Las identidades - Carolina De la Torre Molina - E-Book

Las identidades E-Book

Carolina De la Torre Molina

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  • Herausgeber: RUTH
  • Kategorie: Ratgeber
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2022
Beschreibung

Obra de lectura amena escrita por una persona que domina el tema sin ataduras ni prejuicios. Libro atípico en su escritura, en su diseño, en su movimiento interior. Un ensayo inusual en nuestras Ciencias Sociales. Hace gala de la disciplinariedad, del ejercicio de unir en una intelectual los conocimientos de la psicología, la filosofía, la literatura y otras disciplinas. Un libro posmoderno con todos los recursos de los que tanto presume la literatura contemporánea. Un texto que hace crecer la psicología.

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Edición computarizada: Denise Ocampo Álvarez

Diseño de cubierta: Ricardo Rafael Villares

Diseño interior y emplane: Nisleidys Flores Carmona

© Todos los derechos reservados

© Sobre la presente edición:

Ruth Casa Editorial, 2008

ISBN 9789962645207

 

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.

Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar, por escrito, su opinión acerca de este libro y de nuestras ediciones.

Ruth Casa Editorial

Calle 38 y Ave. Cuba, Edif. Los Cristales, Oficina No. 6,

Apdo. 2235, Zona 9a, Panamá

ruthtienda.com

[email protected]

Tabla de Contenidos
Comentarios a la obra1
Elogio de Carolina
I
A MODO DE INTRODUCCIÓN
Y SOBRE LA IDENTIDAD COMO NECESIDAD
Un debate de actualidad
La necesidad existencial de identidad
II
EL CONCEPTO MÁS GENERAL DE IDENTIDAD
Breve recorrido
Una definición y sus aplicaciones
III
LAS IDENTIDADES HUMANAS
EL CONCEPTO PSICOLÓGICO DE IDENTIDAD
La identidad para la psicología
Reflexividad
Las identidades humanas: “otra” definición
Memoria y narración
Realismo versus construccionismo
IV
FORMACIÓN Y TRANSFORMACIONES DE LA IDENTIDAD INDIVIDUAL
La actividad mediada
Entrada del niño en la cultura
Los otros
La adolescencia
Un proceso que no termina
V
APROXIMACIONES AL ESTUDIO DE LAS IDENTIDADES COLECTIVAS
Enfoque “objetivo”
Enfoque perceptivo (auto y heteroimágenes)
Autocategorización y pertenencia
Análisis del discurso
VI
CONFORMACIÓN Y TRANSFORMACIONES DE LAS IDENTIDADES COLECTIVAS
Referentes teóricos
La formación de la identidad nacional cubana2
VII
UN POCO MÁS SOBRE GLOBALIZACIÓN E IDENTIDAD
El mundo saturado
¿La globalización que nos unifica o el imperialismo que nos diferencia?
A mi hija
BIBLIOGRAFÍA
ANEXO
Algunas obras y autores útiles para el tema de la identidad nacional cubana y su formación
Datos de la autora

Comentarios a la obra1

1Los fragmentos que aquí aparecen pertenecen a presentaciones de la primera edición en el entonces Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana (CIDCC) Juan Marinello —en la actualidad Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICIC)—, la Feria del Libro, o eventos posteriores.

De sus autores, más que grados científicos o sus pertenencias a instituciones, aparece aquí lo que ellos mismos y el equipo de edición del presente libro han sintetizado como la identidad de cada uno, esadesde la cual han leído el texto y han elaborado sus comentarios.

Obra de lectura amena, escrita por una persona que domina el tema sin ataduras ni prejuicios.

Pablo Pacheco

Editor. Licenciado en Ciencias Sociales. Director del CIDCC Juan Marinello en el momento de la primera edición del presente libro. Vicepresidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) para el Patrimonio Cinematográfico.

Un libro atípico en su escritura, en su diseño, en su movimiento interior.

Norma Suárez

Editora a cargo de la primera edición de este libro.

Este libro ha sido escrito por Carolina de la Torre con su cuerpo, con su memoria, con sus experiencias.  Es un texto en cuyas páginas, cargadas de riguroso saber académico, se dibujan todas las tonalidades, todos los matices de la condición humana. Se trata de un libro que sin dudas les producirá una sacudida por los hombros a las Ciencias Sociales cubanas, llamándolas a participar más, a entregarse, a cruzar las fronteras de las disciplinas, a salir tanto de las grandes generalizaciones como de los miniencargos. [...] Me atrevería a decir que es más, mucho más, por lo que significa como incitación a pensar la diversidad, la mutabilidad, las negociaciones, el permanente desplazamiento y los constantes reacomodos de los individuos y las sociedades.

Luisa Campuzano

Latinista tropical,ergo:multioficio habitual; madre 24 horas. Directora de la revistaRevolución y Cultura. Profesora universitaria. Escritora y ensayista.

Confiere importancia científica a lo cotidiano, a lo personal y a lo íntimo, al comprender la identidad, y hace un balance envidiable entre compromiso y distanciamiento. También hace gala de la transdisciplinariedad, del ejercicio de unir en una intelectual los conocimientos de la psicología, la sociología, la filosofía, la literatura y otras disciplinas, para explicar las identidades.

Marta Núñez

Socióloga de la Universidad de La Habana. En sus investigaciones y en su docencia, admiradora y usuaria del talento de la autora de este libro.

Un libro con amenidad e interés y a la vez con seriedad y rigor, sin academicismos y sin pedanterías: un libro que pone sobre el tapete la Cuba de hoy y nos hace enfrentar con argumentos y rigor elementos que están a nuestro alrededor; un libro posmoderno con todos los recursos de los que tanto presume la literatura contemporánea.

Pedro Pablo Rodríguez

Historiador y periodista. Cubano de La Habana.

La autora puede recordar con satisfacción lo que ella misma escribía hace nueve años en su libroPsicología latinoamericana: entre la dependencia y la identidad,acerca de la necesidad de que los psicólogos penetraran más en los problemas globales cubanos, y la psicología tuviera más presencia en nuestros medios intelectuales.

