La Sabiduría  de la Cruz en un Mundo Plural - Volumen 1 - A.A. V.V - E-Book

La Sabiduría de la Cruz en un Mundo Plural - Volumen 1 E-Book

A.A.V.V

0,0
24,50 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Del 21 al 24 de septiembre de 2021 tuvo lugar en Roma, en la Pontificia Universidad Lateranense, el IV Congreso Teológico Internacional de los Pasionistas sobre el tema: La Sabiduría de la Cruz en un Mundo Plural”. Tiene lugar en el contexto de las Celebraciones Jubilares por el Tercer Centenario de la Fundación de la Congregación Pasionista y tiene como objetivo profundizar la actualidad de la Cruz en el contexto de los numerosos areópagos contemporáneos. Durante los cuatro días se turnaron más de 100 ponentes, académicos y especialistas de numerosos círculos académicos y culturales de alcance internacional, tanto de universidades romanas como de numerosas naciones de los distintos continentes. La rica experiencia científica, cultural y espiritual del Congreso se recoge en tres volúmenes (más de 1.100 páginas), el primero de los cuales también ha sido traducido del italiano a cuatro idiomas (inglés, francés, español y portugués).

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



La Sabiduría

de la Cruz

en un Mundo

Plural

Actas del IV Congreso

Teológico Internacional

Roma, Pontificia Universidad Lateranense

Cátedra Gloria Crucis

21-24 septiembre 2021

a cargo de

Fernando Taccone y Ciro Benedettini

VolumeN I

Mensaje del Santo Padre Francisco a los Participantes en el Congreso

Al Rev. Padre Joachim REGO C.P.

Superior General

de la Congregación de la Pasión de Jesucristo

Dirijo un cordial saludo a los Participantes en el Congreso Teológico Internacional, que tendrá lugar en la Pontificia Universidad Lateranense del 21 al 24 de septiembre próximo, sobre el tema “La Sabiduría de la Cruz en un mundo plural”. Este Congreso se sitúa en el contexto de las Celebraciones Jubilares del Tercer Centenario de la Fundación de la Congregación Pasionista y se propone profundizar en la actualidad de la Cruz en el contexto de los múltiples areópagos contemporáneos. En este sentido responde al deseo de San Pablo de la Cruz de esforzarse para que el Misterio Pascual, centro de la fe cristiana y del carisma de la Familia Religiosa Pasionista, se irradie y se difunda como respuesta a la Caridad divina y para que salga al encuentro de las expectativas y esperanzas del mundo.

El Apóstol Pablo habla de la anchura, la largura, la altura y la profundidad del amor de Cristo (cf. Ef 3,18). Contemplando al Crucificado, vemos todas las dimensiones humanas abrazadas por la misericordia de Dios. Su amor kenótico y compasivo toca, a través de la Cruz, los cuatro puntos cardinales y alcanza los extremos de nuestra condición, uniendo inseparablemente la relación vertical con Dios y la horizontal con los hombres, en una fraternidad que la muerte de Jesús hizo definitivamente universal.

El inmenso poder salvífico que se libera de la debilidad de la Cruz indica a la teología la importancia de un estilo que sepa unir la altura del pensamiento con la humildad del corazón. Frente al Crucificado, también se le invita a dirigirse a la condición más frágil y concreta del hombre y a renunciar a las modalidades e intentos polémicos, compartiendo con ánimo alegre el esfuerzo del estudio y buscando con confianza las preciosas semillas que la Palabra siembra en pluralidad discontinua y a veces contradictoria de la cultura.

La Cruz del Señor, fuente de salvación para los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos, es por eso actual y eficaz, también y sobre todo, en una situación como la contemporánea, caracterizada por cambios rápidos y complejos. Por tanto, el Congreso Teológico propone muy oportunamente hacer conocer la Sapientia Crucis en diversos ámbitos – como los desafíos de las culturas, la promoción del humanismo y el diálogo interreligioso y los nuevos escenarios de la Evangelización –, asociando a la reflexión científica una serie de manifestaciones que dan fe de su impacto beneficioso en diversos contextos.

Espero, por tanto, que la iniciativa, al promover fructíferos diálogos teológicos, culturales y pastorales, contribuya a una lectura renovada de los desafíos contemporáneos a la luz de la Sabiduría de la Cruz, para que favorezca una evangelización fiel al estilo de Dios y cercana al hombre. Al formular cordiales deseos para las jornadas de estudio, invoco la protección de la Santísima Virgen y de San Pablo de la Cruz, e imparto de corazón la Bendición Apostólica a los Ponentes, Organizadores y a todos los participantes en esta importante Asamblea y pido a todos que continúen rezando por mí.

Roma, San Juan de Letrán, l° de julio de 2021

Presentación

Taccone Fernando1

“Gracias” es la palabra adecuada para presentar las actas del IV Congreso Teológico Internacional La Sabiduría de la Cruz en un mundo plural, celebrado en Roma en la sede de la Pontificia Universidad Lateranense, del 21 al 24 de septiembre de 2021, en ocasión del Tercer Centenario de Fundación de la Congregación Pasionista: 1720-2020. El “Gracias” está dirigido, ante todo, al Superior General, P. Joachim Rego, que quiso intensamente el Congreso y a su Primer Consultor, P. Ciro Benedettini. El “Gracias” va dirigido después al Rector Magnífico de la Universidad Lateranense, Prof. Vincenzo Buonomo, por su amable cordialidad y magnífico recibimiento.

El agradecimiento se extiende al Consejo General, a la Comisión del Jubileo, a la Pontificia Universidad Lateranense, al Comité de la Cátedra Gloria Crucis, al Comité del Congreso, a los Traductores, a la Secretaría operativa que mencionaré en detalle más adelante.

A la Agencia Else Elettronica Servizi de Salvador Spinella por la transmisión on line en italiano, inglés y español, y a la Agencia de comunicaciones Q Group de Elena Borghi de Rimini por la difusión en las redes sociales.

1. El Congreso

Las finalidades formativas y apostólicas del Congreso fueron indicadas con toda claridad por el Superior General en su carta convocatoria: “Que el Congreso internacional sobre La sabiduría de la Cruz en un mundo plural represente una valiosa y científica voz acerca de la salvación que se ofrece al hombre de hoy necesitado de redención y en búsqueda constantemente la verdad”.

Lo presento en 6 flashes.

El primero es una palabra sobre la Cátedra Gloria Crucis: Fue fundada por los Pasionistas italianos el año 2003, en plena sintonía de intención con las autoridades académicas de la Pontificia Universidad Lateranense. “La Cátedra tiene el objetivo de promover la memoria de la Pasión de Cristo y de profundizar la consciencia de su significado y de su valor para todos los hombres y para la vida del mundo. La Pasión de Cristo – ‘la más grande y estupenda obra del divino amor’ (S. Pablo de la Cruz) –, es el remedio más eficaz para los males del mundo. En ella se manifiesta toda la fuerza de la misión especial de la Iglesia: ‘nosotros predicamos a Cristo crucificado’ (1Cor 1,23), del que proclamamos que ‘ha resucitado’ (Mt 28,6). El conocimiento de la Pasión de Cristo y de los hombres constituye un único misterio de salvación” (Constituciones de la Cátedra, n. 2).

