La millonésima mujer - Mercè Brey - E-Book

La millonésima mujer E-Book

Mercè Brey

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Beschreibung

La incorporación de la mujer al mundo laboral de forma masiva es relativamente reciente. Hemos avanzado, y mucho, pero en la actualidad aún nos encontramos con barreras que parecen inamovibles. Sesgos inconscientes, estereotipos, creencias limitantes, el síndrome de la impostora, el de la carga mental, obstáculos como el peldaño roto y el techo de cristal o algo tan trascendente como la maternidad. La millonésima mujer nos ayuda a saltar estas barreras, a encontrar nuestro estilo más genuino de liderazgo, a descubrir cómo mostrar nuestra propia voz, a desvelar nuestra relación con el poder y con el dinero, a equilibrar nuestra vida profesional y privada… Como explica Mercè Brey, experta en diversidad y liderazgo, el mundo actual necesita de manera imperiosa avanzar hacia una nueva etapa, una en la que lo femenino tenga un protagonismo real y efectivo. En este sentido, lanza un desafío a las lectoras: ¿quién, sino las mujeres, que llevamos miles de años entrenándonos en los atributos de esta esencia, podría liderar la creación de esta nueva realidad? A través de casos reales y utilizando un lenguaje claro y directo, este libro desnuda una necesidad real de nuestro tiempo y nos propone soluciones para cocrear una sociedad más equitativa y humanizada.

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La millonésima mujer

Una guía para mujeres decididas a impulsar su desarrollo profesional y a transformar el mundo

Mercè Brey

Primera edición en esta colección: marzo de 2024

© Mercè Brey, 2024

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2024

Plataforma Editorial

c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona

Tel.: (+34) 93 494 79 99

www.plataformaeditorial.com

[email protected]

ISBN: 978-84-10079-37-3

Diseño de cubierta: Alex Baudach

Realización de cubierta y fotocomposición: Grafime S. L.

Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o reproducir algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org).

Para todas aquellas mujeres que quieren desarrollarse profesionalmente sin someterse a patrones preestablecidos, que apuestan por una forma distinta de abordar su reto profesional, que quieren ejercer ese liderazgo genuino que les permite brillar con toda su esencia. Mujeres decididas a cambiar las reglas del juego y a cocrear una nueva realidad.

Índice

Por qué he escrito este libroSobre míQué encontrarás en este libroParte 1. Mi desarrollo y evolución como mujer1. De la confrontación entre hombre y mujer al equilibrio entre lo masculino y lo femenino2. Barreras al desarrollo profesional de la mujer3. Boicoteadores en la carrera profesional de la mujer4. Obstáculos en los momentos clave del desarrollo profesional de la mujer5. Mi estilo de liderazgo más genuino6. Palabras y comunicación7. Poder y dinero8. Bienestar y desarrollo profesional9. Mi plan de acciónParte 2. Mi aportación para la evolución colectiva10. Cuando el reto es dejar nuestra huella en el mundo11. Mujeres dejando huellaParte 3. Recursos y herramientasGuía para trabajar mi autoconfianzaGuía para dejar de compararme y practicar la gratitudGuía para equilibrar las facetas más importantes de mi vidaGuía para gestionar eficientemente mi tiempoGuía para trabajar mis valoresGuía para elaborar mi <i>vision board</i>Guía para liderar un círculo de mujeresEpílogo. A tu ladoBibliografía

Por qué he escrito este libro

Años atrás, una compañera de trabajo me regaló un libro, El millonésimo círculo, de Jean Shinoda Bolen. Entre sus 104 páginas encontré un concepto muy inspirador que, más adelante, fue uno de los desencadenantes de mi proceso de transformación. Decía: «Cuando un número crítico de personas cambia su modo de pensar y de comportarse, la cultura lo hace también y comienza una nueva era».

Según la teoría de la resonancia mórfica, que es la que sustenta el concepto del «millonésimo círculo», si un número suficientemente grande de personas reformula su forma de pensar y de actuar, se detonará un cambio en la conciencia colectiva. Dicho de otro modo, cuando la masa crítica de personas que han modificado su forma de pensar y actuar se completa (al último individuo que complementa la masa se le llama «elemento X»), se produce un cambio a nivel de toda la humanidad.