Fernando Martínez Heredia

Investigador social e historiador. De origen afroeuroasiático, y profundamente cubano. Premio Nacional de Ciencias Sociales (2007). Trabajador del ICIC.

Uno de los ensayos más deslumbrantes y lúcidos sobre la naturaleza del ser cubano que se han escrito en este país.

Rosa Miriam Elizalde

Periodista cubana. Editora deCubadebate.

El reto mayor de la obra se encuentra en defender la importancia de las identidades nacionales y supranacionales, sin ahogar, en nombre de esa causa, a otras identidades contenidas en (o cruzadas con) ellas. Se destaca en esta obra el magisterio y la valentía intelectual de su autora, así como su deseo de coadyuvar al mejoramiento de la sociedad cubana socializando sus ideas.

  Pedro Alexander Cubas

Máster en Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, el Caribe y Cuba. Investigador agregado del ICIC.

Un texto que hace crecer a la psicología y enriquece a quien la investiga, la practica, la comunica o la vive como experiencia diaria; leerlo es imprescindible.

Manuel Calviño

Psicólogo. Profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Investigador y comunicador social.

Lo cubano que es universal por vocación como expresó una vez Fernando Ortiz, ha sido captado en toda su gama en este lúcido ensayo de Carolina de la Torre. Recuperamos, los escépticos, la confianza en la psicología como un medio de conocernos mejor. Moderno y más que moderno, transdisciplinario, necesario para indagar en los intersticios de la idiosincrasia del cubano de hoy. Carolina de la Torre no escatima un solo espacio de nuestra conciencia sin espigar y lo pone en función de la sociedad en que vivimos. Las Ciencias Sociales,y muy particularmente la antropología, cuentan aquí con un  aliado necesario, polémico y retador.

Dr. Miguel Barnet

Poeta y antropólogo. Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Fundación Fernando Ortiz.

Indiscutiblemente este libro marca un hito en la psicología y la sociología cubanas. Carolina de la Torre supo ver antes que nadie la importancia del estudio de la identidad y nos entrega un tesoro: veinte años de investigaciones y reflexiones acerca de un tema indispensable para entender la Cuba de hoy y la de mañana. Nadie hasta ahora había logrado una aproximación tan inteligente y rigurosa a la materia; un ensayo erudito y pegado a la tierra, ameno de leer, que marca un antes y un después en el tratamiento de la identidad.

Mauricio Vicent

Periodista, español, licenciado en Psicología por la Universidad de La Habana y padre de dos hijos nacidos en Cuba. Corresponsal en Cuba del diario españolEl País.

Elogio de Carolina

Cuando en el año 2001 presenté en el entonces Centro Juan Marinello el texto de Carolina de La TorreLas identidades: Una mirada desde la psicología, lo hice con la alegría de ver sintetizado en un libro el trabajo de años de una colega, logro que no es muy usual en las Ciencias Sociales cubanas, mucho más orientadas al inmediatismo de artículos breves, que marcan un momento de la investigación, y menos a la trabajosa profundidad del libro. Tener ahora la oportunidad de que esas palabras prologuen una nueva edición es una alegría renovada.

Confieso que aquella vez dudé en aceptar la encomienda porque consideraba que como socióloga, aunque conocía y seguía los trabajosde Carolina, no era la persona indicada para esa tarea. Una frasede la página 151 de la primera edición me hizo cambiar de idea: “[...] no tiene sentido la frontera entre diversos modos de conocer y construir la realidad [...]”. Convencida de que la disciplinariedad nos ata, aquel día dije:1

1Hasta aquí lo redactado en 2008 por Mayra Espina, como introducción a sus palabras de 2001, cuando se presentó la primera edición de este libro.(N. de la E., 2008.)

En rigor, es este un libro que no necesita presentación. Es un texto necesario y esperado por muchos que lo han visto fraguarse en estos años y que tiene su mejor presentación en la pasión, el entusiasmo y la inteligencia con que Carolina lo ha concebido, desde la investigación y el sentimiento, ante nuestros ojos.

Si acepté la invitación a presentarlo, osadía que tengo la esperanza de que me sea perdonada, fue por no poder resistirme a la tentación, y quizás la vanidad, de leerlo primero y de hacer públicamente el elogio de Carolina, que es mi manera particular de acompañarla.

Por muchas razones, no es este un libro cualquiera: se le siente el aroma de lo que ha sido escrito en constante diálogocon otros, donde la autora asume posiciones intercambiables como docente, terapeuta, investigadora, observadora, observada, sujeto de múltiples identidades, con razón y sentimiento en igual proporción.

Aparece aquí la identidad de forma creativa e innovadora, sin aceptar moldes estáticos prefijados; pero la innovación no es improvisación, es el resultado de un fino y respetuoso filtrado de otros pensamientos, y de una apropiación de la historia conceptual del tema, que se concreta en un electivismo crítico. Esto lo hace un texto nada provinciano: si bien se adentra en las honduras de la identidad del cubano y la problematiza en un terreno que a primera vista podría parecer solo de interés para nosotros, los nacionales, tiene la universalidad de toda creación intelectual que engendrada desde lo propio, se conecta y forma parte de un flujo intersubjetivo y de preocupaciones humanas globales.

Pero, adicionalmente, está escrito con un estilo donde Carola no nos esconde sus propias dudas, no trata de presentarse ante sus lectores como la poseedora de la verdad última, no nos exige aceptación, solo nos convida a acompañarla en un recorrido difícil, en un tema mil veces vulgarizado y reducido, que ella ha tratado de dibujar con variedad de matices. Esto me exime de hacer críticas, pues el lector las encontrará en el propio texto.

El tono cercano y problematizador regala un ensayo inusual en nuestras Ciencias Sociales, donde, contra toda lógica, persiste una tradición positivista y cientificista en las publicaciones, que lastra sus posibilidades de comunicación para públicos amplios y las confina al reducto de los especialistas.

