La estructura tensiva - Claude Zilberberg - E-Book

La estructura tensiva E-Book

Claude Zilberberg

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Beschreibung

Considerada como la culminación de sus reflexiones, con las que trabaja la epistemología en nombre de lo gradual, de lo continuo, de lo dinámico, de lo afectivo, esta obra busca contribuir a la construcción de un verdadero edificio teórico actualizado de los fundamentos de la semiótica, en diálogo permanente con los autores clásicos de la poética y de la reflexión sobre las formas simbólicas.

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LA ESTRUCTURA TENSIVA

Claude Zilberberg

Colección Biblioteca Universidad de Lima

La estructura tensiva

Primera edición digital, marzo 2016

© Claude Zilberberg, 2012

© De la edición francesa: Presses Universitaires de Liège, 2012.

© De la traducción: Desiderio Blanco De esta edición:

©Universidad de Lima

Fondo Editorial

Av. Manuel Olguín 125, Urb. Los Granados, Lima 33

Apartado postal 852, Lima 100, Perú

Teléfono: 437-6767, anexo 30131. Fax: 435-3396

[email protected]

www.ulima.edu.pe

Diseño, edición y carátula: Fondo Editorial de la Universidad de Lima

Versión ebook 2016

Digitalizado y distribuido por Saxo.com Peru S.A.C.

www.saxo.com/esyopublico.saxo.com

Teléfono: 51-1-221-9998

Dirección: calle Dos de Mayo 534, Of. 304, Miraflores

Lima - Perú

Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro sin permiso expreso del Fondo Editorial.

ISBN versión electrónica: 978-9972-45-336-6

Índice

Presentación

Primera parte: la estructura tensiva

1.   El momento teórico

2.   El espacio tensivo

2.1   Una circularidad virtuosa

2.1.1  La intersección

2.1.2  De la complejidad a la homogeneidad

2.1.3  El anclaje

2.1.4  La terminología

2.2   Cantidad no numérica y principio de constancia

2.2.1  Los valores como producto

2.2.2  De la correlación a la implicación

2.3   La manifestación

2.4   La condición tensiva de la predicación

2.5   La representación gráfica

2.6   El aparato aspectual de las dinámicas tensivas

3.   Los modos semióticos

3.1   Inventario

3.1.1  El modo de eficiencia

3.1.2  El modo de existencia

3.1.3  El modo de junción

3.2   Modos semióticos y manifestación

4.   La deducción tensiva

4.1   Los valores

4.2   Las valencias

4.3   Las sub-valencias

4.4   Los foremas

4.4.1  El tempo

4.4.2  La tonicidad

4.4.3  La temporalidad

4.4.4  La espacialidad

4.5   Los incrementos

5.   Las estructuras tensivas

5.1   La matriz

5.2   La sintaxis tensiva

5.2.1  La sintaxis juntiva

5.2.2  La sintaxis intensiva

5.2.3  La sintaxis extensiva

5.3   La semántica tensiva

5.3.1  La semántica juntiva

5.3.2  La semántica intensiva

5.3.3  La semántica extensiva

5.4   Integración de la sintaxis y de la semántica

6.   Para terminar

Segunda parte: nota sobre la estructura de los paradigmas

7.   La aproximación saussuriana al paradigma

8.   Primera aproximación

9.   Dinámica de los valores sistémicos

10. Tempo y control del sentido

11. Poesía y sistematicidad

12. Analítica de la decadencia y de la ascendencia tensivas

13. Dualidad de los modelos

14. La cuestión

15. Para terminar

Tercera parte: sobre la dualidad de la poética

16. Los modos semióticos

17. Wölffin

18. Poética del «llegar a»

19. Poética del «sobrevenir»

20. Para terminar

Glosario

Bibliografía

Presentación

El texto que presentamos aquí se propone establecer la centralidad de los modos semióticos, y más precisamente, la del modo de eficiencia, es decir, de aquel modo que concierne a la tensión entre el «sobrevenir» y el «llegar a» [parvenir]. Porque el sobrevenir no es una magnitud como las otras: incondicionado, encierra su propia referencia y transmite esa cualidad a la magnitud que lo manifiesta, que es el «evento» [acontecimiento súbito, inesperado]. A falta de poder producir el evento, lo que nos incumbe es proponer una teoría que responda por él en los términos indicados por René Thom: «crear una teoría de la significación cuya naturaleza sea tal que el acto mismo de conocer sea una consecuencia de la teoría»1. El evento existe como posibilidad pura, pero «inexiste» como letra. Después de acontecer, recibe del discurso dominante la fianza cuya ausencia él conlleva. El «sobrevenir» y el «llegar a», provistos de sus derivados, valen también para la hipótesis misma: el «sobrevenir» impone su temática, es decir, las interrogaciones que él proyecta, y el «llegar a», mal que bien, avanza sus respuestas.