El segundo es el compromiso asumido desde hace casi 50 años por parte de la Congregación Pasionista, en conformidad con su carisma, de promover el estudio y la investigación del Misterio de la Cruz a nivel científico, en la escucha atenta y crítica de las instancias y de los desafíos del mundo contemporáneo. Se han organizado, hasta hora, tres Congresos teológicos internacionales para los que se ha elegido, como común denominador, como clave hermenéutica y punto de llegada, la fórmula programática “La Sabiduría de la Cruz hoy”. El primer Congreso, titulado precisamente “La Sabiduría de la Cruz hoy”, fue promovido con ocasión del Segundo Centenario de la Muerte de San Pablo de la Cruz y se realizó en Roma, en el Pontificio Ateneo Antonianum, del 13 al 18 de octubre de 1975. La temática fue examinada según las perspectivas de la revelación, del ecumenismo, de la espiritualidad, de la cultura y de la pastoral. El segundo Congreso, realizado para recordar el 1950 aniversario de la Redención, se realizó unos 10 años después, en el Ateneo Antonianum, del 6 al 9 de febrero de 1984 y la temática de orden general se trató, sobre todo, en referencia a la salvación cristiana y a las culturas actuales. El tercer Congreso, se llevó a cabo en el Antonianum del 9 al 13 de enero de 1995, se enfocó en la aseveración “La Cruz de Cristo única esperanza” y se insertó en el programa de las celebraciones del Tercer Centenario del nacimiento de san Pablo de la Cruz.

El tercer flash es sobre nuestro IV Congreso. Es legítimo preguntarse ¿Por qué otro Congreso sobre la Sabiduría de la Cruz?

La respuesta viene por sí misma desde la sólida convicción de que la sabiduría y el poder de Dios están presentes y han sido revelados para la salvación del mundo en el misterio de la Cruz del Señor Jesucristo, del que debemos obtener siempre, con acentos nuevos, más que actuales, las respuestas rigurosas y las propuestas resolutivas inherentes a la verdad que salva en todos los tiempos y, sobre todo, en este nuestro tiempo tan atormentado en los últimos años y en estos últimos días por tantos eventos dramáticos que provocan sufrimiento, dudas, incertidumbre y temores. La crisis ecológica, la pandemia, los conflictos que laceran pueblos y naciones, la caída de tantos valores humanos y religiosos, el drama de los pobres y de los migrantes, son otros desafíos cruciales para la fe, la teología y la evangelización. Desafíos marcados indudablemente por aspectos inéditos y más dramáticos que en décadas precedentes. Todo esto requiere una reflexión rigurosa, abierta al don de la sabiduría, atenta a los impulsos de la profecía, dócil a la voz y a los señalamientos del Espíritu Santo. Una reflexión que se caracterice, de modo cada vez más incisivo, por la escucha, el diálogo, la sinodalidad, la solidaridad, la fraternidad universal y el intercambio delante de tantas otras voces, preguntas, propuestas y críticas que provienen de todas partes del mundo, así como de las situaciones existenciales de personas y pueblos que se encuentran al margen de la historia contemporánea y en las periferias más alejadas.

El actual Congreso afronta directamente la pregunta: ¿Cuál es la Palabra de la Cruz, llena de Sabiduría, que anuncia y comunica al mundo plural esperanza y salvación?

La propuesta teológica y formativa se argumenta en primer lugar en las conferencias de base que se presentan durante las sesiones generales de la mañana, después en los coloquios sectoriales de la tarde con sus respectivas comunicaciones programadas en las sesiones lingüísticas: italiana, inglesa, española y francesa.

A la luz de una propuesta tan rica y polivalente, ha sido muy útil la aportación de los participantes durante los espacios previstos para el diálogo, que se convirtieron en portavoz y protagonistas de un ulterior y estimulante “pensar”, cuyos resultados esenciales se pusieron a disposición de todos durante las mesas redondas que cerraron los trabajos de los días 21, 22, 23 y 24 de septiembre.

El cuarto flash señala a los 103 relatores que se alternaron durante los cuatro días del Congreso. Estudiosos y especialistas provenientes de múltiples ambientes académicos y culturales de rango internacional, desde las universidades romanas hasta las de numerosas naciones de varios continentes. Del Vaticano participaron algunos Cardenales Prefectos de Dicasterios y Oficialías. Las naciones representadas fueron: Argentina, Australia, Brasil, Colombia, Indonesia, Inglaterra, Irlanda, Italia, México, Holanda, Polonia, Portugal, República Democrática del Congo, España, Estados Unidos y Suecia.

Algunos relatores no pudieron asistir a causa de la pandemia.

La aportación científica de tan cualificado grupo de relatores constituye, entre otras cosas, la señal concreta de una fecunda y estimulante colaboración interuniversitaria, interdisciplinar e intercultural.

Con el quinto flash señalo tres iniciativas que fueron presentadas directamente por parte de los protagonistas en estas Actas.

El “Concierto sobre cantos de la Pasión” a cargo del Coro de la Diócesis de Roma, dirigido por el Maestro Mons. Marco Frisina. Se ejecutó por primera vez el Himno para el Vía Crucis compuesto por el Maestro Frisina en su letra y música, a una y cuatro voces dispares.La Muestra de arte Gloria Passionis a cargo del crítico de arte Giuseppe Bacci, expuesta en la Scala Santa de Roma.La Muestra Exposición fotográfica del artista Stefano Guindani, a cargo de la Profesora Francesca Turci, enfocada en la actividad social y apostólica que el P. Richard Frechette, pasionista y médico, desarrolla en Haití, apoyado por la fundación Francesca Rava de Milán.

El último flash es acerca de dos publicaciones:

Diccionario de la Pasión de Jesucristo. Fue realizado en español por los Padres Luis Díez Merino, Robin Ryan y Adolfo Lippi. La edición italiana fue realizada gracias a la intervención de la Cátedra Gloria Crucis. Es la primera obra enciclopédica que pone la Cruz en el centro para anunciarla al mundo moderno. Las 166 voces que lo componen fueron redactadas por expertos de todo el mundo con un lenguaje claro, atractivo y accesible a todos. Se intercala entre varias disciplinas: de la Sagrada Escritura a la teología, de la espiritualidad a la mística, de la liturgia a la devoción y la piedad popular, de la historia a la arqueología, de la filosofía a la cultura, del arte a la ecología.

Hago mía la felicitación que expresó nuestro Superior General dentro de dicha obra: “Deseamos que esta obra, fruto de tantos esfuerzos provenientes de los más diversos ámbitos del saber humano, que se centra en la Pasión de Jesús, contribuya mucho al conocimiento y a la veneración del misterio de la Pasión y Muerte de Jesucristo, misterio central del mensaje cristiano”. Ediciones Mensajero, Padua – Velar 1200 páginas, con custodia de cartón.

“Peregrinos con Cristo en un mundo plural”. Titulo sugestivo que representa una significativa iniciativa concreta y práctica solicitada por el Congreso. El objetivo es disponer de una guía turística cultural y espiritual que lleve a valorar, en un conjunto armónico, la arquitectura, el arte y la vida cristiana a través de un recorrido que toca 13 Basílicas y otros lugares sagrados del centro histórico de Roma. La Scala Santa, la Basílica de Santa Práxedes, Santa María la Mayor, el Coliseo, San Clemente, San Gregorio al Celio, Santos Juan y Pablo, Santo Stefano Rotondo, San Juan de Letrán, Santa Cruz en Jerusalén: estos son lugares para recorrer en los que se revive el “camino” de Cristo hacia la Cruz.

2. Tres volúmenes

La rica experiencia cultural y espiritual del Congreso se recoge en tres volúmenes en los que se presenta el contenido de modo sintético.

El primer volumen

Recoge las conferencias oficiales de la mañana del primer día sobre La Sabiduría de la Cruz y los desafíos de las culturas; las del segundo día sobre La Sabiduría de la Cruz en la promoción del humanismo y del diálogo interreligioso; las del tercer día sobre La Sabiduría de la Cruz en los nuevos escenarios de la Evangelización; y del cuarto día sobre La Sabiduría de la Cruz en el carisma de san Pablo de la Cruz para el presente y el futuro del mundo.

Presenta también las conferencias que introdujeron cada una de las sesiones lingüísticas de las tardes y los temas esenciales resumidos de las Mesas Redondas.

El segundo volumen

Presenta 32 comunicaciones. El primer grupo de 16 se refiere al tema: La Sabiduría de la Cruz como factor de provocación y desafío en los actuales areópagos culturales. El segundo grupo, de otras 16, profundiza, bajo varias perspectivas, una cuestión fundamental: El misterio del sufrimiento: ¿obstáculo o vía para la búsqueda de la sabiduría en las religiones?

