Las trampas de la investigación - Pierre Bourdieu - E-Book

Las trampas de la investigación E-Book

Pierre Bourdieu

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Beschreibung

Confrontado, por un lado, con las condiciones que imponía la guerra en Argelia y, por otro, con las barreras inconscientes que levantaba la cotidianidad en Béarn, el joven investigador Pierre Bourdieu notó que ni los métodos de trabajo que había adquirido en su formación como filósofo ni los procedimientos habituales de la investigación etnográfica o estadística eran suficientemente aplicables para emprender un estudio confiable y objetivo de la realidad social en cuestión. Desde entonces comenzó a interesarse por encontrar una herramienta que le permitiera al observador "revelar lo social en el corazón del individuo, lo impersonal oculto bajo lo íntimo". Es decir, una actitud que, mediante la objetivación científica de las condiciones sociales de posibilidad de la investigación, le permitiera comprender tanto su objeto de estudio, como la posición de ese objeto y de sí mismo dentro del campo de producción cultural. Durante varios años Bourdieu se refirió a esta actitud como "vigilancia epistemológica", pero a partir de los ochenta prefirió llamarla "reflexividad". La desarrolló desde sus primeros trabajos e insistió en ella hasta el final de sus días, demostrando su pertinencia y utilidad para todos los campos que atañen a la investigación intelectual en las ciencias sociales. En Las trampas de la investigación Bourdieu profundiza en diferentes aspectos de la práctica reflexiva e insiste en la importancia de ejercerla de manera constante. Este volumen ofrece al lector la posibilidad de aprehender la que quizá sea la principal aportación teórico-práctica de Pierre Bourdieu al ejercicio de las ciencias humanas.

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biblioteca clásica de siglo veintiuno

Bourdieu, Pierre

Las trampas de la investigación : cómo detectar los límites, prejuicios y puntos ciegos en las ciencias sociales / Pierre Bourdieu. – México : Siglo XXI Editores, 2024

103 p. ; 14 × 21 cm. – (Colec. Biblioteca Clásica de Siglo Veintiuno)

Título original: Retour sur la réflexivité

ISBN: 978-607-03-1397-4

1. Epistemología 2. Sociología 3. Ciencias sociales I. Ser. II. t.

LC HM598 B6818r   Dewey 302.243 C9683r

título original: retour sur la réflexivité

© 2022, éditions de l’école des hautes études en sciences sociales © 2024, siglo xxi editores, s. a. de c. v.

primera edición, 2024

isbn-e: 978-607-03-1396-7

Índice

Introducción. De la vigilancia epistemológica a la reflexividad, por Jérôme Bourdieu y Johan Heilbron

Nota editorial

Epistemología y sociología de la sociología

Reflexividad narcisista y reflexividad científica

Proyecto de historia social de las ciencias sociales

La causa de la ciencia. Cómo la historia social de las ciencias sociales puede contribuir a su progreso

Referencias biobibliográficas

Una empresa de objetivación sólo se controla científicamente en proporción a la objetivación a la que se ha visto sometido previamente el sujeto de la objetivación.

PIERRE BOURDIEU,

Ciencia de la ciencia y reflexividad, 2001

Introducción

De la vigilancia epistemológica a la reflexividad

La exigencia de reflexividad, que se ha convertido en un principio esencial de las ciencias humanas y sociales, es una de las principales aportaciones de la obra de Pierre Bourdieu. Si bien la práctica reflexiva de la investigación ha marcado el conjunto de su obra, el uso de la palabra es relativamente tardío. Reflexionar metódicamente sobre la investigación que se realiza, es decir, objetivar científicamente la propia práctica científica, es una disposición que precedió, y probablemente hizo posibles, sus diversas innovaciones intelectuales, como la de su concepción de la reflexividad.

Lejos de una concepción burocrática de la investigación como aplicación mecánica de métodos estandarizados, Bourdieu comienza su carrera con trabajos de campo en la Argelia de la guerra. Estas condiciones excepcionales son incompatibles con un trabajo de investigación ordinario, a menos que se emprenda un retorno reflexivo a este contexto extraordinario, con el fin de considerar sus efectos sobre el objeto de investigación y sobre el propio investigador. Y cuando toma como objeto Béarn, donde nació y vivió, se inscribe paradójicamente en la misma lógica: constituye este terreno como un espejo de Argelia, un terreno familiar pero cambiante, según una práctica reflexiva que permite controlar los efectos del mundo social sobre quien lo observa. Esta preocupación por objetivar y controlar al máximo la relación del observador con su objeto también está presente en las diversas investigaciones que emprende y (co)dirige en el Centre de Sociologie Européenne (CSE), al cual se incorpora en 1961 gracias a su director Raymond Aron.1

