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75 años después de su fundación, la OTAN parece encontrarse en la cima de su poder. Un rastro sangriento y tres grandes mitos recorren la historia de la "alianza de valores" desde su fundación hasta nuestros días. Hoy, la guerra por delegación contra Rusia en Ucrania, la agitación social provocada por un rearme excesivo y el cerco a China en Asia ponen a prueba el pacto militar de una manera sin precedentes. La OTAN está provocando una escalada bélica. Lo que empezó con la entrega de cascos a Ucrania es ahora una llamada a filas. Mediante su geopolítica de expansión, la OTAN está llevando al mundo más cerca que nunca del borde de una tercera guerra mundial. Es hora de un ajuste de cuentas.
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Seitenzahl: 192
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Sevim Dagdelen
Un ajuste de cuentas conla alianza de valores
Con prólogo a la edición española de Pascual Serrano
Con prólogo a la edición española de Sevim Dagdelen
Traducido del alemán por Carlos García Hernández
Copyright © Lola Books 2024
www.lolabooks.eu
Queda totalmente prohibida cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación total o parcial de esta obra sin el permiso escrito de los titulares de explotación.
Original title:
Die NATO: Eine Abrechnung mit dem Wertebündnis by Sevim Dagdelen
© 2024 by Westend Verlag, Deutschland
Imagen de portada: Olaf Krostitz
Impreso en Safekat, Madrid
Printed in Spain
ISBN 978-3-944203-74-4 eISBN 978-3-944203-86-7
Primera edición 2024
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA de Pascual Serrano
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA de Sevim Dagdelen
INTRODUCCIÓN: LOS TRES GRANDES MITOS DE LA OTAN
Capítulo 1 PROMESAS ROTAS
Capítulo 2 CÓMO LA OTAN ALIMENTA LA GUERRA E IMPIDE LA PAZ
Capítulo 3 “PUNTO DE INFLEXIÓN” Y CAPACIDAD BÉLICA
Capítulo 4 GUERRA ECONÓMICA – EL IMPERIO Y SUS VASALLOS
Capítulo 5 EL FINAL DEL CONTROL ARMAMENTÍSTICO
Capítulo 6 EL DERECHO INTERNACIONAL COMO DAÑO COLATERAL – LA GUERRA DE LA OTAN CONTRA YUGOSLAVIA
Capítulo 7 GLADIO EN EUROPA – LA COOPERACIÓN DE LA OTAN CON EL TERRORISMO DE EXTREMA DERECHA
Capítulo 8 EL COMPORTAMIENTO FLEXIBLE DE LA OTAN CON RESPECTO A LA DEMOCRACIA – DE SALAZAR A LOS SAUDÍES
Capítulo 9 AMPLIACIÓN HACIA EL LEJANO ORIENTE – LA OTAN SE EXPANDE HACIA ASIA
Capítulo 10 AMPLIACIÓN DE LA ZONA DE GUERRA – LA GUERRA INFORMATIVA DE LA OTAN
Capítulo 11 JULIAN ASSANGE – PRESO DE LA OTAN
Capítulo 12 DOBLE MORAL MORTAL – LA COMPLICIDAD DE LA OTAN EN LA GUERRA DE GAZA
PERSPECTIVA: PAZ EN VEZ DE OTAN
NOTAS
¿Cuál es el problema más grave al que se enfrenta hoy la comunidad internacional? Probablemente, no todas las personas respondan igual a esta pregunta. Para algunos será el calentamiento global, para otros las crisis migratorias, otros dirán que la crisis en Oriente Medio, pero seguro que muchos piensen que es la escalada de confrontación militar entre la OTAN y la principal potencia nuclear del mundo, Rusia.
Para hacerse una idea de cómo está avanzando ese posible choque, basta con pensar que llevamos meses planteando la opción de que la OTAN dote a Ucrania de misiles de largo alcance que puedan llegar a Moscú, o que el pasado mes de octubre la OTAN organizó unas maniobras militares pensadas para armamento nuclear a 900 kilómetros de la fronteras rusa con 2.000 militares y 60 aeronaves. Allí se convocaron bombarderos y cazas capaces de transportar armas nucleares y aviones de escolta, reabastecimiento, reconocimiento y guerra electrónica.
