La exclusión es un dolor de muelas - Hernán Machado - E-Book

La exclusión es un dolor de muelas E-Book

Hernán Machado

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Beschreibung

Al aprender a trabajar con las capacidades latentes de las personas, la discapacidad deja de ser el centro de nuestro abordaje para convertirse en el punto de partida del mismo. Comenzando con un sencillo "Programa de Atención Odontológica Domiciliaria" para Personas con Discapacidad, para finalizar en una serie de elaboradas formas de abordaje que incluyen a diversas Instituciones, con el fin de lograr la socialización de personas con discapacidad en el ámbito rural.

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La Exclusión es un Dolor de Muelas

La Exclusión es un Dolor de MuelasTrabajando con las Capacidades Remanentes de las Personas con Discapacidad.

Hernán Machado

Índice de contenido
Portadilla
Legales
Prólogo
Agradecimientos
Primera Parte
Capítulo I. Nuevo Trabajo, Nueva Provincia, Nueva Forma de Vida.
Capítulo II. Mi primer contacto con la Discapacidad y el Paciente Número 0
Capítulo III. Relevamiento y Recolección de Datos
Capítulo IV. Institucionalización del programa
Capítulo V. Creación del Programa de Atención Integral Domiciliaria para Personas con Discapacidad
Capítulo VI. El Paso al Abordaje Interinstitucional
Capítulo VII. Socialización de pacientes
Ruca Peuma
Siempre hay algo por hacer
Mi primer paciente de cuidados paliativos
Dar el mejor esfuerzo, sin prometer resultados.
Respeto a la Interculturalidad
Esos casos en que dejan de ser tus Pacientes y se convierten en tu Familia.
La experiencia de la Minina ¿Quién es la Minina?
Perdón por llegar tan tarde
Una familia de Buenos Aires
Borrando Malas Experiencias
Conteniendo al que Contiene
El Coraje y la Entrega de una Madre
La importancia del voluntariado
Aprendiendo de Discapacidad por otras latitudes
Rolito
De la Atención y de los Registros de Datos
Segunda parte
Capítulo I. Organizándonos para empoderar
Capítulo 2. Posibilidad de contar la Experiencia Local
Capítulo 3. Formando nuevos equipos y capacitaciones mutuas
Capítulo 4. La rebelión de los Rengos

Machado, Hernán

La exclusión es un dolor de muelas / Hernán Machado. - 1a ed. - La Plata : Arte editorial Servicop, 2020.

Archivo Digital: descarga ISBN 978-987-8397-95-5

1. Odontología Comunitaria. I. Título.

CDD 617.6008

© 2020, Hernán Machado

Primera edición en formato digital: octubre de 2020

Digitalización: Proyecto451

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.

Inscripción ley 11.723 en trámite

ISBN edición digital (ePub): 978-987-8397-95-5

Prólogo

La discapacidad, como es sabido, viene dando globalmente batalla en pos de la inclusión de personas tan iguales y tan seres humanos como cualquier otra. A su vez, las diferentes disciplinas de la odontología vienen diferenciándose en especialidades, a veces más lento y a veces más velozmente según sea la realidad en que se vive y se ejerce.

Un profesional que se va a un lugar distante ejerce una decisión válida pero no común; ya que en su manera más clásica de trabajo la odontología se desarrolla y florece mejor en las grandes urbes y no en los pequeños pueblos y pequeñas ciudades de América.

Desempeñarse en regiones apartadas de los grandes centros, con pocos recursos, con muchas necesidades, con problemas de abandono, con pobreza rural e infinitas necesidades, muestran todo lo que tarda en llegar el desarrollo real a estas comunidades.

Este libro muestra la trayectoria y evolución profesional y personal de Hernán, un dentista muy especial que realiza un viaje en un camino solitario, pero a la vez desafiante. Hernán termina siendo inspirador al enfrentar cada uno de los obstáculos y barreras, aceptando cada una de las limitaciones presentadas, desde las propias hasta las del estado, la cultura, las climáticas, así como las creencias que impiden el florecimiento humano. Todo esto para finalmente hacer que venzan la razón y el conocimiento, el profesionalismo inclusivo, la acción generosa, abnegada, altruista, dedicada, la entrega, el heroísmo, el cariño y amor hacia los demás y principalmente a las personas en condición de discapacidad.