Se trata de las aportaciones que los estudiosos propusieron en las sesiones lingüísticas: italiana, inglesa, española y francesa.

El tercer volumen

Contiene otras 16 comunicaciones que trazan perspectivas de estudio y de investigación sobre La Iglesia “en salida” entre nuevos desafíos y contingencias cruciales: familia y jóvenes, humanismo y postmodernidad, cultura digital, periferias existenciales y ecología integral.

Se presentan las aportaciones que resultaron en las cuatro sesiones lingüísticas.

El tercer volumen presenta, en un Apéndice, la Cátedra Gloria Crucis, la lista de los Relatores, las manifestaciones culturales que se desarrollaron durante el Congreso. En la última parte se encuentra el Vía Crucis turístico, los Ecos de la prensa y las expresiones de Gratitud a todos los que colaboraron para el buen éxito del Congreso.

Al cristiano le pueden quitar todo pero no la cruz

Parolin Card. Pietro2

Queridos amigos,

Acepté con mucho gusto la invitación a participar en esta conferencia de prensa para la presentación del Congreso La Sabiduría de la Cruz en un mundo plural, ya que se trata de la principal iniciativa pública de la Congregación de la Pasión de Jesucristo ligada al Jubileo del Tercer Centenario de su Fundación, que tuve la alegría de inaugurar el 22 de noviembre de 2020 con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de los Santos Juan y Pablo.

No es solo una motivación “intrínseca”, por decirlo así, la que me trajo aquí hoy, sino la convicción de que el tema de la Cruz es central en el cristianismo; central y completamente actual, quizá porque la tentación de vaciar la cruz de Cristo es muy fuerte – a propósito de esto un amigo me escribía en estos días: “¿No es verdad que el de nuestros tiempos es un cristianismo sin cruz? ¿No es verdad que la tentación es tomar el camino ancho?” – quizá, por otra parte, porque vivimos en un mundo atormentado, “crucificado” debido a un difícil traspaso de época, al que se ha añadido últimamente el flagelo de la pandemia.

Entonces, pienso que este Congreso es muy oportuno, o más bien, necesario. Nos ayuda a los cristianos, y espero que también a los laicos, a dirigir la mirada a la cruz de Cristo que interpela, que provoca y que, como una brújula, indica “sabiamente” nuevos y viejos caminos, como dice el apóstol Pablo: “Nosotros, por el contrario, predicamos a Cristo Crucificado: escándalo para los judíos y necedad para los paganos; pero, para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es fuerza y sabiduría de Dios” (1Cor 1,23-24).

Es sorprendente que Jesús mismo atribuya su mayor capacidad de atracción precisamente a la cruz: “Cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 31,32). Dios optó por salvar a la humanidad por medio de la debilidad y la impotencia de la cruz porque es la única que permite demostrar el amor más total y radical, dar la vida por el amigo (Jn 15,13). Incluso lo recordó el Papa Francisco en la homilía sobre la divina liturgia bizantina en San Juan Crisóstomo de Presov, Eslovaquia: “La cruz era un instrumento de muerte, sin embargo, de allí vino la vida. Era lo que nadie quería mirar, sin embargo, nos reveló la belleza del amor de Dios” (14 de septiembre de 2021).

Se puede decir que el Crucificado habla callando porque no quiere imponerse, sino solo mostrarse en la desnudez y verdad de su amor. Habla, sobre todo, a los cristianos porque es la prueba más concreta y creíble del amor de Dios por la humanidad. Es Dios que dona en Jesucristo su vida por todos los hombres y mujeres de la tierra. Recuerdo que San Juan Pablo II, en una ocasión, hablando espontáneamente, dijo: “Al cristiano le pueden quitar todo, pero no la cruz”. Quitar la cruz al cristiano significaría privarlo del signo tangible del amor de Dios por cada ser humano y oscurecería la resurrección, la victoria definitiva del amor sobre el odio, sobre el mal, sobre el sufrimiento, sobre el pecado y sobre la muerte.

El Crucificado habla a cada persona y a cada cultura porque en el Crucificado no hay nada que discrimine, que separe, que “descarte”. En la cruz, Jesús perdonó incluso a sus verdugos. Hace algunos días se publicó una sentencia del Consejo de Estado que no aceptó la petición de quitar el crucifijo de las aulas escolares, con la motivación de que el crucifijo es un símbolo idóneo que expresa los fundamentos civiles de nuestra sociedad. En esa ocasión se recordó un famoso artículo de Natalia Ginzbur que apareció en L’Unità en 1988. Ella escribía: “El Crucifijo no genera ninguna discriminación. Calla. Es la imagen de la revolución cristiana que esparció en el mundo la idea de la igualdad entre los hombres, igualdad que estaba ausente hasta ese momento. La revolución cristiana ha cambiado el mundo. ¿O queremos negar que el mundo ha cambiado?”. Y terminaba afirmando: “No conozco otros signos que afirmen el sentido de nuestro destino humano con tanta fuerza...El Crucifijo es parte de la historia del mundo” (No quiten ese crucifijo, L’Unità, 22 marzo 1988).

El Crucifijo es memoria y anuncio de la “sacralidad” de todo hombre, es emblema de la solidaridad. No busca venganza a pesar de la injusta condena, sino que ofrece la vida por la humanidad, por todos, buenos y malos, enseñando que el verdadero significado de la vida es hacerse don y no usar o someter al otro bajo los propios intereses. El Crucifijo es un grito de condena contra toda violencia, injusticia o prepotencia, mostrando con la resurrección el destino fallido de toda acción que quiera ir contra la dignidad de la persona. El Crucificado es de todos, se dona a todos, no está contra nadie, solo está contra la injusticia y el mal.

Merecen una mención especial Italia y Europa donde la cultura está tan entretejida con el cristianismo, que si se quita el Crucifijo se corre el riesgo de cancelar la identidad de un pueblo. No sé si pensaba en esto una cantante italiana (Gianna Nannini), cuando en una de sus canciones habla no de crucifijos colgados en los muros, sino de “muros colgados a los crucifijos”. Es toda nuestra civilización la que está colgada al Crucifijo.

En el n° 1 de las Constituciones de los Pasionistas está escrito que san Pablo de la Cruz “con clara visión de los males de su tiempo, proclamó incansablemente que la Pasión de Jesucristo, ‘la obra más grande y admirable del divino amor’, es el remedio más eficaz”. ¿Cómo decir que está equivocado? La Pasión de Jesús es el remedio para todos los males del mundo, incluso en el sentido de quien acepta el mensaje del Crucifijo sintiéndose llamado a respetar a todos, a la no-violencia, a la justicia y al amor. Existe la meditación sobre la Pasión de Jesús típica de los cristianos y, sobre todo, de los Pasionistas, pero sería muy saludable para la cura de los males del mundo si existiera un espacio para una “meditación” aconfesional del Crucifijo.

Justamente dentro del ambiente pasionista es donde nació el término “los crucificados de nuestro tiempo”, una expresión que también ha usado el Papa Francisco recientemente y que va muy unida a la expresión “los descartados”: los pobres, los ancianos, los enfermos, los prófugos, las víctimas de la injusticia, de la violencia y del poder político. En efecto, la Pasión de Cristo continúa en los sufrimientos de las personas de nuestro tiempo. Donde hay un hombre o una mujer que sufren, allí está el Crucificado. Él, antes que nadie, se identificó con los “crucificados” y así, todo el que sufre puede identificarse con Él, encontrar un sentido a su dolor y encontrar la fuerza para resistir y luchar contra el mal. El cristiano se empeña en ver el rostro de Cristo en todos los que sufren, como decía san Pablo de la Cruz: “Los pobres tienen marcado el nombre de Jesús en la frente”.

