La mirada - Carlos Rafael Cadet - E-Book

La mirada E-Book

Carlos Rafael Cadet

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Beschreibung

La mirada es un libro lleno de encuentros, reflexiones, procesiones, y nos interpela. Con gran entusiasmo nos hace tropezar en el torbellino de la razón y el análisis. El autor, Carlos Cadet, es un apasionado del vivir, sin falsas modestias ni vanidades y tuvo que enfrentar las ráfagas del destino. Su ánimo y su voluntad hoy son una guía constructiva para comprender que en cualquier oscuridad hay luz y que por poco que veamos, aún extrañando la luz, un reflejo es perfecto y vale la pena correr el riesgo… Eso es la vida. Martín Reales

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Seitenzahl: 86

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Cadet, Carlos Rafael

La mirada / Carlos Rafael Cadet. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2023.

122 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-824-203-3

1. Reflexiones. 2. Desarrollo Personal. 3. Motivación. I. Título.

CDD 158.1

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2023. Cadet, Carlos Rafael

© 2023. Tinta Libre Ediciones

Deseo agradecer a mi querido papá, Jean Verdieu Cadet, por todo lo que ha hecho por mis hermanas, por mi madre y por mí; su amor infinito e incondicional nos ha colmado de felicidad y alegría.

Quiero darle gracias también a mi querida hermana, María Gabriela Cadet, con la que prácticamente nunca tuve un roce; podemos haber tenido discrepancias, quizás, pero ella siempre a través de su modo afable, respetuoso, cálido, cordial, atento, servicial y amoroso sabe congeniar conmigo y con las demás personas. Es increíble el trato que me brinda a mí y a los demás también, sencilla y verdaderamente educado y maravilloso. Siempre está dispuesta a darle una mano a la gente que quiere y ama.

¡Muchas gracias! ¡Los amo!

Carlos Rafael Cadet

En todos mis libros me van a encontrar a mí. A través de un pensamiento, de una idea, de las palabras y su sentido, de la forma al escribir y comunicar, de mis historias y reflexiones; en definitiva, de algún modo queda expuesta mi persona, mi forma de ser, mis vivencias, alegrías, pesares, rectitud, estructura, superación, aprendizajes, y lo comparto, lo ofrezco al lector de forma generosa, sincera y a corazón abierto. Mis libros son la mejor muestra de mi yo refractario.

Carlos Rafael Cadet

Vestir las letras que salen del interior y transformarlas en libro, ¡eso sí es buen vestir!

Sencillez y sensibilidad. Quien te elogia un traje y no puede ver lo que sale de tu interior es el mismo que se come la cáscara y tira la naranja.

Dr. José Marcelo Rogora, abogado y ejecutivo

Prólogo

Por José Marcelo Rogora

No puedo dejar de comenzar este prólogo justamente haciendo una reflexión sobre la propuesta que el autor, mi amigo Carlos Rafael Cadet, nos comparte y convida a alimentar. Y hablo precisamente de la idea de “reflexionar”, de volver a repensar y no pasar por alto los conceptos básicos y fundamentales que, aunque cotidianos, hacen a la esencia del ser.

El ser, la educación, la sonrisa, la verdad, la ética, la moral, el amor, el perseverar, el hacer, la sabiduría, la tolerancia, por nombrar algunos de ellos. Todos conceptos importantes, en los que muchas veces no solemos detenernos para repensar, profundizar y, eventualmente, resignificar.

En La mirada, Carlos no solo nos ofrece su impresión y valoración sobre estos y más conceptos, sino que, sobre todo, nos deja una invitación a que cada uno de los lectores pueda reflexionar, dialogar consigo mismo y con otras personas, por supuesto, sobre estos aspectos esenciales en la vida humana.

Nos sirve una mesa gourmet, con delicias y exquisiteces, donde él es un comensal, y nos arrima una silla libre para que cada uno pueda participar de ese banquete, donde los temas esenciales están ubicados arriba de la mesa, a nuestra mano, prestos a ser pensados y debatidos. Por eso mismo, el plato fuerte que nos propone el autor —a mi humilde entender— es la lectura propia que cada uno podrá hacer; es la reflexión íntima y consciente de nuestras vivencias, experiencias, desencantos y alegrías. Nos da “su mirada” y sus pensamientos que, como disparadores, nos invitan e interpelan y nos dejan un canal abierto para compartir o disentir sobre los ejes que trata en su obra.

“Todas las personas somos diferentes y nadie puede pretender que el otro actúe igual que uno”; ese primer párrafo del capítulo 1 de La mirada expresa un concepto sencillo pero de lo más profundo. Es probable que al leerlo no resuene como algo novedoso, pero lo interesante es que el autor, de manera adrede —a mi entender—, lo plasma en el texto, no lo pasa por alto, lo expone al inicio casi como una proclamación de principios, para que cada uno de los lectores pueda sentirse libre de compartir o disentir sobre los párrafos venideros, atravesados por la reflexión. Porque de algo estoy seguro, sin libertad y sin respeto, la reflexión se ve limitada.

En el capítulo 2, “Mensajes”, el autor plasma ideales y valores, ejes y principios fundamentales que hacen a la integridad del ser. “Promover la inclusión tiene que ser parte de una realidad” nos señala sabiamente, el respeto por la diversidad, y en el mismo sentido agrega: “Es bueno y sano pensar distinto también, siempre el intercambio respetuoso favorece y enriquece. Es necesario en la vida obtener distintas miradas y perspectivas de un mismo punto. Ello brinda un panorama más amplio para sacar las propias y mejores conclusiones”.

