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La Astrología puede ser una herramienta valiosísima para conocernos a nosotros mismos. Así como necesitamos de un espejo para ver nuestro propio rostro, de alguna manera necesitamos de los Astros para ver el reflejo de nuestra ALMA. Hacerle la Carta Natal a nuestros hijos es una manera mucho más rápida, clara, y cabalmente fabulosa de conocerlos. Allí podremos ver cómo vivenciaron su propio nacimiento, cómo nos viven a nosotras mismas como madres, cómo perciben a sus padres, a sus hermanos, amigos, y otros vínculos en particular.La Luna en la Carta Natal representa –además de la madre propiamente dicha- toda la energía que estuvo presente durante la gestación, la primera infancia, los amigos de la primaria, las maestras del jardín, la guardería, los abuelos, y hasta incluso el padre.El Ascendente representa, entre otras cosas, la energía con la que fuimos concebidos y a la vez recibidos al llegar a la vida. Es aquello que debemos integrar para crecer. Conocer aquello que nuestros hijos tienen que aprender a lo largo de su paso por ésta vida puede ayudarnos a potenciar y motivarles su recorrido, comprendiendo y aceptando que somos nosotras mismas –representadas por sus Lunas- las que tenemos que hacernos a un lado para permitirles manifestar lo que han venido a manifestar.¡Comencemos entonces el viaje a las Lunas y al Ascendente de nuestros hijos! Les aseguro que no se van a arrepentir.
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Seitenzahl: 170
Veröffentlichungsjahr: 2018
florencia la rosa
La Lunay el Ascendente de tu hijoGuía fácil para comenzara comprender patrones y talentosde nuestros niños
Editorial Autores de Argentina
La Rosa, Florencia
La luna y el ascendente de tu hijo : guía fácil para comenzar a comprender patrones y talentos de nuestros niños / Florencia La Rosa. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2017.
148 p. ; 20 x 14 cm.
ISBN 978-987-761-205-9
1. Astrología. I. Título.
CDD 133.5
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: info@autoresdeargentina.com
Diseño de portada: Justo Echeverría
Maquetado: Eleonora Silva
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
A MIS PADRESpor la vida y el sacrificio.
AL SR. CHANGpor la virtudy por guiarme hacia el Sol.
A LA FAMILIA LINpor el amor.
A MI BELLA ISABELLApor hacer de tu Ascendente mi Lunay de tu Luna mi Ascendente.
Índice
LAS MADRES Y EL ORIGEN DE LA CREACIÓN
ASTROLOGÍA PARA MAMÁS
QUÉ SIMBOLIZA LA LUNAEN LA CARTA NATAL
LAS 12 LUNAS
LUNA EN ARIES ♈
LUNA EN TAURO ♉
LUNA EN GÉMINIS ♊
LUNA EN CÁNCER ♋
LUNA EN LEO ♌
LUNA EN VIRGO ♍
LUNA EN LIBRA ♎
LUNA EN ESCORPIO ♏
LUNA EN SAGITARIO >♐
LUNA EN CAPRICORNIO ♑
LUNA EN ACUARIO ♒
LUNA EN PISCIS ♓
LA ANALOGÍA DE LAS MADRES
QUÉ SIMBOLIZA EL ASCENDENTEEN LA CARTA NATAL
ASCENDIENDO LA CONCIENCIA
LOS 12 ASCENDENTES
ASCENDENTE EN ARIES ♈
ASCENDENTE EN TAURO ♉
ASCENDENTE EN GÉMINIS ♊
ASCENDENTE EN CÁNCER ♋
ASCENDENTE EN LEO ♌
ASCENDENTE EN VIRGO ♍
ASCENDENTE EN LIBRA ♎
ASCENDENTE EN ESCORPIO ♏
ASCENDENTE EN SAGITARIO ♐
ASCENDENTE EN CAPRICORNIO ♑
ASCENDENTE EN ACUARIO ♒
ASCENDENTE EN PISCIS ♓
FRASES REGRESIVAS Y SANADORAS PARA CADA LUNA
Mensaje de las lunas desde la madre
Mensaje de las lunas desde uno mismo
Frases Sanadoras para cada luna (que les podemos decir y enseñar a nuestros hijos)
TALENTOS DE CADA LUNA
FRASES REGRESIVAS Y SANADORAS PARA CADA ASCENDENTE
Frases desde el patrón de cada ascendente
Frases Sanadoras para cada ascendente
Cuentos y Películas recomendadas para cada Luna y Ascendente
Conclusiones
Un cuento para la Esencia(y todos los Signos)
_________________ Y EL UNICORNIO
SINOPSIS
SOBRE LA AUTORA
“Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa”
Efesios 6:2,3
LAS MADRES Y EL ORIGEN DE LA CREACIÓN
Una noche, a mis 8 años de edad más o menos, me recosté sobre la cama y mirando el techo –sintiendo una profunda tristeza y soledad en mi pecho– pensé: ¿cuándo llegará el maestro que me enseñe las verdades del Universo? La verdad es que la vida, tal como se me presentaba, me sabía a poco. No podía ser sólo trabajar, casarse, tener hijos... a lo sumo viajar, “pasarla bien”. Tenía que haber algo más.