Para el Papa Francisco es un tema muy importante, ya que afirma: “Cuando nos detenemos delante de Jesús Crucificado, reconocemos todo su amor que nos da dignidad y nos sostiene, sin embargo, en ese mismo instante, si no somos ciegos, comenzamos a percibir que esa mirada de Jesús se ensancha y se dirige llena de un afecto ardiente hacia todo su pueblo. Así descubrimos que Él quiere servirse de nosotros para acercarse cada vez más a su amado pueblo. Nos toma de entre el pueblo y nos envía al pueblo, de modo que nuestra identidad no puede comprenderse sin esta pertenencia” (EG n. 268).

El mismo Papa Francisco, el domingo pasado en Budapest, en la homilía conclusiva del 52° Congreso Eucarístico Internacional, dijo: “¡Cuan lejano está el que reina en silencio desde la cruz del falso dios que quisiéramos reinase con la fuerza y redujese al silencio a nuestros enemigos! ¡Que diferente es Cristo, que se propone solo con amor, de los mesías poderosos y vencedores que todo el mundo adula! Jesús nos sacude, no se conforma con las declaraciones de fe, nos pide purificar nuestra religiosidad delante de su cruz, delante de la Eucaristía. Nos hace bien estar en adoración delante de la Eucaristía para contemplar la fragilidad de Dios. Dediquemos tiempo a la adoración” (12 de septiembre de 2021).

Se revela providencial este Congreso internacional, plural y multicultural sobre “La Sabiduría de la Cruz en un mundo plural”, ya que impulsa a los cristianos a encontrar un lenguaje actual que pueda explicar al Crucificado y ayude a las culturas a poner al Crucificado en una visión justa. Muchas veces el rechazo del Crucificado depende del hecho de que no es comprendido en su verdadero significado: muchos lo ven como un arma contra alguien, sin embargo, son unos brazos que acogen, una fuente interminable de amor que consuela, que cura y que comunica vida. Se le ha considerado como un signo de división, mientras que en realidad es el signo más increíble de unidad ya que el Hombre-Dios que muere en la cruz dona la vida a todos, no queda nadie excluido pues que busca formar una sola familia con todo el mundo.

Agradezco a los Pasionistas y a la Universidad Lateranense que organizaron conjuntamente este Congreso. Espero que esta iniciativa continue en el futuro para que contribuya a descubrir cada vez más la fuerza profética, crítica y pedagógica de la Sabiduría de la Cruz. La reflexión sobre el Crucificado es útil tanto para los cristianos como para los no cristianos.

Concluyo con el antiguo lema de los Cartujos que nos recuerda la estabilidad de la cruz en el fluir de los eventos mundanos que quisieran cancelarla o que simplemente la ignoran: “¡Stat Crux dum volvitur orbis!”. En nuestra época “plural”, con tantas devastaciones sociales, políticas y climáticas y en esta transición de la civilización, el Crucificado se eleva firme para garantizar que Dios vela con amor sobre la humanidad pidiendo a todos el compromiso de respetar los derechos de las personas sin excepción y que se realice la fraternidad universal en el amor. ¡La Cruz está firme, mientras el mundo se agita!

El Crucifijo es la expresión del infinito amor de Dios

De Aviz Card. João Braz3

Me siento verdaderamente privilegiado por estar con ustedes hoy, al inicio de este Congreso. Me complace mucho darles un saludo fraterno.

Todos nosotros formamos parte de una única y gran familia que es la Iglesia. Cada vez más crece la evidencia de que lo que realmente cuenta es la fraternidad que se realiza a partir de nuestro bautismo y nos hace ver quién somos: hermanos y hermanas. Esta deberá ser una convicción por conquistar, no solo en un día, ni en un año, se necesitarán muchos años debido a que estamos acostumbrados a otro estilo de relaciones entre nosotros, sobre todo en los vértices de la Iglesia. Pero debemos ir hacia la dirección de la fraternidad. El Papa nos invita a todos a caminar juntos, esto no es solo un pensamiento, sino una experiencia concreta a partir del itinerario del Sínodo que se abrió en octubre y que nos llevará a todos, en ejercicio sinodal práctico, hasta el 2023, partiendo de nuestras iglesias particulares y de nuestras realidades carismáticas buscando progresar juntos hacia la fraternidad.

Estoy muy contento por estar con ustedes y poder admirar la belleza del carisma que Dios suscitó en la Iglesia hace 300 años para ayudarnos a regresar al corazón, a la raíz de donde nace esta fraternidad y de donde podemos aprender verdaderamente a realizarla: la Pasión de Cristo. Tal como se nos recordó en la introducción, para San Pablo de la Cruz, en la Pasión de Cristo está todo. Esto es un don inmenso que el carisma nos aporta a todos nosotros y que este padre de ustedes y padre nuestro, nos ha ayudado a entender: que en la Pasión está todo.

Hay otra cosa que me parece importante, ya que nos ayuda a centrar bien esta afirmación de San Pablo de la Cruz el día de hoy. El sentido de la Pasión no es otra cosa que la expresión del infinito amor de Dios. No se comprende la Pasión si nosotros no descubrimos que Jesús dio su vida, padeció en cuerpo y alma y sufrió nuestra experiencia humana hasta la muerte, no por un castigo de Dios, sino porque Dios es amor. La frase: “Dios es amor”, es la más grande afirmación de la primera carta de San Juan (1Jn 4,8.16): Dios es amor y es allí donde lo entendemos plenamente. Esto nos ayuda a superar una espiritualidad demasiado centrada en el sacrificio y en la privación. Para el discípulo esto es válido todavía y tiene sentido cuando se conecta con el amor, como expresión del amor que llega a dar la vida. Y esto es muy valioso: dar la vida por Dios ya que Él dio la vida por nosotros.

Vivimos ahora un tiempo en el que debemos renovar todo el entramado de relaciones entre nosotros, en todas las direcciones, poniendo el amor en la base de toda relación. Esto nos llevará a cambiar muchas cosas en nuestro modo de ser, comenzando conmigo, con la jerarquía, con todos los que tienen responsabilidades de coordinación.

Debemos alejar de nosotros, decididamente, la tentación del poder y ejercer la autoridad y la obediencia en el sentido que nos muestra Jesús. Él, en la cruz, vive una obediencia que grita, una obediencia angustiada porque experimenta el abandono. Este grito de Jesús, sin respuesta del Padre, nos impresiona mucho: es un grito de fidelidad a la humanidad. El don de sí que Jesús hace por nosotros en la cruz no tiene confín, abraza todos los gritos de la humanidad, incluso a los que escuchamos hoy, en este tiempo tan probado. Es un patrimonio que no podemos perder, nuestra herencia, que debemos aceptar y poner en práctica.

Les deseo un excelente Congreso y que todas las meditaciones que escuchemos nos lleven verdaderamente a un amor más grande al Crucificado y a acoger la Sabiduría que viene de la cruz, ya que este es el objetivo del Congreso.

Esta mañana escucharemos algunas intervenciones de nuestros superiores, a las que seguirán otras exposiciones. El tema de La Sabiduría de la Cruz y los desafíos de las culturas tendrá dos profundizaciones: se partirá del aspecto bíblico, que es fundamental para nosotros, después de tocará el aspecto teológico. Son dos exposiciones importantes que nos ayudarán a entender mejor el desafío para entender la cruz desde varias perspectivas culturales. Nosotros estamos acostumbrados a un estilo de acercamiento a las culturas que tiene necesidad de perfeccionarse. Ya no es posible pensar que hay culturas hegemónicas y culturas subalternas. Esto no va de acuerdo con el Evangelio; existen riquezas en todos los pueblos, cada uno tiene algo que enriquece al otro a partir de la propia identidad. Todos juntos nos acercamos a los valores del Evangelio y así nos acercamos unos a otros. Es un trabajo que debemos realizar y, creo que lo lograremos desde la perspectiva del misterio de la Cruz.

¡Es mi deseo que demos muchos frutos en esta dirección!

