La mente más allá de la muerte - Dzogchen Ponlop Rinpoché - E-Book

La mente más allá de la muerte E-Book

Dzogchen Ponlop Rinpoche

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Beschreibung

Con un conocimiento muy profundo de la mente occidental y un estilo cálido e informal, Dzogchen Ponlop Rinpoché nos introduce en las misteriosas enseñanzas tibetanas sobre los bardos: los intervalos de la vida, la muerte y más allá. Con asombrosa claridad, el gran maestro de meditación proporciona el conocimiento que nos permite transformar el mayor de los obstáculos, la muerte, en la más genuina oportunidad para despertar. Trabajar con los bardos significa hacernos verdadero cargo de la vida. El secreto de un buen viaje a través y más allá de la muerte radica en nuestra forma de vivir. A través de los aspectos prácticos de las técnicas de meditación y una exposición brillante, La mente más allá de la muerte traza un mapa esclarecedor y proporciona un vehículo seguro para transportarnos con firmeza a través de los tránsitos de esta vida y los peligrosos bardos más allá de la muerte.

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Dzogchen Ponlop

La mente más allá de la muerte

Traducción del inglés de Adela Iglesias, Ellen Sue Weiss y Gabriel Nagore

Titulo original: MIND BEYOND DEATH by Dzogchen Ponlop

© 2006, 2008 Dzogchen Ponlop

All rights reserved

Published in arrangement with Shambhala Publications Inc., Boston

© de la edición en castellano:

2015 by Editorial Kairós, S.A.

www.editorialkairos.com

Traducción del inglés: Adela Iglesias, Ellen Sue Weiss y Gabriel Nagore

Revisión: Amelia Padilla

Composición: Pablo Barrio

Diseño cubierta: Katrien van Steen

Primera edición en papel: Junio 2015

Primera edición en digital: Diciembre 2022

ISBN papel: 978-84-9988-447-9

ISBN epub: 978-84-1121-119-2

ISBN kindle: 978-84-1121-120-8

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

Sumario

Prólogo por Khenpo Tsültrim Gyamtso RinpochéPrólogo por el Venerable Alak Zenkar Rinpoché (Tibetano)Prólogo por el Venerable Alak Zenkar Rinpoché (Español)Nota de la editoraIntroducción: Apostando con el señor de la muerte1. EL MOMENTO DE LA VERDADLas enseñanzas del bardo¿Qué es el bardo?Bardo conceptual y bardo esencialLa bifurcación en el caminoAtrapados en el tiempoNi aquí ni alláUn asunto cotidianoEmociones abrumadorasMensaje del linajeClasificaciones de los bardosFuentes de las enseñanzas del bardoLos seis versos raíz de los seis bardos2. FALSA ILUSIÓN: EL BARDO NATURAL DE ESTA VIDALa danza de las aparienciasApariencias puras e impurasMente encarnadaLas tres etapas del caminoLa etapa del estudioLa etapa de la contemplaciónPrácticas para la etapa de la contemplaciónHacer amistad con las emociones intensasLa etapa de la meditaciónPrácticas fundacionales: Entrenamiento y purificaciónAsentar la mente: Las tres posturasLa práctica en sí: Instrucciones de Padmasambhava para shamathaShamatha con objeto externoShamatha con visualización de bindu blancoShamatha con visualización de bindu rojoShamatha sin objetoYoga de la deidadEstablecer una intención específica para nuestra prácticaSolo durante un tiempo3. DESPERTAR AL SOÑADOR: EL BARDO DEL SUEÑOApariencia-vacuidadSueños impuros y purosEntrar en el estado del sueñoContinuación de la confusiónDespertar en el sueñoEntrenamiento en el cuerpo ilusorioEntrenamiento en el yoga del sueñoEntrenamiento en el yoga de la luminosidadFruto del entrenamientoSueños y soñadoresObservar el sueñoObservar al soñadorObservar el intervalo de tiempoEncender una antorcha en la oscuridad4. DOMINAR LA MENTE: EL BARDO DE LA MEDITACIÓNLa meditación como bardoVipashyanaDomesticar la mente salvajeEtapas de entrenamiento en la ausencia del yoSeñalar la naturaleza de la menteVer la mente directamenteGanar certeza en la liberaciónTres palabras que dan en el punto vitalLos cuatro grandes modos de liberación de DzogchenLlevar al corazón el mensaje de la liberaciónAceptar y rechazarSabiduría existente por sí mismaSoltar la libertadLa naturaleza de todoCustodiar el darse cuentaEl camino de los medios hábilesConectar los bardos de la vida y la muerte5. REALIDAD QUE SE EVAPORA: EL BARDO DOLOROSO DE LA AGONÍAApego a esta vidaPracticantes de tres capacidadesPrepararnos para la muerteDisolución de los elementosCuerpos burdos y sutilesEl proceso de disolución burdaEl proceso de disolución sutilLas etapas de la luminosidadPrácticas para la agoníaCamino de la devociónReconocer una última oportunidadLa práctica de phowaMétodos de transformaciónMuerte repentinaTodas las prácticas son phowaPlanear nuestro último pensamientoMirar hacia adelanteApuntar a lo más alto6. CAMINO SIN YO: EL BARDO LUMINOSO DE DHARMATAExplorar nuevas experienciasLuminosidad de dharmakaya: La luminosidad de la no aparienciaLuminosidad base: La sabiduría de dharmataEncuentro de las luminosidades madre e hijaBuscar nuestro hogarCausas y condiciones auspiciosasGenerar la mente de samadhiLuminosidad de sambhogakaya: La luminosidad de la aparienciaLuminosidad que surge espontáneamenteLas cuatro luces de sabiduríaLa luz de la actividad búdicaVisiones de presencia espontáneaTomar el bardo de dharmata como el caminoObservar la naturaleza de la menteVisualización de las cien deidadesTomar la luz como el caminoTomar el sonido como el caminoTomar el dolor y la enfermedad como el caminoTomar el deleite y la desdicha como el caminoTomar las emociones como el caminoConocer el territorioLos dos kayas del bardo de dharmataConcluido en un instanteLlegar al siguiente destino7. SER O NO SER: EL BARDO KÁRMICO DEL DEVENIRLuminosidad de nirmanakayaApariencias incesantesResurgimiento de la confusiónEl milagroso poder de la mente kármicaCrear conexiones auspiciosasManifestación de los seis reinosEl devenir: Las cualidades de los seis reinosPrácticas para el devenirPrácticas de la etapa de creaciónPrácticas de la etapa de compleciónTransformar a través de la renunciaPlan A y plan BPerspectiva del Vajrayana sobre la prácticaVisión de la etapa de creaciónVisión de la etapa de compleciónLa mente más allá de la muerteAgradecimientos de las editoras de la versión en inglésAgradecimientos del equipo de traducción al españolApéndice I: Sutra sobre la sabiduría para el momento de la muerteTibetanoEspañolApéndice II: Canciones vajra de realizaciónTodas estas formasLos ocho casos de la bondad fundamental que no deben ser eludidosSúplica a Guru RinpochéSiete deleitesDedicaciónLos seis bardos por RechungpaApéndice III: Dos poemas por Dzogchen Ponlop RinpochéUn recordatorio para mí mismoCieloApéndice IV: Mirar hacia atrás: El propósito del ngondroLa montaña rusa del VajrayanaPropósito del ngondroLas cuatro prácticas tántricas del ngondroUn punto importanteApéndice V: Las etapas de la disoluciónApéndice VI: Las cien deidades apacibles e iracundasNotasGlosarioLecturas recomendadasTextos tradicionalesComentarios contemporáneosAudiocintas y videocintasCentros y Grupos de NalandabodhiCréditos de las ilustracionesLáminas

Lista de ilustraciones

Buda recostado: La postura del león durmiente

Diagrama de canales y chakras del cuerpo sutil

Sílabas HĀM y ASHE

Ilustraciones en color:

Guru Padmasambhava

Samantabhadra y Samantabhadri Manifestación apacible del Buda primordial

Mahottara Heruka y Krodeshvari Manifestación iracunda del Buda primordial

Thangka de Shitro Deidades apacibles e iracundas

Este libro está dedicado a mi amado padre,

el fallecido Dhamchoe Yongdu,

y a mi gentil madre, Lekshey Drolma,

por dar pie a innumerables oportunidades preciosas

para desarrollar la sabiduría y la compasión

Prólogo KHENPO TSÜLTRIM GYAMTSO RINPOCHÉ

NO HAY NADA EN MEDIO, ASÍ QUE ELBARDO

NO EXISTE: UN VERSO

El nacimiento y la muerte no tienen esencia,Así que entre esos dos está meramente lo nonato, libre de fabricaciones.El yo y el otro no tienen esencia,Así que entre esos dos está meramente lo nonato, libre de fabricaciones.