Para Shinoda, los círculos de mujeres tienen el poder de humanizar nuestra sociedad. A tenor de la teoría de la resonancia mórfica, la autora propone que, si se crean más y más círculos, llegará un momento en que un círculo actuará como «elemento X» (ella lo llama «el millonésimo círculo»), produciéndose un cambio de conciencia a nivel colectivo cuyo resultado será una sociedad más humanizada.

Al igual que Shinoda, mi anhelo es que seamos capaces de cocrear una sociedad más equitativa, sostenible y humanizada. Y estoy convencida de que las mujeres podemos jugar un papel fundamental en esta cocreación. De hecho, me atrevo a afirmar que deberíamos asumir la responsabilidad de liderarla.

Esta convicción se basa en tres parámetros:

Desde el inicio de la Revolución Industrial, el número de mujeres que se han incorporado al mundo laboral ha crecido exponencialmente en las sociedades occidentalizadas.Para la transformación, necesitamos que la esencia femenina impregne el día a día de las organizaciones. Dicho de otro modo, se trata de que los atributos que tradicionalmente hemos definido como «femeninos» encuentren espacio para expresarse.

Durante cientos, miles de años, las mujeres hemos estado ubicadas casi exclusivamente en la esfera privada. Un lugar centrado en el cuidado del hogar y de las personas, donde hemos tenido la oportunidad de practicar habilidades tan relevantes como la colaboración, la intuición, la empatía, la escucha o la tolerancia. Y son precisamente este manojo de cualidades, a las que hemos llamado «cualidades femeninas», las que más necesita en este momento nuestra humanidad.

Y no es que los hombres no tengan estas cualidades. Es que, simplemente, las mujeres las hemos estado practicando con más ahínco durante los últimos milenios.

Desde las organizaciones puede ejercerse una influencia significativa para transformar nuestra realidad.

Tiempo atrás, nuestra sociedad construía iglesias, catedrales y otros lugares de culto porque la vida de las personas giraba en torno a la religión. Hoy en día, por el contrario, construimos fábricas y edificios de oficinas, pues nuestra vida tiene como eje central el trabajo. De hecho, una inmensa mayoría de personas nos pasamos un tercio de nuestro tiempo de vigilia trabajando.

Sin lugar a duda, en su momento la religión transformó la sociedad. Entonces ¿no podrían, hoy en día, ser las organizaciones quienes ejerzan su influencia en pro de una sociedad mejor?

Si aúno los tres puntos mencionados, el resumen sería:

Las organizaciones son una plataforma para la transformación de la sociedad. Esta transformación requiere apuntalarse en los atributos tradicionalmente designados como «femeninos» que, fruto de nuestra historia, están más presentes en las mujeres. Hay una incorporación masiva de mujeres en las organizaciones. Por tanto, las mujeres profesionales tenemos frente a nosotras la oportunidad de que nuestra forma de trabajar y de liderar sea en pro de un nuevo paradigma. Esto requiere, en primer lugar, de un cambio de mirada de cada una de nosotras, de un abordaje distinto de nuestro desarrollo profesional. Se trata de superar creencias y romper patrones, de cambiar las reglas del juego.

Significa que vamos a tener que saltar barreras, obstáculos y límites hasta convertirnos en nuestra mejor versión. Que precisamos plantearnos ir más allá de desempeñar un mero trabajo, dándole sentido de vida y propósito a lo que hacemos, siendo fieles a nuestros valores y principios. Y que lo hagamos poniendo nuestro esfuerzo y talento al servicio de nuestro propio beneficio, pero también al servicio del beneficio de la humanidad.

Te animo encarecidamente a que imprimas en tu trabajo esa esencia femenina que con tanto ahínco hemos estado practicando las mujeres a lo largo de la historia. Y te pido que no sucumbas a modelos o patrones impuestos.

Este libro tiene la voluntad de acompañarte en este camino, de ser una guía para todas aquellas mujeres que quieren desarrollarse profesionalmente, y que también anhelan contribuir a la transformación hacia una sociedad más equitativa, sostenible y humanizada.

