La nueva autoridad del profesorado - Haim Omer - E-Book

La nueva autoridad del profesorado E-Book

Haim Omer

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Beschreibung

El profesorado se enfrenta hoy en día a retos cada vez más complejos: debe afrontar el efecto del ostracismo y la violencia en el ámbito virtual; una severa interferencia parental; el inicio cada vez más temprano de la adolescencia; racismo y violencia; una mayor sensibilización sobre la necesidad de contar con conocimientos y habilidades para afrontar las dificultades de aprendizaje, y las críticas a los diagnósticos exagerados; composiciones familiares nuevas y sin precedentes; cambios académicos y una transición al aprendizaje informatizado; una opinión pública anti-profesores, etc. Mientras tanto, la sociedad espera que los profesores jueguen un rol muy amplio en la vida del alumnado: se espera que enseñen, que eduquen, que sirvan de ejemplo, que sean "omniscientes", que medien en los conflictos, que ejerzan de psicólogos, que sean autoritarios pero también gentiles y cariñosos, y así una larga lista. Con la pesada carga de la responsabilidad de sus alumnos se sienten solos en el campo de batalla. Por eso este es un libro, que nace tras veinte años en los que sus autores han formado a equipos docentes, asesorado, escuchado y aprendido sobre las dificultades actuales del profesorado, está dedicado completamente a ellos, con la total y completa intención de empoderarlos, de resaltar el valor del trabajo que realizan en el sistema educativo, y de reforzar las relaciones entre todos aquellos involucrados en la educación. Como en los libros anteriores del profesor Omer, la base teórica está acompañada de un gran énfasis práctico que aporte a los profesores las herramientas para reforzar su autoridad y convertirse en el anclaje que permita estabilizar esas embarcaciones llamadas aulas y centros educativos.

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Haim OMER

La nueva autoridad del profesorado

Fundada en 1920

Comunidad de Andalucía, 59. Bloque 3, 3ºC

28231 Las Rozas - Madrid - ESPAÑA

[email protected] – www.edmorata.es

© Haim OMER

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Todas las direcciones de Internet que se dan en este libro son válidas en el momento en que fueron consultadas. Sin embargo, debido a la naturaleza dinámica de la red, algunas direcciones o páginas pueden haber cambiado o no existir. El autor y la editorial sienten los inconvenientes que esto pueda acarrear a los lectores pero, no asumen ninguna responsabilidad por tales cambios.

Los casos y viñetas que se exponen como ejemplos, así como las descripciones de las personas que se incluyen, han sido modificados y mezclados para la mejor comprensión y para garantizar la confidencialidad de los pacientes.

Equipo editorial:

Paulo Cosín Fernández

Carmen Sánchez Mascaraque

Ana Peláez Sanz

© EDICIONES MORATA, S. L. (2022)

Comunidad de Andalucía, 59. Bloque 3, 3ºC

28231 Las Rozas (Madrid)

[email protected]

Derechos reservados

ISBNebook: 978-84-19287-20-5

Compuesto por: M. C. Casco Simancas

Diseño de la cubierta: Ana Peláez Sanz

Nota de la editorial

En Ediciones Morata estamos comprometidos con la innovación y tenemos el compromiso de ofrecer cada vez mayor número de títulos de nuestro catálogo en formato digital.

Consideramos fundamental ofrecerle un producto de calidad y que su experiencia de lectura sea agradable así como que el proceso de compra sea sencillo.

Por eso le pedimos que sea responsable, somos una editorial independiente que lleva desde 1920 en el sector y busca poder continuar su tarea en un futuro. Para ello dependemos de que gente como usted respete nuestros contenidos y haga un buen uso de los mismos.

Bienvenido a nuestro universo digital, ¡ayúdenos a construirlo juntos!

Si quiere hacernos alguna sugerencia o comentario, estaremos encantados de atenderle en [email protected] o por teléfono en el 91 4480926

Presentación del editor

Introducción

CAPÍTULO 1. Ataques al profesorado y a su autoridad

La vieja autoridad y la nueva autoridad

CAPÍTULO 2. La presencia del profesorado. En coautoría con Vered SOTKER

Herramientas para generar presencia en el aula

Herramientas para generar presencia con cada alumno

Herramientas para que el profesorado tenga presencia en todo el centro educativo

Resumen

Recomendaciones para el profesorado

CAPÍTULO 3. El profesorado y la familia, una alianza necesaria. En coautoría con Irit SCHORR-SAPIR, Tal FISHER, Tal MAIMON y Stefan FISCHER

“La diplomacia entre padres y profesores”

Las serias consecuencias de los altercados entre padres y profesores

La diplomacia entre padres y profesores a nivel micro: caso práctico

Las reuniones entre los padres y el profesorado

Iniciativas adicionales para fortalecer el vínculo entre padres y profesores

La dificultad de admitir los errores

De vuelta al padre “imposible”

Conclusión

Recomendaciones para el profesorado

CAPÍTULO 4. La cooperación entre el equipo docente

La humillación del profesorado delante de la clase

“¡Pedir ayuda es señal de debilidad!”