Entre todas las posibilidades de análisis que me sugiere la lectura del libro, comento las que me han parecido esenciales, específicamente en lo relativo al abordaje teórico-metodológico de la identidad como objeto de investigación de la psicología:

•El estudioso encuentra aquí una sistematización sucinta de los antecedentes, que son muchos yde muy variado tipo, incluida una referencia a los aportes de la psicología soviética, especialmente de la escuelahistórico-cultural y su comprensión de la actividad culturalmente mediada. En realidad esta es una contribución soviética no solo a la psicología, sino al pensamiento social en general, que hoy día adquiere su real dimensión, y que puede considerarse agua fresca en el árido marxismo de las experiencias socialistas.

•Ofrece también una ejemplar lectura de los autores cubanos que han trabajado en este campo y en otros colindantes, y un anexo bibliográfico que constituye un valioso aporte para la continuidad de estos estudios.

•Aunque ya en el título se nos advierte que el abordaje de la identidad ha sido construido desde la psicología, considero que en el proceso investigativo y en la lógica expositiva de sus resultados Carolina desbordó los estrechosmarcos disciplinares y entrega una perspectiva de análisis (insisto: “perspectiva de análisis”, nomodelo o esquema cerrado) multidimensional y problematizadora, colocada más en el terreno de lo epistemológico transdisciplinar, por su cercanía con los debates sobre la naturaleza de la realidad y del sujeto, como temas generales del pensamiento social. En este sentido me parecen de especial interés en esta propuesta la consideración de la identidad como: a) construcción cultural y espacio de producción de sentido; b) expresión de reflexividad, entendida como capacidad humana de autopensamiento y de relacionamiento con la externalidad; c) relato, discurso, narración que enlaza significados y creación de espacios imaginarios (por eso puede “desterritorializarse”); d) proceso intersubjetivo de inclusión, exclusión, clasificación e invención de límites, que provee coherencia y es fuente de significados, en el que coexisten en tensión dialógica la unidad grupal y sus diferencias internas, la continuidad y el cambio, la tradición y la innovación; e) dimensión consustancial de lo social, no elemento subalterno,derivado, determinado mecánicamente por estructuras materiales, externas y objetivas, como instancia ella misma(en aliento bourdianao) estructurada y estructuradora, producida y producente, de algo que podríamos llamar “realidad”; f) necesidad existencial, cognitiva y práctica, como dinámica de apropiación/internalización/externalización, interactiva y relacional; g) énfasis radical en el carácter activo de los sujetos individuales y colectivos y en su capacidad autotransformadora.

De igual modo, Carola nos previene de los peligros de la “razón identitaria”: nacionalismos fundamentalistas, estigmas, prejuicios, exclusiones, justificación de la violencia y de superioridades culturales, entre otros fantasmas, y, más aún, utiliza la investigación de los rasgos identitarios de la cubanía como instrumento de autoconocimiento y de autocrítica, en lo que, a mi modo de ver, constituye uno de los valores esenciales del libro y de los estudios que le dieron origen.

En síntesis, considero que en este texto se nos ofrece una contribución a la visión dialógica compleja de la identidad, de la subjetividad y del sujeto. A mí, en lo personal, aunque deello no culpo a Carola, este libro me radicaliza en mi posición “reflexivista” con relación a la comprensión de la realidad y al sujeto como productor de esta.

Mi lectura del libro de Carola coincidió con la de la novela de la chilena Marcela SerranoLo que está en mi corazón. Las mujeres mayas acostumbran a terminar sus relatos con esa frase que da título a la novela, en referencia a la sinceridad y la transparencia. Creo que el libro de Carola también podría haber terminado así y yo quiero cerrar mi elogio diciéndolo: “lo que está en mi corazón”.

Mayra Espina2

2Socióloga. Investigadora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS). Desde hace más de veinte años estudia el tema de las desigualdades sociales en Cuba e imparte cursos de Sociología en la Universidad de La Habana.

La Habana, 2001 y 2008.

A mi madre,

que amando a su patria,

nos enseñó a mirar al mundo

y a disfrutar lo diferente.

Agradezco en esta segunda edición a Carlos Tablada por su impulso, asesoría y sostén, y a Ruth Casa Editorial y a su equipo técnico (edición, diseño, emplane), por haber hecho posible un trabajo de calidad. Por último, al Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello y a su director, Rolando González Patricio, por su apoyo.

Agradecimientos de la primera edición (2001): Deseo agradecer al Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello y a su director Pablo Pacheco por haberme propiciado el estímulo, el respeto y el apoyo necesarios para realizar este libro; a los queridos alumnos y colaboradores que han trabajado conmigo, sin los cuales nada hubiese sido posible, y todo, menos alegre; a mi papá, a mis hermanos y a mis hijos José Manuel, Claudia, Johanna y Abel, que además de sufrir las consecuencias que para todos trajo este empeño, leyeron y criticaron lo escrito y me apoyaron en todo; al resto de mi familia y a Eldis González, Carlos León, Cristina Amaya, Mayra Manzano, Nury Cao, Ángel Hernández, Tania Licea, Eugenio Martínez, Zoé Bello, Arlen Martínez, Carlos Tablada, Esther Pérez, Lola Calviño, Julio García Espinosa, Manuel Calviño, Alaín García, Karina Mendoza, Osmay Vázquez, Pedro y Cristina Gajardo, Nelson Zicavo, Mario Flores, Rudy Cepero, Erenia Barrero, Estela de Ortúzar, Beatriz Maclas, Viviana Fumagalli, Haydée Kudlach, Juan Carlos Volnovich, Silvia Werthein, Marcelo Israel, Patricia Gajardo, Chichis y otros que han leído y valorado diversos capítulos, o, aunque no lo recuerden, ayudado en diferentes cuestiones como son la bibliografía y los aspectos materiales de las investigaciones y la terminación final. En este sentido quiero agradecer también al Grupo de Estudios de Mercado de la Corporación CIMEX. Muy especialmente deseo agradecer a Ernesto Marrero su apoyo a lo largo de todo el trabajo, su ayuda bibliográfica y sus múltiples lecturas y comentarios, y a Fernando Martínez por su imprescindible ayuda y su amistad de siempre. Por último, al propio Ernesto Marrero y a Pedro Pablo Rodríguez por su colaboración como talentosos coautores de dos temas.

