La hora de la reparación - Tomás Vetro - E-Book

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Tomás Vetro

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Beschreibung

Esta obra analiza los aspectos políticos y económicos centrales de la presidencia de Marcelo T. de Alvear (1922-1928) y cuyo objetivo es abordar una paradoja que, a primera vista resulta, difícil de comprender: cómo la Unión Cívica Radical, a lo largo del tiempo, ha olvidado la figura de Alvear a pesar de los éxitos alcanzados durante su gobierno.  Un análisis conjunto de la política y la economía de su período presidencial nos permite esbozar distintas respuestas a tal olvido. A su vez, esta investigación discute con las miradas que han caracterizado la figura de Alvear como una figura alejada de la política y definida meramente en oposición al líder radical por excelencia: Hipólito Yrigoyen.  De esta manera, un análisis de su gobierno permite desvelar muchos de los olvidos a los que ha sido sometida su figura, un olvido que, a la luz de los hechos, resulta ciertamente sorprendente. En efecto, Alvear fue una figura con peso político propio y que tomó medidas económicas concretas.  Por ello, el título elegido, La hora de la reparación, pretende señalar la paradoja que resultó para el radicalismo el gobierno de Alvear: un personaje incómodo, debido a sus orígenes sociales, fue el que cumplimentó la idea de la "reparación" que el radicalismo había planteado a la sociedad.

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Seitenzahl: 184

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Tomás Vetro Ceferino Bavasso

La hora de la reparación

Política y economía en la presidencia de Marcelo T. de Alvear (1922–1928)

Vetro, Tomás La hora de la reparación : política y economía en la presidencia de Marcelo T. de Alvear 1922?1928 / Tomás Vetro ; Ceferino Bavasso. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6778-9

1. Ensayo. I. Bavasso, Ceferino II. Título CDD A864

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Resumen

Agradecimientos

Justificación

Introducción

CAPÍTULO 1 - El radicalismo al poder: efectos y alcances de la asonada reformista

CAPÍTULO 2 - El gobierno de Alvear. El entretejido de una política propia

CAPÍTULO 3 - La consumación de la reparación: la economía radical durante los años 20

CAPÍTULO 4 - Los años venideros. La crisis, el golpe y el liderazgo opositor de Alvear

Conclusión

ANEXOS

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Resumen

Este trabajo de investigación analiza los aspectos políticos y económicos centrales de la presidencia de Marcelo T. de Alvear (1922-1928). El objetivo de esta investigación es abordar una paradoja que a primera vista resulta difícil de comprender: cómo la Unión Cívica Radical, a lo largo del tiempo, ha olvidado la figura de Alvear a pesar de los éxitos alcanzados durante su gobierno. Un análisis conjunto de la política y la economía de su período presidencial nos permite esbozar distintas respuestas a tal olvido. A su vez, esta investigación pretende discutir con las miradas que han caracterizado la figura de Alvear como una figura alejada de la política y definida meramente en oposición al líder radical por excelencia: Hipólito Yrigoyen. De esta manera, un análisis de su gobierno permite desvelar muchos de los olvidos a los que ha sido sometida su figura, un olvido que, a la luz de los hechos, resulta ciertamente sorprendente. En efecto, Alvear fue una figura con peso político propio y que tomó medidas económicas concretas. Por ello el título elegido, La hora de la reparación, apunta a mostrar la paradoja que resultó para el radicalismo el gobierno de Alvear: un personaje incómodo, debido a sus orígenes sociales, fue el que cumplimentó la idea de la “reparación” que el radicalismo había planteado a la sociedad.

Palabras clave: Marcelo T. de Alvear – Unión Cívica Radical – Reparación – Gobierno de Alvear – Hipólito Yrigoyen.

Agradecimientos

En primer lugar, quisiera agradecer a mi familia por acompañarme en todo este proceso, escuchando los avances que iba logrando a medida que realizaba mi investigación. Sobre todo a mi mamá, Gladys, y a mi papá, Francisco. Sin ellos no habría sido posible escribir ni siquiera un párrafo de este trabajo de investigación.

