La economía peruana del periodo 1950-2020 - Félix Jiménez - E-Book

La economía peruana del periodo 1950-2020 E-Book

Félix Jiménez

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Este libro analiza las consecuencias del estilo de crecimiento peruano desde la década de 1990 y sus diferencias con lo que ocurrió entre 1950 y 1980. En primer lugar, las reformas y políticas del periodo neoliberal, 1990-2020, consolidaron una estructura productiva primario-exportadora y ocasionaron una desindustrialización prematura. La industria manufacturera perdió capacidad de generación de empleo y redujo su participación en la generación del PBI. En segundo lugar, el progreso técnico incorporado en la acumulación de capital y el inducido por las variaciones de la demanda en la acumulación de capital durante el periodo neoliberal fueron mucho menores que los registrados en 1950-1983. En tercer lugar, los años de alto crecimiento económico durante el superciclo de los precios de las materias primas, 2002-2013, con fuerte impulso de la inversión extranjera en la minería, no atenuaron las disparidades existentes entre las regiones del país ni se sustentaron en un crecimiento sostenido de la productividad. El estilo de crecimiento económico primario exportador dominante del periodo neoliberal configuró regímenes regionales, económicos y espaciales que confirmaron la desigualdad y heterogeneidad que caracteriza a la estructura espacial y productiva de las regiones del país.

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Félix Jiménez es doctor en Economía (PhD) por la New School University de Nueva York y magíster en Economía por El Colegio de México. Ha sido Adolph Lowe Fellow en la New School y recibió el Frieda Wunderlich Memorial Award por su tesis de doctorado.

Es profesor del Departamento de Economía de la PUCP, y ha sido profesor en otras universidades del país y del extranjero. Ha sido consejero económico de la Presidencia de la República, director general de Crédito Público (MEF), gerente de finanzas en el Banco de la Nación y consultor de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Entre sus libros publicados se encuentran: Ventajas comparativas y economías de escala en las teorías del comercio internacional (2000); Macroeconomía: enfoques y modelos (2 volúmenes, 2006 y 2007); Reglas y sostenibilidad de la política fiscal: Lecciones de la experiencia peruana (2008); Crisis internacional. Impactos y respuestas de política económica en el Perú (2009, editado junto a Oscar Dancourt); La economía peruana del último medio siglo: ensayos de interpretación (2010); Teoría económica y desarrollo social: exclusión, desigualdad y democracia. Homenaje a Adolfo Figueroa (2010, editor); Crecimiento económico: Enfoques y modelos (2011); Elementos de teoría y política macroeconómica para una economía abierta (2 volúmenes, 2012); Apuntes de crecimiento económico: Enfoques y modelos (2015); Otra ruta de desarrollo para el Perú (2016); Macroeconomía (2017); Veinticinco años de modernización neocolonial. Crítica de las políticas neoliberales en el Perú (2017); y es coautor de los libros Empleo y protección social en Ecuador (2001) y Modelos de análisis de políticas macroeconómicas para la economía peruana (2004).

Félix Jiménez

La economía peruana del periodo 1950-2020

Desindustrialización prematura, productividad y cambio técnico, y disparidades económicas regionales

La economía peruana del periodo 1950-2020Desindustrialización prematura, productividad y cambio técnico, y disparidades económicas regionales© Félix Jiménez, 2024

© Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2024Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú[email protected]

Diseño, diagramación, corrección de estilo y cuidado de la edición: Fondo Editorial PUCP

Primera edición digital: marzo de 2024

Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2024-01449e-ISBN: 978-612-317-937-3

A mis hijos Gabriel, Ricardo y María, con el cariño de todos los días.

Índice

Presentación

Capítulo 1.Crecimiento y desindustrialización prematura: un análisis kaldoriano

1. Introducción

2. La teoría del crecimiento y el papel de la manufactura: Smith, Young, Verdoorn y Kaldor

3. Crecimiento económico y papel de la industria manufacturera: evidencia empírica sobre las leyes de Kaldor

4. Conclusiones

Capítulo 2.Capacidad productiva, cambio técnico y productividad: estimaciones alternativas del producto de largo plazo

1. Introducción

2. Crecimiento y producto de largo plazo determinados por la demanda: el modelo modificado de Shaikh-Moudud y el modelo de Thirlwall

3. El producto potencial determinado por factores de oferta: el modelo de Solow-Swan

4. Conclusiones

Anexo

Capítulo 3.Perú 1990-2020: heterogeneidad estructural y regímenes económicos regionales. ¿Persiste la desconexión entre la economía, la demografía y la geografía?

1. Introducción

2. Breve recuento teórico sobre la hipótesis de convergencia Beta y Sigma

3. Metodología para la estimación de la convergencia con y sin efectos espaciales

4. Algunos hechos estilizados del crecimiento del PBI per cápita regional

5. Análisis exploratorio del PBI per cápita en las regiones del país

6. Análisis econométrico espacial de la convergencia

7. Conclusiones

Anexos

Referencias

Presentación

El discurso ideo-político que acompañó a las políticas públicas de los distintos gobiernos que se sucedieron desde 1990 tenía como ejes propagandísticos el mercado autorregulado, el individualismo y el rechazo a la intervención económica y social del Estado. Con este discurso se le abrió paso al desmantelamiento y reducción de la capacidad del Estado mediante renuncias pagadas de profesionales calificados; a la desregulación de los mercados, en particular, el mercado de trabajo; a las privatizaciones desnacionalizadoras; a las libérrimas concesiones gasíferas y mineras al capital extranjero; a la utilización de las asociaciones público-privadas en grandes inversiones cuyos riesgos eran básicamente asumidos por el Estado; y al fomento de los servicios privados de salud y educación, en desmedro de la calidad de los públicos.