El orden del «evento» y el orden del discurso andan mal avenidos. El evento surge de improviso y rompe con la temporalidad ambiente: en el orden del evento no existe anterioridad. El orden del discurso inventa, imagina una anterioridad que juzga razonable; el discurso transpone el evento en el orden que le es propio. En sus manifestaciones más exigentes, el arte moderno se propone justamente volver a ese momento imprevisto del surgimiento que hace que el discurso sea superfluo o impropio.

El «sobrevenir» y el «llegar a» participan de una gramática del afecto que se anda buscando. El «sobrevenir» afecta a las sub-valencias de tempo y de tonicidad llevándolas a su paroxismo, mientras que el «llegar a» tempera esa foria ardiente distribuyéndola en un tiempo y en un espacio ampliados. Esos funcionamientos se hallan en la base de la dualidad de los valores: valor de absoluto, concentrado y exclusivo, y valor de universo, difundido y distribuido.

Hjelmslev tiene el mérito de haber identificado, por una parte, el análisis y la definición, por otra, la jerarquía y lo complejo de los análisis. Modestia aparte, nosotros hemos esbozado un proceder comparable en el capítulo cuarto. En divergencia con Semiótica 1. Diccionario, que procede por enriquecimiento de una pareja empobrecida [s1vs. s2], nosotros procedemos por análisis de una tensión capital, aquella que confronta los valores de absoluto que apuntan a la unicidad, a lo incomparable, y los valores de universo, que apuntan a la universalidad. Estas dos clases de valores, a su vez, son analizables en valencias, respectivamente, intensivas y extensivas. Las valencias intensivas se resuelven en sub-valencias de tempo y de tonicidad; las valencias extensivas se resuelven en sub-valencias de tiempo y de espacio. Las subvalencias son analizadas en foremas que estructuran las vivencias de los sujetos. Finalmente, los foremas dan lugar a los incrementos, que son a la vez el límite actual del análisis y la “moneda sencilla” de la significación.

La hipótesis de la matriz se nos ha impuesto a raíz de una constatación, a saber, la autoridad de la aspectualidad sobre la estructura semiótica. Más acá de los semas, existen, a título de manifestados, los grados y los límites, y a título de manifestantes, por una parte, los repuntes y los redoblamientos, y las atenuaciones y las aminoraciones, por otra. Tales aspectualizaciones desembocan en la distinción entre super-contrarios y sub-contrarios. La matriz resume un conjunto de relaciones estructurantes.

El último punto concierne a la relación entre el eje paradigmático y el eje sintagmático, y la opción de la monotonía. El eco alcanzado por la semiótica greimasiana se debe a que proponía para la sintaxis un modelo simple y eficaz: el cuadrado semiótico. Esa sintaxis era tácitamente recibida como exclusiva, y, por añadidura, como universal. Si nosotros vemos en ella un estilo sintáctico, es porque sabemos que los grandes estilos se dan por pares. En sus trabajos, Jakobson y Lévi-Strauss mantenían una dualidad: la tensión entre la contigüidad y la semejanza; de ahí, la pregunta-objeción: ¿de qué dualidad participa el cuadrado semiótico?

A partir de esa apertura, proponemos distinguir tres estilos sintácticos: la sintaxis intensiva de los aumentos y de las disminuciones; la sintaxis extensiva de las selecciones y de las mezclas, y la sintaxis juntiva de las implicaciones y de las concesiones.

Haremos lo mismo con el componente semántico. Dicho esto, no negamos la sintaxis propia del cuadrado semiótico: solo que veremos en ella una sintaxis marcada por la necesidad, y la recibimos como una posibilidad entre otras.

Un trabajo prospectivo no podría evitar la pregunta sobre la homogeneidad: ¿todas esas parejas coexisten sin fricciones las unas con las otras? Es difícil responder con exactitud porque es la duración la que generalmente opera ese trabajo de decantación. La trinidad de los modos semióticos y la trinidad de los estilos sintácticos y semánticos pueden ser dispuestas así:

PRIMERA PARTE

La estructura tensiva

1.    El momento teórico

El ser es, por turnos, condensación que se dispersa y dispersión que se condensa.