“¡Con Luis no dará resultado!”

“¡Preferimos actuar de forma discreta y no avergonzar a ningún niño delante de otras personas!”

“¡Pero, no tenemos apoyo, en nuestro centro educativo cada profesora va por su cuenta!”

Creando continuidad: el ejemplo del profesor nuevo o del sustituto

Proteger a los niños reforzando el estatus de la figura de autoridad

Reforzar la voz del profesorado y generar opinión pública

Romper con el vicio del conflicto directo y buscar el acercamiento a los alumnos desafiantes/negativistas/retadores

Resumen

Recomendaciones para el profesorado

CAPÍTULO 5. La dirección del centro educativo. En coautoría con Tzachi LEV RAN y Regina HALLER

La transformación del centro educativo dirigida por el director: dos mundos, un método

Cómo introducir el enfoque de la nueva autoridad en el centro educativo: una sugerencia para los directores

El director en el punto de mira

Posibles acciones frente a una ola de protestas parentales

Resumen

Recomendaciones para los directores

CAPÍTULO 6. Más que sanciones. En coautoría con Tal MAIMON, Martin FELLACHER y Stefan FISCHER

Cómo el autocontrol empodera a la figura de autoridad

El uso de la opinión pública: documentación e intercambio

La reparación

La reparación cuando se desconoce al culpable

Estrechando la atención vigilante

El anuncio

La sentada

Suspensión presente

Resumen

Recomendaciones para el profesorado

Conclusión: ¿Cómo poner esto en práctica?

Puntos de partida: un profesor solitario, un grupo de profesores, un director, un orientador, un psicólogo escolar

¿De dónde se saca el tiempo?

El profesorado escéptico

Y, ¿qué pasa con la “vieja autoridad”?

Bibliografía

Les presentamos el tercer libro de nuestro catálogo de Haim Omer. El primero que publicamos fue Resistencia Pacífica. Nuevo método de intervención con hijos violentos y autodestructivos. (2017). Lo presentamos en Bilbao con ocasión ese año del Congreso de Terapia familia de la Escuela Vasconavarra de Terapia Familiar que dirige Roberto Pereira, director de la colección de Terapia Familiar Iberoamericana de Ediciones Morata. Tuve allí la oportunidad de conocer a Haim Omer con quién había tenido ya frecuentes diálogos sobre su libro mientras lo revisaba. Las grandes aportaciones de su modelo de resistencia pacífica son cómo evitar las escaladas de violencia, el apoyo de las personas más cercanas al entorno familiar y su propuesta de “sentada”. El capítulo 3 contiene un manual de instrucciones para padres. En los últimos capítulos aborda la importancia de la alianza entre los padres y profesores, y con toda la comunidad. Dada la relevancia de esa conexión publicamos al año siguiente La nueva autoridad: Familia-escuela-comunidad. Veíamos necesario dar a conocer con más detalle el modelo de Nueva Autoridad que habían puesto en práctica Haim Omer y su equipo. Las claves, nos explican, son la transparencia y la voluntad de resolución de los conflictos, actuando de manera conjunta todos los implicados. Para completar el recorrido que nos lleva a conocer en profundidad la propuesta de Omer, publicamos ahora este libro La nueva autoridad del proferorado, como dice el autor en su introducción “Estamos orgullosos de presentar el primer libro dedicado completamente al profesorado, a los equipos de dirección y a todo el personal de los centros educativos, un libro escrito con la total y completa intención de empoderarlos, de resaltar el valor del trabajo que realiza el sistema educativo, y de reforzar las relaciones entre todos aquellos involucrados en la educación y crianza de los niños y niñas”.

En Ediciones Morata disponemos de un amplio catálogo para el profesorado, en 2005 publicamos Disciplina en la escuela del profesor de Filosofía Bernard Defrance. Este fue un libro de gran acogida por el profesorado en Francia, pues Sanctions et discipline à l’école, como se titula en francés, iba ya por la 5º edición cuando lo publicamos en Morata. Nuestra edición consideramos que ha pasado bastante despercibida, quizás por las connotaciones del término “disciplina” que en castellano nos lleva a su cuarta acepción del diccionario de la Real Academia “Instrumento, hechoordinariamentedecáñamo, convariosramales, cuyosextremoso canelones sonmás gruesos, yquesirveparaazotar”. Pero nada más lejos de la intención del libro que habla de la importancia de unas normas conocidas y respetadas por todas las personas que comparten y conviven en toda institución. Porque como dice el Presidente del tribunal de menores de Bobigny, Jean-Pierrre Rosenczveig en la introducción de ese libro, “el derecho es algo más que un instrumento de represión, establece prohibiciones, sanciones pero al mismo tiempo anuncia valores como el respeto al otro, a las ideas del otro, y afirma libertades cuyos límites están en las libertades del otro y en la responsabilidad” y añade “¡la escuela no puede regirse únicamente por el derecho penal!”. Es decir no podemos dejar que los problemas de acoso, violencia, drogas, abuso sexual, sean cada vez más frecuentes y que tengamos que esperar a que se resuelvan únicamente en los tribunales.