Para comprender el sentido de la reflexividad de Bourdieu, hay que remontarse a los inicios de su trabajo. Sus primeras investigaciones se caracterizan por el hecho de que nada está dado: no se cumple ninguna de las condiciones de una investigación ordinaria. En esas circunstancias, los procedimientos habituales de la investigación etnográfica o estadística son casi imposibles de aplicar, mientras que los métodos de trabajo que Bourdieu adquirió durante su formación en filosofía tampoco pueden ayudarlo realmente. El contexto de la guerra de independencia y las situaciones de extrema urgencia y riesgo exigen una “reflexividad permanente y práctica” como condición de supervivencia y como método de investigación.2 Bourdieu instaura por tanto una empresa colectiva, un equipo de investigadores que se favorecen de diferentes modos de inscripción en la realidad argelina. Esta diversidad constituye otras tantas bazas que hay que coordinar y movilizar, variando los métodos de indagación (observaciones, entrevistas, análisis estadísticos) y los recursos académicos (desdibujando las fronteras entre antropología, sociología y economía del trabajo, por ejemplo). Todas estas operaciones científicas y de organización del trabajo están guiadas por una postura reflexiva que reaparecerá en todos sus proyectos posteriores. Explicado, en particular, en Travail et travailleurs en Algérie (1963),3 este enfoque se elaborará y profundizará a lo largo de toda su obra.

Las investigaciones en Béarn, iniciadas en 1959, aparecen como el complemento indispensable de los trabajos argelinos entonces en curso. Tratan de convulsiones sociales de naturaleza completamente distinta y se desarrollan en un universo radicalmente diferente, con el que Bourdieu está íntimamente ligado: el del pueblo de su infancia, que había abandonado siendo aún joven para asistir al internado del liceo de Pau. Centrados en el celibato campesino y en la crisis a la que se enfrentan las familias campesinas, estos estudios, recogidos más tarde en Le bal des célibataires (2002), representan una prueba de fuego para estas primeras experiencias de investigación y suponen una confirmación decisiva del trabajo argelino.4 En su autoanálisis, Bourdieu describe su estudio de Béarn como el “operador de una verdadera conversión”5:

Probablemente la palabra no es lo suficientemente fuerte para describir la transformación, tanto intelectual como afectiva, que me llevó de la fenomenología de la vida afectiva [tema inicial de su proyecto de tesis] [...] a una práctica científica que implica una visión del mundo social a la vez más distante y más realista.6

Durante este doble trabajo inicial, Bourdieu se enfrentó a los numerosos problemas que surgían no como cuestiones técnicas o teóricas, ni tampoco como cuestiones éticas o políticas, sino ante todo de forma reflexiva. En Le métier de sociologue (1968), en coautoría con Jean-Claude Chamboredon y Jean-Claude Passeron, esta postura sigue llamándose “vigilancia epistemológica”.7 En lugar de basarse en instrumentos lógicos, como propugnan algunos filósofos de la ciencia, o en la “metodología” de los sociólogos, como Paul Lazarsfeld, dicha postura fomenta la objetivación de las condiciones (sociales) de posibilidad de la investigación, que dependen de la posición genérica de investigador y de las características de una trayectoria social personal. Ello requiere el uso de herramientas de las ciencias sociales para comprender y controlar mejor la investigación en curso, sus obstáculos y perspectivas, así como las disposiciones que los investigadores integran, sin saberlo, en su trabajo.

Esta concepción de la reflexividad no se refiere a un ejercicio de introspección destinado a superar algún tipo de falta de autoconocimiento personal. Tal vez por ello Bourdieu prefiere inicialmente hablar de “vigilancia epistemológica” en lugar de “reflexividad”, término que utiliza con más frecuencia sólo a partir de los años ochenta.8

La actitud de vigilancia epistemológica comienza por la necesidad de librarse de la negación o la ignorancia de los efectos de las características del investigador sobre su actividad: esta ceguera se basa en la ilusión de una aptitud personal para la lucidez, que es el primer obstáculo hacia una relación con el mundo que permita la objetivación sociológica. Al someterse a un análisis de su persona y su experiencia particular, el investigador no escapará a los sesgos de percepción, que son sociales. Es tratando de dimensionar todos los mecanismos sociales que construyen a la persona humana, incluso en su creencia en su singularidad individual, como puede esperar controlar un poco el efecto que éstos pueden tener en cualquier intento de representar el mundo social.