Por otro lado, en abril de 2025, Francia ha asegurado que desplegará varios miles de combatientes, unos cincuenta tanques y cientos de vehículos de infantería hacia el Este, en territorio de Rumanía. El objetivo, según reconoció la OTAN, es que para 2027 las fuerzas armadas francesas puedan desplegar hacia Rusia una división lista para la guerra en 30 días, que incluya municiones y reabastecimiento de combustible, todo ello con entre 10.000 y 25.000 soldados.
Alguien podrá aducir que todo ello es resultado de la ilegal agresión de Rusia a Ucrania. Pero a la OTAN nunca le hizo falta ningún motivo para imponerse a sangre y fuego, incumplir la legislación internacional, violar la soberanía de otros países o financiar grupos armados locales para desestabilizar gobiernos. La novedad, y gravedad, de la situación actual es que su escalada belicista le está llevando a enfrentarse a potencias muy diferentes de esos humildes países como Iraq, Afganistán, Yugoslavia, Siria o Libia, sobre los que sus bombardeos daban un paseo triunfal.
La locura de agresividad ha llegado a considerar a China, un país que no ha disparado un tiro fuera de sus fronteras desde hace 36 años, un “desafío„ para sus intereses, seguridad y valores, según los documentos oficiales de la Cumbre de la OTAN que se celebró en Madrid.
Mientras Israel desestabiliza todo Oriente Medio y bombardea la soberanía de Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria, Iraq e Irán, la OTAN sigue manteniendo su férrea alianza estratégica con el gobierno de Netanyahu. La misma que les ha llevado a colaborar juntos desde hace 30 años en entrenamiento militar, inteligencia, información y tecnología armamentística.
Según explica la web de la OTAN, durante más de veinte años, Israel ha sido un socio activo de la organización a través del Diálogo Mediterráneo, el único foro de seguridad que reúne a los aliados de la OTAN con Israel y los países árabes. En 2017, Israel estableció una misión oficial y permanente en la sede de la OTAN. El 8 de mayo de 2023, el Comité Militar de la OTAN recibió una visión general de la Estrategia de Innovación de las Fuerzas de Defensa de Israel, que incluía nuevas capacidades militares israelíes y su aplicación de inteligencia artificial y robótica en el campo de batalla.
Que la Corte Internacional de Justicia haya considerado plausible la acusación de genocidio contra el pueblo palestino planteada por Sudáfrica y abriera diligencias preliminares y solicitado el alto el fuego, no afectó para nada la estrecha colaboración de la OTAN con las Fuerzas Armadas Israelíes.
Tampoco que el 19 de julio de 2024, la Corte Internacional de Justicia, a petición de consulta de la Asamblea General de la ONU, declarara a Israel responsable de apartheid en Palestina.
Hoy, ya todo el Sur Global está viendo a Occidente, fagocitado por el belicismo de la OTAN, como el gran enemigo de la humanidad y un peligro para la paz mundial. Todo nuestro discurso civilizatorio sobre libertad y democracia, con nuestras elecciones e instituciones, se vuelve vacío ante un modus operandi de décadas de agresión militar, apoyo a dictaduras y golpes de Estado e intentos de desestabilización de cualquier gobierno del mundo que no se rinda a los intereses de Estados Unidos.
Los ciudadanos del Sur están comprobando que cualquier gobierno teocrático, dictatorial o corrupto es menos criminal y menos peligroso para la paz mundial que la OTAN. Todo el patrimonio y prestigio de las democracias occidentales y sus libertades, ha terminado ahogado en la sangre que ha derramado la Alianza por todo el mundo.