Saludo inaugural

Buonomo Vincenzo4

Al mismo tiempo que doy la bienvenida de la Universidad Lateranense a todos los participantes en los trabajos del Congreso y que vienen de varios países y de diferentes experiencias, deseo también agradecer a todos los que lo prepararon. Recuerdo mi primer encuentro con el P. Fernando Taccone, CP, en septiembre del 2018. Él es quien puso las bases definitivas y la estructuración para este encuentro internacional. En ese momento no esperábamos la pandemia, ni preveíamos la situación que se verificó después y que nos llevó a un retraso de esta cita, a una programación diferente y a una adecuación de su estructura. A pesar de todo esto, la tenacidad y el empeño del P. Taccone, han logrado mantener esa respiración universal que está viendo llegar “voces” de todas partes del mundo con una variedad, no solo lingüística, sino también, de acercamientos diversos del tema de la Cruz. Este importante resultado confirma que los planes de Dios no son los nuestros, ni son otros planes extraños en los que quisiéramos refugiarnos.

El agradecimiento va también a la “Cátedra Gloria Crucis” que es parte activa de esta Universidad y que está comprometida no solo con la Facultad de Teología y con el Instituto pastoral Redemptor Hominis, sino también con todo el Ateneo, como estructura que impulsa la investigación y que se compromete con ella. En todos estos años, la dirección del P. Taccone, ha organizado y llevado adelante la Cátedra que, a su vez, está conectada con la revista especializada La Sapienza della Croce, que da prestigio e impulsa la doctrina necesaria que se elabora al interno de una de las realidades universitarias.

A través de la experiencia de la Cátedra, también se pensó en una exposición de arte enmarcada en torno a la imagen del misterio de la Cruz en la “cotidianidad de los últimos”, de aquellos que tienen necesidad de asistencia y de cooperación. Lo atestiguan las imágenes de la realidad de Haití, a través de las palabras y las obras del P. Richard Frechette, CP, que con su frase: “estamos haciendo todo lo posible”, nos permite no olvidar que en las situaciones de necesidad siempre es posible hacer algo más: esta es la experiencia de la Cruz. Mirando las imágenes de Haití en la exposición relacionada con el Congreso, encontramos un ejemplo concreto de cómo el espíritu de la Cruz se puede relacionar con el índice de la pobreza, con las misiones de paz que trabajan en ese país, con las actividades post-terremoto de hace 11 años y con todo el flujo de solidaridad que se está dando. Pero todo esto corre el riesgo de quedar incompleto porque faltan operarios capaces de abrazar la Cruz y, con ello, actuar eficazmente. No es retórica decir esto, desde el momento en que nuestra perspectiva de cooperación, muchas veces, se define desde un escritorio y no se concretiza en relación con la gente y por la gente. La exposición enriquece el Congreso con la inmediata visibilidad del lenguaje y de la acción que se lleva a cabo, por un lado, con espíritu evangélico, y por otro, con espíritu de humanidad y esto significa unir a los creyentes con los no creyentes. A la luz de esta perspectiva, hablar hoy de la Cruz, puede significar no solo una imagen o un ejemplo, sino la posibilidad de seguir adelante en favor de los otros y esto vale tanto para el creyente como para quien tiene otra visión.

La Cruz, para el cristiano es un inicio, no un final, porque a partir del sufrimiento necesariamente nace algo positivo. La cooperación internacional se presta muy bien como ejemplo de esto. En efecto, todas las metas logradas en el contexto que compromete gobiernos, organizaciones internacionales y sociedad civil, se realizan con dificultades, porque llega el momento en que se dan cuenta de que el proyecto no funciona o de que el financiamiento no basta. Y hay sufrimiento también en el tener que compartir un objetivo con otros, cosa que no es siempre fácil, pero que se supera delante del riesgo de tener desacuerdos en lugar de la necesaria cooperación.

La imagen de la Cruz, con su abrazo que parece acogernos a todos juntos, se propone como el acto de compartir. Esto explica por qué el Congreso está dando espacio y visibilidad no solo a temas estrictamente teológicos, sino que, partiendo de estos, quiere leer la actualidad: este es el sentido de las imágenes de Haití y de tantas otras situaciones análogas. Reflexionar sobre la actualidad, significa tener en cuenta temáticas que se refieren al desarrollo y no solo al crecimiento económico, ya que muchos relacionan cómodamente la palabra desarrollo a economía. El compartir, como un efecto de la Cruz, es otra cosa ya que la Cruz descubre la necesidad de la fe en la humanidad y en la persona. Si falta esto, evidentemente pueden crearse estructuras y grandes proyectos pero con obras limitadas ya que, probablemente, más que satisfacer las exigencias de los favorecidos, se conectan a los intereses y exigencias de una de las partes o de los que realizan la cooperación. A este peligro real tratan de escapar las organizaciones que multiplican su presencia allí donde se sufre; lo muestra el ejemplo de la Fundación Rava, que está presente en este Congreso para ofrecer su experiencia como la de alguien que pone su atención en las exigencias de las minorías y de los pequeños y que piensa también en la construcción del futuro.

Compartiendo estos presupuestos, la Universidad ha dado su aportación a este Congreso con sus docentes y su estructura. Es cierto que esta iniciativa significa, para todos, la primera asistencia en actividades “presenciales” y, en este sentido, la Cruz se convierte en símbolo de renacimiento y de reinicio después del encierro que ha tenido lugar desde marzo del 2020. Se puede decir que el Congreso debe verse como algo que reinicia a partir el sufrimiento vivido y que hoy impone que miremos el futuro de modo diferente. No podemos decir que “todo será como antes”, porque claramente se espera que tengamos una conversión personal y así entendamos la necesidad de reequilibrar y revisar nuestro sentido de cotidianidad y el sentido de las actividades que llevamos a cabo. Basta pensar en la necesidad de liberarnos de la idea de crecimiento que busca exclusivamente lo económico y que, por ello, está ligado esencialmente a las ganancias en lugar de hacer crecer la dignidad de la persona humana.

Nuestro agradecimiento también se dirige al P. Joachim Rego CP, Superior General y, a través de él, a toda la Congregación Pasionista por su serio compromiso y por la atención hacia la Universidad Lateranense dándole este Congreso que es una iniciativa más bien académica en el Jubileo de los hijos de San Pablo de la Cruz.

Generalmente, cuando una universidad afronta una temática a través de un estudio y profundización, se le pide que ofrezca una clave de lectura, un método y una aportación nueva a la doctrina y al saber. No quiero ocultar que, en este caso, la primera reacción fue de este tipo: ¿se puede decir algo nuevo sobre la Cruz? Sin embargo, con esto se motiva a la necesidad de pensar en algo que pueda responder a las expectativas de hoy.

Ha surgido la idea, entre otras, de la llamada geopolítica de la Cruz, donde el símbolo de la Redención se convierte en un instrumento para hablar en el interior del proceso que se está llevando a cabo en el ámbito de los debates de carácter cultural, político y jurídico, en las organizaciones internacionales, en las actividades diplomáticas y en las negociaciones. Y esto, a través, de la identidad de la Cruz, es decir, no modificando su significado, su alcance y su misterio, no adaptándola a las necesidades, sino más bien, adecuando la geopolítica a la experiencia, al significado y a las palabras que surgen de la Cruz. Se trata de una especie de pastoral de la Cruz en la que se coloque el elemento de la geopolítica junto con la capacidad de comprender y afrontar, a través del método propio, los problemas actuales de la vida de los pueblos o de la cultura contemporánea para entender su significado, sus contenidos y su lenguaje. Se trata de afrontar las diferentes situaciones en las que la Cruz está presente, en las que se expresa no solo como sufrimiento, sino, como esfuerzo por superar algunas situaciones y así llegar a soluciones. Basados en esta convicción se ha estructurado el programa del Congreso, indagando cómo la Cruz se coloca con su misterio y con sus palabras en la sociedad contemporánea.

