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"Nada separa al muro de su escombro, sino esa red azul que tú mismo has creado. Nada separa al barco de su bello naufragio: Es ilusorio el viaje y en la palabra pétalo ya estaba lo marchito. El recuerdo es un sueño de lo deshabitado. Descarta la ficción de los días. Como el antiguo pueblo imaginaste un éxodo y perdiste un rostro para poder amarlo."
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Seitenzahl: 20
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Eduardo Álvarez Tuñón
La ficción de los días
ColecciónEl Auradirigida por Eduardo Álvarez Tuñón y Mario Sampaolesi
Alvarez Tuñón, Eduardo
La ficción de los días. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2015. - (El aura; 0)
E-Book.
ISBN 978-987-599-440-9
1. Poesía Argentina.
CDD A861
Imagen de tapa: Detalle de The cliff walk at Pourville, de Claude Monet
©Libros del Zorzal, 2013
Buenos Aires, Argentina
Printed in Argentina
Hecho el depósito que previene la Ley 11.723
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Asimismo, puede consultar nuestra página web:
<www.delzorzal.com>
Índice
El elegido | 5
La embriaguez del tiempo | 7
La ficción de los días | 9
El otro viaje | 11
El retorno | 13
Correspondencias | 15
La imperceptible muerte | 17
Poema para amar a una mujer que crece | 19
Los oficios | 22
La búsqueda | 25
La fuga | 27
Oración última del amor y la muerte | 29
La quietud | 32
La mujer y la luz | 34
La voz | 36
El elegido
...conosco i segni dell´antica fiamma...
(Purgatorio, xxx, 46-48)
Es vana la quietud y es inútil la fuga:
Cuando alguien ama, una ciudad se acerca.
La anuncian los aromas de la noche y la espera.
Quien recorre sus calles lo hace en busca de un
rostro.
Son eternas las vísperas si atraviesas su puerta.
No querías volver. Te sientes viejo
y ya la lluvia bendice tu retorno.
Es vana la quietud y es inútil la fuga.
Los árboles lo dicen a tu paso:
Amas a esa mujer porque la has visto
en un lugar de la tierra en donde nadie ha muerto
y envidias nuestras ramas que pueden darle
sombra.
Una ciudad se acerca. No apartes este cáliz.
Interrumpe tu viaje, que son bellos los miedos
y si no la recorres ella desaparece.
No amarás un color porque alguien lo ha visto.
Nada ha de conmoverte cuando caiga la tarde.
Recuerda el signo de la antigua llama:
De nuevo una mujer y una ciudad.
Los árboles lo dicen a tu paso:
No es el amor que vuelve.
Es obra de los días y los vientos.
Te han elegido. Han querido enseñarte
lo que sintió la piedra de viejas catedrales
cuando alguien la apartó de aquel secreto río