A pesar de este panorama de amenaza a la paz mundial de la OTAN y de complicidad con el genocidio palestino, nunca hubo en Europa un silencio mayor en la izquierda como ahora para aceptar, incluso aplaudir, un mayor gasto en armamento, más concesiones a las exigencias de la OTAN, más complicidad con su agresividad a otras potencias.
Hay que recordar que fue precisamente la OTAN, y el debate sobre la entrada en la coalición, lo que desembocó en España en el nacimiento de la histórica organización de la izquierda política, Izquierda Unida. Hoy, integrada en Sumar y en el gobierno de Pedro Sánchez, firman en sus consejos de ministros el masivo envío de armamento a Ucrania para luchar contra Rusia o el incremento de un 62,4% del presupuesto militar desde que Sánchez llegó al gobierno. Desde 2022, el presupuesto de Defensa se está aumentando un 20% más cada año de lo que se aprobaba en los presupuestos.
Los dirigentes de Sumar, afirmaron que era “un placer y un orgullo” que Madrid fuese la anfitriona de la cumbre de la OTAN.
Todo esto lo cuento para poder poner todavía más en valor la voz de la autora de este libro. Se trata de Sevim Dagdelen, la portavoz de asuntos internacionales del grupo parlamentario del partido de Sahra Wagenkecht, BSW, en el Bundestag alemán, donde también es miembro del Comité de Asuntos Exteriores.
En este volumen, “La OTAN. Un ajuste de cuentas con la alianza de valores”, Dagdelen destroza todos los mitos falsos sobre la Alianza, el engaño y la mentira a la Unión Soviética y a todos los que creyeron en sus promesas de convivencia en paz tras la caída del Muro de Berlín, o su apuesta por echar gasolina en la guerra de Ucrania y llevar al matadero a ese país con el único objetivo de desangrar a Rusia e impedir su acercamiento a Europa.
Dagdelen recurre a la historia, o mejor dicho, a la memoria. Decía Anguita que un pueblo sin memoria solo es masa. Gracias a la memoria, la autora puede repasar todas las violaciones del derecho internacional de la OTAN, sus intrigas (algunas de ellas armadas) para impedir que en los países que la integraban la izquierda no gobernara y su connivencia con gobiernos dictatoriales que no fueron impedimento para que formaran parte de la Alianza (Portugal, Grecia, Turquía).
La diputada de BSW, el partido que hoy más dignamente está representando en Europa la necesidad de un mundo en paz y señala la responsabilidad de la OTAN y el seguidismo europeo en las guerras que vienen, repasa el miserable papel de los gobiernos europeos, y especialmente el alemán, en servir a los intereses geopolíticos estadounidenses. Aunque para ello lleven a Europa a la bancarrota económica y a la guerra.
Que todo esto se diga en Alemania, donde Los Verdes, quienes llegaron al gobierno como la gran promesa de regeneración de ecosocialista, se han convertido en los más ardorosos belicistas europeos desde la invasión de Yugoslavia, convierte las palabras de Sevim Dagdelen en todavía más valiosas.
Probablemente, haya sido Alemania el país más humillado por Estados Unidos y la OTAN, y el que más caro lo está pagando. Le han impuesto la penitencia de armar a Israel y tolerar sus crímenes, le han obligado a golpe de sanciones y dinamita (Nord Stream) a renunciar a la energía necesaria para su industria, ha recibido oleadas de refugiados provocados por las bombas de la OTAN y ahora se le exige más presupuesto que a ningún otro para destinar a armamento.
El rigor, la contundencia y la coherencia política de este libro ha logrado que en pocos meses desde su publicación, haya sido todo un éxito de ventas en Alemania, se haya traducido al inglés y ahora llegue a España.
Que en estos tiempos de redes sociales y pantallas, una política escriba un libro para ofrecer datos, argumentar, reflexionar, señalar responsabilidades y proponer alternativas muestra que hay esperanza en la política. Y todo esto lo hace Dagdelen porque sabe que apelar al diálogo frente al odio, a la paz frente a la guerra, necesita de las palabras serenas y razonadas. La autora quizá no lo sabe, pero además de trabajar por la paz, con su libro está señalando el modo adecuado de hacer política, o mejor dicho, el único modo decente y honorable de dedicarse a la política: apelando a la palabras y a la razón.
