llenos de pánico. Al día siguiente volvieron a chocar, resultaron heridos varios soldados y un guía civil muerto. La derrota imperó en las filas militares.

El militar boliviano Diego Martínez Estévez escribió en su libro Ñancahuazú. Apuntes para la historia militar de Bolivia que un soldado, en la carrocería de uno de los vehículos, gritaba: “Soy creyente, por Dios no me maten”, mientras que uno de los militares, dejando de disparar, le propinaba patadas para que se protegiera. Lejos de cubrirse, pretendió golpearlo con la culata de su fusil, en los momentos en que otro soldado disparaba desde otro ángulo y notando la actitud histérica de aquel, se abalanzó sobre él y lo derribó. Añadía que “Los siguientes tres días esta unidad sufrió de hambre y de sed; cuadros y tropas tuvieron que hacer supervivencia cazando y extrayendo agua de las carahuatas; algunos mitigaban su hambre con coca y los más, no pudiendo contenerse, arrebataron las caramañolas de la Compañía Trinidad, que de Lagunillas llegó tarde a El Espino debido a falta de vehículos de transporte”.

Durante todo el mes de mayo, la represión en los campos fue intensa: grupos numerosos de humildes campesinos fueron conducidos a las cárceles, sus animales y cosechas robados, sus propiedades quemadas; los dueños de camiones y jeeps obligados a servir al ejército; los peones y campesinos debían avanzar al frente de las tropas como guías. El terror imperó en todos lados.

A varios campesinos de la zona de Masicuri y sus alrededores los llevaron presos para Vallegrande, donde los torturaron salvajemente. Participaba en los interrogatorios el agente de la CIA Julio Gabriel García. Se establecieron puntos de control militar en todos los accesos a las ciudades, pueblos, en las diferentes carreteras y caminos que conducían a la zona guerrillera. El periodista boliviano Jorge Rossa narró que en la carretera Santa Cruz-Cocha-bamba se colocaron 18 barreras militares de control, y en estas se revisaba a los pasajeros y su documentación con la mayor brutalidad. Él escribió: “A un joven etnólogo francés, trotamundo, lo detuvieron cuando navegaba solitario en su canoa en el río Mamoré, porque llevaba barba y era extranjero [...].” Y afirmó: “Llevar barba en esta época era un riesgo mortal.” Y continuó: “A un chico de 14 años lo apalearon en su propia casa los matones del DIC porque encontraron allí unas botas de gomas japonesas. ¿Qué mejor prueba de que se preparaba para enrolarse en la guerrilla y no para pescar en el río Yapacaní?”

Pero a pesar de la intensa represión, los campesinos mostraban simpatías hacia los guerrilleros. En el resumen del mes de mayo, el Che escribió que estos iban perdiendo el miedo y se lograba su admiración. “Es una tarea lenta y paciente”, señaló.

Inti Peredo en su libro Mi campaña junto al Che planteó que durante los tres meses de combates le ocasionaron al ejército más de 50 bajas entre muertos, heridos y prisioneros, incluidos tres oficiales de alta graduación; se le ocupó gran cantidad de armas, parque, vestuarios y alimentos, también señaló que el avance más notable era la desmoralización y la falta de combatividad de los soldados, lo que contrastaba notablemente con la agresividad y temeridad de los guerrilleros.

Mientras, el juicio contra Debray era divulgado en todo el mundo. Periodistas, intelectuales, religiosos y dignatarios de Estados mostraban preocupación por su vida. En París se creó un comité de solidaridad reportado el 9 de mayo por la agencia de noticias UPI, la cual señaló que un grupo de intelectuales, que incluía a 38 académicos, tres premios Nobel, varios profesores universitarios, escritores, prelados católicos y pastores protestantes, envió un mensaje a las autoridades bolivianas a favor de Debray. El Che escribió en su Diario que el clamoreo en torno al caso Regis Debray había dado más beligerancia al movimiento guerrillero que diez combates victoriosos.

La CIA elabora un plan para interrogar al revolucionario boliviano Jorge Vázquez Viaña

La CIA elabora un plan para interrogar al revolucionario boliviano Jorge Vázquez Viaña

Las emisoras radiales informaron el 27 de mayo de 1967 que el guerrillero Jorge Vázquez Viaña se había fugado de la prisión en Camiri. A él lo habían herido en una pierna y hecho prisionero el 27 de abril, y llevado al cuartel donde lo torturaron. Como no lograron sus propósitos de hacerlo hablar, la CIA elaboró un plan a través de un agente de origen cubano, para obtener informaciones del valiente joven.