Encontrar personas que han tomado su propio camino y que han vivido su propia filosofía de vida y de trabajo, saliéndose de lo que son los estereotipos de un profesional “normal” es algo extraordinario y pareciera que los grupos profesionales y la sociedad no están preparadas para ellos.

Los héroes existen. En los lugares lejanos y remotos también los hay y cambian su propio destino y el de los demás, para bien. Solo porque lo sienten y lo viven como un deber personal propio, el de hacer lo que su conciencia elevada cree.

Las dificultades y barreras profesionales y humanas que se producen en las sociedades para lograr la inclusión son interminables. Sumergirse en la vida de las personas que viven con alguna discapacidad y que son culturalmente invisibilizados y ofrecer atención integral como sociedad es lo que corresponde. La odontología en ese plano se encuentra muy retrasada, pero el desarrollo de la atención odontológica de pacientes con necesidades especiales (que incluye el abordaje domiciliario de pacientes odontológicos) viene formalizándose en programas de formación dados por políticas públicas. La historia de Hernán nos ofrece lecciones profesionales, pero sobre todo lecciones humanas. La odontología viene cambiando y esta historia es un ejemplo de ello.

La inclusión está llegando a la vida real de las sociedades, a través de esos profesionales de equipos que conforman héroes silenciosos, voluntarios que enfrentan todo tipo de obstáculos y que están en los lugares más alejados, solitarios y a veces inhóspitos. Ahí están, firmes en sus decisiones y convicciones para ser lo mejor que podrían ser, siendo la versión más cabal de la entrega profesional pero con un sentido de vida y con amor a los demás.

Las historias relatadas inspiran a muchos para que como Hernán sean, se atrevan, vivan, y triunfen ante la adversidad, las dificultades y el tedio o la desazón que puede representar para muchos la ruralidad.

La sencillez del relato se contrapone con la grandeza de los gestos, la nobleza de las intenciones y lo inspirador de las historias de las personas en condición de discapacidad y sus familias todoterreno con las que comparten la vida.

En este libro no solo encontrará a un profesional y a los equipos de profesionales de salud haciendo su trabajo rural; encontrará seres humanos excepcionales a los que hay que cuidar y de los que hay que aprender. Nuestros países de América necesitan más profesionales que se arrojen a lo nuevo, lo difícil. Que se alejen de lo conocidamente adverso y se atrevan al emprendimiento social que hacen de los pueblos, ciudades y países y de su gente grandes mejoras.

La historia de Hernán, en su mundo profesional de visitas domiciliarias a personas que presentan diferentes condiciones de discapacidad, nos entrega esperanzas de que la salud y la odontología deben crecer en esa dirección. Detrás de un indicador de salud, de un número o de una estadística hay ejemplos grandiosos de entrega y este es uno de ellos.

Muchos profesionales principalmente jóvenes pueden inspirarse y encontrar sentido a su existencia y razón de ser y vivir en este libro, que viene con muchas hermosas anécdotas en su desarrollo.

Dr. Efraín Rojas Oxa

Presidente de la Academia Interamericana de Odontología para Pacientes Especiales AIOPE, 2020.

Agradecimientos

Agradezco a mi familia.

A mis padres María Del Carmen y Martiniano por enseñarme a comenzar de nuevo cada día y tratar de competir solo conmigo mismo, a esforzarme a realizar mi trabajo mejor que ayer y convertir fracasos en oportunidades. Quiero agradecerles por una infancia feliz, una vida simple, llena de valores.

Al momento de venir por Andacollo, cuando realicé mi rotación por el Hospital que duró dos meses, mi padre puso en mi bolso de viaje un sobre cerrado y me dijo: abrilo solamente si sentís que están siendo injustos con vos, si no podés solucionar alguna situación que sientas que te supera o se te cuestione en demasía por algo que consideres correcto. Debo confesar que lo abrí solo por curiosidad; en el interior del sobre encontré una carta que contenía un poema del genial Rudyard Kipling: “If” que, a partir de ese momento, tuve en consideración en cada decisión importante que debí tomar en mi vida de ahí en más.