La desregulación condujo a la concentración del poder económico y a la generación de posiciones de dominio en los mercados; y la subordinación del interés público al interés privado condujo al incremento de la corrupción y, consecuentemente, a la mayor degradación de las instituciones. Como advertía Polanyi, un «mercado que se regula a sí mismo es una institución que no puede existir de forma duradera sin aniquilar la sustancia humana y la naturaleza de la sociedad, sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en un desierto» (1989, p. 26).

La liberalización comercial y financiera indiscriminada, y la flexibilización del mercado de trabajo, configuraron una economía especializada en la producción de materias primas por sus ventajas comparativas naturales, cuyo dinamismo no depende de la demanda interna sino fundamentalmente de la demanda externa. El resultado fue la reprimarización y un modo de crecer desindustrializador que, por lo tanto, no creó empleo ni ingresos decentes, porque expandió la producción de comercio y servicios donde se encuentra el grueso de la población trabajadora de baja productividad y bajos ingresos. Con la especialización en la producción de bienes primarios —básicamente de minerales en el periodo neoliberal—, se legitimó un orden asimétrico de hegemonía y dominación del poder del capital financiero y de las corporaciones transnacionales, sobre el Estado, los trabajadores, los pueblos y las comunidades nativas.

Sobre la base del discurso del «eterno retorno» de las ventajas naturales como fundamento de la modernización —antes colonial, ahora neocolonial—, la economía se incorporó al mundo globalizado actual como campo de inversión del capital transnacional en actividades primarias de exportación (salitre, guano, algodón, azúcar, petróleo, minerales), con reformas y políticas que generaron una «carrera hacia el fondo» (race to the bottom), es decir, presiones a la baja de los salarios y de los impuestos y, en general, la supresión de los derechos de los trabajadores, el relajamiento de las regulaciones, para atraer al capital extranjero1. Esta manera de competir en los mercados internacionales dio lugar no solo al estancamiento de los salarios reales, a la precarización del empleo o supresión de los derechos de los trabajadores, la desatención de los costos medioambientales de la explotación de recursos primarios y a la erosión de la soberanía del Estado-Nación, sino también a una competencia que, al trasgredir la ética y el bien público, causó daños en el medio ambiente, a los estándares laborales, a la capacidad fiscal de los gobiernos y, consecuentemente, a la calidad de los servicios públicos2.

Los salarios reales de los trabajadores y los sueldos reales de los docentes se redujeron a menos de la mitad del nivel que alcanzaron hace 40 años. Actualmente, el 74,8% de la PEA ocupada se encuentra en empresas de 1 a 10 trabajadores, donde el ingreso promedio mensual es de alrededor de S/ 1000. Además, cerca del 76,1% del total de la PEA ocupada es informal. La pandemia de la COVID-19 reveló el fracaso del reduccionismo estatal y de la desregulación de los mercados, en particular, del mercado de trabajo. Después de más de treinta años de políticas neoliberales, la pandemia puso al descubierto la precarización de los servicios de salud, educación y protección social y de la infraestructura económica y social. Perú, según la OMS, fue el que tuvo, entre todos los países del mundo, el mayor número de fallecidos por 100 000 habitantes.

Este libro consta de tres capítulos en los que se analizan los efectos de las reformas de la década de 1990 y del estilo de crecimiento primario exportador, sobre la estructura productiva, el comportamiento de largo plazo de la economía y su distribución regional3.

En el primer capítulo se muestra la pérdida de liderazgo de la industria manufacturera en el proceso de crecimiento económico y en el aumento de la productividad del trabajo. El enfoque utilizado en el desarrollo de este capítulo es kaldoriano-keynesiano, según el cual el crecimiento económico está determinado fundamentalmente por factores de demanda. Se evalúan estadística y econométricamente las leyes de Kaldor, según las cuales el crecimiento de la manufactura impulsa el crecimiento del PBI, el crecimiento de la productividad laboral en la propia manufactura y en la economía en su conjunto. El periodo de análisis cubre 65 años de 1950 a 2015, que incorpora tanto el periodo de industrialización dirigida por el Estado veinticinco años de neoliberalismo también dirigido por el Estado.

La pérdida de liderazgo de la manufactura es la otra cara del proceso de desindustrialización prematura que acompañó al crecimiento primario exportador. La estructura productiva se hizo menos agrícola y manufacturera, y sesgada al comercio y servicios donde se concentra el empleo informal de baja productividad, de baja calificación y de bajos ingresos. Cayó la participación de la manufactura en la generación del PBI. El 68,8% del PBI de 2019 corresponde a actividades no transables (comercio, construcción y servicios). Sube a 78,4% si se le suma agricultura y pesca. Se redujo la participación de la manufactura en la generación de empleo. El 65,2% del empleo de 2019 corresponde a actividades no transables (comercio, construcción y servicios). Sube a 89,9% si se le suma agricultura y pesca.

En el segundo capítulo se presenta las estimaciones del producto de largo plazo y de la brecha del producto, correspondientes a dos enfoques teóricos. El primero es el enfoque del crecimiento dirigido por la demanda. Se estiman dos modelos de producción de largo plazo. El modelo de Shaikh y Moudud (2004) con una ligera modificación para captar el cambio técnico determinado por la demanda en el sentido kaldoriano (Kaldor, 1957); y, el modelo de Thirlwall (1979) según el cual las tasas teóricas de crecimiento de largo plazo de la economía están determinadas, en el largo plazo, por las tasas de crecimiento de las exportaciones. El segundo enfoque es el neoclásico de Solow-Swan (1956). Según este enfoque el crecimiento de largo plazo está limitado por factores de oferta, entre los cuales se encuentran ciertamente los factores de producción capital y trabajo. Se utiliza la misma técnica de cointegración para estimar los modelos de ambos enfoques para de este modo facilitar su comparación.

