Las buenas maneras - Juan Narbona Cárceles - E-Book

Las buenas maneras E-Book

Juan Narbona Cárceles

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Beschreibung

Miles de chicos y chicas trabajan duro, estudian idiomas, son divertidos, entienden de música… Pero algunos no saben cómo comportarse en público. A veces, es este el detalle que marca la diferencia. Quien actúa con seguridad —porque sabe comer con educación, combinar la ropa con acierto, hablar en público sin temblar—, es capaz de derribar sus propios límites. Este libro sobre Las buenas maneras te ayudará también a no dejarte llevar por tus emociones, a descubrir lo bueno que hay en los demás, y a vivir con más comodidad y elegancia.

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Índice

Portadilla

Índice

Citas

Objeciones a las buenas maneras

Introducción: para volar como las águilas

Damas y caballeros…

No solo para jóvenes

Trato con los demás

En el día a día

Diálogos

Saludar

Citas

Tabaco

Posturas

Comidas

En la mesa

Comer

Los cubiertos

Al finalizar la comida

Higiene

Ropa

Nuevas tecnologías

Smartphone

Auriculares

SMS, chat y mail

Facebook

Whatsapp

Las chicas, los chicos

Amigos, amigas

Novias y novios

Deporte

Situaciones

Medios públicos

Funeral

Biblioteca

Fiesta

Por la calle

Recibir regalos

Enfermos

En coche

Playa

Cine

Gimnasio

Frases para soltar en una conversación

Créditos

Cuida en ti tanto

lo exterior como lo interior,

porque todo es uno.

OBJECIONES A LAS BUENAS MANERAS

1. “Son únicamente convenciones sociales”. Es verdad, muchas podrían ser diferentes. Pero son las que acepta y valora todo el mundo. Si las sigues, entenderás que tienen sentido.

2. “No sirven para nada”. No es cierto: te demostrarán cuánto vales, te atraerán la buena opinión de otros, y actuarás con más seguridad en tu vida diaria.

3. “Yo debo ser yo mismo, ¡libre!”. ¡Por supuesto! Pero “yo mismo” puede convertirse en un homo australopithecus o en una persona valiosa y elegante. Está en tu mano.

4. “Déjame divertirme mientras sea joven”. Divertirse y ser educado no son incompatibles. Ser joven es ser alguien creativo, original, inquieto… pero no estás obligado u obligada a actuar como un animal, aunque muchos te quieran convencer de lo contrario.

5. “Ok, pero son demasiadas reglas…”. De hecho, es casi imposible seguirlas todas. Que no te importe fallar. No te agobies: se aprenden poco a poco. Es como el futbolista que hace una genialidad con el balón: no sabe cómo lo ha hecho, simplemente le sale así porque se ha entrenado mucho.

6. ¿Y si soy la única persona que las sigue?: ¿Qué prefieres ser: un león o el borrego de una manada? Lucha por lo primero, aunque no te sigan los demás.

INTRODUCCIÓN: PARA VOLAR COMO LAS ÁGUILAS

Aconsejaba un escritor: No vueles como un ave de corral, cuando puedes volar como las águilas.

Es decir, ¿quieres vivir como una gallina o como un águila? Como un águila, por supuesto: tú deseas volar alto, y por eso tienes que ser diferente. Miles de chicos y chicas trabajan duro, estudian idiomas, son divertidos, entienden de música… Pero no saben cómo comportarse en público. A veces, es este el detalle que marca la diferencia.

Las buenas maneras se viven desde hace siglos. Con ellas, en la época medieval uno se convertía en un “caballero” o en una “dama”, alguien apreciado por su valor, nobleza, elegancia y buena educación (sí, las “damas”, además de bordar y tocar instrumentos, eran muy valientes: acuérdate de Marian, la novia de Robin Hood).

Al igual que esos caballeros con la lanza, la espada y el escudo defendían las causas justas, las buenas maneras te servirán para combatir terribles dragones: tu mal carácter, tu timidez o el miedo a hacer el ridículo, obstáculos que muchas veces nos frenan para soñar metas grandes.

Quien actúa con seguridad —porque sabe comer con educación, combinar la ropa con acierto, hablar en público sin temblar o enmendar una metedura de pata—, es capaz de derribar sus propios límites.

Las buenas maneras te ayudarán también a no dejarte llevar por tus emociones, a descubrir lo bueno que hay en los demás, y a vivir con más comodidad y elegancia.

“El libro no funcionará: los jóvenes son espontáneos y no aman las reglas”, me han dicho muchas veces. Quien así habla, en el fondo, confía poco en vosotros. Os ven aún como los niños que erais y no como los hombres y mujeres que queréis ser.

Es verdad que aún te conoces poco y muchas veces puedes actuar erróneamente, ¡pero basta que tengas un fuerte deseo por ser mejor!

Por cierto, si lees los consejos de corrido, te recordarán a los discursos de tu madre: “¡No hagas eso! ¡No te sientes así! ¡No comas con las manos! ¡No llegues tarde!”… Bueno, tu madre tiene razón, pero como te quiere tanto no te pasa ni una. Con su permiso, te diré otro “no”: no te agobies. Aunque al principio las buenas maneras parezcan una pesadez, en el fondo están para hacernos más libres.

Verás que muchas reglas tienen que ver con el propio control (de las emociones, de los impulsos, de la tecnología, de las necesidades físicas…). Se trata de aprender a controlar nuestra vida y a no ser controlados.

¿Has volado alguna vez una cometa de dos cuerdas? Si lo has hecho, recordarás la increíble sensación de controlar un objeto que se encuentra a 50 metros sostenido por el viento: un ligero movimiento de nuestra mano basta para hacerla piruetear a izquierda o derecha. Si logras tomar el control de ti mismo con las buenas maneras, y hacer que tu cuerpo y tu voluntad quieran lo que es bueno, tu vida será una hermosísima pirueta.