G. BACHELARD

Existen dos clases de espíritus, los que acceden de entrada al control sin necesidad de repetir, y los que se reconocen de buen grado en el verso de Boileau: «Veinte veces al oficio someted vuestra obra», jamás satisfechos, y queriendo, osando creer que el último ensayo es menos malo que el precedente. Este es nuestro caso personal, y es la razón por la cual hemos titulado este ensayo, después del Breviario de gramática tensiva1 y de los Elementos de gramática tensiva2, La estructura tensiva.

Después de todo, la teoría es un género que subsume una clase de posibles, los cuales son para unos exclusivos, para otros, conjugables. Los temas de la alternancia son conocidos, y sin la menor pretensión de exhaustividad, nosotros distinguimos tres parejas: (i) la pareja inmanencia vs. trascendencia: la teoría hjelmsleviana es el ejemplo mismo de la opción inmanente: el análisis del lenguaje no le debe nada a nadie; en cambio, la teoría psicoanalítica resalta el punto de vista trascendente en la acepción epistemológica del término; (ii) la pareja diacronía vs. sincronía: el punto de vista diacrónico ha prevalecido por largo tiempo. Concluir el análisis de un régimen de sentido consistía en trazar la historia de su desarrollo. El punto de quiebre es conocido: a Saussure le debemos la distinción entre dos lingüísticas: una lingüística diacrónica que trata de las transformaciones y una lingüística sincrónica que trata de los estados sistémicos. Esa separación es el principal mérito de Saussure en opinión de Cassirer. En el Ensayo sobre el hombre, que compuso al final de su vida, escribe:

En realidad, el estudio del lenguaje no constituye el objeto de una ciencia, sino de dos ciencias. En tal estudio, es necesario distinguir siempre dos ejes, el “eje de la simultaneidad” y el “eje de la sucesión”. La gramática, por naturaleza y por esencia, pertenece al primero3.

(iii) la pareja formalismo vs. humanismo: esta pareja concierne al lugar del sujeto. El sujeto con sus preocupaciones, con sus expectativas y con sus afectos ¿es un intruso en un sistema que no lo necesita?, ¿o, por el contrario, ocupa un lugar cuyo tenor tenemos que definir? La tentación «algebrista» existe en Saussure, sin duda amparada en la audacia de la famosa Memoria: «La lengua es por decirlo así un álgebra que solo tendría términos complejos»4. La misma tentación está igualmente latente en la obra de Hjelmslev con la noción de «esquema»: Hjelmslev elige, por ejemplo, la r francesa:

La r francesa es definida como una entidad opositiva, relativa y negativa; la definición dada no le atribuye ninguna cualidad, cualquiera que sea5.

Hjelmslev no tiene ninguna dificultad en confesar la orientación algebraica de su proceder:

Esta concepción de la lengua ha sido retomada y desarrollada por Sechehaye, quien, en un trabajo de 1908, sostiene con razón que se puede concebir la lengua bajo un aspecto algebraico o geométrico, y simbolizar sus elementos arbitrariamente a fin de fijar su individualidad, pero no su carácter material6.

Esta preconización fue severamente criticada por Jakobson:

De hecho, tratar de reducir el lenguaje a sus invariantes últimas por medio de un simple análisis de su distribución en el texto y sin referencia a sus correlatos empíricos, es precipitarse a un fracaso seguro. Si, en inglés, comparamos las dos secuencias /ku/ y /uk/, no obtendremos ninguna información sobre la identidad del primer segmento en uno de esos ejemplos, con el segundo segmento en el otro, a no ser que pongamos en juego las propiedades sonoras comunes a la /k/ inicial y final en las dos posiciones7.

La semiótica greimasiana, en la medida en que ha favorecido la narratividad proppiana y el recorrido del sujeto, se presenta como una semiótica humanista:

En efecto, el esquema narrativo constituye como un marco formal donde viene a inscribirse el “sentido de la vida” con sus tres instancias esenciales: la calificación del sujeto, que lo introduce en la vida; su “realización” por algo que “hace”; en fin, por la “sanción” —a la vez retribución y reconocimiento— que es la única que garantiza el sentido de sus actos y que lo instaura como sujeto según el ser8.