Se muestra que el crecimiento económico de los últimos no se sustentó en aumentos sostenidos de productividad y, por ende, no condujo a ganancias de competitividad en los mercados internacionales de bienes transables. Durante los años 1950 y 1975, la capacidad económica productiva creció a la tasa de 5,0% promedio anual; mientras que durante el periodo 1990-2016 (26 años de neoliberalismo) las tasa se redujo a 4,2% promedio anual. La menor tasa de crecimiento en 1990-2016 redujo su capacidad de absorción de empleo. La capacidad productiva per cápita creció durante 1950-1970 a la tasa de 3,0% promedio anual; mientras durante 1990-2016 lo hizo solo a la tasa de 1,4%. Con una menor «capacidad productiva» por persona ocupada, la posibilidad de encontrar empleo — sobre todo, empleo formal—, se reduce.

Asimismo, se muestra que el progreso técnico incorporado en la acumulación de capital y el cambio inducido por las variaciones de la demanda en la acumulación de capital, fueron mayores en el periodo 1950-1983, que en los años del neoliberalismo. El mayor progreso técnico se expresa en un crecimiento sostenido de la productividad en el primer periodo 1950-1983. En el siguiente, 1950-1975, la contribución al crecimiento de la productividad total de factores (PTF) fue de 37,3%. La PTF aumenta desde 1950 hasta 1974-1975, años en los que alcanza un máximo. De 1975 a 1992 la PTF registra una tendencia decreciente. En 1992 alcanza un mínimo, con un valor similar al del año 1951. En el periodo 1990-2016, la contribución al crecimiento de la PTF fue de 28,7%. De 1992 a 2002, la PTF registra una tendencia ligeramente decreciente. A partir de 2003 crece hasta el año 2016. Es importante mencionar que el periodo 2003-2013 fue de alto crecimiento económico, asociado principalmente al superciclo del precio de los commodities.

El mayor progreso técnico fue acompañado por una mayor tasa de acumulación de capital en el periodo 1950-1983 y, por lo tanto, por un sostenido proceso de modernización en las actividades transables no-primarias. El indicador de modernización (la intensidad de capital), creció de 1950 a 1983, pero después registró una tendencia decreciente hasta el año 2007 cuando alcanzó un valor cercano al registrado en 1975. Progreso técnico, crecimiento de la productividad y modernización, van de la mano con la industrialización manufacturera. La modernización del periodo 1950-1983, estaría asociado a la industrialización, la misma que implicó un aumento significativo de la inversión en maquinaria y equipo. La participación de esta inversión en el total creció. Lo contrario ocurrió en el periodo neoliberal, cuando la economía se reprimarizó. La inversión extranjera dirigida a actividades extractivas de exportación no promovió el desarrollo de mercados internos ni estimuló, por lo tanto, el desarrollo industrial.

Finalmente, en el tercer capítulo se analiza si en el periodo 1990-2020 —que incluye quince años de alto crecimiento económico impulsado por la inversión extranjera en la minería—, se registró un proceso de convergencia del producto per cápita de las veinticuatro regiones del país. En otras palabras, se busca responder si en un contexto caracterizado por la concentración espacial de la producción y de liderazgo en el crecimiento económico de la producción minera, se acentuaron o se atenuaron las disparidades existentes en términos del PBI per cápita o de bienestar entre las regiones del país; si crecieron más rápido las regiones pobres que las regiones ricas; o, si hay clubes o regímenes económicos que convergen a su propio estado estacionario, confirmando así la fragmentación del país. El análisis se realizó utilizando, en primer lugar, la técnica de análisis exploratorio de datos espaciales (ESDA, por sus siglas en inglés), para identificar tanto a la dependencia como a la heterogeneidad espacial en los productos per cápita de las regiones del país; y, en segundo lugar, la técnica de datos de panel y el spatial switching regression approach, a las que se les introdujo la interacción espacial tomando en cuenta algunas características propias de las regiones.

El producto per cápita se multiplicó por 2.5 en el periodo 1990-2019. Esto fue el resultado del alto crecimiento de la economía registrado en los años 2003-2013, periodo del superciclo de los precios de los commodities. Precisamente en este periodo el PBI per cápita creció a la tasa de 5,6% promedio anual. En el periodo 1990-2003 lo hizo a la tasa de 2,1% promedio anual y en el periodo 2013-2019 su tasa de crecimiento se redujo a 1,5% promedio anual. La multiplicación por más de 2 del PBI per cápita en los años del neoliberalismo, no atenuó las disparidades y desigualdades regionales. Los datos muestran una economía regional heterogénea: con crecimiento dispar, desigualdad territorial del producto per cápita regional y diferentes especializaciones económicas, junto a una general terciarización de las economías regionales. La brecha entre las regiones más ricas y las más pobres aumentó hasta los años de superciclo de los precios de las materias primas, o más precisamente en los años de expansión de la producción minera, y se redujo fundamentalmente en los últimos años desde 2014 cuando se inicia la desaceleración del crecimiento económico. Cuando se apagó el «motor externo» las regiones más ricas e impulsadas por el sector minero fueron afectadas en sus tasas de crecimiento lo que hizo que se acerquen más a las regiones pobres.

La evidencia empírica de este capítulo revela, asimismo, la existencia de mercados internos poco desarrollados: el coeficiente de la variable que capta la influencia de la urbanización y del mercado interno es muy pequeño. Con mercados internos poco dinámicos y que no se expanden sostenidamente, no es posible que se desarrollen las actividades de transformación. De otro lado, también se constata la existencia de una débil relación entre los espacios regionales y sus niveles de producción. El coeficiente de correlación entre las participaciones del PBI regional promedio del periodo 1990-2020, y las participaciones en el espacio nacional medido en kilómetros cuadrados, es estadísticamente no significativo. La ausencia de conexión que hay entre la geografía y la economía también se constata con el coeficiente de correlación entre los niveles de producción y la superficie agrícola en las regiones en miles de hectáreas. Con datos promedio para el periodo 2004-2013 se encuentra un coeficiente de correlación de 24,0% con un bajo nivel de significancia estadística. En resumen, de acuerdo con los datos estadísticos analizados en este capítulo puede afirmarse que el estilo de crecimiento económico del periodo 1990-2020 configuró regímenes regionales, económicos y espaciales, confirmando la desigualdad y heterogeneidad que caracteriza a la estructura espacial y productiva de las regiones del país. Las regiones que registraron niveles de PBI per cápita altos mantuvieron sus posiciones en los primeros lugares durante todo el periodo neoliberal.