Hablado extemporáneamente por Khenpo Tsültrim Gyamtso Rinpoché, Gonpa Karma Drubdey, Bután, 9 de octubre de 2006.

Traducido al inglés por Ari Goldfield.

Traducción al español de Adela Iglesias.

Prólogo VENERABLE ALAK ZENKAR RINPOCHÉ

En esta vida, nos guías con empoderamientos e instrucciones clave.En la siguiente vida, nos conduces por el camino de la liberación.En el bardo entre ambas, nos liberas de los abismos del miedo.Guru inigualable, concédeme tu bendición.

ELbardo, o estado intermedio, se ha convertido en un eslogan popular en los círculos budistas. Las apariencias de esta vida, se nos dice, se desvanecen y durante cuarenta y nueve días experimentamos visiones impresionantes y aterradoras en un estado incorpóreo. Esto es lo que el bardo ha significado para la mayoría de la gente. Exploremos, sin embargo, la manera en que el concepto del bardo ha evolucionado desde la perspectiva de la literatura budista.

Los tratados indios basados en los sutras que se tradujeron al tibetano, tales como el Tesoro del abhidharma de Vasubhandu, hacen referencia al bardo, pero sin emplear el término en sí:

Hay un nivel de existenciaExperimentado entre la muerte y la vida.

El texto pasa a discutir tres niveles de existencia: la existencia de la muerte, la existencia del nacimiento y la existencia de lo que yace entre ambos. También aborda brevemente el cuerpo mental del estado intermedio, sus rasgos distintivos y su duración.

Un texto indio de los sutras traducido al chino, el Gran tesoro de las exposiciones, aborda el bardo de manera general y también dedica un capítulo entero al despliegue del viaje de cuarenta y nueve días.

La colección de enseñanzas sobre el bardo, basada en los tantras, en la literatura tibetana es aún más rica: los cuatro linajes budistas tibetanos principales –Sakya, Geluk, Kagyu y Nyingma– aportan exégesis e instrucciones esenciales de diferente longitud. Estos escritos abordan los nombres de los diferentes tipos de bardo y las clasificaciones de cada uno. Sus estilos de presentación son en su mayoría similares, sin embargo, también destacan la singularidad del legado heredado de cada tradición.

Karma Lingpa, un gran maestro del linaje Nyingma, reveló un ciclo de textos profundos, La sabiduría innata de las deidades apacibles e iracundas, que se dice le confió el mahaguru indio Padmasambhava. Uno de los escritos más afamados de ese grupo de textos es La gran liberación a través de la escucha en el bardo, conocido comúnmente como El libro tibetano de los muertos, una exposición profunda y amplia sobre los seis bardos: nacimiento, sueños, meditación, agonía, dharmata (o realidad verdadera) y devenir.

Otro maestro célebre por sus instrucciones sobre el bardo fue Tsele Natsok Rangdrol, quien explicó que, en términos de lo que sostienen en común las escuelas tempranas y las tardías, los seis bardos mencionados pueden condensarse en cuatro: el bardo natural de esta vida, el bardo doloroso de la agonía, el bardo luminoso de dharmata y el bardo kármico del devernir. Está presentación en cuatro partes, señala, llega al meollo del asunto bajo una forma fácil de entender.

Aunque el escrito principal de Tsele Natsok Rangdrol sobre el bardo se ha traducido al inglés, es el texto Liberation through Hearing [Liberación a través de la escucha] el que ha gozado de una amplia difusión a lo largo de nuestro mundo multilingüe. Se ha traducido al chino, al inglés, cuando menos cinco veces, al francés y al español [El libro tibetano de los muertos: la liberación por audición durante el estado intermedio].

Es, por lo tanto, oportuno que Dzogchen Ponlop Rinpoché, un maestro del linaje versado en los modos de Occidente y en el idioma inglés, nos haya otorgado una explicación directa y fresca sobre los principios del bardo que trasciende la distancia de la traducción. Al escribir La mente más allá de la muerte, Rinpoché ha tomado bajo su cuidado compasivo a seres como yo: gente con mal karma que firmemente se aferra a las apariencias confusas de esta vida, que es esclava de las ocho preocupaciones mundanas durante el día y se convierte en cadáver del sueño ignorante durante la noche, que desperdicia su vida en malas acciones y parloteos sin sentido. Las palabras de Rinpoché nos iluminan el camino, ofreciéndonos guía en esta vida, la siguiente y los bardos entre ambas.

Al explorar los bardos, Rinpoché empieza con una explicación sobre el bardo del nacimiento, en la cual alienta a los lectores a revertir su apego a las apariencias de esta vida y extraer la esencia más significativa de su preciosa existencia humana. Para este bardo, Rinpoché proporciona instrucciones para desarrollar una mente calmada y estable a través de la práctica de la meditación shamatha.

A continuación viene el bardo de los sueños, en conexión con el cual Rinpoché instruye a los lectores sobre los entrenamientos en las prácticas del cuerpo ilusorio y el yoga del sueño, que hacen posible que uno reconozca los propios sueños, transforme las apariencias oníricas y emane unas nuevas. Rinpoché también explica la visión del yoga de la luminosidad, a través del cual uno reconoce que el estado del sueño profundo es el darse cuenta luminoso. Para el bardo de la meditación, Rinpoché nos guía a través de la meditación de vipashyana, de acuerdo con Mahamudra y Dzogchen, y explica claramente sus métodos para reconocer directamente la naturaleza de la mente.

La presentación de Rinpoché sobre el bardo de la agonía aborda en detalle las etapas de disolución de los elementos del cuerpo burdo, así como la disolución de las conciencias sutiles, lo cual ocurre con el proceso visionario de la apariencia, el aumento y el logro. Con una conclusión sobre la instrucción para la transferencia de la conciencia, hace posible que los aspirantes devotos alcancen la liberación en el momento de la muerte o, si no lo logran, que tengan un fuerte atisbo de reconocimiento de la naturaleza verdadera de la mente.

En su sinopsis del bardo de dharmata, Rinpoché da una explicación detallada de las dos etapas de la manifestación de la luminosidad de la mente: el dharmakaya, o luminosidad parecida a la madre, y la luminosidad de sambhogakaya. La segunda surge como el despliegue de luces, sonidos y visiones vívidos de las cien deidades apacibles e iracundas. Nos alienta en este momento a cultivar una conciencia de la naturaleza irreal e ilusoria de estas visiones. Al ganar certeza en que todas las apariencias son el despliegue de nuestra propia mente, es posible para nosotros, en el bardo de la realidad verdadera, alcanzar la libertad de sambhohakaya. Las instrucciones de Rinpoché para esta etapa son como el intrépido guerrero-guía que nos conduce a través de los barrancos del bardo atemorizante.