Así crecí, esperando que llegara ese momento. Internamente sabía que había un propósito mayor para mi vida –y la de todos nosotros– en éste mundo, y estaba ansiosa por descubrirlo. Lo que no sabía aún era que aquello tan lejano con lo que parecía tenía que conectar, estaba mucho más cerca de lo que jamás hubiese imaginado. El camino no era hacia fuera, sino hacia dentro.
Como buena geminiana, las palabras y las ideas colman mis sentidos y mis días –en su justa medida–, pero hasta que nació mi ya no tan pequeña Isabella hace 11 años atrás, la mente me jugaba muchísimas malas pasadas. Hasta ese entonces jamás me había puesto a reflexionar por qué me molestaba tanto una palabra en particular: la palabra Dios. Desde pequeña, como ya habrán notado, siempre fui muy espiritual. Siendo mi madre judía y mi padre católico, cada vez que alguien me preguntaba ¿y vos, de qué religión sos? o ¿qué religión elegís: la judía o la católica?, yo simplemente sonreía y respondía ¡yo soy budista! (supongo que para no dejar afuera de mi elección a ninguno de mis padres, que si bien no eran para nada religiosos, ¡la sangre tira!).En lo profundo de mi corazón, no comprendía por qué las religiones generaban tantos motivos de guerras y peleas ya que, desde mi pequeña visión infantil, todas hablaban de lo mismo con distintas palabras. Justamente para mí, que las cosas siempre podían decirse de muchísimas maneras distintas sin perder por eso su significado profundo, había algo que no se podía nombrar. Había una palabra innombrable que tenía tanto pero tanto peso que, cada vez que alguien la enunciaba, se me crispaba la piel. Podía intentar conectar sin ningún inconveniente con la divinidad, la fuente, la verdad, la pacha mama, lo insondable, el misterio, la mística... pero no con Dios. Y nunca me había preguntado por qué. ¿Por qué tanta aversión a una simple –aunque profunda– palabra? ¿Habría aquí alguna clave sobre el proceso de mi propia evolución y despertar?
La respuesta llego –como les decía más arriba– luego de devenir yo misma en madre, o lo que es lo mismo, luego de convertirme en la fuente de creación, nutrición y sostén en ésta tierra de otro ser humano. Este hecho, sin lugar a dudas, hizo que repensara toda mi realidad –como a muchísimas mujeres nos pasa cuando devenimos en mamás–. Y en mi realidad estaba ésta aversión: ¿por qué me molestaba tanto esa palabra?
Estando en búsqueda de respuestas y abierta como nunca en pleno puerperio, leí que según la Kabbalah –en el Génesis– Dios no echo al hombre del paraíso, sino que el hombre lo echo a Dios. Esta forma de ver el inicio de todos los tiempos me dejo pensando durante semanas. Y si fuese así, ¿de dónde echó el hombre a Dios? ¿De un lugar concreto, o era una metáfora? Lo que el estudio cabalístico decía era que el hombre echo a Dios de su corazón y, por este motivo, es que luego cayó en el más oscuro de los infiernos. Mi Sol geminiano me pedía entonces unir conceptos, generar puentes entre lo que parece inconexo e integrarlo, mostrando que todo y todos –en algún punto– tenemos algo idéntico que nos une. Recuerdo haber unido ésta enseñanza con una frase de Confucio que dice:
“Por más lejos que el espíritu vaya, nunca podrá ir más lejos que el corazón”.
Por otra parte, Yogananda (el difusor del Yoga en Occidente) escribio en el Capítulo 16 de su libro “Autobiografía de un Yogui”:
“El conocimiento de “el bien y el mal” se refiere a la compulsión cósmica dual. Cayendo bajo la influencia de maya, por el uso erróneo del sentimiento y la razón, o conciencia de Eva y Adán, el hombre renunció a su derecho a entrar en el jardín celestial de la autosuficiencia divina. Es responsabilidad personal de todo ser humano devolver la naturaleza de sus padres o naturaleza dual, a la armonía unificada o Edén”.