Las reformas y políticas neoliberales han consolidado una estructura productiva que es primario-exportadora, pero menos industrial y agrícola, y más productora de servicios y bienes no transables (Construcción, Comercio y Servicios) donde se concentra el empleo de baja calificación, de baja productividad y de bajos ingresos. El crecimiento asociado a esta estructura productiva generó una ralentización del crecimiento de la capacidad productiva per cápita, limitando las oportunidades de empleo formal con ingresos dignos. La industria manufacturera perdió capacidad de generación de empleo y se redujo su participación en la generación del PBI y en el crecimiento de largo plazo. El neoliberalismo produjo una desindustrialización prematura.

La informalidad, es, en consecuencia, resultado de ese estilo de crecimiento y acumulación de capital que no expande la capacidad productiva industrial y agroindustrial, y que no moderniza la agricultura donde se encuentra cerca del 50% del empleo informal. Este estilo de crecimiento ha aumentado la participación en el empleo de los sectores terciarios (comercio y servicios) de baja productividad.

1 Como señala Palley, la dinámica de la «carrera hacia el fondo» (race to the bottom) se orienta a obtener una ventaja competitiva en mercados de productos y servicios a través de una competencia adversa bajo el supuesto que todo capital «rechazado» en un país se irá a otro. «Esta competencia adversa puede adoptar una gran variedad de formas, incluida la competencia fiscal que favorece las rentas del capital y perjudica las rentas del trabajo; supresión de normas laborales, ambientales y regulatorias; supresión del gasto social y educativo del gobierno; supresión de la inversión pública; y represión salarial» (2021, p. 48).

2 Según Ajit Singh y Zammit, «La hipótesis de la “carrera hacia el fondo” (race to the bottom) sugiere que la globalización no solo puede crear dificultades en el mercado laboral para los trabajadores de los países avanzados, sino que inevitablemente conducirá a una erosión competitiva de las normas laborales en todas partes, incluso en los propios países avanzados» (2004, p. 89).

3 Los contenidos de cada uno de los capítulos fueron resultado de investigaciones realizadas en el Departamento de Economía de la PUCP, y corresponden a versiones revisadas de los respectivos Documentos de Trabajo publicados entre los años 2017 a 2022. Véase Jiménez, 2017, 2018 y 2022.

Capítulo 1.Crecimiento y desindustrialización prematura: un análisis kaldoriano4

1. Introducción

El objetivo de este estudio es mostrar si la industria manufacturera peruana mantiene su liderazgo en el proceso de crecimiento económico y en el aumento de la productividad del trabajo en la economía en su conjunto5. Esta es la hipótesis de Kaldor (1966) que fue corroborada por nosotros en dos investigaciones anteriores para los periodos 1950-1978 (Jiménez, 1982) y 1950-1997 (Jiménez, 1999). Durante el primer periodo la industria manufacturera era la que lideraba el crecimiento económico, mientras los sectores terciarios funcionaban como auxiliares y se expandían impulsados por ella. La industria manufacturera crecía generando aumentos en la productividad y respondiendo al crecimiento de la demanda. En el segundo periodo (extendido) también se corroboraba la misma hipótesis, aunque ya empezaba a debilitarse el liderazgo de la industria manufacturera. Los años de ajustes y reformas estructurales habían iniciado un proceso de desindustrialización que continuó hasta nuestros días.

El periodo 1950-2015 cubre: a) los años de apogeo del modelo industrialista basado en la sustitución de importaciones que se inicia formalmente en 1959; b) el largo periodo de estancamiento económico de los años 1975-1990; y, c) los siguientes veinticinco años de liberalización y desregulación de la economía. Hasta cerca de 1990, cuando ocurre un cambio estructural en el comportamiento de las series de producción y empleo manufacturero, la actividad económica (o el comportamiento del PBI agregado) sigue el desempeño de la industria manufacturera. La manufactura crecía a tasas más altas impulsando el crecimiento del PBI. Después, en los años del neoliberalismo, las tasas de crecimiento de la manufactura se sitúan por debajo de las tasas de crecimiento del PBI agregado.

Durante 1950-1990 el PBI de la manufactura crece a la tasa de 3,7%, mientras el PBI agregado lo hace a la tasa de 3,3% promedio anual. Las fluctuaciones del PBI siguen a las fluctuaciones de la actividad manufacturera. Nótese que este periodo incorpora los años de apogeo de la industria, y el largo periodo de crisis y estancamiento económico que va de 1975 a 1990. Entre 1950 y 1975, la manufactura crece a la tasa de 6,6% y el PBI a la tasa de 5,4% promedio anual. En los años de crisis la manufactura decrece a la tasa de 0,8% y el PBI a la tasa de 0,1% promedio anual.

Durante 1990-2015 el PBI de la manufactura crece a la tasa de 4% y el PBI a la tasa de 4,7% promedio anual. Estos son años de desindustrialización prematura de la economía. Es prematura porque la participación de la manufactura en la generación de empleo y del PBI se reduce sistemáticamente, antes de que se haya alcanzado niveles de ingresos per cápita comparables a los de aquellos países desarrollados que hoy transitan hacia la economía de servicios (Rodrik, 2016; Saeger, 1997). Es importante notar que estos años también coinciden con el crecimiento primario exportador, cuya crisis iniciada en los años 2007-2008 y agravada recientemente por el estancamiento internacional, ha generado una tendencia al estancamiento caracterizada por un bajo crecimiento económico y la reducción del ingreso per cápita en dólares.