A mi abuela, María Rosa, por ser mi mayor baluarte tanto en este trabajo como en la vida misma.

A mis amigos Facu, Lauti, Cami, Sil y Tomi, que confiaron en mí desde el momento uno en el que inicié la investigación. Gracias por el aguante y el cariño que me brindaron.

A Anita, mi alma gemela, que me apoyó en todo momento y leyó todos y cada uno de los avances del trabajo. Gracias por el tiempo dedicado, las palabras de apoyo y por estar siempre ahí.

A Ro, mi amiga incondicional, por transitar este camino junto a mí desde el primer minuto y apoyarme incansablemente durante los últimos tres años. Gracias por ser un sostén en todo momento.

Al Dr. Ceferino, por confiar en el proyecto y aconsejarme a lo largo de este tiempo con mucha paciencia y calidez. Fue un honor poder iniciarme en el mundo de la investigación con usted. Le agradezco todos los consejos y reflexiones que dieron cuerpo a este trabajo final.

Al Joaquín, mi segunda casa, que me permitió cumplir mi sueño de poder estudiar Historia de manera libre, gratuita y con la mejor calidad educativa.

Justificación

¿Por qué estudiar la presidencia de Marcelo T. de Alvear? Esta pregunta ha estado en mi cabeza desde mucho tiempo antes de iniciar esta investigación. En efecto, Alvear es una figura que no es reivindicada por propios ni ajenos. Ni siquiera está bien claro, en su caso, quienes son los “propios” y los “ajenos”. En gran parte de los estudios históricos, principalmente los del siglo XX, Alvear fue definido como el presidente que estuvo en el medio de las dos presidencias de Hipólito Yrigoyen, es decir, en oposición al líder radical. Nunca se le ha brindado un lugar propio en la historia de los grandes presidentes argentinos ni, lo que es todavía más llamativo y que en gran medida impulsó este trabajo, en la propia historia del radicalismo.

Por lo tanto, la elección del presente tema de investigación se debe a la curiosidad despertada por este “olvido” de los radicales de una figura tan central en su historia, nada más ni nada menos que un presidente de la Nación durante un período completo. De hecho, los presidentes radicales del siglo XX parecieron ignorar que existió un presidente llamado Marcelo T. de Alvear. Su figura ha sido rehuida por la propia Unión Cívica Radical: Frondizi, Illia y Alfonsín –especialmente Alfonsín, como se puede observar en su discurso de cierre de campaña de 1983– se han reverenciado con Yrigoyen. La presidencia de un hombre proveniente de la aristocracia, pero ciertamente muy reformista y que generó un aumento en el bienestar de la población argentina, parece ciertamente no haber existido. En una ponencia de hace una década, un historiador sostenía, entre risas: “Colgar el retrato de Alvear en la sede de la Unión Cívica Radical es una operación difícil”.

Si bien estas han sido las razones del por qué estudiar a Marcelo T. de Alvear, cabe preguntarse también: ¿Para qué? Lo cierto es que el olvido que sufrió Alvear por parte de la Unión Cívica Radical no ha sido llenado por otros sectores: nunca dio su apoyo a los conservadores y, más bien, para el final de su vida se mostró muy desencantado con la elite argentina, sector social del cual era parte. Su olvido historiográfico ha sido subsanado con los brillantes trabajos de la última década, tanto por Leandro Losada (2015) como por Joel Horowitz (2015) y Pablo Gerchunoff (2016). Sin embargo, aun el radicalismo no lo ha reconocido: el período 1922-1928 parece ser un vacío del que solamente se recuerda la escisión del partido.