Este acercamiento es muy importante para la Universidad ya que nace de un precedente: la “Cátedra Gloria Crucis”. En efecto, en estos últimos años la Cátedra se ha ocupado de temáticas ligadas a la actualidad y a la contemporaneidad como son: la migración, los desórdenes de carácter político-jurídico en el interior de los Estados, las situaciones ligadas a la cooperación internacional y los problemas del subdesarrollo: todas ellas son la Cruz encarnada en situaciones concretas. Situaciones que el Congreso retoma para explicarlas de modo sistemático, más allá de la visión de disciplinas separadas, sino más bien, buscando una lectura multidisciplinar e interdisciplinar capaz de implicar e interesar a la pastoral, a la teología fundamental y a la filosofía, o convertirse por derecho en una modalidad que exprese reglas y normas a través de la experiencia directa. En el fondo, desde el momento en que la Cruz se mira no solo como símbolo, sino como esperanza, es posible construir un futuro olvidando la frase “siempre se ha hecho así” e imponiendo la revisión de las praxis, los contenidos y las acciones.

Esto significa crear la capacidad de llevar la Cruz a las situaciones concretas en las que se funden lo individual y lo comunitario: la pandemia ha mostrado esto con mayor evidencia. Si no hay un cambio en la vida personal, es imposible que haya un cambio de carácter comunitario general. Lo mostraba la imagen del Papa Francisco el 27 de marzo del 2020 en la Plaza de San Pedro, que miraba a la Cruz no solo como un instrumento capaz de “operar en la emergencia”, sino como un signo que permite entender que es posible manejar las dificultades graves como la pandemia. Manejar las dificultades mediante la Cruz, es finalmente el mayor desafío.

Para la Universidad, el itinerario y la reflexión que realizará este Congreso significa interrogarse de frente a la fragmentación del saber que hoy es uno de los elementos más preocupantes para los que se ocupan de actividades culturales o para los que tienen vida universitaria. La fragmentación del saber es el gran límite que pesa encima de nuestro actuar cotidiano. La idea de la Cruz nos lleva a la unidad del saber, conscientes de que tal unidad no se da gratuitamente: del saber podemos y debemos obtener algo, pero requiere sacrificio y compromiso, capacidad de imaginación y de creación. Es esencial distinguir y discernir esto desde la fase inicial.

Es suficiente pensar que el reinicio de la post-pandemia, está implicando a una pequeña parte de la humanidad, ya que en el mundo estamos acercándonos a 8.000 millones de habitantes, los beneficios de la curación y de las vacunas han sido, por el momento, para 1.500 millones, más o menos. Esto quiere decir que, para la mayor parte de la familia humana, el drama de la Cruz, entendida como sufrimiento, seguirá adelante. Sin embargo, al mismo tiempo, la Cruz nos impone tomar decisiones para que la curación pueda abrazar al resto de la familia humana: se nos exige compartir.

Para una Universidad, la opción de compartir significa investigar y reflexionar sobre la Sabiduría en sus diferentes formas, manifestaciones y sus múltiples conocimientos, entre los cuales, este Congreso nos coloca delante a la Sabiduría de la Cruz, es decir, todo lo que implica a la persona. Antes de Cristo, la Cruz era esencialmente un símbolo de poder, de un poder vivido y aplicado. El Hijo de Dios la convirtió en un instrumento de redención y de pascua; no solo como paso de la muerte a la vida, sino implicando también las dimensiones espiritual, cultural y, no menos importante, la institucional. ¿Qué puede representar la cruz en el mundo de hoy? ¿Es algo que tiene que ver solo con los creyentes o algo que puede interesar también a los que no creen o a los que tienen una actitud de búsqueda cotidiana? ¿La Cruz puede ser un instrumento también para ellos?

De frente a semejante desafío, la Universidad debe proveer una llave de lectura. Toca al mundo de la ciencia y de la reflexión académica proveer evidencias para evitar y superar conflictos y para cancelar la “cultura del descarte” evitando que esta se convierta en elemento fundamental y casi connatural a nuestra sociedad. Muchas veces hemos oído decir que ¡en la Cruz perdemos todo, pero de ella recomenzamos! Y para la Universidad es todavía más evidente en sus dificultades y progresos cotidianos, ya que el estudio y la investigación, muchas veces, hacen sufrir, pero al mismo tiempo, generan grandes alegrías gracias a los resultados obtenidos, quizá, para después regresar a la dificultad de tener que comunicar o compartir el peso de la investigación y responder a la necesidad de difundir los contenidos encontrados.

En este sentido, la Cruz, se convierte en certeza, porque permite ir más allá de los obstáculos o sanar heridas y llagas ligadas a la fatiga de lo cotidiano, del compromiso y del sacrificio. La Cruz es todavía una respuesta, tenemos como ejemplo el de Cristo y de los que, todavía hoy, sufren de diferentes maneras, por diversos motivos, por causa de la Cruz.

La Cruz es amor por sí mismo y amor por el otro y los otros. Son lapidarias las palabras que Lucas pone en el Evangelio en el episodio del Buen Samaritano, cuando este dice al posadero: cuida de él. En la Universidad, cuidar del otro, se convierte en objetivo e instrumento solo si se vive a través de la Cruz. Así, el docente, el estudiante, el operador administrativo y la comunidad entera trabajan en razón de un cuidado recíproco que, si falta, evidentemente, hace decrecer el concepto de Universitas, limitándose a una convivencia de personas, más o menos interesante, que busca intereses y objetivos comunes.

Para terminar, La Cruz permanece como un signo para cuantos trabajan en la Universidad, ya que nos ayuda a redescubrir las diversas vocaciones: la del docente que debe descubrirse humildemente de modo cotidiano para huir de la tentación de proponer simplemente una enseñanza ya gastada. La idea de la Cruz, por el contrario, nos impone revisar cada mañana qué y cuánto comunicamos a los que han sido confiados a nuestro cuidado; cuidado al estudiante para que encuentre el modo de construir su formación, orientándola hacia alguien o hacia algo, para convertirse en continuador de un pensamiento, de un método, de un modo de obrar en la Iglesia y en la Comunidad política.

En conclusión, a este Congreso se le ha confiado la tarea de inspirar a la Universidad Lateranense para que se abandone a la Cruz y así pueda comprender lo que se le está pidiendo y pueda investigar, trabajar y enseñar con toda humildad.

I. LA SABIDURÍA DE LA CRUZ Y LOS DESAFÍOS DE LAS CULTURAS

La Sabiduría de la Cruz como forma de reconciliación en un mundo plural

Rego Joachim5

En nombre de la Familia Pasionista mundial, doy a todos ustedes la bienvenida a este IV Congreso Teológico Internacional con el tema: “La Sabiduría de la Cruz en un mundo plural”. Este año los Pasionistas celebramos el Jubileo por los 300 años de la fundación de la Congregación de la Pasión por Pablo Danei, conocido como San Pablo de la Cruz. Como Congregación, hemos dedicado este año a renovar nuestra misión en la Iglesia y para el mundo. Este Congreso representa una importante expresión de ese compromiso.

El Año Jubilar coincide con la terrible pandemia de Covid-19 que ya se ha cobrado más de 3 millones de vidas y ha afectado a decenas de millones de personas en todo el mundo. Estoy seguro de que todos los presentes se han visto afectados por la pandemia de algún modo personal. Mientras reflexionamos e indagamos sobre la sabiduría en el misterio de la Pasión de Cristo, también oramos para que la pandemia termine cuanto antes y recordamos y expresamos nuestra solidaridad con todas las víctimas y sus familias.

Es una gracia poder reunirnos como miembros de la Iglesia universal. Cuando miro a mi alrededor, puedo ver personas de diversas nacionalidades y muchas otras que participan on line, de todos los continentes, todos unidos en la búsqueda común de la sabiduría y la gracia. Hemos sido reunidos por el único Espíritu que derrama abundancia de dones diferentes para bendecir a la Iglesia y al mundo con variedad de servicios y expresiones de amor. Esto también forma parte de lo que celebramos en este Congreso sobre “La Sabiduría de la Cruz en un Mundo Plural”.