Identidad. Así desnuda la palabra, y yo sin protección de mis conceptos, me evoca algo que construí sin darme cuenta. Como dice la gente: “desde la cuna”; literalmente desde la cuna. Mi mamá, colombiana casada con cubano en 1943, me dormía, entre los ríos Yumurí y San Juan, con el himno antioqueño. Cincuenta años después se despidió de Cuba, para siempre, cantando su propia muerte con un Jorge Negrete muy a tono con nuestras “culturas híbridas”: “Colombia linda y querida, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormida y que me lleven allí”. Y allí la llevamos y la lanzamos al viento de los Andes, tal y como pidió durante su larga nostalgia, para que sus cenizas alcanzaran las quebradas, los caminos, los cerros, las iglesias y las casas del Medellín de sus recuerdos; del hermoso Medellín que su enfermedad no le permitió disfrutar.

Desde esa misma breve cuna del San Juan y el Yumurí, con olor a mar y a caracol, rodeada de fósiles, polimitas y esqueletos, empecé a escuchar un apellido. Primero fue solo eso: un apellido más, una etiqueta sin sentido. Luego fue un padre-ciencia-naturaleza, el patio con geranios de una abuela alemana de origen, tres o cuatro generaciones de maestros, una tía que cantaba “Habanera tú”, un sabio cubano al que le decían “don” y había enseñado a leer con ejemplos cubanos, una familia cubana, se decía, “desde el sigloxvi”.

Ya más grande y tras muchas, muchas vueltas, el Vedado. Mi madre y sus artes (tapices de indiecitas, cuentos típicos, carrieles antioqueños, poemas a Colombia, canciones a la patria, cerámicas con ponchos). Mi padre y sus papeles (“elaboré una bibliografía activa de Don Carlos”, “este es mi padre en la Escuela 37 donde estudió Villena”, “hay que proteger la flora y la fauna cubanas”, “esta carta la escribió Marinello”, “aquí Raúl Roa habla del viejo”). Medellín era la patria de mi madre, la que le daba inspiración, sueños, proyectos de vida y de muerte. La tradición intelectual de los De la Torre era la patria de mi padre, el espacio tangible de una Cuba naturaleza-cultura que lo retuvo atado a sus libros y fósiles cuando se le marchaba lo único no científico que le había sido absolutamente indispensable.

Todo eso fue suficiente para que cada uno de nosotros construyera sus propias patrias, mezclara a su manera los ingredientes y añadiera otros. Ídolos, lugares, creencias, amores, frustraciones y contradicciones, donde encajo y donde no. Hijos, amigos, mujeres de cincuenta años, una familia rota y una Revolución; otra patria: mi generación —habanera, latinoamericana, intelectual. En algún lugar están siempre los otros: los antioqueños de las fincas y las orquídeas; los cubanos dispersos; los que murieron muy temprano. Todos sobre nosotros, entre nosotros, alrededor de nosotros, casi sentados en nuestra mesa de planes, hijos y domingos.

I

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Y SOBRE LA IDENTIDAD COMO NECESIDAD

No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre.

José Martí

Para millones de personas “la identidad” (así, en singular) es cuestión de vida o muerte. Para los demás, aunque todos no sean conscientes de ello, es uno de los más importantes procesos de construcción de sentido. Para los interesados o enfrascados en las disciplinas humanas, sea cual sea la posición teórica o la aceptación de estos planteamientos, parece ser evidente que el tema de las identidades no solo es uno de los más tratados actualmente en los contextos académicos, profesionales y políticos, sino una cuestión casi insoslayable.

Sin embargo, no se observa, por ahora, que las reflexiones aportadas por las Ciencias Sociales contemporáneas logren la adecuada repercusión en los espacios públicos, noticiosos, populares. Tampoco la amplísima bibliografía sobre el tema logra disminuir los abismos entre los diferentes discursos, posiciones e intereses. Hablamos y escribimos sobre identidad con la misma seguridad con que nos referimos a nuestra personalidad, por el simple derecho que nos confiere el vivenciarla.

Y no es que el sentido común o el lenguaje popular carezcan de valor para el conocimiento, sino que puede ser peligroso ignorar que los fenómenos y procesos psicológicos y culturales, aunque nos sean absolutamente familiares, son extraordinariamente complejos y variables, y requieren de estudio. No se pueden asumir como obvios, ni comprender con criterios externos o ajenos a ellos mismos, como parece ser que sucede, enmuchos casos, con la identidad.

Tampoco se trata de que uno de los temas más debatidos y transdisciplinarios de la actualidad se quiera convertir en propiedad de algunas disciplinas, pero medio siglo de literatura y estudios especializados acerca de las identidades individuales y colectivas (por no hablar de más de un milenio de antecedentes) debe ser suficiente para que, como sucede con otras áreas del conocimiento, los enfoques y logros de las Ciencias Sociales ganen más presencia en los espacios no académicos; como mismo es necesario que el mundo académico se abra más a la “psicología popular”.

Por otro lado, el carácter subjetivo de las identidades y los innumerables conocimientos acumulados acerca de los fenómenos y procesos psicológicos que explican la formación y dinámica de las mismas, son suficientes motivos para justificar la importancia de la psicología para el conocimiento del tema.

Hace unos años, cuando yo llevaba algunos dedicada al estudio de la identidad nacional de los cubanos, pasé por un momento en que casi no deseaba hablar sobre el asunto; se había puesto de moda y eso me molestaba. Como si me avergonzara el hecho de que me confundieran con alguien que debido a la actualidad de un asunto se interesa por él. Todavía me preocupa el escuchar el uso indiscriminado la palabra, pero es tan grande la importancia del tema para el mundo y para Cuba, y tanta la responsabilidad que tenemos al tratarlo, que no se puede hacer otra cosa que estudiar, investigar y entrar con nuestras herramientas en el debate y en la divulgación del mismo. Es lo que pretendo hacer, desde una mirada psicológica, con este libro. Por lo demás, nada de lo que yo pueda hacer o escribir estará jamás motivado por un interés simplemente académico. Ojalá, aunque solo sea con la fuerza del vuelo de una mariposa en la lejanía, algunas de mis reflexiones contribuyan al movimiento de las Ciencias Sociales hacia empeños cada vez más humanistas.