Más aún, como todo trabajo de la ciencia histórica, estudiamos la presidencia de Alvear buscando respuestas a muchas de las incógnitas del presente, de la sociedad que nos rodea. No solo de la historia del radicalismo, sino de la Argentina misma. Ello cobra aún más sentido, puesto que en el año en el que se ha llevado a cabo esta investigación se cumple exactamente un siglo del bienio en el que la economía más creció durante el sexenio de Alvear: en 1924 las cifras de la economía se expandieron con un extraordinario crecimiento del 7,8% del PBI, consecutivo a una expansión del 11% en 1923. Todo esto en un país como el nuestro que no crece, al momento de este trabajo de investigación, hace más de una década. Por lo tanto, la investigación del gobierno alvearista, con su debido rigor histórico, puede contribuir a aportar soluciones para muchos de los problemas –en términos de distribución del ingreso y desigualdad, por ejemplo– que hoy en día afectan a la Argentina.

Introducción

Entre 1922 y 1928 gobernó en la Argentina el segundo presidente radical: Marcelo T. de Alvear. A la luz de los hechos y del olvido de su figura por su propio partido, parece necesario volver a hacer hincapié en ese hecho: Alvear era un ferviente militante radical desde la década de 1890 y durante su presidencia no se olvidaría de su pasado. Lo cierto es que, para 1929, Argentina era el país más rico de Latinoamérica y en muchos aspectos podía ser comparada a países europeos o a Estados Unidos. La riqueza argentina de este período no es un secreto para nadie: la misma venía creciendo desde la organización del Estado nacional y fue aprovechada por los gobiernos conservadores para su propio beneficio. Lo innovador en el radicalismo era la idea de la “reparación”, tanto política como económica, de la sociedad argentina. De nada servía que la riqueza quedara concentrada en la oligarquía del país, sino que esta debía ser redistribuida entre los sectores obreros y populares.

Por circunstancias externas y por la acción de la oposición conservadora, que trabó muchas de sus iniciativas, Hipólito Yrigoyen alcanzó a iniciar la tarea de la “reparación” pero no a completarla. Para el final de su mandato, el radicalismo todavía estaba en deuda con la sociedad: la caída económica generada por la Primera Guerra Mundial, si bien empezaba a ser superada, había sido muy grande para la economía argentina, con efectos devastadores. En abril de 1922 la sociedad argentina optó por renovarle el mandato a los radicales, y con ello ascendía al poder un miembro de la elite argentina: Marcelo T. de Alvear.

Pero Alvear no era únicamente un miembro de la elite. De hecho, había sido un militante político del radicalismo desde los levantamientos de la década de 1890 e inicios del siglo XX, buscando impugnar a los sectores oligárquico-conservadores. En esta paradoja, una de las tantas que tiene la historia, se fundaba, justamente, lo original de su presidencia: un miembro de la elite –y, además, de una de las familias más renombradas y acaudaladas del país, de ilustre historia– sería el encargado de completar la “reparación” política y económica de la sociedad argentina.

En el primer capítulo abordaremos las tres décadas previas al gobierno de Alvear, haciendo foco en tres acontecimientos políticos que resultaron un punto de quiebre en la historia argentina: el levantamiento de la Unión Cívica en 1890, que desembocó en la renuncia del presidente de la Nación Miguel Juárez Celman; la Ley Sáenz Peña de 1912, que habilitó el voto masculino universal, secreto y obligatorio; y, finalmente, la llegada al poder de Hipólito Yrigoyen, no exenta de dificultades, en 1916. Por supuesto, la llegada de Yrigoyen al poder no puede ser explicada sin aludir al acontecimiento que cambió al mundo y que golpeó con fuerza a la Argentina: la Primera Guerra Mundial.

A su vez, volveremos sobre el gobierno de Yrigoyen para marcar sus alcances y sus limitaciones (tanto propias como las afrontadas por la acción de la oposición conservadora), que permiten marcar el cauce sobre el cual Alvear llegará al gobierno en 1922, ungido por el propio Yrigoyen. Por último, nos concentraremos, justamente, en esta elección de Yrigoyen por Alvear, buscando explicar las razones que llevaron a la misma y el peso que ejerció tal decisión sobre el gobierno de Alvear, en tanto la misma afectaría a su gobierno con la responsabilidad no solo de ser el segundo presidente democrático de la Argentina sino, además, sobreponerse a una figura fuerte como lo era Yrigoyen.