1. Pluralismo

Al dar a todos la bienvenida – a los que están aquí personalmente y a los que participan on line –, lo hago desde el respeto a la diversidad y pluralidad de aquellos que provienen de otras familias religiosas, otros países, otras religiones y confesiones cristianas... porque sabemos cuánto podemos beneficiarnos de los dones de la ciencia de todos y de una escucha respetuosa de las intuiciones de los demás. Es esta una importante expresión del pluralismo que vivimos y celebramos en este Congreso.

Ahora más que nunca, las personas de todo el mundo se ponen en movimiento por muchas y variadas razones, lo que hace que nuestro mundo sea cada vez más plural. La diversidad religiosa y cultural es, cada vez más, una característica de nuestro mundo, como nunca antes lo había sido. El modo con que nos encontramos y respondemos a esta diversidad lo llamamos pluralismo.

La profesora Diana Eck del “Proyecto sobre el Pluralismo” de la Universidad de Harvard, describe el pluralismo como “una realidad basada en el diálogo y centrada en una enérgica confrontación con la diversidad, con la búsqueda activa de una comprensión que supere las líneas que trazan las diferencias y el encuentro con las convicciones”. Ella explica que, en primer lugar, el pluralismo no es simplemente diversidad, sino una decidida confrontación con la diversidad. En segundo lugar, el pluralismo no es simplemente tolerancia, sino la búsqueda activa de entendimiento, más allá de los límites trazados por las diferencias. En tercer lugar, el pluralismo es el encuentro de las diversas “posturas” y no requiere que dejemos atrás nuestra propia identidad ni nuestras convicciones. Más bien, significa mantener nuestras diferencias más profundas – incluso las diferencias religiosas –, no de forma aislada, sino en relación con los demás. En cuarto lugar, el pluralismo se basa en el diálogo y el encuentro, en el “dar” y “recibir”, en ser críticos y autocríticos. El pluralismo implica el compromiso para sentarse en la mesa de diálogo, pero con las propias convicciones.

Los cristianos, en casi todas partes del mundo, viven en sociedades religiosamente plurales. Esta situación influye en sus vidas cotidianas y les obliga a encontrar nuevas formas de comprensión y convivencia con personas de otras culturas, tradiciones religiosas e incluso animismo espiritual. Cada nuevo encuentro y relación nos remodela y desafía a vivir como comunidad global en el respeto mutuo, en hermandad y en paz. En nuestros tiempos, el Papa Francisco está especialmente empeñado en la construcción de una “cultura de la fraternidad” y nos desafía a todos a vivir con los valores de la solidaridad, el respeto a las diferencias y la preocupación por los necesitados. Esto es lo que da credibilidad a nuestras iglesias y comunidades religiosas como fuerzas y agentes que pueden llevar justicia, paz y reconciliación a un mundo fracturado.

Algunas personas reaccionan negativamente a la mención de la palabra “pluralismo” porque la identifican con el término “relativismo”. Pero, por supuesto, pluralismo no es lo mismo que relativismo. El pluralismo es el reconocimiento de la rica variedad de culturas, lenguajes, religiones, espiritualidades, formas de pensar y vivir... que existen en el mundo. Es una celebración de la “variedad”, como la maravillosa expresión del genio y la creatividad de los seres humanos. El pluralismo es una ética del vivir juntos en una sociedad diversificada, no la mera tolerancia o el relativismo, sino más bien el encuentro real de convicciones.

El pluralismo no se opone a la objetividad. Se opone a la vieja visión clásica de una sola y única cultura superior a la que todas las personas deben aspirar. Esto realmente significaría, en la práctica, la imposición de las normas de un tipo de cultura al resto del mundo. Históricamente sabemos que, con la expansión del colonialismo, el estilo de vida y las costumbres europeas y occidentales se exportaron y muchas veces se impusieron a otros pueblos: la vestimenta, las lenguas, la religión y la educación europeas... se impusieron a otros como una forma para “civilizarlos”. Ese tipo de “normalización” era una forma de imperialismo y enfatizaba el dominio, la superioridad e incluso la supremacía de la raza blanca, apoyada por la idea de una única naturaleza humana con una única cultura, un único modo de pensar y un único modo de ser para todos. Hoy, afortunadamente – o al menos es de esperar –, hemos dejado atrás esa idea y nos sentimos cómodos con la realidad de muchas culturas, lenguas, religiones y estilos de vida diferentes... una pluralidad que expresa las múltiples posibilidades inherentes a la naturaleza humana. Pero, como sabemos, incluso hoy en día, el deseo de algunos de imponer el punto de vista de una sola cultura y religión sigue siendo una fuerza a la que hay que enfrentarse.

Al reflexionar sobre el pluralismo en el mundo cristiano, hemos llegado a reconocer la diversa variedad de ritos, teologías y tradiciones que componen la única Iglesia Católica. Con respeto, nos esforzamos por comprender la rica variedad de las expresiones de fe y expresiones litúrgicas contenidas en las iglesias católico-orientales, católica romana y ortodoxas.

Nuestra vida cotidiana se ve afectada por la pluralidad religiosa y existe una necesidad pastoral que nos exige que estemos preparados para vivir en un mundo religiosamente plural. Al considerar la cuestión del enfoque teológico de la pluralidad religiosa, el Consejo Mundial de Iglesias en un documento titulado: “Pluralidad religiosa y autocomprensión cristiana”, declaró:

“Como cristianos, tratamos de construir una nueva relación con otras tradiciones religiosas porque creemos que es algo intrínseco al mensaje del evangelio e inherente a nuestra misión de colaboradores con Dios en la sanación del mundo. Por esta razón, el ministerio de la relación de Dios con todo el pueblo de Dios y los muchos modos en que las personas han respondido a este misterio, nos invitan a explorar más plenamente la realidad de otras tradiciones religiosas y nuestra propia identidad como cristianos en un mundo religiosamente plural”.

2. Sabiduría

Al reflexionar sobre la Sabiduría de la Cruz, podemos decir que, a primera vista, la cruz que lleva el cuerpo de Jesús no resulta muy atractiva. Como dice el profeta Isaías, “sin figura, sin belleza, lo vimos sin aspecto atrayente” (Is. 53,2). Históricamente, la cruz era un instrumento de tortura y la persona clavada en la cruz era un criminal condenado. Entonces, ¿qué hay de sabiduría en la Cruz de Jesús? Como sabemos, San Pablo, en su Carta a los Corintios, tiene algo importante que decir al respecto en la confrontación de judíos y griegos. Pero ¿qué decir de nosotros hoy, aquí?

Jesús terminó su vida en la cruz debido a su confrontación con el poder de Roma y la “sabiduría” de Caifás y los líderes judíos. Irónicamente, fueron los que se le opusieron los que, sin darse cuenta, levantaron a Jesús en la cruz para que todo el mundo pudiera contemplarlo por toda la eternidad. Hoy, no podemos mirar la Cruz sin reconocer que fueron los llamados poderosos y sabios de este mundo quienes pusieron a Jesús allí y quienes después se reunieron para celebrar su desaparición.

La sabiduría de los sabios demostró realmente su necedad y la necedad de Jesús resultó ser la verdadera Sabiduría. Sabiduría y necedad, poder y fuerza, luz y tinieblas se dan juntas.

La sabiduría de la cruz significa que estamos con Jesús y sabemos que el poder y la sabiduría humanos no salvarán al mundo. Tener la Sabiduría de la Cruz es saber que Dios ha elegido revelarse a sí mismo en la humillación de la cruz y con el único poder que Dios conoce, es decir, el poder de amar, sanar y salvar. Esto es contrario a la reacción humana, a menudo instintiva, que responde con violencia, represalia y venganza. La Sabiduría de la Cruz de Jesús nos muestra el camino de la reconciliación y los medios para conseguir la unidad y la paz.

