Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La niña de Gómez Arias es uno de los dramas teatrales de Pedro Calderón de la Barca. Suele emplear en ellos auspicios y profecías iniciales que desvían la atención del público, con componentes mitológicos, rasgos deudores de la obra de Lope de Vega y centrados en temas clásicos de la época como la religión, el amor y el honor.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 88
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Pedro Calderón de la Barca
Saga
La niña de Gómez AriasCover image: Shutterstock Copyright © 1660, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726510140
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen Don Felix con banda, como herido, y Fabio, criado.
Fab. Adónde vas?
Fel. De mi estrella
Siguiendo el hado inclemente,
Voy á ver á Beatriz bella.
Fab. ¿Apenas convaleciente
De la herida, que por ella
Te dieron, vuelves, señor,
Á ese amor?
Fel. Tú mismo, Fabio,
Has respondido á tu error;
Que si has dicho amor, ¿qué agravio
Podré hallar, que no sea amor?
Mira si á la reja está;
Que, como merezca vella,
Eso solo bastará
Á desquitar cuanto ya
He padecido por ella.
Fab. No está á la reja, señor,
Y antes creo, que ahora viene
De fuera á su casa.
Fel. Amor,
Si el que es infelice tiene
Algun derecho al favor,
Yo, pues infelice he sido,
De justicia te le pido.
Aumenta tanto mis daños,
Que de muchos desengaños
Componer pueda un olvido.
Salen Doña Beatriz y Celia con manto, y el Escudero delante.
Fab. Habiéndome hallado aqui,
Ni yo excusarme podré
De iros sirviendo, (ay de mí!)
Ni vos, señora, de que
La vida, que no perdí,
De nuevo vuelva á ofreceros.
Beat. Mucho me espanto, señor
Don Felix, de que poneros
Oseis donde mi rigor
Pueda escucharos, ni veros;
Que aquel que ha puesto en engaños
Mi opinion en opiniones,
Y al cabo de tantos años
Se vale de sus traiciones
Mas, que de mis desengaños;
Que el que falso y alevoso,
Con licencia de zeloso,
En mi misma casa entró,
Donde á un tiempo aventuró
Fama, honor, dicha y esposo;
Y el que fingió finalmente
Su muerte en mi calle, al ver
Su contrario mas valiente,
Por librarse, ó por hacer
Que de Granada se ausente:
Bien excusado pudiera
Tener ponerse jamas
Donde su persona viera,
Ni aun su sombra, cuanto mas
Donde le hablara, ni oyera.
Fel. Siempre juzgué, que ofendida
Habia de hallaros, y airada;
Pero no entendí en mi vida
Hallaros mal informada,
Por no decir, entendida.
Gomez Arias, con quien yo
Reñí, aunque es tan animoso,
Temor ninguno me dió;
Hirióme por mas dichoso,
Mas por mas valiente no.
Y puesto que mi valor
Quien me hirió no ha declarado,
Presumir fuera mejor,
Que el que de mí se ha ausentado,
Se ha ausentado de temor;
Y aunque en mi vida pensé
Buscarle para vengarme,
Por no haber, Beatriz, de qué,
Que herirme no es agraviarme,
Desde este instante lo haré,
Para daros á entender
Cuanto siento ese desprecio,
Y cuantos yerros á hacer
Obliga al mas cuerdo el necio
Discurso de una muger. [Vanse los dos.
Cel. ¡Qué mal, señora, has andado
En haber ocasionado
Nuevos empeños!
Beat. No estuve
En lo que dije, ni hube
La voz apenas formado,
Cuando en alla reparé.
Cel. ¡O, cuántas veces, señora,
Un acaso causa fue
De mil desdichas!
Beat. No ahora
Me aflijas. Si confesé,
Que hice mal, qué he de decir?
No me des mas que sentir,
Pesar juntando á pesar,
Que harto tengo que llorar,
Que padecer y sufrir;
Pues Gomez Arias ausente,
Y con razon ofendido,
Aunque razon aparente,
Mi amor ha puesto en olvido,
Tanto, que aun no me consiente,
Que sepa dél, para que
Satisfacciones le dé;
Y amante, que en sus pasiones
Huye las satisfacciones,
No arguye segura fe.