Así pues esta propuesta de Haim Omer complementa y completa nuestra oferta editorial sobre acoso escolar (Olweus, 1998, Suckling, 2006; Urra, 2018), racismo ( Dadzie, 2004; Cooper, 2011; Brown, (2009), violencia de género (Urra, 2021), educación en las relaciones, la sexualidad, la diversidad sexual (Hoyley, 2021; Epstein, 2000; Savin-Wiliams, 2009) y muchos otros temas que son realidades que nos encontramos en la escuela, y que afronta un profesorado que necesita recuperar su motivación (véase Torres, 2006, La desmotivación del profesorado) y que requiere más que nunca tener esta nueva autoridad que nos ofrece Haim Omer y su equipo. Esa autoritas, esa autorización que deben concedernos los chicos y chicas de nuestra sociedad actual, la que requieren para ser enseñados según nos dice Gert Biesta (véase Redescubrir la enseñanza, 2022 y La buena educación, 2022) para que deseen ser sujetos adultos en el mundo y por tanto sujetos a las consecuencias y responsabilidades para construir-se como ciudadanos democráticos y para participar en la construcción de un mundo mejor.

¿Puede haber un mejor motivo para que usted, profesora o profesor, trabaje conjuntamente con su equipo bajo este modelo de Nueva Autoridad?

Confiamos y deseamos que las páginas siguientes puedan contribuir a ello.

Las palabras de agradecimiento por la labor docente siempre se quedarán cortas pero sí quiero al menos finalizar diciendo: ¡Muchas gracias!

Paulo COSÍN FERNÁNDEZ.

Director editorial de Ediciones Morata

https://edmorata.es/autores/cosin-fernandez-paulo/

[email protected]

A lo largo de los muchos años que llevamos trabajando con educadores y profesores, de manera individual y también con los centros e instituciones educativas, cada vez nos llaman más y con más urgencia para ayudar y rescatar a profesores y directores que se sienten impotentes y paralizados a la hora de abordar las labores diarias del centro educativo. Estos profesores se sentían que estaban bajo una enorme presión por parte del sistema educativo, del alumnado y de los padres y madres. Se sentían solos y amenazados, y con frecuencia experimentaban abusos emocionales e incluso físicos. A lo largo de los años hemos participado en el desarrollo de intervenciones prácticas en centros educativos, y hemos ayudado a la dirección y a los educadores a crear un clima de comunidad cohesionada en el centro educativo, trabajando junto a padres, madres y alumnos. Hemos trabajado con el profesor Haim Omer en el desarrollo de estrategias escolares para diferentes situaciones y las hemos perfeccionado a través de ensayo y error en los centros educativos en los que hemos trabajado.

El profesorado se enfrenta hoy en día a retos cada vez más complejos. En la era tecnológica y social actual, las expectativas sobre la capacidad del profesorado para saber cómo afrontar un amplio rango de situaciones son extremadamente altas —en muchos casos se trata de situaciones que los expertos aún no han tenido oportunidad de analizar y describir, mucho menos de encontrarles una solución. El profesorado debe afrontar el efecto del ostracismo y la violencia en el ámbito virtual; una severa interferencia parental; el inicio cada vez más temprano de la adolescencia; racismo y violencia; una mayor sensibilización sobre la necesidad de contar con conocimientos y habilidades para afrontar las dificultades de aprendizaje, y las críticas a los diagnósticos exagerados; composiciones familiares nuevas y sin precedentes; cambios académicos y una transición al aprendizaje informatizado; una opinión pública anti-profesores, etc. Mientras tanto, la sociedad espera que los profesores jueguen un rol muy amplio en la vida del alumnado: se espera que enseñen, que eduquen, que sirvan de ejemplo, que sean “omniscientes”, que medien en los conflictos, que ejerzan de psicólogos, que sean autoritarios pero también gentiles y cariñosos, y así una larga lista.

Es un trabajo imposible. Es un trabajo donde el profesorado está abocado al fracaso, incluso antes de dar el primer paso. Y por supuesto, ante la falta de una compensación suficiente —ni prestigio, ni apoyo, ni dinero— no es de extrañar que los profesores y sus equipos de dirección se desgasten y abandonen la profesión. En nuestros encuentros con ellos hemos conocido la frecuencia con la que por su sentido vocacional, tienen la sensación de llevar la pesada carga de la responsabilidad de sus alumnos y se sienten solos en el campo de batalla.

