La gran coalición de chupamedias, boludos y malandras - Roberto Travesani - E-Book

La gran coalición de chupamedias, boludos y malandras E-Book

Roberto Travesani

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Beschreibung

Hacia fines de la primera década de este siglo acabé por llegar a la conclusión de que al poder en la Argentina lo maneja una especie de coalición de chupamedias, boludos y malandras. Pero cuando me refiero al poder, no pienso solamente en el poder político, sea este nacional, provincial o municipal, si no también al poder en gremios, cooperativas, clubes, etc. A poco de llegar a semejante idea, surgió la necesidad de plasmarla en un libro, que acabó siendo un libro no sólo sobre esta coalición, o sobre estas coaliciones, porque son múltiples, sino también sobre las diversas taras de la Argentina y de los argentinos que en conjunto con estas coaliciones mantienen al país girando en una especie de calesita y le impide encaminarse al progreso.

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Seitenzahl: 214

Veröffentlichungsjahr: 2015

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Roberto Travesani

La gran coalición de

chupamedias, boludos y malandras

Editorial Autores de Argentina

Travesani, Roberto

La gran coalición de chupamedias, boludos y malandras. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2015. 

 E-Book. 

 ISBN 978-987-711-354-9 

 1. Estudios Culturales. I. Título 

 CDD 306

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail:[email protected]

Diseño de portada: Justo Echeverría

Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini

Índice

PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

EL NACIONALISMO, OPIO DE LOS BOLUDOS, REFUGIO DE LOS MALANDRAS

LA CULTURA CHUPAMEDIAS, EL ROL DE LOS PEQUEÑOS MEDIOS

LA INFLACIÓN, EL IMPUESTO AL BOLUDO

LOS CHUPAMEDIAS Y LA ARGENTINA “MACHA”

CUANDO LA EDUCACIÓN EMBRUTECE

EL POPULISMO Y EL MERCADO

LA INFALIBILIDAD DEL PUEBLO

EL ESTADO PISINGALLO, LO PÚBLICO COMO FRUTO SILVESTRE

ELGREMIALISMO AGROPECUARIO

LA EFICACIA DE LOS MALANDRAS (ROBA, PERO HACE)