Toma este manto, (ay de mí!)
Celia. — ¡Cuán sin culpa mia
Esposo y gusto perdí!
[Quítanse las dos los mantos.
Sale Don Diego.
Dieg. Á solas, Beatriz, querria
Hablarte. — Salios de aqui. — [Vase Celia.
Ya sabes, como despues
Que Isabel y Don Fernando,
Nuestros católicos Reyes,
Que vivan felices años,
Ganaron esta ciudad,
Los Moros, que se quedaron
Con sus casas y familias,
Viviendo en ella debajo
De las capitulaciones
Que hicieron, bien como cuando
En la pérdida de España
Se quedaron los Cristianos
Con los Árabes, de donde
Mozárabes se llamaron,
Las han cumplido tan mal,
Que rebeldes á los pactos
Piadosos, con que los Reyes
Los admitieron vasallos,
En toda Sierra Nevada,
Bandidos y revelados,
Tienen á la Andalucía
Llena de ruinas y estragos,
Siendo el Cañerí, un adusto
Monstruo Etíope Africano,
Cabeza de sus motines,
Y caudillo de sus bandos.
Pues hoy la ciudad, habiendo
Tenido aviso, que en dando
Abril la primer librea
De verde esmeralda al campo,
Isabel vendrá á Granada,
Previene para el asalto
De Benamegí, que es
La corte de sus peñascos,
Militares prevenciones
Y bélicos aparatos.
Capitan de la milicia
De la ciudad me han nombrado;
Y asi desde luego es fuerza
Disponerme para el cargo.
Sola una dificultad
En el aceptarle hallo,
Que eres tú, porque tú sola
Ocasionas mis cuidados.
Algunos, Beatriz, me cuestas,
Que hasta ahora no me he dado
Por entendido, ni es justo
Decirlos sin castigarlos.
Yo me he de ausentar, Beatriz,
Y tú en mi ausencia, está claro,
Que no quedas bien sin mí,
Sin marido y sin estado.
Y asi dártcle he dispuesto;
Don Juan lñiguez de Haro,
En Guadix, señor ilustre
De un antiguo mayorazgo,
Tu esposo ha de ser, sus deudos,
Y yo lo habernos tratado;
Y si tu altiva soberbia
Intenta oponerse acaso
Á mi obediencia, un convento
Te habrá de tener, en tanto
Que te resuelves. Escoge,
Ó el matrimonio, ó el claustro. [Vase.
Beat. ¿Otra desdicha, fortuna?
Otro ahogo? ¿Pero cuándo
Te quedaste en una sola,
Si de tí dijo aquel sabio
Filósofo, que tenerte
Por Diosa era necio engaño,
Porque los Dioses no son
Cobardes, y lo eres tanto
Tú, que, en haciendo un pesar
Al hombre mas desdichado,
De miedo de que se vengue,
Le persigues, hasta tanto,
Que á puros agravios muere,
Porque no vengue un agravio?
Qué he de hacer? Válgame el cielo!
Á Gomez Arias los astros,
Poderosamente doctos
Y blandamente tiranos,
Rindieron mi libertad;
Él huye de mí, pensando,
Y no con poca ocasion,
Que pude ofenderle; cuando
Mas fina en su ausencia estoy,
Ocasiono á su contrario;
Cuando mas confusa vivo,
Por instantes esperando
Que de mentidas sospechas
Le lleguen los desengaños,
Mi padre (ay de mí infelice!)
Darme á mi disgusto estado
Dispone. Qué he de haoer? ¿Pero
Qué me aflijo? qué me espanto?
¿El tiempo no ha de decirlo?