En 1994 organicé algunas ideas para contribuir a la conceptualización teórica de la identidad, a fin de presentarlas en un evento convocado por la Universidad de La Habana y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). En el libroCuba: cultura e identidad nacional, que recoge los debates principales del encuentro, apareció, junto a interesantísimos aportes de otros investigadores, mi ponencia “Conciencia de mismidad; alma de la cultura cubana” (1995a), publicada también en la revistaTemas(1995b).

En ese escrito, de manera muy sintética, están mencionadas algunas de las dimensiones de la identidad nacional (comunes a otras identidades colectivas).1Estas dimensiones, pudiera decirse, son como categorías que ayudan a entender los procesos identitarios en los cuales descansa la conciencia de mismidad (lo objetivo y lo subjetivo, la igualdad y la diferencia, la mismidad y la otredad, los límites de las identidades, la continuidad y la ruptura, lo consciente e inconsciente, lo cognitivo y lo afectivo, lo interno y lo externo, lo “heredado” (recibido) y lo adquirido, el pasado, el presente y el futuro, lo homogéneo y lo heterogéneo, identidades positivas y negativas, etc. Poco después, estas mismas dimensiones pudieron tratarse extensamente en un amplio trabajo de diploma (Dilla, 1996).

1Aunque para referirme a las identidades de grupos y colectividades he utilizado, como muchos otros autores, el concepto de identidad social o identidades sociales, trataré de hablar en lo adelante, con la intención de acentuar el carácter social de todas las identidades, en términos deidentidades individualeseidentidades colectivas, lo cual debe entenderse como “identidades sociales individuales” e “identidades sociales colectivas”. De esta manera, también, dejamos resuelto un uso ambiguo del términoidentidad social, utilizado lo mismo para hablar de la identificación de un ente individual con un grupo social (“fulana tiene una fuerte identidad de género”, “la identidad generacional de este adolescente”, “para fulana es muy importante su identidad nacional”, etc.), que para designar la propia identidad de un grupo social, la conciencia de mismidad de ese grupo (“la identidad nacional de los cubanos es muy fuerte”, “este colectivo ha desarrollado una fuerte identidad”). Volveré a esto en el capítulo III.

Me propongo aquí volver al asunto, buscar un mayor nivel de generalización, insistir y profundizar en los aspectos planteados entonces, matizar y ampliar otros, así como presentar nuevas aristas y áreas de aplicación de las ideas. El propósito que me anima no es proponer un modelo teórico en el sentido más profundo. Al revés, mientras más se avanza por este camino, más difícil parece construir algún modelo unificado que sirva para interpretar o investigar los diversos y polémicos problemas de identidad del mundo de hoy. Tampoco pretendo abarcar o sistematizar, de manera completa, el enorme material bibliográfico sobre el tema; mucho menos superar la parcialidad que la psicología, inevitablemente, me genera. Lo que pretendo es organizar las ideas con las cuales nos2enfrentamos a la investigación de las identidades (identidad nacional y otras identidades colectivas) de los cubanos de hoy, la docencia pre y posgraduada sobre el tema, y la asesoría. Por otro lado, en el trabajo clínico, constantemente aparecen situaciones que podemos conceptualizar como crisis de identidad o, simplemente, problemas de identidad.

2El “nosotros” se refiere al grupo de trabajo que he coordinado desde 1998 en el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, el cual se encuentra enfrascado en el estudio del tema desde un enfoque psicológico y sociocultural (De la Torre, C.; De la Torre, N.; García, Rojas, y Marrero, 1998). [Esta nota corresponde a la edición de 1998. En la actualidad, la autora, tras su jubilación, colabora con esa institución, que ha devenido Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.(N. de la E., 2008.)]

En los últimos años, se me han acercado estudiantes que necesitan asesorías para sus tesis, gente de empresas atraídos por el tema de la identidad corporativa, profesionales del turismo, especialistas de los medios, con inquietudes acerca de la imagen que de Cuba y de los cubanos se ofrece en la radio o en la televisión, estudiosos a quienes concierne el proceso psicológico de construcción de las identidades, educadores interesados por los resultados de nuestras investigaciones y por el tema de los valores, investigadores de las identidades colectivas (nacional, de emigrados, de género, racial, de la tercera edad, degrupos religiosos, comunitaria, de algunos minusválidos), asesores de imagen, especialistas de marketing,escritores, pacientes preocupados por “encontrarse a sí mismos”, periodistas que desean trabajar el modo de ser de los cubanos y las cubanas de hoy. En casi todos los casos existe el deseo de profundizar en el propio concepto de identidad, en el conocimiento de los procesos identitarios, en la bibliografía actualizada, en los métodos y procedimientos para su estudio o en los debates actuales sobre el tema.

Ojalá que esta apretada presentación sirva para satisfacer algunas de esas inquietudes. En realidad, la propia organización del material y de la bibliografía ha sido realizada pensando en estas demandas, en los cursos que se imparten en el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello,3y en la posibilidad de que, con este libro, algunos encuentren una puerta de entrada al tema y una orientación general que los ayude a reflexionar, estudiar e investigar las identidades.

3Ver nota anterior.

Un debate de actualidad

Si hay una tendencia que pueda caracterizar las Ciencias Sociales como un todo, es la creciente preocupación por las dinámicas de identidad.

Stephen Reicher

¿Por qué tantas personas se interesan, hoy en día, por la identidad? ¿Por cuáles identidades?