Este libro nació tras veinte años en los que hemos formado equipos docentes, asesorado, escuchado y aprendido sobre las dificultades actuales del profesorado, y desarrollado, junto con el profesor Haim Omer, el enfoque de la resistencia no-violenta y la nueva autoridad. Esta perspectiva, inicialmente diseñada para padres y madres, se expandió a lo largo de los años para proporcionar una solución al profesorado y a la administración escolar con el objetivo de reforzar la autoridad de los profesores y ayudarles a convertirse en pilares para sus alumnos.

Estamos orgullosos de presentar el primer libro dedicado completamente al profesorado, a los equipos de dirección y a todo el personal de los centros educativos, un libro escrito con la total y completa intención de empoderarlos, de resaltar el valor del trabajo que realiza el sistema educativo, y de reforzar las relaciones entre todos aquellos involucrados en la educación y crianza de los niños y niñas. Como en los libros anteriores del profesor Omer, la base teórica está acompañada de un gran énfasis práctico que aporte a los profesores las herramientas para reforzar su autoridad y convertirse en el anclaje que permita estabilizar esas embarcaciones llamadas aulas y centros educativos. Esperamos que disfruten de la lectura.

Dr. Irit SCHOR-SAPIR

Psicólogo clínico

Director del centro

Nonviolent Resistance School

www.nvrschool.co.il

Tal FISHER

Psicólogo clínico

Nonviolent Resistance School

www.nvrschool.co.il

Está de moda culpar al profesorado. Hace tres años, salió a la luz el caso de unos niños que violaron en grupo a una niña en un instituto en el centro de Israel. La historia se difundió en la prensa y generó fuertes críticas al instituto, que presuntamente había fracasado de forma estrepitosa en proteger a la niña. Se publicaron más de veinte artículos editoriales en prensa, que competían entre sí por condenar al profesorado y a la administración del instituto por su fracaso. La verdad del asunto había sido muy diferente. La subdirectora descubrió el caso precisamente porque estuvo especialmente atenta y fue sensible a los cambios de comportamiento de la niña. Alertó a los servicios sociales y ese mismo día llevaron a los niños que cometieron el acto a la policía para ser interrogados. El personal del instituto creó una red de apoyo para la niña y para su familia. Estos hechos emergieron de dos comisiones de investigación que se establecieron para investigar el caso, una a nivel municipal, y otra a nivel nacional. Tras meses de investigación, los dos informes escritos llegaron a conclusiones prácticamente idénticas: el instituto, el profesorado y la dirección actuaron correctamente, identificaron la situación y respondieron a ella de forma responsable. Los periódicos no informaron de la absolución de los profesores y del instituto por parte de los comités de investigación. La absolución del profesorado no genera titulares, ni siquiera cuando está precedida por un linchamiento por parte de los medios.

Las críticas al profesorado se alimentan de las mismas fuentes que las críticas dirigidas normalmente a padres y madres. La principal fuente ideológica es una profunda transformación de las expectativas que tenemos sobre quienes están a cargo de la educación de nuestros hijos. En el pasado, se esperaba que los educadores (padres, madres y profesores) cubrieran las necesidades prácticas de los niños y niñas, y que los dotaran de los valores y conocimientos básicos. Si, a pesar de los esfuerzos de los educadores para cubrir estas necesidades, el niño presentaba comportamientos problemáticos, no se culpaba a los educadores automáticamente. El problema se atribuía, entre otras cosas, a las tendencias básicas propias del niño o a su exposición a malas influencias.

Hoy en día, las expectativas sobre los educadores son completamente diferentes. No solo se espera que profesores, padres y madres cuiden de los niños y niñas y les proporcionen los conocimientos y valores básicos, sino también que formen su carácter. Esta expectativa es evidente cuando el carácter resultante de cómo son educados se percibe de forma negativa: en este caso se culpabiliza a padres y profesores. En el pasado no se habría llegado a esta conclusión, desde luego no de forma tan automática y general. No se culpaba a Gepetto por las mentiras de Pinocho, sino que eran el resultado de una combinación de inocencia y picardía que se encontraban con seductores malignos, los cuales no faltan en el entorno de los niños de hoy en día.