LAS MALVINAS, O CUANDO YO TAMBIÉN FUI BOLUDO

FLOJITOS EN ARITMÉTICA Y REPITIENDO BOLUDECES COMO LOROS

EL PERONISMO NUNCA GOBERNÓ, SOLO EL PERONISMO PUEDE GOBERNAR: DOS MITOS PARALELOS Y PARA —LELOS—

PRÓLOGO

¿Una coalición de chupamedias, boludos y malandras? La historia de semejante ocurrencia arranca en las elecciones legislativas de 2001, aquellas de la campaña para protestar mediante el voto en blanco. No me conformé con solamente poner un sobre vacío en la urna, decidí escribir en una hoja de cuaderno escolar con letra de imprenta y bien grande —GRAN COALICIÓN DE ATORRANTES, BOLUDOS Y MALANDRAS, NO LOS VOTO—. No se me ocurrió pensar que tal vez pudiera haber en las listas locales alguna persona que no mereciera ninguno de estos calificativos, ni tampoco que los peronistas votarían a sus candidatos, no en blanco, con lo que aparecerían como ganadores, y la protesta, que era contra toda la clase política se convertiría en una protesta solo contra el gobierno de la ya a esa altura, ex Alianza. Con el resultado conocido del peronismo apoderándose del gobierno, y la sensación que tuve de haber sido un boludo que colaboró involuntariamente para que esto fuera posible. Aquella ocurrencia precursora quedó sepultada en mi memoria durante bastante tiempo, en el que sin embargo fueron sucediendo hechos que abonaron el terreno para la aparición de la idea definitiva. Por ejemplo, vi a productores agropecuarios que no eran capaces de darse cuenta de que Eduardo Duhalde y Roberto Lavagna ejecutaban una política anticampo, atribuirles a ellos la incipiente mejora que en realidad se debía al aumento de los precios internacionales de nuestros principales productos, y por eso votar a Kirchner. Vi tiempo después a un candidato a diputado nacional por la provincia de Santa Fe, puesto a dedo en su candidatura por el presidente, y además derrotado en todas las elecciones en que se presentó, pedir el voto para apoyar el proyecto de país del presidente. Ningún proyecto propio, nada sobre las necesidades de la provincia, ausente todo matiz en las ideas, me hizo pensar que no estaría mal que se tatuara en la frente la leyenda: “SOY CHUPAMEDIAS, LUEGO EXISTO—. Veo todo el tiempo hechos de corrupción, en las altas esferas, y también en entidades como cooperativas o clubes, donde los malandras hacen de las suyas y donde también están los chupamedias y los boludos que les facilitan las cosas, veo cómo la Argentina está perdiendo desde hace más de una década la mejor oportunidad de progreso que ha tenido en un siglo, o más, cuando solo se necesitaba un mínimo de lucidez para atraparla. Soporto las cadenas nacionales de radio y televisión que nos propina nuestra presidenta, donde veo a toda una fauna de chupamedias –poderosos empresarios, artistas conocidos, y hasta de renombre– aplaudir cualquier estupidez que ella diga. Seguramente temerosos de perder los favores oficiales o ansiosos por conseguirlos. Participé de la comisión directiva de una pequeña entidad gremial agropecuaria, donde pude ver en directo cómo se gesta la completa inoperancia del gremialismo agropecuario. Pude ver a ínfimos dirigentes homenajear a un malandra recientemente fallecido, a sabiendas de que era malandra; pero que les había palmeado la espalda haciéndoles sentir que eran alguien. Aunque en realidad los había usado para conseguir altos cargos en la confederación a la que esta entidad pertenecía. Y además tuve una buena lección acerca de lo difícil —si no imposible— que será cambiar algo de todo lo malo que inutiliza a estas y otras organizaciones de la sociedad civil. Veo cómo es mucho más fácil que reciba un homenaje un malandra, un chupamedias, incluso un boludo que haya prestado buenos servicios a los malandras que personas honestas y con principios que dicen las cosas de frente, y a veces intentan cambiarlas, pero siempre terminan derrotadas y marginadas. Así un día recordé aquel voto y a causa de la sobredosis de chupamedias que pude observar en estos últimos años, cambié atorrantes por chupamedias y así quedó la idea de que al poder político lo conforma una especie de coalición de chupamedias, boludos y malandras. Una idea a la que a poco de analizarla uno le encuentra sus buenas contradicciones, pero suele decirse que la primera idea es la que vale, y por eso me aferro a este título. Lo de gran coalición es una burla pensada a partir de las llamadas “grandes coaliciones alemanas” entre democristianos y socialdemócratas. Allí se forman cuando se llega a una situación en la que ninguno de los principales partidos puede armar una coalición con los partidos pequeños que tengan mayoría parlamentaria suficiente como para formar gobierno, evitando de esa manera que el país caiga en la ingobernabilidad, mientras que nuestra coalición solo sirve para mantener al país en el atraso, en un círculo vicioso de profundas crisis y aparentes recuperaciones, pero no para encaminar al país hacia el progreso, salvo el progreso material de los que gobiernan.

Tengo pocas esperanzas puestas en que describir estas conductas sirva para algo, pero estoy convencido de que la teoría de —mejor me callo y hago la mía,— me convertiría en un miembro de esta coalición. Además los cambios profundos y duraderos en una sociedad jamás se dan de la noche a la mañana, por una única causa o gracias a la acción de algún iluminado. Más bien la acción de los iluminados tiende a causar gravísimos daños a las naciones. Pero contra toda esperanza, al statu quo hay que combatirlo, en algún momento las cosas tendrán que cambiar, y ese cambio será el fruto de todas las acciones aparentemente fracasadas que se hayan emprendido hasta ese día. Por eso, ahí va mi pequeña contribución.