En realidad el tema no es nuevo. Basta revisar las crónicas de las conquistas para encontrar amplísimas observaciones y reflexiones que de una u otramanera se pueden calificar como reflexiones de identidad. En América, por ejemplo, tanto los conquistadoscomo los conquistadores nos han ofrecido innumerables descripciones que demuestran que, ante lo ajeno, no solo se actualiza la necesidad de entender al mundo que nos rodea, sino la de entendernos a nosotros mismos. Esto ha sido así desde que la conciencia (también la autoconciencia) nos hizo humanos. Desde entonces, también, junto a procesos más o menos espontáneos, se producen otros en los que determinados grupos de poder y determinadas circunstancias ejercen mayores influencias en la construcción de las imágenes propias y ajenas. En otros capítulos volveré a los temas y debates actuales, pero, por el momento, voy a mencionar algunas razones por las que, hoy en día, y no solamente en nuestro medio, la gente se preocupa ampliamente por la identidad.

Dejemos claro un proceso psicológico de importancia fundamental. El establecimiento de identidades puede ser entendido, de manera general y sin entrar en otras complicaciones, como una forma del proceso cognitivo de categorización, que ayuda al sujeto a comprender, ordenar, regular y hacer predecible el mundo en que vive. “Categorizar es agrupar bajo un mismo nombre objetos que son, de alguna forma, diferentes” (Torres, 2000: 1), y puede entenderse como sinónimo de formar conceptos que ayudan a marcar fronteras de identidad a pesar de su relativa heterogeneidad. Así, si el proceso cognitivo de categorizar ayuda a establecer identidad, se puede decir que ambos procesos, categorización y establecimiento de identidad, representan (a pesar de algunos peligros como los estereotipos y los prejuicios) un “ahorro cognitivo” que facilita la comprensión de la variabilidad infinita del mundo.

Pero, en el mundo actual, hay muchas dificultades, de muy diversa naturaleza, que ponen de relieve las inestabilidades y peligros de los procesos de categorización social, así como —y esto es mucho más complejo que categorizar— de continuidad, desarrollo o conformación de identidad.

Recordando lo que plantea Margaret Mead (1970) acerca de que la estabilidad de una generación puede describirse a partir de la similitud que existe entre el pasado de los abuelos y el futuro de los nietos, no cabe duda de que nuestra época es una de grandescambios culturales. En la actualidad, más que nunca,va resultando difícil entender el mundo que nos rodea. El cambio, que ocurrió siempre, se produce ahora a tal velocidad y con tal magnitud, que no nos permite acomodar nuestras percepciones con igual rapidez, lo que impide que nuestros “mapas sociales”, como plantea Jenkins, “se ajusten a nuestros paisajes” (1996: 9). Esto es advertido por otros investigadores:

El esfuerzo requerido de la persona para mantener un sentido de la identidad propia en estas condiciones de cambio social rápido puede exceder su umbral de tolerancia, o la capacidad de sus mecanismos de adaptación (Torregrosa, 1983: 218).

Tras el vértigo de la velocidad [...], queda el individuo abrumado y fuera de sí; ya no es lo que era, pero no le queda acaso tiempo para saber lo que ahora es, porque está dejando ya de serlo (Ubieta, 1993: 11).

Como las instituciones del Estado y las organizaciones de la sociedad civil se basan en la cultura, la historia y la geografía, la aceleración repentina del tiempo histórico y la abstracción del poder en una red de ordenadores están desintegrando los mecanismos de control social y representación política existentes (Castells, 1998: 92).

Pero, además de la velocidad de los cambios, está el alcance de los mismos. No solo se trata de que determinados grupos humanos cambien más rápido en su interior, sino de que los cambios “ajenos” nos alcanzan inevitablemente y, de una u otra manera, también los tenemos que asimilar. Ambas cosas, velocidad y alcance, nos enfrentan en el transcurso de una sola vida, no solamente a una multitud de conocimientos, informaciones y estímulos, sino de mundos simbólicos, costumbres, lenguajes, etc. que deben ser contrastados con nuestros esquemas de referencia, a veces empobrecidos de por sí por los procesos de enajenación de las sociedades contemporáneas o por el deterioro espiritual y mental que provoca la miseria.

Y, como si esto fuese poco, la gente se mueve más. No solo los que tienen recursos o contratos para viajar al exterior en busca de prosperidad; también, y de maneras muy dramáticas, los que huyen de la pobreza, el hambre, las enfermedades o las persecuciones, y llegan a destinos absolutamente ajenos donde día a día se enfrentan a la diferencia o al desprecio.

Pero el problema no es solo cuantitativo: demasiada velocidad, demasiada información, demasiada tecnología o demasiados movimientos. Hay graves asuntos de contenido que tienen que ver con el tipo de cambios, con las desigualdades sociales, con la heterogeneidad discursiva, con el contenido vaciado de utopías y contradictorio de los mensajes, con la participación (o más exactamente no participación) de la gente en la vida social y en la producción, selección y recepción de la información, con la “informatización” del poder, y con el evidente distanciamiento entre los logros de la humanidad y la posibilidad de satisfacer con ellos las necesidades básicas de las grandes mayorías. Entre estas necesidades están, por supuesto, las sociales y políticas que los estados nacionales pueden satisfacer cuando defienden los intereses más genuinos de los pueblos, ofrecen seguridad y dignidad, liderean movimientos contra la opresión neocolonial o la discriminación y favorecen los sentimientos nacionalistas más sanos.4Uno de los más importantes problemas de contenido, que no ha perdido vigencia porque lamentablemente no ha desaparecido, es el de la colonización (ver Rivera, 1991), pues son muchos los investigadores y teóricos que se han preocupado por las causas, mecanismos y consecuencias de la misma. Y no solo dentro de la psicología social que, como se verá en el capítulo V, ha profundizado en la minusvalía nacional, sino más extensamente desde otras disciplinas y enfoques.

4Diversos autores contemporáneos como Salazar (1983); Kelman (1983, 1995); Montero (1984); Díaz-Polanco (1990); Bonfil (1990); Ayestarán, Iñiguez, Muñoz, Ramírez y Torregrosa (1993); Billig (1998); Rosa, Belleli y Bakhurst (2000), resultan muy interesantes para una profundización en el debate sociopsicológico yantropológico sobre los usos, enfoques y formas del nacionalismo.