Otro elemento de crítica hacia los educadores es el creciente escepticismo a cualquier forma de autoridad. Desde los años sesenta, se ha acentuado la creencia en una educación sin autoridad. Según esta perspectiva, la autoridad no es la solución sino el problema. El sueño de una educación libre, que permita el desarrollo espontáneo y óptimo, se convirtió en la influencia dominante en los campos de la psicología, la educación, la literatura popular y los medios de comunicación. Se creía que si el niño presentaba un problema, esto se debía a la autoridad opresiva que estaba impidiendo su desarrollo natural en una dirección positiva. El sueño de la educación sin autoridad resultó ser una utopía. Cientos de estudios han demostrado que crecer sin límites y exigencias ocasiona un peor desarrollo que hacerlo con una educación más tradicional. Los niños1 que reciben una educación libre no solo sufren de un umbral de frustración bajo, una tasa más alta de abandono de los contextos estructurados, y vulnerabilidad a muchos factores de riesgo, sino que también presentan una baja autoestima. Esto es porque la ausencia de exigencias no les permite aprender a gestionar las dificultades. Una persona que no se enfrenta a dificultades se sentirá menos capaz y menos válida. No obstante, todavía existe una expectativa generalizada de que profesores, padres y madres eduquen sin autoridad; solo en virtud de su presencia benéfica y su carisma personal. Por supuesto que hay quien cuenta con estas habilidades, pero la mayoría de nosotros no estamos dotados con las suficientes como para cumplir con estas altas expectativas. Por lo tanto, las expectativas sobre los educadores deben volver a tener unas dimensiones más realistas como personas bienintencionadas, pero imperfectas. Son seres humanos reales. La mayoría de nosotros no podemos equipararnos con educadores míticos2 como Pestalozzi, Janusz Korczak y similares. Y, la verdad sea dicha, cualquier profesor experimentado puede formar un “equipo ideal” con los estudiantes más difíciles que haya conocido a lo largo de su carrera, que derrotarían fácilmente incluso a Pestalozzi y a Janusz Korczak.

Más allá de la actitud crítica y de las altísimas expectativas dirigidas a los educadores, una causa primordial de su debilitamiento es su creciente soledad en nuestra sociedad. Los padres se encuentran más solos que en el pasado debido al debilitamiento de la familia extensa, la proliferación de las familias monoparentales y la vida de las grandes ciudades en donde cada familia vive en el más absoluto anonimato. El profesorado se encuentra solo por la propia naturaleza de su profesión, que le exige trabajar en paralelo, cada uno en su aula, en lugar de hacerlo en equipo, como sucede en muchas otras profesiones. Trabajar en paralelo refuerza la tendencia a competir en lugar de a cooperar, incrementando, por tanto, la soledad. Además, la soledad del profesorado ha aumentado desde que los centros educativos se han hecho más grandes y anónimos, y la población en las ciudades se ha incrementado. Mientras que antes los profesores eran personajes conocidos en la comunidad, lo cual les otorgaba un grado de pertenencia y un apoyo básico, hoy en día son completamente anónimos. La soledad del profesorado también se intensifica con el miedo a la crítica, motivo por el cual los profesores pueden desarrollar una posición defensiva y evasiva, tanto en sus relaciones con otros profesores, como en su relación con las familias. Por otra parte, los padres también temen ser criticados cuando sus hijos no tienen un buen desempeño escolar. Esto hace que muchos tengan una actitud defensiva y hostil ante el profesorado. Gradualmente, se genera una hostilidad y crítica mutua porque cuando nos sentimos culpabilizados tendemos a culpabilizar a otros. En consecuencia, ¡no somos nosotros, los padres, quienes tenemos la culpa sino los profesores que no entienden, ni educan a nuestros hijos adecuadamente! O, ¡no somos los profesores quienes tenemos la culpa, sino los padres que no crían a sus hijos de forma adecuada! Por tanto, el pozo de la soledad se hace más profundo, cada parte renuncia a sus colaboradores naturales y los declara adversario hostil.

Tenemos así estas causas de vulnerabilidad que se añanden a las dificultades naturales de la profesión, que nunca ha sido fácil. Enfrentarse en soledad a un grupo grande de alumnos hora tras hora, día tras día, manteniendo el orden, impartiendo conocimiento y enseñando valores es una tarea enorme. La situación se hace todavía más difícil cuando hay problemas de disciplina, ya sea por la composición particular de la clase, o por la agitación social. Aunque estos problemas han existido siempre, se ha hecho más difícil hacer frente a ellos, en parte porque las soluciones que se utilizaban en el pasado para ayudar al profesorado a imponer orden y autoridad han perdido su legitimidad. Las medidas disciplinarias rutinarias del profesorado en el pasado no solo han sido condenadas, sino deslegitimizadas. Hoy en día, el profesor promedio del pasado sería destituido del sistema educativo y probablemente enviado a la cárcel. Por tanto, las exigencias y retos solo han aumentado, mientras que los medios para ejercer la autoridad han disminuido. No es sorprendente que la enseñanza, hoy en día, sea la profesión con mayor tasa de desgaste. En el ambiente actual, anti-profesor, una de las acusaciones más comunes es: “¡Esa profesora está quemada!”. O, “¡ese profesor solo quiere acabar el día e irse a casa!”. Cuando estamos sumergidos en tales acusaciones, nos olvidamos de que el desgaste no es un defecto de un profesor específico, sino un fenómeno general que perjudica el funcionamiento, la calidad de vida y la salud de una gran mayoría de profesores. Desde luego, todavía hay muchos profesores que desbordan de pasión y motivación, y que siguen viendo la educación como su vocación. Estos profesores merecen ser valorados, especialmente teniendo en cuenta que mantienen su dedicación a pesar de las condiciones que conspiran para debilitarla. Pero si conseguimos restablecer la autoridad del profesorado en formas que estén en línea con los valores educativos de una sociedad libre, podríamos ser capaces de restablecer la pasión educativa de otros innumerables profesores que están hundidos bajo el peso de la crítica, la falta de apoyo, la falta de protección y la disminución de recursos.