Hay que recordar que la industrialización que se inicia formalmente en 1959, aparece como una reacción a la crisis del modelo primario exportador. Este modelo, por su dependencia del capital extranjero y de la demanda externa no fue el camino hacia la modernización e industrialización de la economía. Había consenso en toda América Latina sobre la necesidad de que nuestros países abandonen el papel de productores de materias primas que desempeñaban en el sistema económico internacional. Desafortunadamente el proceso de industrialización, por razones que no vamos a explicar aquí, se agota o fracasa. Al periodo de alto crecimiento 1950-1975 le siguieron años de estancamiento del PBI, de volatilidad de sus variaciones, de inflación y de crisis de balanza de pagos (véase Jiménez, 1999).

En lugar de corregir los errores del proceso de industrialización y continuar con la modernización del país, las instituciones multilaterales (FMI y Banco Mundial) impusieron reformas y políticas de liberalización y desregulación, y de minimización del papel económico del Estado. El intervencionismo estatal y el proteccionismo, según estas instituciones y el Consenso de Washington de 1989, al impedir el libre juego de las fuerzas del mercado, generaron distorsiones de precios y desequilibrios, interno y externo, que terminaron socavando la sostenibilidad del crecimiento económico.

Luego de 25 años de políticas neoliberales nuestra economía enfrenta otra vez problemas estructurales que le impiden crecer sostenidamente. El contexto internacional desfavorable para la producción y exportación de minerales ha puesto al descubierto la ausencia o debilidad de la manufactura para impulsar el crecimiento económico y la expansión del empleo. Hay un alto porcentaje de trabajadores informales (73,7% del empleo total) de baja calificación y de bajos ingresos que revelan la incapacidad del modelo primario exportador para situar al país por la ruta del desarrollo.

Ante esta situación, cabe preguntarse si todavía la manufactura puede recuperar su papel de liderazgo en el crecimiento económico. Para responder a esta pregunta, evaluamos las leyes de Kaldor, según las cuales el crecimiento de la manufactura impulsa el crecimiento del PBI, el crecimiento de la productividad laboral en la propia manufactura y en la economía en su conjunto. El periodo de análisis cubre 65 años de 1950 a 2015, que incorpora tanto el periodo de industrialización dirigida por el Estado6 como los veinticinco años de neoliberalismo también dirigido por el Estado.

En la sección 2 de este capítulo se desarrolla el marco teórico de la investigación. Específicamente se presenta lo que dice la teoría asociada a los nombres de Smith, Kaldor, Young y Verdoorn sobre el papel de la manufactura en el crecimiento económico. En la sección 3 se analiza primero el desempeño de la industria manufacturera durante los años 1950 a 2015. Hay una clara diferencia en el desempeño de la industria manufacturera en los periodos 1950-1990 y 1990-2015. Como ya se ha dicho, en el primer periodo 1950-1990 también hay dos tipos de desempeño distintos. De 1950 a 1975 la manufactura crece sostenidamente mientras que en el periodo 1975-1990 atraviesa por una larga crisis. De 1990 en adelante cambia radicalmente el estilo de crecimiento haciéndose más dependiente de la producción primaria. En realidad, el proceso de desindustrialización prematura empieza antes del dominio de las políticas del Consenso de Washington, cuando se aplican las políticas de reforma y ajuste estructural patrocinadas por el Banco Mundial y el FMI para enfrentar la crisis de la deuda externa de la década de 1980. La manufactura pierde dinamismo y con ella la economía en su conjunto en ausencia del motor externo (la demanda por commodities), desde el año 2013. Las fuertes apreciaciones cambiarias en gran parte del periodo neoliberal le hacen perder competitividad y mercado interno. Las importaciones crecen de manera espectacular hasta representar, en el año 2015, el 157% del total de la producción manufacturera.

En la segunda parte de la sección 3 se presenta la evidencia estadístico-econométrica de las tres leyes de Kaldor, con series de producción, empleo y stock de capital de 1950 a 2015 (65 años). Para corroborar la hipótesis de cada ley, se utilizan tanto el método de mínimos cuadrados ordinarios como el método de cointegración y el análisis de causalidad. Los resultados de las estimaciones de los distintos modelos confirman la hipótesis del liderazgo de la manufactura, que se debilita o pierde dinamismo en los años de las políticas de liberalización comercial y de desregulación de los mercados. Finalmente, en la sección 4 se presentan las conclusiones más importantes de la evidencia empírica encontrada sobre el desempeño de la industria manufacturera en el periodo 1950-2015.

2. La teoría del crecimiento y el papel de la manufactura: Smith, Young, Verdoorn y Kaldor

2.1. Características de la industria manufacturera

La manufactura es una actividad de transformación de mercancías por medio de mercancías.

La industria manufacturera comprende un conjunto de actividades de transformación de insumos y materias primas procedentes de la agricultura, la ganadería, minería u otras actividades primarias, mediante procesos técnicos, el uso de maquinaria y fuerza de trabajo, que le agregan valor. Los resultados de este proceso de transformación pueden ser productos terminados para su venta como los bienes de consumo, de capital, o intermedios que sirven de insumos para otros procesos de producción. En este sentido, podríamos decir parafraseando el título del libro de Piero Sraffa, la industria manufacturera produce mercancías mediante mercancías. Por esta razón, su expansión solo depende del crecimiento del mercado o de la demanda agregada. Además, la expansión de la producción manufacturera que resulta del crecimiento de la demanda, contribuye a ampliar la demanda de bienes de otros sectores y, por lo tanto, el crecimiento de la economía en su conjunto (Salazar Arias, 2013).