Finalmente, Rinpoché nos guía a través del bardo del devenir. Rinpoché explica cómo, si uno no reconoce su propia naturaleza verdadera durante el bardo de la agonía o el bardo luminoso de dharmata, entonces el proceso visionario de la apariencia, el aumento y el logro ocurre en el orden inverso. La propia falta de reconocimiento anterior da origen a un miedo tremendo. A medida que este miedo se intensifica, surgen otras múltiples apariencias confusas del bardo. Cada apariencia confusa, señala Rinpoché, no es otra cosa que la apariencia refleja de nuestro propio darnos cuenta prístino. No obstante, aún nos quedan opciones disponibles: el practicante supremo será capaz de nacer en los reinos puros naturalmente presentes del nirmanakaya, el cuerpo de emanación. El practicante medio nacerá en un reino puro, como el de Amitabha. Y el practicante común tendrá un nacimiento favorable en el reino mundano. Aquí Rinpoché explica los puntos clave de las etapas de creación y de compleción. Al hacerlo, infunde certeza en el lector interesado, permitiéndonos ser ricos en el Dharma genuino durante esta vida y llevar esta riqueza de virtud, sin ningún sentido de pobreza, a nuestra siguiente vida. Puesto que las instrucciones de Rinpoché revelan los métodos profundos para aprovechar todas las avenidas de liberación y beneficio antes mencionadas, su bondad es inconcebiblemente inmensa.

Esta guía para los bardos es invaluable. Para aquellos cuyos ojos de inteligencia son opacos, lleva a los lectores de la mano y camina a su lado. Para aquellos que han tomado un giro erróneo en su camino, es un cartógrafo que corrige su dirección. Para los devotos que aspiran a cumplir sus instrucciones, es un capitán firme que hábilmente los ayuda a salir de los terrores del bardo. Para los estudiantes diligentes dados a la práctica de la escucha, la explicación y la meditación, es una llave maestra para una mina de tesoros y les abre cien portales al conocimiento. Para los eruditos, es una luna llena cuyo esplendor sin velo abre las flores de la visión clara que florecen de noche. Para los yoguis y yoguinis que se sumergen plenamente en las prácticas, es un sol cuyos rayos brillantes iluminan la ventana de las oportunidades del bardo para reconocer la naturaleza verdadera, vivir los tres kayas, y experimentar todas las percepciones como luminosidad.

Al capturar el corazón de todas las intenciones de los sutras y los tantras, condensar el meollo de todas las aplicaciones prácticas, sin excluir nada de sus instrucciones profundas y esenciales, y preservar la corriente de las transmisiones orales del linaje, Rinpoché, distanciándose de las polémicas de los lógicos y las repeticiones de oídas de los imitadores y apoyándose en su propia sabiduría personal y experiencial, ha puesto en nuestras manos el regalo milagroso de esta enseñanza.

Es mi deseo ferviente que muchos seres obtengan un beneficio inmenso –tanto a corto como a largo plazo– de este libro, viéndolo, escuchando sus palabras, recordando su contenido o incluso colocando sus manos sobre él una vez. Las partículas de polvo en la tierra no pueden superar en número los méritos de publicar semejante tratado sublime; el agua combinada de todos los océanos no podría avasallarlos. Que una aparición tan maravillosa relampaguee simplemente ante nuestros ojos es en sí mismo el fruto de muchas grandes actividades virtuosas del pasado.

No solo contiene este libro todas las instrucciones clave profundas de los ocho grandes linajes de práctica del Tíbet, sino que también expone con gran frescura e intimidad la intención del corazón de todos los maestros consumados de la India. Veo este trabajo de Dzogchen Ponlop Rinpoché, por lo tanto, como una joya que todo lo abarca.

Para los buenos auspicios, me gustaría concluir con una cita especial de los escritos de Tsele Natsok Rangdrol sobre el bardo que, me parece, describe con precisión las cualidades del libro que ahora tienes en tus manos:

Puesto que en ella todas las 84.000 enseñanzas del Buda están perfectamente completas, es la Gran Perfección (Dzogchen). Puesto que revela cómo nada está más allá de los tres kayas, es el Gran Sello (Mahamudra). Puesto que trasciende todos los conceptos, es la Perfección del Conocimiento (Prajnaparamita). Puesto que está libre de todos los extremos, es el Camino Medio (Madhyamaka). Puesto que da lugar a los resultados supremos de todos los caminos, es el Camino y Resultado (Lam Dre). Puesto que pacifica las aflicciones mentales justo ahí donde están, es Pacificación (Shijey). Puesto que corta de raíz la fijación dualista, es el Cortar de Raíz (Chö). Puesto que nos une directamente con el estado de budeidad, es las Seis Uniones (Jor Duk). Puesto que transforma la ignorancia confundida de los pensamientos, es la Transformación del Pensamiento (Lojong). En suma, no hay ninguna otra enseñanza aparte de esta instrucción misma que contenga la esencia de todos los profundos dharmas que existen.

Colocando los escritos del refugio supremo, el Dzogchen Ponlop Rinpoché, sobre la coronilla de mi cabeza, yo, Tudeng Nima, el peor entre sus devotos seguidores, ofrezco estas palabras, flores de fe lanzadas al cielo, desde el centro de mi corazón.

Nota de la editora

La mente más allá de la muerte está basado en las enseñanzas presentadas en el Retiro del Tesoro del Conocimiento del 2002 en San Antonio, Texas, donde Dzogchen Ponlop Rinpoché ofreció catorce charlas sobre el tema de los seis bardos, o estados intermedios de la existencia. Aunque muchos participantes habían tenido algún contacto previo con las enseñanzas sobre el bardo, la combinación de la atmósfera del retiro, la potencia del contenido y el estilo directo y personal de la transmisión de Rinpoché demostraron tener un efecto muy profundo en los estudiantes. A lo largo de los años siguientes, seguían llegando solicitudes para tener acceso a las transcripciones y los vídeos con las enseñanzas. Se formaron varios grupos de estudio, que plantearon preguntas que iban más allá del alcance de la presentación original. Eventualmente, Rinpoché accedió a las sugerencias de que esta serie de charlas se editara en la forma de un libro en el cual incluiría instrucciones y explicaciones adicionales.

El presente texto ampliado preserva la enseñanza original al tiempo que se nutre de más comentarios orales y escritos proporcionados por Rinpoché para este libro. Su presentación de los bardos está basada primordialmente en los siguientes textos tibetanos: las Instrucciones sobre los seis bardos de Padmasambhava del Ciclo de Enseñanzas Shitro, según fue revelado por Karma Lingpa; el Espejo de la atención plena de Tsele Natsok Rangdrol, y el Tesoro del conocimiento de Jamgon Kongtrul el Grande. Está basado también en las instrucciones orales que Rinpoché ha recibido de sus propios maestros. La mente más allá de la muerte sigue, por lo tanto, la estructura básica de estos textos clásicos y fidedignos. Se define cada bardo, se describe la manera en que lo experimentan los seres ordinarios y los seres iluminados, y se establecen las prácticas de meditación para transformar su aspecto confuso en un estado de claridad en el cual podamos llegar a la realización de la sabiduría.