La vieja autoridad y la nueva autoridad

Algunos de los aspectos clave de la autoridad tal y como se ejercía antes no tienen lugar en una sociedad libre, y no podemos ni queremos volver atrás. Incluso cuando nos ponemos nostálgicos, “¡antiguamente, los profesores sabían cómo manejar un aula!” o “¡mi padre imponía respeto! ¡Cuando hablaba todo el mundo lo escuchaba!”; esto es solo nostalgia. Como decía la actriz Simon Signoret, “¡incluso la nostalgia no es lo que solía ser!”. El mundo ha cambiado y debemos afrontar ese cambio, especialmente, porque nosotros mismos somos parte del cambio. No nos gustaría volver a un modelo de autoridad que contradice nuestros valores y los deseos de nuestros corazones como educadores. Un breve análisis de algunas de las creencias que estaban conectadas a la vieja autoridad nos mostrará por qué no podemos volver atrás.

A. Distancia. En el pasado, la autoridad se basaba en la “distancia”. La figura de autoridad se situaba en un alto pedestal. Cualquier comportamiento social enfatizaba la distancia y la profunda brecha entre el estatus del niño y el del adulto. Actualmente, no se considera que esa distancia y el comportamiento que lleva asociado sirvan como principio educativo. La mayoría de nosotros no queremos ser profesores o padres distantes. De hecho, queremos estar mucho más cerca de nuestros niños y niñas de lo que se estuvo en el pasado. Sin embargo, el rechazo de la distancia como base para la autoridad genera dilemas serios. Nos preguntamos si la autoridad sin distancia es incluso posible. ¿Pierde su estatus el profesor o el padre que se acerca demasiado al niño? ¿El intento de acercamiento los convierte en amigos, debilitando, por tanto, su habilidad para educar? Estas no son preguntas triviales. La distancia que predominó en un momento dado era un principio claro, mientras que el deseo de cercanía es mucho más vago. Sabemos que no queremos volver a la distancia de antes, pero no sabemos cómo mantener la cercanía y la autoridad al mismo tiempo.

B. Control y obediencia. Alguna vez creímos que el trabajo del educador consistía controlar y el del niño en obedecer. Se aceptaba la creencia de que una educación exitosa tiene como consecuencia niños y niñas obedientes. Hoy en día, si el resultado de la educación es la obediencia, tendemos a percibirlo como un fracaso educativo. Aspiramos a criar niños y niñas autónomos, emprendedores y críticos. El completo opuesto de la obediencia. Al mismo tiempo, sospechamos de las formas estrictas de control que dan a la figura de autoridad un poder excesivo y que convierten al niño en un objeto. Esto plantea un serio dilema sobre la naturaleza de la autoridad. ¿Puede haber una autoridad que no aspire al control y a la obediencia? ¿No es esa la naturaleza básica de cualquier autoridad?

C. Jerarquía.Alguna vez buscamos que la jerarquía fuera clara e inequívoca, una pirámide empinada con un pináculo. No se esperaba que la figura de autoridad diera cuenta de cada cosa que hacía en su terreno: el aula y el hogar eran del incuestionable dominio del profesor y de los padres. Los educadores disfrutaban de prácticamente total inmunidad ante la crítica. Actualmente la sociedad exige el derecho a verificar lo que pasa dentro del aula y del hogar, especialmente si hay señales de que algo va mal. El profesor ya no es percibido como la única fuente de autoridad en el aula. No decide por sí mismo, sino que sus decisiones están sujetas a los cuestionamientos de terceras partes, entre las cuales la voz de los padres cobra un peso cada vez mayor. En su momento, la soledad del profesor era la sublime soledad de una autoridad incuestionable. Hoy en día, el profesorado sufre de la soledad del asediado. Aquí yace un serio dilema: ¿Hemos debilitado las bases de la autoridad del profesor al desdibujar la estructura jerárquica y exponer el aula a la mirada crítica?