La manufactura impulsa el crecimiento y multiplica el empleo.

La industria manufacturera es la que tiene mayor capacidad de generación de empleo directo e indirecto. El crecimiento del sector manufacturero amplifica la demanda por trabajo convirtiéndose en un polo de atracción de trabajadores que se encuentran en sectores tradicionales donde generalmente se ubican los trabajadores de baja calificación y de baja productividad. La transferencia de mano de obra desde sectores de baja productividad, como la agricultura y algunas actividades de servicios, hacia las actividades manufactureras y de servicios con mayores niveles de productividad, genera un efecto favorable en la productividad agregada de la economía, ya que trabajadores poco productivos empleados en actividades tradicionales se convierten en trabajadores industriales más productivos. Esto explica, además por qué debe haber una correlación positiva entre el crecimiento de la producción manufacturera y el crecimiento de la economía en su conjunto (Libanio, 2006; Jeon, 2006; Ocegueda, 2003; Kathuria & Raj, 2010). Por otro lado, cuando se expande sostenidamente la producción manufacturera, crecen los otros sectores y se crean nuevas actividades productivas. La industrialización es, en este sentido, el mejor vehículo de formalización del empleo en países como el nuestro (Salazar Arias, 2013).

La manufactura es una actividad que se expande con rendimientos crecientes.

La industria manufacturera se expande con rendimientos crecientes (su producción se multiplica por una cantidad mayor que la de los insumos que utiliza) porque lo hace generando encadenamientos hacia atrás y hacia adelante (emplea recursos de actividades primarias y produce bienes que son vendidos a través de la actividad comercial) (Kaldor, 1966; Sánchez Juárez, 2010). La capacidad de generación de encadenamientos —al interior de la propia industria y con otros sectores—, es mayor en el caso de la manufactura que en los casos de la agricultura o la minería. Así, el aumento de la demanda de la producción manufacturera impulsará la demanda en los otros sectores que le suministran insumos y materias primas (Kathuria & Raj, 2010). Una industria 157% manufacturera dinámica «estimula la demanda por más y mejores bienes primarios (en los sectores: agrícola, forestal, pesquero y minero) y servicios (tales como servicios bancarios, de seguros, comunicaciones, comercio y transporte). [Pero] también genera externalidades en el desarrollo tecnológico, la generación de habilidades y la capacitación, que son cruciales para la competitividad» (ONUDI, 2013, p. 5). En consecuencia, puede decirse que los rendimientos crecientes a escala son específicos a la manufactura y no se encuentran en la agricultura o los servicios. Esto no significa que otros sectores como la agricultura y los servicios no sean importantes en el desarrollo; sino que «el avance tecnológico se concentra de forma óptima y creciente en el sector de la manufactura y se extiende desde allí a otros sectores económicos, como el sector servicios. Además, los bienes de capital que se emplean en otros sectores se producen en el mismo sector manufacturero» (Szirmai & Verspagen, 2010).

En un estilo de crecimiento liderado por la manufactura, la productividad y el progreso técnico son endógenos.

La explicación de la correlación entre el crecimiento económico y la productividad en la manufactura se sustenta en la existencia de rendimientos crecientes estáticos y dinámicos en el sector industrial: «Los rendimientos estáticos se refieren principalmente a las economías de escala internas a la empresa, mientras que los rendimientos dinámicos se refieren al aumento de la productividad derivado del aprendizaje en la práctica [learning by doing], el cambio tecnológico “inducido”, las economías externas en la producción» (Libanio, 2006, p. 4).

Cuando se expanden los mercados aumenta la posibilidad de incorporar nuevos métodos y medios de producción que dan lugar a un aumento de la productividad del trabajo. Se producen innovaciones tecnológicas en los procesos productivos y «procesos graduales de aprendizaje por el ajuste de tecnologías que permiten optimizar el uso de los recursos, o por la agregación de pequeñas innovaciones que se adelantan en las empresas para adaptar tecnologías en la generación de nuevos productos bajo condiciones locales» (Villamil, 2003, p. 153). El rápido desarrollo tecnológico y los adelantos generados por la investigación científica, exclusivamente en el sector industrial, han sido los principales pilares que explican la eficacia en la utilización de los factores de producción.

La idea del progreso técnico endógeno pertenece a Kaldor, quien, siguiendo a Allyn Young (1928) sostiene que los rendimientos crecientes, como fenómeno macroeconómico, provienen de la interacción entre las actividades económicas durante el proceso de crecimiento económico. Es la misma idea que se encuentra en Adam Smith (1776) para quien el aumento de la productividad resulta de la profundización y extensión de la división del trabajo las mismas que a su vez dependen de la extensión del mercado. Por su parte Arrow hizo énfasis en el aprendizaje en el trabajo (learning by doing) para generar aumentos en la productividad.

A diferencia de otros sectores, entonces, la industria manufacturera ofrece mejores oportunidades para invertir y acumular capital, aprovechar las economías de escala, innovar y adquirir nuevas tecnologías, desarrollar y difundir nuevas tecnologías en su propio ámbito y en los demás sectores de la economía, y mejorar la calidad de empleo y los niveles de ingresos de los trabajadores (ONUDI, 2013; Kiliçaslan & Taymaz, 2007). La producción manufacturera, además, es la que más incorpora y desarrolla la ciencia y tecnología, y la que más facilita el proceso de difusión tecnológica.

La relación entre el crecimiento del sector manufacturero, cambio técnico y productividad se expresa en la ley conocida de Verdoorn-Kaldor, según la cual un rápido crecimiento del producto manufacturero, a través de rendimientos crecientes a escala, conducirá a un rápido crecimiento de la productividad laboral en la industria. La productividad y el progreso técnico son endógenos; esto quiere decir que existe una relación directa entre el cambio tecnológico y el desarrollo industrial. El aumento de la productividad no se determina en forma exógena, sino que depende del crecimiento de la producción manufacturera y este del incremento de la demanda o, más exactamente, de la expansión del mercado.

