La inmunidad del sagrado - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

La inmunidad del sagrado E-Book

Pedro Calderón de la Barca

0,0

Beschreibung

La inmunidad del sagrado es un auto sacramental de Calderón de la Barca. Fragmento de la obra Acto único (Sale el Hombre huyendo con asombro.) Hombre: ¿Adónde, de la justicia de Dios, delincuente huye mi temor, si no es posible que de su vista me oculte? Pues, cuando pudiera de alas 5 vestirme y sobre las nubes volar al cielo, en el cielo está Dios; cuando procure de esotra parte pasarme del mar, será vuelo inútil, 10 pues también de esotra parte del mar Dios está; cuando use de los senos de los montes, haciendo que me sepulte, de sus más cóncavas quiebras, 15 la elevada pesadumbre de los montes, en los senos está Dios; y, cuando apure todo el universo y quiera que a él el abismo me hurte, 20 aun en el abismo Dios está. Esperar a que enlute sus luces el Sol, y a sombras de la noche disimule mi fuga, es error; que para 25 Dios aun las sombras son luces, pues no hay día que le falte ni noche que no le alumbre. Y, supuesto que no hay lugar que a mí me asegure, 30 no habiendo lugar que Él en cielo y tierra no ocupe, huya; no tanto porque, que pueda esconderme, juzgue, cuanto porque vea que hay 35 respeto en mí que rehúse verle enojado. Y así, sean mis solicitudes que, ya que ha de hallarme, me halle temeroso. Troncos, dulces 40 para mí un tiempo, ya amargos; moradas flores y azules, para mí un tiempo suaves y ya ariscas, pues producen vuestros matices espinas 45 que, más que halaguen, injurien; si vuestras redes me amparan, si vuestras hojas me encubren, feliz seré aquel instante que, hasta encontrarme, me busquen 50 los ministros de Justicia que tras mí el jardín discurren. Dadme, pues, en vuestro más retirado albergue ilustre, verde hospedaje en que pueda 55 esconderme.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 50

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Pedro Calderón de la Barca

La inmunidad del Sagrado

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: La inmunidad del Sagrado.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-015-2.

ISBN rústica: 978-84-9816-428-2.

ISBN ebook: 978-84-9953-226-4.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Acto único 9

Libros a la carta 77

Brevísima presentación

La vida

Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-Madrid, 1681). España.

Su padre era noble y escribano en el consejo de hacienda del rey. Se educó en el colegio imperial de los jesuitas y más tarde entró en las universidades de Alcalá y Salamanca, aunque no se sabe si llegó a graduarse.

Tuvo una juventud turbulenta. Incluso se le acusa de la muerte de algunos de sus enemigos. En 1621 se negó a ser sacerdote, y poco después, en 1623, empezó a escribir y estrenar obras de teatro. Escribió más de ciento veinte, otra docena larga en colaboración y alrededor de setenta autos sacramentales. Sus primeros estrenos fueron en corrales.

Lope de Vega elogió sus obras, pero en 1629 dejaron de ser amigos tras un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope. Nadie sabe qué pasó.

Entre 1635 y 1637, Calderón de la Barca fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. Por entonces publicó veinticuatro comedias en dos volúmenes y La vida es sueño (1636), su obra más célebre. En la década siguiente vivió en Cataluña y, entre 1640 y 1642, combatió con las tropas castellanas. Sin embargo, su salud se quebrantó y abandonó la vida militar. Entre 1647 y 1649 la muerte de la reina y después la del príncipe heredero provocaron el cierre de los teatros, por lo que Calderón tuvo que limitarse a escribir autos sacramentales.

Calderón murió mientras trabajaba en una comedia dedicada a la reina María Luisa, mujer de Carlos II el Hechizado. Su hermanó José, hombre pendenciero, fue uno de sus editores más fieles.

Personajes

El Hombre

Ángel II

La Gracia

El Mundo

La Culpa

La Tierra

La Justicia

El Agua

La Misericordia

El Fuego

La Malicia

El Aire

Ángel I

El Mercader

El Lucero

Músicos

Acto único

(Sale el Hombre huyendo con asombro.)