3. Reconciliación

Como todos sabemos, en nuestro mundo plural de hoy, existe un desagradable clima de división motivado por la sospecha y el miedo a la diferencia. Desafortunadamente, incluso la fe religiosa se invoca a menudo como justificación del extremismo odioso. Sin embargo, nosotros, en nombre de Dios y del Hijo de Dios, Jesús, estamos comprometidos a dedicarnos personalmente al “Shalom” del Reino de Dios, un reino que unirá a todas las gentes en la única familia de nuestro Dios y Padre. Como dice San Pablo en la Carta a los Colosenses: “Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

Con su muerte y resurrección, Jesús, el Mesías, marcó el comienzo de la era mesiánica de paz. La “paz” fue el regalo pascual del Señor resucitado a sus amigos. La misión de la Iglesia es ser signo, instrumento y prefiguración del Reino de Paz de Dios, en la tierra como en el cielo. Como Pasionistas, compartimos la misión de la Iglesia de ser instrumentos de la paz de Dios y señalar el Reino.

Creemos que la Cruz, en la que se encierra el misterio de la sabiduría divina, es el instrumento de paz y reconciliación de Dios. Consideramos que nuestra misión es ir en el nombre de Jesús, llevar la Buena Nueva a las multitudes de personas que sufren de nuestro tiempo. Queremos ser testigos e instrumentos de su paz, que supera todo tipo de división y separación, conflicto e injusticia. Hacemos esto colocando la Cruz en el centro de nuestra vida y misión, recordando las palabras de Jesús: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32). Jesús supera toda división, reconcilia a judíos y gentiles, une todo en el cielo y en la tierra y hace la paz derramando su sangre en la cruz (Col 1,20).

La misión de los Pasionistas forma parte de la misión universal de la Iglesia. El Concilio Vaticano II describe a la Iglesia como signo y sacramento de unidad de todas las personas. En Gaudium et Spes (92) leemos:

“La Iglesia, en virtud de la misión que tiene de iluminar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo Espíritu a todos los hombres de cualquier nación, raza o cultura, se convierte en señal de la fraternidad que permite y consolida el diálogo sincero”.

Los pasionistas comparten esta misión de promover la unidad de todos los pueblos, cultivando una cultura de fraternidad y compasión, promoviendo el respeto y la aceptación mutuos y trabajando por la curación y reconciliación de toda división. Es un camino privilegiado hacia la paz. Como dice el Papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti (225):

“En muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia”.

Creemos que esto se puede realizar si estamos abiertos al poder de Dios revelado en la sabiduría de la Cruz de Jesús.

4. La Iglesia hoy

Entonces, ¿cómo presentaremos y anunciaremos la Sabiduría de la Cruz de Cristo a nuestro mundo plural?

Hoy toda la Iglesia ha sido convocada a una nueva vida misionera. Todo cristiano bautizado es misionero por naturaleza y es enviado para dar a conocer a Jesús y la alegría del Evangelio a sus vecinos, amigos y a todas las personas. El Papa Francisco está en la vanguardia de este impulso misionero y nos ayuda a explorar el significado de la evangelización con nuevos modos. En este momento, el Papa nos pide que seamos especialmente sensibles a la crisis climática que amenaza a toda la vida en el planeta, una crisis que está golpeando la vida de las personas más vulnerables. Ha insistido en el hecho de que el sistema económico dominante está teniendo consecuencias muy negativas para las personas más pobres de todo el mundo. Ha abierto nuestros ojos y nuestras mentes a la realidad de las personas que piensan, creen y adoran de manera diferente a nosotros. Ha tendido la mano de la amistad y abierto su corazón al encuentro y al diálogo con otros cristianos, con el pueblo judío, con musulmanes, budistas y miembros de otras religiones. En todo esto, el Papa Francisco da testimonio del amor de Dios nuestro Padre por toda la humanidad y de la voluntad de Dios de unir a todas las personas en una sola familia humana. Con sus acciones, pone en práctica “la Sabiduría de la Cruz”.

Recordamos la oración de Jesús por la unidad, la noche antes de su muerte: “Para que todos sean uno” (Jn 17,21). Estas palabras de Jesús pueden considerarse como una declaración de la misión que recibió de su Padre. Esta unidad no puede ser impuesta por la fuerza política o militar, ni puede comprarse con el poder económico. La unidad por la que Jesús ora y que todas las personas anhelan, solo puede lograrse mediante el amor misericordioso de Dios. Este es el amor que vemos en la Cruz cuando Jesús extiende sus brazos para abrazar a toda la humanidad. Este es el amor que también nosotros llevamos al mundo, en el nombre de Jesús, al proclamar la Buena Nueva y trabajar por el establecimiento del Reino de Dios, en la tierra como en el cielo.

Hace trescientos años, San Pablo de la Cruz reunió compañeros y fundó una Congregación “para mantener viva la memoria de la Pasión de Jesús” con la contemplación del amor del Crucificado, que sufre en la cruz. En su contemplación, Pablo recibió el don de la intuición de ver revelada en la Cruz y en la Pasión de Jesús “la obra más grande y maravillosa del amor de Dios”: la Sabiduría de Dios para toda la humanidad y la creación.

Agradezco a todos su atención y les deseo una fructífera reflexión e inspiradas intuiciones mientras profundizamos juntos en el misterio de la Cruz, buscando encontrar en él la Sabiduría de Dios para un mundo plural.

Entre los signos y la sabiduría: la palabra de la cruz

Pitta Antonio6

“La teología paulina se dedica a hacer resaltar, cada vez de un modo nuevo, el significado salvífico de la cruz. Esa es la teología de la palabra, porque solo a través de la palabra de la cruz esta muerte sigue presente, gracia, promesa, compromiso... crux sola nostra theologia”7. Así Ernst Käsemann definía en el siglo XX la teología paulina.

La palabra de la cruz (cf. 1Cor 1,18-21), que introduce 1Corintios, es uno de los desafíos más violentos que el movimiento protocristiano ha tenido que afrontar. Entre la búsqueda de los signos, atribuida a los judíos, y la de la sabiduría, reconocida por los griegos o los gentiles, la predicación de Cristo crucificado constituye el criterio esencial en cuanto establece la diferencia entre ambos ambientes culturales.

¿Cuáles son los obstáculos principales que la predicación de Cristo crucificado ha tenido que afrontar en el ambiente greco-romano y en el ambiente judío? ¿Por qué tal predicación que incluye el anuncio de la resurrección impone una reflexión de la misma sabiduría y del reconocimiento de los milagros o de los signos?

Procederemos según la evolución del pensamiento paulino acerca de la palabra de la cruz, sopesando, ante todo, el impacto que ha tenido, sobre todo en el ambiente judío de su tiempo, así como en el ambiente más amplio greco-romano. En definitiva, se requiere una permanente actualidad de la palabra de la cruz tanto para creyentes como para los no creyentes.

1. De la piedra de escándalo a la piedra angular

Si según parece, entre Jesús de Nazareth y Pablo de Tarso no existe un vacío, sino que comienzan a surgir las primeras iglesias domésticas en Palestina Jerusalén con Judea y la baja Galilea y en Siria (Antioquía y Damasco), a Pablo se le debe, entre otras cosas el mérito de haber colocado en el centro de su predicación a Cristo crucificado (cf. 1Cor 1,23; Gal 3,1)8. El crucificado es, de hecho, el parteaguas decisivo entre el Pablo perseguidor de la iglesia de Dios (cf. Gál 1,13) y el Pablo perseguido a causa de la cruz de Cristo (cf. Gál 6,12). Antes de la revelación en el camino hacia Damasco, Pablo/Saulo compartía con el judaísmo del segundo templo la abjuración “Jesús anatema” (cf. 1Cor 12,3). La sentencia “un colgado es una maldición de Dios” de Dt 21,23, había adquirido una función halakica