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Lances de amor y fortuna es una de las comedias teatrales de Pedro Calderón de la Barca, uno de los géneros dramáticos que más cultivó el autor, por detrás de los autos sacramentales. En ellas se suelen mezclar los enredos amorosos y familiares con los equívocos y las situaciones humorísticas.
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Seitenzahl: 83
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Calderón de la Barca
Saga
Lances de amor y fortunaCover image: Shutterstock Copyright © 1650, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497090
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
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Tocan cajas, y salen vestidos de caminoRugero y Alejo.
Rug. Gracias á Dios, que he llegado,
Noble Barcelona, á verte.
Alej. Y no ha sido menor suerte,
Que tanto bronce animado
Hoy con salva nos reciba.
Rug. Mal articuladas voces
Rompen los vientos veloces.
Unos. [dentro] Viva Aurora!
Otros. Estela viva!
Rug. No pudo engañarse ahora
Entre el rumor el oido;
Las hijas del Conde han sido
Las dos, Estela y Aurora.
Qué será?
Alej. ¿Qué te da pena,
Que voces al viento escriban,
Que Aurora y Estela vivan?
Vivan muy en hora buena,
Y vamos á la posada,
Donde nosotros tambien
Vivamos; porque no es bien
(Despues de tanta jornada)
Morirnos sin descansar.
Rug. ¿Á la posada, sin ver
Á mi hermana, y sin saber,
Qué ocasion pudo causar
Tal novedad?
Alej. Sí, por Dios,
Á la posada, y despues
De haber descansado un mes,
Y de haber dormido dos,
Saldremos de mejor gana
Por Barcelona, tú y yo,
Á ver si viven, ó no,
Y á visitar á tu hermana.
Rug. Á las puertas de palacio
Dividida en bandos ví
Mucha gente; desde aqui
Escuchemos.
Alej. Lindo espacio! [Retiranse los dos.
Salen por una parte Estela y el Conde de Ruisellon , y por otra Aurora, Lotario y Soldados.
Est. Ya sabes, hermosa Aurora,
Y ya todo el mundo sabe,
De mi justicia informado,
Como el Conde, nuestro padre,
(Que Dios haya!) en Margarita
Su esposa (que eterna yace
En mejor imperio!) tuvo
Dos hijas; mas con tan grande
Diferencia, que las dos
Hemos de ser, aunque iguales
En sangre, no en el valor,
Que comunicó una sangre;
Pues el Conde, antes que el nudo
Del matrimonio enlazase
Dos almas, de su hermosura
Firme galan, tierno amante
La sirvió. Si fue culpada
En este amor, tú lo sabes,
Pues publicaste naciendo
Sus necias facilidades.
Si fue su esposa despues,
Tambien fue su dama antes,
Y el futuro matrimonio
No la disculpó de fácil.
Casóse con ella en fin,
Que es el yugo mas suave,
Cuando á su coyunda llegan
Dispuestas dos voluntades.
Nací yo, y el Conde muerto,
Tú, por mayor, te llamaste
Condesa de Barcelona,
Sin ser legítima parte;
Pues hay cláusula que diga,
Y hay antigüedad que mande,
Que, si hay legítimo hijo,
Este herede, y cuando falte,
El bastardo y natural.
Luego á mí es bien que me aclamen
Por señora, siendo yo
Legítima, pues durante
El matrimonio nací;
Y tú natural, pues antes
Que fuese su esposa fuiste
Fruto humilde, si no infame.
Quise por piadosos medios
Convencerte y obligarte,
Haciendo campo del duelo
Jurídicos tribunales;
Pero tú, con mas poder,
Con mas industria, ó mas arte,
Hiciste á los jueces tuyos;
Que no hay cosa, que no alcance
Sin justicia el interes,
Pues quien la tiene, no sabe
Sobornar; quien no la tiene,
Como del medio se vale,
Consigue lo que desea;
Y por esto en tiempos tales
Vemos valer las mentiras,
Y padecer las verdades.
Saliste con la sentencia;
Pero yo, viendo parciales
Los jueces, para mí apelo
De una sinrazon tan grande.
Ya no quiero, que te informen
De mi justicia legales
Derechos, sino las voces
De la trompeta y el parche;
Y asi trueco hojas de libros
Á las hojas de diamante,
Los consejos á las fuerzas,
Los depuestos tribunales
Á las campañas, las plumas,
Que atrevidas se deshacen
Entre los rayos del sol,
Á cuyo metal se abaten,
Á las plumas lisonjeras
De los vistosos plumages,
Que en opuestos tornasoles
Son primaveras del aire.
La toga trueco á la malla;
Que en las escuelas de Marte
El soldado que pelea
Es el letrado que sabe.
Señores hay que me sigan,
Príncipes hay que me amparen,
Reyes que me favorezcan,
Y vasallos que me aclamen
Su legítima señora;
Y cuando todos me falten,
No podré faltarme yo,
Que soy de mí misma Atlante;
Pues el invencible acero
Será en mi mano bastante
Para postrar á mis pies
Montes de dificultades.
Suene alentado el clarin,
Resuene oprimido el parche,
Gima el bronce repetido,
Y abrasado el plomo brame;
Que no solo á Barcelona
Pienso gobernar triunfante,
Pero sujetar despues
Del mundo las cuatro partes.
Aur. Si la pasion y el enojo
En tu discurso dejasen
Lugar adonde cupiese
El desengaño, bastante
Le vieras en tus razones;
Pues la que juzgas mas grande
En tu favor, hoy pudiera
Contra tí misma informarte.