Quiero agradecer a mi esposa Marisa, mi complemento, ese motorcito que me empuja cuando dudo, quien me levanta cuando siento que mi lucha es en vano. Ella es la persona con quien comparto las ganas de innovar en la forma que se aborda la discapacidad, quien cuida mi espalda en cada batalla, que no fueron pocas y siempre en inferioridad de condiciones, esa que me alienta sin importar lo difícil que se vea el desafío, la que posterga cosas por este sueño en común.

También quiero agradecer a las familias de mis pacientes por confiar en el equipo y abrirnos las puertas de sus casas; sin eso jamás se podría haber llevado adelante este programa.

A todos quienes entendieron de qué se trata esto de “Trabajar con las Capacidades Remanentes”.

A quienes nunca creyeron y pusieron objeciones y trabas, porque esa crítica fue puliendo y mejorando el programa.

Por último y no menos importante, a mi hijo, por comprender que su padre no es un odontólogo tradicional e interiorizarse en mi trabajo.

Primera Parte

Capítulo I Nuevo Trabajo, Nueva Provincia, Nueva Forma de Vida.

Habiendo terminado la carrera de Odontología en la Universidad Nacional de la Plata es que decidimos con mi flamante esposa buscar nuevos horizontes. Yo me encontraba haciendo guardias mal pagas en clínicas dentales, alternando con trabajos en el sur y oeste del conurbano bonaerense que implicaban tediosos traslados en tren (línea Roca) y un par de colectivos urbanos, al igual que todos los recién recibidos que no somos hijos de odontólogos. Solo cambiaba la plata, pero sumaba esa tan preciada experiencia laboral o, como se dice en la jerga, sumaba “horas de vuelo” y mil anécdotas en el barrio Santa Cecilia de Florencio Varela o en Bosques, así como en San Justo o Ramos Mejía.

Al momento de decidir destino, no fue muy difícil decantar por la provincia de Neuquén. Tengo un hermano que en ese momento se desempeñaba como médico en la pintoresca localidad de Caviahue, y mi esposa una hermana en Villa la Angostura y mi hijo del primer matrimonio estaba en Mariano Moreno. Si bien dichas localidades estaban distantes una de otras, se encontraban dentro de la misma provincia. Así fue que me anoté al primer concurso del que supe para cubrir vacantes de odontología dentro del sistema público.

Por cosas del destino, quedé asignado como tercer odontólogo del Hospital de Área Rural de Andacollo, el mismo en el que meses antes había realizado una rotación de dos meses para conocer el sistema desde adentro y definir si realmente era lo que quería hacer.

Andacollo pertenece al Departamento Minas, y está situado en el extremo Noroeste de la provincia de Neuquén., Esta pequeña localidad es cabecera del departamento y está emplazada entre la Cordillera de los Andes y la Cordillera del Viento, contando al momento de realizarse el censo del año 2.010 con 2.653 habitantes, fue fundada hace de más de 109 años y a una altura sobre el nivel del mar de algo más de 1.000 m.

La historia dice que fue fundada por mineros provenientes de Chile, específicamente de la Localidad Chilena de Andacollo.

Siendo las principales fuentes de trabajo el empleo público, la minería de Oro y Plata, el comercio, la trashumancia de ganado caprino, bovino, equino y mular de manera extensiva. En épocas de verano se ven pasar innumerables arreos o “piños” a los lados de las rutas que surcan la provincia (en nuestro caso la ruta provincial N°43) que se desplazan hacia las tierras altas de la cordillera en busca de pastos tiernos, conocido esto como “veranada”. En dicha tarea participa toda la familia y es considerado además de un trabajo una forma de vida. A mediados del otoño, cuando llegan los primeros fríos, los arreos bajan de la cordillera para buscar refugio al centro de la provincia donde el clima no es tan gélido, llamando a esto “invernada”.

Foto de un arreo. Fuente: cultura.gob.ar

¿Por qué nombro la veranada e invernada?

Porque nuestra localidad se encuentra en el paso de los arreos y son parte de la población a la cual asistimos y como su permanencia en el pueblo es muy corta y en muchos casos la necesidad de atención urgente sus consultas son numerosas y para realizar estos tratamientos debemos valernos técnicas más radicales que les puedan garantizar que no requieran de nuestros servicios cuando se encuentren en plena cordillera en soledad.

