La vida es sueño - Pedro Calderon de la Barca - E-Book

La vida es sueño E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung


La vieja historia de un joven príncipe desterrado por el padre que desea evitar el fatal vaticinio de las estrellas es el punto de partida de la obra maestra de Calderón, publicada en la Primera parte de sus comedias (1636). Pocas piezas del teatro áureo lograron ensamblar una riqueza de pensamiento tan sugestiva y compleja con una técnica tan depurada en la articulación de la trama y el manejo de la lengua poética.
Pocas obras maestras se muestran tan vigentes hoy día (un hoy especialmente predispuesto a la añoranza barroca) como La vida es sueño. Drama religioso o filosófico que, desde el absoluto seiscentista, urde sus raíces en los mitos orientales, la literalidad de su lección moral es capaz, sin embargo, de traducirse en lectura política (educación de príncipes) y en grito revolucionario

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Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

Pedro Calderón de la Barca

LA VIDA ES UN SUEÑO

Traducido por Carola Tognetti

ISBN 978-88-3295-603-0

Greenbooks editore

Edición digital

Mayo 2020

www.greenbooks-editore.com

ISBN: 978-88-3295-603-0
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Indice

Personajes

PRIMER ACTO

SEGUNDO ACTO

TERCER ACTO

Personajes

ROSAURA, dama

SEGISMUNDO, príncipe

CLOTALDO, viejo

ESTRELLA, infanta

CLARÍN, gracioso

BASILIO, rey de Polonia

ASTOLFO, infante

GUARDIAS

SOLDADOS

MÚSICOS

PRIMER ACTO

(En las montañas de Polonia )

Salen en lo alto de un monte ROSAURA, en hábito de hombre, de camino, y en representado los primeros versos va bajando

ROSAURA: Hipogrifo violento que corriste parejas con el viento,

¿dónde, rayo sin llama, pájaro sin matiz, pez sin escama, y bruto sin instinto natural, al confuso laberinto de esas desnudas peñas te desbocas, te arrastras y despeñas? Quédate en este monte,

donde tengan los brutos su Faetonte; que yo, sin más camino

que el que me dan las leyes del destino,

ciega y desesperada bajaré la cabeza enmarañada de este monte eminente, que arruga al sol el ceño de su frente. Mal, Polonia, recibes

a un extranjero, pues con sangre escribes su entrada en tus arenas, y apenas llega, cuando llega a penas; bien mi suerte lo dice; mas ¿dónde halló piedad un infelice?

Sale CLARÍN, gracioso

CLARÍN: Di dos, y no me dejes en la posada a mí cuando te quejes; que si dos hemos sido

los que de nuestra patria hemos salido a probar aventuras,

dos los que entre desdichas y locuras

aquí habemos llegado,

y dos los que del monte hemos rodado,

¿no es razón que yo sienta meterme en el pesar, y no en la cuenta?

ROSAURA: No quise darte parte en mis quejas, Clarín, por no quitarte, llorando tu desvelo, el derecho que tienes al consuelo. Que tanto gusto había en quejarse, un filósofo decía, que, a trueco de quejarse, habían las desdichas de buscarse.

CLARÍN: El filósofo era un borracho barbón; ¡oh, quién le diera más de mil bofetadas!

Quejárase después de muy bien dadas. Mas ¿qué haremos, señora, a pie, solos, perdidos y a esta hora en un desierto monte, cuando se parte el sol a otro horizonte?

ROSAURA: ¿Quién ha visto sucesos tan extraños!

Mas si la vista no padece engaños

que hace la fantasía,

a la medrosa luz que aun tiene el día, me parece que veo un edificio.

CLARÍN: O miente mi deseo, o termino las señas.

ROSAURA: Rústico nace entre desnudas peñas

un palacio tan breve

que el sol apenas a mirar se atreve; con tan rudo artificio

la arquitectura está de su edificio, que parece, a las plantas de tantas rocas y de peñas tantas que al sol tocan la lumbre, peñasco que ha rodado de la cumbre.

CLARÍN: Vámonos acercando; que éste es mucho mirar, señora, cuando es mejor que la gente

que habita en ella, generosamente nos admita.

ROSAURA: La puerta - mejor diré funesta boca- abierta está, y desde su centro nace la noche, pues la engendra dentro.

Suena ruido de cadenas

CLARÍN: ¿Qué es lo que escucho, cielo!

ROSAURA: Inmóvil bulto soy de fuego y hielo.

CLARÍN: ¿Cadenita hay que suena?

Mátenme, si no es galeote en pena.

Bien mi temor lo dice.

Dentro SEGISMUNDO

SEGISMUNDO: ¡Ay, mísero de mí, y ay infelice!

ROSAURA: ¡Qué triste vos escucho! Con nuevas penas y tormentos lucho.

CLARÍN: Yo con nuevos temores.

ROSAURA: Clarín...

CLARÍN: ¿Señora...?

ROSAURA: Huyamos los rigores de esta encantada torre.

CLARÍN: Yo aún no tengo ánimo de huír, cuando a eso vengo.

ROSAURA: ¿No es breve luz aquella

caduca exhalación, pálida estrella, que en trémulos desmayos pulsando ardores y latiendo rayos, hace más tenebrosa la obscura habitación con luz dudosa? Sí, pues a sus reflejos

puedo determinar, aunque de lejos, una prisión obscura;

que es de un vivo cadáver sepultura; y porque más me asombre, en el traje de fiera yace un hombre de prisiones cargado y sólo de la luz acompañado. Pues huír no podemos, desde aquí sus desdichas escuchemos. Sepamos lo que dice.

Descúbrese SEGISMUNDO con una cadena y la luz vestido de pieles

SEGISMUNDO: ¡Ay mísero de mí, y ay infelice!