Y que, si lo deseas, seas tú la millonésima mujer, esa que provocará el salto a una nueva realidad.

Por cierto, ¡bienvenidos todos los hombres que resuenen con esta misión!

Sobre mí

Soy la mediana de tres hermanos. A decir verdad, mi hermana pequeña, Mariona, murió cuando yo tenía algo más de seis años y ella algo más de dos. Con la madurez y perspectiva del transcurrir del tiempo, sigo desvelando el significado de nuestro trocito de camino compartido. A menudo la echo de menos.

Me he permitido este párrafo inicial como un pequeño homenaje a mi hermana Mariona.

Ahora sí, me salto tres quinquenios y te empiezo a contar a partir de mi ingreso en el mundo laboral.

Empecé mi carrera en el sector financiero cuando tenía tan solo veinte años. Me presenté a unas oposiciones donde concursábamos más de 2.500 personas y quedé clasificada entre las treinta mejores notas. Me había preparado duro para las pruebas... y logré mi objetivo.

Aprendo: la diversidad como fuente de riqueza para las organizaciones.

No habían transcurrido ni dos años cuando encontré mi primera gran pasión profesional: acompañar a las empresas en su proceso de internacionalización.

Me fascinaba diseñar estructuras de financiación para compañías que operaban en cualquier punto del planeta. Cada transacción me trasladaba a una realidad lejana. Países distintos, idiomas diferentes, formas de negociar particulares, contextos nada familiares para mí.

Era preciso entender la idiosincrasia de cada mercado y percibir la sutil diferencia que las costumbres locales imprimen a los negocios, para que cada acompañamiento fuera un éxito.

Empatía, tolerancia, respeto... Había comprendido que integrar la diversidad generaba una gran riqueza en los negocios.

Aprendo: las personas necesitamos ser vistas y reconocidas para mostrar nuestra mejor versión.

Viento en popa mi carrera profesional, empecé a dirigir equipos. Cuatro, cuarenta..., decenas y decenas de profesionales bajo mi dirección. Mis prioridades forzosamente cambiaron y del dominio técnico tuve que evolucionar hacia el arte de gestionar personas.

Uhm, que las personas traccionaran no era algo que hubiera aprendido en la universidad ni en las escuelas de negocios, había alguna cosa que escapaba a toda lógica. Más allá de las capacidades técnicas, era preciso desarrollar otro tipo de habilidades.

Observaba a quienes integraban mis equipos y pensaba que eran personas maravillosas, rebosantes de habilidades y cualidades. Pero muchas veces ellos y, muy especialmente ellas, no lo vivían de la misma manera. Por ejemplo, les proponía retos y, recurrentemente, afloraban inseguridades que acababan siendo un gran obstáculo para su carrera profesional.

Así que de nuevo me puse a estudiar, esta vez materias que tenían que ver con el desarrollo humano: programación neurolingüística, coaching, constelaciones organizacionales, etcétera.

Ya por aquel entonces, mi trabajo se convirtió en un vasto terreno de experimentación. Recuerdo que le decía a mi equipo:

«Montse, cada lunes un ramo de flores frescas en las mesas de un mismo equipo y veamos si cambia su comportamiento respecto al resto de los equipos». Quería constatar cómo el cuidado y la atención podían influir en la actitud de un equipo.«Felipe, sondea a los equipos y pregúntales en qué necesitan mejorar, de qué les gustaría que les habláramos en la próxima reunión». Quería medir si el compromiso aumenta cuando nuestra opinión es tenida en cuenta.«José Manuel, tómate un café con Fulanito o con Menganita e indaga cómo se siente». Quería chequear si el percibir que nos ven, que importamos, ayuda a que las personas desinhibamos nuestro talento.

Y aquí nació mi segunda gran pasión: el liderazgo.