Así que aprende estas reglas, pero con tranquilidad: a veces podrás saltártelas sin ningún problema. ¡Tampoco hace falta que te conviertas en un talibán de la buena educación, exigiendo a los demás normas que seguramente desconocen! El ejemplo que tú les des y un poco de paciencia serán suficientes. Cuento con tu sentido común.

Si empiezas a vivir las más importantes, adquirirás las demás de modo natural; en poco tiempo, estarás orgulloso u orgullosa de tu vida y te verás mejor: la elegancia —sobre todo, la interior— engancha.

Sin darte cuenta, transmitirás con tu personalidad una especie de “lenguaje secreto” que sabrá descifrar y atraerá a quien de verdad lo merece.

Juan Narbona

DAMAS Y CABALLEROS…

Lo confieso, tengo mis héroes de la elegancia. Entre los hombres, James Bond —el agente secreto de Su Majestad la Reina de Inglaterra—, que no pierde la compostura ni aunque lo bombardeen y ametralleen durante dos horas de película.

Y entre las mujeres, no hay otra como la actriz Audrey Hepburn, siempre tranquila, alegre y elegante. Vale, lo sé, sus películas tienen más años que la vecina del quinto, pero busca algunas escenas en YouTube y comprabarás que el estilo no pasa de moda: es eterno.

Introduzco a estos dos personajes para que veas que hay algunas reglas de educación —pocas— que van especialmente dirigidas a chicos y otras a chicas. Porque las buenas maneras, entre otras cosas, hacen más hombre al hombre y más mujer a la mujer. La gran mayoría de reglas son comunes, pero algunas son específicas de uno u otro sexo.

Por eso, para que cada uno ponga más atención en “su” área, cuando alguna sugerencia afecte especialmente a los chicos, pondré al lado el dibujo del caballero con sombrero de copa, bigote y anteojos (sí, es James Bond de incógnito).

Cuando sea una indicación para las chicas, irá acompañada del dibujo de la mujer con sombrero y gafas (la elegantísima Audrey, por supuesto).

Al mismo tiempo, aunque la buena educación se lleva sobre todo dentro, se practica en situaciones muy diversas. Por tanto, he dividido el libro en capítulos que corresponden a un lugar o contexto concreto: la relación con los demás, el aseo, las chicas o los chicos, la playa, el cine…

Por otro lado, para evitar llenarte la cabeza con demasiadas indicaciones, he distinguido tres niveles:

Nivel básico. Reglas que no puedes desconocer. Los orcos, por ejemplo, las desconocen y así les va.

Nivel medio. Sugerencias para dar una buena impresión. Te situarán por encima de la media, que ya es bastante.

Nivel superior.James Bond y Audrey Hepburn se encuentran en esta categoría. ¡Para gente con ganas de comerse el mundo!

* * *

Ojalá que este libro te ayude a descubrir el espíritu grande que tienes dentro, y cómo puede crecer al ponerlo en relación con los demás.

NO SOLO PARA JÓVENES

Unas pocas líneas dirigidas a quienes viven a diario con jóvenes (padres, parientes, profesores, etcétera):

Este manual pretende transmitir unos consejos prácticos y claros para ayudar a chicos y chicas a incorporar a sus vidas diarias las normas básicas de la cortesía.

A los adultos, los años vividos les permiten saber cuántas puertas y cuántos corazones abren las buenas maneras. Aunque no sea un título que se pueda añadir al currículum, conocen por experiencia propia que la buena educación está directamente relacionada con la felicidad.

Vivir las buenas maneras dará a los jóvenes mayor seguridad en su día a día y, sobre todo, los hará estar orgullosos de sí mismos. Podrán percibir que hay en ellos un hombre o una mujer capaces de dominarse y hacer cosas grandes.

Será necesario ayudarlos con el ejemplo y sugerirles que no se desanimen ni pierdan la paciencia, pues no es sencillo aprenderlo todo en poco tiempo.

Se atribuye esta frase a Confucio: “Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí”. Los jóvenes lectores aprenderán las buenas maneras practicándolas; pero solo las practicarán si las ven en quienes los rodean.

Ese será el único modo de que lo que aquí se cuenta no caiga en el olvido.

TRATO CON LOS DEMÁS

En el día a día

“Gracias”: una palabra que marca la diferencia. Agradecer los pequeños servicios que nos prestan a lo largo del día es un signo de grandeza. Por eso, da las gracias al chico del McDonald’s que te sirve el menú, a la vecina de casa que te espera para coger el ascensor, a tu madre que te prepara un bocadillo, al amigo que te sustituye como portero en el fútbol, a la amiga que te deja los apuntes, a quien te cobra en el supermercado…

“Perdona” y “por favor”: otras palabras mágicas que, en ocasiones, tendrás más efecto que los más potentes conjuros de Harry Potter.

Estirarse es muy sano cuando uno se levanta de la cama, pero evita hacerlo delante de los demás y mucho menos en la mesa. Los hay que parecen el mismísimo Spiderman lanzando telas de araña entre los rascacielos de Manhattan…

Estornudar o bostezar son dos reacciones naturales incontrolables. Sin embargo, es educado minimizar los daños. Si debes estornudar, hazlo con moderación y sin lanzar gritos de guerra: ¡la humanidad ha sufrido ya demasiadas bombas atómicas! Si llevas un pañuelo (toma nota: llevar pañuelo), estornuda en él.

Bostezar es un derecho de todo estudiante. Pero se puede bostezar con elegancia: poniéndose una mano delante de la boca para no exponer al público nuestras más que respetables amígdalas.