Sin embargo, a este respecto, surge una dificultad: la semiótica, por tener como objeto la construcción de la significación, depende, según Hjelmslev, no de la forma del contenido, sino de la sustancia del contenido, la cual concierne solamente al sistema de las «evaluaciones» propias de una cultura, aunque, a la letra, la semiótica aplica, con referencia a la concepción hjelmsleviana, un método que no le corresponde…

A partir de esas tres parejas de oposiciones, es posible esbozar el «perfil» sumario de una teoría reconocida. Así, el psicoanálisis puede, en razón del estatuto asignado al inconsciente, ser caracterizado como trascendente, diacrónico; en fin, como humanista. Mas la teoría lacaniana, que considera que «el inconsciente está estructurado como un lenguaje», es, en algunos límites, formalista. Entiéndase bien; en el estado actual, cada una de esas parejas funciona según el modo del «o… o…», es decir, según el modo de la alternancia, mientras que una teoría suficiente demanda el modo del «y… y…», o sea, el modo de la coexistencia de ambos modos, a la manera de lo que preconiza Lévi-Strauss a propósito del segundo par cuando desea disponer de un «esquema único (…) que permita integrar el punto de vista de la estructura y el del acontecimiento»9.

Si nos limitamos a la teoría semiótica propiamente dicha, la teoría es susceptible de optar por dos corrientes. Según Hjelmslev, la teoría debe revestir la forma de una jerarquía, que el sistema de definiciones que figura al final de los Prolegómenos formula así: «clase de clases» (cuarta definición); a decir verdad, las cinco primeras definiciones forman un complejo, de suerte que cada una de ellas constituye un «punto de vista» sobre ese complejo. Esa decisión entraña varias consecuencias: (i) el punto de partida, la primera esquicia, en la medida en que es conservada en las fases ulteriores, decide todo el asunto. Por tal razón, Hjelmslev se preocupa, principalmente en el estudio titulado La estratificación del lenguaje, de precisar el orden de las esquicias fundadoras:

La distinción entre contenido y expresión es la primera encrucijada; la de forma y sustancia es la segunda; y la distinción de forma y de sustancia está subordinada a la que se da entre los planos10.

(ii) la operación mayor, el análisis, recae sobre una dependencia y no sobre una oposición, como recomendaban los de el Círculo Ligüístico de Praga. En efecto, si uno eligiera como objeto una oposición, el análisis sería superfluo y se convertiría en una suerte de pleonasmo; (iii) como el análisis, por decirlo de alguna manera, sería exclusivo, habría de ser también transitivo, es decir que el analizante termina siendo el analizado. Hay una paradoja virtuosa en la concepción hjelmsleviana del análisis: esta última separa para reunir, divide para enlazar. En este sentido, la teoría, para Hjelmslev, es «deductiva».

A pesar de reclamarse seguidora de Hjelmslev, la concepción greimasiana de la teoría es en varios aspectos su antítesis. Por el crédito atribuido al análisis, el proceder hjelmsleviano va de lo complejo a lo simple, a las «figuras», mientras que, para Greimas, se presenta como un «recorrido que va de lo más simple a lo más complejo, de lo más abstracto a lo más concreto»11. En segundo lugar, Greimas, en el artículo relativo al recorrido generativo que figura en Semiótica 1, distingue para cada nivel un componente semántico, o morfológico, y un componente sintáctico12, mientras que uno de los objetivos que se desprenden de Hjelmslev es la recusación de la cesura inmemorial entre la sintaxis y la morfología:

(…) la clasificación de los funtivos en invariantes y variantes que estamos planteando derrumbará la base de la bifurcación tradicional de la lingüística en morfología y sintaxis13.

En tercer lugar, la posición de Greimas hasta Semiótica de las pasiones se caracteriza por la prevalencia de la racionalidad:

(…) las instancias generativas más profundas aparecen constituidas por las formas lógico-semánticas (lo cual permite economizar el concepto de interpretación) (…)14.

De la imperfección vuelve sobre esta orientación intelectualista introduciendo el concepto de estesis, definida como «fusión total del sujeto y del objeto». Sin embargo, si ampliamos el marco, la dirección adoptada por De la imperfección puede ser interpretada como una catálisis de gran amplitud, la cual propone el orden de la significación como presuponiente, y la afectividad, particularmente la que emerge bajo las especies del sobrevenir, como presupuesta. Nosotros retomamos por nuestra cuenta los bellos análisis de Cassirer relativos a lo que él llama en la Filosofía de las formas simbólicas el «fenómeno de expresión». Este «fenómeno de expresión» significa para el sujeto cierto estilo modal marcado por la pasividad, si no por la pasibilidad (A. Hénault):

Pues toda experiencia vivida de expresión no es ante todo más que una prueba padecida: es un «ser-captado» más que un «captar», (…)15.