En el segundo capítulo nos concentraremos en los aspectos más bien políticos del gobierno de Alvear, teniendo en cuenta, no obstante, que la política y la economía se encuentran interrelacionadas y que, más allá de la división en capítulos de este trabajo, no deben ser estudiadas por separado, sino como un todo. En primer lugar, plantearemos la problemática de sobreponerse a un líder fuerte, cómo hizo Alvear para emprender su gobierno bajo esta fuerte influencia y qué efectos tuvo sobre el radicalismo la elección de su persona como presidente. Siguiendo, haremos referencia a la prensa periódica del momento y su abordaje del gobierno de Alvear, el cual resulta muy significativo en tanto permite ver las paradojas que planteó su figura, principalmente, en la prensa asociada a los sectores conservadores.

El gobierno de Alvear tuvo una pata política muy fuerte en su gabinete de ministros, que le permitió adquirir la estabilidad necesaria para maniobrar tanto política como legislativamente. A su vez, se repasarán los objetivos que tenía Alvear con respecto a los nombres seleccionados en su gabinete y el rol preponderante de muchos de ellos en su gobierno, lo cual no debe ser confundido con una señal de debilidad o desinterés político de Alvear, que demostró, en los momentos definitorios de su presidencia, una intervención política concreta. Por ejemplo, con respecto a su alianza con Yrigoyen, que siempre preservó, rechazando las propuestas de sus ministros de intervenir la provincia de Buenos Aires. Acto seguido, nos aproximaremos a una temática poco estudiada sobre el gobierno de Alvear, es decir, su relación con los sectores militares y la importancia de la figura de Agustín Pedro Justo, con las consecuencias políticas que conllevó a largo plazo el incorporar a un militar como Justo dentro de su gabinete.

En el tercer capítulo transitaremos por la economía del sexenio alvearista. Para ello emprenderemos un análisis del contexto internacional, en vinculación con la acción de otros países durante el mismo período, en el marco de un auge del reformismo social. A ello sumaremos los efectos de la mentalidad de posguerra que jugó un rol fundamental a partir del concepto de los “locos años veinte”, al cual Argentina, sin lugar a dudas, se plegó. A continuación, haremos hincapié sobre la cuestión de la redistribución del ingreso, el aumento de los salarios reales y las mejoras en el bienestar durante el período, para pasar a desandar aquellas visiones historiográficas que tienden a reducir la importancia de la figura de Alvear y caracterizar a su presidencia como una determinada por la “suerte” o como un simple paso entre las dos presidencias de Yrigoyen.

Cerraremos el tercer capítulo analizando los límites del gobierno de Alvear y del modelo radical en su conjunto. Allí abordaremos la inexistencia de una política proteccionista por parte de Alvear y las enormes disparidades regionales, presentes en el país desde el siglo XIX. Pretendemos así mostrar tanto las bondades como los límites de la economía del período, superando la cuestión determinista de la “suerte” y dándole un rol protagónico a los actores históricos del momento.

En el capítulo cuarto trataremos los acontecimientos posteriores a la presidencia de Alvear y el rol que este jugó en los mismos. En primer lugar, proponemos revisitar el retorno a la presidencia de Yrigoyen, buscando nuevas explicaciones al porqué de su retorno arrasador a la presidencia en 1928. A continuación, abordaremos la consecución del golpe de Estado de 1930 y la dinámica política del país en esos momentos, además de repasar la importancia que tuvieron las elecciones legislativas de marzo de 1930 como un antecedente relevante previo al quiebre institucional. Por su parte, analizaremos el impacto de la Acordada de 1930 como un punto de quiebre en la historia de la juridicidad argentina, otorgándole legalidad al nuevo gobierno de facto encabezado por José Félix Uriburu.