INTRODUCCIÓN

Se dice que el mejor truco del diablo es que nadie cree verdaderamente en su existencia. Tampoco cree nadie o casi nadie en la existencia de nuestra coalición de chupamedias, boludos y malandras, y la mayoría seguirá sin creerlo en el futuro, lo considerarán un disparate de los tantos que se dicen o publican todo el tiempo. Por cierto que jamás podría existir semejante coalición en forma explícita, menos aún de un modo formal. ¿Existe acaso un boludo que esté dispuesto a aceptar que lo es? ¿Acaso alguien admitiría ser chupamedias?, ¿o algún personaje que buscara posiciones de poder se presentaría como un malandra? ¿Podría celebrarse una reunión para constituir semejante coalición? Imposible; sin embargo, de alguna forma, esta coalición existe. No tienen la más mínima noción de su existencia los boludos; los chupamedias seguramente se ven, o quieren verse a sí mismos como personas equilibradas y responsables que apoyan a líderes esclarecidos, con un“proyecto de país transformador—, como si la solución de los problemas de la Argentina pudiera anidar en la cabeza de una sola persona. No es seguro que los malandras piensen de sí mismos que lo son, después de todo muchos de ellos seguramente son psicópatas que se creen con derecho a robar dineros públicos y manipular a las personas a su gusto; pero son ellos los artífices de esta coalición, porque son ellos sus principales beneficiarios. Son los que poseen el talento necesario para identificar a las distintas clases de boludos políticamente manipulables, a los chupamedias que necesitan un jefe al que succionarle los calcetines, unos chupamedias que les resultan imprescindibles dado que con sus alabanzas los ayudan a convencer a muchos boludos de que son patriotas esclarecidos, dispuestos a luchar hasta el fin de su vida, sacrificarla incluso, por su patria y por su pueblo, aunque los sacrificios que conocemos, de un par de estos personajes, en realidad fueron a causa de su adicción al poder, del miedo enfermizo a perderlo, del miedo a tener que rendir cuenta de sus actos. Aunque hasta ahora ninguno haya terminado preso. Pero debe ser muy doloroso para un malandra que supo disfrutar del poder, de los granaderos cuadrándose ante él, de las lisonjas de otros malandras y de los chupamedias, de la sumisión canina de muchos, acabar, en el epílogo de su carrera política, en los tribunales procesado por un juez al que quizá él mismo llevó al cargo para que le cubriera las espaldas, pero que ahora responde a otro patrón, al que le conviene hasta cierto punto que el anterior mandamás sea zarandeado en los tribunales, para tenerlo en una situación vulnerable, necesitado de sus favores, y así usufructuar del resto de influencia política de su antecesor, al mismo tiempo que se presenta como su enemigo, su opuesto, como aquel que viene a deshacer todo lo malo que el otro hizo. Esto solo es mera especulación en cuanto a la tristeza que le causa al personaje, porque los hechos concretos sucedieron y suceden mientras escribo estas líneas. Un ex presidente obligado por su situación judicial a apoyar a los que mandan hoy, a ser chupamedias de los que mandan hoy -decir “gobiernan” me resulta insoportable– para que estos lo ayuden con sus causas judiciales. A su vez los que mandan hoy fueron chupamedias del mandamás de ayer, a quien ensalzaban como un gran presidente, además de apoyar todos sus proyectos, mientras que hoy hablan de aquel gobierno como si fuese la causa de todos nuestros males.

Esto me lleva a la primera contradicción, no necesariamente un malandra es solo malandra, un chupamedias solo chupamedias o un boludo solo boludo; por ejemplo el ex presidente al que aludía más arriba, cuando comenzó a hacerse conocido a nivel nacional, era chupamedias de Isabelita, después, cuando logró llegar a la cima del poder, disfrutó de una gran corte de adulones, cuando lo perdió tuvo que volver a los orígenes para no ir preso, por lo tanto no es descabellado pensar que también es un boludo, puesto que alguien que llega a presidente de la nación tiene al dejar el cargo una jubilación que no es precisamente la que padecen los simples ciudadanos argentinos, y también goza de una custodia personal hasta el día de su muerte. Es decir, no corre ningún peligro de caer en la pobreza. Por eso en ciertas circunstancias, ser malandra, no poder contener las ansias de robar, significa ser al mismo tiempo boludo.

Del mismo modo, alguien a quien conocemos fundamentalmente como chupamedias no lo hace siempre solo por amor al arte, sino por los beneficios que espera recibir por tan abnegada prestación de servicios. En este caso ya comienza a ser un malandra, si lo hace sin contraprestación es un boludo, aunque en este caso posiblemente no lo tendríamos registrado como chupamedias, sino simplemente como boludo. Es posible que en muchos individuos un par de estas características o las tres vayan juntas; lo que interesa en ese caso es la que predomina. Ahora bien, lo que importa o debería importar de esta improbable coalición es el efecto dañino que tiene en la administración de la cosa pública, entendiendo por pública no solo al Estado en su versión nacional, provincial o municipal, sino además a cooperativas, mutuales, gremios, clubes deportivos y sociales, y todo tipo de organización que sea de algún modo pública, donde no haya un dueño de carne y hueso que vele por la buena gestión de los negocios. Es decir toda aquella organización política, social o económica en la que quienes mandan, al ser propietarios de ellas solo en una mínima parte puedan creer posible obtener más rédito saqueándolas que realizando una administración honesta.

En nuestra sociedad es frecuente que individuos a los que tenemos catalogados como personas de bien, que son considerados como honestos en sus tratos comerciales con otras personas, tengan una relación inmoral con lo público; nada nuevo estoy descubriendo con ello. Ya lo dijo magistralmente Borges hace muchos años: “El Estado es impersonal: el argentino solo concibe una relación personal. Por eso, para él, robar dineros públicos no es un crimen. Compruebo un hecho; no lo justifico o excuso”.

