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- Herausgeber: Ecos Travel Books
- Kategorie: Lebensstil
- Serie: Pirineos paso a paso
- Sprache: Spanisch
- Veröffentlichungsjahr: 2022
Salpicada de coloridos bosques, pequeños pueblos plenos de encanto y multitud de cursos de agua, el hecho diferencial de La Garrotxa, lo que marca y distingue el territorio, es el vulcanismo. Caminar entre volcanes, dar toda la vuelta a un cráter abierto por erupciones explosivas, recorrer un hayedo que crece sobre una colada de lava o descubrir las entrañas del volcán más joven de la península, son algunas de las propuestas de esta guía para la visita a estas tierras. La comarca cuenta con dos tipos de paisaje diferentes: sobre buena parte de la mitad sur se extienden más de 40 volcanes y diversas coladas de lava, un relieve suave y sin demasiados desniveles, protegido por el Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa. Desde el valle del río Fluvià hacia el norte, el paisaje cambia radicalmente; se vuelve más abrupto y escarpado, con abundantes barrancos y desfiladeros, que dan paso a la Alta Garrotxa, un área de gran belleza declarada Espacio de Interés Natural. La Garrotxa nació del fuego, las erupciones y las lavas candentes, sin embargo el parque natural y toda la comarca lucen hoy un aspecto relajado y acogedor, ideal para recorrer a pie o en bicicleta. Es la mejor forma de sumergirse en el paisaje y descubrir la magia escondida en sus bosques, en sus tierras volcánicas y en sus cráteres altivos.
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Las mejores excursionesLA GARROTXA
César Barba
SUMARIO
INTRODUCCIÓN
La Garrotxa es una comarca a mitad de camino entre los Pirineos y las playas de la Costa Brava, justo donde las montañas comienzan a empinarse y mirar al cielo. Cuenta con dos tipos de paisaje totalmente diferentes: en la mitad sur se extienden más de 40 volcanes y diversas coladas de lava que forman un paisaje suave, sin demasiados desniveles, protegido por el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Desde el valle del río Fluvià hacia el norte, el paisaje cambia radicalmente; se vuelve más abrupto y escarpado, con abundantes barrancos y desfiladeros, que dan paso a la Alta Garrotxa, un área declarada Espacio de Interés Natural.
Salpicada de coloridos bosques, pequeños pueblos plenos de encanto y multitud de cursos de agua, el hecho diferencial de La Garrotxa, lo que marca y distingue el territorio, es el vulcanismo. Caminar entre volcanes, dar toda la vuelta a un cráter abierto por erupciones explosivas, recorrer un hayedo que crece sobre una colada de lava o descubrir las entrañas del volcán más joven de la península, son algunas de las vivencias que depara la visita a estas tierras.
Las erupciones y coladas de lava de la cuarentena de volcanes repartidos por el territorio irrumpieron sobre el curso de los ríos y rellenaron los valles, convirtiéndolos en llanuras fértiles. Durante milenios la interacción entre los volcanes y los ríos fue configurando este paisaje único, protegido desde 1985 como parque natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Es la reserva natural más poblada de Catalunya, y ocupa casi una cuarta parte de la comarca.
En medio de la zona protegida se levanta la capital comarcal, Olot, con cuatro volcanes en el casco urbano, el más evidente de los cuales, el Montsacopa, eleva su cono perfecto en pleno centro de la ciudad. Desde el área de información de Can Serra parten algunos de los recorridos más interesantes, como el que se adentra en la Fageda d’en Jordà, un hayedo que crece sobre una alfombra sinuosa de lava; o los paseos a los volcanes Santa Margarida, uno de los más bellos y accesibles del parque; y al Croscat, el volcán más joven de la península, cuya última erupción tuvo lugar hace poco más de 10.000 años.
La Garrotxa nació del fuego, de los estruendos y las erupciones impetuosas, de las lavas candentes y burbujas de gas incendiarias… y sin embargo, el parque natural y toda la comarca lucen hoy un aspecto relajado y acogedor, ideal para recorrer a pie o en bicicleta. Es la mejor forma de sumergirse en el paisaje y descubrir la magia escondida en sus bosques, en sus tierras volcánicas y en sus cráteres altivos.
1 El mirador de la zona volcánica
DISTANCIA: 8 kmDESNIVEL: 450 mTIEMPO: 2 h 45 minRECORRIDO: incluye un descenso pronunciado desde el Collet del Pujant d'en Camps.LLEGAR AL PUNTO DE INICIO: Área recreativa de Xenacs. Gmap
Véase mapa en Internet
Esta ruta por la sierra del Xenac es poco concurrida a pesar de que ofrece magníficas panorámicas de la Garrotxa y sus volcanes, recorridos por extensos hayedos que cubren la ladera de la sierra y la visita a bellas ermitas perdidas en medio del bosque. Eso si, incluye un descenso pronunciado desde el Collet del Pujant d'en Camps en el que habrá que estar atentos para no perder el camino.
Partimos desde el Área recreativa de Xenacs, a las afueras de Les Preses, en dirección al mirador de Puig Rodó. El área cuenta con un bar-restaurante, zona de picnic y un bosque interactivo donde los niños se la pasarán muy bien. El suave ascenso a Puig Rodó está salpicado de carteles que indican las especies forestales predominantes. Al llegar al mirador (906 m) se abre una amplia vista con Olot y la Vall d'en Bas en primer término, rodeados por los volcanes Croscat y Santa Margarida y detrás la sierra de Puigsacalm y la Alta Garrotxa.