Y entonces, todo me cerró.
El haber echado a Dios –mi creador/a– de mi corazón hizo que yo, viviendo en un paraíso como es el Planeta Tierra, esté siempre en el infierno, es decir, en contacto con el sufrimiento y la carencia. ¡Claro!, pensé, ¡esto es como cortar lazos con tus propios padres: nunca puede causar felicidad!
Bert Hellinger lo explica maravillosamente en sus “Ordenes del Amor”, cuando dice que para que fluya el amor –paraíso– tiene que haber un orden, ya que sin éste orden, el amor no puede fluir y se estanca. Los sistemas familiares cuentan –entre otras– con dos leyes fundamentales: una es que todos tienen derecho a pertenecer al sistema, y la otra es que hay un orden de jerarquías que debe ser respetado para que cada uno ocupe el lugar correcto y pueda recibir la fuerza de los ancestros. Hellinger afirma que, dado que la madre llegó primero que el hijo, éste no puede ponerse por encima de ella, hacerle reproches, indicarle lo que tiene que hacer, y rechazarla. Al hacerlo, –como se está en el lugar equivocado– indefectiblemente se fracasa en la vida. En cambio, aquellos que pueden estar en sintonía con sus madres son fácil de reconocer porque tienen una luminosidad particular en su rostro y no les cuesta el éxito. En una entrevista realizada por Maga en el mes de Agosto de 2007 para Mantra (www.mantra.com.ar) Hellinger dice lo siguiente:
“El cambio se da a través del crecimiento interior, es decir, al despedirse de los sueños y reconocer exactamente lo que es. La verdad no es otra cosa que hechos, la verdad más grande son hechos y la verdad más grande y la más importante de todas es de la que todo depende: que tenemos un padre y una madre, esa es la verdad. Sin ese padre y sin esa madre nosotros no estaríamos vivos, sólo vivimos porque los tenemos a ellos (...) Si uno se pone por encima del origen de su vida, entonces, ¿cómo puede tener éxito en su vida, si no reconoce el origen?
“¿Cómo puede tener éxito en su vida, si no reconoce el origen?”
¡¡Trompetas, campanas, luces de todo tipo!!
¿¿Acaso no es esto mismo lo que quería explicar la Kabbalah con aquella enseñanza del Génesis Bíblico?? En la mismísima Creación, los hijos echaron a su padre–madre –es decir no reconocieron el origen– y por lo tanto perdieron la conexión que genera el paraíso en el propio corazón.
Una persona puede saber si perdió la conexión con su raíz/origen tanto si hace exactamente lo que sus padres quieren sin escucharse a sí mismo, como si hace exactamente lo que ellos NO quieren, tan sólo para llevarles la contra. Si se pelea constantemente con ellos hasta que decide no hablarles nunca más cortando lazos para siempre, así como si pretende que ELLOS cambien y los CULPA de todos los males que lo aquejan en su vida, en ambos casos, ha perdido la conexión con el origen.
Yo –por ese entonces– podía marcar varios de estos casilleros que expuse más arriba, por lo que comprendí claramente que estaba absolutamente desconectada de mi origen en la Tierra, así como también lo estaba de mi origen en el Cielo.
En definitiva, estaba enojada con mi mamá.
Y estaba enojada con Dios.
Por eso no lo podía ni nombrar.
Tenía que empezar a cambiar, si quería recuperar el Paraíso.
“Somos polvo de estrellas que piensa acerca de las estrellas. Somos el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo”.
Carl Sagan
ASTROLOGÍA PARA MAMÁS
Me resulta sumamente arduo poner en palabras algo tan profundo como la Astrología. Un misterio tan precioso que, aún hoy, apenas podemos intentar explicar mínimamente.
Mi propia cosmovisión incluye siempre como una verdad innegable a Dios como nuestro verdadero origen, así como nuestros padres lo son de nuestro origen físico –por más que nos pese–. Desde este punto, y a grandes rasgos, la Astrología es una ayuda celestial para que nosotros –pequeños seres humanos– podamos comprendernos de manera más cabal e íntegra.
Podríamos decir poéticamente que la magia de Dios hace que en el preciso instante en que cada ser nace en la Tierra, se dibuje su espejo en el Cielo.