Lo vivido hasta el momento fue el detonante de mi primer libro, Eres lo mejor que te ha pasado... ¡QUIÉRETE!, publicado también por Plataforma Editorial. Una guía para abandonar la incongruencia entre lo que realmente queremos y lo que hacemos, para descubrir nuestros talentos, para plantearnos retos y conseguirlos. Para aprender a cuidarnos y darnos cuenta de lo maravillosos y maravillosas que ya somos.

Aprendo: no es fácil ser mujer en un mundo masculinizado.

Mi carrera profesional seguía avanzando. A la par que desempeñaba funciones como directiva en banca y viajaba por medio mundo acompañando a las empresas en sus procesos de internacionalización, daba clases en distintas universidades, ejercía de presidenta en una cámara de comercio (por cierto, la primera mujer en una institución de más de cien años de antigüedad), era miembro en distintos consejos y comisiones nacionales e internacionales, y también mamá de tres peques (dos de forma biológica, otro adoptado).

Empecé a sufrir (sin saberlo en esos momentos) el síndrome de la carga mental y también (a ratitos) el síndrome de la impostora. A pesar de lo bien que me iba tenía la sensación de que mi condición de mujer me frenaba en algún que otro desafío. Conceptos como «privilegios invisibles» o «techo de cristal» empezaron a cobrar sentido en mi día a día.

Aprendo: coherencia, propósito, equilibrio.

Llevaba ya muchos años dándolo todo para ser exitosa en lo profesional y en lo personal. El desgaste de un esfuerzo continuado y la apertura hacia el mundo espiritual me llevó a cuestionarme aspectos profundos en mi quehacer:

¿Qué era exactamente el éxito para mí?¿Merecían la pena tantas renuncias para alcanzar determinadas metas?¿Por qué me subrogaba a cumplir determinados estándares?¿Tenía realmente sentido y propósito lo que estaba haciendo? ¿Estaba contribuyendo a la evolución de la sociedad o era más bien un crecer egoísta lo que estaba persiguiendo?

Y amplié el espectro de preguntas:

Habiendo constatado una y otra vez las bondades de la diversidad, ¿por qué no era una realidad en las organizaciones? yo misma había sufrido discriminación por mi condición de mujer.¿Por qué veía que tantas y tantas personas no estaban ni motivadas ni conectadas con su puesto de trabajo?

De nuevo me puse a ampliar conocimiento. Esta vez mi interés se decantó hacia la neurociencia, la física cuántica, la filosofía y las tradiciones espirituales.

Y después de mucho leer, estudiar e investigar llegué a una respuesta: porque en muchas ocasiones, en los entornos de trabajo, hay un exceso de lo masculino y muy poco espacio para que lo femenino se exprese.

Seguí avanzando por ese camino y fruto de una extensa investigación, de horas y horas de conversación con noventa directivos de veinte países distintos y de una encuesta online que fue respondida por personas de cuatro continentes, escribí con Victoria Yasinetskaya Alfas y Omegas, una guía para poner en valor lo femenino en las organizaciones y alcanzar una auténtica diversidad de género y un liderazgo incluyente en las empresas.

Sigo aprendiendo: enfocada en la transformación individual y colectiva.

Después de casi treinta años, decidí salir del mundo corporativo. Llena de agradecimiento por todo lo aprendido y con la mochila repleta de experiencias, emprendí nuevos horizontes.

De alguna forma, quería devolver a la sociedad lo mucho que había recibido y contribuir a generar un cambio colectivo a través de impulsar el desarrollo individual.

Ahora distribuyo mi tiempo entre mis pasiones:

Acompañar a empresas que entienden que la diversidad es una palanca estratégica para evolucionar y transformarse. Y, ya de paso, impactar positivamente en su ecosistema.Asesorar a líderes que quieren dejar huella, que entienden que su mejor legado será ejercer su poder para transformar la realidad que les rodea.Trabajar con mujeres que quieren saltar barreras propias y ajenas y que aceptan el reto de ser su mejor versión, honrando su esencia femenina y dando espacio para que su masculino se exprese. Mujeres decididas a emprender una evolución personal para liderar una transformación global.

Para finalizar, decirte que creo firmemente que nuestra mejor versión se alcanza cuando somos capaces de integrar nuestra faceta profesional y la personal. Me declaro fan del equilibrio en todas sus versiones.