D. El principio del castigo inmediato. Antes, la figura de autoridad castigaba cualquier comportamiento de forma inmediata y dolorosa. La velocidad del castigo se percibía como una característica distintiva de la autoridad porque solamente con un castigo inmediato se podía conseguir la obediencia de forma automática. En la mitología griega, Zeus gobernaba el mundo a través de rayos, símbolo de castigo letal e instantáneo. Hoy en día, el principio de castigo inmediato se considera ilegítimo porque genera una escalada. El castigo inmediato ocurre cuando ambos, tanto el estudiante como el profesor están en la cima de su excitación y rabia, lo cual garantiza reacciones extremas. Este tipo de castigo aumenta el riesgo de choques, especialmente con los alumnos rebeldes, e impide realizar una pausa para considerar alternativas. Finalmente, el castigo inmediato se ha convertido en algo prácticamente imposible e incluso algunos instrumentos que en otro momento se utilizaban han sido retirados del alcance de los profesores. Actualmente, si el castigo sigue siendo posible de alguna manera, sucede lentamente, debido a que la sanción tiene que pasar por un proceso burocrático de aprobación (por ejemplo, suspender al alumno). Al hacer todo esto, nuestra sociedad se defiende de la arbitrariedad que habría caracterizado a las figuras de autoridad de antaño. Ya no estamos dispuestos a permitir que nadie, ni en el aula ni en el hogar, castigue de forma inmediata, por capricho. Estos cambios son necesarios, pero crean un dilema difícil: ¿se despoja de su poder a la figura de autoridad, al reducir las sanciones inmediatas?

No queda duda del rechazo a estos elementos que estaban inextricablemente ligados al modelo de autoridad predominante en el pasado. La pregunta es ¿qué los ha reemplazará? Hemos aprendido por experiencia que la educación sin autoridad es un acto utópico y que el intento de educar sin límites y exigencias ha fracasado estrepitosamente. Nos enfrentamos a un dilema profundo: hemos cuestionado algunos de los aspectos clave de la autoridad que conocíamos en el pasado, pero nos encontramos indefensos ante los retos educativos que requieren de autoridad. Para resolver este dilema, hemos construido el modelo de “la nueva autoridad”, que es un tipo de autoridad que permite al profesorado desarrollar su estatus, resiliencia e influencia de forma legítima, manteniéndose alineado con los valores y aspiraciones que deseamos para la educación de nuestros niños y niñas.

El modelo de la nueva autoridad proporciona una alternativa a cada uno de los elementos problemáticos de la vieja autoridad. He aquí una breve descripción de los fundamentos de la nueva autoridad, los cuales clarificaremos y demostraremos en detalle en los siguientes capítulos:

A. Presencia. En lugar de distancia, la nueva autoridad se basa en una presencia firme. Por ejemplo, la presencia parental es la experiencia que el niño recibe cuando el comportamiento de la madre transmite el mensaje: “Soy tu madre. No puedo ser despedida, divorciada o expulsada. ¡Estoy aquí y aquí me quedo!”. Cuando una madre transmite ese mensaje con su comportamiento, el niño siente que tiene una madre de verdad, no solo una persona que provee dinero y servicios. E igualmente importante, la madre también se siente presente y significativa. Del mismo modo que la presencia parental establece autoridad en el hogar, la autoridad del profesor estará basada en su presencia firme en relación con el estudiante y la clase. Su presencia se manifiesta cuando su alumnno percibe esa cercanía e interés por su parte, pero también supervisión y firmeza frente a comportamientos problemáticos. Cuanta más presencia tenga el profesor, menos posibilidades tendrá de ser menospreciado o ignorado.

B. Autocontrol. En lugar de buscar el control y la obediencia, la nueva autoridad estará basada en el autocontrol y la responsabilidad por el rol educativo. Todos sabemos que cuando conocemos a una figura de autoridad que demuestra autocontrol y responsabilidad profesional, la apreciamos y respetamos. Por el contrario, a las figuras de autoridad que actúan de forma impulsiva o que son fáciles de provocar, no se les respeta. Para restablecer la autoridad del profesor buscamos mejorar el autocontrol, identificar los “botones sensibles” que hacen a un profesor vulnerable, y conocer las trampas de escalada que hacen tropezar al profesor impulsivo. Un profesor que no cae en la trampa tendida por un alumno provocador, sino que es capaz de mantener el equilibrio, tendrá más éxito reforzando su estatus. Cuanto más autocontrol, más inmunidad tendrá el profesor ante la manipulación y los estallidos que lo desgastan personal y profesionalmente. En nuestro trabajo con padres, madres y profesores, hemos acuñado tres frases clave dirigidas a aumentar el autocontrol.

a. “¡Golpea el hierro cuando se enfríe!”. Los padres y profesores que aprenden a poner en práctica este principio logran evitar la escalada de las reacciones en situaciones donde una reacción inmediata acabaría en un choque.

b. “¡No necesitas ganar, solo persistir!”. Este principio reduce el espíritu de la confrontación, que convierte todas las situaciones en un duelo fatídico.

c. “¡Los errores son inevitables, pero pueden corregirse!”. Como veremos a lo largo de este libro, la voluntad para corregir medidas precipitadas abre nuevas vías de acción que pueden liberar no solo al profesor, sino también al alumno que insiste en una vía problemática.