Escribir o hablar de la promoción y el respeto a la diversidad es un tema que siempre va a ser actual. Quisiera realmente que no fuera un asunto “recurrente y contemporáneo”, y que la madurez del humano hubiera tornado innecesario continuar abordando estos conceptos, por haberlos superado, por haberlos dejado atrás, por haber quitado de toda práctica cualquier tipo o acto de discriminación o de soberbia.

Es decir, sería lo correcto que las buenas prácticas y la priorización de los derechos humanos se hubieran impuesto en su ejercicio. Claro que hemos avanzado como sociedad sobre algunos aspectos, pero aún debemos seguir insistiendo y reflexionando al respecto. Nada justifica la discriminación ni la soberbia, no hay argumento válido, no existe.

La educación y el trabajo son abordados en los capítulos 3 y 4, respectivamente. Ambos son valores que el autor de manera cotidiana reflexiona, al igual que en La mirada. Es normal encontrar un mensaje de Carlos en mi celular haciendo alusión a estos conceptos, al esfuerzo, al trabajo como un modelo de servicio hacia los demás y como motor propio e interno para nuestro sentir cotidiano.

La vida, la salud, la sensibilidad, el amor son abordados a lo largo de los capítulos venideros.

Quiero detenerme en el capítulo 9, “Amistad”, porque me toca de cerca, porque me veo reflejado, porque en definitiva es lo que hemos cultivado a lo largo de nuestros años. Afecto, cariño y amistad, todas palabras que van de la mano.

Recuerdo aquella infancia con buena añoranza, cuando solíamos pasar tardes enteras haciendo lo que todo niño sabe muy bien hacer: jugar. Y lo lúdico impactó claramente en forjar esta amistad perdurable y sincera. Aquellos partidos de básquet en el patio del colegio eran colosales, dignos de ser jugados. A decir verdad, siempre Carlos nos pasó el trapo de lo lindo, era un minijugador de NBA, desde cómo entendía el juego, la estrategia, la estética de su juego, su “mano caliente” a la hora de embocar la pelota en el aro. No había con qué darle, si en el reparto te tocaba jugar en el mismo equipo que Charly, entonces, listo, sabías que esa tarde te ibas ganador. Y si osabas en proponerle un desafío “one on one”, bueno, estabas acabado.

También el fútbol y el handball formaban parte de aquella diversión; luego, de más grandes, el paddle fue nuestro deporte por excelencia, y tarde por medio nos reuníamos a sacarle brillo a la paleta.

Ya después de los 18 años, cada uno fue tomando rumbos distintos, él en Córdoba y yo en Capital Federal. Vinieron años duros, en los que nos acompañamos a la distancia y en silencio. Aun así, luego aprendí que esos años iban a forjar más aún la solidez de nuestra amistad. Hoy, a los 45 años, me precio de nuestra amistad y realzo los valores que la componen. Tengo muy en claro que amigos como Carlos me han ayudado a ser; y cito al autor de manera expresa: “Lo principal es vivir y dejar vivir; los verdaderos amigos no traicionan ni abandonan y el que se va es porque no hace falta”.

Por último, también en La mirada se abordan temas actuales como la vida política y ciudadana, el medio ambiente —al cual siempre he llamado de manera aspiracional “ambiente y medio”— y algunas líneas sobre Argentina como nación.

Quiero finalizar estas líneas citando la frase del autor: “Me gusta pensar que no existen utopías, solo es necesario destinarse a ver más allá y trabajar en favor de ideales”.

Y me detengo de manera deliberada en este texto porque quienes conocemos en profundidad a Carlos —en mi caso desde el inicio de la escuela primaria en el Colegio Padre Juan Muzio de Trelew, provincia de Chubut, hasta la actualidad— sabemos que nunca ha dejado de perseguir sus sueños, de sobreponerse a las adversidades, de nunca bajar los brazos, de aprender a resignificar los padecimientos. Carlos no escribe en abstracto, lo hace desde la experiencia ganada, desde su saber propio, desde sus vivencias. También lo hace desde su calidad de persona, desde su excelencia, desde sus valores y entendimiento hacia sus amigos. Mi amigo Carlos resignifica diariamente la palabra y el concepto de amistad, al ser absolutamente generoso para con sus amigos, profesional en su actividad laboral, excelente hijo para con sus padres y noble hermano con sus hermanas.

Podría contar muchas anécdotas que lo describirían cabalmente en su totalidad, desde la infancia hasta estos días. Pero créanme, aun así, me quedaría corto.

Gracias, Charly querido, por permitirme este privilegio de participar de un modo testimonial de tu obra y creación literaria. Gracias, amigo mío.

Prólogo

Por Juan Weigel

Toda mi vida tuve la impresión de que la escritura era un arte inalcanzable, reservada solo para algunos afortunados talentosos que ya presentaban en su mapa genético esas entrañas, incomprensibles y azarosas, combinación de genes que los hacían distintos al resto, diferentes de la mayoría de nosotros que no llegamos con esa marca distintiva en nuestro manual de instrucciones.

Estos sujetos perspicaces, inteligentes y asombrosos nos permiten descubrir espacios, rincones inexplorados, levantar barreras y crear puentes, nos hacen pensar, emocionar e incluso cambiar. Nos dan permiso generosamente (ya sea solo por el tiempo que nos lleva leer sus libros) para entrar en esa dimensión desconocida y apasionante, en esa aventura maravillosa de asociación de ideas y pensamientos que en algunas ocasiones se transforman en una verdadera tempestad o torbellino que termina por hacer temblar la base de sustentación de nuestra zona de confort.