Tambien confieso, que el Conde
(¡Quiera el cielo que descanse
En mayor quietud!) murió,
Sin que entre las dos dejase
Declarada la justicia,
Causa de enojos tan grandes:
Confieso, que enamorado
De una dama, cuya sangre,
Cuyo valor y virtud
Vive en estatuas de jaspe,
(Que no es bien, cuando no fuese
Tal, que yo la murmurase;
Porque ¿quién me honrará á mi,
Si yo misma no sé honrarme?)
Solicitó sus favores,
De cuyas finezas, antes
Que se casase, gozó
Anticipadas señales;
Mas no antes de ser su esposo;
Porque si entonces amantes
Se dieron palabra, ya
Se casaron; que es bastante
Matrimonio para el cielo
La union de dos voluntades.
Y cuando no fuese asi,
El dia que llegó á darle
La mano, legitimó
Mi persona. Y esto baste,
Sin el comun parecer
De hombres doctos, á quien hace
Tu malicia lisonjeros,
Cuando en ocasiones tales
Á los que sabios gobiernan,
Y á los que juzgan leales,
No hay soborno que los venza,
Ni interes que los ablande.
Mas cuando de la sentencia
Á tí apeles, y arrogante
El templado acero vistas,
Cuyos hermosos celages
Sirvan de espejos al sol,
Y en tornasoles errantes,
Hecha una selva de plumas
La celada, retratase
Un sol, que entre pardas nubes
Sepultando estrellas sale:
Cuando el valeroso Conde
De Ruisellon hoy te ampare
Con dineros y con gente,
Como esposo y como amante;
Cuando en tu ejército asistan
Uno ó muchos desleales,
(No sé si alguno me escucha,
No importa; paso adelante)
Que te ofrezcan su favor,
Que su señora te llamen,
Siendo causa entre las dos
De tantas enemistades:
No importa; que tambien yo
Sabré altiva, y no cobarde,
Vestir el templado acero,
Y en un caballo arrogante,
Parto que engendró la tierra,
Hijo del fuego y del aire,
Sabré humillar tus soberbias,
Abatir tus vanidades,
Deshacer tus pensamientos,
Postrando altivez tan grande.
Y asi, Estela, antes que llegue
Con acciones semejantes
Á romper montes de acero,
Despojo á mi ofensa fácil,
Antes que llegue ofendida
Á vencerte y derribarte,
Parte el estado conmigo,
Mandemos en él iguales;
Tuyo será, siendo mio.
No te muevan, no te ablanden
Imposibles pretensiones
Tan lejos de ejecutarse.
Y este no es temor, pues cuando
(Como tú dijiste) brame
El bronce, y el plomo gima,
Sonando el clarin y el parche,
No habrá temor que me venza,
No habrá furia que me espante,
Asombro que me estremezca,
Ni muerte que me acobarde.
Qué me respondes?
Est. Que quiero
Mandar sola, y no es bastante
Tu razon á convencerme
Con fingidas humildades.
Hoy te declaro la guerra.
Aur. Pues bien será desterrarte;
Que apartar al enemigo
Es razon. Sal al instante
De Barcelona.
Est. Sí haré;
Y me huelgo de dejarte
En el estado que tienes,
Por tener mas que quitarte.
Ruis. Aurora, no te parezca,
Que con amenazas tales,
Como tu valor promete,
La venzas, ni me acobardes.
De tu estado (si es que es tuyo)
Estela saldrá al instante,
Para ser señora en otro,
Mientras vuelve á coronarse
En este; pues faltará
Luz al fuego, aliento al aire,
Agua al mar, flores al suelo,
Antes, bella Aurora, antes
Que mi estado, hacienda y vida
Á Estela divina falten.
Lot. Yo de Aurora bella sigo
Las banderas, por hallarme
De parte de su justicia;
Y hasta que llegue triunfante
Á ser única en el cetro,
Como en la beldad, mi sangre,
Mi ser, mi vida y mi estado
Rendido á sus plantas yace.
Unos. Viva Estela!
Otros. Aurora viva!
Aur. Pues la guerra declaraste,
Guárdate de mí, que soy
Fuego, que un monte deshace.
Est. Yo rayo, hijo de ese fuego.
Aur. Ira soy, que vierte sangre.
Est. Yo soberbia, que la bebe.
Aur. Yo un basilisco.
Est. Yo un áspid.
[Vanse todos, y quedan Rugero y Alejo.
Alej. ¿Á qué hemos venido acá?
¿Á solo guerra, señor?
Rug. Si la guerra altivo honor
Fuera de la patria da,
En ella será forzoso
Darle mas adelantado.
Dime, ¿á cuál te has inclinado
De las dos?
Alej. Estoy dudoso
Hasta ahora.
Rug. En qué lo estás?
Alej. Pues me preguntas en qué,
Dirélo: en que yo no sé,
En qué parte estan los mas.
Mas dime tú, á quién te inclinas?
Rug. Son dos prodigios humanos,
Dos sugetos soberanos,
Son dos mugeres divinas,
Son de la hermosura dueños,
Y Aurora es ángel en fin.
Alej. Y Estela es un serafin,
Si hay serafines trigueños.
Rug. Es Aurora……
Alej. No prosigas;
Que estás obligado ahora
Al concepto de la Aurora,
Y no quiero que le digas.........
¿Mas hablas de veras?
Rug. Sí.
Alej. ¿En un punto, en un instante
Puede un hombre hablar amante?
Rug. Bien puede ser.
Alej. Cómo? di.
Rug: Cuando Amor con arco y flecha
Los corazones heria,
Espacio el alma tenia
Para morir satisfecha
De un blando dolor; despues
Que pólvora se inventó,
Y armas de fuego tomó,
Hace el efecto que ves;
Y asi en un punto Amor ciego