La viña del señor - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

La viña del señor E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

Entremés de la viña del señor es una pieza de teatro breve de Pedro Calderón de la Barca. En concreto, el entremés es una comedia de corta duración, ya sea en prosa o en verso, destinada a amenizar los entreactos de las comedias del Siglo de Oro español.

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Seitenzahl: 72

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

La viña del señor

 

Saga

La viña del señorCover image: Shutterstock Copyright © 1650, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726496758

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Auto sacramental alegórico intitulado

PERSONAS

EL LUCERO DE LA NOCHE. LA MALICIA. EL PADRE DE FAMILIAS. SU HIJO. EL LUCERO DEL DÍA. ISAÍAS. ZAGAL PRIMERO. ZAGAL SEGUNDO. JEREMÍAS. LA GENTILIDAD. EL HEBRAÍSMO. LA SINAGOGA. LA INOCIENCIA. LA FE. DOS NIÑOS. TROPA DE MÚSICOS, Y ZAGALES.

Cantando dentro el LUCERO DEL DÍA, y respondiendo toda la MÚSICA, salen poruna parte el LUCERO DE LA NOCHE, y por otra la MALICIA como oyendo a lo lejoslo que se canta.

 

LUCERO 1 Jornaleros de la vida,

que a providencias de Dios,

pan de ángeles cogisteis,

sembrando pan de dolor,

venid a mi voz.

MÚSICA Venid a mi voz. 5 5

LUCERO 1 Que el sueldo que os dio el señor de la mies,

igual os dará de la viña el señor.

MÚSICA Que el sueldo que os dio el señor de la mies,

igual os dará de la viña el señor.

MALICIA ¿Qué misteriosas voces 10

saludan hoy al día,

alternando veloces

del ritmo de su métrica armonía,

las cláusulas suaves,

con las hojas, las fuentes y las aves? 15

LUCERO 2 ¿Qué misteriosa salva

tan festiva hoy madruga,

que al llorar de la aurora, al reír del alba,

risas aumenta y lágrimas enjuga,

a cuyo acorde acento 20

en aves, fuentes y hojas calma el viento?

MALICIA El orbe suspendido

yace al ver que en sus cóncavos más huecos

no hay parte en que no suene repetido

el balbuciente idioma de los ecos. 25

LUCERO 2 Aún los troncos más áridos, más secos,

rejuvenecen al templado canto.

MALICIA Sola yo absorta...

LUCERO 2 Solo yo adormido...

MALICIA Sierpe al conjuro...

LUCERO 2 Víbora al encanto...

MALICIA Toda horror...

LUCERO 2 Todo espanto... 30

MALICIA Su frase ignoro...

LUCERO 2 Ignoro su sentido...

LOS 2 Por más que articular oiga esparcido

en átomos al céfiro veloz...

MÚSICA Venid a mi voz,

que el sueldo que os dio el señor de la mies, 35

igual os dará de la viña el señor.

LUCERO 2 Mas ¡ay de mí! ¿Qué mucho

que admire el nuevo cántico que escucho?

MALICIA Mas ¡ay de mí! ¿Qué extraño

que tema el nuevo cántico en mi daño? 40

LUCERO 2 Cuando es objeto de mi devaneo...

MALICIA Cuando término es de mi suspiro...

LUCERO 2 Nuevo alcázar que allí labrado miro.

MALICIA Nueva heredad que allí plantada veo.

LUCERO 2 Lo que oigo dudo.

MALICIA Lo que dudo creo. 45

LUCERO 2 ¿Qué pirámide altiva será aquella

que a coronar de la mayor estrella

su chapitel tan elevada sube

que empieza torre y se remata nube?

MALICIA ¿Qué fértil viña bella, 50

que hasta hoy no vi, será la que cercada

tanto sobre las bardas se descuella,

que deja ver en ella,

de fértiles verdores coronada,

los laberintos de amorosas lides 55

con que se enlazan pámpanos y vides?

LUCERO 2 ¿Qué fuera ¡ay infeliz! que la alta torre

de la viña atalaya, unión tuviera

con aquel canto?

MALICIA ¡Ay infeliz! ¿Qué fuera

que aquella voz que tan sonora corre, 60

con este hermoso pago conviniera?

LUCERO 2 Dándome en lo frondoso de su esfera

hoy las mismas fatigas

las vides, que me dieron las espigas.

MALICIA Dándome hoy en sus dos frutos opimos, 65

las ansias que los haces los racimos.

LUCERO 2 Y es sin duda, pues que dijo,

convidando a su labor...

MALICIA Y es sin duda, pues llamando

a su afán, dijo el pregón... 70

LOS DOS Y MÚSICA Jornaleros de la vida,

que a providencias de Dios

pan de ángeles cogisteis

sembrando pan de dolor

venid a mi voz, 75

que el sueldo que os dio el señor de la mies,

igual os dará de la viña el señor.

