La Iglesia Católica: Boceto De Un Poema - Juan León Mera - E-Book

La Iglesia Católica: Boceto De Un Poema E-Book

Juan León Mera

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Beschreibung

"La Iglesia Católica: Boceto de un Poema" de Juan León Mera es un viaje encantador a través de la historia de la fe, narrado en versos que resplandecen con la esencia misma de la devoción. En esta obra maestra literaria y cristiana, Mera teje las hebras de la historia eclesiástica con habilidad poética, llevándonos desde los primeros pasos de la fe cristiana hasta los misteriosos rincones de la espiritualidad contemporánea.

Cada línea es como una ventana abierta al alma de la Iglesia, revelando su grandeza y su humildad, su lucha y su triunfo a lo largo de los siglos. Con una prosa rica y evocadora, Mera nos sumerge en la atmósfera de los tiempos antiguos, donde los mártires forjaron el fundamento de la fe con su sacrificio, y nos guía a través de las vicisitudes y los éxitos de la Iglesia en la era moderna.

Este poema es mucho más que una obra literaria; es un testimonio vibrante de la fe que ha sostenido a generaciones, un tributo a la luz divina que guía el camino de los creyentes. Con cada estrofa, Mera nos recuerda la importancia de la fe en nuestras vidas y nos inspira a seguir el ejemplo de aquellos que han mantenido viva la llama de la esperanza a lo largo de los siglos.

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LA IGLESIA CATOLICA: BOCETO DE UN POEMA

JUAN LEON MERA

 

I. Invocación y proposición.

II. Estado moral del mundo antes de Jesucristo.

III. Esperanzas conservadas en el pueblo de Israel.

IV. Venida del Mesías. Su gloria en sus milagros.

V. Sacrificio de Jesús exigido por la Justicia divina.

VI. La Iglesia nace entre el martirio.

VII. Primeras predicaciones y conquistas.

VIII. Poder del demonio. Persecuciones. Las Catacumbas.

IX. Triunfo de los héroes de Roma. Su vanidad.

X. Triunfo de la Iglesia contrapuesto al anterior.

XI. ¡Los dioses se van!

XII. La Iglesia en el trono de los Césares. Sus beneficios. Su espíritu.

XIII. Su difusión por todo el mundo. Cómo vino a la América.

XIV. Nueva guerra contra la Iglesia. Ingratitud de la humanidad. Los propagandistas de la iniquidad.

XV. La humanidad se precipita a su perdición, porque no sigue la ley de Dios.

XVI. Lamentación de los padecimientos de la Iglesia.

XVII. Lo que es la justicia de Dios. Plegaria por la Iglesia y por el Papa.

NOTAS

 

I. Invocación y proposición.

¡Oh tú, hija excelsa del Amor eterno,

Del hombre ingrato para el bien nacida!

¡Oh esposa de Jesus, Iglesia santa,

Sin cesar del averno

Por el odioso monstruo combatida!

¡Tú, madre nuestra! tú, de gracias fuente,

En quien hallan las almas dulce vida!

Permite que a tu planta

Postre mi Musa su marchita frente,

Destrozado su cerco de azucenas,

Desgarradas las vestes virginales,

Envuelta en triste velo,

Bañada en llanto y pobre de consuelo;

Permite que a la voz de gemebundo

Enlutado laud glorias y penas

Tuyas recuerde y dones celestiales

Por ti ofrecidos con largueza al mundo,

Que te los vuelve en redoblados males;

Permite que indignada

Contra el malvado y el inicuo truene,

O que hiriéndose el pecho desolada

De ayes el aire y de plegarias llene.

II. Estado moral del mundo antes de Jesucristo.

¡Cuán triste suerte al mundo amenazaba!

Abismo era todo él de inmundos vicios;

En torpe frenesí de las pasiones

Sus números forjó; y ¡ay! desbocado

Potro, por sus deidades excitado.

A perdición segura se lanzaba.

El rey del orco infames sacrificios

Así en áureos altares aceptaba;

¡Oh cruel sarcasmo! impías oraciones

Así volaban a él de almas precitas,

Cual de corrupto cieno exhalaciones;

Así del vil pecado las malditas

Manos ¡ay! diligentes entornaban

De la perdida beatitud las puertas,

Y a no abrirlas jamás las condenaban.

III. Esperanzas conservadas en el pueblo de Israel.

Mas no del todo muertas

Vió la prole de Adan sus esperanzas:

Las abrigaba Israel, árbol frondoso

Criado del Señor bajo el amparo,

Y a cuyas ramas el celeste fruto

Se deberá, que al tósigo funesto

Que aniquilara en flor la humana dicha,

Como único remedio, será opuesto.

El grave tiempo en curso perezoso

Transcurrió al fin, y vino el día claro,

El día del amor, día bendito

Que en manso y bondadoso

Padre enseñó trocado

Al que terrible juez volvió el delito

Por la sierpe engendrado.

IV. Venida del Mesías. Su gloria en sus milagros.

 

Triunfó de los profetas la palabra;

Los misteriosos símbolos pasaron;

Lució en oriente milagrosa estrella,

Y allá en la humilde Nazaret se labra

La ansiada redención. Las que miraron

Calladas y suspensas el triunfante

Paso del gran Josué, sagradas ondas,

Otra gloria más bella,

Más clara y más excelsa contemplaron; (1)

La vió Genezaret, y la tronante

Tormenta al punto serenose ante ella;

La vió el monte Tabor en cuya altura

Resplandeció un instante;