Te he hablado mucho de mi lado profesional y, para ser coherente con lo que te acabo de decir, toca contarte algo más de mí.

Amo la lectura, el aprendizaje constante, mis ratos de soledad, los paseos por la naturaleza y, muy especialmente, las buenas charlas sin más. Creo en la bondad del ser humano y en que tenemos mucho más poder individual que el que alcanzamos a imaginar.

De corazón, gracias por leerme.

Que sea solo el principio de un largo camino compartido.

Qué encontrarás en este libro

Este libro se divide en tres partes diferenciadas.

La primera está enfocada en la evolución individual. Tanto en los aspectos que puedan estar frenando nuestro desarrollo profesional, como en los que nos permitirán avanzar en nuestra carrera.

Abordaremos la diferencia entre hombre y mujer y energía femenina y masculina. Aprenderemos a utilizar estas energías como potentes herramientas al servicio de nuestros objetivos.

Veremos las barreras, los boicoteadores y los obstáculos que más a menudo suelen bloquear nuestro desarrollo profesional y, por supuesto, aprenderemos estrategias y recursos para saltarlos.

Ahondaremos en cómo encontrar nuestro estilo de liderazgo más genuino, el que más nos hace brillar.

También profundizaremos en algo tan relevante como es nuestra relación con el dinero y con el poder. Y obtendremos claves para mejorarla y maximizarla.

Profundizaremos en la importancia del manejo de las palabras y en cómo encontrar nuestra propia voz.

También revisaremos cómo andan nuestros niveles de cansancio y estrés, y descubriremos consejos sencillos pero eficaces para cuidarnos.

Finalizaremos, como no puede ser de otra manera, diseñando nuestro propio plan de acción.

La segunda parte del libro gira en torno a la preciosa oportunidad que tenemos las mujeres de influir en el cambio de paradigma y cómo podemos contribuir a la transformación de nuestra sociedad.

Veremos una efectiva metodología de cinco pasos que nos puede orientar para dejar nuestra huella en el mundo y conoceremos el testimonio de cinco mujeres que apostaron por ser semilla de cambio y cómo fue su proceso evolutivo.

La tercera y última parte reúne un buen número de recursos y herramientas que podrás utilizar si te animas a aceptar los retos que el libro te irá planteando.

¡Que disfrutes la lectura!

Nota: este libro se ha escrito utilizando el genérico femenino. Lo he escrito de esta manera porque intuyo que, mayoritariamente, me vais a leer mujeres. Y así resulta más coherente. Pero si eres hombre, deseo de corazón que esto no suponga una barrera para ti. Esta transformación que planteo no es de las mujeres para las mujeres. Es de todas las personas para todas las personas.

Parte 1.Mi desarrollo y evolución como mujer

En esta primera parte del libro te voy a invitar a que des un nuevo impulso a tu desarrollo profesional y evolución personal.

A través de un paseo por nuestra historia compartida como mujeres, veremos cómo ciertas barreras y obstáculos, y también potencialidades, no son de talante individual, sino colectivo. Y cómo, en cambio, otras dificultades y también singularidades sí se gestan de forma diferenciada en cada una de nosotras.

Te instaré a que decidas qué quieres hacer con las limitaciones, a que pongas en juego todo tu potencial y a que te retes a impulsar tu crecimiento para que te genere bienestar y abundancia.

Y te daré las herramientas para que, si así lo decides, tu desarrollo profesional llegue hasta donde tú te propongas.

¿Empezamos?

1.De la confrontación entre hombre y mujer al equilibrio entre lo masculino y lo femenino

Un vistazo a nuestra historia

Dice Riane Eisler, socióloga, abogada y activista social, en su libro de culto El cáliz y la espada que hace miles de años existía una sociedad muy distinta a la nuestra, una sociedad cuyo paradigma no estaba basado en la dominación, la violencia y la sumisión como acontece hoy en día, sino en la colaboración, la paz y el respeto.