Esta perspectiva consiste en “objetivar el sujeto de la objetivación”, es decir, movilizar “todos los instrumentos de objetivación disponibles (encuesta estadística, observación etnográfica, investigación histórica, etc.) para sacar a la luz los presupuestos que debe a su inclusión en el objeto de conocimiento”.9 Estos presupuestos son de tres tipos. En primer lugar, los más accesibles son los asociados a una posición en la escena pública, a la trayectoria particular que conduce a ella, al origen social y a la pertenencia a un sexo. A continuación, surgen los que son constitutivos de la doxa específica de cada uno de los diferentes campos de producción intelectual (religioso, artístico, filosófico, etc.) y, más concretamente, los que cada erudito en particular debe a su posición en su propio campo. Por último, y más profundamente, hay presupuestos relacionados con la skholè, a saber, el ocio, el distanciamiento de la necesidad y de la urgencia del mundo. Como condición para la existencia de todos los campos eruditos, la skholè, así como la “visión escolástica” que se deriva de ella, es lo más complicado de aprehender y controlar para quienes están inmersos en universos donde se da por sentada.10

No basta con enfrentarse a estos tres órdenes de presupuestos haciéndolos explícitos para demostrar la reflexividad tal como la concibe Bourdieu. Para él, la reflexividad es menos una operación de toma de conciencia consciente, por muy elaborada que sea, que un esfuerzo por dominar en la práctica el inconsciente social del que cada persona es portadora, es decir, los efectos invisibles –difícilmente perceptibles por la mera voluntad de lucidez– de los determinantes sociales que pesan sobre ella. Una forma de hacerlo es variar el alcance de esos determinantes, pues no basta con ser consciente de su existencia en abstracto para limitar sus efectos. La toma de conciencia puede ser liberadora, siempre que se apliquen las condiciones reales de liberación. Un ejemplo característico de la aplicación concreta de la reflexividad fue que Bourdieu realizara en Béarn el tipo de investigación que había llevado a cabo en Argelia, lo que le permitió tener en cuenta empíricamente el efecto de distancia/proximidad que conlleva el estudio de una sociedad extranjera/familiar. Este proceso se encuentra en la base de la utilización y análisis de lo que es un “informante”. En una investigación, el informante se encuentra siempre en una situación de puesta en escena de sí mismo y de su mundo, especialmente en presencia de un extraño. Lejos de poder tomar su punto de vista como definitivo, hay que cuestionarse permanentemente acerca de la posición social de quien habla y de la relación social particular que éste mantiene con la persona que lo interroga, para captar la parte de verdad que contiene su discurso. Esto implica también interesarse por el uso de equipos técnicos, como la grabadora o la cámara, así como por la composición social del equipo de investigación,11 en resumen, por todas las categorías mentales o instrumentales que el investigador moviliza en la encuesta sin darse cuenta de que pueden determinar en parte los resultados.

Entre los obstáculos al conocimiento científico, se encuentra paradójicamente el hecho mismo de ocupar un punto de vista científico, el cual se caracteriza por la exterioridad, con la posibilidad de tomar distancia y tener el tiempo de observar, y que se define por un distanciamiento consciente de la lógica de la práctica. Así, “romper con los presupuestos irreflexivos del pensamiento pensante, es decir, con el sesgo escolástico, [lleva] al sociólogo y al economista incapaces de apropiarse de su experiencia prerreflexiva del mundo [a instaurar] un pensamiento de erudito, con el mito del homo oeconomicus y la ‘teoría de la acción racional’, en la conducta de los agentes económicos ordinarios”.12 De ahí el mandato contraintuitivo que enuncia Bourdieu:

Nada más falso, en mi opinión, que la máxima universalmente aceptada en las ciencias sociales de que el investigador no debe poner nada de sí mismo en su investigación. Al contrario, uno debe referirse constantemente a su propia experiencia, pero no, como ocurre con demasiada frecuencia incluso entre los mejores investigadores, de forma vergonzosa, inconsciente o incontrolada.13

En una entrevista tardía, Bourdieu nos recuerda que la reflexividad debe plasmarse en dispositivos prácticos y en su uso racional:

Tengo dos cosas importantes que enseñar: 1. Las estrategias de organización colectiva del trabajo necesarias para conquistar la autonomía, que es la condición de la práctica científica; 2. La gestión racional del trabajo intelectual. Muchos investigadores creen que deben llevar vida de artista, de acuerdo con toda una mitología. Sin embargo, el investigador es mucho más comparable a un deportista de alto nivel que debe racionalizar. Existe una higiene deportiva del trabajo intelectual, que incluye la gestión del grupo, el trabajo en común, la organización del grupo y el equipamiento del grupo.14

Más allá del análisis sociológico y de los dispositivos prácticos, la reflexividad debe aún convertirse en una disposición constitutiva del habitus científico, es decir, existir como “reflexividad-reflejo, capaz de actuar no ex post, sobre el opus operatum, sino a priori, sobre el modus operandi”.15

En este volumen se reúnen cuatro textos relativamente breves y poco o nada conocidos de Bourdieu sobre la reflexividad. En ellos se enfatizan ciertos aspectos en gran medida inadvertidos de su práctica, que se tratan de forma más sistemática en Le sens pratique (1980), Méditations pascaliennes (1997) y Science de la science et réflexivité (2001).16 Esta recopilación, que constituye una especie de regreso sobre la cuestión, incluye dos textos inéditos, un artículo que sólo se publicó en alemán y una contribución a la revista Actes de la recherche en sciences sociales, pero que nunca se ha vuelto a publicar desde entonces.