En “La OTAN. Un ajuste de cuentas con la alianza de valores” muchos vemos tras las palabras de Dagdelen la recuperación de la dignidad y la decencia perdida por los partidos europeos de izquierda con su silencio y complicidad sobre los crímenes de la OTAN y su acatamiento a una conflagración mundial a la que, posiblemente, nos están metiendo.
Pero también les advierto, que no basta con leer este libro. Del mismo modo que hace trece años Pietro Ingrao nos decía que indignarse no basta. Hay que organizarse, hay que rebelarse, hay que amotinarse. Los ciudadanos de Europa lo han hecho muchas veces para luchar por sus condiciones laborales, por sus derechos sociales, por sus pensiones, ahora hay que hacerlo por la vida. Esa vida que, con nuestro dinero y nuestro silencio, lleva siendo diezmada en el mundo desde hace muchos años por la OTAN.
La victoria de Donald Trump en las elecciones de EE.UU. da testimonio de la grave crisis en la que se encuentra la sociedad estadounidense. Se trata del país industrializado con mayor índice de mortalidad infantil. En los últimos años, también ha experimentado un descenso en la esperanza de vida, y además ocupa el primer puesto en la relación entre el número de encarcelados y su población total. Un rearme mundial sin precedentes y una grave desindustrialización caracterizan a una sociedad profundamente insegura. Por un lado, dicha sociedad está marcada por el aumento del poder de las oligarquías, y por el otro está marcada por la desaparición de la clase media, así como por el aumento de la pobreza generalizada.
EE.UU. es el hegemón de la política mundial que intenta, casi desesperadamente, evitar su declive. Los EE.UU. se centran en alimentar guerras por delegación y guerras económicas por todo el planeta, pese a que con la ampliación de la alianza de los BRICS en el horizonte se vislumbra ya un mundo multipolar. Esencialmente, esto no cambiará bajo la presidencia de Trump, aunque es posible que haya cambios en los equilibrios regionales. No obstante, la consideración estratégica de trasladar los costes derivados de los intereses norteamericanos a sus aliados de la OTAN gana cada vez más fuerza en Washington, cuyo deseo es disponer más fácilmente de sus propios recursos en su batalla mundial por la hegemonía.
La OTAN es y seguirá siendo un instrumento fundamental de los EE.UU. a la hora de imponer sus intereses en todo el planeta. Para sus socios europeos de la OTAN, esta política de confrontación de los EE.UU. tiene consecuencias desastrosas. Esto afecta sobre todo a países como Alemania, Francia y también España. Europa corre el riesgo de hundirse. Tanto la Comisión Europea como los gobiernos de los estados miembro se comportan como vasallos y las deserciones forzosas han aumentado en los últimos tiempos. El canciller alemán Olaf Scholz ya tuvo que experimentar esto con amargura cuando al margen de la cumbre de la OTAN en Washington de julio de 2024 tuvo que rubricar una declaración que permitía que EE.UU. ubicara sus misiles en Alemania con el objetivo de realizar ataques que decapiten los centros operativos rusos. Por tanto, el despliegue de los misiles lo decide el presidente norteamericano, pero el riesgo lo asumen el pueblo alemán y Europa.
El principal objetivo de los EE.UU. es aislar permanentemente a Europa del barato y seguro suministro de energía procedente de Rusia para que no se convierta en un competidor geopolítico. Desde esta perspectiva, un conflicto permanente entre Europa y Rusia es la única manera de asegurar el dominio de EE.UU. en Europa. Por consiguiente, no es de extrañar que todavía no se pueda descartar la complicidad de la administración estadounidense en los atentados terroristas contra los gasoductos Nord Stream en el mar Báltico. Todas las versiones que cuentan que los atentados fueron perpetrados por seis particulares ucranianos con un velero alquilado parecen extremadamente dudosas. Tanto el presidente Trump, como después el presidente norteamericano Biden, ya habían declarado con anterioridad que querían poner fin al suministro de energía de Rusia a Europa a través de los gaseoductos Nord Stream. Aquel que reconoce ante sus propios socios de la OTAN que quiere acabar con el suministro de energía es que cuenta con que el servilismo de los europeos con respecto a los EE.UU. será aún mayor.