Según la autora, no es condición humana la opresión y la discriminación, sino que es, más bien, una circunstancia sobrevenida que nos tiene atrapadas. Asevera que nuestra humanidad no está condenada a perpetuar la desigualdad y la injusticia, que podemos cocrear una realidad distinta. Eisler asegura que es posible que nuestra sociedad viva en paz y armonía. Que, de hecho, lo único que precisamos es recordar para volver a crear esa otra realidad.

A este mensaje esperanzador quiero sumar otro de Jean Shinoda Bolen. Doctora en Medicina, analista junguiana y profesora de psiquiatría en la Universidad de California, Bolen es una prolífera autora de libros enfocados en el despertar y el empoderamiento de la mujer. En una de sus obras, encontré una frase preciosa y muy ilustrativa: «El mundo está enfermo y necesita de los cuidados de una madre». Delicada metáfora para decirnos que las cualidades llamadas «femeninas» son las que se precisan para sacar al mundo del atolladero donde se encuentra.

Por unos momentos, echemos la vista atrás.

Como decía al introducir la razón de ser de este libro, durante un prolongadísimo período de tiempo el desarrollo de la mujer se ha producido en la esfera privada. Un lugar cuya actividad principal giraba alrededor del cuidado. Recaía en las mujeres la atención al hogar y a las personas que lo habitaban. Este quehacer diario precisaba de una serie de habilidades tales como la empatía, la colaboración, la flexibilidad, la escucha, la sensibilidad, la intuición, etc.; capacidades que las mujeres hemos ido entrenando generación tras generación.

Paralelamente, durante ese mismo período de tiempo, el grupo hombres estaba ubicado en la esfera pública. Luchar, competir, asegurar el sustento, legislar, gobernar, etc., eran actividades que tenían lugar en ese espacio. De la misma forma que acontecía en la esfera privada, la pública requería unas habilidades concretas que iban desde la fuerza, la valentía o la osadía hasta la facilidad para asumir riesgos o establecer límites. De nuevo, capacidades entrenadas por los hombres de tantísimas generaciones.

No es hasta hace unas pocas décadas, y muy de la mano de la Revolución Industrial, que las mujeres hemos irrumpido masivamente en la esfera pública.

Para hacerlo corto, diríamos que nos hemos encontrado con un terreno hostil, donde las reglas del juego otorgan valor a habilidades que el grupo mujeres tiene menos «entrenadas» y que minusvalora aquellas cualidades que con tanto ahínco hemos estado cultivando.

Este somero resumen nos da unas pinceladas del significativo transcurrir de nuestra historia y de cómo se ha polarizado el perfil y el valor que otorgamos a un hombre y a una mujer.

Nuestra naturaleza energética. Somos energía femenina y energía masculina

Quiero introducirte ahora lo que es la base de mi trabajo, fruto de aunar años de experiencia e investigación: ayudar a las personas y a las organizaciones a equilibrar su energía masculina y femenina.

Constato día tras día que, cuando las personas logramos equilibrar nuestra energía masculina y femenina, mostramos nuestra mejor versión y sentimos un profundo bienestar. Lo mismo acontece con las organizaciones. Si una empresa logra el equilibrio entre su energía femenina y masculina, su competitividad es más sana y su rentabilidad se refuerza.

Ya en mi primer libro, Eres lo mejor que te ha pasado... ¡QUIÉRETE!, esbozaba el concepto de nuestra naturaleza energética sustentado en multitud de estudios realizados en el marco de la física cuántica.

Aludía a nuestra condición de seres energéticos, gestoras de energía tanto femenina como masculina, siendo conceptos que nada tienen que ver con la identidad sexual o con ser hombre o mujer.

La energía masculina está relacionada con esa parte nuestra capaz de tomar decisiones rápidamente, sin contemplaciones y sin temor. Es pura fuerza, valentía y decisión. Llevada al extremo, puede ser una energía descarnada en la que se expresa despiadadamente la intolerancia, la arrogancia o la agresividad.

La energía masculina se identifica con la mente racional y está regida por el hemisferio izquierdo del cerebro, que es el del análisis y la dualidad, enfocado en el hacer.