Con el propósito de hacer estas enseñanzas tan accesibles como sea posible, se proporciona una serie de materiales suplementarios en los apéndices. Los términos técnicos se explican en un glosario, y se proporcionan los equivalentes en lengua tibetana donde es posible. Hay dos gráficas: una esboza la descripción amplia del texto sobre el proceso gradual de la muerte («Las etapas de la disolución»), y la otra proporciona detalles adicionales en relación con el orden de la aparición y el simbolismo de las deidades que aparecen en el estado posterior a la muerte («Las cien deidades apacibles e iracundas»). También se proporciona un índice analítico. Estas ofrendas se incrementan con la inclusión de la breve perspectiva histórica de Rinpoché sobre el desarrollo de las prácticas fundacionales conocidas como ngondro; una selección de canciones yóguicas de realización, o dohas, que simultáneamente enseñan el Dharma y manifiestan el estado iluminado; una traducción del «Sutra sobre la sabiduría para el momento de la muerte», en el cual el Buda ofrece consejo a los bodhisattvas que están al borde de la muerte, y dos poemas compuestos por el propio Rinpoché. Finalmente, se proporciona una lista de los centros de Nalandabodhi establecidos por Rinpoché para quienes deseen recibir más información sobre los programas de estudio o instrucción de meditación.

Este libro está dirigido a quienes están familiarizados con la filosofía y la práctica budista, así como a aquellos recién llegados a este pensamiento y lenguaje. Aunque la presentación de Rinpoché está basada en un encuadre erudito preciso, no es esencialmente un tratamiento técnico o académico. En el fondo, es una historia que estamos escuchando de un linaje de maestros despiertos. Las instrucciones que aquí se presentan, sin embargo, no son teístas y no son siquiera de naturaleza religiosa. Son claramente una ciencia de la mente que implica, e incluso requiere, la aplicación de la inteligencia crítica a nuestra experiencia. Se dice que a través del estudio y práctica de estas enseñanzas, es posible penetrar la confusión de la muerte. En ese momento, trascendemos la fisura entre la vida y la muerte que las hace experiencias separadas y antitéticas, y descubrimos nuestra condición última del estado despierto indestructible.

Introducción Apostando con el señor de la muerte

ESTE LIBRO es el recuento de una historia escuchada por primera vez hace siglos por un pequeño grupo de estudiantes del gran maestro indio Padmasambhava. Extraordinario maestro, cuya vida estuvo repleta de aventuras y logros, Padmasambhava alcanzó el más grande logro de todos: la realización de la naturaleza inmaculada e indestructible de su propia mente que de manera instantánea disipa todas las ilusiones, incluso la temible ilusión de la muerte. Se dice que Padmasambhava partió de este mundo en una masa de luz de arcoíris, dejando tras de sí muchas preciosas instrucciones y descripciones de su camino de transformación para los estudiantes del futuro. Aunque nada en esta historia ha cambiado, cualquiera que la escuche y la lleve al corazón puede ser transformado por ella. Como las historias clásicas de todos los tiempos, te lleva a un viaje, pero en este caso tú eres el personaje principal y el resultado está en tus manos.

La historia que estamos viendo aquí, entonces, es la propia: Es la historia de nuestros cuerpos y mentes, de nuestro nacimiento y muerte, y de las innegables verdades sobre nuestra existencia como seres humanos. Aunque conocemos los hechos de la vida y la inevitabilidad de la muerte, es una realidad que rara vez encaramos. Cuando lo hacemos, nuestro impulso es darle la espalda. Aunque no deseamos afrontar la muerte o el miedo que inspira, huir de esta verdad inconveniente no nos ayudará. La realidad nos alcanzará al final. Si hemos ignorado la muerte en todas nuestras vidas, entonces se convertirá en una sorpresa enorme. No tendremos tiempo en el lecho de muerte para aprender cómo manejar la situación, ni tiempo para desarrollar la sabiduría y compasión que podrían guiarnos hábilmente a través del terreno de la muerte. Tendremos que afrontar lo que sea que encontremos de la mejor manera que podamos, y esa es una gran apuesta.

¿Por qué habríamos de correr tal riesgo? Tenemos una alternativa: prepararnos para encarar el momento más incómodo de nuestras vidas, o llegar a ese momento sin estar preparados. Si optamos por mirar a la muerte directamente a la cara, entonces podemos tener la certeza de que transformaremos ese encuentro en una experiencia profunda que traerá beneficios incalculables a nuestro camino espiritual. Si elegimos negarla, entonces, cuando nos encontremos con el Señor de la Muerte, seremos como un joven inocente que entra en un garito nocturno con el bolsillo lleno de dinero. ¿Cuáles son las probabilidades de que seamos más ricos y más felices por la mañana?

Estemos preparados o no, todos conoceremos al Señor de la Muerte. ¿Quién es este gran Señor y cuál es su poder sobre nosotros? Esta figura legendaria que inspira tanto miedo es meramente la personificación de la impermanencia y de la causa y el efecto, o karma. En la literatura budista, este «Señor» es invencible. Nadie puede derrotarlo en su juego, salvo un verdadero portador de sabiduría. Es la sabiduría la que mata al asesino, la que limpia la mesa y la que se va con el premio.

Desde los tiempos antiguos hasta el presente, muchas culturas han desarrollado una literatura –tanto oral como escrita– rica en sabiduría popular sobre la muerte y la agonía. Muchas de estas tradiciones de sabiduría del mundo han abordado la pregunta de cómo la experiencia de la «agonía» puede tornarse en un momento significativo y poderoso en el cual podamos conectarnos con la naturaleza más profunda y elevada de nosotros mismos. En los últimos años, la muerte y la agonía se han convertido en temas de moda, y la «muerte» misma se ha convertido en una palabra en boga. Pero mientras algunas personas parecen querer hablar de ello, nadie quiere en realidad afrontar la muerte o estar en un ambiente en el que la muerte esté de hecho sucediendo. Woody Allen dijo una vez: «No tengo miedo de morir; solo que no quiero estar ahí cuando ocurra». Esta es una reflexión de las mentes de muchas personas de nuestro mundo del siglo XXI. En realidad, tratamos de evitar la muerte por todos los medios. Tenemos miedo de enterarnos de ella u observarla, por no hablar de experimentarla, porque hemos creado una imagen cultural negativa y temible de la muerte. Creemos que es el final de todo lo que somos, la pérdida de todo lo que atesoramos. No obstante, nuestro miedo nos impide conocer nuestra propia historia, que es a fin de cuentas un relato de renovación y liberación.

Según las enseñanzas budistas, la realidad es que la muerte y el nacimiento ocurren de modo continuo. Este entendimiento se encuentra también en las enseñanzas cristianas, donde san Pablo dijo: «Muero cada día». Lo importante es aprender que la muerte es parte del proceso de vivir; ocurre en todo momento, no solo al final de la vida. ¿Cómo aprendemos a reconocer este sentido de la muerte que ocurre momento a momento en nuestras vidas?

Para ir más allá de nuestras nociones abstractas sobre la muerte, tenemos que examinar en profundidad nuestras propias mentes y corazones. Este camino requiere que contemplemos lo que la muerte significa para nosotros de manera individual, no desde las perspectivas médicas o técnicas –como el cese de la respiración o del latido del corazón–, y no desde la perspectiva de nuestras tradiciones religiosas o culturales. Más bien, necesitamos preguntarnos: «¿Qué significa la muerte para mí, personalmente, desde mi propia experiencia de vida? ¿Cuál es mi sensación más básica y visceral acerca de lo que es la muerte?». Esta es una pregunta importante, ya que la manera en que definimos la muerte determina en gran medida cómo experimentaremos la propia. También se convierte en nuestra guía sobre cómo morir bien.

De acuerdo con la perspectiva espiritual del budismo, para morir bien, debe vivirse bien. Morir bien solo puede lograrse cuando sabemos cómo vivir bien. ¿Podría ser que como no sabemos cómo vivir plenamente, o vivir bien, tenemos miedo de morir? Para transformar nuestro miedo a la muerte y superarlo, debemos entrar en contacto con la muerte en vez de negarla. Debemos conectarnos con la muerte a través de la reflexión genuina. Debemos contemplar su imagen con una mente tranquila y clara, no solo con la imagen de la muerte que nuestros pensamientos han creado basándose en la superstición y el rumor. Debemos ver y sentir realmente ese estado de manera directa. La forma de encontrarnos con la muerte plenamente es morir cada día, en cada momento, en todo; en nuestros pensamientos, en nuestro dolor, en nuestras emociones, en nuestras relaciones amorosas, incluso en nuestro gozo. ¡No podemos afrontar la muerte si no morimos cada día!