Hombre ¿Adónde, de la justicia

de Dios, delincuente huye

mi temor, si no es posible

que de su vista me oculte?

Pues, cuando pudiera de alas 5

vestirme y sobre las nubes

volar al cielo, en el cielo

está Dios; cuando procure

de esotra parte pasarme

del mar, será vuelo inútil, 10

pues también de esotra parte

del mar Dios está; cuando use

de los senos de los montes,

haciendo que me sepulte,

de sus más cóncavas quiebras, 15

la elevada pesadumbre

de los montes, en los senos

está Dios; y, cuando apure

todo el universo y quiera

que a él el abismo me hurte, 20

aun en el abismo Dios

está. Esperar a que enlute

sus luces el Sol, y a sombras

de la noche disimule

mi fuga, es error; que para 25

Dios aun las sombras son luces,

pues no hay día que le falte

ni noche que no le alumbre.

Y, supuesto que no hay

lugar que a mí me asegure, 30

no habiendo lugar que Él

en cielo y tierra no ocupe,

huya; no tanto porque,

que pueda esconderme, juzgue,

cuanto porque vea que hay 35

respeto en mí que rehúse

verle enojado. Y así,

sean mis solicitudes

que, ya que ha de hallarme, me halle

temeroso. Troncos, dulces 40

para mí un tiempo, ya amargos;

moradas flores y azules,

para mí un tiempo suaves

y ya ariscas, pues producen

vuestros matices espinas 45

que, más que halaguen, injurien;

si vuestras redes me amparan,

si vuestras hojas me encubren,

feliz seré aquel instante

que, hasta encontrarme, me busquen 50

los ministros de Justicia

que tras mí el jardín discurren.

Dadme, pues, en vuestro más

retirado albergue ilustre,

verde hospedaje en que pueda 55

esconderme.

(Al ir a subir al carro, que será un jardín con una fuente en medio, con una cruz y siete caños por remate, aparece a su puerta el Ángel I con una espada en la mano.)

Ángel I ¿Dónde subes,

sangriento homicida?

Hombre ¡Ten,

bello abrasado querube,

la espada, que —vara hoy

de justicia— hacer presume 60

prisión y castigo a un tiempo;

pues en ondeadas vislumbres

no hay vida que no amenace,

no hay muerte que no ejecute!

Ángel I ¡Date a prisión!

(Bajan los dos al tablado y el Ángel le prende de la mano.)

Hombre Si es sagrado 65

el centro que en sí me incluye,

¿cómo en él prenderme quieres?

Ángel I Como mi obediencia cumple

con llevarte a la real cárcel

del Mundo, que no me incumbe 70

a mí el juicio de si es

sagrado o no. Tú allá acude

a tus defensas.

(Llévale como por fuerza.)

Hombre ¡Protesto!

¡Cielo, Sol, Luna, astros, nubes,

brutos, aves, peces, fieras, 75

días, noches, sombras, luces,

troncos, copas, fuentes, flores,

montes, valles, mares, cumbres,

que me sacan de sagrado!

Ángel I Será en vano que repugnes 80

que de él te arroje.

(Cantado.) ¡Ah del mundo,

inferior centro a quien cubre

de ese dorado artesón

la iluminada techumbre!

Música (Dentro.) ¿Qué quieres? ¿Qué mandas? ¿Qué dices?

¿Qué ordenas? 85

Ángel I Que atiendas, que oigas, que adviertas,

que escuches.

(Cantado.) ¡Ah del mundo!

Eco I ¡Ah del mundo!

Eco II ¡Ah del mundo!

Ángel I El frío letargo en que yaces sacude...

Los ecos El frío letargo en que yaces sacude...

Ángel I ...que hay divina voz que te manda... 90

Los ecos ...que hay divina voz que te manda...

Ángel I ...que atiendas, que oigas, que adviertas,

que escuches.

Los ecos ...que atiendas, que oigas, que edviertas,

que escuches.

Hombre