Mazorra Leyenda Original - Juan León Mera - E-Book

Mazorra Leyenda Original E-Book

Juan León Mera

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Beschreibung

"Mazorra: Leyenda Original" es más que una simple narración; es el fruto de la voluntad inquebrantable y el impulso creativo de su autor. Inspirado por una invitación tardía a un certamen literario en Chile, el autor se vio enfrentado a un desafío apremiante: crear una obra que capturara la imaginación y tocara las fibras del alma en un período de tiempo limitado.

Esta obra escrita en verso por el gran poeta ecuatoriano Juan León Mera, recopila la leyenda de Mazorra, un español que animado por su deseo de riqueza, llevó a la muerte a cientos de personas que trabajaron como esclavos en sus minas, fábricas y campos. Al final, la Providencia juzgó tal inhumanas condiciones al fragor del Tunguragua...

"Mazorra: Leyenda Original" no es solo una obra de ficción; es un testimonio del poder de la creatividad y la pasión, y un recordatorio de que a veces las mejores obras pueden surgir en los momentos más inesperados y bajo las circunstancias más desafiantes.

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TABLA DE CONTENIDOS

 

PREFACIO

A MI ESPOSA

I. INTRODUCCION A UN DRAMA.

II.

III.

IV.

V.

VI.

VII.

NOTAS

 

 

PREFACIO

La necesita indudablemente esta leyenda.

El autor vio por casualidad en Los Andes, periódico de Guayaquil, una invitación de La Estrella de Chile para el certamen literario que acaba de verificarse en Santiago. Al día siguiente recibió un ejemplar de la misma invitación suscritapor La Redacción de esta revista; pero tanto Los Andes, como la esquela, le llegaron atrasadísimos.

El certamen debió cerrarse definitivamente el 1 de septiembre, y hecha por el autor la cuenta del plazo que le quedaba, atendiendo al día en que debía partir de Guayaquil el vapor para estar en Chile en la fecha citada, apenas podía contar con dos semanas, las cuales debían ser absorbidas por las atenciones, a la sazón recargadas, de un laborioso empleo público.

Resolvió, pues, no escribir cosa alguna, pues nunca se ha preciado de improvisador.

Sin embargo, no había contado con otra voluntad poderosa. Una persona, para él carísima, le puso en el empeño de forjar la leyenda para el certamen, y hubo de rendirse a tal exigencia.

Robó entonces algunas horas al descanso de cada noche y escribió el MAZORRA A pluma corrida y sin volver la vista a lo que dejaba trazado. De igual manera se hizo la copia que fue remitida a Santiago, la cual se concluyó pocos momentos antes de que partiese el correo.

Conservaba inédito el autor un corto romance que con el mismo título había escrito años atrás, y creyó hallar en él una de las condiciones exigidas en la invitación que publicó Los Andes, a saber, que la leyenda había de estar sujeta a la moral católica; pero, fuera de la idea principal, eso trabajó, antes que ser provechoso, le sirvió a veces de estorbo, y hubo de hacerlo todo nuevo.

Corrido más de un mes después de la remisión de la leyenda, supo, no sin alguna extrañeza,

que el plazo para el concurso, que debió cerrarse definitivamente el 1 de septiembre, se había prolongado por sesenta días más, lo cual mejoraba la condición de los que podían aprovecharlo, que no la de quienes habían escrito apremiados por la estrechez del tiempo, y cuyas obras estaban ya en camino.

El resultado del certamen se sabe ya: MAZORRA ha merecido mención honorífica.

No so crea que las líneas anteriores vayan encaminadas a desarmar la crítica, en gracia de la festinación con que ha sido forjada la leyenda; al contrario, el autor se confiesa culpado de temeridad por haberse presentado al concurso con una obrilla trabajada en pocas horas. Y sin tratar de disminuir su falta ante los ilustrados y competentes jueces que han dado el fallo ni ante el público que también va a ser juez y fallar, da a luz su trabajo dejándole a posta sin lima ninguna y tal como ha sido visto en Chile.