Desde la perspectiva budista, la muerte no significa únicamente llegar a un fin. También significa llegar a un principio. La muerte es un proceso de cambio. Terminar no es ni positivo ni negativo en sí; solo es la realidad. La muerte fue parte del trato cuando aceptamos la idea del nacimiento. Nuestra entrada en este mundo incluía el contrato para dejarlo. Así, tanto si suspiras con alivio al final de un momento de tortura, o deseas con desesperación que algún instante parecido a una película de Hollywood pudiera durar para siempre, todo momento llega a su fin. Toda historia tiene un final, sin importar que este sea feliz o triste. Sin embargo, cuando un momento o una vida terminan, no podemos discutir con ello. No hay espacio para la negociación. Reconocer esta realidad es la forma en que entramos en contacto con la muerte en la vida cotidiana.

En última instancia, lo que llamamos «vida» es solo una ilusión de continuidad: una sucesión de momentos, un flujo de pensamientos, emociones y recuerdos, que sentimos como nuestra posesión. Y, en consecuencia, nosotros aparecemos como los poseedores de esa continuidad. Sin embargo, al examinarla, descubrimos que esa continuidad es semejante a un sueño, es ilusoria. No es una realidad continua o sustancial. Consiste en momentos individuales, que surgen, se disuelven y surgen de nuevo, como las olas en un océano. Por lo tanto, este «yo» también surge y se disuelve en cada momento. No continúa de un momento al siguiente. El «yo» de un momento se disuelve y desaparece. El «yo» del siguiente momento surge de nuevo. No se puede decir que estos dos «yos» sean lo mismo o sean algo diferente, pero la mente conceptual los identifica como un yo singular y continuo: «Sí, este soy yo…».

Dentro de este flujo, podemos ver con claridad el proceso de la muerte: la disolución de los pensamientos fugaces, el desvanecimiento de las emociones vibrantes, la rápida alternancia de nuestras percepciones (un sonido, un contacto están ahí y luego desaparecen). Pero en el instante mismo en que experimentamos el final de un momento, experimentamos el proceso de nacimiento; nace un nuevo mundo a medida que surgen pensamientos frescos y emociones coloridas en respuesta a las percepciones cambiantes. En consecuencia, el final de un momento es también una renovación, pues solo a través de la muerte una cosa nueva puede surgir.

Cuando la muerte nos amedrenta, no vemos lo obvio; aquello que tiene el poder de renovarse es eterno, mientras que aquello que es en verdad continuo no tiene poder creativo. Sin el juego del nacimiento y la muerte, el mundo estaría estancado, como una escena en una película de arte y ensayo tomada con una cámara fija. El mundo capturado en su lente se mantiene fijo e inmóvil. Nada cambia durante un largo largo tiempo. Sin el juego continuo de la muerte y el renacimiento, nuestras vidas serían igual de fijas y absurdas; solo las consecuencias serían una tortura. Nada cambiaría en lo absoluto. En contraste, ¡cuán maravilloso y refrescante es tener estos cambios momentáneos, estar bendecidos por la impermanencia!

Si fuéramos continuos, impermeables al cambio y a la muerte, entonces sería inútil buscar algo más allá o fuera de nosotros. Lo llamemos como lo llamemos (el misterio real, creativo o divino, el mundo sagrado o la gracia de dios), nunca lo encontraríamos. Solo hallaríamos más proyecciones de nuestra propia mente. Solo muriendo cada día podemos estar en contacto con la vida verdaderamente. Si pensamos que podemos encontrar una conexión significativa entre la vida y la muerte –mientras seguimos aferrándonos a nuestra creencia en la continuidad de nuestra propia existencia–, entonces estamos viviendo en un mundo ficticio de nuestra propia creación.

Cuando esta ilusión de continuidad llega a su fin, tenemos la oportunidad, no importa cuán breve sea, de entrever la realidad más profunda que está debajo de ella. Esta es la naturaleza verdadera y perdurable de la mente, que es inseparable de la mente y la realización de Padmasambhava. Es el darse cuenta primordial, la sabiduría luminosa, de la cual surgen espontáneamente todos los fenómenos. Esta sabiduría resulta incognoscible en el sentido ordinario porque está más allá del concepto. Por lo tanto, también está más allá del tiempo. Se dice que carece de nacimiento y de muerte. Si podemos conectarnos con esa experiencia, el pasado y el futuro se trascienden, y despertamos naturalmente a un mundo vasto y brillante.

Cuando sabemos en verdad que cada final implica también una renovación, empezamos a relajarnos. Nuestras mentes se abren al proceso de cambio. Sentimos que podemos tocar de hecho la realidad y no tememos la muerte. Podemos aprender a vivir bien y plenamente ahora, con el entendimiento de que la muerte no está separada de la vida. Desde el punto de vista budista, tenemos una alternativa: dirigir nuestra historia de vida y muerte en este preciso momento, o esperar, cerrando los ojos al mensaje de la impermanencia hasta que la propia muerte los abra. Puesto que valoramos los finales felices, ¿por qué optar por apostar con el Señor de la Muerte?

La antigua sabiduría budista tiene mucho que ofrecer a nuestra comunidad mundial moderna sobre el tema de la muerte y la agonía, y en este libro exploraré cómo podemos entender y aplicar estas enseñanzas intemporales a nuestras vidas cotidianas. Espero que este libro traiga claridad y una comprensión más profunda sobre estos temas desde la perspectiva espiritual de la tradición budista del Vajrayana. Que la sabiduría profunda y la compasión genuina encarnadas en estas enseñanzas disipen rápidamente todas las ilusiones de los seres y alivien sus más grandes miedos. Que la verdadera naturaleza de la mente, el buda interno, nos guíe en el camino de vivir y morir bien.

Dzogchen Ponlop Rinpoché

Nalanda West

Seattle, Washington

7 de octubre de 2006

1. El momento de la verdad

SIEMPRE QUE nos embarcamos en un viaje largo, hay un sentido de muerte y renacimiento. Las experiencias por las que atravesamos tienen una cualidad transitoria. En el momento en el que damos un paso fuera de nuestra casa y cerramos la puerta, empezamos a dejar atrás nuestra vida. Nos despedimos de la familia y los amigos, y de las habitaciones y rutinas familiares en las que habitamos. Podríamos sentir pesar mezclado con emoción mientras abordamos el taxi que nos llevará al aeropuerto. A medida que la imagen de nuestro hogar se aleja, estamos tan tristemente separados como gozosamente liberados de todo lo que nos define. Cuanto más nos alejamos de nuestro hogar, tanto más nos enfocamos en nuestro siguiente destino. Pensamos menos en nuestro hogar y más acerca del sitio adonde vamos. Empezamos a consultar un mapa nuevo; empezamos a pensar sobre el lugar donde aterrizaremos, sobre la gente nueva, las costumbres nuevas y los ambientes nuevos: las experiencias nuevas que nos esperan.

Hasta que no alcancemos nuestro destino, estamos en tránsito, entre dos puntos. Un mundo se ha disuelto, como el sueño de anoche, y el siguiente aún no ha surgido. En este espacio, existe un sentido de libertad total: estamos libres de ser quienes somos ordinariamente; no estamos atados al mundo cotidiano y a sus demandas exactamente de la misma manera. Hay un sentido de frescura y aprecio por el momento presente. Al mismo tiempo, podríamos llegar a sentirnos temerosos y sin sostén porque hemos entrado en un territorio desconocido. No sabemos con certeza lo que surgirá en el siguiente momento o adónde nos llevará. Sin embargo, en el momento en que nos relajamos, nuestra inseguridad se esfuma y el ambiente se vuelve amigable y alentador. Estamos a gusto en nuestro mundo una vez más y podemos seguir adelante con naturalidad y confianza.