Otro importante problema es el referido a las aparentemente incomprensibles necesidades que están detrás de los comportamientos colectivos, los cuales,incluso en procesos sociales tan espontáneos y desestructurados como los multitudinarios, han sido explicados, por algunas teorías actuales, desde la conformación y actualización de ciertas identidades colectivas (Reicher, 1984; Marrero, 1999).

En Europa, madre de los nacionalismos excluyentes, por ejemplo, a pesar de los avances del integracionismo en las últimas décadas, aparecen o resurgen preocupaciones identitarias (Morín, 89). Estas llegan hasta el grado de la guerra (ya sea que estas preocupaciones las provoquen o que sean utilizadas para alimentarla) y de las luchas asesinas (xenofobia, fundamentalismos, pandillas, etc.). Los países ex socialistas, por su parte, enfrentan, además de la asimilación y las contradicciones de sus nuevas identidades, problemas subjetivos de pertenencia y continuidad étnica y nacional largamente negados (Chesko, 1992; Wertsch, 1995; Castells, 1998).

Si miramos a la porción pobre del mundo, fuera o dentro de los países capitalistas desarrollados, resultaevidente que tampoco la cuestión es solo cuantitativa; mucho menos por rapidez o exceso de información. Al revés, los que carecen de comida no sufren crisis de identidad; tampoco se detienen a apreciar la velocidad de los cambios. Rápidos o lentos los nuevos productos y las nuevas costumbres pasan delante de ellos sin detenerse. Lo cual no niega que, con ciertas condiciones y líderes, venciendo la “desesperanza aprendida” o incluso como reacciones a la estigmatización desde “afuera”, se construyan yactiven movimientos identitarios (étnicos, de clase, territoriales, minoritarios, etc.) de considerable relevancia.

En los países latinoamericanos, como en todos los países colonizados, la lucha por la soberanía, la independencia económica y la autenticidad, ha sido, desde Bolívar y Martí hasta nuestros días, una lucha de identidad; como lo fue también, en ellos y en diversoslatinoamericanos más, la lucha en pos de la construcción de una supraidentidad regional. No me alcanzarían estas páginas para mencionar los movimientos latinoamericanos, nacionales, indígenas, religiosos, de clase, etc., que en este siglo han reivindicado su identidad y el derecho a su autenticidad. Tampoco podría mencionar la producción escrita (política, literaria o de las Ciencias Sociales),5o los múltiples eventos que, por ejemplo, en el decenio de los noventa, han tenido que ver con el tema.

5Al respecto se puede consultar el ensayo de Maritza García: “Hacia los pasos una vez perdidos; ensayo de identidad cultural e investigación“ (1999), en el cual la autora analiza cuatro modos de apreciar la identidad presentes en la bibliografía del subcontinente.

Solamente en psicología —por hacer un recorte relativamente cercano, en los últimos treinta años— se han tratado muy diversos temas vinculados a la identidad y el nacionalismo. Las motivaciones que han estado detrás de ellos se refieren a la autoimagen, las relaciones de dependencia, la colonización mental y cultural, la pérdida de autoestima, el papel del poder en la conformación de la identidad, las percepciones mutuas, los problemas migratorios, el exilio, los asuntos de identidad de las minorías, el debate sobre el neoliberalismo, la posmodernidad, la necesidad de la unidad latinoamericana, etcétera.6

6Algunos de los estudios que pueden servir para conocer lo que desde la psicología se ha hecho en el tema en América Latina en los últimos treinta años son los siguientes: Salazar (1970,1983); Fromm y MacCoby (1974); Ramírez (1977); Domínguez, Castillo, Gómez y otras (1978); Montero (1984, 1987, 1991); Díaz Guerrero (1967); Rivera (1982, 1991); Bernal (1982); Duany (1989); Marín-Baró (1987a, 1987b, 1990a, 1990b); Del Valle (1985); Béjar y Capello (1990); Riquelme (1990, 1992); Montevechio (1991); Herencia (1991); Dobles (1989); De la Torre (1995b, 1995d, 1995e); Felber-Villagra (1992); Álvarez (1995); Ibañez (1996); Racedo (1997); León (1998); Facultad de Psicología, Encuentro Internacional Identidad y Subjetividad, 1998.

Pero hoy en día el tema está más vigente que nunca por la importancia que han ido cobrando los problemas de la identidad cultural y nacional en medio de un mundo dominado por el capital transnacional. No en balde estos tópicos, a los que volveré más adelante, están entre los más ampliamente debatidos en la Cuba de hoy (ver, por ejemplo, Ubieta, 1993; Prieto, 1994; Colectivo de autores, 1995; Rodríguez, 1995; Alfonso, Ichikawa, Rojas y Valdés, 1997; Carranza y otros, 1998; González Manet, 1999; Martínez, 1999; Varios autores, 1999; Chailloux, López y Baró, 1999; Vitier, 1999; García Espinosa, 2000; y, por supuesto, toda la prensa cubana actual).

En la actualidad, los medios de dominación cultural, más sutiles e implacables, y apoyados en una tecnología que pertenece y es manipulada por los centros de poder, han pretendido ser la más eficiente manera de “conectar al mundo entero” (eufemismo que por el momento vamos a pasar por alto) a las mismas ofertas de productos, modelos de vida y valores. Este intento homogeneizador, por encima de las necesidades, las culturas y las realidades territoriales (económicas, políticas y sociales) ha sido y sigue siendo de interés, no solamente para Cuba, sino para el resto de Latinoamérica. Frente al mismo, la necesidad de la identidad se expresa como necesidad de resistencia y de utopía, sin las cuales, como ha dicho Ticio Escobar, nosotros los latinoamericanos “nos extinguimos como sociedad” (Pino-Santos, en entrevista a Escobar, s/f: 21).