Teniendo en cuenta las numerosas intervenciones militares de EE.UU. y sus aliados en el pasado, la imagen que tiene la OTAN de sí misma como comunidad defensiva también resulta cada vez más frágil. Asimismo, la pretensión de querer ser una “comunidad de valores” se ha convertido en un engaño propagandístico insostenible tras el apoyo de los principales aliados de la OTAN (EE.UU., Alemania y Gran Bretaña) al gobierno parcialmente de extrema de derecha de Netanyahu en Israel y sus violaciones del derecho internacional en la Franja de Gaza, Cisjordania y Líbano. Si no queremos perecer en las llamas de la política de confrontación de los EE.UU. hay que formar un polo europeo independiente de seguridad y defensa.
En España hubo y hay una tradición de oposición democrática contra la subordinación a los intereses norteamericanos. La historia de España también muestra claramente que no estamos ante una comunidad de valores. Recordemos el acuerdo militar entre EE.UU. y España del 26 de septiembre de 1953 mediante el cual tropas norteamericanas se estacionaron en la península ibérica vinculando así a la dictadura fascista del general Francisco Franco a la OTAN, aunque España no era miembro del pacto militar.
Hoy es el momento de hacer balance y ajustar cuentas con la OTAN. Para Europa es una cuestión existencial determinar si quiere seguir apoyando ciegamente las guerras económicas y por delegación de los EE.UU. o si por el contrario quiere defender los intereses de sus propios pueblos.
La OTAN cumple 75 años en 2024 y parece estar en la cima de su poder. Más que nunca, la Organización del Tratado del Atlántico Norte se está centrando en su expansión. En Ucrania, la OTAN está librando una guerra por delegación contra Rusia en respuesta a la violación del derecho internacional que supuso la invasión rusa de Ucrania. La organización militar está involucrada en la formación de soldados ucranianos en el uso de armamento de la OTAN, realiza entregas masivas de armas, utiliza a sus servicios de inteligencia y suministra datos sobre objetivos, así como sus propios soldados sobre el terreno.
Se está discutiendo la entrega de misiles de crucero a Ucrania que (como en el caso de los misiles Taurus alemanes, con un alcance de 500 kilómetros) podrían alcanzar Moscú o San Petersburgo, así como el envío de grandes cantidades de tropas de la propia OTAN. Todo indica que se desencadenará la tormenta. En Asia, la OTAN aumenta su presencia. Mediante la integración de nuevos socios como Japón y Corea del Sur se expande por la región del indo-pacífico y busca el enfrentamiento con China. Los gastos militares de los EE.UU. y de otros estados miembro de la OTAN están batiendo récords. Mientras que las empresas armamentísticas descorchan botellas de champán, los enormes gastos del rearme se repercuten sobre la ciudadanía. La sobrecarga, la exclusión social y el riesgo de escalada son la otra cara de la moneda de esta política de poder expansivo. El desafío de la alianza no tiene precedentes, razón de más para que actualmente la OTAN recurra a leyendas. Sobre todo hay tres grandes mitos que, desde la fundación del pacto militar, recorren su sangrienta historia y llegan hasta nuestros días.
EL MITO DE LA DEFENSA Y DEL DERECHO INTERNACIONAL
La OTAN es una alianza defensiva. Eso es lo que se repite permanentemente. Sin embargo, lo que muestra la historia del pacto militar es que ni la creación de la OTAN tenía como prioridad la defensa mutua ni que las acciones de la OTAN en las últimas décadas pueden considerarse de carácter defensivo. Como ejemplo del carácter defensivo de la OTAN se suele citar el artículo 5 del acuerdo del Atlántico norte. En el pacto fundacional del año 1949, los 12 estados miembro (EE.UU. y Canadá acompañados de los estados europeos de Bélgica, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Islandia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Noruega y Portugal) acuerdan que “un ataque por las armas contra alguno de ellos en Europa o América del Norte se considerará como un ataque contra todos”. Así, los miembros de la OTAN se comprometen a apoyarse mutuamente para defenderse conjuntamente de un ataque de este tipo.