Para el objeto, la intensidad vivida del «fenómeno de expresión» impone la secundariedad modal de la percepción:

[La percepción] no se resuelve jamás en un simple complejo de cualidades sensibles —como claro u oscuro, frío o caliente—, sino que se acomoda en cada caso a una tonalidad de expresión determinada y específica; jamás está regulada exclusivamente por el «qué» del objeto, sino que más bien capta el modo de su aparición global, el carácter de lo seductor o de lo amenazante, de lo familiar o de lo inquietante, de lo tranquilizador o de lo amedrentador que reside en ese fenómeno tomado puramente como tal, independiente de su interpretación objetiva16.

Cassirer excluye formalmente que la afectividad pueda ser insertada en una objetividad que la precedería:

[Esta interpretación] debe previamente anular la vida de la percepción, convertirla en un complejo de simples contenidos de la impresión sensible para reanimar enseguida ese «material» muerto de la sensación gracias al acto de penetración afectiva. Pero la vida que así le toca en suerte por partijas sigue siendo en último análisis una simple apariencia, obra de la ilusión psicológica17.

Bajo esta premisa, las estructuras profundas son más bien «tímicosemánticas» que no «lógico-semánticas». Esa anterioridad tanto funcional como existencial del «fenómeno de expresión», es decir, del afecto, permite comprender por qué su manifestación preferencial recibe la forma de la subitaneidad y del evento. Volveremos sobre esto a propósito del modo semiótico de la eficiencia.

En último lugar, Greimas considera el tránsito de un nivel llamado «profundo» a un nivel denominado «superficial» como una «conversión». Ese tránsito se efectúa según dos modalidades: (i) un principio de conservación, o de persistencia, en virtud del cual la esquicia entre la semántica y la sintaxis está presente en todos los niveles; (ii) un principio de «enriquecimiento», de aumento del sentido, ya mencionado, que va de lo simple hacia lo complejo:

(…) es preciso reconocer que la generación de la significación, al introducir nuevas articulaciones en cada etapa de su recorrido, aporta al mismo tiempo un “enriquecimiento” o un “aumento” del sentido, dado que la significación no es otra cosa sino “articulación”18.

El paso del nivel fundamental, donde no intervienen más que la interdefinición semántica y la interacción sintáctica, hacia el nivel superficial no deja de ser problemático: no todo parece ocurrir como si el recorrido generativo fuese el mal y el remedio: ¿el desarrollo del recorrido generativo no reintegra las magnitudes que había suspendido para constituir justamente el nivel fundamental, especialmente el tiempo y el espacio, esos guardianes del sentido?

La amplitud de las divergencias entre los procederes respectivos de Hjelmslev y de Greimas suscita la perplejidad. ¿Son superables? El proceder greimasiano supone, bajo beneficio de inventario: (i) la tripartición de los niveles; (ii) la dirección ascendente de lo simple hacia lo complejo; (iii) la reciprocidad de la semántica y de la sintaxis a la altura de cada nivel. Para que esta aproximación entre en concordancia con la primacía y la continuidad del análisis, preconizados por Hjelmslev, basta, según creemos, con postular, siguiendo a Hjelmslev, una dirección descendente de lo complejo hacia lo simple que es, desde el punto de vista metalingüístico, el plano de la expresión de la preeminencia del análisis. Nuestra posición es susceptible de dos interpretacionesevaluaciones divergentes: o una interpretación peyorativa, generalmente identificada con el eclecticismo, o una interpretación positiva, la de la metáfora, la del bricolaje según la lectura que de él propone Lévi-Strauss en las primeras páginas de El pensamiento salvaje.

2.   El espacio tensivo

Uno espera que los conceptos sean interdefinidos, pero esta demanda supone una condición que resulta fácil de catalizar: es necesario que esos conceptos «comuniquen» los unos con los otros, es decir que ocupen el mismo espacio.