En Cuba, arribamos a los noventa, al momento más globalizador de la historia, junto con la caída del socialismo europeo, tras varios años de identidad reforzada desde ese referente, con el recrudecimiento del bloqueo, con apremiantes necesidades económicas, y con múltiples problemáticas sociales. Todas estas situaciones, aunque todavía necesitan estudio y debate, reanimaron, evidentemente, las interrogantes individuales y colectivas acerca de quiénes somos, hacia dónde vamos, a dónde pertenecemos, y qué participación tendremos en las decisiones que se tomen. No es casual que desde fines de los ochenta el tema haya adquirido tal relevancia.7

7Una mirada a la imagen del cubano en la prensa nos evidencia cómo se pone de manifiesto hoy en día, a diferencia de lo que ocurría en el decenio de los ochenta, un notable incremento (o aparición) de temas referidos a nuestra historia y nuestras raíces culturales, así como a la identidad nacional (Natacha de la Torre, 2000).

Por lo demás, los problemas psicosociales y la llamada crisis de valores hacen necesario debatir, además de los asuntos de la identidad nacional o regional, los de otras nuevas identidades que hoy emergen, algunas como resultado de las formas actuales de economía y de vida social (ver Domínguez, 1995; Tablada, 1997; Perera, Martín, Díaz, 1998; Arés, 1998; Alonso, 1998; Espina, 2000; Hernández, 2001).

Además, todas las cuestiones directamente relacionadas con la identidad de las personas y los grupos humanos, repercuten o tienen su expresión en la cultura material de los pueblos. Así, por ejemplo, en nuestro contexto, hoy tiene mucha fuerza la preocupación por la identidad en el ámbito del mercado (la identidad de los productos, de las empresas o del destino Cuba). En otros espacios culturales no solo se observa un interés por estudiar y favorecer el reflejo de la identidad en las creaciones cubanas, también se buscan estilos propios y formas de calidad, se observa así la rica relación de los objetos con la identidad. Me refiero a que los objetos tienen (o se les construyen) identidades, reflejan las identidades de los grupos culturales en que fueron creados, y, por eso mismo, sirven para simbolizarlas e identificarlas, actuando a su vez como mediadores (en el sentido de Vygotsky, 1979) entre la cultura que los produjo y las otras personas que activamente se apropian de ella.

Basta mirar alrededor para darnos cuenta que, hoy en día, constantemente se están poniendo en discusión temas de identidad. Estos temas tienen que ver con necesidades y políticas institucionales, y con decisiones importantes. Puedo seleccionar, fácilmente, algunos trabajos interesantes de mi mesa de noche:

1. La directora de la programación infantil de la Televisión Cubana me ha dejado amablemente un artículo: (Licea, Cicero y Rodríguez, 2000).

Estamos inmersos en la construcción, a partir deuna clara voluntad política, de una estética propia, que no desconozca las tendencias universales, pero que se ajuste a nuestras posibilidades materiales y aspiraciones espirituales(p. 11).

2. En una ponencia sobre el papel estratégico del diseño en la promoción del producto cultural cubano, Amaya (1998) plantea:

Con independencia de los códigos de comunicación que de manera espontánea pueda generar la cultura de un pueblo, resulta fundamental que cada mensaje de carácter cultural, concebido como producto, esté dotado de “claves de identidad” inequívocas que sean capaces de generarimágenes de marca consistentes con los objetivos definidos de antemano por sus emisores (p. 5).

3. García Espinosa en su trabajo “Fama vs. Talento” (1998) nos dice y nos exhorta:

Un nuevo aliento vendrá del talento y un nuevo talento vendrá del aliento que hoy empezamos a respirar [...]. Es el momento de romper la monotonía y volver a la variedad. Es el momento de garantizarle a los pueblos el derecho de ver cine de todas partes del mundo y no solo de las transnacionales americanas (p. 5).

En los tres ejemplos, además del trasfondo teórico de los mismos, hay problemas concretos de identidad y universalidad; búsquedas de identidad que satisfacen la necesidad de comprendernos, diferenciarnos, proyectarnos hacia el futuro, situarnos en el mundo e, incluso, competir en él. Por lo demás, como se ve en el trabajo de Espinosa, no se trata solo de un reclamo para poder expresar nuestra identidad, sino de un reclamo más general en favor del talento y las verdaderas diversidad y universalidad que las culturas nacionales pueden ayudar a fomentar.

La necesidad existencial de identidad

Los individuos necesitan tener un sentido firme de identificación grupal para tener y mantener un sentimiento de bienestar.

Kurt Lewin

De alguna manera creo haber esbozado la necesidad cognitiva y cultural de la identidad, pensando, por supuesto, que la cultura abarca lo político-ideológico, lo económico y lo social, por no insistir en que también la cognición, como toda la subjetividad, es, en lo fundamental, una construcción cultural.

Pero hay otra razón, muy universal y general, para fundamentar el interés en la identidad. No solo se trata de una necesidad cognitiva y práctica (por urgencias económicas, políticas o sociales); es también, en el contexto actual y en la cultura contemporánea, una necesidad, digamos, existencial.

Se ha podido constatar, por la simple evidencia empírica de las alteraciones psicológicas que produce su desestructuración, represión, manipulación extrema, cambio súbito o destrucción intencional, que la identidad, o los procesos de identidad, han sido y siguen siendo una necesidad para las personas y los grupos humanos (Erikson, 1959, 1966, 1968, 1974; Laing, 1965; Klapp, 1972; Tajfel, 1984; Villorio, 1994; Kelman, 1983, 1995) al menos por ahora y para las generaciones actuales. Sobre este tema han desarrollado un tenaz y hermoso trabajo, de importancia teórica aún poco divulgada, las Abuelas de Plaza de Mayo. Ellas han buscado por años a los nietos que fueron entregados, con identidades cambiadas, a las propias familias de los secuestradores, y han encontrado impresionantes evidencias empíricas acerca de la necesidad de la identidad. Asimismo, han colocado el tema de la identidad y el derecho a la misma en un lugar muy importante para la ciencia y la sociedad (Abuelas de Plaza de Mayo, 1995, 1997, 1998; Herrera y Tenembaum, s/f).8

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