Tomemos el caso de los boludos: hay muchos de ellos que a la hora de manejar sus negocios personales actúan con mucha sensatez. Tienen muy claro lo que no debe hacerse y efectivamente no lo hacen. Al obtener una reputación de ser personas sensatas y honestas, son buscados para participar en entidades de la sociedad civil o en actividades políticas. Es entonces cuando la cosa cambia. Es entonces cuando la tara que este personaje tiene en su relación con lo público comienza a salir a la luz. Cuando se da la circunstancia de tener que elegir entre apoyar a un malandra que está haciendo de las suyas o acompañar a una persona honesta que quiere cambiar las cosas, un verdadero boludo siempre acompañará al malandra.

La fascinación que este ejerce sobre él es difícil de entender. O quizá no tanto. Muchas veces ocurre que el boludo no es una persona honesta. Es un malandra frustrado, que ha carecido del talento o del coraje para serlo. Entonces, el que sí se animó es una especie de ídolo para él. Aunque esa idolatría la mantenga en secreto, y aún más: critique a veces con virulencia a los malandras. También a aquellos a los que termina luego apoyando a sabiendas de que lo son. Confundido por esas críticas, más de uno, –me incluyo –se ha llevado una ingrata sorpresa, al tratar de sumar a uno de estos individuos a la lucha para sanear una institución. Solo sirven para criticar por detrás, nunca de frente. En eso se parecen a los chupamedias Con el agravante para estos de que sí critican de frente: a los que osan criticar a los que mandan. Es que, de hecho, esas críticas, muchas veces virulentas, no son sino una forma más de las tantas que usan los chupamedias para cumplir con la sacrificada tarea de agradar a los malandras.

Otra clase de boludo –aunque tal vez sea mejor hablar de otra característica de los boludos– es el que no resiste la seducción de una palmada en la espalda, o una alabanza de parte de los malandras. Son verdaderos especialistas en eso de hacer sentir importantes a los insignificantes. El auténtico acto de graduación de un boludo como tal se da cuando un malandra lo envuelve como para regalo, y se lo regala a sí mismo.

Nuestra coalición, y el apoyo del que disfruta, posiblemente abarque a un porcentaje muy importante de la sociedad argentina. Quizá la mayoría, quizá no. Porque, al igual que el diablo, los malandras saben ser seductores. Y como además de ser sus principales beneficiarios son ellos los que mandan, pueden aprovechar las necesidades y taras que muchos tienen, para desde el poder satisfacerlos. Sus armas son variadas, como variada es la clientela a la que deben satisfacer o convencer. Los subsidios y empleos públicos, otorgados de modo clientelar para los más pobres, y muchas veces para los no tan pobres también. Inflación: algo que muchos malandras no necesariamente relacionados con la política agradecen por la infinita posibilidad de curros que esta genera. Discursos nacionalistas para engañar a los giles, porque no solo de pan vive el hombre. Y toda una batería de recursos que les sirve a ellos, y son un gol en contra para una Argentina que retrocede en el concierto de las naciones. Triste destino para una nación que supo ser una de las mayores esperanzas del mundo. Triste destino para una Argentina de la que se ha dicho que fue primero soñada por sus intelectuales, para luego ser construida por sus hombres de Estado.

Unos hombres de estado que tuvieron muchos errores. Muchos de los cuales posiblemente no fueran honestos. Pero que supieron entender al mundo de su época, aprovechar las oportunidades que este le daba al país para progresar, y así sacarlo del estado de miseria y atraso, de virtual inexistencia en el que se encontraba antes de promulgarse la Constitución en 1853. Una época en que era el país más pobre y despoblado de América Latina. ¿Será su destino volver a serlo? ¿Nos dejaremos llevar a los niveles de miseria y criminalidad que tienen los peores países de nuestra región? ¿O alguna vez identificaremos cuáles son nuestros verdaderos problemas y pondremos manos a la obra para solucionarlos?

Tengo la esperanza de que nuestros vecinos más próximos se encaminen al progreso. Así pongan en evidencia aún más nuestra decadencia, y entonces, a los que mandan pero no gobiernan, no les queden más excusas para no proceder como deben, y dejen de hacer lo que creen que les conviene. O bien que el pueblo argentino se avive, se libere de sus taras políticas y deje sin trabajo a los jefes de esta coalición, que han convertido a la Argentina en algo así como un país boludo y especialista en desaprovechar las oportunidades que el mundo le ofrece de vez en cuando.