La manufactura multiplica ingresos y mejora el nivel de vida de la población.

Por los encadenamientos que genera, no solo multiplica los empleos, sino también los ingresos, elevando la producción y la productividad del trabajo de la economía en su conjunto. Su impacto positivo en el crecimiento de la productividad hace posible el pago de mejores salarios y beneficios para los trabajadores y sus familias: «Ayuda a elevar el estándar de vida de la población al mejorar su capacidad de adquirir bienes y servicios y de invertir en educación y salud. Permite a las empresas acumular capital, que luego pueden utilizar para continuar mejorando la tecnología o aprovechar nuevas oportunidades de inversión» (ONUDI, 2013, p. 9). La manufactura emplea a muchos trabajadores altamente calificados en actividades de alta productividad y con salarios más altos que el promedio. Este patrón fue registrado en muchos países desarrollados y más recientemente en varios países del sudeste asiático. La industria es en este sentido un factor de cambio estructural, porque provoca transferencia de recursos de actividades intensivas en mano de obra hacia a actividades más intensivas en capital y en tecnología, y con mejores salarios. Por eso la industrialización sigue y seguirá siendo fundamental para el progreso y modernización de los países en desarrollo (IBEF, s.f.; Scott, 2008; ONUDI, 2016).

[…] En los sectores de mayor empleo manufacturero —industria textil, de vestuario y de alimentos y bebidas— muchas personas trabajan percibiendo bajos salarios, las cuales coexisten con un pequeño grupo que gana salarios mucho más altos. Esta estructura salarial no necesariamente va en contra del desarrollo del país, siempre y cuando esta mayoría de trabajadores reciban salarios más altos que en las otras importantes fuentes de empleo [la agricultura, las actividades de subsistencia y el empleo informal], una condición que generalmente se cumple (ONUDI, 2013, p. 20).

La manufactura estimula el crecimiento de las exportaciones. El cambio técnico resultante de la profundización y extensión de la división del trabajo, dinamiza el crecimiento mediante la expansión de la producción manufacturera y de los aumentos de la productividad del trabajo; y, cuando aumenta la productividad, se reducen los costos unitarios de producción y, por lo tanto, aumenta la competitividad lo cual hace posible el incremento de las exportaciones (Jiménez, 1982, 1999; De la Rosa Mendoza, 2006; Salazar Arias, 2013). El desarrollo del sector manufacturero entonces también estimula el crecimiento y diversificación de las exportaciones, porque aumenta su competitividad.

Los productos manufacturados tienen, en general, mayor contenido tecnológico que incrementa las oportunidades comerciales y permite ganar participación en el mercado internacional. El comercio mundial está dominado por los productos manufacturados, que «representan alrededor del 70 por ciento del valor de las exportaciones en las economías avanzadas y en desarrollo» (McKinsey & Company, 2012; Kilavuz & Altay, 2012). En consecuencia, una industria en expansión contribuye a superar la restricción de la balanza de pagos de un país. La causalidad, sin embargo, va del crecimiento de la demanda externa al crecimiento de la industria manufacturera. El crecimiento de las exportaciones netas de importaciones, por ser parte de la demanda agregada, amplía las posibilidades de los cambios técnicos y de los aumentos de la productividad y competitividad. Las exportaciones manufactureras adquieren liderazgo cuando el sector manufacturero es más competitivo, maduro, con mayor presencia tecnológica y con una mano de obra cada vez más calificada. El efecto en el comercio de la industria manufacturera será mayor cuanto mayor sea su encadenamiento productivo interno porque se convierte en fuente de demanda de bienes y servicios de otros sectores, y crea externalidades positivas al interior de la economía impulsando la innovación tecnológica (Kaldor, 1968, 1970; Kilavuz & Altay, 2012; Felipe, 1998; De la Rosa Mendoza, 2006).

En resumen, la industria manufacturera —como dice Rodrik (2016)— tiene características que la distingue de otras y le otorgan un papel decisivo en el proceso de crecimiento:

En primer lugar, la manufactura tiende a ser tecnológicamente un sector dinámico. De hecho, [...] la actividad manufacturera exhibe convergencia incondicional en la productividad del trabajo, a diferencia del resto de la economía7. En segundo lugar, la manufactura ha absorbido tradicionalmente cantidades significativas de mano de obra no calificada, algo que la distingue de otros sectores de alta productividad como la minería o las finanzas. En tercer lugar, la manufactura es un sector comercializable (tradable sector), lo que implica que no enfrenta las restricciones de demanda de un mercado doméstico poblado por consumidores de bajos ingresos. Se puede expandir y absorber a los trabajadores incluso si el resto de la economía se mantiene tecnológicamente estancada. En conjunto, estas características hacen de la manufactura la escalera perfecta para las economías en desarrollo (2016, p. 3).

El sector manufacturero genera importantes encadenamientos productivos y acentúa el proceso acumulativo del desarrollo; se encuentra sujeto a rendimientos crecientes a escala estáticos (derivados del tamaño y escala de la producción) y dinámicos (del proceso de learning by doing). La expansión de la industria manufacturera profundiza y extiende la división del trabajo, dando lugar a aumentos de la productividad, como resultado de innovaciones y cambios técnicos endógenos, que reducen costos y aumentan su competitividad, es decir, su capacidad de ganar o penetrar otros mercados, y así sucesivamente. Se expande generando un proceso de causación circular acumulativa (Smith, 1776; Kaldor, 1966, 1970 y 1978).