C. Apoyo. En lugar de aspirar a ser el pináculo de la pirámide, la nueva autoridad será la base para el apoyo mutuo y el trabajo en equipo. En lugar de mensajes como “¡Harás lo que te diga!” los profesores prefieren mensajes como, “¡Haremos lo que digamos!”. El grupo al que hace referencia el “nosotros” cambiará en función del contexto. Por tanto, “nosotros” podría referirse a “yo y tu tutora de aula”, “yo y los profesores de la clase”, “yo y tus padres”, o “nosotros, todo el personal del centro educativo”. Una profesora que entiende que su autoridad no viene dada solamente por ella misma, sino que se genera a partir del apoyo, la legitimidad y la cooperación que recibe será más fuerte, lo cual le dará mucho más peso e influencia que a otro colega más individual. En efecto, físicamente, el profesor está solo al frente de la clase y con frecuencia habla de “yo” y exige a los estudiantes utilizando el “tú”. Pero en el fondo sabe bien que su autoridad es la consecuencia de la legitimidad y el apoyo que recibe. En el proceso de restaurar la autoridad del profesor, se presta mucha atención a conseguir apoyo y legitimidad para reducir su soledad. Los beneficios son cuantiosos: los mensajes del profesor serán menos arbitrarios, el apoyo le dará una base amplia y estable, se sentirá más protegido, y sus opciones de reacción crecerán considerablemente.

D. Persistencia. En lugar del principio de la retribución inmediata que ha guiado a las figuras de autoridad en el pasado, la nueva autoridad se basa en la persistencia y la paciencia. El tiempo en sí mismo se ha convertido en un elemento de poder. Al liberarse del deber de reaccionar inmediatamente, el profesor puede calmarse, prepararse, planificarse y conseguir apoyo. Cuando la profesora se toma una pausa y vuelve a enfrentar el problema más tarde, demuestra al estudiante que tiene memoria y que los acontecimientos no se borran. El principio de persistencia convierte a la profesora en una figura con continuidad que conecta lo que pasó ayer con lo que va a suceder mañana. La presencia se vuelve más duradera, creíble y profunda. La autoridad basada en reacciones inmediatas tiene lugar en ese mismo momento. Eso la hace superficial. Por el contrario, la autoridad que se alarga en el tiempo se hace más y más fuerte.

Este libro es un intento por fortalecer a los profesores a través de los principios de la nueva autoridad. Sin embargo, cada profesor tiene su propia forma de ejercer su autoridad como consecuencia de su experiencia y personalidad. Al intentar fortalecer al profesor, no estamos sugiriendo que deje a un lado lo que sabe y lo que le funciona. No pretendemos decir: “¡Lo que has hecho hasta ahora está mal, a partir de ahora debes hacer las cosas de otra manera!”. No somos misioneros ofreciendo el camino a la redención. Simplemente queremos fortalecer y añadir a lo que ya existe. Si el profesorado refuerza los medios que tiene a su disposición con presencia, autocontrol, apoyo y persistencia, será más efectivo. Su vulnerabilidad se verá reducida de forma significativa. Tendrá más equilibrio, más peso y más influencia. Descubrirá mecanismos de afrontamiento que le permitirán alcanzar objetivos que ahora son difíciles de conseguir.

1 Utilizaremos en algunos casos el genérico para evitar la reiteración excesiva de niños y niñas, padres y madres, etc. (N. del E.)

2 Véase mitos sobre la enseñanza en AYERS, W. (2013) Enseñar. Un viaje en cómic. Págs. 4 y 5. (N. del R.)

Un profesor que actúa con mensajes como “Soy tu profesor, estoy cerca, tengo la situación bajo control, me preocupo. ¡Estoy aquí y me voy a quedar aquí!”, permitirá que la experiencia de los alumnos sea la de percibir que se preocupa y se responsabiliza de ellos. Y no menos importante él sentirá que tiene peso y significado en la vida de sus alumnos. Estos procesos son equivalentes a los procesos a los que crean presencia parental en la familia, lo cual hemos demostrado extensamente en libros anteriores. La analogía entre los procesos que fortalecen a padres y profesores ayuda a crear un lenguaje común, lo cual mejora las relaciones y la cooperación entre padres y profesores. Además, ciertas medidas para aumentar la presencia del profesor pueden reforzar la presencia parental, como si fuesen vasos conectados.

La experiencia de la presencia la sienten, tanto el alumno, como el profesor. Un profesor presente sabe que el alumno es consciente del profesor, y el alumno sabe que el profesor es consciente del alumno. Los alumnos sienten que el profesor los ve, los recuerda, se acerca a ellos y los vigila. Un profesor presente no se desvanece, ni mete su cabeza debajo del agua. En lugar de responder con evasión, renuncia o negación, responde y reacciona ante las situaciones.

La presencia del la profesor tiene lugar tanto a nivel individual, como a nivel grupal. La experiencia del alumnado es que el profesor los ve, piensa en ellos y se relaciona con ellos. Esto crea un sentimiento de apoyo y atención vigilante. En mi libro Parental Vigilant Care