La colección se abre con un texto inédito de 1967: “Epistemología y sociología de la sociología”. Se trata de una intervención en un debate celebrado en la Sorbona sobre el tema “Les sciences humaines, pour quoi? (Formalisation et modèles)”. Este debate fue organizado por el Centre national des jeunes scientifiques (CNJS) y una revista efímera, Porisme (1966-1967), que difundió los trabajos del CNJS.17 También participaron los matemáticos Marc Barbut y André Régnier, el filósofo Jean-Toussaint Desanti, el psicólogo Pierre Gréco y el lingüista Nicolas Ruwet. La conferencia que Bourdieu pronuncia en esta ocasión se inscribe en el marco de las investigaciones sobre sociología de la ciencia que surgen en el CSE y se desarrollan inicialmente en dos direcciones: la sociología de la divulgación científica y la sociología de la medicina.18 La investigación sobre la divulgación científica se realiza en colaboración con el CNJS.19

Esta conferencia esboza el programa de una sociología de la ciencia marcada por el rechazo de un discurso epistemológico abstracto, en este caso sobre la noción de “modelo”, que es el tema oficial del debate. Oponiéndose a una epistemología teórica y filosófica, Bourdieu presenta una argumentación para hacer sociológicas las cuestiones epistemológicas. Al ampliar sus reflexiones sobre las investigaciones –las de Argelia y Béarn y las que tienen lugar en el CSE– su posición constituye una crítica de los grandes discursos epistemológicos dominantes en la época, de los que los Cahiers pour l’analyse (1966-1969) de los filósofos de la École normale supérieure, althusserianos, lacanianos y otros, son un ejemplo típico.20 Al igual que la filosofía neopositivista de la ciencia, todavía marginal en Francia, sus trabajos se ocupan de la epistemología, el método o la lógica de la ciencia, pero de un modo teórico que ignora la práctica científica y sus condiciones sociales, que están en el centro del programa esbozado por Bourdieu. El texto que Bourdieu y Passeron escriben por la misma época sobre las relaciones entre sociología y filosofía en Francia es una buena ilustración de la “sociología de la sociología” a la que Bourdieu se refiere en su conferencia y que es ante todo, a sus ojos, una herramienta de vigilancia epistemológica.21

La reflexión continúa con Le métier de sociologue (1968) y Esquisse d’une théorie de la pratique (1972).22 Si seguimos a Bourdieu, Chamboredon y Passeron, la práctica científica debe someterse a una interrogación que, a diferencia de la filosofía clásica del conocimiento, se aplica no a la “ciencia ya hecha, [...] sino a la ciencia en proceso”, es decir, no tanto a la lógica de la prueba, ars probandi, como a la de la invención, ars inveniendi.23 En Esquisse d’une théorie de la pratique, Bourdieu afirma que “los especialistas de la reflexión epistemológica o metodológica están condenados a considerar el opus operatum más que el modus operandi, lo que implica, además de un cierto retraso, un cierto sesgo sistemático”. Desplazar la mirada a la práctica científica real expresa la intención de “desconcertar tanto a quienes reflexionan sobre las ciencias humanas sin practicarlas como a quienes las practican sin reflexionar”.24

Los tres textos que completan el presente volumen datan de un cuarto de siglo más tarde y se inscriben en una coyuntura histórica bien distinta del ambiente un tanto filosófico-científico que rodeaba al “estructuralismo” de los años sesenta. Entretanto, Bourdieu desarrolló su análisis de los sesgos escolásticos y su teoría de la práctica en Esquisse d’une théorie de la pratique y Le sens pratique. También publicó su artículo pionero sobre el campo científico, “La spécificité du champ scientifique et les conditions sociales du progrès de la raison” (1975),25 que vuelve a publicarse en una versión ligeramente modificada al año siguiente en Actes de la recherche en sciences sociales, una revista recién creada en el CSE y que puede considerarse un producto de la reflexividad en acción.

Sin mencionar todas las etapas de su reflexión sobre la reflexividad, podemos observar que Bourdieu tiende a insistir cada vez más en la función socioanalítica de la sociología, incluida la de las ciencias: “toda verdadera empresa sociológica es, inseparablemente, un socioanálisis” que posibilita cierta libertad en relación con los determinismos y una “verdadera reapropiación del yo”.26 Como desarrollo de esta concepción aplicada al mundo académico, Homo academicus