2.1   UNA CIRCULARIDADVIRTUOSA

El primer requisito concierne a nuestro recurso a la noción de «espacio tensivo». Esta noción de espacio es polisémica y requiere una decisión: la noción de espacio es, según creemos, esencialmente «conjuntiva»; el espacio es el horizonte de toda pluralidad captada. Enunciar simplemente: «un triángulo y un cuadrado» es decir que esos dos objetos habitan el mismo espacio:

Que A y B no formen cada uno por separado un mundo en sí, sino que pertenezcan a un conjunto, es lo que quiere decir la observación en el espacio. Tal es el sentido del “lado a lado”. Si cada objeto fuese un ser en sí, no existiría el “lado al lado”. No podríamos absolutamente establecer una relación entre ellos1.

El epíteto «tensivo» precisa el contenido de las magnitudes en contacto o en vecindad: la tensividad es el lugar, o el frente de contacto donde se juntan, se reúnen la intensidad, como suma de los estados de alma, y la extensidad, como suma de los estados de cosas. Esa proyección de las magnitudes en un mismo espacio presenta la doble ventaja de virtualizar la linealidad del plano de la expresión [en lenguaje oral y escrito] y de visualizar las magnitudes de contenido en convergencia unas con otras. Por convención, colocamos la intensidad en la «ordenada» y la extensidad, en la «abscisa»:

2.1.1   La intersección

La semiótica greimasiana jamás ha sido indiferente a las cuestiones epistemológicas, y al titular su texto fundador Semántica estructural, Greimas marcaba su vinculación con el estructuralismo, a pesar de que el doble patronazgo de Hjelmslev y de Lévi-Strauss oculta un malentendido sin duda poco discernible en la época. En efecto, el estructuralismo de Lévi-Strauss es ajeno al de Hjelmslev. Para este último, la palabra-maestra es la de dependencia:

Se entiende por lingüística estructural un conjunto de investigaciones que se apoyan en una hipótesis según la cual es científicamente legítimo describir el lenguaje como si fuera esencialmente una entidad autónoma de dependencias internas2.

Para Hjelmslev, el análisis-descripción de un objeto se reduce, pues, a descubrir las dependencias por las cuales el objeto, en cuanto «punto de intersección», se convierte en significante:

Las relaciones o las dependencias que el realismo ingenuo tiene por secundarias y que presuponen los objetos, son para nosotros esenciales: ellas son la condición necesaria para que existan puntos de intersección3.

De inspiración jakobsoniana, el estructuralismo de Lévi-Strauss pone por delante el concepto de oposición, el cual no figura en el índice de definiciones de los Prolegómenos.

Dicho esto, la lectura de Semiótica 1. Diccionario no deja ninguna duda al respecto: el estructuralismo de Greimas está más próximo de Hjelmslev que de Jakobson, a pesar de lo que se dice en las primeras páginas de Semántica estructural.

La intersección, en cuanto regla constitutiva del objeto [semiótico], proporciona al análisis y a la definición que lo resume una complejidad que hay que desenmarañar. La intersección «mística» de la intensidad y de la extensidad en [S] permite al analista proponer [s1] y [s2] como definientes de [S]. Por su simplicidad, este esquema gráfico permite igualmente visualizar a la vez tanto el objeto [S] como su resolución [s1 + s2]. Accedemos así a una doble equivalencia: (i) equivalencia objetal de la intersección y de la complejidad, esta en cuanto principio y razón de aquella; (ii) equivalencia operativa del análisis y de la definición, que autoriza dos enunciados mayores: el análisis es una definición en la medida en que la definición es un análisis.

Quedan por identificar [s1] y [s2]. [s1] pertenece a la dimensión de la intensidad. La intensidad que nosotros proponemos es la intensidad subjetal, la intensidad vivida, y por catálisis, la intensidad medida. ¿En qué consiste experimentar un afecto sino en tomarle ante todo y personalmente la medida? Convendría, después de haber leído el siguiente fragmento de Cuadernos de Valéry, invertir el protocolo predicativo habitual entre la norma y la desviación de la norma:

El alma es el acontecimiento de un Demasiado o de un Demasiado poco.

«Normalmente», no existe4.

La norma es virtualizada como norma y son las desviaciones de la norma las que acceden a la pertinencia según dos modalidades: la modalidad objetal del más y la modalidad subjetal del demasiado. Para fijar las ideas, /caliente/ pertenece a la modalidad objetal del «más»; /ardiente/, a la modalidad subjetal del «demasiado». Examinaremos más adelante el paradigma de los posibles intensivos.