Por sus efectos positivos en la productividad y la competitividad, el desarrollo de la industria manufacturera puede contribuir al relajamiento de la restricción en balanza de pagos y conducir a un mejor desempeño del PBI y de la producción no manufacturera (Felipe, 1998, p. 467). Además, absorbe trabajadores de sectores con subempleo o con rendimientos decrecientes, aumentando así la calificación de la mano de obra. La experiencia de desarrollo de muchos países del primer mundo y más recientemente de varios países del sudeste asiático registra el notable papel desempeñado por la manufactura en la absorción del excedente de la mano de obra del sector agricultura.

2.2. La demanda como determinante del crecimiento manufacturero y las leyes de Kaldor

Para la teoría neoclásica del crecimiento —que supone rendimientos constantes a escala, sustitución perfecta de factores de producción, competencia perfecta y equilibrio de pleno empleo—, el crecimiento de la productividad se explica mediante el cambio técnico exógeno. Esta teoría privilegia los factores de oferta (factores de producción y tecnología) para explicar el crecimiento económico.

Para el enfoque kaldoriano y keynesiano, que es el que se sigue en este libro, los factores de demanda (consumo, inversión, demanda externa) actúan como determinantes del crecimiento económico. El aumento de la productividad no proviene de un cambio técnico exógeno, sino de un cambio técnico endógeno originado por el crecimiento de la producción manufacturera el mismo que es impulsado por el incremento de la demanda o la expansión del mercado. Igual ocurre con el crecimiento del empleo: este crece de manera multiplicada cuando crece la producción manufacturera.

Existe, por lo tanto, una relación de directa dependencia entre los aumentos de la productividad y del empleo, por un lado, y el crecimiento de la producción, por el otro. «Las manufacturas se encuentran sometidas a la ley de rendimientos crecientes, lo que causa que la productividad se incremente como consecuencia de los incrementos en el producto. La productividad es endógena» (Sánchez Juárez, 2011, p. 158). En otras palabras, el aumento de la productividad es un resultado macroeconómico endógeno asociado a los rendimientos crecientes que resulta de la expansión de la manufacturera (Jiménez, 2010 [1982]; Calderón & Sánchez, 2012; Cabezas, Lara & Lama, 2011; Sánchez Juárez, 2011).

En este enfoque kaldoriano no solo el crecimiento del empleo sino también el crecimiento del stock de capital es endógeno. Su crecimiento está determinado principalmente por el crecimiento del producto y la expansión de este, como ya se ha dicho, depende de la extensión del mercado. El límite al crecimiento no puede estar en la dotación del stock de capital. Como este está constituido por un conjunto de mercancías destinadas a producir otras mercancías, su expansión depende del crecimiento de la demanda. El incremento de la producción y el ritmo de acumulación de capital, son partes de un mismo proceso (Kaldor, 1966, 1975; Thirlwall, 1983). El límite al crecimiento tampoco puede estar por el lado del factor trabajo. Este, sobre todo en países como el Perú, está subempleado. En resumen, según el pensamiento kaldoriano del desarrollo «un aumento en la demanda por productos manufacturados, es probable que resulte en un aumento de la productividad a través de dos canales. Por un lado, el aumento de la demanda por productos manufacturados conduce a más inversión y, por consiguiente, a la mejora de la tecnología incorporada. Por otra parte, y quizás lo que es más importante, el crecimiento del producto inducido por los estímulos desde el lado de la demanda crea un progreso técnico no-incorporado a través de las interacciones entre las actividades» (Jeon, 2006, p. 4).

Nicholas Kaldor sistematizó el proceso de causación circular acumulativa, o de crecimiento endógeno, en las siguientes tres leyes (1966, 1967, 1968):

La tasa de crecimiento del producto manufacturero es la principal y directa determinante de la tasa de crecimiento del producto agregado (PBI) o, más precisamente, del crecimiento de la producción del resto de actividades económicas (agricultura, comercio, servicios, etc.). La razón, como ya se ha dicho, está en los encadenamientos hacia atrás y hacia adelante que la industria manufacturera tiene con el resto de actividades económicas. Se supone que la causalidad va del crecimiento de la producción manufacturera al crecimiento del PBI agregado. Si la correlación positiva entre el crecimiento del PBI (o el crecimiento del PBI no manufacturero) y el crecimiento del PBI de la manufactura es altamente significativa, desde el punto de vista estadístico, entonces se corrobora la hipótesis de la manufactura como motor del crecimiento del crecimiento. La alta significancia de esta correlación puede deberse a que el sector manufacturero acrecienta su participación (efecto participación) en la generación del PBI. Un coeficiente de correlación significativamente menor que la unidad implica que cuanto mayor es el exceso de la tasa de crecimiento del PBI de la manufactura respecto al PBI agregado, más rápida será la tasa de crecimiento del PBI. La tasa de crecimiento de la productividad del trabajo en la manufactura está determinada positivamente por la tasa de crecimiento de la producción manufacturera. Esta es la famosa ley que Kaldor denominó «ley de Verdoorn». La determinación endógena de la productividad se explica por el hecho de que la extensión y profundización de la división del trabajo solo puede darse mediante aumentos en el volumen de la producción pues solo así es posible una mayor racionalización y mecanización de los procesos de producción (Verdoorn, 1949). Este razonamiento también se encuentra en Adam Smith (1958 [1776]). Refiriéndose al sector manufacturero, Smith afirmaba que la amplitud de la división del trabajo se encuentra limitada por la extensión del mercado8. Cuando el tamaño del mercado crece, aumentan las posibilidades de extender e intensificar la división y especialización del trabajo. Este resultado, a su vez, estimula no solo el crecimiento y diversificación de la manufactura, sino también el incremento de la productividad del trabajo de todo el sector, debido a que sus actividades se encuentran estrechamente interrelacionadas. Además, como una más intensa y extensa división del trabajo acentúa dichas interrelaciones y origina mayores aumentos de la producción, la presencia de rendimientos crecientes sería concomitante al crecimiento del sector manufacturero (Kaldor, 1966, pp. 7-10; Jiménez, 1982).