Por último, examinaremos el rol que jugó Marcelo T. de Alvear en estos sucesos y las idas y venidas que terminaron por volver a acercarlo a Yrigoyen y convertirse en el líder del partido radical durante la década de 1930, bregando por el retorno a la normalidad constitucional. En este marco, postulamos que el exilio y el encarcelamiento sufridos por Alvear tras su regreso al país terminaron por radicalizar sus posiciones políticas a niveles que no habían sido vistos durante su presidencia. A su vez, consideramos la elección presidencial de 1937 como un punto de quiebre, en la cual el radicalismo, con Alvear a la cabeza, había llegado a proclamas que no habían sido vistas previamente, pero que quedaron frustradas con el fraude orquestado por Justo que abrió la llegada de Roberto M. Ortiz a la presidencia.

En síntesis, este trabajo de investigación examina la presidencia de Marcelo T. de Alvear desde sus aspectos políticos y económicos, estrechamente interrelacionados, con los objetivos de caracterizar a Alvear como un actor histórico con peso propio; interpretar en el largo tiempo histórico el contexto en el cual se desarrollaron sus acciones de gobierno; describir los éxitos y fracasos que rodearon el sexenio presidencial de 1922-1928; y, finalmente, explicar las razones que llevaron al olvido de Alvear por parte de la Unión Cívica Radical.

Estado de avance sobre el tema

Este trabajo de investigación se enmarca dentro de la renovación historiográfica de la última década, tanto de la figura de Alvear en particular como de los gobiernos radicales en su conjunto. Consideramos un aporte central la biografía de Losada (2015) sobre el propio Alvear. Por su parte, el trabajo de Horowitz (2015) permitió poner en valor el rol de Alvear ya no como un aristócrata distanciado de Yrigoyen, sino como una figura mucho más compleja que, en muchos aspectos, fue continuador de la obra yrigoyenista. Finalmente, el trabajo de Gerchunoff (2016) otorga una mirada más bien centrada en la economía de los tres gobiernos radicales del período 1916-1930, y resulta fundamental para la articulación político-económica que pretendemos alcanzar en la presente investigación.

CAPÍTULO 1.

El radicalismo al poder: efectos y alcances de la asonada reformista

1.1 La Argentina a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX

Entre 1880 y 1916, una vez organizado definitivamente el Estado nacional, la Argentina estuvo gobernada por el régimen que se conoció con el nombre de “República conservadora”, controlada políticamente bajo el férreo control del Partido Autonomista Nacional (PAN), conformado por diferentes facciones de la oligarquía nacional. En ese sentido, hacia finales del siglo XIX el país había experimentado un inusitado crecimiento, evidenciado en toda una serie de aspectos concernientes a la economía y la sociedad. En efecto, en el período 1880-1916 el país no solo recibió una enorme cantidad de inmigrantes, sino que el producto bruto interno creció a una tasa del 6% anual y el producto per cápita lo hizo al 3%, cifras que superaban levemente el crecimiento experimentado por Estados Unidos y holgadamente el crecimiento observado en Francia, Gran Bretaña y Japón durante ese mismo período1.

De manera que, en la Argentina del Centenario, el crecimiento y la prosperidad económica parecían no tener fin, al calor de una ideología positivista que pretendía otorgar, a partir de sus intelectuales, un sustento científico a las bases sobre las cuales se asentaba el régimen conservador2. Sin embargo, rápidamente quedaría en evidencia que aquel régimen que parecía inconmovible se asentaba sobre unos cimientos endebles que, a largo plazo, resultarían insostenibles para la oligarquía gobernante. Ciertamente, las enormes cifras de crecimiento y prosperidad alcanzadas por el país requieren ser matizadas. Argentina era un país que permitía posibilidades de movilidad social pero que, a su vez, escondía elevados niveles de desigualdad.