No obstante, los viajes no siempre suceden de acuerdo con lo planeado. Si estamos viajando por aire, el vuelo podría retrasarse o cancelarse. Si nos encontramos en un tren, las condiciones del clima podrían demorarnos. Si estamos en la carretera, en cualquier instante podría reventarse una rueda en el tráfico pesado, desviándonos del camino principal hacia un taller en un pueblo pequeño. Por lo tanto, es sensato prepararse cuidadosamente para lo que pudiera presentarse. Debemos asegurarnos de llevar con nosotros lo que podríamos necesitar. Necesitamos conocer nuestra ruta, la ubicación de las comodidades y los servicios a lo largo del camino, así como las costumbres locales. Entonces podemos simplemente relajarnos y estar donde estamos, que es la experiencia de estar en el momento presente.

Dejar esta vida se asemeja mucho a emprender un largo viaje. En este caso, el viaje que estamos haciendo es una travesía de la mente. Estamos dejando atrás este cuerpo, la gente que amamos, nuestras posesiones y todas nuestras experiencias de esta vida, y yendo hacia la siguiente. Nos encontramos en tránsito, entre dos puntos. Hemos abandonado la casa, pero aún no hemos llegado a nuestro siguiente destino. No estamos ni en el pasado ni en el futuro. Estamos insertados entre el ayer y el mañana. Donde estamos ahora es el presente: el único lugar donde podemos estar.

En el budismo tibetano, esta experiencia del momento presente se conoce como bardo. Bardo en un sentido literal significa «intervalo»; también puede traducirse como un estado «intermedio». Así, podemos decir que cada vez que estamos entre dos momentos, nos encontramos en un estado de bardo. El momento pasado ha cesado; el momento futuro no ha surgido aún. Hay un hueco, un sentido del ahora, de apertura pura, antes de la aparición de lo que sigue, ya sea nuestro siguiente pensamiento o nuestra siguiente vida. Sucede lo mismo cuando hacemos cualquier viaje. Nos encontramos en transición –incluso cuando salimos del trabajo para ir a casa, o cuando salimos de casa para mudarnos a otro estado–. Si prestamos atención a estas transiciones, si podemos permanecer conscientes a nuestro entorno en esos momentos, entonces es mucho más probable que estemos conscientes de nuestro entorno durante los bardos que van más allá de esta vida, que abarcan nuestro paso a través de los bardos de la agonía y de la muerte. Tendremos más control sobre nuestro viaje y seremos capaces de encontrarnos con las experiencias nuevas o desafiantes con una mente clara y estable.

Cuando podemos estar por completo presentes, las experiencias que encontramos a lo largo de los bardos de la muerte se vuelven simples y naturales. En realidad, podemos darnos el lujo de relajarnos y soltar la esperanza y el miedo. Podemos ser inquisitivos sobre nuestras nuevas experiencias. También podríamos aprender algo de nosotros mismos –que, en última instancia, lo que somos en el sentido más genuino trasciende nuestra noción limitada del yo–. En este punto de transición, tenemos la oportunidad de ir más allá de esa percepción y transformar la aparición de la muerte en una experiencia de despertar, al reconocer la naturaleza verdadera de la mente.

Así, igual que nos prepararíamos para cualquier viaje –empacando ropa y cosas por el estilo–, es muy aconsejable prepararnos bien para nuestro siguiente viaje importante: nuestro paso de esta vida a la siguiente. Esos preparativos constituyen el tema de este libro.

Las enseñanzas del bardo

De acuerdo con las enseñanzas del budismo tibetano, puede decirse que la esencia del camino espiritual empieza y termina con el momento presente. Todas sus amplias tradiciones filosóficas y meditativas apuntan a este estado de simplicidad. Entre los sistemas más reconocidos y provocadores se encuentran las enseñanzas tántricas acerca de los seis bardos, o estados intermedios, de la existencia. En particular, estas enseñanzas describen seis conjuntos distinguibles de experiencias: tres que se relacionan con esta vida, y tres que se relacionan con las experiencias de la muerte, aquellas posteriores a la muerte y aquellas relacionadas con nuestra entrada a la siguiente vida. Cuando los seis bardos se ven en conjunto, advertimos que abarcan el espectro completo de nuestra experiencia como seres conscientes, tanto en la vida como en la muerte.

Las enseñanzas sobre los seis bardos señalan la continuidad fundamental de la mente a través de todos los estados de existencia. Desde esta perspectiva, lo que llamamos «vida» y «muerte» son simplemente conceptos, designaciones relativas que se atribuyen a un estado continuo de ser, un darse cuenta indestructible que carece de nacimiento y de muerte. Si bien la impermanencia –el constante ir y venir de la aparición y la disolución– caracteriza todos los fenómenos que podemos ver, oír, probar, tocar o concebir mentalmente, esta mente pura y primordial resiste todas las transiciones y trasciende todas las fronteras creadas por el pensamiento dualista. Aunque podemos aferrarnos a esta vida y temer su fin, más allá de la muerte hay mente; y donde hay mente, hay un despliegue ininterrumpido: espacioso, radiante y continuo.

Sin embargo, depende de nosotros que este entendimiento permanezca meramente como una idea reconfortante, o se convierta en una llave para acceder a niveles más profundos de conocimiento y a la libertad última. Hablando en términos relativos, no somos libres mientras no reconozcamos la verdadera naturaleza de nuestra mente. Esa naturaleza es sabiduría luminosa y vacía; es el darse cuenta primordialmente puro; es el estado despierto que trasciende la dualidad.

Aunque nunca estamos separados de esta naturaleza, no la vemos. Más bien, vemos a quien pensamos que somos, a quien creemos ser. Vemos un yo que está fabricado por el pensamiento y, así, vemos un mundo fabricado, similar al estado onírico. Sin embargo, mediante la práctica de los métodos que cultivan la atención plena y la capacidad de darnos cuenta, desarrollamos la sabiduría trascendente, o prajna, que directamente ve esta naturaleza de la mente. En el instante en que dicha naturaleza se reconoce plenamente, nuestro camino a través de los estados del bardo llega a su fin. Se dice que la oportunidad de conectarnos con tal reconocimiento pleno aumentará considerablemente en el momento de la muerte y en los estados intermedios después de la muerte, siempre que nos hayamos preparado para encontrarnos con ella.

¿Qué es el bardo?

El ciclo de los seis bardos describe nuestro viaje a través de diversos estados de experiencia consciente, tanto en la vida como en la muerte. Para entender y apreciar por completo las instrucciones sobre estos bardos presentadas en los siguientes capítulos, será útil examinar primero lo que significa bardo en el nivel más fundamental. Las instrucciones por sí solas no pueden ayudarnos genuinamente si no sabemos el sentido de lo que se está señalando. Para empezar, debemos ver que bardo tiene más de un significado. Uno es fácil de entender y reconocer, y ese es el bardo conceptual o relativo. El otro es más sutil y difícil de captar: el bardo no conceptual o absoluto. El bardo no conceptual se considera la esencia misma o la naturaleza verdadera de la experiencia del bardo.

El entendimiento del bardo se desarrolla en etapas, de la misma manera que se acumula todo el saber. Este reconocimiento puede ocurrir cada vez que tu mente esté relajada y abierta. Podrías reconocer la naturaleza del bardo cuando estás viendo la televisión o comiendo, y no mientras estás leyendo cuidadosamente las palabras en un libro. Sin importar cómo ocurra, el camino que emprendes para llegar a este entendimiento es un camino que te lleva a una experiencia directa de tu propia mente. Te conduce a una experiencia del darse cuenta puro que está más allá del pensamiento. Como lo oirás una y otra vez, esa mente pura está contigo en este preciso instante; está más cerca de ti que tu propia sombra.