Pues dejemos á su cargo
Mis desdichas, mis rezelos,
Mis penas, mis sobresaltos;
Que él solo decir sabrá
Lo que he de hacer; y hasta tanto
Que llegue el último esfuerzo,
Cielos, dadme vuestro amparo;
Temor, dame tus cautelas;
Honor, dame tus recatos;
Amor, dame tus industrias;
Pesar, dame tus cuidados;
Y para tenerlo todo,
Ojos, dadme vuestro llanto. [Vanse.
____________
salen Gomez Arias de soldado,y Gines su criado.
Gom. ¿Habrás en toda tu vida
Hecho una cosa bien hecha?
Gin. Sí, señor.
Gom.Cuál es?
Gin. Tener
Para sufrirte paciencia.
Gom. ¿Pues qué hay que sufrir en mí?
Gin. ¿Preguntas eso de veras?
Gom. Por qué no?
Gin. Porque no hay
Señoril impertinencia
De cuantas tienen los amos,
Que tú solo no la tengas.
Gom. Yo impertinencia?
Gin. Infinitas.
Gom. Dejemos la antigua tema
De que siempre que te llamo,
Tarde, mal ónunca vengas,
Y vamos á cuales son;
Que ya deseo saberlas,
Por si pudiere enmendarlas.
Dime una.
Gin. ¿Dasme licencia,
Y dirélas todas?
Gom. Sí.
Gin. Pues
Vamos haciendo la cuenta.
Primeramente eres pobre.
Gom. ¿Ser pobre es impertinencia?
Gin. ¿Pues qué cosa hay mas imper-
Tinente que la pobreza?
Gom. ¿Fáltate algo en mi servicio?
Gin. No, señor; mas considera
Cuanto aflige el pensar hoy
De donde mañana venga.
Sobre pobre eres soldado.
Gom. ¿Y es mala profesion esa?
Gin. Yo no te digo que es mala;
Mas dígome, que no es buena
En cuauto á mí, que soy hombre,
Que aborrecí una belleza,
Que me adoraba de balde,
Por llamarse Ulana Guerra.
Tahur eres, sobre soldado.
Gom. ¿No quieres que me entretenga?
Gin. Sí quiero; pero no quiero,
Que tan á mi costa sea,
Que no me des cuando ganes,
Y que me des cuando pierdas.
Tu barato para mí
Es caro, pues cosa es cierta
El andar de vuelta yo,
En no andando tú de vuelta.
Sobre tahur eres hombre,
Que de adelantado te precias;
Tanto, que estando acostado,
Á media noche, aunque llueva,
Te volverás á vestir,
Por reñir una pendencia;
Ó dígalo el caballero,
Que herido en Granada dejas,
Gom. Á nadie he de sufrir nada.
Gin. Que no has de sufrirlo, piensa,
Todo; mas todo tampoco
Lo has de reñir.
Gom. No es materia
Esa para tí.
Gin. Pues vamos
Hácia otra que lo sea.
Sobre ser valiente eres,……
Esto solo no quisiera
Decir.
Gom. Por qué?
Gin. Porque aun tengo
Yo de decirlo vergüenza.
Gom. Cómo?
Gin. Como es la mayor
Infamia, mayor bajeza
Y mayor ruindad, que pudo
Caer en hombre de tus prendas.
Gom. ¿Yo tengo tan gran defecto?
Gin. Tú.
Gom. Di, cuál es?
Gin. Si me aprietas,
Mira que lo diré.
Gom. Dilo.
Gin. Hombre eres……
Gom. No te detengas.
Gin. Tan ruin,......
Gom. Qué?
Gin. Que te enamoras,
Que es la última vileza
Que hacen los hombres honrados.
Gom. Qué loco!
Gin. Locura es esta?
Gom. ¿Qué mayor, si contradice
La misma naturaleza?
¿Qué fiera la mas inculta,
Qué ave la mas ligera,
Qué planta la mas silvestre,
No ama? ¿Pues qué mucho tenga
Yo afectos, que no perdonan
La planta, el ave y la fiera?
Gin. Que quiera un hombre, señor,
Á una muger, no te niega
Mi labio, que es natural
Filosofía secreta,
Que hasta los brutos la saben,