"Facilius est camelum per foramen acus transire, quam divitem intrare in regnum coelorum." (Mateo 19:24)

"Ubi enim thesaurus vester est, ibi et cor vestrum erit." (Lucas 12:34)

A MI ESPOSA

Tú lo mandas, mi bien, y obedecerte

Debo yo de justicia:

¡No es tu querer mi ley! ¡no es complacerte

Mi honor y mi delicia!

Forje el númen al punto la leyenda

Que deseas ¡oh amada!

Y sea tan feliz que te suspenda

La historieta cantada.

Es una tradición que no se borra

De mi pueblo; es aquella

Fama vulgar del español Mazorra

Y de su esposa bella.

¡Lección terrible asaz!... Pero no se usa

Comenzar de este modo:

Óyelo de los labios de mi musa

Claro y en orden todo.

Siéntate junto a mí, y escucha. Hermosa

La noche está; la dulce luna riela

Sobre la onda que corre presurosa,

Y en la orilla favonio apenas vuela.

Blandos son de la selva los rumores

Cual suspiros de ninfa allí escondida;

Percíbese el aroma dé las flores…

¡Todo al solaz del corazón convida!

Todo invita a la musa, de estas horas

Y de esta grata soledad amiga,

Donde voces del cielo arrobadoras

A los amables céfiros prodiga;

Donde evoca recuerdos de tristura

Suaves como los rayos de un lucero,

Y lágrimas derrama de ternura

De su lira al acento plañidero;

O da preceptos de virtud austera,

O aclama espiritual filosofía,

Y la acritud de la verdad modera

Del olímpico rey con la ambrosía.

I. INTRODUCCION A UN DRAMA.

 

PERSONAS:

Don Baltazar Carriedo, alias MAZORRA.

Fray Antonio, Franciscano.

María, esposa de MAZORRA.

 

La escena pasa en Quito por 1780.

 

 

Mazorra. ¡Qué dislate, fray Antonio!

¡Llamar santa la pobreza!

Fray Antonio. Pues ¡qué! ¿santa es la riqueza

Que da presas al demonio?

Mazorra. Se conoce que un fraile habla,

Y además de fraile, loco.

Fray Antonio. Hijo mío, poco a poco,

Que aun la cuestión no se entabla.

Mazorra. ¿La cuestión?

Fray Antonio. Aun no me explico

Quiero decir, Baltazar…

Mazorra. ¡Qué un rico no ha de alcanzar

irse al cielo! ¡Pobre rico!

Fray Antonio. Y mira que eso lo dijo

El mismo Dios. Pero atiende:

Esa verdad no se entiende,

Cual tú, tan ad verbum, hijo.

Mazorra. Vamos, padre, en castellano,

Que yo no entiendo latines.

Fray Antonio. Digo que los buenos fines

Quiere Dios en el cristiano.

Si el rico los tiene y cuida

De atajar con diques de oro

Los ríos de amargo lloro

De la orfandad desvalida;

Si a la viuda consuela,

Si a la desnudez da abrigo,

Si de comer da al mendigo

Y a la ignorancia da escuela;

Si del paciente en el lecho

Derramar alivio sabe;

Si el noble tesoro cabe

De la templanza en su pecho;

Si a la injuria da perdón

Y al enemigo bien hace;

Si en elevar se complace

Al cielo su corazón:

Entonces ¡al rico albricias!

Pues halló fácil camino

De irse al alcázar divino

De las perpetuas delicias.

Pero ¡ay, hijo mío! el peso

De las riquezas es tal,

Y a la vida mundanal

Inclina con tal exceso,

Que por cada alma beata

Que sale bien de la prueba,

Hay diez que el diablo se lleva

Envueltas en su oro y plata.

El oro a veces pervierte

So capa de generoso:

Con puñal de oro precioso

Se da a las virtudes muerte.

Oro cierra el corazón

A la bendita piedad,

Da al despique habilidad

Y aleja el dulce perdón.

Verdugo de la pureza,

Al casto amor estrangula,

Protege la infame gula,

Patrocina la torpeza.

Entrañas de oro resisten

De la miseria al gemido,

No dan pan al desvalido

Ni nunca al desnudo visten.

Corto suele ser el trecho

Del ser rico al ser avaro,

Y la avaricia, está claro,

Solo del diablo es provecho.

Mazorra. ¡Cáspita! que sermonazo

Me ha espetado fray Antonio