Es por esto que la Astrología puede ser una herramienta valiosísima para conocernos a nosotros mismos. Así como necesitamos de un espejo para ver nuestro propio rostro, de alguna manera necesitamos de los Astros para ver el reflejo de nuestra ALMA. En la Carta Natal se pueden vislumbrar todas nuestras confusiones y malos entendidos acerca de quienes somos y qué es lo que venimos a hacer en ésta vida, así como los talentos latentes que tenemos ocultos, esperando salir para ofrecerle al Mundo. Podemos ver claramente las viejas tendencias que traemos de otras vidas y que ya no nos sirven más para nuestra propia evolución pero, como tendencias que son, inevitablemente nos empujan a ir hacia el mismo lugar una y otra vez; así como también podemos conocer más rápidamente los desafíos que debemos enfrentar en ésta encarnación para aprender lo que nos falta y trascendernos a nosotros mismos.
“Un niño nace el día y a la hora en que los rayos celestes están en armonía con su karma individual. Su horóscopo es un retrato que lleva implícito un reto, revela su pasado inalterable y sus probables consecuencias en el futuro. Pero la carta natal sólo puede ser interpretada correctamente por hombres de sabiduría intuitiva; que son pocos” (Autobiografía de un Yogui, Yogananda).
Hacerle la Carta Natal a nuestros hijos es una manera mucho más rápida, clara, y cabalmente fabulosa de conocerlos. Allí podremos ver cómo vivenciaron su propio nacimiento, cómo nos viven a nosotras mismas como madres, cómo perciben a sus padres, a sus hermanos, amigos, y otros vínculos en particular. Todas éstas relaciones y escenarios –que representan las casas de la carta natal– se irán desplegando a medida que ellos vayan creciendo y desarrollando su carácter, por eso lo más importante que una mamá necesita entender de la Carta Natal de su hijo cuando es pequeño –además de su signo solar– es la energía que porta la Luna, el Ascendente, las Casas IV y X natales, así como la información que trae el planeta Saturno.
En éste libro no puedo desarrollar todas las implicancias y especificaciones que pueden darse en cada caso en particular, porque además eso lo haría muy tedioso de leer y sería más un texto de estudio para astrólogos que para mamás y/o papás que simplemente quieren conocer mejor a su retoño. Intentaré poner en palabras sencillas las energías generales de cada Luna y cada Ascendente, siendo esto más que suficiente para profundizar y potenciar el vínculo con nuestros hijos. Las implicancias de Saturno, las Casas IV y X natales, así como los aspectos que tiene cada planeta en particular, deberemos dejarlas a un lado y completarlas –si así lo deseamos– con un Astrólogo profesional llegado el caso. Comprendamos que cada Carta Natal es única y especial, como lo es cada uno de nosotros.
¡Comencemos entonces el viaje a las Lunas y a los Ascendentes de nuestros hijos!
Les aseguro que no se van a arrepentir.
“El Amor es lo único que crece cuando se reparte”.
Saint Exupery
QUÉ SIMBOLIZA LA LUNAEN LA CARTA NATAL
La Luna en la Carta Natal representa –además de la madre propiamente dicha– toda la energía que estuvo presente durante la gestación, la primera infancia, los amigos de la primaria, las maestras del jardín, la guardería, los abuelos, y hasta incluso el padre. Es decir que éste asteroide nos da información sobre todo el ambiente y la carga emocional existente durante los meses que haya durado la gestación, así como a nivel familiar y social en los primeros años del niño. Nos muestra cómo es su casa familiar, su nido, su sensación de cobijo, de contención, de pertenencia, y su registro emocional de afecto –tanto existente como no existente, esté la madre viva como fallecida, sea de sangre u adoptiva–. También nos cuenta cómo éste niño –que luego devendrá en adulto y seguirá teniendo la misma luna– comprende el dar y recibir afecto, calor y empatía.
Ahora bien, vayamos un paso más arriba del espiral de la conciencia mandálica. Desde la visión de la Astrología Evolutiva (Jeffrey Wolf Green), la Luna es nuestro ego, (que brilla sólo gracias a la luz del Sol, el cual representa nuestra identidad en ésta encarnación). Dentro de la Luna es que, justamente, se gesta nuestro Sol (una parte bien única y diferente a ésta Luna, con Luz propia, para poder hacer el recorrido de lograr desprenderse del pasado –siempre con agradecimiento- y brillar por sí mismo). ¿Qué quiere decir esto? Que allí se depositan nuestros apegos más ancestrales. El ego carga todos nuestros apEGOS de vidas pasadas, y es por eso que en la Luna se pueden ver los patrones regresivos que hemos conformado en el pasado. Es lo que más conocemos, es de lo que somos expertos, y por eso lleva como tesoro uno de nuestros mayores talentos. Pero también allí se esconde nuestro refugio, es decir lo que genera nuestra zona de confort. Esto hace que no queramos fácilmente salir de nuestra Luna. Ella es la memoria de todo lo que aún no podemos soltar. Ese espacio lunar es lo primero que nos encontramos al entrar en el cuerpo de nuestra madre –que vale aclarar además que se trata de esa precisa madre y no de otra–, porque es lo que nosotros más profundamente conocemos.