Como en todo pueblo del interior, el trato de la gente es amable y no tardan en adoptarte, tal es así que, con menos de una semana de vivir en la localidad al entrar a un negocio, el dueño se presenta y me dice: ¡anota lo que quieras, que cuando cobras me pagas!

Pasaron trece años y son las cosas que uno recuerda y aprecia; yo mismo provengo de una pequeña localidad, “Cazón”, del interior de la provincia de Buenos Aires. Su población es de algo menos de 300 habitantes. Allí transcurrió mi feliz infancia, siendo el menor de tres hijos de un matrimonio compuesto por una maestra rural y un padre que tenía una fábrica de carbón de eucaliptus. Una vida simple llena de valores, pero sobre todo feliz.

Yo soy el de pañales

Capítulo IIMi primer contacto con la Discapacidad y el Paciente Número 0

El hospital da cobertura a otros pequeños pueblos y parajes rurales hasta la misma frontera con Chile. Las localidades son Huingánco, Charra Ruca, Los Carrizos, los Guañacos, Lileo, Los Chacayes, Tierras blancas, Los Miches y Cayanta.

Quien se terminó convirtiendo en paciente cero, mi primer contacto con la discapacidad, fue un niño ciego de alrededor de dos años de la localidad de los Miches.

Nobleza obliga, debo aclarar que no cuento con ningún familiar con discapacidad y estando en la Facultad, habiendo entre los cursos optativos de pregrado uno específico de discapacidad, no me hallé seducido para inscribirme.

Aclarado esto y encontrándome en plena visita rural en el viejo puesto de salud de Los Miches, bajo las inclemencias del invierno patagónico y con la sala de espera llena de pacientes con cuadros gripales, la enfermera con muy buen tino me dice: Dr. ya terminó de atender los pacientes de la mañana, solo quedan los dos controles de niños sanos, pero son hermanitos y viven “aquí a la vuelta”, ¿le parece que vayamos a la casa para no exponerlos a enfermarse en la sala de espera?

Obviamente me pareció totalmente lógico su planteo, recogí mi maletín de odontología y nos dirigimos al hogar.

Al llegar, la mamá de los niños nos invitó a entrar amablemente y vi en el living de la casa jugando a los dos niños. El mayor de entre tres y cuatro años, pintando una revista con crayones y el más pequeño de dos años, jugando en el piso sobre una manta con juegos de encastre con total dominio del espacio, tanto que me quedé mirándolo detenidamente y la madre me dijo “sí, es ciego”. Tardé solo unos segundos en reaccionar, pero los suficientes como para recriminarme el no haber tomado ese dichoso curso en la facultad.

Le pedí a la enfermera que ella hiciera primero sus controles para así ganar tiempo y ver la forma en que iba a realizar el abordaje a los niños.

Así fue que primero atendí al mayor de los hermanitos, sentándome en el piso con él y mostrando interés en lo que hacía mientras no perdía de vista al más pequeño. Al realizar la inspección bucal tomé de mi maletín uno de los cepillos de dientes que utilizamos para enseñar la técnica de cepillado correcta acorde con la edad y para la aplicación de flúor; dado que en nuestra zona el agua consumida es agua superficial proveniente de deshielos y con faltante de algunos minerales, entre ellos flúor.

Encontrándome abriendo el cepillo que viene envuelto en plástico duro para el mayor de los niños, la envoltura hizo ruido y capturó la atención del pequeño. En cuestión de segundos estaba a mi lado y extendió su mano en silencio en clara muestra de “no sé lo que es pero yo también quiero”.

En ese preciso momento, ocurrió algo que yo recuerdo sencillamente como mágico por su simpleza en sí mismo y por la trascendencia que tuvo en mi vida.

Como pudo, él solo, rompió el envoltorio, sacó el cepillo, lo acercó a su nariz y lo olió. Luego lo aproximó a su oreja y pasó el dedo índice de su otra mano sobre la cerda y escuchó el ruido. Nos miramos todos pero nadie habló; como su hermano estaba en pleno cepillado, el pequeño metió el cepillo en la boca y lo movió de distintas maneras hasta que ese movimiento hizo el mismo ruido que el de su hermano. Es decir, ¡¡¡estaba aplicando la técnica haciendo una copia fiel de lo realizado por el mayor!!!