Por lo tanto, podemos comprobar que la denominada era dorada de la economía de exportación, con todas las bondades que representó para el bienestar popular, generó un impacto negativo sobre la equidad, aumentando la distancia que separaba a los hombres y mujeres del común de aquellos más ricos. Es así que, comparada con la primera mitad de la centuria, la Argentina de finales del siglo XIX era indefectiblemente una sociedad más rica, pero también más desigual3. Según Gerchunoff y Llach, estimaciones indican que en 1910 el salario de un obrero urbano argentino podía comprar apenas una quinta parte de la tierra que había podido adquirir en 1870. Por lo tanto, “La integración al mundo tenía sus beneficios en términos de crecimiento pero introducía una desconocida desigualdad en aquel reino de la equidad que parecía ser la Argentina para quienes llegaban a ella”4.

Debido al desarrollo propio de la economía argentina dirigida por el PAN, con una desigualdad inherente a sus inicios –tanto política, a través del fraude, como económica, a través de una redistribución regresiva del ingreso– las impugnaciones al régimen conservador no tardaron en hacerse presentes. En 1890 se formó la Unión Cívica, con Leandro N. Alem y Bartolomé Mitre a la cabeza, que ese mismo año encabezó la llamada “Revolución del Parque” en contra del presidente de la Nación Miguel Juárez Celman. Más allá de su heterogeneidad y de que el levantamiento terminó con la cooptación de los sectores oligárquicos gobernantes, sin mucha dificultad, del propio Mitre, este dejó al descubierto el desprestigio del régimen conservador y llevó a la renuncia de Juárez Celman. Así, este movimiento otorgó un nuevo cariz político a los reclamos sociales que venían produciéndose ya desde la segunda mitad de la década de 18805.

Al calor de este contexto, en 1890 estallaron huelgas de zapateros, carpinteros, ferroviarios y albañiles –esta última abarcó, por ejemplo, a más de 6000 trabajadores6–. El fracaso de la Unión Cívica desembocó en la fundación, un año después de la fallida Revolución del Parque, de la Unión Cívica Radical, considerada el primer partido moderno de la Argentina. La UCR volvería a encabezar dos nuevos levantamientos en 1893 y 1905, aunque ambos de resultados limitados. No obstante, esto permite dar cuenta de la cada vez mayor impugnación hacia el régimen conservador, además de habilitar una nueva situación que permitió la proliferación de la protesta social: en la primera década del nuevo siglo se llevaron a cabo siete huelgas generales y una serie de imponentes manifestaciones callejeras que obligaron a los gobiernos conservadores a declarar el estado de sitio en siete ocasiones, si bien no todas a causa de la agitación obrera7.

Por lo tanto, si los primeros reclamos de finales de la década de 1880 e inicios de la década de 1890 se centraban principalmente en la duración de la jornada de trabajo, en la primera década del siglo XX los movimientos sociales y de protesta se agudizarán, pasando a ser lo “[…] suficientemente serios como para que las autoridades adviertan un real peligro social”8. En este marco, en 1910 asumió la presidencia de la Nación Roque Sáenz Peña, quien, si bien no dejaba de pertenecer a la oligarquía, formaba parte de una fracción antirroquista y modernista que proponía la democratización del régimen político como respuesta a la ebullición social experimentada durante la primera década del siglo. De este modo, los reclamos de reforma del sistema político y las prácticas cívicas que surgieron después de 1890 convergieron con las demandas de reforma social que se intensificaron a partir del cambio de siglo9. El propio Sáenz Peña sostendría:

La ausencia de las armas marcó, sin duda, un progreso, pero no es signo definitivo de la conquista democrática. No basta. Necesitamos destruir á los agentes sucedáneos de la fuerza: á las artes hábiles que hacen ilusorio el voto y el efectivo imperio de las mayorías. Cuando ellas desaparezcan, entonces si, habremos llegado