A modo de ejemplo se cita el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. En 1947, este pacto de asistencia recíproca se aprobó por iniciativa de Washington por los estados miembro americanos en la ciudad brasileña de Río de Janeiro y entró en vigor un año más tarde. En el contexto de la guerra fría, con este acuerdo, que tuvo como consecuencia la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA) ese mismo año, los EE.UU. querían asegurarse su dominio sobre el continente americano. Se trató de una actualización de la doctrina Monroe, con la que en 1823 los EE.UU. declararon al hemisferio occidental su zona de influencia exclusiva.
La OTAN también pertenece a esta tradición. Al igual que en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, se establece un desequilibrio total entre los estados firmantes del pacto del Atlántico norte en términos de poder y política militar. Resulta evidente que la creación de la OTAN no se realizó para la asistencia mutua entre los socios del acuerdo en caso de necesitar ayuda a la hora de defenderse. En realidad, lo que quiere Washington es lograr una pax americana, una zona de influencia exclusiva que convierta a los EE.UU. en el indiscutible dominador tanto de la política exterior como de la seguridad del resto de socios del acuerdo.
El principio fundamental de la OTAN es en realidad un intercambio. El resto de miembros de la OTAN renuncia a una parte de su soberanía democrática y a cambio recibe las garantías de seguridad de la OTAN, que de facto es una garantía de seguridad por parte de los EE.UU. En última instancia, sólo los EE.UU. pueden hacer valer la garantía de protección, ya que es la única potencia que podría utilizar armas nucleares a gran escala. No obstante, en los últimos tiempos se ha podido ver la fragilidad de esta promesa de seguridad en las declaraciones de Donald Trump, candidato a la presidencia norteamericana del Partido Republicano, que quiere condicionar la defensa de los miembros de la OTAN a que dichos miembros aumenten sus gastos militares y armamentísticos hasta por lo menos el 2% del producto interior bruto.
Además, entre algunos republicanos se está extendiendo la idea de que los EE.UU. deberían abandonar la OTAN por completo. No se puede descartar una situación en la que, sobre todo si gana Trump las elecciones, los aliados europeos se conviertan, en el mejor de los casos, en moneda de cambio1.
El resto de miembros de la OTAN se está convirtiendo dentro del pacto militar en estados clientelares, como aquellos que por el este le servían al Imperio Romano de zonas de amortiguación para mantener su poder. Esos estados clientelares tenían prohibido realizar un cambio en la política interna que cuestionara la orientación de la política exterior so pena de ser eliminados. Para evitar esos escenarios, durante la guerra fría la OTAN recurrió a sus propias organizaciones golpistas mediante sus grupos Stay Behind (de retaguardia, por detrás de las líneas). Así también evitaba mediante actividades terroristas que fuerzas políticas que cuestionaran la pertenencia a la OTAN llegaran al poder.
El final del enfrentamiento sistémico con la Unión Soviética cambió de forma drástica el propósito principal de la OTAN, la pax americana. Tras el final de la guerra fría, la OTAN ha venido asumiendo cada vez más el papel de policía del mundo. Con la incursión en la República Federal de Yugoslavia, que en ese momento todavía estaba conformada por Serbia y Montenegro, el pacto militar llevó a cabo en 1999 su primera guerra. Se trató de una flagrante violación del derecho internacional, tal y como el entonces canciller federal alemán Gerhard Schröder reconoció 15 años después: “entonces enviamos nuestros aviones […] a Serbia, que junto con la OTAN bombardearon un estado soberano – sin que hubiera una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que lo permitiera2.”