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La redención de cautivos es un auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca, género en el que llegó a alcanzar la plenitud, al combinar a la perfección con su talento natural, amante de la pintura y de las sutilezas y complejidades teológicas.
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Seitenzahl: 52
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Pedro Calderón de la Barca
Saga
La redención de cautivosCover image: Shutterstock Copyright © 1672, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726499582
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
PERSONAS
Suena un clarín en el primer carro, que será unagalera, y dando vuelta al tablado se verá en supopa el Furor, y a uno y otro costado, puestos alremo, algunos cautivos, y entre ellos el GéneroHumano, Viejo.
Furor Si el real profeta, en mística armonía,
la música alternando a la poesía,
en sus sacras canciones
a las aguas llamó tribulaciones;
si en sus inquietos golfos la divina 5
águila, que a los rayos se examina
del mejor sol, mi espíritu disfama,
pues su baldón bestia del mar me llama;
si el viador peregrino
de Jericó, asaltado en el camino, 10
pluma halló que atribuya
a robo mío la tragedia suya,
¿qué mucho que, notado en tres lugares,
tribulación de montes y de mares,
hoy sea mi horror en ambos horizontes, 15
escándalo de mares y de montes?
Y pues un texto y otro hacerme trata
de la tierra ladrón, del mar pirata,
sienta el mortal en mi sañuda guerra
peligros de la mar y de la tierra, 20
ya que en tierra y en mar cautivo se halla
de mi furor; y así, ¡boga, canalla,
boga!, amainada el ala de la vela,
dejándole fíada
al remo la avïada 25
de este pez que, pensando nadar, vuela,
de esta ave que, pensando volar, nada,
para que no encallada
en la tostada arena de la orilla,
goce el buque el descanso de la quilla, 30
y yo el triunfo de esta última batalla
que os venció. ¡A tierra, pues, boga, canalla!
Género Humano Si es de la humana vida
símbolo el mar, ¿quién duda, combatida
de embates, ser el que sus ondas yerra, 35
símbolo de la muerte el tomar tierra?
Y así, Furor, ¡no tan de extremo a extremo
–ya que el vivir es un prolijo remo–
quieras que pase a su último conflito
voluntario!
Furor Forzado solicito 40
que pases, que a este fin os traigo herrados
en galera, que es vaso de forzados.
Todos ¡Cielos, piedad en tanto desconsuelo!
Furor Cerrado está, no hay que clamar al cielo,
y, pues de sí os destierra, 45
y es tierra vuestro centro, ¡a tierra!
Todos ¡A tierra!
Género Humano ¡A tierra!, ya que el rato que vivimos
no podemos ser más de lo que fuimos.
Furor Salid, pues, arrastrando las cadenas,
que forjó vuestro yerro a vuestras penas, 50
y para ver a lo que habéis venido
aplicad a mis voces el oído.
Bajan con cadenas a los pies.
¡Ah, del ámbito del orbe!
¡Ah, de la terrestre esfera,
primera y postrera patria 55
del hombre, pues sale de ella
lodo animado hasta que
no animado lodo vuelva!
Sale la Tierra.
Tierra Esas son mis señas, mal
puedo negarme a mis señas, 60
cuna y sepulcro del hombre;
¿qué me quieres?
Furor Que me atiendas.
Ya sabes que, comunero
del Impireo, mi soberbia,
por no adorar la inferior 65
humana naturaleza,
toda la celeste curia
puso en arma, al solio opuesta
del Altísimo. Ya sabes
–así que te lo refiera 70
por lugar común omito–
que fue el triunfo de esta guerra
para Dios poca victoria,
para mí mucha tragedia.
Arrojado de mi patria 75
a nunca volver a ella,
bajé a tus abismos, donde
mi ira, mi rabia, mi pena
pasó de soberbia a envidia,
con admiración tan nueva 80
como que el soplo, que no hay
polvo que no desvanezca,
el polvo del hombre anime.
¿A quién no pasma y eleva
soplo que a polvo deshace, 85
ser soplo que al polvo alienta?
¿Y más a exaltarle en tanta
dignidad, como que sea
tan poco menos que el ángel?
¿Que le juren la obediencia 90
en pieles, plumas y escamas
el pez, el ave y la fiera
y en plantas, flores y frutos
el valle, el monte y la selva?
Soberbia y envidia dije; 95
mira ahora y considera:
si envidia y soberbia a solas
cada una por sí atormenta,
soberbia y envidia unidas
¿qué arrojo habrá que no emprendan? 100
Dígalo de mis astucias
la sediciosa cautela
con que me atreví a escalar
los verdes muros de aquella
deleitosa estancia suya, 105
derramando entre la oreja
de la mujer y la voz
de la serpiente tan fiera,
tan venenosa cicuta
–mas también esta materia 110
es lugar común–, y así,
dejando asentado en ella
el oprobio de ladrón,
pues le robé con la excelsa
joya de la Gracia todo 115
el resto de sus riquezas,
paso a que, desposeído
también de su patria, trueca
felicidades a angustias
y delicias a miserias 120
con tan parecida culpa
a la mía, o tan la mesma,
como aspirar a ser Dios;
mas ¡ay!, que la diferencia
está en que, inflexible yo 125
y él flexible, yo no pueda
arrepentirme, y él sí,
que mi alta naturaleza
nunca lo que aprende olvida,
cuando la suya le acuerda, 130
que tiene albedrío, con que
convencido se arrepienta;
de suerte que en culpa iguales
y desiguales en penas,
él de la enmienda es capaz 135
y yo incapaz de la enmienda,
mayormente al ver que cuando
yo desespero, él espera
persuadido –¡ay, de mí! – a que
de Dios la suma clemencia 140
le ha de volver a su gracia,
olvidado de su ofensa.
Y aunque –si para mí pudo
haber consuelo– me queda
el de pensar que no puede 145
dar –por más que su error sienta–
el hombre a infinita culpa
infinita recompensa.
Con todo eso, no sé qué
real palabra, fiel promesa 150
ha puesto en confianza a algunos
patriarcas y profetas
de que vendrá su remedio
y a mí en temor de que venga,
sin poder rastrear ni cuándo 155
ni cómo, que, aunque mi esencia
es de ciencias plenitud
–que así el querub se interpreta–,
en aquella infausta lid,
perdidas gracia y belleza 160