No podríamos tener otra madre, así como no podríamos tener otra energía de gestación.
Esa mujer allí afuera, esa panza –y sus circunstancias–, ese padre, ese hogar, esa niñera, esa guardería, esos abuelos, esa escuela, esos compañeros, y esas maestras, son el espejo de nuestra Luna. Ellos somos nosotros y nosotros somos ellos. De ésta forma, si esa madre, esa panza –y sus circunstancias–, ese padre, ese hogar, esa niñera, esa guardería, esos abuelos, esa escuela, esos compañeros y esas maestras, no hubiesen estado disponibles cuando nosotros –o en éste caso nuestros hijos– teníamos que llegar a la vida, pues entonces ¡deberíamos haber buscado otra madre, otra panza –con otras circunstancias–, otro padre, etc.! Porque toda esa danza de gente y de situaciones las necesitamos afuera para poder hacer el insight por dentro de comprender que “algo” con eso tenemos que ver.
Mi madre –quien por supuesto es afín a todas mis características lunares– es en lo más profundo el reflejo de mi Luna. Por eso es el útero al que una llega, porque es el lugar que más conocemos. Por lo general la falsa creencia es que nuestra luna “deviene” de nuestra propia mamá, es decir, por ejemplo: “yo tengo Luna en Capricornio porque –mirando sólo el aspecto negativo- mi mamá es fría, abandónica e infantil, y cualquier pedido lo vive como una demanda”. Pero en realidad la Luna es previa a la madre. Si por ejemplo yo soy Luna en Capricornio, necesito afuera una madre que me refleje esto que soy. La tarea entonces será observar MIS refugios capricornianos –como por ejemplo: mi exigencia, mi frialdad, mi necesidad de ser el mejor, mi creencia de que “no necesito nada porque todo lo puedo solo”, mi miedo a decir que “no”... para entonces poder soltarlos y hacer renacer algunos de los talentos que nos enseña Capricornio como el sostén, el compromiso, la firmeza, la rectitud en seguir la ley y el orden correctos, la capacidad de trabajar arduamente en pos de una meta, entre otras cosas más.
De ésta manera podremos comprender también que nosotras, como mamás, no somos todo poderosas con nuestros hijos. La Luna de ellos es PREVIA a nosotras mismas, porque la Luna es previa a la madre siemprey es gestora del Sol –cuyos rayos durante la gestación están aún ocultos–. Tan sólo somos la pieza necesaria para que ellos se vean a sí mismos y, en el mientras tanto, aprendamos juntos en la maravillosa red vincular del Cielo y de la Tierra.
Podríamos afirmar entonces que tanto nuestra Luna, como la Luna de nuestros hijos, es lo que somos primariamente hablando. Es nuestra zona de confort, nuestro lugar regresivo –muy necesario cuando somos pequeños ya que no podemos valernos por nosotros mismos–, pero de donde necesitamos salir al crecer para dominar el patrón que no nos permite madurar ni expresar su talento oculto. Porque tampoco es cuestión de rechazar por completo aquello que dominamos de la mejor manera, sino más bien, aprovecharlo como talento para compartir con los demás.
Como ya habrán podido notar, intentar ayudar a nuestros hijos en éstas áreas es trabajar con nosotras mismas. Ellos y nosotras somos un holograma perfecto que se concatena infinitamente en miles de causalidades.
Soltar el mecanismo lunar es comenzar a desapegarnos de lo que ya no nos sirve para sólo quedarnos con el talento y, así, poder integrar nuestro ascendente expresando nuestros dones.
Esos dones que todos tenemos para dar.
LAS 12 LUNAS
LUNA EN ARIES ♈
Se correlaciona con aspectos duros entre la Luna y Marte, su planeta regente, así como Marte y/o Aries en la Casa IV, y/o la Luna –en cualquier otro signo– en Casa I.
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