El área de Xenacs es una de las balconadas privilegiadas al Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Su altura la convierte en la atalaya perfecta para contemplar la llanura de les Preses y la Vall d’en Bas..
Descendemos del mirador y hacia la izquierda seguimos un sendero menos transitado que llanea por la carena de la Sierra del Corb en medio de un espléndido hayedo. Siguiendo las señales que indican Fontpobra (itinerario 26) se llega al Collet del Pujant d'en Camps donde habrá que estar atentos. Parados frente al poste señalizador vemos el sendero hacia Fontpobra y a la izquierda el barranco por el que luego descenderemos. Entre ambos sale una senda poco visible al principio que en diez minutos llega al pico Roca Lladre (907 m), marcado con un punto geodésico, donde la panorámica se amplia a todo el Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa y buena parte del Pirineo oriental.
Volvemos al collado y comenzamos el descenso por el barranco. Tras los primeros metros encajados entre rocas hay que girar a la derecha buscando las marcas amarillas que nos indican la trayectoria menos inclinada. El camino, pronunciado al principio, se suaviza y continúa bajando ya con menos pendiente hasta encontrar la pista que, hacia la izquierda, conduce hasta un bello rincón silencioso y sombrío donde se levanta la ermita de Sant Martí del Corb. Los escasos rayos de sol que se cuelan entre en la espesura otorgan a esta pequeña joya un aire misterioso.
Se trata de una ermita de origen románico y pertenece al municipio de las Preses. Escondida en medio de un frondoso hayedo, el dificio es de una sola nave con un ábside semicircular. Destaca el bonito soportal de la fachada y una bonita fuente situada a un lado de la ermita, lo que compone un rincón que invita a hacer un breve descanso para disfrutar de este magnífico paraje.
Continuamos por la pista amplia atravesando la masía l'Antiga para llegar a otra ermita románica, Sant Miquel del Corb, completando así el descubrimiento de dos de las capillas más bellas y recónditas de la Garrotxa. El camino con suaves desniveles nos lleva hasta la fuente del Racó y luego hasta una bifurcación bien señalizada donde podemos escoger si bajar a Les Preses, o enfilar la subida final al punto de partida, el Área recreativa de Xenacs.
Parque de la Piedra Tosca
El Parque de la Piedra Tosca, dentro del parque natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, situado entre Les Preses y Olot, es un proyecto de paisajismo realizado por el estudio RCR Arquitectes, de Olot, galardonados en 2017 con el Premio Pritzker, el reconocimiento internacional más importante en el campo de la arquitectura. Se trata de un espacio rural que fue explotado por el hombre, y que ha sido recuperado para recordar el trabajo de nuestros antepasados. El parque está formado por una serie de corredores delimitados por placas de acero que sujetan los túmulos de piedras que atraviesan.
Su aspecto actual se explica por la tenacidad humanas para cultivar un territorio de una dureza extrema, ya que en realidad era una colada de lava del volcán Croscat, de donde nació un espacio de cultivos a base de sacar las rocas y alinearlas, haciendo muros de piedra seca y configurando un laberinto de caminos, paredes, artigas y cabañas.
2 La Fageda d'en Jordà
DISTANCIA: 10 kmDESNIVEL: 300 mTIEMPO: 4 h RECORRIDO: ruta del Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa señalizada como Itinerario nº1.LLEGAR AL PUNTO DE INICIO: centro de información de Can Serra. Gmap
Véase mapa en Internet
A unos 4 km de Olot, en torno al centro de información de Can Serra, se puede descubrir uno de los rincones más atractivos del Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa: la Fageda d'en Jordà y los volcanes de Santa Margarida y del Croscat. La mejor opción para pasear por la zona es seguir alguno de los itinerarios que tiene señalado el parque natural, que se acompañan de trípticos que permiten conocer mejor el entorno y disfrutar del paseo. Nosotros optamos por el Itinerario nº1, el que ofrece una visión más completa de los diferentes florestas y ambientes de la reserva natural.
El recorrido se inicia en el aparcamiento de Can Serra (también podría comenzar en el Área de Santa Margarida). Desde el aparcamiento vamos al centro de información del parque, donde podemos recoger folletos de los recorridos, y desde allí cruzamos la carretera de Olot a Santa Pau por un paso subterráneo para adentrarnos de lleno en la Fageda de en Jordà. Poco antes de bajar las escaleras hacia el hayedo, a mano derecha, hay un monolito erigido en memoria del poeta Joan Maragall, donde podemos leer el famoso poema que escribió en 1908 sobre esta espléndida arboleda. La Fageda d'en Jordà es un bosque de hayas que crece en un ambiente sombrío y húmedo, tapizado por una alfombra de tierra oscura y hojarasca, que contrasta con las mil tonalidades de verdes y ocres que tiñen el hayedo al llegar el otoño. Si esta es la mejor estación para visitar el bosque, no hay que descartar el invierno, cuando el plateado de los troncos luce sobre un suelo cubierto de hojas secas; y tampoco el verano, en que la sombra proyectada por las hojas de los árboles impide que los rayos atraviesen el ramaje, creando un agradable ambiente de frescor.