LUCERO 2 ¿Qué señor ni qué viña? ¿De la era

del sembrador divino

el padre de familias no lo era? 80

MALICIA ¿El padre de familias no es quien vino

a conducir obreros,

igualando primeros y postreros?

LUCERO 2 ¿Pues cómo de la siega

a la vendimia pasa? 85

MALICIA ¿Pues cómo, si es que llega

a fabricar plantel, lagar y casa,

en dos sacras parábolas le infiero

una vez labrador y otra heredero?

LUCERO 2 ¡Oh quién, ya que la gracia y la hermosura 90

perdió, perdido hubiera

la ciencia, pues con eso no tuviera

que batallar en mí la conjetura!

MALICIA ¡Quién, ya que me llamó docta escritura,

depravado delirio de la mente, 95

entre las sombras de la edad presente

ofuscara la luz de la futura!

LUCERO 2 Y pues mi pena dura...

MALICIA Y pues mi ansia tirana...

LUCERO 2 No hay con quien más se desvanezca vana. 100

MALICIA No hay con quien más sus senos desabroche.

LUCERO 2 Me iré a valer de la Malicia humana.

MALICIA Consultaré al Lucero de la noche.

LOS DOS Donde, pues...

LUCERO 2 ¡Mas qué miro!

MALICIA ¡Mas qué veo!

LUCERO 2 ¿Has venido a mi voz o a mi deseo? 105

MALICIA A tu deseo y a tu voz, supuesto

que en tu voz y deseo el mío se indicia.

LUCERO [2] ¡Oh, si se buscan, qué unos y qué presto

se hallan réprobo Espíritu y Malicia!

Dime, pues, ¿qué me quieres? 110

MALICIA Lo que tú a mí si en mí tu pena infieres.

Bien te acordarás, Lucero,

-que en ti no puede caber

lo flexible del olvido-

de aquel fiero pasmo, aquel 115

mortal susto en que nos puso

de dudar y de temer

el sembrador, que comprando

el trigo del mercader

para su siembra, y saliendo 120

al campo al amanecer,

en cuatro partes de tierra

los sulcos abrió a su mies.

Dejo aparte si cayendo

el grano en piedras tal vez 125

no prendió raíces; dejo,

Lucero, aparte también

si cayendo en el camino,

ya del ave o ya del pie

robado, rindió el tributo 130

en secas aristas, bien

como el que cayó en vicioso

campo sufocado dél

en malas yerbas; y, en fin,

dejo si fue o si no fue 135

el que cayó en sazonada

tierra -en logro de la fe

del sembrador- fértil colmo

de lo inútil de los tres,

y voy a que esta semilla 140

nos dio bien claro a entender

en metáfora de trigo

de Dios la palabra, pues

en el duro corazón

cae, de piedra, a no prender 145

raíces; en el perezoso,

flojo y descuidado, a que

el polvo le desvanezca;

y en el lascivo a que dé

en malas yerbas verdores 150

que hermosos al parecer

son luego adelfas y ortigas

siendo solo en quien se ve

útil fruto el corazón

de quien le concibe fiel. 155

Hasta aquí he dicho por solo

dejar asentado que

significada en el trigo

de Dios la palabra esté

y en el trigo y la palabra 160

sombras y luces que den

esperanza a los mortales

de un gran prometido bien.

Sobre este principio paso

a que nadie dude ser 165

el gran padre de familias

rico mayoral de aquel

sembrador, pues labrador

le acredita ser de quien

su mismo hijo pronunció 170

«mi padre agrícola es»,

en cuyo ejercicio vimos

que al primero rosicler

del sol llamó a su labranza

obreros y sin perder 175

tiempo otros al mediodía

y otros al anochecer,

dando a los de antes el mismo

sueldo que a los de después

como quien dice «a mis puertas 180

para ostentar mi poder

cualquiera y a cualquier hora,

como llegue, llega bien».

Este conducir obreros

para una cosecha ayer 185

y hoy para otra, ayer de pan

y hoy de vino; este ofrecer

igual el jornal mostrando

que no hay distinción en él

de tiempos ni de personas, 190

pues llamados a merced

de su sueldo los iguala

sin injusticia de que

dando a unos lo suficiente

a otros lo gracioso dé, 195

me ha puesto en obligación

-como dije- de temer

viendo pasar a la viña

las tareas de la mies

si de aquel prometimiento 200

de Dios hay visos también

como en el pan en el vino.

LUCERO 2 Bien temes y dudas bien;

pues la misma duda, el mismo

temor es mi ansia cruel, 205

mayormente si corriendo

aquella primera tez

de su corteza a las sombras

y figuras, de que ves

lleno el sagrado volumen, 210

noto que halla el que le lee

iguales lejos y visos

de su esperado placer

como en el pan en el vino.

MALICIA Eso ¿cómo puede ser 215

cuando acabamos de oír

que el hombre en la desnudez

de mísero jornalero

puede atento a su interés

sembrando pan de dolor 220

pan de ángeles coger?