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La semilla y la cizaña es un auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca, género en el que llegó a alcanzar la plenitud, al combinar a la perfección con su talento natural, amante de la pintura y de las sutilezas y complejidades teológicas.
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Seitenzahl: 56
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Calderón de la Barca
Saga
La semilla y la cizañaCover image: Shutterstock Copyright © 1651, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726499551
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
PERSONAS
Tócase una caja de guerra y sale del primercarro la Cizaña, vestida de demonio, con bengalay espada
Cizaña Abra horrible la boca
el báratro en los labios de esta roca
y arrójeme violento
el humoso bostezo de su aliento
a acaudillar valiente 5
las numerosas huestes de mi gente
para aquella gran lid, cuyo trofeo
Lucas lo diga, dígalo Mateo,
cuando uno y otro digan cuán extraña
al mundo fue la lid de la Cizaña. 10
¡Oh tú que en las obscuras
bóvedas tristes de esas peñas duras
tus cóleras reprimes,
y preso bramas y encerrado gimes,
por abortar tus sañas 15
el caduco verdor de esas campañas
donde son tus horrores
tala de mieses, árboles y flores,
Cierzo abrasado y ciego,
monstruoso embrión de aire y de fuego, 20
pues por adonde pasas
no se sabe si hielas o si abrasas!
Rompe a mi voz la estrecha
prisión que tiene Dios a tu ira hecha,
pues forajido esclavo suyo eres. 25
Sale del segundo carro el Cierzo, vestido de demonio, con plumas y bengala
Cierzo Aquesas son mis señas, ¿qué me quieres?
Cizaña Que te vengas conmigo.
Cierzo Ya sabes que veloz tus pasos sigo
siempre que contra el sol en la campaña
se conjuran el Cierzo y la Cizaña 30
a hacerle tú sus frutos infelices
y yo a arrancarle todas sus raíces,
pues soplando impaciente
las ráfagas que vienen del Poniente
de las cóleras mías, 35
el espíritu dijo de Isaías
—que de mí solo esto entenderse puede—
que todo el mal del Aquilón procede.
¿Pero dónde me llevas?
Cizaña A hacer de ti tan nunca vistas pruebas 40
que aun la voz que las dice las ignora.
Yo... mas luego lo oirás, atiende ahora.
Ira de Dios, que dentro
del abismo encerrada, pues tu centro
vio Juan cuando arrojada 45
la piedra que cayó precipitada
del alto monte, entre su impulso mismo
trajo tras sí las llaves del abismo,
sus monstruos abortando entre humo y llamas…
Sale del tercer carro la Ira, armada y con alas
Ira Esas mis señas son, ¿a qué me llamas?, 50
que yo cuando vio Juan abrirse el pozo,
lumbrera de este oscuro calabozo,
la Ira fui, en quien también vio que salían
en numerosas tropas, que cubrían
al sol, bien que de cárcel tan angosta, 55
armados escuadrones de langosta,
siendo con el rumor de lides graves
del monte fieras y del viento aves,
y pues el monstruo soy que es ave y fiera,
¿qué me quieres?
Cizaña Después lo oirás, espera. 60
Caliginoso espanto,
que al sol la luz apagas con el llanto,
pavorosa tiniebla,
noche intrusa del día, parda Niebla,
quien sus estragos hizo 65
batería las balas del granizo,
siempre que en tristes pálidos desmayos
les borras los abriles y los mayos
y vaga entre él y el mundo siempre andas…
Sale del cuarto carro la Niebla, con manto negro
Niebla Aquesas son mis señas, ¿qué me mandas?, 70
que obediente a tus voces
rompo la densidad de estos veloces
aires, que entupecidos
fueron de Job lamentos y gemidos
cuando dijo que era 75
la humana vida nave que ligera
al día sus ornatos deslucía,
pues a pesar del día,
viendo el vapor que su verdor destruye,
como flor nace y como sombra huye. 80
Ya que juntos nos tienes,
dinos contra qué fértil mies previenes
tanta lid, que has juntado
a los tres hoy aquí, que ya asustado
de uno en otro horizonte, 85
el orbe tiembla desde el valle al monte,
viendo al Cierzo en campaña,
la Langosta, la Niebla y la Cizaña.
Las Dos ¿Cuáles son tus intentos?
Cizaña Yo, si basto, les diré, oíd atentos. 90
Tanto Dios enamorado
el barro del hombre estima
que, como amante, anda siempre
usando embozos y cifras.
Olvidado (permitid 95
que en este estilo lo diga,
que aunque no se olvida Dios
basta mostrar que se olvida)
aquel primero delito
en que, fingiendo mi envidia 100
en la voz de la serpiente
cariñosa la malicia,
sembró la primer cizaña,
cuyo nombre me eterniza
por los siglos, en memoria 105
de mi aplauso y de su ruina…
Este es lugar muy común;
y así, aparte sus noticias,
de mi primero concepto
a correr vuelvo la línea. 110
Tanto Dios enamorado
el barro del hombre estima
que ronda a su amor usando
de disfraces y de enigmas.
Divinas y humanas letras 115
en varios textos lo digan,
de cuyas autoridades
ociosas están las citas,
pues no ignoráis que le llaman,
ya humanas y ya divinas 120
letras, una y muchas veces,
en voz activa y pasiva,
el sacerdote y el ara,
la hostia y quien la sacrifica,
redentor y redención, 125
legislador y ley misma,
quien da la luz y la luz,
la vida y quien da la vida,
la nube y la lluvia de ella,
el rocío y quien le envía, 130
puerta y quien la puerta abre,
el médico y medicina,
la cïencia y quien la lee,
el camino y quien le guía,
el cordero y el pastor, 135
el jüez y la justicia,
sin otros muchos lugares
de cuya suma infinita
ninguno me asombra tanto,
me asusta y me atemoriza 140
como aquel que, como dije,
en pasiva voz y activa,
bien como esotros le llaman…
Las Tres ¿Qué?
Cizaña Sembrador y semilla,
porque no sé qué misterio 145
en sí guarda, incluye y cifra
ser semilla y sembrador,
que siempre que es de mí oída
esta parábola, el pecho
se me estremece, la vista 150
se me turba, titubea
el labio, la voz delira,
la lengua se me entorpece,
el cabello se me eriza,
el discurso se me pasma, 155
el sentido se me quita
y el corazón, rey de todos,
tanto del uso se priva
que cuando se abrasa más
late con alas más tibias. 160
En fin, aqueste atributo,
que sembrador le apellida
y semilla juntamente,
el asunto es de mis iras,
para cuya inteligencia 165
es bien que primero diga
la parábola a la letra,
para que después de oída
sepáis para lo que os llama