La extensidad, orientada hacia los estados de cosas, tiene que ver con la densidad del campo de presencia: si las magnitudes son poco numerosas, diremos que la modalidad de la concentración es la válida; si es a la inversa, diremos que es la modalidad de la difusión la que será elegida. Bajo esta consideración, el espacio tensivo se encuentra provisto de dos regiones cuyas características son, según una fórmula que tomamos de Lévi-Strauss, «simétricas e inversas» una con relación a la otra: (i) una región del estallido o del brillo, definida por la intersección de la fuerza y de la concentración; (ii) una región de la dispersión, definida por la intersección de la debilidad y de la difusión.

Así:

La aprehensión del objeto como intersección es una de las claves de la apertura del paradigma.

2.1.2   De la complejidad a la homogeneidad

En materia de epistemología, no se trata de ninguna manera de hacer tabla rasa de las conquistas logradas ni de ignorar la episteme contemporánea. Se trata solamente de operar una transferencia de acento, de desplazar una ponderación entre magnitudes consagradas. Dos nociones no han recibido, en nuestra opinión, la atención que merecen: la complejidad y la homogeneidad. Comenzaremos por recordar que el hecho de tomar en cuenta la complejidad debe ser atribuido a Saussure. «La lengua es, por decirlo así, un álgebra que no tendría más que términos complejos»5, y el de la homogeneidad, a Hjelmslev:

El factor particular que caracteriza la dependencia entre la totalidad y sus partes, que la diferencia de una dependencia entre la totalidad y otras partes y hace que los objetos descubiertos (las partes) puedan ser considerados como internos y no externos a la totalidad (es decir, al texto) parece ser la homogeneidad de la dependencia: todas las partes coordinadas que resultan del solo análisis de una totalidad dependen de esa totalidad de una manera homogénea6.

Cierta complementariedad se deja entrever entre las dos nociones: la complejidad significa la preeminencia de la relación en detrimento de la ilusión predicativa, según la cual el objeto, como si fuera un costal, contendría los predicados que la observación a fuerza de atención y de paciencia llevaría al discurso; por su lado, la homogeneidad interviene como fianza, como garante fiducial de que es siempre la misma dependencia la que es captada. La complejidad constitutiva de las magnitudes formula una localidad; la homogeneidad, una continuidad conservadora.

Por reflexividad y reciprocidad, las nociones de intersección, de dependencia, de complejidad, de análisis y de definición se apoyan las unas a las otras. En primer lugar, la complejidad, la intersección en cuanto característica general, y la dependencia como constante no revocable, proporcionan al análisis su objeto: «Una dependencia que cumple las condiciones de un análisis será llamada función»7. En segundo lugar, la definición, que Hjelmslev acepta como una «división»8, concierne, con toda evidencia, a una complejidad en el plano de la expresión, a una dependencia en el plano del contenido. Dicha complejidad no tiene nada que ver con la problemática del eje llamado complejo, obtenido por acercamiento concesivo de [s1] y de [s2]: [s1] vs. [s2] → [s1 + s2].

2.1.3   El anclaje

Nadie duda ni un solo instante de que el sujeto sea un ser sensible, por catálisis: un ser «sensible a», pero el lugar de la sensibilidad en la economía de la significación crea problemas: el sentido ¿es la respuesta a las preguntas?9, o ¿a las subitaneidades de las que da testimonio la sensibilidad? ¿O es a la inversa: la sensibilidad es ella misma el conjunto de respuestas posibles a las preguntas que el sentido, en razón de sus transgresiones, de sus propias incertidumbres le dirige [al sujeto sensible]?

En cierta medida, el hecho de tomar en cuenta lo sensible obliga a tomar la narratividad al revés: si la narratividad ve en el sujeto un sujeto de hacer, un sujeto activo, la admisión de lo sensible conduce a dar lugar a un sujeto del padecer: un sujeto pasivo [o pasivizado]. La vivencia íntima del sujeto de estado en esa circunstancia se impone a las «miras» del sujeto operador.

La hipótesis tensiva10 admite como punto de anclaje, puesto que alguno hace falta, la distinción entre los estados del alma y los estados de cosas. Sin embargo, esta dualidad en cuanto tal pertenece al plano de la expresión: proporciona la escena, pero no la pieza por representar. Desde nuestro punto de vista, lo que importa es el tipo de relación que conviene postular. A los ojos de Hjelmslev, la relación más “interesante” es la «determinación»11