Una vez que alcancemos cierta comprensión de lo que es el bardo, nos beneficiaremos con la rica variedad de estas instrucciones. Cuando empezamos a aplicar las instrucciones a nuestra mente, lo que estamos haciendo es prepararnos bien para un largo viaje. Nos estamos preparando para encontrar, reconocer y dominar nuestra propia mente en una serie de situaciones diversas y algunas veces desafiantes. Todo el entrenamiento budista de la mente tiene precisamente este propósito, estemos o no familiarizados con la palabra bardo.

Bardo conceptual y bardo esencial

Desde una perspectiva, el bardo es una experiencia de cierta duración de tiempo, marcada por un claro inicio, un sentido de continuidad y un final nítido. La duración de ese intervalo puede ser tan corta como un chasquido de los dedos, o quizá mucho más larga, como la duración del tiempo entre el nacimiento y la muerte, o entre el nacimiento y el logro de la iluminación. Por lo tanto, el bardo se refiere a un momento de experiencia, sin importar cuán largo sea.

Aquí podemos apuntar que la duración de cualquier momento no es la propia experiencia en sí misma. Nuestro sentido del tiempo viene después, fuera de ella. Por ejemplo, cuando tenemos dolor de cabeza, podríamos decir: «Tuve un dolor de cabeza esta mañana y me duró hasta las 4 de la tarde». Cuando atribuimos una cantidad medible de tiempo a nuestro dolor de cabeza, esa designación es conceptual. Desde el punto de vista de la experiencia –cómo se sintió–, su duración real no está definida en ningún sentido. Esto explica por qué las enseñanzas budistas a menudo describen el tiempo y el espacio como fenómenos relativos, visión que corresponde a las nociones occidentales sobre la relatividad, como las observaciones de espacio-tiempo de Albert Einstein. Por ejemplo, para una persona puede parecer que un evento particular pasa en un instante, y para alguien más, en un eón. Así que cuando miramos el bardo desde la perspectiva de una cantidad fija de tiempo, estamos viendo el aspecto relativo o conceptual del bardo. Cuando decimos «desde el nacimiento hasta la muerte», por ejemplo, hablamos acerca de una larga cadena de momentos que están conectados por la mente conceptual y se ven entonces como un todo.

Cuando miramos el bardo desde la perspectiva de la esencia, estamos viendo su aspecto absoluto o no conceptual. La esencia del bardo se descubre en la experiencia del ahora, en el hueco entre el cese de un momento y el surgimiento del siguiente. Esa esencia no es otra cosa que la sabiduría consciente de sí misma que es la naturaleza fundamental de nuestra propia mente. En las enseñanzas de Mahamudra, esta naturaleza de la mente se llama «mente ordinaria»; y en las enseñanzas Dzogchen, se llama rigpa, que significa el darse cuenta desnudo. Esta sabiduría no existe en forma sustancial. Existe como el darse cuenta puro, como la luz de la mente. Cuando no reconocemos esta naturaleza, percibimos el mundo de una forma que da pie a la confusión y al sufrimiento. Cuando la reconocemos, percibimos el mundo claramente, de una manera que da pie a la liberación.

La bifurcación en el camino

La experiencia del hueco entre la cesación de un momento y el surgimiento del siguiente no es nada menos que el «momento de la verdad» que determinará nuestra dirección y dará forma a nuestra experiencia futura. En tibetano, decimos que en cada momento estamos ante una bifurcación del camino. Si reconocemos la naturaleza de nuestra mente, entonces, a través de nuestra visión clara, surgen ante nosotros las apariencias de la verdad absoluta, de la realidad verdadera. Si no reconocemos la naturaleza de nuestra mente y tomamos el otro ramal del camino, entonces, a través de nuestra visión oscurecida, surgen ante nosotros las apariencias engañosas de la verdad relativa. En consecuencia, el bardo es un momento de inflexión, un punto crucial y decisivo en nuestro camino.

Cualquiera que sea la dirección que tomemos, es importante reconocer que todas las apariencias son, en última instancia, aspectos de la naturaleza de nuestra propia mente. No existen de una manera independiente de nuestras mentes. Se enseña que cualquiera que reconozca esto no tiene que continuar por el ciclo de los seis bardos. Todos los bardos se liberan por sí mismos. Cualquiera que no reconozca esto debe seguir en este camino. Sin embargo, se enseña también que todo ser viviente posee este darse cuenta desnudo, presente naturalmente dentro de los flujos mentales de todos los seres.

Para experimentar la naturaleza de la mente, no necesitas cumplir con ningún prerrequisito. No requieres de ningún entrenamiento especial. No necesitas una iniciación en ninguna forma de religión. No es necesario que seas un erudito, un gran meditador, un gran lógico o un filósofo. El darse cuenta puro, que es la esencia del momento presente de nuestra conciencia, está libre de tales etiquetas y conceptos, ya sean filosóficos o religiosos. No hay duda sobre si poseemos o no este darse cuenta primordial. La pregunta es simplemente: ¿lo reconocemos? Aunque todos tenemos la oportunidad de reconocerlo, el momento se nos escapa consistentemente. No obstante, hay ciertas ocasiones en que es más fácil verlo. La oportunidad parece ser máxima cuando la mente se intensifica.

Tales estados exaltados de la mente ocurren en una diversidad de circunstancias, tanto dolorosas como placenteras. Podríamos estar experimentando enojo, celos o irritación; también podríamos estar sintiendo felicidad, gozo o dicha. De cualquier manera, nuestra experiencia puede intensificarse hasta el punto donde reconocemos el darse cuenta desnudo que es la esencia de todas esas experiencias. No importa cuáles sean nuestras circunstancias o condiciones. Si podemos simplemente observar nuestras mentes y el surgimiento de nuestros pensamientos y emociones, entonces el reconocimiento de la naturaleza de la mente surgirá de modo natural. Si parece que ahora se te escapa, entonces solo sigue buscando. Un día esa búsqueda dará en el punto vital. Sin embargo, si no haces un esfuerzo, no hay mucha esperanza de que reconozcas la naturaleza de la mente.

Atrapados en el tiempo

Si observamos cuidadosamente nuestra experiencia diaria, veremos que rara vez estamos en el momento presente. Más bien, estamos viviendo en el pasado o en el futuro. Nuestra experiencia permanece sobre todo en el nivel conceptual porque siempre estamos perdidos en nuestros pensamientos: un momento pensando en cómo fue la vida y el siguiente, en cómo será.

Invertimos una gran cantidad de tiempo y energía en el futuro, para satisfacer nuestras esperanzas y sueños en un tiempo que aún no llega. Todo este esfuerzo es para el beneficio de la persona que seremos cuando llegue ese momento. No es para nosotros ahora, el «yo» o el «mí» del presente. El futuro está allá, fuera, delante de nosotros, pero nunca entra en este mundo para que podamos disfrutar los resultados de nuestro esfuerzo. Puesto que así es, ¿por qué estamos trabajando tanto, como máquinas enloquecidas? Es como cocinar un plato tras otro, pero no comer nunca uno solo. Es como si nuestra hambre y sed fueran tan grandes que el miedo nos impulsara a almacenar alimento y bebida. Guardamos botellas de refresco en el refrigerador y latas de comida en nuestros estantes, pero nunca comemos o bebemos porque estas provisiones son para nuestra hambre futura, para nuestra sed futura. Esto es lo que está sucediendo en nuestra vida ordinaria: siempre estamos trabajando para el futuro. ¿Cómo podemos superar el dolor de nuestra hambre y sed y el miedo que provocan? No hay manera con que podamos superarlos verdaderamente mientras estemos siempre perdiéndonos el momento presente.