Por otro lado, la energía femenina es aquella vertiente de la persona que integra conceptos como la empatía, la capacidad de trabajar en equipo, la facilidad para la multitarea, la voluntad de inclusión o la predisposición a tolerar la diferencia. Pero también, cuando está en exceso, muestra aquella parte nuestra que es dubitativa e insegura.

La energía femenina está vinculada al hemisferio derecho del cerebro, que es el de las emociones y la visión holística, enfocado en el ser o sentir.

Ambas energías son patrimonio universal, presentes tanto en hombres como en mujeres. Lo que acontece, según argüía anteriormente, es que las mujeres, por contexto, hemos desarrollado más intensamente los atributos vinculados a la energía femenina. Sucediendo lo mismo con los hombres, que, dada su exposición a la esfera pública, han profundizado con más ahínco en el desarrollo de los atributos que caracterizan a la energía masculina.

Sobre hombres y mujeres. Cómo nos etiquetamos socialmente

Profundicemos algo más en esta diferenciación que hacemos entre las cualidades de un hombre y una mujer, pues es la base de los obstáculos a nuestro desarrollo profesional.

Los humanos y las humanas taxonomizamos sistemáticamente, siendo «taxonomizar» la ciencia de agrupar entre similares. Lo hacemos constantemente, de forma consciente e inconsciente. Una y otra vez nos enmarcamos en categorías: ¿Vegana, vegetariana, omnívora? ¿Europea, americana, africana? ¿Blanca, negra? ¿Emprendedora, empresaria, empleada? ¿Mujer u hombre?

Cojamos esta última clasificación, la de hombre/mujer. El paso siguiente es asignarle a cada grupo una serie de características. De este modo, y debido al recorrido histórico que mencionaba con anterioridad, al grupo hombres le hemos otorgado socialmente una serie de atributos:

La fuerza, la capacidad y la firmeza en la toma de decisiones, una mentalidad lógica y analítica, el pragmatismo, la valentía o la osadía.

Veamos qué pasa con el grupo mujeres. Los atributos asociados son distintos y tienen que ver con:

La empatía, la habilidad de comunicar, de llegar a consenso, de colaborar. También la flexibilidad, la generosidad o la intuición.

Por supuesto que estamos frente a una generalización. Porque ¿no conoces a ningún hombre que sea empático, generoso e intuitivo? ¿Y no conoces a ninguna mujer que sea valiente, analítica y que tome decisiones sin vacilar? ¡Apuesto a que sí!

Sigamos.

Clasificamos, asignamos características a cada grupo y, de forma inconsciente, esperamos que cada grupo se comporte según como lo hemos definido. Es decir, esperamos que un hombre se comporte «como un hombre» y una mujer «como una mujer».

Sé perfectamente que esto no aplica al pie de la letra, pero sí tiene un poso que se repite una y otra vez.

Lo interesante de conocer esta concatenación es que da lugar al germen de una de las barreras más significativas a nuestro desarrollo profesional: los sesgos inconscientes, que, a su vez, derivan en estereotipos, prejuicios y la tan destructiva discriminación. Te lo cuento con detalle en el siguiente capítulo.

Por último, remarcar que la estructura social en la que estamos sumergidas da más valor a «lo masculino». De este modo, éxito o poder son términos fraguados bajo el prisma de lo masculino, mientras que lo tocante a «lo femenino» se vincula a menudo con menor percepción de valor.

Afortunadamente, estamos en un cambio de tendencia, un momento crucial donde se empieza a comprender la riqueza que conlleva la energía femenina también en la esfera pública.

Es mi intención fundamental al escribir este libro enseñarte a equilibrar tu energía masculina y femenina. Quiero mostrarte cuánto potencial atesoras y darte las herramientas para que, a tu ritmo y manera, vayas encontrando ese equilibrio que te permita estar bien contigo misma y transformar la realidad que te rodea.

Equilibrio entre la energía femenina y la masculina

Me encantan las alegorías, me parece un recurso buenísimo para explicar conceptos complejos. Así que te cuento con una alegoría qué pasa cuando hay un desequilibrio entre nuestra energía masculina y femenina.