Al respecto el corresponsal de guerra boliviano José Luis Alcázar, escribió: “Por Radio Sararenda se difundió una ‘protesta’ de un periodista extranjero. Este protestaba porque las autoridades militares de Camiri no le permitían entrevistarse con Vázquez Viaña.” Indicó Alcázar que el mencionado periodista era el agente de la CIA Eduardo González y que los custodios hicieron que Vázquez Viaña escuchara la protesta, así, cuando los jefes militares autorizaron a González a que entrara a la prisión, relata que “[...] comenzó la entrevista preguntándole sobre su salud, Vázquez respondía con monosílabos. De momento, la ‘entrevista periodística’ cambia... González, en voz baja, le comunica al guerrillero: ‘no soy periodista. Soy un enviado de Fidel. Vine de La Habana a saber qué ha ocurrido con el Che. No tenemos noticias de él’.”

Cuenta que Vázquez Viaña se sorprendió, y, aunque al principio no le creyó, el acento cubano terminó por confundirlo y cayó así en la trampa de la CIA.

El 27 de mayo, con la grabación de la entrevista, Roberto Toto Quintanilla trató de chantajearlo, cuando le comunicó que el periodista que lo entrevistó era un agente de la CIA; entonces le propuso un plan de fuga y el traslado a la República Federal de Alemania, donde vivían su esposa e hijos, a cambio de que delatara a los componentes de la red urbana y ubicara las casas de seguridad. Vázquez Viaña, indignado, se abalanzó contra él, pero este, junto con sus ayudantes, lo golpearon hasta fracturarle los brazos, luego, ordenó que lo mataran.

Después de asesinarlo, lo lanzaron a la selva desde un helicóptero piloteado por Jaime Niño de Guzmán y Carlos Rafael Estívariz.

La noticia de la fuga solo encubría el crimen cometido.

La CIA y su intromisión en las fuerzas armadas y otros sectores bolivianos

La CIA y su intromisión en las fuerzas armadas y otros sectores bolivianos

Caos, desorden, desmoralización y asesinatos dentro del ejército

Caos, desorden, desmoralización y asesinatos dentro del ejército

Las tropas de la IV División del ejército, con sede en Camiri, estaban formadas en enero de 1967 por 10 jefes, 21 oficiales, 54 suboficiales y sargentos, y 244 soldados. Los mandos militares eran los siguientes:

Comandante de división: coronel Humberto Rocha Urquieta.

Jefe de estado mayor: coronel Juan Fernández Cálzaga.

Jefe de operaciones: mayor Armando Reyes Villa.

Jefe de Inteligencia: teniente coronel Carlos Romero Arévalo.

Jefe de personal y cuadros: teniente coronel Vicente Antezana Negrete.

Jefe de retaguardia: teniente coronel Carlos Klagges Strinford.

Todos ellos fueron designados por el general Alfredo Ovando Candia, jefe de las fuerzas armadas bolivianas. Al descubrir a las guerrillas, las tropas de la IV División se incrementaron de manera extraordinaria: en la última decena de marzo, la composición era de 12 jefes, 42 oficiales, 93 suboficiales y 1 619 soldados, para un total de 1 770 hombres; en el mes de mayo, esa cifra se elevó a 2 500 efectivos.

Después del combate del 23 de marzo, el mando militar de la IV División fue seriamente cuestionado, porque las guerrillas se organizaron y establecieron en la zona sin que fueran detectadas, y en el primer enfrentamiento militar los derrotaron escandalosamente.

La desorganización, el caos y la desmoralización imperaban en las filas del ejército de manera impresionante; la incapacidad de los mandos se perfilaba cada vez con mayor claridad. Sin embargo, lalealtad a Ovando era más importante que la capacidad militar y, por esa razón, los mantenían en sus puestos, con la excepción del jefe de la Inteligencia, a quien responsabilizaron con todos los errores y sobre él recayeron las culpas. Lo sustituyeron por el capitán Hugo Padilla, también hombre de confianza de Ovando.

Cuando los soldados llegaban a Camiri no encontraban barracas, dormitorios, ni locales apropiados para guardar sus pertenencias; al regresar por alguna causa, casi todo había desaparecido, lo que ocasionaba serios conflictos.