Otra tendencia habitual que tenemos es vivir en un mundo de fantasía en el pasado, incesantemente recordando los eventos de antaño. Estamos, o disfrutando ciertos sucesos pasados, o deprimiéndonos por ellos. No obstante, el pasado no está aquí; la persona que fuimos, nuestros amigos y enemigos, así como los propios eventos, desaparecieron hace mucho. Cuando tratamos de revivir una experiencia anterior, no estamos reviviendo en realidad el mismo suceso. Cada vez que recordamos, la experiencia es ligeramente diferente. ¿Por qué? Cada experiencia es distinta porque el entorno de nuestra mente siempre es diferente. Nuestra experiencia se ve afectada por el pensamiento que tuvimos inmediatamente antes, así como por el pensamiento que va a surgir a continuación. Así, nuestro recuerdo del pasado está necesariamente distorsionado. No podemos vivir la misma experiencia otra vez, aunque nos haya parecido maravillosa u horrible.

Por ello decimos que la verdad se encuentra solo en un momento de la experiencia presente, siempre fugaz. ¿Entonces por qué llamamos a los recuerdos «el pasado»? Cada pensamiento ocurre en el presente. Lo que estamos experimentando ahora es nuevo. No es lo que hemos experimentado antes, sino lo que estamos creando ahora en el momento presente. Revivir el pasado neurótica y obsesivamente no nos va a ayudar en nada. Por otro lado, si orientamos bien nuestra experiencia, reflexionando sobre los eventos pasados con atención plena y la capacidad de darnos cuenta, entonces podríamos alcanzar una comprensión nueva sobre nuestras acciones. Si dichas reflexiones nos ayudan a liberarnos de nuestros patrones habituales, entonces esos recuerdos nos proporcionan algún beneficio.

En general, sin embargo, si no tenemos los medios apropiados para trabajar con nuestras mentes, entonces estas remembranzas recurrentes del pasado y las proyecciones sobre el futuro no son muy fructíferas. Nunca estamos aquí, en el momento presente. Nunca vemos, de hecho, la realidad ni reconocemos la naturaleza verdadera del bardo.

Ni aquí ni allá

Si no estamos ni en el pasado ni en el futuro, ¿entonces dónde estamos? Estamos aquí, ahora. Hemos emergido del pasado y aún no hemos proyectado el futuro. Cuando podemos relacionarnos directamente con el momento presente de este modo, es una experiencia muy sutil, profunda y poderosa. Desde este punto de vista, la muerte está ocurriendo en cada momento. Cada momento cesa, y eso es la muerte de ese momento. Otro momento surge, y eso es el nacimiento del siguiente momento.

Si penetramos verdaderamente en esta experiencia, hay un sentido de ausencia de conceptualización, de un darnos cuenta claro, sin pensamiento. Siempre que cesa el flujo estable de pensamientos de la mente, hay un sentido de apertura, de no estar en ninguna parte. No me refiero a no estar en «ninguna parte» en el sentido mundano. En el lenguaje convencional, cuando afirmamos que alguien no está en ninguna parte, esa persona sigue estando en algún lugar. En este contexto, ninguna parte es realmente ninguna parte. En esta experiencia del presente, del ahora, ya hay un sentido de ausencia de solidez, de disolución. Desde una perspectiva tántrica, así se entiende el bardo. Sentimos que no estamos ni aquí ni allá, ni en el pasado ni en el futuro.

En este punto, empezamos a encontrar el sentido de disolución que ocurre constantemente en nuestra vida presente, pero que casi nunca advertimos. Cuando se disuelve el pensamiento, nos disolvemos con él. Quienquiera que pensemos que somos se disuelve en el darse cuenta que está libre del concepto de un yo. En ese preciso momento, podemos experimentar directamente la falta de solidez de los fenómenos, la realidad del vacío o shunyata. Al mismo tiempo, hay tanta gran energía presente –hasta tal punto que esta constituye otro momento—. La energía trae un sentido de claridad que es tan aguda, es como un espejo claro en el cual la mente puede al fin reconocerse a sí misma. En este espejo de la mente, vemos la naturaleza radiante y transparente de nuestro propio darnos cuenta.

Si enfocamos nuestras mentes en las percepciones de la forma, el sonido, el olor, y demás, o en los pensamientos conceptuales, o colocamos nuestra mente en un estado meditativo a través de las prácticas de shamatha y vipashyana, en cada caso existe este sentido del ahora. Cuando lo vemos en el nivel sutil, la experiencia es la misma. Tenemos la experiencia de no estar en ninguna parte. Hay un sentido de insustancialidad, de no tener un suelo sólido sobre el cual pararnos; pero ahí estamos. Estar en ese espacio es una experiencia algo misteriosa. Es también la experiencia del bardo.

Un asunto cotidiano

Puesto que el bardo es este momento presente, no es inalcanzable. Podríamos pensar: «Ah, las enseñanzas y prácticas sobre el bardo son muy difíciles de entender; son demasiado complicadas y enigmáticas». Sin embargo, cuando nos hemos familiarizado con ellas, descubrimos que estas enseñanzas no son ni inaccesibles ni esotéricas. De hecho, se relacionan con la experiencia común y corriente de trabajar con nuestras mentes. No hay por qué sentirnos desalentados y pensar que es demasiado difícil lidiar con las enseñanzas del bardo. Al mismo tiempo, las enseñanzas del bardo nos pueden parecer depresivas, o podemos sentir que se explayan en temas aterradores. Con mucha frecuencia, la gente piensa que las enseñanzas se refieren todas a la muerte y la agonía y el sufrimiento en esos estados. No obstante, las enseñanzas no son solo sobre el sufrimiento y la muerte. Como ya se mencionó, en esencia tratan sobre este momento, esta experiencia presente. Así, las enseñanzas del bardo son absolutamente prácticas y alcanzables: algo que todos podemos captar.

Estas enseñanzas son también refrescantes en el sentido de que practicarlas es como tomar un receso de nuestro trabajo habitual. En este caso, nuestro trabajo habitual implica estar en el pasado o el futuro. De la misma manera que saldríamos de la oficina para tomar un café, podemos apartarnos de los pensamientos del pasado y el futuro y entrar en el espacio del momento presente. Así pues, las enseñanzas del bardo son una práctica relajante e inspiradora.

Emociones abrumadoras

En los estados del bardo de la muerte y posteriores a la muerte, somos muy susceptibles a caer en estados emocionales intensos, en momentos abrumadores de pánico y miedo. Así que aprender cómo trabajar de manera efectiva con nuestras emociones ahora se considera un entrenamiento crucial para estas experiencias posteriores del bardo. Si hemos estudiado y contemplado las enseñanzas sobre las emociones y hemos aprendido y practicado los métodos de meditación, entonces, cuando las emociones surgen en nuestra vida cotidiana, estamos preparados para trabajar con ellas. Contamos con más atención plena y nos volvemos más hábiles, y ellas se vuelven más trabajables. No cesan de inmediato, pero cuando surgen, las reconocemos. Pensamos: «Ah, ahora estoy empezando a enojarme» o «Ahora estoy sintiéndome realmente celoso». Podemos ver venir la emoción y podemos controlarla, y gradualmente trascenderla. Sin embargo, si no estamos familiarizados en absoluto con nuestras emociones, entonces cuando vienen ni siquiera notamos que están llegando. No solo no las reconocemos, sino que ni siquiera nos damos cuenta de que han ido y venido. En esas circunstancias, es muy difícil incluso empezar a trabajar con nuestras emociones porque estamos acostumbrados a reaccionar meramente ante su energía.