Imagínate el agua en su justa medida: es pura bendición. Riega los campos, limpia la atmósfera, llena los embalses. Pero ¿qué pasa cuando tenemos agua en exceso? Lluvias torrenciales, tsunamis, inundaciones, etc. Es sinónimo de destrucción.

Lo mismo ocurre con nuestra energía. Por ejemplo, si tengo un exceso de energía femenina, puedo pasar fácilmente de la empatía y la colaboración a asumir sistemáticamente cualquier tarea que se me presente, mostrando una clara dificultad para establecer límites.

Si, por el contrario, lo que está en exceso en mí es la energía masculina, la fuerza tiende a volverse violencia. La capacidad de tomar decisiones se torna imposición. O el pragmatismo acaba derivando en frialdad.

Por tanto, lo que nos genera mayor bienestar y nos permite mayor desarrollo es encontrar el equilibrio entre nuestra energía masculina y femenina.

Lo interesante es tener presente que el equilibrio no es un punto, sino un espacio. Un punto representa la inmovilidad ,y cuando nada se mueve, no hay vida.

El concepto «espacio» significa que podemos ir basculando entre una energía y otra según vayamos requiriendo. Es un abanico de infinitas posibilidades que puedo ir articulando dependiendo de la circunstancia. Es movimiento, fluir, y ya sabemos que la energía, para generar riqueza, precisa movimiento.

De este modo, y a título de ejemplo, si necesito conectar con otra persona preciso de la energía femenina para escucharla profundamente, empatizar con ella, entender sus requerimientos o necesidades, etc. Pero si se trata de no dejarme pisotear, de poner un límite, entonces toca presencia de la energía masculina.

¿Qué tipo de energía predomina en mí?

Como dice el filósofo José Antonio Marina: «En nuestra sociedad hay un exceso de predominio del hemisferio izquierdo». En nuestra sociedad en general y, muy especialmente, en el ámbito organizacional.

Como antes comentaba, el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro gestiona nuestra energía masculina y está vinculado con la racionalidad. Es analítico, lógico y pragmático. A su vez, trabaja en dualidad, lo que significa que configura el sentido de una cosa en contraposición de otra. Por ejemplo: arriba versus abajo, delante versus detrás, derecha versus izquierda, tú versus yo. Por tanto, tiene serias dificultades para aceptar la diversidad e inclusión.

El izquierdo es un hemisferio enfocado en el hacer. Necesita constantemente «hacer cosas», es su misión.

Fíjate que, en una sociedad tan racional como la nuestra, el «no hacer» a menudo nos provoca una sensación de desasosiego. ¿Qué pasa cuando se nos vacía la agenda? ¿O cuando se nos cancela un plan? ¿Cómo nos sienta eso de no tener nada que hacer?

Entonces, si como afirma Marina, utilizamos exhaustivamente el hemisferio izquierdo, no es de extrañar que el entorno que nos rodea esté desconectado de las emociones, propicie el individualismo, «haga» hasta la extenuación y persiga incesantemente la consecución de logros.

En consecuencia, hemos relegado el uso del hemisferio derecho a un desprestigiado segundo lugar. Un precioso y necesario hemisferio derecho conectado con las emociones, con una mirada holística de todo lo que nos rodea, con un enfoque desvinculado del hacer y centrado en el ser y el sentir; un hemisferio regido por la energía femenina. Un hemisferio infrautilizado que puede neutralizar los excesos de la racionalidad si le damos espacio.

Te propongo a continuación un sencillo test para que tomes consciencia del tipo de energía que está más presente en ti. Si has leído mi primer libro, te resultará familiar.

Coge un lápiz e intenta contestar con sinceridad después de haber reflexionado.

TEST DE MEDICIÓN DE NUESTRA ENERGÍA FEMENINA Y MASCULINA

Gestión de la toma de decisionesSientes dudas y desasosiego ante la necesidad de decidir.Tu proceso de decisión es lento. Muchas veces requieres apoyo externo.Tu toma de decisiones es rápida y firme.Habilidades de relación socialTe sientes cómoda en la relación con las personas.Tienes interés medio en relacionarte con personas desconocidas.Prefieres actividades individuales.